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Capítulo 15

Capítulo 15

The fifth tea cup

Diario de Jack

23 de diciembre de 1902

Querido diario:

La señora Megara envió una carta para desearnos una feliz navidad. El señor Hércules no volverá a salir de casa hasta después de año nuevo. Eso me hace muy feliz, realmente disfruto de su presencia aquí.

Yo no saldré tampoco porque tenemos un receso de navidad en la universidad. Para mi fortuna todos mis exámenes y trabajos fueron aprobados. Por ese motivo el señor Hércules me regaló la primera edición de Hamlet. Me sentí tan feliz por un regalo tan especial como ese que le prometí al señor Hércules hacer su postre favorito esa noche. Él rio y dijo que eso no era necesario, pero insistí y se lo preparé. Fue un placer inmenso ver su rostro de deleite al probar el postre que con tanto empeño hice.

Como sea, hoy es una noche previa a la noche buena, así que he salido a comprar algo para el señor Hércules con el poco dinero ahorrado que la señora Megara y el señor Hércules me fueron dando durante este tiempo. No es mucho y no creo poder conseguir algo demasiado valioso, pero al menos espero que sea algo apropiado y bonito. En el camino compré un collar lindo para Anne y pasé por el burdel para dárselo. Ella me llamó chico tonto y que siendo un chico de universidad tenía que dejar de pasar por esos lugares antes de que los rumores comenzaran a correr. Simplemente le dije que no se preocupara demasiado y luego de desearle una feliz navidad, me marché de ahí para ir directo a casa.

El señor Hércules había comprado los ingredientes para la cena de navidad y estaba en la cocina terminando la cena de esta noche. El olor era exquisito y su figura alta e imponente se veía adorable en un ambiente tan doméstico. Me acerqué a ayudarlo, pero como rechazó amablemente mi ayuda, simplemente me quedé a su lado conversando con él.

Terminamos la noche cubiertos con una misma manta frente a la chimenea, con una taza de té humeante en nuestras manos y apoyados contra el otro.

Me cuesta identificar muchas veces mis propios sentimientos, pero esta vez no fue difícil darme cuenta de lo que sentía.

Soy realmente feliz al lado del señor Hércules.

24 de diciembre de 1902

Querido diario:

Tengo tanto para contarte.

El día empezó con un desayuno delicioso con galletas de jengibre que el señor Hércules hizo. Luego de eso limpiamos juntos la casa y al terminar almorzamos para después, en la tarde, quedarnos sentados leyendo un libro diferente frente a la chimenea.

La cena la hicimos juntos, más comida de la que se suponía que debía ser para dos personas, pero como sabes, al señor Hércules le gusta mucho comer. Cocinamos entre risas, con un pequeño juego de ver quién ensuciaba más con comida a quien. El señor Hércules hizo trampa muchas veces y solo por eso ganó, pero al menos conseguí meterle un trozo de canela en la boca y eso fue suficiente venganza para mí.

La cena pasó entre charlas sin sentido y una historia del señor Hércules donde aseguraba haber asesinado a un enorme león. Hice de cuenta que le creía y él sabía que fingía creerle, pero no me dijo nada, parecía bastante divertido al respecto. Fue después de eso, cuando lavamos los trastes y decidimos pasar tiempo juntos en la sala, que las cosas cambiaron.

Estaba leyendo como por décima vez Hamlet, ahora en su primera edición, cuando el señor Hércules se sentó a mi lado y se apoyó en mi hombro para leer conmigo. Acerqué más el libro a él y disfruté de su compañía, de esta cercanía que teníamos. Como una pareja que disfruta de sus pequeños momentos juntos.

Nos habremos quedado así varios minutos, pasando las páginas de este viejo libro, sintiendo la calidez del cuerpo ajeno y la respiración acompasada del otro. Pero creo que al señor Hércules algo le aburrió del libro porque, repentinamente, llamó mi atención. Parecía haber notado que, en el techo, casi sobre nosotros, había colgado un pequeño muérdago. Me preguntó si yo lo había puesto ahí y le dije que no sabía siquiera que entre los adornos navideños había un muérdago. Después de todo, en navidades anteriores, nunca antes había visto uno.

El señor Hércules no le dio mucha importancia a por qué había un muérdago en la sala que ninguno recordaba haber dejado ahí y bromeó diciendo que ahora debíamos besarnos. Creo que estaba nervioso, no lo sé bien, no podía analizarlo del todo si ni siquiera podía mirarlo a los ojos.

Me revolvió el cabello, entonces, y me dijo que no le diera importancia y siguiéramos leyendo. Pero, en ese momento, tomé mis veinte segundos de valentía y le confesé que yo sí quería besarlo y que no estaba bromeando al respecto. Me miró en silencio, parpadeando confundido por un largo, largo, laaaaargo tiempo. Quizás no fue mucho, pero fue suficiente para que lentamente comenzara a acobardarme y a arrepentirme de lo que había dicho.

Pensé en que lo mejor sería irme a mi cuarto y encerrarme ahí hasta que llegara el año nuevo. Entonces...el señor Hércules me detuvo y me abrazó, me rodeó con sus grandes y fuertes brazos y me sostuvo cálidamente contra su pecho. Escuché claramente su corazón latir con fuerza, tan fuerte y rápido como latía el mío. Y entonces me dijo, en un murmullo cerca de mi oído, que me dejaría besarlo cuando me haya graduado de la universidad.

Saber que el señor Hércules no me miraría raro o me odiaría por estos sentimientos pecaminosos hacia su persona me hizo tan inmensamente feliz, que lloré un poco mientras me aferraba a él, prometiendo que me graduaría tan como pronto como pudiera.

Sinceramente, los regalos ya no importaban tanto en ese momento. No me importa nada más que saber que el señor Hércules puede corresponder mis sentimientos.

Señor Hércules...es tan amable por amar a alguien como yo.

2 de enero de 1903

Querido diario:

Las cosas con el señor Hércules no cambiaron, al menos no tanto. Sí cada tanto lo encuentro nervioso a mi lado cuando me acerco demasiado, pero él no rechaza mi compañía ni se aleja. Creo que el saber lo que siento es lo que lo tiene así, pero no le disgusta y a mí me gusta verlo nervioso cada vez que estoy con él.

Esta mañana me informó que debía irse mañana para atender unos asuntos y que la señora Megara llegaría a mediados de este mes, por lo que esperaba que no me molestara quedarme solo unos días. Realmente no me importaba, así que le dije que podía atender sus asuntos en paz.

Como me gusta ver nervioso al señor Hércules, le dije que lo esperaba pronto y, antes de irme a dormir, le besé la mejilla. Él tartamudeó y se sonrojó un poco, lo que me causó algo de gracia y reí, escapando cuando él se dio cuenta de mi travesura.

Deseo tanto graduarme de la universidad.

9 de enero de 1903

Querido diario:

Anne está muerta.

La noticia apareció en el diario. Alguien la asesinó. No sé quién. No sé por qué. Nadie sabe.

Lo único que sé es que quiero asesinar al culpable.

Incluso los sentimientos enterrados tras la muerte de mi madre renacieron como un ave fénix. Deseo tanto desahogar esto que siento.

Quiero justicia.

Por mi madre.

Por Anne.

13 de enero de 1903

Querido diario:

La vida es extraña. Casualmente hoy, mientras estaba en la biblioteca buscando un libro para un proyecto que tengo, escuché una conversación entre dos profesores. Uno de ellos estaba preocupado porque no quería que su esposa se enterara de algo. No sabía qué hasta que el otro le recomendó que visitara un médico. Hubo una pequeña discusión sobre haber ido a uno y no conseguido nada ya que la recomendación de que se acostara con alguien para pasarle la enfermedad no había servido como pensaba.

Gracias a algunos detalles que dio me di cuenta que la mujer a la cual le pasó la enfermedad para curarse fue a mi madre.

Este profesor respetable había sido el asesino de mi madre.

Nunca antes me sentí tan impactado en mi vida y tan vacío.

Tomé el libro que había estado buscando y me dediqué a seguir con mi proyecto. Terminé y me encaminé tranquilamente a buscar a este profesor. A esa hora no hay muchas personas en la universidad y el edificio está casi vacío. Pero algunos profesores se quedaban hasta tarde revisando trabajos o exámenes. Este profesor era uno de ellos.

Le pedí ayuda para acceder a un salón del cual solo los profesores tienen acceso. Mentí acerca de un proyecto que estoy terminando y que solamente con unos archivos de ese salón podría terminarlos.

Cuando estaba por abrir la puerta tomé su cuello con la bufanda que me había sacado y la ajusté para cortarle la respiración. Cuando perdió la consciencia, lo dejé en el suelo y corté su cuello, su vena principal, y dejé que se desangrara en el suelo mientras me iba tranquilamente de ahí, por los pasillos donde no había nadie. Tomé mis cosas y me fui a casa, sin pensar en lo que había hecho pero con el corazón sintiéndose más liviano al pensar en que había hecho justicia por mi madre.

Sin embargo...es mejor si el señor Hércules jamás se entera de esto.

14 de enero de 1903

Querido diario:

Como me esperaba, la noticia sobre el profesor muerto invadió todo Londres. Nadie podía entender por qué lo habían asesinado ni quién. Se especulaba que aquel que había matado a Anne había sido su asesino. Al menos eso querían creer.

Yo los dejé creer.

Fingí consternación por su muerte y asistí al acto en su honor.

Fue donde lo vi. Al hombre que había ilusionado a mi madre y le mintió, al hombre que nos abandonó, a pesar de no saber de mi existencia. Estaba ahí, como un ex alumno que había sido cercano a este profesor.

Ambos eran iguales. Ambos usaban a las prostitutas.

Ninguno de los dos se merecía seguir con vida.

No puedo dejarlo con vida.

17 de enero de 1903

Querido diario:

Maté a mi padre.

Entré a su casa, una gran y bonita casa donde vive con su esposa. Ella no estaba, él sí. Fui rápido y preciso, simplemente le corté el cuello, disfrutando de su miedo al verme acercar con el cuchillo en mano.

Su sangre me salpicó, la misma que corre en mis venas. Lavé la sangre de mi rostro y mi cabello. Mi abrigo, el cual dejé en su sala lejos de la escena, no se manchó así que tapó las manchas de mi camisa y mi pantalón.

Regresé a casa y quemé la ropa manchada con sangre.

Solo frente a la chimenea me pregunté si era lo suficientemente bueno para el señor Hércules.

¿En serio él me amaría si supiera que había manchado mis manos con sangre?

18 de enero de 1903

Querido diario:

Hoy regresó la señora Megara. Me preguntó por qué estaba tan callado. Le dije que era por los trabajos y las tareas de la universidad.

No me creyó.

21 de enero de 1903

Querido diario:

Hoy llegó el señor Hércules de viaje. No pude mirarlo a los ojos ni recibirlo como siempre. Él se preocupó e intentó saber qué me pasaba. No pude decirle nada. Solo fingí estar enfermo.

Él me creyó, no la señora Megara. Pero ella no dijo nada, simplemente me siguió la corriente.

Me siento culpable de que alguien tan brillante y puro como el señor Hércules esté interesado en alguien sucio como yo.

2 de marzo de 1903

Querido diario:

La culpa crece con los días. Ya no soy capaz de mirar al señor Hércules a los ojos y la señora Megara cada día es más insistente con sus preguntas.

No puedo seguir así. No puedo hacerles esto.

Ellos no se merecen estar relacionados con un asesino.

4 de marzo de 1903

Querido diario:

El señor Hércules ha hablado conmigo, quiere saber qué me pasa. Fue la primera vez que me encerré en mi cuarto para ignorarlo.

La señora Megara creo que está haciendo sus propias investigaciones.

No puedo seguir más aquí.

8 de marzo de 1903

Querido diario:

El señor Hércules no está. La señora Megara salió a hacer las compras.

Es hora.  


Como leyeron en el anterior capitulo, los siguientes tres son los ultimos de esta primera parte uwu

Nos vemos mañana con el capitulo 16 :D


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