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Capítulo 13

Capítulo 13

Until I smile at you

Ninguno de los dos prestó atención a la séptima ronda del ragnarok. Habían estado tan ocupados en sus propias cosas que no se molestaron en ver quiénes tenían que luchar en esta ocasión. Realmente no importaba. Tampoco sabían si la séptima ronda ya se estaba llevando a cabo.

Qin Shi Huang estaba apoyado contra su pecho, sentado entre sus piernas mientras le hablaba sobre la forma en que se las arregló para unificar China. Hades lo escuchaba mientras su mano acariciaba distraídamente el brazo del rey de los humanos. Era reconfortante poder hablar con alguien que pudiera entenderlo y, a su vez, sumar cosas nuevas a su vida. Muchas de las técnicas usadas por este humano, Hades jamás las había considerado. Pasaba algo similar cuando le contaba sobre sus maneras de gobernar el Helheim. Qin Shi Huang lo escuchaba atentamente y comentaba de acuerdo o no sobre sus métodos. Algunas veces había criticado su forma de llevar las cosas, pero había comprendido el motivo por el cual Hades solía ser cruel. No juzgaba y, de alguna manera, a Hades le gustaba eso. Hablar con alguien que te juzgaba incluso antes de conocerte, era molesto. Solía hacer tensa o aburrida una conversación. Pero con este humano todo parecía ser sencillo, tan fácil de hablar, de estar a su lado.

Era reconfortante estar en compañía de alguien como él.

—Mm...Hades, si sigues acariciándome así harás que me duerma—dijo Qin Shi Huang girándose hacia él, sus ojos brillaban divertidos.

—¿Qué tiene de malo eso?—preguntó Hades sin detener sus caricias.

—No quiero quedarme dormido, no todavía al menos—el humano detuvo su mano, entrelazándola con la propia—. Mejor así. Ahora, ¿en dónde estaba?

—El acuerdo con el oeste—le recordó Hades.

—Cierto, como decía...

Hades sonrió, con sus manos entrelazadas mientras seguía escuchando a Qin Shi Huang hablar.

***

Hestia caminaba por los pasillos de la arena del Valhalla tras la séptima ronda. En su corazón lamentaba la muerte del humano Simo Häiyä, dedicándole una oración a su desintegrada alma, lo único que podía hacer por ese valiente guerrero que lo había dado todo en batalla. Si no fuera por sus limitaciones humanas, estaba segura de que le hubiera ganado a Anubis. El dios, a pesar de ganar, había quedado malherido y se notaba claramente que no estaba satisfecho con su victoria. Realmente si no fuera por el cuerpo humano de Simo, el ganador hubiera sido este último. Pero había perdido mucha sangre por las heridas de las garras de Anubis que fue inevitable que cayera.

Fue rondando los pasillos que encontró a Sasaki Kojiro hablando animadamente con Anfitrite. Ellos estaban tan metidos en su conversación que no notaron a Hestia a unos metros de ellos. La diosa aprovechó para admirar la belleza sublime de su cuñada, la hermosa diosa Anfitrite.

Sabía que su hermano jamás había sido capaz de mirar a su esposa, por lo que nunca fue capaz de ver la belleza de la misma. Anfitrite era una diosa con un ondulado y largo cabello oscuro, el cual solía decorar con flores y perlas. Su piel era pálida y tersa, sin lunares ni pecas, solo unas marcas en forma de flores de cerezo que se extendían por su brazo derecho y terminaban en su clavícula. Sus ojos eran redondos y grandes, de un cautivador color turquesa. Siempre cálidos y amables, con un toque de tristeza. Hestia sabía que ella estaba atrapada en un matrimonio arreglado por su hermana Hera, quien creía que tanto ella como Poseidón eran almas gemelas y juntos solo se traerían mutuamente dicha y felicidad.

Poco sabía su hermana Hera sobre eso. Poco sabían todos que el alma gemela de Anfitrite era en realidad Hestia.

—Señorita Hestia—dijo Kojiro al verla.

Hestia sonrió al humano y caminó hacia ellos.

—Querido Kojiro, querida Anfitrite, que hermosa coincidencia.

—Señora Hestia—Anfitrite se inclinó ante ella, como se le había enseñado a hacer ante dioses superiores a ella.

Nunca fue algo que a Hestia le gustara.

—Por favor, no es necesario—dijo deteniéndola tomándola suavemente de los hombros—. Eres mi cuñada, esto no es necesario.

—Siendo la hermana de mi esposo, con más razones debo brindarle mis respetos.

—Por favor, insisto.

Hestia le sonrió gentilmente, buscando persuadirla. Anfitrite sonrió de vuelta pero no dijo más al respecto. No era una batalla ganada y lo sabía bien.

—¿Está buscando algún lugar en específico, señorita Hestia?—preguntó Kojiro.

Hestia soltó a Anfitrite y miró al humano, bajando la mirada por la diferencia de altura.

—En realidad solo quería caminar un rato luego de esta séptima ronda. Necesito despejar un poco mi mente.

—Oh, ya veo. Con Anfitrite iremos a los aposentos de Poseidón. Yo no sé dónde quedan pero ella sí, así que me guiará. ¿Le gustaría caminar con nosotros?

Hestia sonrió con un poco de pena.

—Lo siento, preferiría caminar un rato a solas, si no es molestia.

—Claro que no, lo entendemos bien, ¿verdad, señora Anfitrite?

—El caballero Sasaki está en lo cierto. No tiene de que preocuparse, lo entendemos bien.

Hestia asintió y siguió su camino, mientras Kojiro y Anfitrite lo hacían también. Pensó en lo afortunado que era su hermano por encontrar a Kojiro, en la fortuna de hallar a alguien que lo apreciaba. Hestia estaba feliz de que Poseidón encontrara a alguien por quien se preocupara de verdad, alguien a quien pudiera entregarle su corazón sin temor a ser lastimado. Si algún día era sincero con Sasaki Kojiro y le decía lo que significaba para su vida, Hestia estaba segura de que el humano protegería muy bien el corazón de su hermano.

No estaría en malas manos, de eso no tenía dudas.

Mientras rondaba el tercer pasillo, Hestia se topó con Hera, la esposa de su hermano Zeus. La esposa de su hermano no fue elegida por su hermana, quien llevaba el mismo nombre que su cuñada. La elección fue de parte de las moiras y las familias terminaron de arreglar la boda. Hera, su cuñada, sin duda alguna era una mujer cálida y sensata, pero era dócil y sumisa, lo que su hermano Zeus claramente no necesitaba en su vida. Todos sabían que no la valoraba y sin importar cuanto Hestia intentó que dejara de mancillar el nombre de su esposa, su hermano jamás la escuchó,

La diosa de cabellos oscuros y enrulados, recortados siempre a la altura de sus hombros, se detuvo al notarla. Hestia no pudo ser capaz de ignorar la mirada resignada en esos ojos claros.

—Señora Hera—saludó sonriéndole dulcemente.

Su cuñada le sonrió pero era claro para ella que se estaba forzando a hacerlo.

—Hestia, que hermosa coincidencia.

Siempre, sin importar qué tan mal se sintiera Hera, se comportaba de manera agradable con los demás. Su mano cálida y suave se posó en el hombro de Hestia, tan suave y gentil. Ella no se merecía un esposo que no la apreciaba.

—¿Ha pasado algo con mi hermano?

La sonrisa de Hera flaqueó.

—No, él está bien—Hera quitó su mano y unió ambas al frente—. ¿Lo estabas buscando?

—No, ya lo he visto. Ha estado algo ensimismado y con preguntas existenciales—sin poder evitarlo, Hestia preguntó—. ¿Él te dijo algo malo?

Hera mantuvo su sonrisa pero se veía demasiado falsa.

—No, solo he pasado a ver cómo estaba. Creo que mi estadía aquí debería terminar, tengo cosas que hacer en casa todavía y aquí no soy de ayuda.

Hestia tomó su muñeca, deteniendo su marcha tranquila.

—Por favor, quédate un poco más. Siempre estás encargándote de los asuntos del Valhalla, está bien si te tomas un momento para descansar. Puedes ir a ver las peleas al sector VIP o preguntarle a Hermes dónde puedes quedarte a ver las peleas. Seguramente él hallará un sitio para ti, mi preciada Hera—Hestia tomó las manos de la diosa con gentileza.

Vio en Hera las ganas de rechazar su oferta, pero al final asintió, todavía sonriendo falsamente.

—Tomaré tu consejo, Hestia. Con tu permiso, iré por mi hijo Hermes para que me ayude a encontrar un sitio agradable donde ver el ragnarok.

Hestia asintió y la soltó, viendo la solitaria figura de Hera marcharse por el pasillo. Como cada vez que la veía, su corazón dolía por lo desdichada que su cuñada era en un matrimonio donde no era apreciada. Hestia amaba a su hermano Zeus, pero no le agradaba cuando era un idiota con su esposa. La amara o no, no tenía derecho a tratarla como si fuera una de sus tantas amantes. Ella se merecía respeto.

Pensando en ir al cuarto de su hermano menor, Hestia se encaminó por los pasillos decidida a verlo. Por muy padre de los dioses o el título que tuviera su hermano menor, no dejaba de ser su hermano y Hestia no dejaría de sermonearlo por eso. Su hermano tenía que ver sus errores y cambiarlos o solo terminaría en un destino igual o parecido al de su padre. Ella no quería que llegara a eso.

—Hestia.

Ella se giró ante el llamado de su hermano Adamas, quien parecía ir por el mismo pasillo que ella.

—Mi amado hermano, ¿ha pasado algo?

—Estoy buscando a Hades, ¿lo has visto?—preguntó Adamas acercándose a ella.

Hestia siempre notaba que su semblante era sereno y amable cuando estaba ella con él. Pero lo había visto en compañía de otros y Adamas siempre parecía de malhumor y tenso. Deseaba con toda su alma que encontrara a alguien que pudiera darle la misma felicidad que veía en los ojos de su hermano Poseidón.

—¿No está en el sector VIP viendo las peleas?

—He ido ahí pero no lo he visto—Adamas suspiró con una mano detrás de su cabeza—. Le pregunté a Hermes si no tiene alguna habitación aquí pero me ha dicho que Hades no solicitó ninguna. También me dijo que lo vio en compañía de un humano llamado Qin Shi Huang. Sin embargo, no creo que Hades esté con él, los humanos nunca fueron de su interés.

Tampoco lo habían sido de Poseidón y ahora su hermano menor estaba rondando cerca de uno.

—Me temo que no lo he visto, ¿no has preguntado a nuestro preciado Hermes?

—Tu preciado, no el mío. Y le he preguntado, pero solo me da dicho lo del humano Qin Shi Huang.

—¿No has considerado que esté en la habitación de ese humano?

Adamas hizo una mueca ante la idea.

—¿Por qué estaría en la habitación de un humano? ¿Qué tiene para ofrecerle un humano a un dios como nuestro hermano Hades?

Hestia suspiró divertida pensando en la ingenuidad que sus hermanos menores todavía conservaban, aunque en menor medida de lo que se podía pensar.

—Los humanos son seres interesantes, mi querido hermano.

—Tan interesantes como un gusano de tierra—se burló Adamas, algo que Hestia ya se esperaba de su hermanito—. Hestia, solo tú los encuentras interesantes...y al parecer ahora también el bastardo de Poseidón. Pero tal vez sea hasta que se aburra de ese anciano. Quizás lo termine lanzando al kraken o lo parta a la mitad con su tridente, quién sabe.

Hestia realmente no creía que eso fuera a pasar. Poseidón no se veía como que fuera a aburrirse de Kojiro y si fuera a darle un destino al humano, sería como su esposo y segundo rey del mar. Internamente, Hestia se emocionaba por esa futura boda.

—Mi querido Adamas, no deberías hablar así de los humanos, tal vez tú encuentres uno que también te resulte interesante.

Adamas rio divertido.

—Hestia, no hables como si no me conocieras.

Hestia sonrió negando con la cabeza. De todos sus hermanos, Adamas siempre fue el más terco y vulgar.

Iba a responderle cuando vio que alguien se acercaba por el pasillo, caminando tranquilamente. Hestia notó que se trataba de un humano con el cabello claro y largo. Sus ojos se veían tranquilos y su ropa parecía de otra época. Si Hestia era capaz de recordar bien, su ropa debería ser proveniente de un lugar similar del cual venía Buda.

—Disculpen, ¿podría hacerles una pregunta?—dijo el humano con una voz tranquila.

Adamas rodó los ojos y se cruzó de brazos, sin dignarse a ver al humano. Simplemente chistó molesto y...

—¿Qué haces molestando a dos dioses? ¿No te das cuenta de tu posición, humano?

El humano no se sorprendió mucho por la actitud de Adamas, solo miró a Hestia e inclinó suavemente la cabeza.

—Lamento las molestias, solo quería saber dónde se ubica la cocina o algún lugar donde pueda conseguir alimentos.

Adamas, al ver que el humano lo ignoró y no hizo comentario alguno sobre sus palabras, se giró hacia él.

—Hey, basura, ¿acaso me estás ignorando?

Hestia sonrió y decidió responder la pregunta del humano.

—Sigue por este pasillo y cuando llegues a la bifurcación gira a la derecha. La tercera puerta a la izquierda es la cocina humana, ahí puedes solicitar el platillo que gustes.

—Muchas gracias por su ayuda—el humano se inclinó en agradecimiento y continuó su camino.

—¡Hey, bastardo! ¡Deja de ignorarme! ¿Sabes quién soy?

Pero el humano siguió su camino, como si no escuchara la gritona voz de Adamas. Hestia vio a este tranquilo humano alejarse y sonrió divertida al ver a su hermano menor sacarse de sus casillas por ser ignorado por un simple humano. Ese tipo de humillaciones era algo que Adamas no soportaba, mucho menos de un ser que consideraba inferior a él.

Antes de que siguiera su rumbo hacia el humano para reclamarle, lo tomó del brazo y lo detuvo.

—Debes ir a buscar a Hades, no te distraigas tanto—Hestia rio jalándolo para poder dejar un beso en su frente—. Deja de hacer berrinche, mi pequeño y lindo hermano.

Adamas se sonrojó suavemente y comenzó a balbucear indignado, dando media vuelta para alejarse de ahí mientras seguía quejándose diciendo que no era un niño pequeño haciendo berrinche.

Hestia rio viendo a su hermano alejarse, recordando que todavía tenía que ir a ver a Zeus para regañarlo por el maltrato a su esposa.

***

Poseidón había estado en su cuarto, viendo el contenido del paquete de seda que Hestia le había dado a través de Hades. Se trataba de un collar con una cadena de plata que poseía una perla perfectamente redonda y blanca. Era una perla sencilla, pero con una forma perfecta que pocas veces se podía apreciar en la naturaleza. Era un collar simple, pero muy bonito.

A pesar de que fuera un regalo de Hestia, Poseidón no creía que fuera destinado a él. Para empezar, no sería algo que fuera a usar. Un collar con una perla no era algo que Poseidón fuera luciendo, por lo que descartaba el hecho de que Hestia hubiera hecho eso para él. Tenía la sospecha de que este regalo iba destinado a alguien más.

Hubo tres toques a su puerta. Poseidón sabía que pocos irían a verlo, así que simplemente dio el permiso de entrar. Un sonriente Sasaki Kojiro ingresó, despidiéndose de Anfitrite y agradeciéndole por haberlo ayudado con su móvil. La voz de su esposa sonó alegre y risueña al despedirse de Kojiro. Poseidón frunció el ceño al ver la alegría del humano y su energía casi renovada por pasar tiempo con su futura ex esposa.

—Tu habitación es en verdad bonita—comentó Kojiro acercándose a él—. ¿Has visto la pelea?

—No me interesaba verla—dijo Poseidón quitando de su mente esos pensamientos negativos—. Si ganan o no los dioses no es algo que vaya a afectarme a mí.

—Mm, ustedes los dioses la tienen fácil. Si ganan consiguen eliminarnos, si pierden solo se trataría de un golpe a su orgullo—Kojiro se sentó a su lado, acostando su cabeza contra el respaldar del sillón—. Los humanos la tenemos más difícil. Para nosotros, perder no es una opción.

—De todas maneras, llevan ventaja.

—Cuatro a tres, pero los dioses todavía pueden dar vuelta el resultado.

—Da igual, realmente mi vida no cambia si ganamos o no. Y la tuya tampoco lo hará—Poseidón se giró a mirar al humano, quien todavía recostado en el respaldar lo miraba también—. Sinceramente, no puedo ni me interesa hacer nada por los demás humanos, pero si pierden ten por seguro que nadie te hará nada a ti.

—Que amable de su parte, Dios de Dioses—como siempre, Kojiro parecía burlarse de él cuando Poseidón estaba siendo sincero—. Me hará sentir mal si hace algo así porque no sabré cómo pagarle el favor.

—Pensé que habíamos pactado eso ya.

Kojiro lo miró desconcertado antes de fruncir el ceño.

—¿Todavía estás con eso de la boda?

—Saldarías tu favor conmigo si lo haces.

—No juegues con eso—Kojiro resopló molesto.

Poseidón lo miró seriamente. Él estaba bromeando en este momento, pero si era sincero, no era del todo una broma lo que le decía a Kojiro. Poseidón realmente quería casarse con el humano, aunque estaba siendo claro para el dios que Kojiro no parecía verlo de la misma forma.

Estaba bien, mientras se quedara a su lado lo demás no importaba.

—Hestia te envió algo.

Kojiro dejó de fruncir el ceño, mostrándose curioso ante sus palabras. Poseidón entonces extendió el collar con la perla y la dejó en la mano de Kojiro. El humano miró el collar, sonriendo al contemplar la perla. Poseidón lo miró pensando que la perla era como el humano: simple pero perfecto. Kojiro no necesitaba lujos, técnicas exageradas o una apariencia estrafalaria para destacar. Era su simpleza y su voluntad de seguir adelante lo que lo hacía tan perfecto.

—Es un collar muy bonito—dijo el humano colocándose el collar.

El tono blanco de la perla contrastaba con la piel tostada de Kojiro. Era realmente bonito. Poseidón creía que una imagen tan sublime no debía ser vista por nadie más que él. Era un dios y como cualquier dios, era egoísta. Y aunque fuera mezquino de su parte, no podía evitar el sentimiento de querer a Kojiro solo para él.

—Lo es—dijo mirando a Kojiro.

El humano asintió, mirando la perla sin notar la mirada del dios sobre él.

—¿Por qué Hestia me hizo este regalo? ¿Tan bien le caí?

—Tiene sus motivos—Poseidón se acercó a Kojiro, tomando la perla en su mano y tocando suavemente la piel del pecho del humano—. Entonces, ¿te gusta?

—Sí, me gusta.

—Ya veo—Poseidón dejó la perla para tomar la mano de Kojiro y mirar sus dedos—. Buscaré la perla indicada para el anillo.

—¿Anillo?

—Sí, ¿o cómo era en tu época? En la modernidad se usan anillos para las bodas, el tuyo creo que se vería bien con una perla, ¿no lo crees?

Kojiro se sonrojó por sus palabras antes de quitarle la mano que Poseidón sostenía. El dios se divirtió internamente por su reacción, conteniendo una sonrisa.

—Poseidón, hablo en serio, deja de jugar con eso.

Kojiro frunció el ceño molesto. Poseidón lo miró, debatiéndose qué tan raro podría ser decirle al humano que no jugaba al respecto y que realmente quería casarse con él. Pero era una locura, a fin de cuentas no se conocían demasiado. Su pelea había pasado hacía unas cuantas horas, por lo que confesar su atracción posiblemente asustaría al humano.

—Está bien, lo siento—Poseidón tomó distancia otra vez—. ¿Quieres ver la octava ronda conmigo?

Kojiro miró hacia el techo pensativo, haciendo una mueca con la boca.

—¿Puedo pedir algo de comida?

—Puedes.

Entonces Kojiro sonrió feliz.

—Bien, me quedo a ver la octava ronda aquí.

***

Belcebú había recibido la visita de Hermes informándole que era el siguiente luchador. Sostuvo la calavera en su mano y la observó un momento. Deseaba ser como esa calavera, un simple esqueleto sin vida que ya no sentía nada más. Él quería dejar de sentir, tantos años de dolor y culpa no hacían más que afianzar sus ganas de morir. No tenía razón seguir con vida si no era capaz de compartir su vida con alguien a quien amara.

—¿Usted era amigo del señor Tesla? Oh, lo siento mucho, pero fue encontrado sin vida en su cuarto de hotel hace dos semanas atrás.

¿Qué sentido tenía seguir con vida si al primer latido de amor mataría a quien le había robado el corazón? No ser capaz de poder interactuar más de lo necesario con alguien, no ser capaz de tener siquiera amigos porque podía llegar a matarlos, era realmente desolador. En especial porque él realmente quería tener amigos, quería ser feliz, enamorarse. Belcebú quería una vida normal como la de cualquier otra divinidad.

—Mi amigo, solo dame un poco más de tiempo ¿sí? Prometo que te ayudaré con tu enfermedad. Ya verás, te liberaré—sonrió Nikola, brillante y confiado.

Nikola Tesla había sido un hombre brillante y gentil, dispuesto a ayudarlo cuando se notaba que era él mismo quien necesitaba ayuda. Belcebú no quiso hablar mucho con él, no quería sentir nada por él, pero el destino era travieso y había plantado un sentimiento fuerte en su corazón. Esto lo obligó a marcharse y alejarse de Nikola para evitar asesinarlo. Sin embargo, al regresar de nuevo con él, el humano ya había muerto. Vio con impotencia muchos de sus inventos siendo apropiados por otros humanos quienes se dieron el crédito por ellos.

—¿Vender mis...? Oh no, el conocimiento no debe ser vendido, debe ser compartido—dijo Nikola con su brillante sonrisa y sus ojos cálidos—. La humanidad debe avanzar y eso solo se logra compartiendo los conocimientos.

Belcebú apretó la calavera en su mano. ¿De qué le había servido a Nikola compartir sus conocimientos sin esperar nada a cambio más que avance? Murió solo, en un cuarto de hotel en compañía de muchas palomas, sin recibir el conocimiento que se merecía.

Alguien como él, con un corazón tan amable y puro no se merecía el cruel destino que le tocó. Alguien capaz de ayudar a un desconocido sin esperar nada a cambio no se merecía vivir en un cuarto pequeño de hotel con apenas dinero para comer.

—Lo siento, no es un lugar grande pero aquí trabajo—Nikola lo dejó entrar a su cuarto de hotel y le mostró su escritorio lleno de papeles—. Puedes echar un vistazo si quieres, aunque te advierto que ahí solo encontrarás una pequeña parte de los planos. Lo demás está todo aquí—señaló su cabeza con un dedo—. Así que si no entiendes algo solo debes preguntarme. También me gustaría que me hablaras un poco sobre tu mundo y cómo es que llegó esa enfermedad de Satanás a tu vida. Me ayudaría mucho a mis estudios.

—Realmente no recuerdo mucho, solo sé que desde que tengo memoria está conmigo—dijo Belcebú mirando distraídamente los papeles sobre el escritorio.

—Ya veo, entonces ¿sin ningún recuerdo? ¿Tus padres tal vez saben algo?

—No recuerdo haberlos tenido—Belcebú se sentó en la única silla de madera que estaba ahí.

Nikola asintió con la mano en su barbilla pensativo. Un par de palomas se metieron a su cuarto, el cual no olía muy bien, posiblemente porque Nikola no había limpiado demasiado y las palomas no eran animales demasiados higiénicos. No dijo nada al respecto porque realmente no le importaba demasiado.

—Mm, mi área no es la medicina, pero no es algo que no pueda solucionar. Necesitaría saber la composición de tu cuerpo, ¿es igual al del cuerpo humano?

—Mi cuerpo no es muy diferente al de ustedes—Belcebú tomó entonces una hoja y un lápiz y comenzó a hacer un dibujo sobre la anatomía de un dios.

Luego de años de estudio podía saber exactamente cómo se componía su cuerpo y luego de tantos datos y planos había conseguido perfeccionar su habilidad con el dibujo. Nikola se paró a su lado y lo observó todo el tiempo que dibujaba en silencio. Al terminar el humano tomó el dibujo y lo analizó en silencio por unos minutos.

—No te preocupes, aunque ahora no entienda cómo ayudarte, te aseguro que encontraré la forma y te libraré de esa enfermedad—Nikola se giró para sonreírle—. Confía en mí.

—Fuiste demasiado idealista, Niko—murmuró Belcebú sonriendo mientras en sus manos estaba todavía la calavera que Hades le había regalado.

Él estaba condenado, no había manera de cambiar eso. Nikola Tesla solo había perdido tiempo en un caso perdido.

Era mejor si Belcebú moría.

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Título del capítulo parte de la canción I'll never smile again de Frank Sinatra 

Cancion relacionada con Hestia.

El siguiente capitulo ya es la batalla de Belcebu y Tesla uwu 

Y si, aqui habra AdamasxJataka, aunque su pareja se dara de forma...peculiar jaja ya lo verán

Muchos puntos de vista, como el de Hera, Kojiro y otros personajes, se verán recien en los extras donde también pondré cosas bonitas de las parejas, como por ejemplo los hijos jajaj Solo tres de las parejas tendran hijos, los demás no porque consideré que no todos iban a querer tener hijos. Así que... ¿qué pareja creen que sean las que tendrán hijos?

Nos vemos mañana! Besos :D

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