Capítulo 11
Capítulo 11
Everytime you are near
Buda no había sido un espíritu rebelde hasta que la realización le llegó tras la muerte de su hermano Jataka. Fue entonces que abandonó todo y vagó por el mundo, conociendo territorios y salvando otros humanos que sufrieran a manos de ignorantes que solo buscaran su propio placer y felicidad. Eran los humanos que más odiaba Buda, quizás porque se parecían demasiado a los dioses que posteriormente tuvo que conocer en persona al ascender a la divinidad.
Nunca le gustó el egoísmo y crueldad de la humanidad, mucho menos le gustaría el de los dioses.
Luchar a favor de la humanidad había sido un acto de rebeldía, como siempre, contra la mayor autoridad. Pero también lo hacía porque quería defender a la humanidad y mantener su felicidad. A pesar de lo imperfecta que esta era, Buda sabía que dentro de los malos humanos estaban los buenos y estos no se merecían pagar por consecuencia de estos.
Siempre había sido así, a raíz de los malos los buenos pagaban las consecuencias. No era justo. Solo aquellos que debían ser castigados tenían que pagar las consecuencias de sus actos, no los inocentes que no habían hecho nada. La injusticia era algo que Buda siempre había odiado, en especial cuando era cometido por seres con mucha más ventaja que los demás.
Por eso, en esta sexta ronda, fue el siguiente luchador del ragnarok como representante de la humanidad. Los dioses tuvieron que arreglar todo a última hora porque Buda había arruinado sus planes. Bueno, eso les pasaba por creer que el dios rebelde lucharía a favor de ellos. ¿Acaso todavía no conocían a Buda a pesar de todos los años que pasó viviendo en su panteón? Eran todos unos idiotas.
El dios con el que debía luchar, Zerofuku, resultó ser alguien de su pasado que alguna vez conoció. Buda tenía recuerdos muy leves del dios porque, principalmente, solo lo había visto una vez y por breves segundos. Si por algo no se olvidó de él fue porque Zerofuku se había marchado gritando y con una expresión acongojada y derrotada. Aunque bueno, no fue como si Buda lo hubiera recordado enseguida, realmente no fue hasta más de la mitad de la batalla con este dios que lo hizo. Antes de eso había estado viendo la manera de afrontar esta situación, viendo el comportamiento de su oponente y admirando la adolescencia que seguía aflorando en su cuerpo. Buda había ayudado a muchos a enfrentarse a eso, lo podía hacer con este dios también. En cuanto consiguiera ayudarlo a enfrentar su adolescencia la mayor cantidad de problemas desaparecería.
Fue una lucha interesante, principalmente porque el arma de Zerofuku era en verdad curiosa, pero sabía que si quería darle un fin Buda tenía que hacer algo. Tenía que abrirle los ojos a Zerofuku, ayudarlo a recobrar su camino. Tenía que hacerle ver dónde se hallaba la respuesta que por tanto tiempo buscó.
Cuando vio en sus ojos ese brillo particular, esa sombra que anunciaba una respuesta, Buda supo que Zerofuku había comprendido lo debió comprender mucho antes. Vio sus ojos esperanzados y llenos de calidez resurgiendo del odio y la oscuridad.
Buda sabía que había sacado a Zerofuku del infortunio en el que se metió cuando vio al joven dios que había conocido antes de que él mismo se volviera uno. Sonrió feliz de ayudarlo y de hacerle recobrar el camino.
Pero entonces todo se arruinó.
Este sexto rey o demonio o lo que mierda fuera del Helheim había tomado a Zerofuku como rehén. Buda, quien no podía permitir una injusticia de este tipo, se preparó para luchar contra este demonio olvidado.
No había podido salvar a Zerofuku antes, lo haría ahora.
Sin embargo, este demonio era difícil de combatir. Su densa y oscura alma era incapaz de mostrar su siguiente movimiento y Buda solo podía adivinar por instinto lo que pasaría a continuación. Pero adivinar sus movimientos no era suficiente, no con la fuerza que este demonio tenía. Su arma divina resultó no ser suficiente y fue atravesada por este demonio, dañando su ojo izquierdo y dejándolo medio ciego. Tenía que salvar a Zerofuku, hacerlo entrar en razón para que este pudiera tomar el control del cuerpo, para que pudiera recuperar su consciencia.
Pero entonces el demonio se burló de él y le confesó que Zerofuku había sido ya digerido, como un bocado nutritivo y pequeño que podía desaparecer como si nada. Un sentimiento casi olvidado fue invadiendo el pecho de Buda, su sangre hirviendo en rabia, enojo y furia. Hacía tanto tiempo que no sentía esto, este enojo profundo en su corazón, que Buda simplemente no pudo soportarlo.
El odio transformó su arma divina y lo motivó a avanzar hacia él, preparado para matar. Ya no había más opciones que matar a este demonio que había asesinado a Zerofuku.
El intercambio de golpes lo había dejado en desventaja, con una herida que lo traspasaba de lado a lado y una profunda herida en el pie. Buda sabía que desangrarse era una desventaja muy grande, en especial con este demonio que a la mínima oportunidad lo mataría.
No podía permitirse perder, no en este momento, no cuando debía vengar a Zerofuku por haber sido usado de esta manera. Un alma tan pura como la suya no merecía ser el contenedor de un ser tan oscuro y horrible como este. No merecía este sufrimiento, no ahora que había encontrado el camino hacia su felicidad. No ahora que podía guiarlo por el camino que por tantos años buscó.
Sin embargo, el ataque de Hajun resultó ser mucho más de lo que podía soportar y Buda terminó en el suelo, en una profunda meditación para buscar una respuesta. Quizás una pequeña iluminación que le diera la respuesta para enfrentarse a este ser. Solo era un momento para él, para estar en paz con su entorno y pensar. Necesitaba un momento antes de retomar la batalla, antes de darlo todo para vengar a Zerofuku.
La iluminación estaba al fondo, Buda podía verla todavía con su único ojo bueno. Si la alcanzaba, si llegaba a ella, ¿conseguiría la respuesta que buscaba? ¿Encontraría la manera de vencer a Hajun?
Buda estiró su mano hacia la luz, esperando alcanzarla. Sus dedos estaban cerca cuando de repente sintió el apretón de otra mano en la suya. Una mano más pequeña y cálida que lo sostenía, sacándolo de su meditación.
De nuevo en la realidad, se dio cuenta de que sentía esa misma calidez, pero no sentía una mano sosteniendo la suya. Era él quien se aferraba a algo entre los escombros generados por la cruel batalla. Al mover su mirada en esa dirección se dio cuenta de que se trataba del mango del arma divina de Zerofuku. Un arma que se alimentaba de infortunio y crecía en base a eso.
Sin embargo, Buda se dio cuenta entonces de la verdad. Se dio cuenta de su propio error de dejarse llevar por el odio y la furia. Notó que ese era el camino que había tomado Zerofuku, el camino que lo corrompió e hizo que perdiera su rumbo. Esa arma, o esa parte de la misma, era prueba suficiente del error de Zerofuku. Prueba del camino que Buda no debía seguir, al que no debía caer.
Era como si Zerofuku quisiera decirle que dejarse llevar por el odio y los sentimientos negativos, tal y como él hizo en el pasado, solamente lo destruiría. Ese pequeño e ingenuo dios no quería que nadie más pasara por lo que él pasó. Lo estaba protegiendo. Incluso cuando no estaba físicamente ahí, cuando no era su mano la que estaba tomando, ese pequeño dios estaba ahí para recordarle que ese no era el camino por el que debía caminar.
No era el camino por el que ellos debían caminar.
La realización fue un golpe directo que lo hizo reír estruendosamente. No importaba si parecía estar demente, si parecía que se había vuelto loco, Buda quería reír.
Aferrándose al palo de la desgracia, Buda se puso de pie y encaró a ese estúpido demonio que creía que tenía todas las de ganar. No, un ser tan oscuro como él no iba a ganar.
—Zerofuku-chan, caminemos juntos este camino.
El palo de la desgracia brilló entonces, alimentado por el alma de Zerofuku por años, siendo un contenedor de un alma tan pura y hermosa.
Un alma que se enlazaría con la suya para luchar juntos.
—¡Volundr!
El palo de la desgracia cambió de forma, tornándose una espada con ocho puntas. Un arma perfecta para castigar a un ser tan desgraciado como el que tenía enfrente.
Un demonio cuya alma tenía un vestigio de luz a raíz del miedo. Una pequeña chispa que le estaba permitiendo, a su único ojo, ver los movimientos futuros de este demonio. Movimientos que ahora podía esquivar y cubrir con su nueva arma. Zerofuku era en verdad un tipo duro, capaz de resistir estos fuertes ataques. Su alma pura no era rival para un alma tan oscura como la de Hajun.
La lucha estaba igualada ahora, no, mejor dicho, Buda estaba teniendo la ventaja ahora. Hajun estaba desesperado y eso solo lo hacía ser lo suficientemente impulsivo como para que sus ataques tuvieran varios puntos débiles. No era más que un animal salvaje sintiendo la muerte cerca. Un animal salvaje que arañaba para sobrevivir un poco más.
No, Zerofuku y él no permitirían que un ser así siguiera con vida.
Con la paz que no había sentido en mucho tiempo, Buda cambió su posición tan rápido que todos habían creído que había muerto. No, no iba a morir, no ahora que tenía a alguien con quien recorrer su camino juntos.
Antes de darle la oportunidad, Buda dio el golpe definitivo y cortó a Hajun, cuyas partes cayeron al suelo. Si no fuera porque murió, posiblemente lo hubiera arrastrado consigo. Posiblemente fue suerte, a Buda no le importaba mucho.
—¡Y el ganador es Buda!
El arma divina en su mano comenzó a brillar, llamando la atención de Buda y haciendo perder su interés en las aclamaciones del lado de la humanidad. Su nueva arma brilló con intensidad, cambiando su forma repentinamente para volverse la de un pequeño cuerpo de cabello blanco. Buda no necesitó que el brilló terminara para darse cuenta de que el arma divina se había transformado en Zerofuku. Lo atrapó casi al instante, siseando de dolor por las heridas de su cuerpo que todavía seguían sangrando. Pero en ese momento, donde veía a Zerofuku con él, vivo pero inconsciente, no le importaba demasiado.
—Zerofuku-chan—sonrió arrodillado en el suelo, con el cuerpo del pequeño dios entre sus brazos—, en verdad...eres un tipo duro.
Lágrimas de alivio descendieron por el rostro del dios rebelde, mientras agradecía a Zerofuku por haber sido piadoso con él y haberse quedado a su lado.
Te protegeré toda mi vida, Zerofuku-chan.
***
Hermes fue a buscarlo por pedido de Zeus y Hades salió apresurado, siguiendo a Hermes por los pasillos. Lo único que le dijo fue que su hermano quería saber algo sobre un tal Hajun que estaba peleando en este momento con Buda. Así que cuando llegó, se sentó en su lugar tras sacar a Ares del mismo, y les habló sobre la historia de Hajun. No pensó que esta criatura que destruyó la mitad del Helheim estaría aquí ahora en la arena de batalla luchando contra Buda.
Se quedó ahí hasta el final de la pelea, donde vio a Buda ganar mientras sostenía en brazos a un inconsciente Zerofuku. Sin darle más importancia a ese asunto, Hades salió de ahí y se encaminó a buscar a su hermano Poseidón. No solo fue a conocer al humano que había ganado el corazón de Poseidón, sino también a llevarle algo a su hermano. Era algo sencillo que alguna vez creó Hestia para todos ellos, solo que se lo confió a él para que se los entregara a sus hermanos llegado el momento. Era un símbolo de devoción, una promesa de amor eterno.
Su hermana creía firmemente que algún día ellos conocerían a esa persona capaz de romper la regla de los dioses. Solo un único ser sería capaz de destruir todo en lo que creían, solo alguien que sería capaz de destruir su mundo desde los cimientos y reconstruirlo por completo. Por ese motivo, ella fabricó seis objetos para cada uno de ellos y se las confió a Hades, salvo la de Hades mismo, para entregarlos. Ella sabía que él sabría mejor que nadie cuándo sería el momento de entregárselos.
Y esta era la primera vez que Hades entregaba este objeto que, desde que Hestia se lo dio envuelto, jamás fue abierto. Un objeto que Hades no hubiera olvidado de entregarle a su hermano de no ser por el emperador humano al que había conocido.
Como fuera, metió la mano en el bolsillo de su saco blanco para tener preparado el regalo de Hestia cuando se dio cuenta de algo importante que no había notado antes. Por salir apresurado de los aposentos de Qin Shi Huang, se había olvidado el saco donde tenía el regalo de Hestia. Así que regresando sus pasos, fue de nuevo con el humano para recuperar lo que, por idiota, había dejado olvidado.
Las sirvientas del rey humano lo recibieron y lo guiaron hacia donde Qin Shi Huang estaba. El humano estaba recostado en los almohadones, con su saco en los hombros mientras jugaba con su parche en una de sus manos.
—Sabía que volverías, después de todo, olvidaste algo—dijo el humano girándose hacia él sin la venda en sus ojos.
—Necesito mi abrigo, si no te molesta devolvérmelo—Hades dio unos pasos hacia él.
Qin Shi Huang se levantó, con el abrigo todavía sobre sus hombros, y se acercó lo suficiente como para estar frente a frente.
—Solo el abrigo. Me quedaré con esto—Qin Shi Huang alzó el parche que seguía entre sus dedos—. Así tendrás una excusa para regresar.
Hades tomó el abrigo que el humano le regresó y con su mano libre lo acercó de la cintura para besarlo de nuevo como había estado haciendo antes de que Hermes llegara a molestar. Qin Shi Huang se aferró a él, enterrando sus garras doradas en sus hombros. Hades agradecía que la tela de su ropa no fuera tan débil o esas mismas garras hubieran roto toda su prenda en la espalda antes.
—No necesito excusas para regresar, pero si te gusta, te lo dejaré como recuerdo.
El humano sonrió, pasando sus garras de oro por su rostro.
—Hao—murmuró sensualmente—, te espero entonces.
Hades salió de ahí antes de que la fuerte atracción que sentía por este humano le hiciera olvidar su propósito de entregar el regalo de Hestia.
***
Poseidón no había prestado demasiada atención a la sexta pelea del ragnarok dado que los dioses que se habían enfrentado no eran de su interés. La verdad sea dicha, en lo único que podía pensar ahora mismo era en Kojiro. El humano estaba en la habitación de Okita Souji, otro humano que era parte de los trece humanos que lucharían en el ragnarok. Para su fortuna, hacía unos pocos minutos, Kojiro le había enviado un mensaje para comunicarle que Anfitrite ya le había dado el móvil y que ya le había enseñado a usarlo.
Durante todo ese tiempo pensó en la idea de divorciarse de ella ahora que había recuperado a Kojiro. Si Poseidón quería amar a Sasaki Kojiro y ser su pareja, debía empezar por deshacerse de su actual esposa. Estar casado y salir con el humano solo sería una muestra irrespetuosa hacia él y ese no era un buen primer paso para una relación estable. Poseidón había sido testigo de las mil aventuras de su hermano menor y había visto a su cuñada Hera, de las pocas divinidades por las que sentía un poco de simpatía, sufrir las consecuencias por eso. Nadie diría nada de Zeus, por supuesto que no, nadie sería capaz de faltarle el respeto al padre de los dioses, un ser capaz de arrancarte la mandíbula de un puñetazo. Todos los rumores y comentarios iban directo hacia Hera, la pobre y desdichada Hera. La mujer con los cuernos más grandes de todo el Valhalla. Si todavía sentían respeto por ella, era solo por ser la esposa de su hermano, no había otra razón.
Poseidón no quería eso para Kojiro. El humano no debía ser la aventura del momento de la que todos estuvieran hablando. Tenía que ser respetado, no por ser su esposo, sino por ser uno de los humanos más fuertes y hábiles que hubiera conocido.
A su hermana Hera seguramente no le caería bien la noticia de su divorcio y posiblemente no tendría su bendición, pero Poseidón era completamente capaz de vivir con eso. Que Hera fuera la diosa de los matrimonios no quería decir que ella supiera dónde estaba el corazón de Poseidón. Su hermana podía irse a la mierda y si se oponía a su futura unión con un humano, siempre podía aplicarle la misma técnica que Adamas.
Tocaron la puerta de su habitación, lo que llamó su atención. Muy pocas divinidades tendrían la valentía de tocar a su puerta y el humano que tenía completo permiso de entrar sin preguntar no sabía dónde quedaba su habitación. Así que si no era Hermes llevándole un mensaje, podría tratarse de alguno de sus hermanos o Proteo.
Dando un suave permiso, la divinidad del otro lado de la puerta pasó. Poseidón reconoció a su hermano Hades.
—Si vienes a ver a Kojiro, no está aquí.
—No, en realidad no venía a verlo a él, venía a verte a ti—Hades sonrió, caminando hacia el sillón a su derecha—.Tengo algo que darte de parte de Hestia.
Poseidón enarcó una ceja.
—¿Ha pasado algo como para que ella no viniera a entregármelo?
—Nada en particular. Solo es algo muy antiguo que ella me brindó para que yo se los entregara llegado el momento. Y creo que el momento ha llegado.
Poseidón miró a su hermano con duda. ¿Un paquete de Hestia que le dio hace mucho tiempo para ser entregado en el momento preciso? ¿Qué cosas raras hizo su hermana que requería que otro dios, como su hermano, se encargara de entregarlas?
—¿De qué hablas?
Hades sacó del bolsillo de su saco un paquete envuelto en fina seda. No era muy grande y no parecía contener algo demasiado pesado. Su hermano se lo dio y Poseidón lo tomó con cuidado, notando que el paquete contenía una fina cadena en su interior.
—Hestia creía firmemente que algún día encontraríamos a alguien capaz de destruir nuestros ideales y reconstruirnos enteros. Ella creía en eso con tanta fuerza que fabricó un obsequio especial para cada uno de nosotros—Hades vio el paquete envuelto en seda que Poseidón tenía en su mano—. Ella me dijo que nosotros sabríamos qué hacer con eso llegado el momento en que nos sea entregado. Mi deber era solamente hacer esta entrega. Y la verdad, eres el primero al que se lo entrego. Pensé que me quedaría con esos paquetes para siempre, pero veo que Hestia no estaba tan errada.
Poseidón miró ese pequeño paquete que contenía un regalo hecho por su hermana. Un regalo que tenía milenios en ese paquetito de seda, esperando a ser abierto. No sabía si su hermana había visto el futuro o simplemente había sido muy idealista.
En el universo siempre habrá alguien, una sola criatura, capaz de destruir esa regla.
Hestia se lo había dicho hacía cuatrocientos años atrás, pero ¿cuánto tiempo guardó estos ideales en su corazón? ¿Por cuánto tiempo esperó a que sus hermanos hallaran a esa criatura capaz de destruir su mundo y reformarlo?
Hestia había tenido mucha fe en ellos. Poseidón si no fuera por el respeto que sentía hacia ella, le hubiera dicho lo estúpida que era por creer que ellos podían llegar a amar a alguien. Incluso si al final llegaba a tener razón, no había dejado de ser estúpida.
—Bien, gracias entonces.
Hades asintió y se levantó para encaminarse a la puerta.
—Poseidón, necesito hacerte una pregunta.
—Hn.
—¿El humano sabe lo que sientes por él?
—No todavía.
Hades se mantuvo dándole la espalda, cerca de la puerta.
—¿Por qué?
Poseidón no necesitó pensarlo demasiado antes de responder.
—Que yo haya sentido una conexión no quiere decir que él también. No quiero que se espante si le digo lo que siento.
Hades se mantuvo en silencio, todavía en su lugar.
—La verdad, no creo que eso pase—girándose un poco dejó que viera su sonrisa—. No temas arriesgarte.
Y marchándose, dejó a Poseidón con el pequeño paquete de seda en su mano.
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Título del capítulo parte de la canción: Close to you by Carpenters
Que no se note lo mal que estoy que puse diez y este es el capitulo once jajaja La cancion esta relacionada con la pareja de Buda y Zerofuku :D
No, Zerocito lindo no murio, sino que se quedo con buda para ser felices juntos uwu Su pareja sera muy tierna, como me la imaginaba
Hades y Qin ya pasaron a los besos, Hestia va a tener que pensar en entregarle su regalo a Hades jajaja
Que triste que estos idiotas no se hubieran dado cuenta de esto antes, hicieron esperar mucho a Hestia, pero ella siempre tuvo fe en ellos uwu Esperemos que algun dia pueda darle el regalo a sus demas hermanos jajaja Hades es el proximo, todos lo sabemos, Zeus quizás si Calix dice sí y bueno, luego quedan ellas...Aunque ya tengo el alma gemela de Hestia, se verá en uno de los capitulos uwu
Ahora si, nos vemos el sabado con el capitulo 12
Besos :D
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