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Capítulo 11

Capítulo 11

Peaceful water

—Lo he conseguido. ¿Recuerdas que te conté sobre el espadachín que me encontré? He logrado ya avanzar lo suficiente como para lograr acercarme a él. Es un gran logro. Todavía no podría vencerlo, pero si continuo entrenando seguramente lo haré—contó el humano, con energías que Poseidón no sabía de dónde sacaba luego de haber estado entrenando toda la noche.

Veía sus brazos brillando por el sudor, la piel con cicatrices viejas y algunas nuevas. Heridas de espadas que habría recibido en alguna de sus batallas perdidas.

Poseidón no le respondió, simplemente siguió en silencio mirando hacia la playa. El humano había estado hablándole sobre su avance en sus técnicas de espada y que durante la noche había encontrado una nueva caracola con la cual hacerle otro colgante.

—Aunque por lo que vi no pareció gustarte la anterior, así que buscaré algo más que pueda ser de tu agrado—le había dicho tras contarle sobre la nueva caracola hallada.

Poseidón no le dio importancia, pensando que cualquier cosa que el humano quisiera regalarle solo sería una estupidez mundana que terminaría arrojando a un lugar al azar. Pero como no le decía nada, entonces el humano solo tenía que adivinar lo que podría gustarle con prueba y error.

Durante el mediodía, el humano se marchó y dejó solo a Poseidón ahí. Lo había invitado a almorzar con él, pero como no recibió respuesta simplemente se fue sin él. Al menos había captado su silencio de manera correcta.

Mientras observaba el mar, Poseidón pensó que ya llevaba tres semanas varado ahí. Más de veinte días en una playa humana porque la planta que su hermano le pidió de favor buscar todavía seguía sin crecer. Si no fuera por eso, Poseidón no habría pasado tanto tiempo fuera de su palacio ni de sus dominios. Lo único que extrañaba realmente era estar en su territorio, en su palacio, en los terrenos que conocía y donde tenía el control. No era de su agrado estar en terreno ajeno, con un humano que constantemente le hacía compañía solamente porque lo veía ahí sentado. Él no estaba interesado en entablar ninguna amistad con nadie, mucho menos con un humano. Los dioses eran perfectos sin confiar en nadie más, sin formar amistades. Así eran los dioses, de esa manera eran perfectos.

El silencio de la playa era agradable, pero luego de días Poseidón comenzó a cansarse de esa paz. La voz del único humano que le hablaba era una buena distracción para no terminar abandonando el lugar. Si no fuera por ese humano tonto, seguramente hubiera terminado visitando a su hermano y le hubiera dicho que fuera él mismo por esa planta caprichosa. O quizás no le hubiera dicho nada, solo le hubiera mandado a un mensajero que le notificara todo y él continuaría haciéndose cargo de sus dominios tal y como ya tenía planeado hacer.

En la calma de la playa, Poseidón silbó para pasar el rato.

*

El humano regresó con comida incluida que quiso compartir con él. Como ya era la costumbre, Poseidón no habló ni aceptó nada que viniera de él, por más que el humano insistiera en que el pescado que había asado sabía delicioso. La comida humana no era tan sabrosa como la que los dioses comían, por lo que Poseidón no probaría nada de esa cosa. De todas formas, no necesitaba comer para seguir con vida, tal y como pasaba con estos seres inferiores.

—Nunca te veo comer—comentó el humano mientras comía su propio pescado—. ¿Comes en algún momento? ¿Hay algo que pueda traerte cuando vengo? En el camino suelo ver árboles de frutas, podría traerte algunas si quieres. También hay muchos animales que puedo cazar y preparar para que comas. No soy un profesional, pero me defiendo bien con la comida. También cultivo algunas verduras y hortalizas, si necesitas algunas podría traértelas. O una manta para las noches. En este lugar las noches son siempre bastante frescas y la tela de tu ropa no parece ser muy abrigada.

Poseidón suspiró y cerró los ojos, pensando en la preocupación estúpida de este humano por alguien a quien no conocía. Por este motivo, uno de varios, los humanos no eran capaces de ser dioses. Seres que se preocupaban por otros, en especial por otros seres que no conocían, eran, para Poseidón, los más estúpidos de todos. Era uno de los motivos por los cuales no le caían bien los humanos. Siempre tan tontos y crédulos.

Repentinamente, el humano a su lado rio y aplaudió. Poseidón no entendió ese cambio de actitud hasta que...

—Debo recordar este día por siempre, hiciste algo más que simplemente dormitar o mirar el mar—el humano sonaba feliz, como si hubiera conseguido una proeza única.

Los humanos eran tan tontos y raros, se ponían felices por las cosas más simples e insulsas del mundo. Poseidón jamás podría entenderlos y tampoco estaba interesado en tener que entenderlos. La mente humana no era algo que le resultara curioso ni que tuviera siquiera un mínimo de su interés.

Se quedó con los ojos cerrados, apoyado contra el árbol mientras el humano continuaba hablando.

*

El tonto humano parecía no entender su silencio. Poseidón nunca asintió ni negó, pero era obvio que si no había aceptado su regalo menos aceptaría las frutas que le traía para comer. Según el tonto humano debía comer algo y no pasar todo el día acostado. Seguramente vivía apoyado contra el árbol porque no tenía energía para andar por demasiado tiempo, así que tenía que comer algo. La fruta que encontraba en el camino era deliciosa y fresca, seguramente le gustaría. Pero cuando el humano vio que no tocó nada de lo que llevó, no se decepcionó, en su lugar llevó cosas nuevas. Pescado, patos, cerdo, verduras encurtidas y hasta pasteles que compraba en el pueblo. Nada de eso fue comido por Poseidón, ni siquiera lo tocaba, simplemente lo miraba y volvía a acostarse contra el árbol, escuchando al tonto humano hablarle.

—Sé que no es de mi incumbencia, pero ¿tu familia no se preocupa por ti? Siempre estás aquí, ¿ellos no te buscarán?—hubo una pequeña pausa—Tú...lo siento, ¿tienes familia?

La pregunta fue realizada con suavidad y cautela, como si el humano no quisiera meterse en terreno peligroso.

Como ya era costumbre, Poseidón no respondió, pero sí pensó en su familia. En sus hermanos Hades y Zeus, en sus hermanas Hestia, Deméter y Hera, y también en sus sobrinos. Sus innumerables sobrinos.

Tenía una familia amplia, pero no era como si le importara demasiado. Eran parte de su familia porque venían del mismo ancestro, compartían la sangre divina, pero nada más. No era como si Poseidón hubiera ido a conocer a sus sobrinos cuando estos nacieron ni pasó tiempo con ellos. Solamente los había conocido cuando estos eran ya adolescentes o adultos, nunca antes. Realmente su contacto con niños era demasiado limitado. Lo único que sabía de los niños era que al verlo se escondían detrás de las piernas de sus padres. Y sus padres seguramente harían lo mismo si pudieran, pero ellos eran los adultos y no podían comportarse como chiquillos miedosos frente a él.

Cuando el humano notó que no diría nada al respecto, volvió a hablar.

—Mm...yo...bueno, no tengo familia tampoco...si es que no la tienes—vaciló un momento antes de continuar—. Mi madre murió cuando era demasiado pequeño como para poder recordarla y mi padre me dejó en un dojo para que aprendiera el arte de la espada. No volví a verlo desde entonces. Tampoco tuve hermanos, al menos no que yo conociera. Solo compañeros de espada y maestros. Pero...no me molesta. Estar solo es algo a lo que ya acostumbro, así que terminé tomándole gusto—el humano se apoyó contra el tronco del árbol—. Es normal, creo. Tarde o temprano todos tomamos caminos diferentes y nos distanciamos. Así es la vida. Son pocos los que coinciden y caminan juntos por el mismo sendero—una suave risilla sonó junto con las olas de mar—. ¿Tú caminarás a mi lado o te irás por un rumbo diferente, amigo?

Caminar junto a alguien más por el mismo camino era el mayor error humano. Poseidón jamás dejaría de pensar en que eso era así.

El humano se levantó y retomó su práctica. Poseidón siguió con los ojos cerrados, escuchando la espada cortar el aire junto a las olas de mar rompiendo en las rocas. La brisa era fresca, aunque el sol quemaba un poco. No tardaría mucho en sudar como un cerdo el tonto humano si seguía practicando bajo el sol. Bueno, como fuera, no era su problema.

Se quedó en silencio, como siempre, esperando sentado al pie del mismo árbol. En unas horas el humano regresaría para hablarle y distraerlo de su larga espera.

*

La perla faltante en el trono era una blasfemia en su perfecta sala de trono. Era algo pequeño, pero tan notorio que Poseidón sentía una extraña inquietud en su pecho por la imagen. La pequeña perla perdida no era más grande que la punta de su dedo meñique, pero era tan obvio que pertenecía al trono, tan obvia su falta dentro de las otras perlas, que no podía simplemente ignorarlo.

Lo peor de toda la situación era que Poseidón había intentado colocar la perla de nuevo en su lugar, pero por más que quisiera no había manera de hacer que la perla se quedara donde había estado con anterioridad. Así que antes de terminar destruyendo el trono por falta de paciencia, Poseidón salió y se encaminó por el ancho pasillo de su palacio. Estaba bien, si la sala de trono dejaba de ser perfecta todavía le quedaba un palacio entero que rebosaba perfección por cada rincón. No dejaría que una minúscula perla arruinara su día. Qué estupidez.

En el salón todo se mantenía impecable. La alfombra azul y los cristales celestes brillaban con las luces de los candelabros. Olas brillantes de cristales costosos. Una imagen digna de ser admirada.

Sintiéndose más en paz que hacía unos minutos, Poseidón posó su mano sobre uno de los muebles pulcros del salón. Sus dedos acariciaron la superficie, avanzando por la planicie hasta toparse con pequeñas partículas que no debían estar ahí. Mirando hacia el mueble, hacia la superficie que debía ser suave y no lo era, Poseidón descubrió una pizca de arena dorada sobre su mueble. Tomó un poco entre sus dedos y lo acercó a su rostro para verificar que era arena y no cualquier otra cosa, como diamantes.

Efectivamente, las partículas eran de arena. Y esa pequeña cantidad había arruinado su suave y pulcro mueble.

*

Ese día había ocurrido algo inusual. Desde que Poseidón había llegado a esa playa y se había topado con el humano, este siempre, de alguna manera, estaba hablándole o diciendo algo. Pero esta vez, por algún motivo que desconocía, no dijo una sola palabra, ni siquiera un saludo. Simplemente se alejó por la arena y entrenó. Sabía que estaba a unos metros por el sonido de la espada cortando el aire, pero no sabía si estaba sobre la arena o había subido a alguna de las piedras de la playa. Fuera como fuera, el humano no lo había siquiera saludado y simplemente se concentró en entrenar. Incluso cuando el sol comenzó a ocultarse, no dejó de practicar. Poseidón creía que se iría en cualquier momento, pero el humano siguió entrenando, su espada cortando el aire sin descanso.

Se levantó de su habitual lugar, pero por algún motivo sintió un suave tirón. Algo en su interior que le pedía quedarse ahí porque el humano estaba actuando raro y cuando los humanos actuaban raros era por alguna razón. Poseidón sintió, por primera vez, la necesidad de preguntarle al humano qué le pasaba. Pero pronto se dio cuenta de que sus ganas por hablarle eran nulas y que prefería alejarse y dejarlo lidiar con sus problemas solo.

Claramente eso hizo. Se alejó por la playa, caminando pacíficamente mientras observaba el mar tranquilo. El inusual silencio del humano lo había dejado pensando, con un pinchazo de curiosidad en su pecho. Quería saber por qué el humano se había tornado tan silencioso. No era nada normal en él mantener la boca cerrada por horas. Bueno, sí, era capaz de hacerlo, pero no era normal que ni siquiera lo saludara. Siempre que aparecía, el humano lo saludaba con un Buenos días, amigo o un Hola de nuevo. Nunca lo ignoraba al punto de hacer de cuenta que no existía.

De alguna manera, Poseidón se sentía insultado. Como un importante dios y rey de los mares, que una sanguijuela insignificante así lo ignorara era humillante. ¿Quién se creía este humano, Sasaki Kojiro, para creer que podía ignorarlo cuando quería?

Pronto recordó que ya no estaba en su piel de dios, sino en la de un humano cualquiera. Sasaki Kojiro estaba en su derecho de ignorarlo si así lo quería porque, al final de cuentas, Poseidón estaba a "su nivel". No había motivos para reclamarle o decirle algo por insultar a un dios. Menos cuando Poseidón ni siquiera estaba en sus dominios.

Qué complicado. Lo mejor era dejarlo pasar e ignorar la razón que tenía al humano de esa manera. Quizás mañana, cuando regresara a la playa, todo volvería a lo mismo de siempre. El humano lo saludaría, se sentaría a su lado y hablaría de estupideces que entretendrían a Poseidón lo suficiente como para no pensar en lo mucho que quería matar a su hermano por pedirle este favor de mierda.

Siguió caminando por la playa, sin querer pensar demasiado en nada. Simplemente queriendo calmar su mente y despejarla de pensamientos innecesarios.

*

El humano no estaba en la playa cuando regresó. Su espada cortando el aire y su presencia ya no se podían sentir por ninguna parte. No se preguntó dónde podría estar ni si volvería ese día a la playa. Lo único que hizo fue sentarse y esperar, mirando el mar y el cielo, sin querer pensar en nada. Era lo mejor si quería evitar asesinar a Hades.

Las horas pasaron de forma lenta, tanto que Poseidón creía que al día le habían sumado horas nuevas. Realmente estaba considerando en matar a alguien cuando pasos por el bosque llamaron su atención. Concentrándose se dio cuenta de que esos pasos no eran los del humano que siempre iba, sino de alguien más. ¿Quién iría a ese sector de la playa, además de Sasaki? No era un sector muy concurrido. En realidad, desde que había llegado solo había conocido a Sasaki Kojiro como el único humano que iba a visitar esa playa.

—Señor Poseidón—llamaron y supo que se trataba de una de las divinidades encargadas de la planta de su hermano—, vengo con noticias respecto a la planta que está esperando. Solo deberá esperar unas semanas más para poder llevarla, no más de un mes. Hemos logrado hacerla avanzar así que no deberá esperar mucho más. Queremos disculparnos enormemente por la demora y esperamos que esto no perjudique la confianza que ya tienen en nosotros.

—Regresa cuando la planta ya esté lista—dijo secamente.

El mensajero se marchó y volvió a dejarlo solo.

Por lo que restó de día, no volvió a ver al humano.  


Kojiro esta teniendo ciertos problemas personales que ya veran...

Como que el sushi lentamente esta cayendo por el ser inferior jaja

Proximo capitulo: 12/6

Nos vemos! Besos :D

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