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Capítulo 10

Capítulo 10

I'm all in, I'm fallin'

La quinta ronda del ragnarok había terminado de manera desfavorable para los humanos. Si bien iban ganando tres a dos, eso no significaba que Brunhilde se relajara. Todavía tenían posibilidades de perder, así que debía pensar en una manera de seguir superando a los dioses. Necesitaban más de un punto a favor para asegurar la existencia de la humanidad. No podía simplemente relajarse porque tenían un punto de más.

Cuando se trataba de los dioses, relajarse no era una opción, Brunhilde lo sabía bien.

Mientras iba caminando por los pasillos para buscar al sexto luchador del ragnarok, sin la compañía de Göll quien había ido a ver a los humanos heridos, Brunhilde se topó con Hera, la esposa de Zeus. Encontrarle ahí era una sorpresa total, la diosa normalmente no salía de su palacio y administraba todo desde la comodidad de su hogar. Qué hacía ahí era un misterio para ella.

Hera se detuvo frente a ella, su aura era pacífica y agradable, muy diferente al idiota de su esposo. Por respeto, la valquiria se inclinó ante ella.

—Señora Hera, un placer verla.

—Brunhilde, ¿verdad?—habló ella, tan suave y dulce que era increíble cómo una mujer así estaba casada con un viejo rabo verde como Zeus.

—Así es.

—Lo siento por tener que molestarte, pero ¿has visto a mi esposo? Me han informado que ha luchado en la segunda ronda del ragnarok y salió malherido. Quisiera verlo.

—Lamento tener que decepcionarla, pero no sé dónde se encuentra el padre de todos los dioses.

En todo momento mantuvo la cabeza inclinada, una señal de respeto a esta mujer que, de muchas divinidades existentes, era de las pocas que la caían del todo bien. Lástima su marchito y roto matrimonio.

—Pero ¿está bien?

—El padre de todos está bien, solo estaba recuperándose en la enfermería, desconozco su ubicación o si seguirá ahí.

—Está bien, querida, está bien—la mano de la diosa tocó con suavidad su hombro—. Lamento molestarte, sé que estás ocupada con el ragnarok.

—No es ningún problema tener que ayudarla.

Hera inclinó la cabeza y tras un último toque en su hombro se marchó de ahí para buscar a su esposo.

Brunhilde negó con la cabeza. Que diosa más desdichada.

***

Poseidón había ayudado a Kojiro a quitar suavemente las vendas para ver el avance de su herida. Las medicinas que Proteo llevó habían conseguido curar más rápido todo así que lo que Kojiro tenía ahora era casi una cicatriz, por lo que moverse no era molesto en absoluto.

—¿Qué es lo que quieres hacer?—preguntó Poseidón ayudando a Kojiro a regresar las vendas a su lugar.

Kojiro lo pensó mientras seguía envolviendo las vendas a su alrededor.

—Me gustaría ir con Okita a ver la sexta ronda. El muchacho me cae bien.

—Mn, bien, te acompaño hasta su cuarto.

—¿No te quedarás?—preguntó el humano curioso.

—No. No es de mi agrado estar rodeado de otros humanos salvo tú. No me interesa ver la sexta ronda con ellos.

Kojiro rio y pellizcó su mejilla.

—Qué dios tan amargado. Pero bien, lo comprendo—el humano se levantó y estiró los brazos—. ¿Dónde verás la pelea?

—Tengo un cuarto propio aquí en la arena del Valhalla, estaré ahí—pero no creía que Kojiro fuera capaz de hallar su cuarto con facilidad, tenía que buscar una solución para el humano en caso de que quisiera comunicarse con él—. Espérame un momento aquí, regresaré enseguida.

—¿Mm? Está bien.

Poseidón salió del cuarto de la enfermería y se encaminó hacia su cuarto. Ahí Proteo se había encargado de dejar su móvil, el cual usaba solamente para comunicarse con su sirviente más fiel o con funcionarios importantes para arreglar alguna reunión. También solía recibir información importante del Valhalla por parte de sus hermanos. Pero antes de entrar a la arena él se lo encargó a Proteo para que lo dejara en ese cuarto que no pensaba usar hasta ahora. Necesitaba hablar con Proteo para pedirle otro y que se lo llevara a Kojiro, también debería añadir al pedido de que le enseñase a usarlo porque dudaba que el humano lo supiera.

Su habitación privada era lujosa y amplia, tan luminosa a pesar de no tener ventanas. Había una pared entera repleta de agua y seres acuáticos de diversos tamaños. Si Kojiro lo viera posiblemente podría gustarle.

Marcó a Proteo rápidamente y esperó a que le atendiera. No tardó más de dos segundos.

—¿Mi Señor?

—Necesito que traigas un móvil para Sasaki Kojiro y le enseñes a usarlo.

—Ah, mi Señor, me encantaría ayudarlo pero en este momento dos pueblos del este están dando demasiados problemas y me encuentro bastante ocupado. Sin embargo, puede decirle a la señora Anfitrite para que se encargue del pedido, ella fue por usted porque no respondía mis llamadas.

¿Anfitrite qué?

—Bien, ¿es necesaria mi presencia allá?

—En absoluto, mi Señor, este sirviente tiene todo bajo control.

—Bien.

Y cortó. Solo en ese momento vio las cuatro llamadas perdidas de Proteo en su móvil. Ah, ya entendía el motivo por el cual se vio en la obligación de enviar a su esposa.

Saliendo con el móvil guardado entre sus ropas, Poseidón se encaminó hacia la enfermería de nuevo a Kojiro, pensando en si hallaría en el camino a Anfitrite. Pero no, ella ya estaba en la enfermería, sentada en la silla donde Poseidón había estado mientras hablaba y reía con Kojiro.

Era la primera vez que la escuchaba reír.

—Poseidón—ella rápidamente se detuvo y se puso de pie, inclinándose para saludarlo—, Proteo me ha enviado para darte un mensaje, he venido tan rápido como he podido.

—Acabo de hablar con Proteo—informó sin mirarla, acercándose a Kojiro—. Ya sé lo que pasa con los pueblos del este.

El humano simplemente se mantenía en silencio, mirando el intercambio de ambos.

—Oh, en ese caso, mi presencia aquí no es necesaria.

—Al contrario, necesito que hagas el encargo que Proteo no puede. Ve por un móvil para Kojiro y enséñale a usarlo.

—Enseguida.

Ella se inclinó, lo notó en sus piernas al doblarse para despedirse de ambos. En silencio salió del cuarto y Poseidón tomó la mano del humano para instarlo a salir y que fuera al cuarto de Okita.

—Ella es tu esposa—comentó Kojiro viendo todavía por donde Anfitrite se había ido.

—Lo es.

—No dijiste nada cuando me contaste sobre tu familia y sobre tu palacio.

—Me casé con ella cuando asumí el título de soberano del mar, no me interesaba tener esposa pero mi hermana insistió, así que acepté para callarla. No la he tocado una sola vez. No la he visto como mi esposa ni una sola vez.

—Lo noté. La trataste como un sirviente más—Kojiro frunció el ceño—. No está bien, la ames o no ella sigue siendo tu esposa, al menos merece respeto. Es una mujer realmente agradable y graciosa.

—Si lo es o no, no me importa. Nuestro matrimonio fue solo por conveniencia.

—Si no la amas, ¿por qué no la dejas ir? Creo que el divorcio en estos tiempos no está mal visto.

Poseidón miró a Kojiro cuando dio esa idea. No era una mala idea, si se divorciaba de Anfitrite ya no tendría una esposa con la cual lidiar y cuando fuera el momento podría desposar a Kojiro. La idea no era para nada mala. Le gustaba bastante.

Aunque todavía tenía que saber si Kojiro aceptaba ser su esposo.

—Lo hablaré con ella después, creo que es una buena idea.

Lo era ya que si lo pensaba bien, si seguía casado con Anfitrite eso quería decir que tendría dos parejas y eso no le agradaba. Él no era como el morado de cuatro brazos.

—Pero no seas tan directo e insensible, ella parece muy gentil.

Poseidón miró al humano el cual parecía preocupado por su esposa. Tan dulce, qué humano tan tonto.

No podía gustarle tanto.

—Si lo hago, ¿harías algo por mí?

Solo por Kojiro lo sería, pero ahora solo quería jugar un rato con él.

—Sí, ¿qué deseas que haga?

Poseidón tomó la mano de Kojiro y la acercó a su boca, manteniéndola cerca para que sus labios rozaran la piel del dorso. Vio con diversión bien disimulada la cara de Kojiro comenzar a tornarse roja.

—¿Te casarías conmigo?

El rojo en la cara de Kojiro empeoró y fue cuando parecía que estallaría que alejó su mano y le dio un manotazo en el brazo a Poseidón, quien sonrió divertido.

—¡Deja de jugar, dios de los pescados! ¡Sigue así y te volveré a hacer un corte feo de cabello!

¿Corte feo? Poseidón tocó el mechón que la espada de Kojiro había cortado. Estaba desparejo, pero no era algo que no pudiera arreglar. Invocando el agua de uno de los vasos mojó su mano y la pasó por su cabello para hacerlo hacia atrás.

—Nada que no se pueda solucionar—dijo sonriendo burlón al humano mientras todavía tenía la mano en su cabello.

Kojiro lo miró en silencio, el rojo en su cara parecía querer asentarse ahí y no volver a irse. Era una imagen realmente divertida de un hombre adulto.

—¡T-tú...b-bast...!—Kojiro balbuceó chistosamente hasta que pudo largar una oración completa—¡Pelón! ¡Te dejaré pelón!

Poseidón lo miró con una ceja alzada, todavía luciendo burlón. Se acercó al humano y se inclinó para acercar su cara a él, Kojiro había dado un paso hacia atrás pero lo atrapó antes de que siguiera retrocediendo.

—¿Y por qué no lo intentas?

Kojiro volvió a balbucear sin saber qué decir antes de hacer una mueca con los labios.

—¡Deja de jugar, tengo que ver la sexta ronda!

Decidiendo que había sido demasiado, Poseidón se alejó de él y asintió.

—Vamos, te acompaño, mojarrita.

—¿Moja...? Qué horrible apodo.

—Me dijiste dios de los pescados, no te quejes.

Kojiro hizo una mueca y mientras ambos iban al cuarto de Okita, el humano siguió quejándose de los apodos que Poseidón le daba.

***

La partida de práctica terminó con la derrota por parte de Hades. Qin Shi Huang sonrió, dejando sus fichas de nuevo en el cuenco.

—Entonces, ¿te parece una partida seria ahora, rey del inframundo?

Hades dejó sus fichas en el cuenco y se cruzó de piernas, devolviéndole la sonrisa al humano.

—Eso estaba esperando.

El humano ladeó la cabeza confundido antes de empezar, poniendo la primera ficha.

Como la primera ronda era de práctica, Hades lo que hizo fue estudiar las estrategias de su oponente y la metodología del juego. Adquirir todos estos datos eran necesarios para poder demostrarle al humano que un dios podía aprender rápidamente cosas que, a ellos, les tomaría mucho tiempo aprender.

El weiqi era un juego de paciencia, eso era algo que a Hades le quedó en claro. No era simplemente colocar una ficha en el tablero al azar y ya, era mucho más que eso. Era una estrategia para ganarle al contrincante. Tenía sentido que un rey aprendiera a jugar esto. Si era fácil de derrotar, entonces definitivamente no servía para liderar un país. Las estrategias no solo servían para la guerra, servían para mucho más que eso.

Las fichas comenzaron a llenar el tablero y mientras más espacio ocupaban, Qin Shi Huang parecía más concentrado pensando en su siguiente juego. A veces sonreía, a veces no lo hacía, pero siempre hacía comentarios o bien buscaba charlar con Hades, quien le seguía la corriente. Conversaban sobre diversas cosas, desde lo difícil que era tener que encargarse de un enorme territorio hasta de los funcionarios más inútiles que habían llegado a tener bajo su mando. Para Hades era reconfortante poder hablar con alguien sobre cosas que solo muy pocos comprenderían.

También notó que muchas veces, cuando Qin Shi Huang ponía una ficha, tocaba con sus dedos a propósito su mano. Esto venía con algún comentario que nada tenía que ver con el acto, pero que Hades sabía que tenía alguna connotación al respecto. Era un juego aparte del weiqi que halló divertido y que comenzó a imitar, haciendo lo mismo que el emperador.

Hades colocó una ficha más, acorralando poco a poco las fichas de Qin Shi Huang. Tenía una estrategia en mente y planes de respaldo en caso de que no salga tal cual lo estaba pensando. El humano miró el tablero, torciendo el gesto al ver las fichas.

—Aprendes rápido, rey del inframundo.

Hades sonrió, colocando sus manos entrelazadas sobre una de sus piernas.

—Solo tuve un buen maestro.

Qin Shi Huang sonrió, como si sus palabras le hicieran gracia. Entonces tomó una ficha y la colocó, intentando evitar el avance de las fichas de Hades.

El dios miró el tablero, tomando una de sus fichas para robar la ficha que anteriormente el humano colocó.

—He estado pensando...que este juego es aburrido así, ¿no? ¿Qué te parece si lo hacemos más interesante?

—Te escucho—dijo interesado Hades.

—Apostemos. Si yo gano, me darás algo a cambio. Si ganas, tendrás lo que quieras de mí. ¿Qué te parece?

Oh, ¿cualquier cosa? Eso era interesante y tentador. Pero las cosas tentadoras siempre eran peligrosas.

—¿Qué es lo que quieres de mí?

Qin Shi Huang sonrió, tomando una de sus fichas y mirando el tablero, como si decidiera dónde colocarla.

—Si gano, me llevarás a conocer el Helheim. Siento curiosidad sobre tu territorio.

Bueno, no era difícil de cumplir, solo que Hades no solía llevar a nadie de invitado al Helheim. Generalmente los que entraban, salvo excepciones, no volvían a salir. Solo pocos tenían ese privilegio, los demás debían ganarse el favor de algún dios para conseguirlo.

—Hecho. Pero si yo gano, deberás perder tu pelea en el ragnarok.

Qin Shi Huang sonrió, con la misma confianza de siempre.

—Trato.

Hades sonrió, viendo la ficha que Qin Shi Huang dejó en el tablero y tomando una para robarla.

***

Las palabras de su hermana Hestia y de Adán habían rondado la mente de Zeus por bastante tiempo, tanto que antes de que la sexta ronda del ragnarok empezara quería ir a ver al padre de la humanidad una vez más para hablar. Si no fuera por su hermana mayor, posiblemente Zeus no hubiera considerado el tema de su dudosa figura paterna. Pero Hestia era una de las dos personas con las que más se sentía unido como una familia. Su palabra era digna de respeto para Zeus.

Dejando que Hermes fuera a comunicarle a Buda sobre que era el siguiente luchador del ragnarok, Zeus esperó al menos llegar a tiempo para ver la sexta ronda.

Adán estaba en compañía de su esposa Eva, quien sostenía su mano mientras hablaba con él animadamente. Fue su llegada lo que silenció la charla e hizo que ambos lo miraran.

—Creí que no regresarías—dijo Adán, tan indiferente a su presencia como pocos.

—Hay algo que quiero preguntarte, de ser posible a solas.

Eva se levantó, apretando la mano de Adán. Él le sonrió y le indicó que sería algo rápido. Eva salió de ahí, mirando con desconfianza a Zeus.

—Puedes preguntar.

Zeus se acercó, quedándose de pie al lado de la camilla donde Adán estaba.

—¿Qué es ser un buen padre?

—¿Ah?

Posiblemente Adán se esperó cualquier cosa, menos eso.

—Tus hijos te quieren y te respetan, están a tu lado y te defienden sin importar el adversario. ¿Por qué? Yo tengo más hijos de los que tú tienes realmente, hijos reales, no descendencia. He sido padre innumerables veces y me he dedicado a darles una vida digna a mis hijos, ¿por qué mis hijos no son como los tuyos? ¿Por qué soy comparado con Cronos y tú no? Quiero saber eso.

Adán lo miró, parpadeando confundido.

—¿Quieres saber por qué eres mal padre?—Zeus asintió con la cabeza—Creí que era obvio pero olvido que los dioses no entienden cosas básicas. Has estado ausente la mayor parte del tiempo, no te preocupan ellos en realidad, por eso lo eres.

—Si no me preocupara no tendrían los privilegios que tienen.

—¿Ellos querían esos privilegios que les diste?

Zeus quería gritar en ese momento.

—¿Por qué tú y Hestia hacen la misma pregunta? ¿Qué hay de malo en darle a mis hijos esos privilegios los quieran o no? ¿No es eso una señal de que me importan?

—¿Realmente te importan todos tus hijos?

—¿Les daría lujos y buenas posiciones si no fuera así?

Adán suspiró, como si buscara paciencia. Zeus sentía que necesitaba de esa paciencia también porque no entendía del todo a qué querían llegar su hermana y este humano.

—Te haré una pregunta, sé serio y sincero al responder.

—Está bien.

—Bien. ¿Recuerdas el día que nació tu primer hijo?—Zeus asintió, recordaba el día que nació Ares—¿Puedes detallarme todo lo que sentiste y viste ese día?

Zeus hizo memoria respecto a ese día.

—Estaba luchando contra una divinidad que creía que podía desafiarme, le rompí varios huesos con los puños.

—¿Y qué hay del nacimiento de tu hijo?

—Mm...Ares nació en la tarde, creo. Yo no estaba presente ese día.

Adán no se mostró sorprendido ni hizo ninguna mueca al respecto.

—El día que Caín nació estaba lloviendo. La mañana era gris pero yo no le podía prestar demasiada atención al cielo, solo sabía que estaba nublado porque la casa donde estábamos con Eva estaba un poco oscura y eso pasaba los días nublados. Estábamos almorzando cuando ella empezó con contracciones. Me puse nervioso porque tenía que atender el parto y si bien sabía lo que tenía que hacer, no quitaba el hecho de que se trataba de mi propio hijo al que traería. Llevé a Eva a un rincón cerca del montón de paja donde se acostaría tras el parto. Ella se puso de cuclillas y se sostuvo de la pared mientras yo secaba su sudor y me encargaba de cuidarla. Recuerdo que estaba más nervioso a medida que avanzaba el parto, hasta que Eva comenzó a pujar y Caín comenzó a salir. Recuerdo que tenía en mis manos una manta de lana suave para envolver a mi hijo en cuanto saliera. La espera se hizo interminable pero al final, cuando Caín salió, lo envolví con la manta de lana que Eva había estado haciendo para él durante esos meses. No tengo palabras exactas para describir lo que sentí en ese momento, solo sabía que era una felicidad diferente a la que había sentido nunca. Ver a mi pequeño hijo, tan lindo y diminuto, con su piel rosada arrugada y tierna, sus pequeños puños apretados y escuchar su llanto similar a los sonidos de un gatito, fue lo que detonaron en mí mi propio llanto. Estaba tan feliz de verlo, de cargarlo en mis brazos, que no olvido su calor ni su dulce imagen—Adán sonrió a medida que el relato avanzó, tan orgulloso de sus hijos, de su familia—. Podría relatarte también el día que Abel nació, pero no creo que sea necesario más ejemplo para que entiendas qué es lo que yo quería saber. Se suponía que tenías que decirme algo así, no que rompiste huesos ajenos. ¿Eres capaz de decirme algo sobre el nacimiento de tu hijo?

Zeus quería decirle que podía relatarle ese día con todo detalle, pero estaría mintiendo. El día que Ares nació, su esposa Hera había estado sola en el palacio mientras él luchaba contra una divinidad. Ella dio a luz ayudada por los médicos del palacio y fue ella quien eligió el nombre de Ares. Contrario a lo que su propio hijo creía porque Hera le mintió al respecto para que Zeus no quedara mal con él.

Nunca estuvo en ninguno de los partos de sus hijos. Nunca estuvo interesado en ellos.

—¿Es...importante?

—Para un hijo, que su padre recuerde el día que nació como un momento preciado, es mucho más valioso que cualquier título o riquezas que pudieras darle—Adán suspiró—. Para un niño, su padre es importante porque encuentra en él seguridad. Un padre protege a su hijo, lo cuida y le enseña a defenderse para que el día que crezca, pueda hacer lo mismo por su familia. Un padre educa y protege, le da seguridad al niño y le brinda confianza para que el día de mañana sea capaz de afrontar la vida sin problemas. Y no puedes brindar eso sin amar antes a tu hijo porque ese cuidado que le das es de forma desinteresada. No lo haces porque esperas algo a cambio, lo haces por el simple hecho de que amas a tu hijo y no puedes soportar que alguien más le haga daño. Te lo dije antes, no se necesita una razón para defender a un hijo. Es por eso que tú estás cometiendo los mismos errores que Cronos. No torturas a tus hijos, no los encierras, pero tampoco les brindas el amor y la seguridad que un padre debe brindar. Y si tú no cumples tu rol como padre, no puedes esperar que ellos te vean como uno tampoco. Si ellos no son importantes para ti, no hay motivo para que tú seas importante para ellos. ¿Lo entiendes ahora?

Zeus podía entenderlo ahora. La ausencia de Cronos, de una figura que le brindara seguridad, obligó a Zeus a ser él mismo esa persona, no solo para los demás, sino para él mismo. Desde pequeño se vio obligado a buscar seguridad en su propia fuerza, sin ser capaz de sostenerse de alguien que lo ayudara. Estaba solo, como sus hijos cuando nacían, y no tenía a nadie que lo guiara, igual que sus hijos al crecer.

Él hubiera sido un niño más feliz si tan solo Cronos no hubiera sido un bastardo. Él hubiera deseado tener a alguien en quien apoyarse mientras crecía y se hacía fuerte.

Todos en algún momento fuimos niños con miedos. Y todos alguna vez buscamos la seguridad de un adulto de confianza.

No todos tenían esa fortuna.

Zeus no la tuvo y, a su vez, había hecho que sus hijos tampoco la tuvieran.

Los privilegios y los lujos solo enmascaraban una verdad: era un mal padre como Cronos.

—Abuelo, sabes, tengo curiosidad con algo—Zeus alzó la mirada para ver al humano—. Esta apariencia, ¿por qué es? Sé muy bien que los dioses no envejecen o se ven de esta manera, ¿por qué tú sí? ¿Es porque eres el padre de todos los dioses?

Una apariencia más anciana era sinónimo de sabiduría y experiencia. La apariencia original de Zeus era la de un gigantón musculoso al que nadie tomaría en cuenta de no ser por su enorme fuerza.

—Tal vez.

—Si eres un buen líder o no, eso no lo decide tu apariencia ¿no lo crees?—Adán sonrió—Dime, abuelo, ¿no estás cansado?

¿Cansado? Un dios no se cansaba. No al menos de la forma fácil. Zeus no estaba cansado, ¿por qué iba a estarlo? ¿Por hacerse cargo de un montón de dioses a los cuales en su mayoría respetaba por obligación? ¿Por no poder ser completamente libre de hacer lo que quisiera solo porque tenía responsabilidades? ¿Por tener que disfrazarse para que los demás no dudaran de su efectividad a la hora de liderarlos? ¿Por tener que ser un ejemplo de dios?

Ja, no, claro que Zeus no estaba cansado de eso. Claro que él quería esto, el lugar de su padre, tener que responsabilizarse de un montón de idiotas y tener que formar una familia solo porque ahora era el padre de todos los dioses. Claro que él lo quería, por supuesto que sí.

Claro que él no envidiaba a Adán por haberse liberado.

Claro que él no lo envidiaba por tener una familia de verdad.

Claro que él no lo envidiaba por ser respetado incluso con su aspecto de adolescente.

Por supuesto que no, Zeus jamás podría envidiarlo.

Claro que no...

Lo odiaba.

—Tal vez deberías pensar en lo que quieres de verdad y actuar en consecuencia. ¿De verdad quieres ser el padre de todos?

Zeus abandonó el cuarto de Adán, viendo a Eva esperando pacientemente apoyada en la pared de enfrente.

¿Por qué él no podía tener una esposa devota así?

Apretó los puños.

Tal vez deberías pensar en lo que quieres de verdad y actuar en consecuencia.

Zeus se alejó de ahí.

***

Hades observó el tablero de weiqi preguntándose qué hizo mal. Al principio parecía que sus planes estaban saliendo bien, pero fue cuestión de un solo movimiento para que el humano diera vuelta su partida y lo derrotara, arrinconándolo con sus fichas. Fue una victoria limpia, a pesar de que en un par de ocasiones sintió que el pie de Qin Shi Huang tocaba su pierna a propósito o rozaba el costado de su rodilla subiendo hasta el interior del muslo. No se había distraído a pesar de los juegos sucios, su plan había seguido tal cual lo había pensado, estaba seguro de eso.

Bueno, aunque era probable que en una o dos ocasiones se distrajera un poco cuando el pie del rey humano fue más allá.

—Entonces, cuando termine el ragnarok, tendrás que cumplir—sonrió Qin Shi Huang guardando sus fichas en el cuenco de madera.

Hades hizo lo mismo, frunciendo el ceño.

—Al parecer la suerte no estaba de mi lado.

Definitivamente no. A pesar de que intentó imitar el juego sucio de Qin Shi Huang, el humano parecía preparado y no pudo hacer más que tocar su pierna sin obtener ningún efecto en él.

Eso se había vuelto un poco frustrante.

—No, no, no, pengyou, no se trata de suerte, se trata de estrategia—dijo el rey humano, moviendo su índice de un lado a otro—. Pero lo hiciste muy bien, tanto que te has ganado mi admiración. No cualquiera aprende a jugar weiqi tan rápido. Eres realmente admirable, rey del inframundo.

—Tú no te quedas atrás, rey de los humanos—Hades sonrió, cruzado de piernas intentando ocultar el pequeño problema que el juego dejó—. Este juego me resultó bastante interesante, tal vez podríamos jugarlo en el Helheim cuando vengas de visita.

—Me parece una gran idea, amigo mío—Qin Shi Huang sonrió, poniéndose de pie—. Ahora, ¿te parece si compenso tu mala suerte? No es justo que siendo mi invitado no goces de una buena experiencia a mi lado.

Hades se puso de pie también, rodeando la mesa para quedar de frente a Qin Shi Huang. Sonrió bajando la mirada para ver al hombre más bajo que él. Se veía tan confiado, tal cual como había estado durante su partida de weiqi, sonriendo tal y como lo hizo cada vez que rozaba el interior de sus muslos con su pie buscando distraerlo.

No había forma de enojarse con él por eso, después de todo, era parte de la estrategia. Y para ganar, uno era capaz de hacer cualquier cosa. Hades sabía bien eso.

—¿Y cómo compensarías esto, rey Qin?

El ambiente estaba ligeramente extraño desde que habían quedado a solas jugando weiqi y fue en aumento con los juegos sucios del rey humano. El ambiente se notaba más caliente e inquieto, muy diferente a lo que acostumbraba. Algunas veces había sentido esto cuando se encontró en presencia de una súcubo o una divinidad femenina, pero Hades rápidamente la descartaba y la cambiaba a una más fría y cortante para que la divinidad se dejara de juegos y fuera seria con él.

Pero, en este momento, Hades no quería cambiar el ambiente. La curiosidad por este humano era fuerte y, por primera vez en su extensa vida, quería sumergirse por completo en esta sensación. Quería dejarse llevar hasta que las consecuencias lo golpearan duro en el rostro. Porque sabía que no le importarían las consecuencias, no se arrepentiría de nada, salvo de cortar con esto que se estaba generando ahora.

Qin Shi Huang dio media vuelta y caminó hacia el sillón de sus aposentos, el cual estaba lleno de almohadas de todos los tamaños. Se quitó lentamente la venda de los ojos, dejándola a un lado del sillón, y se arrojó sobre los almohadones, cruzándose de piernas y mirando a Hades con dos ojos azules que brillaban como estrellas.

Su mirada era un poema ardiente, un hechizo de seducción en el que con gusto Hades se dejaría envolver.

—Dependerá de lo que usted desee, rey Hades—dijo Qin Shi Huang, su voz baja y áspera, tentadora.

Y como si estuviera bajo el efecto de una maldición, avanzó hacia el humano que estaba en el sillón.

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Título del capítulo parte de la canción: Must be love by Laufey 

Cancion relacionada con Hades y Qin

Sí, debi traer esto antes, pero tengo ciertos problemas personales que atender que suelen mantenerme bastante distraida, así que en compensación subire el capitulo que correspondia al 11 y el de hoy 12, así que será una actualizacion doble uwu

Sí, la pareja de la cual hablaba que tendría sus escenas, era la de Hades y Qin. Con ellos me tome la libertad de hacerlos mas sensuales de cierta forma porque para parejas tiernas ya estan las otras y necesitaba una asi para equilibrar jajaja

Hades ya encontró al que rompe la regla de los dioses en él y todavía no se da cuenta jajaj y Qin lo que hace es estrechar lazos con el Helheim para ayudar a Brunhilde (?

Nos vemos en el diez 

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