Llegué a la biblioteca, no estaba nadie. O eso creí. Hasta que vi a una chica rubia, hermosa, flaca, ojos azules, ni muy alta ni muy baja. Era la chica perfecta.

—¿Rai?

—Si— Dije lo más seria, mientras ella estaba como si fuera mi mejor amiga.

—¡¡Ay, nena!! Años sin verte

—¿Qué quieres?

—Charlar— Lo dijo como si fuera obvio— ¿Quieres algo de tomar?

—Deja de hacerte mi mejor amiga, ¿quieres? Vine hasta acá por Jay. ¿Qué quieres?

—Tu poder.

—Mi ¿Qué?

—¿Recuerdas el día que te estaban sacando de la escuela— Hablaba como si fuera una amiga de toda la vida, lo cual me molestaba, era una asesina— específicamente cuando salieron esos rayos de ti?

—Sí, lo recuerdo

—Necesito que hagas eso de nuevo, ¿Puedes?

—No sé cómo hacerlo. Lo hice ese día, pero no sé cómo.

—Era por el desespero. Estabas tan enojada que lo hiciste. Lo vuelves a hacer y no te molesto más.

—No entiendo que tiene que ver esto con los asesinatos.

—Lo entenderás pronto. Lo haremos ya. — Se levantó de la silla

—No

— ¿Cómo?

—No, te lo digo en inglés, no

—En serio

—Prefiero no darte el poder de los cristales, que creías, ¿Qué no lo entendía? ¿Qué era una boba, estúpida, que no sabía que necesitas mi poder para activar los cristales? ¿Siquiera los tienes? Muchos están perdidos.

— Simplemente hazlo. — Se puso enojada

—No, me voy. — Me fui. En ese momento fingí estar bien, pero estaba muerta del miedo. Salí corriendo a avisar a Jay del peligro que corre.

—Hay que pelear. — dijo Jay apenas terminé de contarle lo sucedido. 

— ¿Cómo?

—Vamos a pelear contra ella, hay que destruirla o si no no parara.

—Entonces, ¡Vamos ya!— No quería que se fuera, podíamos perderla y seguiríamos en peligro. Teníamos que ir lo antes posible.

—Son las 11:00 p.m. ¿Sabías?

—No importa, hay que detenerla pronto. Despierta a Fénix, Dayana y Emma. Que vayan a la biblioteca.

—Ok... cuídate

—Cuídate tú y cuídalas.

—Lo prometo. — Volví a la biblioteca.