Jay era mi mejor amigo y pasábamos mucho tiempo juntos

Me hacía reír siempre y era muy lindo.

Él me leía la mente básicamente, sabía todo de mí.

Ya no aguantaba más, tenía que decirle a Jay lo que sentía por él. Para hacerlo llamé a mi mejor amiga Emma, su poder era multiplicarse y generar réplicas de ella misma. Un increíble poder. Ella y yo éramos muy unidas, diría que era mi nueva hermana.

La llamé con el código rojo, emergencia. Fuimos a la cafetería y pedimos un chocolate caliente las dos.

—Me gusta Jay

—Ya lo sé

— ¿Qué?

—Era súper obvio.

— ¿Y crees que él lo sepa?

—Siempre los únicos que no lo saben son los enamorados. En este caso, él y tú.

—Pero ya no aguanto más, tengo que decírselo.

—Ya tienes 17, casi 18, puedes decirle lo que piensas.

—Ese es el problema, no puedo.

—A ver, no más vueltas, solo dime que necesitas de mí.

—Tengo un plan.

—Habla ya— Tenía esa sonrisa de traviesa que la identificaba.

—Podría escribir un texto, luego fingir un encuentro sorpresivo y lo invito por un helado, le digo el texto y espero su respuesta.

—Perfecto, solo un error.

— ¿Cuál?

—No vas a escribir nada, solo di lo que está en tu corazón.

—Y si me rechaza.

—No lo hará

—¿Cómo sabes?

—Porque te ama también

—¿Segura?

—Te apuesto 1 taco a que te dice que sí.

Amo las apuestas, entonces acepté.

—Y yo te apuesto a que lo duda y pide tiempo para reflexionar.

—Hecho— Estrechamos las manos.

Comenzamos con el plan. Planeamos un encuentro "Inesperado" donde le invitaría un helado y le diría lo que siento por él y ya. Y por primera vez no quería ganar la apuesta, quería que dijera que sí, pero no estaba segura.

Iba caminando y me lo encontré "inesperadamente"

— ¡Rai!

—¡Jay!

— ¿Qué tal te va?

—Bien, ¿quieres un helado? - Estaba muy tensa y no estaba segura de lo que decía o hacía.

—Si claro

Ya en la cafetería comiendo helado le dije.

—Jay, necesito que me prestes atención.

—Dime

—Me gustas, no puedo ocultarlo más. Hace unos meses que te quiero más que un amigo, y no voy a mentir, somos muy unidos y eres mi mejor amigo, no quiero que sea raro, pero solo te digo, me gustas y mucho. ¿Quieres... ser mi... novio?

—¡Sí!

— ¿Qué?

— Me gustas mucho y no sabía como decírtelo, y ya que lo dijiste me siento mucho mejor.

—¿Entonces sí?

— ¡Sí!

Sonreí y lo abracé. Luego sonó la alarma y debía ir a clases.

—Me tengo que ir, ¿bye?

— Bye...

Ya yendo a mi salón, Emma apareció y me dijo

—Me debes un taco— Y se fue.

La apuesta de la que estaba más feliz de perder.

Éramos los enamorados de la universidad, todo el tiempo agarrados de las manos, riéndonos y caminando por el campus. Unas semanas después me regalo un collar de perlas hermoso, dijo que cuando estuviera mal, él estaría conmigo. Éramos el mejor equipo y juntos éramos invencibles.