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taehyung.

Les agradezco a todos, me cuelgo la mochila del hombro y abro la puerta del auto. Beomgyu sale para despedirse con un abrazo fuerte, y me aterra la posibilidad de que mamá lo vea por la ventana, así que le doy unas palmaditas incómodas en la espalda rogando que se aleje rápido. Yoongi mueve su mano y sonríe un poco sin mostrar los dientes, que ya es demasiada expresividad para alguien como él. Jungkook me revuelve el cabello y me dice que me llamará en la noche.

Me quedo parada en la acera frente a la casa un momento hasta que la camioneta se aleja calle abajo. Suelto un suspiro pesado y camino a casa. Me duele la espalda, tal vez debería comer algo rápido y tomar una siesta hasta que Jungkook llame. Tengo algunas tareas que he dejado acumular de las que encargarme más tarde, pero no me hará mal dormir un rato. Prepararé un emparedado de mermelada para Hyewon (la última vez que revisé apenas había contenido en el tarro, pero seguro alcanza para uno más) y yo comeré una rodaja de pan sin nada.

Entro a casa y me paro en seco al notar todas las luces de la planta baja encendidas, un aroma familiar saliendo de la cocina y música que suena muy parecida a lo que escuchábamos en la radio de Beomgyu hace un momento. Las voces se van volviendo más claras mientras me acerco a la cocina, dos personas charlando animadamente sobre algo. Cuando entro, primero me fijo en las quince fundas plásticas con el logo del supermercado sobre la mesa, luego en la radio encendida que está sobre la encimera, después en el delicioso aroma de la salsa blanca y por último en la mujer parada frente a la estufa que la prepara.

Hyewon está sentada en una silla mientras ralla queso. Ella le cuenta a mamá sobre su día, sobre lo feliz que está de que mamá vuelva porque ya estaba hartándose de comer con papá y aguantar la insípida comida que hacía Taehyung. Pero menciona que disfrutó mucho la primera semana, porque comimos tacos, helado y leche de chocolate.

Mamá asiente con la cabeza y comenta de vez en cuando, reprendiéndola porque Taehyung se esforzó mucho y es algo insensible de su parte no apreciar el esfuerzo que hizo su hermano mayor. Estoy tan quieto y callado que tardan en notar que ya llegué.

Hyewon lo hace primero, dejando a un lado el rallador para (algo increíble que no ha pasado en años) abrazarme y decirme que, aunque mi comida es horrible, me agradece por no haber dejado que muriéramos de inanición. Mamá se gira, deja la cuchara de palo con la que revolvía la salsa blanca, y se acerca para abrazarme también. Quedo atrapada en una enredadera de brazos y besos en la mejilla, pero sigo demasiado sorprendido como para reaccionar.

Escucho agradecimientos, y disculpas. Muchas disculpas. Mamá está preparando mi comida favorita, compraron muchísimas fresas hoy en el supermercado y me dejó un sobre con un poco de dinero en mi cama. Me cuenta que el maestro Lee la llamó hace semanas para contarle sobre la ficha universitaria y que toda la familia está muy orgullosa de que Taehyung, el perfecto Taehyung, quiera estudiar Medicina.

—¿Se lo contaste a todos? —ya es demasiado aterrador que ella lo sepa. Era un secreto entre la ficha y yo, ¿por qué los maestros tenían que contárselos a nuestras familias? Y ahora toda la familia Kim lo sabe. El peso en mi espalda se vuelve más insoportable con cada segundo y ya quiero subir a mi habitación— ¿Por qué?

—La emoción del momento, supongo —le resta importancia con una risita. La lasaña está en el horno y hay un tazón de cristal con fresas en la mesa, alrededor de la cual estamos sentados. Ahora por fin soy consciente de mis acciones, porque las fuerzas solo me habían alcanzado para parpadear desde que entré a casa—. No importa. Tu otra opción, ¿derecho? También es una buena carrera. Tu tío es abogado. Si haces una buena maestría y hablamos con él, tendrás un buen empleo. Pero obviamente mi niño entrará en su primera opción —se acerca a darme un beso en la mejilla y (por primera vez en toda mi vida. Siempre hemos sido mamá y yo, juntos contra el mundo) me lo quiero limpiar.

Hyewon devora las fresas que compraron para mí, y verlo me revuelve el estómago. Estoy muriendo de hambre, pero no quiero comer. Solo pensar en ello me causa unas ganas de vomitar terribles. Mi celular vibra en mi mochila y veo que es la llamada de Jungkook cuando lo saco. Me apresuro en colgar, pero ellas ya me están mirando con curiosidad.

—¿Quién era? —pregunta mamá, agarrando una fresa— ¿Hanbin?

—No —me apresuro en responder. Ya va a ser demasiado difícil seguir con la mentira de que Sunghoon me lleva al pre-universitario y me trae a casa. Más vale dejar de mentir si no me quiero meter en más problemas después—. Un chico del pre-universitario.

Mamá y Hyewon intercambian una mirada curiosa.

—¿Un chico? —mamá sonríe con picardía y me da un golpecito en el hombro— Me preocupaba que no hicieras amigos en el pre-universitario además de Sunghoon, pero ¿un chico? Esas son noticias interesantes, ¿cuál es su nombre?

No más mentiras.

—Jeon Jungkook.

El nombre entra en los oídos de mamá con lentitud y lo asimila con aún más tardanza. Sé que ha tenido mucho en la cabeza con el trabajo que estuvo haciendo todo abril, así que su memoria debe ser un caos, pero también estoy segura de que he mencionado varias veces al estúpido maestro Jeon, para luego hablar tanto de él y de sus increíbles clases de Literatura y en el club que mamá y Hyewon ya estaban hartas de escucharme. Hyewon está inmersa en masticar una fresa, pero mamá obviamente lo recordará.

—Jeon Jungkook... —muerde la fresa mirando el techo, con gesto inquisitivo—. Jungkook... ¿no es ese el nombre del anterior maestro de Literatura? Hyewon me contó que ya lo despidieron. Era como tu maestro favorito, ¿cierto?

—Sí —digo, volviendo a colgar cuando Jungkook llama otra vez. Escondo el celular bajo la mesa y le envío tres mensajes. Alerta roja: mamá está en la cocina. Te llamaré luego. Perdón—, es él. ¿Recuerdas que lo confundiste con un alumno? Es muy joven, en realidad. Es mayor a mí con un año y dará el CSAT con nosotros otra vez en octubre.

Mamá asiente con la cabeza muchas veces, intentando digerir el hecho de que el maestro de Literatura es ahora mi compañero, que tiene casi mi edad y que (en su mente retorcida de madre) es aparentemente el chico con el que estoy coqueteando en el pre-universitario.

—Siempre supe que se veía demasiado joven para estar enseñando —se levanta cuando escucha el pitido del horno y se pone unos guantes para sacar la lasaña—. Es un chico lindo, tráelo a casa alguna vez. Prepararé algo delicioso para él —sonríe e intento devolverle el gesto, aliviado de que se tomó la gran revelación como algo natural. Tal vez debería traer a Jungkook, lograr que se gane la confianza de mi madre y decirle que es él quien se encarga de transportarme al Joseom.

Me obligo a comerme toda la lasaña y me llevo unas fresas a mi habitación, aunque no toco ninguna. Cierro con seguro la puerta y me tiro en mi cama. Mis ojos están por cerrarse cuando mi celular vuelve a vibrar. Lo saco, con los ojos ya entrecerrados, y veo que es un mensaje de Jungkook.

Jungkook: Seguro, no te preocupes.

Jungkook: Me alegro de que tu mamá haya regresado a la normalidad, has estado muy estresado últimamente.

Jungkook: No hay problema si no quieres que te llame hoy.

Jungkook: :)

Suspiro profundamente, girando en la cama hasta estar boca arriba y mirar el techo de madera que me separa de la cama de Hyewon. Hace unos días pegué mis dibujos ahí para tener una motivación si quería levantarme de la cama. Bingo, puse algunos dibujos que hice de Jungkook y no se los di. Patético que un chico sea mi única motivación últimamente, , pero no me importa ser patético.

Lo llamo antes de que me gane el sueño. Estoy exhausto, esa interacción con mamá me drenó. Pongo la llamada en altavoz y dejo el celular en mi almohada, mirando los dibujos de Jungkook.

—Me quiero morir —le digo a Jungkook apenas contesta (unos tres segundos después de que marqué su número—. Quiero que mamá vuelva a trabajar.

—¿Pasó algo? —pregunta, y noto su preocupación a través del altavoz, lo que me hace sonreír un poco.

—Mamá le dijo a toda la familia lo que quiero estudiar. Lee llamó para contarle todo lo que escribí en la ficha. Quería llevarme a la tumba el contenido de esa ficha, y ahora toda mi familia sabe —me quedo callado y él también.

Me intriga saber si Lee también le habló sobre mi tercera opción, que mamá no mencionó. Espero que no.

—Eso es espantoso —dice Jungkook por fin, y el genuino disgusto que escucho en su voz me saca una risa adormilada—. Mamá guarda en secreto que quiero estudiar Literatura. Dice que quiere que sea una gran sorpresa para la familia cuando entre en la universidad, pero sé que lo hace porque le avergüenza .

—Nuestras madres son horribles —digo, suspirando—. No la odio. La amo, pero... ¿por qué tuvo que... ?

—Nuestras madres son horribles, a veces —concuerda, con una pequeña correción, y hago un sonido con mi garganta para indicarle que estoy de acuerdo con él—. ¿Eso quiere decir que todos los Kim saben lo que quieres estudiar, pero yo no?

—Y preferiría que siga siendo así —digo, medio riendo, y él también se ríe sin ganas—. Te lo diré, lo prometo. No estoy listo aún, no quiero decirlo en voz alta porque entonces será real y eso me aterra.

—De todas las ocasiones en las que hemos hablado de esto, lo único que puedo asumir es que detestas lo que escribiste como primera opción —me quedo callado porque me ha atrapado mintiendo, y ni siquiera le mentí directamente a él. Jungkook me conoce demasiado bien—. ¿Estás seguro de que escribiste en la ficha lo que querías?

Le doy vueltas al asunto antes de responderle. ¿Lo que quiero... ? ¿Qué es lo que quiero? Nada me apasiona, no quiero hacer nada por el resto de mi vida. Revisé mil y un veces las páginas de todas las universidades de la ciudad y las carreras que ofrecían. Ninguna me iluminó, ni me hizo pensar que quería dedicarme a ello el resto de mi vida. ¿Tiene sentido pedirle a alguien de mi edad que decida lo que hará hasta que muera? No. Tengo diecinueve, apenas sé lo que quiero desayunar.

—No —admito, y me cuesta darme cuenta que he empezado a llorar hasta que una lágrima cae por mi mejilla y la palabra sale como un sollozo.

—Tenemos tiempo, Taehyung. Las cosas no se decidirán por lo que escribiste ahí o lo que tu mamá le contó a tu familia. Tú serás el que marque la carrera que quieres cuando demos el CSAT. Recuerda eso.

—Está... bien —digo, hipando. Jungkook me ha visto llorar, pero aún así me parece humillante que me esté consolando a través de un celular.

—Descansa hoy, ¿tienes tareas pendientes para mañana? —hago un sonido entrecortado de negación. Es cierto que no tengo que entregar nada mañana, pero planeaba deshacerme de las tareas que he ido acumulando hoy—. Terminaste los ejercicios de la ley de Mendel en el tiempo que nos dieron hoy —ahora hago un sonido de asentimiento, y Jungkook se ríe un poco—. Ve a dormir, Taehyung. Suenas agotado. Hablaremos mañana, ¿sí? Duerme bien.

Entro en pánico al pensar que colgará y eso me despierta por completo. Agarro el celular y lo pego a mis labios a pesar de tener puesto el altavoz.

—¡Espera! —me sorbo la nariz y siento un alivio infinito al ver que la llamada aún no ha terminado—. No cuelgues, por favor. No dormiré si lo haces. Me conozco, lloraré toda la noche y mañana amaneceré peor.

—Está bien. Colgaré en unas... ¿tres horas? Aún me faltan algunos ejercicios y quisiera escribir un rato después. Intenta dormir y, si no puedes, lee. Si en tres horas sigues despierto, avísame.

Una idea irracional cruza mi mente a la vez que hago contacto visual con uno de los dibujos de Jungkook en el techo. Me lo imagino, sentado en su escritorio usando su pijama (me contó que duerme con una camiseta vieja y pantalones holgados), con el cuaderno de ejercicios de práctica y su laptop encendida en su escritorio. Me lo imagino sonriéndole al teléfono. Me lo imagino aquí, acostado a mi lado en mi cama, mirándome a los ojos, limpiando mis lágrimas y besando mi frente. Me imagino durmiendo a su lado y que su rostro sea lo primero que veré mañana al despertar. Eso sí me motivaría más que esos bocetos mal hechos que tengo en el techo.

—Jungkook —digo, tras un momento de silencio. Él dice algo similar a hmm, un indicador de que ya ha empezado a trabajar y a concentrarse. Debería hacer lo mismo, o por lo menos sacar Orgullo y Prejuicio (es humillante lo mucho que estoy tardando en leerlo, pero me faltan menos de treinta páginas ahora). Me aclaro la garganta—. No cuelgues.

—No lo haré, Taehyung —dice, riéndose.

—No, en serio. No cuelgues. Cuando termines y vayas a dormir, no cuelgues.

La línea permanece en silencio por tanto tiempo que considero con terror la posibilidad de que haya colgado, a propósito o accidentalmente, pero la llamada sigue conectada cuando reviso mi celular. Trago saliva. Me levanto de mi cama y me dirijo al closet para sacar mi pijama. ¿Qué estaba pensando? Nos hemos vuelto mucho más cercanos en el último mes, muchísimo, pero ¿quién me creo para pedirle algo como eso? ¿Su novio? No tengo ningún derecho.

—Quieres que... vayamos a dormir sin colgar —dice lentamente, más como afirmando un hecho en lugar de estar preguntándome.

—Sí —digo, sentándome una vez más en la cama con la pijama en mi regazo.

—Está bien —responde, y mi corazón está tan aliviado que salta de alegría contra mi pecho. Parpadeo muy rápido. Las lágrimas ya se están secando y siento el rostro caliente por algo muy alejado del llanto—. Sí, hagámoslo.

—Sí —es lo que alcanzo a decir. Me río, de lo ridícula que es la situación, que soy yo, de lo maravilloso que es Jeon Jungkook por cumplir mis caprichos y salvarme de caer al abismo cada vez que lo necesito. Me cambio de ropa y me adentro bajo el edredón, conectando mi celular para que no se apague en medio de la llamada y poniéndolo cerca de mi almohada—. Hasta mañana, Jungkook.

—Hasta mañana, Taehyung. Duerme bien.

La noche que ya proyecté como una llena de llanto y pensamientos tormentosos que no me dejarían pegar el ojo hasta la mañana siguiente, se convierte en una noche de sueño placentero con las respiraciones de Jeon Jungkook en el fondo. Porque, en lugar de pensar en mi futuro por horas, solo puedo pensar en él acostado a mi lado cuando cierro los ojos.

Y por fin una imagen del futuro se vuelve clara en mi cabeza, finalmente me puedo ver cinco años después, o quizás diez. Veo a Jeon Jungkook acostado junto a mí, durmiendo conmigo en la misma cama.

Pero no es solo mi imaginación. En esa proyección del futuro, es real. 

¡Nos leemos luego!

[ Noduru, 2023 ]

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