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jungkook.
El mejor restaurante que no podrías encontrar ni en la misma Italia es una gran casa de un solo piso con un techo rojo y enormes ventanas. El gran letrero que dicta The Gran Mozzafiatto está flanqueado por banderines de Italia y escrito en letras neón que, al ser solo las diez de la mañana, se encuentran apagadas. Respiro profundamente, recordándome que ahí dentro encontraré a dos chicos inofensivos y que no me estaba metiendo en la boca del lobo (por más que se sintiera así) antes de encaminarme al restaurante.
Un jazz suave y el aroma a especias y comida me reciben en el umbral. Este lugar debe ser tan familiar para mí como lo es para Taehyung el Asian Bay. Minji aprovecha cada oportunidad que tiene para traernos aquí. O aprovechaba, porque es verdad que desde hace mucho nuestras celebraciones se limitaron a una comida casera un poco más elaborada en lugar de una salida. De todos modos, con sus citas recurrentes con Beomgyu, no me parece que haya echado de menos este lugar.
Beomgyu y Yoongi están sentados en una mesa al centro de la sala, ya ojeando los menús. Una visita rápida a sus perfiles en línea y una no tan rápida a la página de la universidad Bulgogi me reveló su apariencia actual y un poco de lo que son sus vidas. Beomgyu toca en una banda de rock alternativo y Yoongi estudia biología. Ambos se dejaron crecer el cabello y lucen como verdaderos adultos. Me pregunto si ellos han hecho lo mismo conmigo, revisando mis antecedentes en internet, mientras me acerco cuidadosamente a su mesa.
—Te estoy diciendo que no pidas lampredotto, sabe a intestinos de toro.
—Porque eso es lo que son, y no me importa. Tengo curiosidad.
—¡Es el plato más costoso! ¿Pagarás quince dólares para vomitar toda la noche?
—No vomitaré... —Yoongi deja el menú sobre la mesa y cruzamos miradas. Parece estupefacto, incluso con lo inexpresivo que acostumbraba a ser en el colegio—. Jungkook.
Sonrío con timidez cual chica llegando a una cita a ciegas y levanto mi mano. Yoongi me devuelve el saluvo levantando la suya también y Beomgyu se voltea para mirarme. Sonríe en grande y se levanta para estrecharme entre sus brazos.
—¡Jeon Jungkook en persona, amigas y amigos! —me revuelve el cabello y me invita a sentarme en uno de los asientos libres. Lo hago, removiéndome sobre la silla de madera e intentando acostumbrarme. No recuerdo haberme sentido tan fuera de lugar ni en mi primera clase en el Saint Clair, ¿tal vez es el sentimiento de culpa revolviéndose en mi interior?— Me alegra que hayas podido venir, amigo. ¿Qué tal estás?
—Bien, sí, eh —me limpio el sudor de las manos en el pantalón—. Lamento haberlos hecho esperar.
—No, no, llegamos hace un momento, ¿verdad, Yoongi? —el aludido asiente con la cabeza y vuelve a mirar su menú. Beomgyu le hace señas a una camarera para que nos traiga otro y lo desliza hacia mí— Por favor, ayúdame a hacer que este tarado recapacite —señala a Yoongi con el mentón—. Pretende pedir estómago de vaca.
—Sabe bastante mal —le confirmo, arrugando la nariz—. Minji lo pidió por curiosidad una de las primeras veces que nos trajo, y terminamos tirándolo a la basura. En sus propias palabras, los peores quince dólares de su vida.
—No pediré lasaña. Es básicamente un insulto en un restaurante italiano —recalca Yoongi, frunciendo apenas el entrecejo mientras analiza otras opciones disponibles. Beomgyu se ríe.
—Y yo que planeaba pedir una pizza personal —se queja entre risas cuando Yoongi le da un golpecito en la cabeza con el menú. Se gira hacia mí y le echa un vistazo a mi menú—. ¿Qué pedirás?
Es cierto que este lugar sirve comida deliciosa, pero también es costosa. Tengo dinero, me recuerdo. Aún tengo intacta la indemnización, así que no me molestaría permitirme un plato de buen nivel por una vez. Es decir, no creo que Taehyung quiera ir a un restaurante de lujo esta noche (¿o sí? ¿Debería llevarlo a un restaurante así, o eso sería ir demasiado lejos?). Cuando giro el menú a la sección de bebidas, sonrío inconscientemente.
—Un batido de fresa —le respondo. Beomgyu ladea la cabeza.
—Me refería a la comida, bobo.
—Nunca he probado el pollo a la parmesana —digo, alzando mi menú para esconder el leve sonrojo que ya siento sobre mis mejillas. No puedo ser tan tonto, por Dios.
—Me mantengo firme en pedir una pizza de champiñones —dice Beomgyu, echándose hacia atrás en su silla—. Es la que siempre comparto con Minji cuando venimos.
Yoongi rueda los ojos al ver la expresión soñadora de un enamorado empedernido en el rostro de Beomgyu. Me parece sacado de una novela romántica de mal gusto que mi mejor amigo haya terminado con mi hermana mayor, pero Beomgyu es un buen chico y, aunque no es ni de lejos lo que Minji se merece, es un buen partido.
—¿Cómo sucedió eso? Dijiste que la volviste a encontrar, ¿no? —digo. Una mesera se acerca a pedir nuestra orden, pero Yoongi le responde que aún necesitamos tiempo y la mantiene entretenida un rato preguntándole por los platos— ¿Cuándo?
—Yoongi me encargó un día que le ayudara a comprar cosas para la residencia universitaria porque, según él, soy el que más come aún cuando no vivo oficialmente ahí —se encoge de hombros—. ¿Sabes? Yoongi y yo nos esforzamos bastante por regresar las cosas a la normalidad después del examen. Yo nunca lo di, y mamá me echó a patadas de casa cuando se enteró de que tiró el dinero del pre a la basura —se ríe al ver mi expresión contrariada (no estaba tan seguro de creer en el rumor de que no fue al examen) y le resta importancia con la mano—. Cambia esa cara, ya estamos bien. El punto, Yoongi entró a Bulgogi en su segunda opción de carrera, así que casi todo estaba bien. Casi, porque tú no lo estabas. Siempre fuiste experto en encapsularte en tus problemas y no pedir ayuda —carraspeo, y Beomgyu sonríe en un gesto paternal—. Nosotros éramos expertos en sacarte de tu burbuja, hasta que un día dejamos de serlo.
—Lo siento —es un lo único que alcanzo a decirle. Yoongi despide a la mesera justo a tiempo para escuchar mi disculpa—. Fui un imbécil, lo sé. No merezco que me perdonen, fui el peor amigo del mundo entero —escondo mi rostro entre mis manos y siento sus manos en mis hombros.
—Tranquilo. Digo, sí fue un poco una mierda que nos echaras de tu casa cuando fuimos a buscarte, pero... —empieza a decir Beomgyu en su mejor tono de voz.
—Bloquearnos también fue bastante cruel —añade Yoongi en tono monótono, y escucho el golpe seco del menú.
—De todas maneras —continúa Beomgyu, haciendo mucho énfasis en sus palabras, como diciéndole a Yoongi que no es un buen momento—, supimos entender que necesitabas tiempo a solas. Tardó más de lo que pensamos, sí —me descubro el rostro y veo que se encoge de hombros—, pero ahora estás bien y eso es lo que importa, Jungkook.
—Solo no vuelvas a hacernos lo mismo en el siguiente examen. Gracias —la voz cálida con la que agradece a otro mesero que deja unos palitos de pan como cortesía en la mesa es el contraste total del tono que usa cuando me habla a mí. Si no supiera que así es la personalidad de Yoongi, creería que está molesto.
—Lo prometo —les aseguro, aunque ni yo mismo creo mis propias palabras—. Aunque es cierto que, si no paso este examen, no tengo ni la menor idea de lo que haré con mi vida.
—No será el fin del mundo, Jungkook. Tu vida no se acaba si no entras a la universidad —dice Beomgyu, agarrando un palito de pan—. Sé que no soy el mejor ejemplo, pero ¿me ves acabado solo porque no estoy estudiando? —niego con la cabeza— Yoongi no consiguió un puesto ni en su primera opción de carrera ni su primera opción de universidad, pero ¿lo ves acabado? —veo de reojo a Yoongi, que mordisquea un palito de pan mientras ve con indiferencia su celular. Vuelvo a negar con mi cabeza—. Nunca supe bien qué sucedió, ¿en serio no te dieron cupo en ninguna universidad?
—Solo escribí Literatura en la universidad Hankuk en la ficha de inscripción —el palito de pan que colgaba de la boca de Yoongi cae sobre la mesa al mismo tiempo que ambos se giran a verme como si hubiera admitido en voz alta haber robado un banco—, ¿qué?
—¿Estás hablando en serio? —pregunta Beomgyu, entrecerrando los ojos.
—Sí. Admito que no poner otras universidades fue algo tonto, pero no existe otra carrera que llame mi atención. Si no es Literatura, prefiero no estudiar en absoluto —recuerdo lo que dijo Beomgyu, que Yoongi no obtuvo un lugar en su primera opción, y un pinchazo de culpa me atraviesa el pecho—. ¿Cuál era tu primera opción? —pregunto, mirándolo.
—Medicina —responde Yoongi, agarrando de nuevo su palito.
—¿Y la tercera?
—Nutrición.
—¿Te afectó no haber —trago saliva, esforzándome por no sonar como un auténtico insensible— conseguido un cupo en tu primera opción?
—No realmente —se encoge de hombros y regresa la mirada a su celular—. Me gustaban las tres opciones, pero es verdad que puse Medicina primero para complacer a mis padres. En realidad, estoy feliz de que no me hayan dado un cupo ahí —se señala a sí mismo con lo que queda del palito y sonríe un poco—. Mírame. Medicina me hubiera devorado.
—¿Por qué no te presentaste al examen? —vuelvo a preguntar, ahora mirando a Beomgyu. Él lo piensa un poco antes de responder.
—No me veo cursando una carrera universitaria. No estoy hecho para eso —también me sonríe un poco y me ofrece un palito de pan—. Las cosas varían de persona a persona. No estoy juzgando tu posición respecto a la universidad, pero sí me gustaría que te relajaras un poco.
—Bueno —termino por decir, aceptando y metiéndome el palito a la boca solo para concentrarme en algo más.
Realmente creí que yo era el único graduado de Chadburn que no entró a la universidad, pero ver a Beomgyu me ofreció otra perspectiva que no había considerado. Tal vez debería buscar otras universidades esta noche. Otras carreras, por supuesto que no. Estoy decidido y, en el peor de los casos, buscaré institutos o talleres como a los que asistía antes si las cosas salen mal respecto al CSAT. Es verdad, no moriré.
Pero de veras quiero estudiar en Hankuk.
Le echo una ojeada disimulada a mi celular. La mesera se acerca y toma nuestra orden. Aún no son ni las once, pero haber sobrevivido con éxito a mi primera interacción social del día hace que la ansiedad que me provoca la segunda empiece a treparme cada extremidad.
—¿A qué pre-universitario asistirás? Asumo que no es el mismo del año anterior —pregunta Yoongi, dejando a un lado su celular. Decido hacer lo mismo, aunque estoy tentado a seguir revisando la hora cada cinco segundos.
—Al Joseom.
—Ah, sus tazas de aceptación son buenas, según he escuchado —comenta Beomgyu—. Pero no es muy popular. Es muy de nicho, ¿alguien te lo recomendó?
—Algo así —digo, sin poder evitar enrojecerme hasta la punta de las orejas, adoptando un tono similar al de la fresa que adorna mi batido cuando vienen a servir las bebidas. Yoongi y Beomgyu intercambian una mirada cómplice y ahora me sonríen con maldad.
—¿Un chico, quizás? —pregunta Beomgyu, alzando las cejas.
—Sí —respondo, alargando mucho la sílaba y dándole un sorbo a mi batido después.
—Así que elegiste tu pre-universitario porque es al que asistirá tu novio, entendido —dice Yoongi, tomando sorbos largos su té helado. El sonrojo adquiere más intensidad cuando él pronuncia con picardía la palabra novio y ambos estallan en risas escandalosas.
—Taehyung no es mi novio.
—Entonces se llama Taehyung, lindo nombre. Y, dime, ¿dónde conociste a Taehyung? —pregunta Beomgyu. Ni siquiera ha tocado su limonada, ensimismado en este nuevo tema de conversación del que yo quiero alejarme con desesperación— ¿Un maestro del colegio en el que trabajas, tal vez?
—¿Por qué un maestro iba a saber de pre-universitarios? —Yoongi se sale un poco de su papel de interrogador para fruncir el ceño con confusión. Beomgyu también parpadea, saliendo de personaje.
—Bueno, puede haberle recomendado el pre al que él asistió, ¿no?
—Si lo recomienda es porque le ayudó a entrar a la universidad, ¿cómo es universitario y maestro al mismo tiempo?
—¿Con un muy buen balance de vida? —aventura Beomgyu, sin lucir para nada convencido de su propia suposición. Se le ocurre otra opción alarmante antes de volver a intentar acertar— ¡Quizás ya se graduó! Dependiendo de su carrera podría tener...
—¿Te enamoraste de un hombre mayor, Jungkook? —pregunta Yoongi directamente, con los labios torcidos. Me atraganto con el batido. Estaba demasiado entretenido con su conversación que no me esperé un ataque tan directo. Yoongi se estira para darme palmadas en la espalda hasta que dejo de toser—. No te juzgo ni nada.
—No es mayor, es menor —aclaro, carraspeando cuando mi voz sale ronca. Ahora, en lugar de confundidos, parecen curiosos. Tomo aire, preparado para repetir la conversación que tuve con Minji la primera vez que le hablé de Taehyung—. Era uno de mis alumnos, ¡de último año! —me apresuro en explicar cuando ya empiezo a ver el disgusto en sus ojos—. Tiene diecinueve, así que no, no es ilegal.
Pronunciarlo en voz alta es bastante liberador. Me ayuda a desprenderme aún más del profesor Jeon Jungkook y la imagen del alumno Kim Taehyung también se vuelve borrosa. La conversación que acabamos de tener también saca a la universidad de la escena, y habiendo dejado espacio en mi mente tras sacar ambas cosas... Hace que piense en otras. En una en específico que se lleva adueñando de mis pensamientos desde hace meses.
Kim Taehyung. Kim Taehyung abarca todo.
—Eso explica por qué sabe de pre-universitarios —dice Beomgyu, y Yoongi asiente con su cabeza—. Entonces, este chico, ¿cómo se llamaba? Taehyung —me señala con un palito de pan—. ¿Te gusta?
Lo pienso de verdad y me abstengo de negarme al instante como lo hice con Minji. ¿Qué significa gustar de alguien? Me siento cómodo alrededor de Taehyung, lo suficiente como para contarle cosas que nadie más que mi perro ha escuchado, para llorar frente a él y que sea la primera opción cuando pensé en qué utilizar mi sueldo. Me importa, me preocupo por él y siempre quiero saber que está bien. Creí que era el deber de un profesor, pero ahora no lo soy y sigo pensando en su bienestar. Bueno, no creo que eso sea suficiente para decir que me gusta.
También debería atraerme. Digo, físicamente. Me gusta estar cerca de él, tengo que admitirlo. Siento una necesidad extraña de tocar su cabello cada vez que se acerca demasiado. Es suave, y los rizos se enredan en mis dedos y estoy tentado a acariciarle la cabeza. Siempre termino revolviéndole el cabello antes de hacerlo.
Tampoco es razón suficiente (¿supongo?). También me gusta acariciar la cabeza de Bam.
Me gusta leer sus trabajos y adoro la forma en la que escribe. Pensar en él mientras los escribía, en su mano agarrando el bolígrafo, en los pequeños gestos que hace cuando escribe... A veces saca la punta de la lengua entre los labios cuando se concentra demasiado en algo. Lo he visto hacerlo en clases, y también cuando dibujaba en el club de arte. Cuando me dibujaba a mí. Siempre me dibujaba a mí y, las escasas veces en las que no lo hacía, me molestaba. Sentía un pinchazo extraño en el pecho.
También me gusta su olor. Creo que la única vez que noté su aroma fue cuando me abrazó el día de su cumpleaños. Recuerdo su brazos rodeándome mientras saltaba sobre mí, y de repente quiero repetirlo.
Quiero abrazarlo otra vez.
Y sé que estoy completamente perdido cuando pienso en besarlo, y la idea no me desagrada en absoluto. En realidad, me entusiasma y me aterra en medidas iguales.
—Creo que sí —termino por decir, y las palabras se sienten extrañas en mis labios. Impropias e inseguras. Doy otro sorbo al batido de fresa—. ¿Cómo supiste que Minji te gustaba?
—Hmm, bueno —Beomgyu se agarra el mentón mientras piensa—. Siempre pensé que era la mujer más hermosa que había visto en mi vida, pero tenía catorce años, así que era algo bastante superficial. Supongo que empecé a enamorarme de verdad cuando nos ayudaba con los trabajos grupales —ladea la cabeza—. Se preocupaba por nosotros, y eso me gustaba. Me hacía pensar que se preocupaba por mí y me emocionaba. También me di cuenta de que me ponía mal cuando le preguntaba cosas a este tarado de aquí —Yoongi le saca la lengua.
—Yo nunca he sentido celos de Taehyung —hago una recapitulación mental de todo lo que ha pasado desde que lo conocí. ¿Sentir celos de un dibujo cuenta? Para mi pesar, supongo que sí, así que rasco el cuello mirando hacia abajo antes de admitirlo—. Bueno, sí. Una vez.
—¿Es bonito? —pregunta Yoongi. Vienen a tomar nuestra orden y nadie puede evitar que pida lampredotto. Cuando volvemos a estar solos, vuelvo a hablar.
—Sí —digo, sin dudarlo.
Taehyung no solo es bonito. Lo he pensado desde que lo vi. Tiene unos ojos hermosos, incluso cuando las pupilas se le dilatan en un ataque de nervios. Su piel parece suave como el algodón, incluso perlada con sudor. Cuando parpadea con rapidez y arruga un poco la nariz una vez las cosas no salen como quiere. Con el uniforme escolar o con el disfraz de príncipe. Con el cabello bien peinado o revuelto. Taehyung (Dios, no puedo ser tan cursi) es el chico más lindo que he visto.
Maldición, estoy enamorado de Kim Taehyung. Ya no hay dudas.
La verdadera pregunta es desde cuándo me gusta.
—¿No le has pedido que sea tu novio? ¿No es mutuo?
Minji dijo que sí, pero no estoy tan seguro. Ha estado actuando extraño últimamente, nervioso de un modo diferente a cuando entraba en cortocircuito con cosas relacionadas al colegio. El incidente del sorbete es un buen ejemplo, pero no hay nada que me asegure que es porque guste de mí.
Aunque quizás y solo quizás...
—No es un buen momento —termino por responder. Beomgyu levanta una ceja—. Él está por graduarse y está empezando a prepararse para el CSAT también. Ambos tenemos muchas cosas en la cabeza ahora mismo.
—¿Vas a dejar que ese maldito examen te impida tener novio? —pregunta Beomgyu, con los labios torcidos en una mueca—. Ya dejaste que arruinara tu amistad con nosotros, ¿vas a permitir que eso se repita?
Ese es un golpe bajo y doloroso. Trago saliva y no digo nada. Beomgyu nota enseguida que se sobrepaso y se aclara la garganta antes de enmendar la situación.
—Lo siento. ¿Qué quiere estudiar? Si no es una carrera complicada, no creo que le haga daño probar otras cosas hasta octubre —no respondo, de nuevo, pero esta vez es por otra razón.
¿Qué quiere estudiar Taehyung? He pensado que tiene muchas opciones, porque es bueno en todo. Lo haría de maravilla en una Ingeniería, en Bellas Artes o en Medicina. El resto de maestros pensaban igual. Taehyung nunca destacó en una asignatura en específico, porque siempre brilló en todas por igual.
Incluso le iría mejor en Literatura que a mí, aunque me lastime el orgullo admitirlo.
—No lo sé —termino por decir.
—¿No lo sabes?
—No.
—¿No hablan de esas cosas?
—Hemos hablado mucho de la universidad, pero —siempre fue sobre mí. Sobre lo mucho que me dolió lo del examen y cuánto amo la carrera de mis sueños y escribir. Taehyung nunca ha hablado de su futuro conmigo. Hemos hablado de cómo le afecta el colegio, de lo mucho que le importa su desempeño académico y lo mal que está, pero nunca de carreras— el tema nunca salió a flote.
—Lo verás hoy más tarde, ¿no? —pregunta Yoongi. Traen nuestros platos y el de Yoongi se ve horripilante. Asqueroso y a punto de empezar a moverse. Beomgyu y yo damos arcadas solo de verlo, pero Yoongi toma un tenedor con tranquilidad mientras sigue hablando—. Puedes preguntarle.
—Sí, creo que lo haré —respondo, agarrando un tenedor también y cortando un pedazo de pollo. Huele delicioso. Beomgyu me da un golpecito con el mango de un cuchillo de mesa antes de cortar su pizza— ¡Auch!
—Y averigua si le gustas también. Es horrible perder tiempo cuando gustas de alguien y resulta que también gusta de ti —parece que habla desde su experiencia personal, pero dudo mucho que Minji se haya fijado en Beomgyu cuando aún éramos estudiantes. Quizás, si en verdad pasó, también tuvo un pequeño colapso pensando en lo inmoral de la situación. O no—. ¿Sabía que renunciarías cuando te recomendó el pre?
—No, aunque lo mencioné antes, así que pudo tenerlo en cuenta —digo, metiéndome un trozo de pollo a la boca. Se derrite sobre mi lengua y se mezcla con el queso parmesano. Esto sabe increíble. Tal vez debería traer a Taehyung en lugar de seguir mi plan original—, ¿por qué?
—Si lo sabía, quería que fueran al mismo lugar para asegurarse de que siguieran viéndose —dice Yoongi, tragando los intestinos de vaca como si fuera una deliciosa pasta. Dejo de mirarlo antes de volver a sentir náuseas—. Si no, era una excusa para verte más. En cualquiera de los escenarios...
—Es una buena señal —termina Beomgyu y Yoongi asiente. Se voltea para darme una nueva sonrisa paternal—. No te estreses, amigo. Tú puedes. Arriésgate antes de que le vendas tu alma al sistema educativo y no tengas tiempo de hacer nada. Disfruta.
Parece una versión alterna de lo que me dijo Minji sobre permitirme sentir. Hace poco creí que mi vida estaba acabada, pero ahora mismo estoy sentado de vuelta con mis dos mejores amigos mientras me planteo seriamente si intentar algo con Taehyung es una buena idea.
La balanza se inclina al sí con mucha diferencia.
Entonces, por primera vez desde que salí de casa hecho un manojo de nervios, me permito sentir.
—Está bien —le digo a Beomgyu—. Lo intentaré.
¡Nos leemos luego! ♡
[ Noduru, 2024 ]
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