Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

37

[ 5:6 ]

jungkook.

El lunes por la mañana, Minji me ayuda a escoger mi ropa. Usar ropa de maestro por tanto tiempo hizo que pierda un poco la noción de cómo debería vestirme, de qué me gustaba usar, así que prácticamente desempolvamos una camiseta negra y unos pantalones del fondo de mi clóset. Me miro en el espejo del baño mientras Minji peina mi cabello, y ambos estamos satisfechos con la imagen que devuelve mi reflejo.

—Estás nervioso —no es una pregunta, lo está afirmando.

Obviamente estoy nervioso. No me sorprendería que se turnen para tirarme piedras apenas me vean —le confieso, mirándola por el espejo. Minji me pone ambas manos sobre los hombros y me da algo así como un masaje. No lo disfruto, sino que me retuerzo en un intento de alejarla. Estoy tan tenso que duele. Ella me palmea la espalda.

—Respira —la he escuchado decir tantas veces esa palabra este fin de semana que perdió un poco de sentido, pero le hago caso—. ¿Dónde se reunirán?

—En el restaurante italiano que te gusta a ti —digo, mientras ella pasa de palmadas reconfortantes a golpecitos, reanudando el masaje. Hago una expresión de dolor que el espejo me devuelve.

—Definitivamente le contagié los buenos gustos a Choi Beomgyu —dice con orgullo para sí misma. Entorno los ojos—. ¿Hora?

Estiro mi brazo para encender mi celular. Son las nueve de la mañana.

—A las diez. Haremos tiempo mientras hablamos y ellos me insultan por se una mierda de ser humano hasta el almuerzo y comeremos en The Grand Mozzafiatto. En el mejor de los casos, iremos al parque de en frente o a otro lado a pasar el rato hasta las dos, volveré a casa y me prepararé para el pre-universitario.

—¿Después? —dice, con el tono de voz de un entrenador que repasa con su equipo los pasos a seguir para ganar el partido. Parpadeo muy rápido. No me puedo concentrar con los martillazos que le da a mi espalda.

—Iré al pre-universitario.

—¿Y?

—Y... atenderé a las clases, ¡auch! —su masaje se convierte en golpes sin escrúpulos. De una zancada termino acorralado en la esquina del baño, lejos y seguro de su mano asesina. La miro con horror— ¿Qué fue eso?

—¿Qué harás después del pre-universitario? —pregunta, pronunciando lentamente cada palabra, y ya me la imagino como una detective interrogando a un sospechoso de asesinato (¿Dónde estuviste la noche del viernes a la hora del crimen? ¡Responde!). Trago saliva, mirando consecutivamente a Minji y a la puerta mientras ideo un escape en mi cabeza, pero Bam aparece como un guarda de seguridad. Suspiro, rindiéndome.

—Saldré con Taehyung —digo en un susurro, echando la cabeza hacia adelante. Minji se cruza de brazos y sonríe.

—¿Y entonces?

—No lo sé, no lo sé. Puede salir bien, puede salir mal. Puedo arruinarlo y que me odie tanto que se cambie de pre-universitario —digo rápidamente, y la sonrisa se borra de su rostro. Exhalo con lentitud—. No sé lo que pasará, Minji. No quiero pensar en eso. Ya es un milagro no haberle dicho que olvide lo que dije y que no habrá salida, así como ya es mucho haber aceptado la salida de Beomgyu y Yoongi. Lo intentaré, de verdad, entonces no me presiones —le suplico con la mirada—, ¿está bien?

Aprieta los labios con tristeza y da dos pasos para acercarse a mí. Tiemblo un poco cuando acerca las manos a mis hombros, pero me da un apretón suave que se transforma en un abrazo. La rodeo con mis brazos con fuerza, sintiéndome otra vez un niño pequeño (es lo que soy, lo que siempre seré al lado de Minji).

—Olvídalo. Olvida todo lo que dije y disfrútalo —susurra contra mi oído, y entonces recuerdo que es mi hermana. La que me sacó a la fuerza de mi habitación y me consiguió el empleo en el Sain Clair, y no puedo hacer otra cosa que abrazarla con más vehemencia—. Te lo mereces, Jeon Jungkook.

Minji sale del baño y yo me quedo un momento más, juzgando a la persona en el reflejo bajo la atenta mirada de un jadeante Bam en la puerta. Me paso una mano por el rostro y le doy una mirada derrotada. El perro sonríe ajeno al mundo que lo rodea, y me agacho para acariciarlo.

—Yo puedo hacerlo, ¿verdad? —Bam ladra y me lame la mejilla. Le acaricio detrás de las orejas y salgo de mi cuarto con él siguiéndome de cerca.

Me siento en el primer escalón y reviso mi celular antes de bajar las escaleras. La bandeja de entrada era un campo desierto antes del viernes. Solo hablaba con Minji, mamá, y con otros maestros desde que empecé a trabajar. Antes estaba el el chat grupal de maestros del Saint Clair (en el que solo se discutían horarios y eventos) y los videos del hijo de Seokmin tocando en bares (rock muy pesado del que no soy muy fan, pero de seguro Beomgyu sí). El sábado por la mañana me desperté con la noticia de que había sido añadido a un nuevo chat grupal con el nombre de LOS ÁNGELES DE CHARLIE (Reencuentro edition), y que habían unos cincuenta mensajes sin leer.

Yoongi: No creo que sea buena idea hacer esto a media noche.

Beomgyu: ¿Por qué? Minji me acaba de dar su número.

Yoongi: ¿Por qué hablabas con Minji a esta hora?

Beomgyu: ¿Te importa?

Beomgyu: ¿Por qué TÚ estás despierto a esta hora?

Yoongi: Buen punto.

Yoongi: Estaba jugando.

Beomgyu: Predecible :p

Yoongi: Pero olvidas que Jungkook es un chico responsable que tiene trabajo y probablemente esté durmiendo.

Beomgyu: En primer lugar, renunció ayer.

Beomgyu: En segundo lugar, ¿quién desperdiciaría así un viernes por la noche?

Yoongi: Hmm, ¿alguien que sí tenga una vida? A diferencia de nosotros.

Beomgyu: Jaja, qué cruel.

Los mensajes continuaron hasta bien entrada la madrugada, cuando por fin recordaron que estaban en un chat grupal y no en el suyo propio, acordaron que yo debía estar durmiendo como un bebé y que volverían a intentarlo en la mañana. Me resultó abrumador (en un buen sentido) ver a mis amigos hablar como si fuera un día normal, en el que volvíamos a tener dieciocho años y no sabíamos nada del mundo además de que queríamos seguir juntos. Deseo que yo arruiné, pero que ellos mantuvieron en pie bajo sus propios términos.

Dudé tanto antes de enviar el primer mensaje, metido en el chat como un observador fantasma, que ellos aparecieron primero y, para mi gran alivio, se me adelantaron.

Beomgyu: Oh, ¡Jungkook! Estás aquí, ¿no? Leíste los mensajes.

Beomgyu: ¡¡Hola!! :)

Leí los mensajes con su voz y me entraron unas inmensas ganas de llorar. Era una buena señal que no empezara la conversación insultándome (algo que me merecía de sobra), pero eso no fue suficiente para calmar el latido errático de mi corazón. Me sentía nervioso, tanto como un estudiante en su primer día de clases, y no podría haberme parecido más ridículo.

Espabílate, Jeon Jungkook.

Eres un adulto, actúa como tal.

Jungkook: Hola.

Un segundo bastó para darme cuenta del magnánimo error que acababa de cometer. Maldición, incluso había puesto un punto al final de la oración, como un verdadero maestro de Literatura. Me apresuré e intenté enmendar las cosas.

Jungkook: :)

Me cubrí el rostro con la mano, insultándome en voz baja. ¿Cómo podía ser tan inadaptado socialmente? Sé que los meses de aislamiento me hicieron mal, pero lo había hecho bien con Taehyung y sus amigos. Tal vez fue porque, lo quiera aceptar o no, había una relación implícita de poder bajo la cual me había protegido. Ahora mismo estaba con dos chicos que, no solo habían sido mis mejores amigos, sino que eran mis iguales. Teníamos la misma edad, no había relación de poder que me protegiera. Tenía que enfrentarlos si quería volver a merecerme siquiera llamarlos amigos.

Había reunido el valor para teclear otro mensaje cuando la pantalla de mi celular se transformó a una de llamada entrante. El celular casi se me cae de las manos al ver el nombre de Choi Beomgyu bajo una fotografía de él abrazando a mi hermana. Tenía el cabello mucho más largo y sonreía en grande mientras Minji le besaba la mejilla. Bufé, aún nervioso en extremo, y respondí a la llamada.

—H-Hola... —empecé a decir, con la garganta seca, pero él ni siquiera me escuchó.

—¡Jungkook! ¡Jeon Jungkook! —empezó a reírse a carcajada viva. Tuve que alejar el oído del celular por un momento— Creí que nunca volvería a escuchar tu voz, ¿cómo estás?

—Bien —tragué saliva, parpadeando muy rápido—, ¿y tú?

—Bien, sí. Todo está bien —suspiró, satisfecho, y escuché un traqueteo al otro lado de la línea—. Oye, ¿qué tal todo el tema de ser profesor? Odiabas hablar en público, ¿no es algo así como el peor trabajo para alguien como tú?

—Sí, bueno —para mi sorpresa, también me reí en voz muy baja. No era un comentario mal intencionado, pero Beomgyu era número uno en decir las cosas como son. Quizás en eso se parecía mucho a es amigo de Taehyung, Sunghoon—. No tenía muchas opciones, siendo sincero. Además, Minji me consiguió el empleo. No podía quejarme.

—Ah, Minji —volvió a suspirar, esta vez como saliendo de una ensoñación—. Esa mujer es un verdadero ángel.

—¡Oye! Sigue siendo mi hermana —se disculpó entre risas y le seguí el juego—. Hablando en serio... ¿por qué Minji?

—¿Por qué no Minji? Ahora que estamos serios, debería confesarte que tengo ojos solo para ella desde que iba a recogerte en el colegio y teníamos quince años. Nunca me había gustado alguien tanto, y volverla a encontrar hace unos meses fue el destino. ¡El destino, Jungkook! —volví a escuchar el mismo traqueteo, pero ahora habían voces de fondo y el sonido de algo friéndose en un sartén—. Si te sirve de algo, lo primero que hice fue preguntar por ti antes de pedirle su número.

—Me siento halagado —dije con sarcasmo, poniendo los ojos en blanco aunque no podía verme—. ¿Qué estás haciendo? Escucho mucho ruido de fondo.

—Ah, saliendo de la residencia. Yoongi me dejó dormir aquí porque, eh, ¿leíste todos los mensajes de ayer?

—No todos.

Hmm, está bien. En resumen, soy un mal bebedor y Yoongi lo sabe. Unos amigos querían celebrar que consiguieron una tocada en un bar la próxima semana y me invitaron a comer pollo. Con cerveza, mucha cerveza. Ni siquiera me gusta la cerveza, no sé por qué fui —los sonidos del fondo quedan amortiguados cuando se encierra en un cuarto. Lo escucho masticar algo, tragar y volver a hablar—. El dueño del local llamó a Yoongi para que me sacara de ahí porque era el primer contacto que encontró en mi celular.

—¿Yoongi? ¿Está contigo? —pregunté. Él se había pasado de largo la etapa incómoda en la que poco a poco agarrábamos confianza y me ya me hablaba como si fuéramos mejores amigos de toda la vida que jamás se distanciaron, pero yo seguía con cautela.

—Está durmiendo. Los sábados los pasa en la residencia porque los viernes se desvela jugando en su habitación. Está completamente drenado, pero le diré que le mandas saludos.

—Gracias —dije, aún con ese velo de incomodidad en mi voz. Beomgyu aprovechó el silencio para seguir comiendo lo que sea que comía, alejándose del celular cuando tragaba. Después de unos segundos, lo escuché tararear a la lejanía y noté que había puesto el celular en altavoz.

—Oh, ¡cierto! —por lo lejos que sonaba, podía imaginar que estaba al otro lado de la habitación—, ¡Jungkook! ¡¿Sigues ahí?!

—¡Sí! —grité contra el celular, sintiéndome imbécil por hacerlo al instante. Eso le arrancó una buena carcajada a Beomgyu.

—Pensé que habías colgado —volvió a acercar el celular a sus labios—. Oye, el fin de semana estamos un poco cargados, pero ¿quieres salir el lunes? Ya sabes, para ponernos al día y eso. Estoy seguro de que hay mucho más que contar además de que eres maestro —se rió, y yo me encogí. Por supuesto que no, a menos que mencione a...—. Además, Yoongi y yo tenemos que contarte un millón de cosas. ¿Qué te parece?

Sentí el calor sobre mis mejillas y me encontré a mi mismo sonriendo sin darme cuenta. Me aclaré la garganta e hice recuento de las cosas que tenía que hacer. Casi olvido que volví a convertirme en un desempleado. Sin el trabajo, planeaba adentrarme de lleno a estudiar para el examen, dándome pequeñas pausas para continuar con la historia del planeta y el sol (si no entraba en la universidad, por lo menos planeaba tener una colección de cuentos cortos que presentarle a una editorial). El lunes sería mi primer día en esa nueva vida, pero quizás...

No me vendría mal salir un poco.

—Sí. Puedo en la mañana, la tarde...

—Adivino —dijo, con un tono divertido que casi rozaba lo burlón—, ¿pre-universitario?

—Sí —admití, con las mejillas coloradas—. De hecho, empiezo el lunes.

—Almorcemos. No creo que tu curso empiece tan temprano, ¿no? Podríamos vernos a... ¿las diez?

—Sí, sí. Me parece bien —respondí, con más entusiasmo del que me habría gustado mostrar. Apreté los labios y empecé a caminar por mi habitación con el celular pegado a la oreja. Me mordí el pulgar con nerviosismo—. ¿Dónde?

—¡El mejor restaurante que no podrías encontrar ni en la misma Italia! —dijo Beomgyu con un acento italiano horrendo que me hizo recordar a Minji, diciendo exactamente la misma línea mientras nos llevaba en su auto a su restaurante favorito— Apuesto a que sabes de qué hablo.

—No puedo creer que Minji te haya...

¡The Grand Mozzafiatto! —exclamó, con el mismo acento mal fingido.

¡Nos leemos luego!

[ Noduru, 2024 ]

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro