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jungkook.

No recordaba lo bien que se sentía tener a alguien con quien hablar de verdad, a quien podría contarle las preocupaciones más oscuras que habitaban en mente, y que no me juzgaría. Alguien que abrazaría mis miedos y me aceptaría tal y como soy, para que yo haga lo mismo con los suyos. Tener un amigo de verdad. Hace mucho olvidé cómo se sentía.

Y perderlo tan rápido fue un baldazo de agua fría.

Marzo fue uno de los mejores meses que he tenido desde el incidente del CSAT. Guardo las notas de Taehyung en mi planificador, y las releo en los recesos. Retomé la historia de amor entre el Sol y el planeta durante las noches y, aunque no le he enviado ni una sola nota esta semana, sí he escrito varias. No se las entregaré, no todas, porque básicamente son una colección de mis lloriqueos. Que extraño leerlo, que extraño verlo en el club de arte, que extraño buscar un libro en mi estante que se adapte a sus gustos y dárselo al día siguiente. Solo le daré la última, la que escribí ayer por la noche.

Taehyung,

No dejan de hablar sobre ti en la sala de maestros, y escuchar tanto tu nombre me hace sonreír. Dios, no puedo entender cómo logras ser tan bueno en todo. Bueno, tengo mis teorías (ya puedo imaginarte hundido en libros toda la noche, lleno de estrés. Espero que no haya sido así, espero que te lo hayas tomado con calma. Odiaría verte mal por culpa de los exámenes, aunque tus ojeras son prueba suficiente de que has estado trabajando más de lo que deberías). No me gusta verte sobre-exigiéndote, pero aún así te lo diré: Tus esfuerzos definitivamente valieron la pena. Has dejado el nombre de Kim Taehyung (una vez más) en alto.

Estoy orgulloso de ti, al igual que todos los maestros (no paran de decir que eres la prueba de que aún podemos poner nuestras esperanzas en los jóvenes).

Pero en especial yo. Estoy muy, muy orgulloso de ti.

Sé que ya no hay club de arte, pero encontraré la forma de darte una recompensa por haber sufrido toda esta semana. Será difícil hacerlo (solo encontrar la forma de darte esta nota sin que sea extraño ya será casi imposible), pero encontraré la forma, te lo prometo. ¿Un pastelito de fresa sería suficiente? Te mereces una tarta entera, pero ya comimos una para tu cumpleaños y además no tengo el presupuesto (aún no me han dado mi salario de este mes, pero te compraré algo cuando me lo den).

Extraño prestarte libros y encontrar una nota tuya cuando me los devuelves.

Te extraño.

Pd. Ayer estuve ordenando mi habitación y encontré trabajos sueltos que nunca les devolví. Entre ellos estaba el primer escrito que me diste. No sé si lo recuerdes, pero decía que tu vida giraba en torno a una razón que no te llenaba, un sol que detestabas. Y creo entender a lo que te referías. Quizás mi vida tampoco gira alrededor del sol correcto...

No quiero ser entrometido, y no tienes que responderme si no quieres, pero ¿a qué te referías? ¿Cuál es tu sol, Taehyung?

Hoy es viernes, el último día de la semana de exámenes. Sé que los de tercer año hoy tienen que dar exámenes de química y matemáticas, así que puedo entender lo que veo cuando voy a la biblioteca en el receso y encuentro a Taehyung, estudiando. Mi examen fue sencillo, quizás demasiado (o tal vez soy un buen maestro), porque a todos les fue bien. Pero tengo entendido que Dokyeom y el señor Bae (un amargado de cincuenta años que les da matemáticas a los cursos superiores) tienen la mala costumbre de hacer exámenes infernales y reprobar a todo el mundo.

De seguro Taehyung tiene esos exámenes después del receso, por eso está aquí ahora mientras todos sus amigos están en el patio.

No hay mucha gente en la biblioteca a esta hora, por no decir que no hay nadie además de él, yo y la bibliotecaria. Taehyung ha empezado a usar unos lentes redondos de marco delgado desde el lunes que le quedan increíble. Se ha quitado el abrigo y apoya los codos descubiertos sobre una de las mesas de la biblioteca mientras revisa el libro de texto y luego pasa a hacer ejercicios en su cuaderno. Me siento en una mesa bastante alejada de la suya, saco mi laptop y me dispongo a trabajar en la historia del Sol y el planeta, mirándolo por encima de la pantalla cada tanto.

Tengo que darle su espacio. Esto es importante para él y yo solo seré una distracción.

Tengo que esperar a que el día de hoy termine. La vicerrectora me llamó a su oficina en la mañana y hablamos sobre mi renuncia. Le dije que no me molestaba renunciar, pero ella insistió en que lo hagamos parecer un despido para que, junto al pago de marzo, me diera una indemnización. Yo me ahorré la parte en la que mencionaba que aún vivía con mi madre y que una indemnización no era para nada necesaria, pero las ganas de llevar a Taehyung a comer a un lugar bonito después de nuestra primera clase del lunes en el pre-universitario me ganaron. Dijo que recogiera mis cosas y pasara por el dinero antes de ir a casa.

Ya no sería el maestro Jeon. Por fin.

Tengo escritas un par de páginas cuando veo que faltan quince minutos para que termine el receso. Apago mi laptop, revelando a Kim Taehyung, a quien había dejado de vigilar desde hace unos diez minutos, y la imagen me deja sin aire. Borra una y otra vez lo que tiene escrito sobre la hoja, con tanta fuerza que casi la rompe. Se agarra del cabello con frustración y se friega los ojos con mucha fuerza. Puedo notar que respira con dificultad, que el pecho le pesa, que llorará en cualquier momento.

Agarro el termo de mi mochila y corro hacia él. Me siento a su lado, haciendo el menor ruido posible cuando muevo la silla, pero aún así me escucha y se gira para verme. Los ojos le brillan.

—Taehyung.

—No puedo —confiesa en un susurro. Se refiere a la hoja llena de tachones y ejercicios hechos a la mitad que está arrugada frente a él.

Lo tomo por los hombros con suavidad.

—Por supuesto que puedes, Taehyung. Solamente respira y...

No puedo —se quiebra y empieza a llorar en silencio. Las lágrimas le caen como ríos desde los ojos. Recuerdo su llanto de felicidad en el salón del club en su cumpleaños. Tenía el rostro sonrojado y un resplandor especial en su mirada. Desbordaba alegría. Este llanto es el completo opuesto, con el cabello desordenado y las ojeras de mapache. Se quita los lentes y los deja con fuerza sobre el escritorio, cubriéndose el rostro—. No puedo, Jungkook. No podré hacerlo. Toda la tarde, toda la maldita tarde estudié este estúpido tema y todavía sigo sin ser capaz de hacer un ejercicio. Me va a ir fatal en el examen. El puntaje destrozará mi promedio, y me destrozará a mí. No puedo, no quiero, no soy... —solloza, intentando mantener un tono bajo para no llamar la atención de la bibliotecaria.

—Taehyung.

—Estoy cansado. Si no puedo con un examen tan sencillo, ¿cómo podré con los exámenes finales? ¿Cómo lo haré con el CSAT?

Tomo una bocanada de aire temblorosa y lo envuelvo con mis brazos, mirando hacia todos lados. Muy sabio de su parte escoger una mesa apartada y escondida entre estanterías enormes de libros, pero aún seguimos en el campo visual de la bibliotecaria. Se deja caer sobre mí y saca todo, permitiéndole a mi hombro callar sus sollozos. Probablemente lleva guardándose esto desde que empezó la semana. Por como Hanbin y Sunghoon habían hablado de él, es probable que Taehyung actúe así cada vez que tiene exámenes, que se frustre con facilidad y se encierre en sus errores. Cualquiera que lo viera como un espectador lejano no lo entendería. No es para tanto, solo exagera.

Pero nadie lo ha vivido desde sus zapatos.

Tiene que dejar de pensar así. No quiero que pase por lo mismo que yo. No quiero ni imaginar cómo reaccionaría si en el CSAT...

—Taehyung, eres un ser humano. Los seres humanos no son perfectos. No tienes que ser perfecto en todo, ¿sí? —tiembla con un sollozo. Acaricio su espalda— Da tu mejor esfuerzo, da todo de ti. Mientras sepas que lo hiciste, ¿qué importa el resultado?

—A mí me importa —dice contra mi hombro, su voz sonando amortiguada y extraña. Mi mano sube hasta su cabeza.

—Por supuesto, por supuesto. Lo que quiero decir es que ponerte así no ayudará, encasillarte en lo que no puedes hacer no te ayudará. Respira, responde a ese examen calmado. Los nervios son tu peor enemigo. Te lo digo por... experiencia. Tienes que calmarte, Taehyung. Es preferible fallar en una pregunta porque simplemente es un tema que no dominas en lugar de fallar en todo el examen porque sucumbiste ante los nervios —me separo de él para mirarlo a los ojos y acuno su rostro entre mis manos. El rastro de sus lágrimas humedece mis dedos—. Tú puedes hacerlo, Taehyung. Destroza estos últimos exámenes. Te prometo que sentirás un alivio enorme cuando los entregues —lo suelto para servirle una taza de té. El termo es uno de esos cuya tapa sirve como taza provisional. Lo soplo un par de veces, porque sigue humeando, y se la entrego. Él la acepta, cabizbajo, y le da un sorbo—. Te estaré esperando cuando salgas.

Se mantiene con los labios pegados a la tapa del termo, y el vapor se le pega a las mejillas. Se lo acaba de un solo bocado, dejándola sobre la mesa y empieza a guardar sus cosas. Sonrío al ver de nuevo ese brillo especial en sus ojos cuando se pone de nuevo los lentes y se echa a la espalda el abrigo.

—Está bien, eso haré. Son solo dos exámenes más. Yo... Yo puedo.

—Eso es —también me levanto. Agarro la tapa y veo que aún queda un poco de té, así que me lo tomo. Él me mira con los ojos muy abiertos, se aclara la garganta y se concentra en ponerse su abrigo. Cierro el termo y acaricio su cabeza cuando vuelve a girarse hacia mí (he hecho de esto un hábito)—. Tú puedes, Taehyung. Confío en ti.

—Gracias —dice, dándome una sonrisa antes de salir de la biblioteca.

Voy a guardar mis cosas y me fijo disimuladamente en lo que hace la bibliotecaria. Ella finge leer un libro cuando, en realidad, está roncando como un hombre viejo con problemas respiratorios. Suelto un bufido, me cuelgo la mochila y salgo tras Taehyung.

¡Nos leemos luego!

[ Noduru, 2024 ]

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