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taehyung.
Puede que solo sea mi imaginación (porque no me sorprendería estar empezando a delirar), pero siento que aparece en todos lados. En todos lados. De repente, parece que tuviéramos más horas de Literatura a la semana. Me lo encuentro más de una vez en los pasillos, y él me da esa sonrisa amable y despreocupada que me hace perder los estribos. Yo solo inclino un poco la cabeza y aprieto los labios simulando una sonrisa. Es escalofriante. Siempre que lo veo, la pregunta de Chaehyun me atormenta como un fantasma, y la nota en el trabajo la tengo tatuada en mi cabeza. No puedo verlo a los ojos, no sin sentir que he pecado.
Siempre pasa caminando frente a nosotros en la hora del almuerzo, cuando estamos en el patio. Siempre con la misma taza humeante y el celular pegado a la oreja (estoy casi seguro de que habla con su novia. Casi, porque desde el incidente del parque empiezo a creer que es solo su hermana (la chica del cabello teñido). Y, desde el incidente de la pregunta, empiezo a desear que no sea su novia.
—¿Quién crees que reemplazará a la señora Im? —pregunta Sunghoon, con la mano aferrada a la correa de su bolso de arte. Frunce los labios y mira el techo— Mientras no pongan a un cualquiera como el maestro Jeon.
Me encojo de hombros cuando giramos por el pasillo, dirigiéndonos al salón de arte del Saint Clair.
—No tengo ni la menor idea, pero... Jeon no es tan malo. Sus clases son entretenidas.
Frunce el entrecejo y se cruza de brazos.
—Puede ser, pero sus tareas son infernales.
— Sinceramente, espero que no venga nadie y tengamos el periodo libre otra vez —él se ríe y me da un codazo suave. Yo me rio también.
Estoy mintiendo. Extraño el club de arte, demasiado. Era el único lugar en el que, por un par de horas, podía ponerme los audífonos y olvidarme de todo. No hay exámenes, ni boletas de calificaciones, ni presentaciones. No hay nada más que un cuaderno, un lápiz carboncillo (o un lienzo, o acuarelas. Depende de mis ánimos) y yo.
(Y Sunghoon, pero apenas hablamos cuando estamos en el club. Cada quien está concentrado en su trabajo).
Además, la mujer que dirige el club es mi maestra favorita del Saint Clair. Im Nayeon se graduó hace unos cuatro años de Bellas Artes en un universidad que queda cerca del colegio, y es una ex-alumna del Saint Clair. Es joven, y amable. Era como una más de nosotros. Una versión mejorada de Jeon Jungkook, si hablamos de maestros recién graduados. Más artística, más madura. Le gustan las flores y tiene un séptum. Era mi modelo a seguir, prácticamente.
Pero consiguió un novio a inicios del año anterior. Un novio que, más pronto de lo que cualquiera esperaría, subió de nivel hasta convertirse en esposo. Y ambos pasaron (de nuevo, demasiado pronto) a ser papás, hace un poco menos de un mes.
Y el club de arte ha estado en una especie de pausa temporal gracias a eso, pero hoy en la mañana vimos el salón de arte abierto y encontramos una taza de café humeante sobre el escritorio cuando nos asomamos. No es la señora Im, porque ella odia el olor a café, pero es una señal de vida y, realmente esperaba, una buena señal.
Una buena señal, que fue una confirmación cuando la directora pasó por nuestro salón a decirnos que el club de arte abriría sus puertas una vez más desde hoy.
(Una suerte que Sunghoon y yo hayamos dejado nuestro material en nuestros casilleros y básicamente lo olvidamos ahí desde que el club fue cerrado. La mayoría de chicos llegaron hoy con un lápiz y su cuaderno de apuntes. No los juzgo, yo también prefiero garabatear en cuadernos a dibujar sobre lienzos).
Él es, literalmente, la última opción que cruzó mi mente. Jeon Jungkook, por Dios. ¿Qué sabe él de arte? Sabe de Literatura, sí, me ha quedado más que claro. Y no es un maestro mediocre, lo acepto. Pero, ¿tenían que traerlo para dirigir el club de arte? Una pregunta no deja de darme vueltas en la cabeza mientras lo miro por encima de mi cuaderno, sentado en su escritorio con una expresión que grita no-sé-qué-mierda-hago-aquí: ¿Por qué?
Ni él sabe por qué está aquí. Nos lo dijo directamente.
—Seré el reemplazo temporal de su anterior maestra —dijo, intentando sonar lo más serio posible. Pero no es bueno ocultando lo que siente. Nadie en el salón lo habrá notado, pero yo sí. Estaba nervioso—. Aún no... me han entregado la planificación y no he tenido —se quedó callado, divagando y mirándose las manos entrelazadas— tiempo para escribir una propia. Espero que puedan comprender y... continúen trabajando en los proyectos que tenían pendientes, ¿sí? Estaré aquí por si necesitan algo.
Jeon Jungkook no lo sabe, y nadie se lo ha dicho, pero no existen dichos proyectos pendientes. Lo último que hicimos con la señora Im fue una pintura de un florero lleno de amapolas que terminamos justo la última vez que ella estuvo aquí. Así que todo el mundo está tonteando en sus celulares o garabateando en sus cuadernos de dibujo, y Jeon Jungkook está pseudo-vigilándonos y dándole sorbitos a su café cada tanto. Me siento mal por él. Probablemente le asignaron esta tarea, conociendo al Saint Clair, esta misma mañana. Ya hemos pasado por esto con otros maestros. La directora odia que perdamos clases, así que prefiere poner de reemplazo a cualquier maestro que se le ocurra hasta que alguien decente presente su carpeta para ocupar oficialmente el puesto. Pero, ¿poner a un maestro recién llegado a hacer de reemplazo? ¿En el club de arte? Eso es salvaje.
Sigo la línea de su mandíbula con la mirada, y luego la intento replicar sobre el papel. Los ojos almendrados, el cabello que le cae sobre los ojos y la nariz y le cubre las orejas. Los codos apoyados sobre la mesa, la expresión cansada. La camisa blanca arremangada y los lentes que sostiene vagamente entre el índice y el pulgar.
Tiene ojeras, quizás producto de calificar textos mediocres de alumnos de casi cinco cursos diferentes hasta media noche. Paso la punta del lápiz una y otra vez bajo sus ojos. La pupila, el brillo cansado, la sombra que se proyecta bajo su cuello. Tiene lindas manos. Son delgadas y pálidas, y sus uñas lucen... no lo sé, delicadas. Bonitas. Lleva puesto un reloj negro que le da un toque especial a sus brazos descubiertos.
Jeon Jungkook es un chico atractivo, y no lo digo como un alumno que babea por un maestro (no, en serio. Quisiera que olvidáramos el incidente de la pregunta de Chaehyun. Es Jeon Jungkook, no me gusta. Por supuesto que no, ew), sino que lo digo como un dibujante que objetivamente busca modelos estéticamente agradables para dibujar. Tiene rasgos finos, bordes definidos. La ropa se le pega al cuerpo perfectamente, como si hubieran fabricado esa camisa específicamente para él. Tiene el cabello sedoso, y da la impresión de que, si pasas tus dedos a través de él...
Será como tocar algodón.
Todo Jeon Jungkook luce como algodón. Suave, suave, suave.
Incluyendo sus labios.
—Sonaré muy egocéntrico, pero tengo que preguntar: ¿Soy yo?
El respingo que doy al escuchar su voz es indescriptible. Más que humillante. Estoy apoyado contra la pared, sentado en el suelo, así que no hay lugar al que huir. Alzo la cabeza para encontrarme al chico que llevo dibujando por unos cuarenta minutos, parado frente a mí, inclinado hacia el frente y mirándome con una sonrisa.
No puedo hacer más que mirarlo por lo que me parece una eternidad. Siento exactamente la misma sensación que me invadió en el baño del Asian Bay y cuando imaginé cosas extrañas mientras me devolvía el trabajo: pánico absoluto trepándome cada extremidad. En el restaurante, solo bastó con cerrar la puerta para escapar de este chico. En el salón pude dar media vuelta y huir a mi asiento. Aquí, no hay ninguna puerta protegiéndome de él.
Me toma más de lo que debería asimilar su pregunta.
Le doy una mirada rápida a Sunghoon, como pidiendo auxilio desesperadamente, pero él está sentado en uno de los bancos más alejados, concentrado en darle los últimos retoques a su óleo de las amapolas. Regreso a Jungkook.
—No —le respondo.
La sonrisa no se le borra de la cara.
—Está bien —se endereza, y sigue luciendo nervioso. Preguntar sobre el dibujo fue su forma de empezar una conversación (la relación maestro-alumnado siempre se relaja un poco en las horas del club. No estamos en horario escolar, después de todo, pero eso no aplica a mí y a Jeon Jungkook. Cualquier interacción entre nosotros va a ser incómoda, sin importar qué), pero mi actitud no está colaborando con su plan. Aún así, él ha venido por algo y no se irá sin decirlo—. Eh, ¿Taehyung?
—¿Sí?
—¿Puedes quedarte un momento después del club? Quiero discutir algo contigo —nota al instante que mi cabeza empieza a trabajar en crear los peores escenarios posibles al segundo de que esas palabras abandonan sus labios. Se aclara la garganta—. No es nada malo, tranquilo.
Respiro profundamente, manteniéndole la mirada, y luego la bajo hasta dar con el dibujo en mi cuaderno. Me encojo.
—Seguro.
¡Nos leemos luego! ♡
[ Noduru, 2024 ]
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