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jungkook.
Si alguien me pregunta cómo ha sido mi experiencia siendo maestro en el Saint Clair, a una semana de haber empezado a trabajar aquí, diría que es agotadoramente entretenido.
Sé que no me conviene enviar trabajos, porque más tareas para ellos significa más tareas por calificar para mí. Y calificar trabajos es más complicado de lo que creí, especialmente porque la mitad del colegio Saint Clair tiene una ortografía terrible. Incluso los de tercer año, y la mayoría de sus escritos me dan ganas (sin ofender) de vomitar.
Pero Kim Taehyung es una agradable excepción.
Me bastó entrar una vez a la sala de maestros durante la hora del almuerzo para escuchar su nombre más de una vez. Todos lo adoran. Los maestros hablan de él como un corderito inocente entre una multitud de lobos hambrientos: Un alumno de boleta perfecta y comportamiento perfecto. Taehyung es la personificación de la palabra excelencia, y algunas maestras dicen que probablemente será uno de los mejores puntajes en salir del Saint Clair.
Me preguntaba si esos maestros habían visto las mismas facetas de Taehyung que yo vi durante los últimos días. Quizás, y solo quizás, yo lo había conocido mejor en una semana de lo que ellos habían logrado en años. Taehyung no era un corderito inocente, era un corderito asustadizo. Ellos temían que el resto de lobos convirtieran a Taehyung en un lobo también. Pero yo pensaba, más bien, que lo más probable era que los lobos devoraran a Taehyung.
Y, al menos yo, no me refería a el resto de chicos como los lobos.
Quien devoraría a Taehyung serían los maestros. O sus calificaciones. O ambas.
Bueno, prestando un poco más de atención, no creo que Taehyung se comporte así con otros maestros. Creo que yo soy especialmente bueno en esto de hacer que entre en cortocircuito. Y eso no es precisamente bueno para mi plan de ayudarlo a sobrellevar mejor su problemita.
Mi primera impresión con Taehyung (al menos según mi perspectiva) no estuvo tan mal. Lucía mil veces más relajado saliendo del baño con ese traje de príncipe de lo que luce ahora en cualquiera de mis clases. Y estaba claro que se volvería mucho más cuidadoso una vez se enterara de que yo era su nuevo profesor, pero siento que nuestra segunda impresión (y la tercera, y la cuarta) han sido terribles. Y sé bien que es mi culpa, mía y de todos los trabajos que les envío a los de tercer año, pero realmente me gusta leer lo que escribe. Incluso esto es bueno para él: He estado llenando su boleta de 100, porque sus trabajos no merecen nada menos. Ahora lo estoy complaciendo con las calificaciones, entonces ¿por qué sigue actuando como si yo fuera un lobo cada vez que nos encontramos?
Hace mucho tiempo que no leía algo que me enganchara, o que me inspirara a escribir. Hace mucho tiempo que no escribía nada en realidad (no tener el puntaje suficiente para aplicar en una Licenciatura en Letras es realmente desmotivador), pero hoy aproveché que todos los trabajos estaban calificados y, en lugar de sacar el libro del examen simulacro del CSAT, abrí un documento en blanco y empecé a escribir. Que el último trabajo que califiqué fuera una serie de haikus escritos por Kim Taehyung (me estaba quedando sin ideas para llenar las clases de apresto que me quedaban. Gracias, señora Bang, por su planificación. En serio, gracias), ayudó mucho a mi casi nula inspiración de los últimos meses.
Cuando me di cuenta, eran las tres de la mañana, tenía escritas unas ocho mil palabras y el primer trabajo de Kim Taehyung (el del Sistema Solar) estaba al lado del portátil. Pensé en la expresión que ponía cada vez que nos encontrábamos en los pasillos o cuando yo entraba al salón. Esa que puso cuando me lo topé accidentalmente en el restaurante de comida china (mi mayor temor, encontrarme a un estudiante fuera del colegio, se cumplió en mi primera semana. Increíble). Era sorprendente como un corderito que tenía una eterna expresión horrorizada pudiera escribir tan bien.
Esa noche, con la repentina ola de inspiración que me dio Kim Taehyung, escribí una historia de amor entre un planeta, pequeño, vulnerable y perdido, y el Sol.
El Sol era demasiado grande, tan brillante que no podías verlo directamente, y el planeta orbitaba alrededor suyo sin descanso. El Sol estaba fascinado con ese planeta, que era uno de los más pequeños de toda la galaxia, pero que parecía ser el único que giraba a su alrededor por voluntad propia. El resto de planetas lo hacían por mero aburrimiento o porque estaban obligados a hacerlo, pero aquel pequeño planeta lo hacía por verdadera pasión. El problema: El Sol, que empezaba a llenarse cada vez más de amor por el planeta, brilló tanto que cegó al objeto de su admiración. El planeta, al no poder ver el camino, dejó de orbitar alrededor del Sol y se perdió en la galaxia.
El Sol nunca pudo decirle lo que sentía. Fue el responsable de que el planeta se alejara. No fue su intención, pero terminó perdiendo a quien más amó.
Guardé el documento, sin ponerle ningún nombre, y me dispuse a dormir. Me quedé pensando por un rato en la cama si Kim Taehyung ya estaría escribiendo el trabajo que les envié, sobre qué trataría su cuento.
Es lunes por la mañana (el día de entrega de ese trabajo. Por fin), y Minji me enseñó a planchar mi camisa. Desayunamos pancakes de fresa, que están estrictamente guardados para días, por lo menos, mínimamente importantes. Días que tienen que salir bien, sí o sí. Minji suele decir que cómo irá tu día depende directamente de lo que desayunes. Por eso me prepara pancakes de fresa en mi cumpleaños, y me preparó todo un gourmet el día del CSAT (tengo que dejar de pensar en el CSAT).
Canta canciones de los 80s durante todo el camino y me da una sonrisa cuando llegamos al Saint Clair, alzando su puño en el aire, como diciendo ¡Adelante, Jeon Jungkook! Una semana más, ¡tú puedes!
Aún es demasiado temprano como para ir a un salón (probablemente los alumnos ni siquiera han llegado), así que me quedo en la sala de profesores revisando la planificación y preparándome un café. Está desierta, pero no pasa mucho tiempo para que la puerta se abra. Dokyeom (me dijo que podía llamarlo así en lugar de maestro Lee) deja su bolso sobre uno de los sillones y me saluda con esa sonrisa de maestro encantador que seguramente derretiría a muchas alumnas si no fuera un hombre casado de veintisiete. Toma una de las tazas y espera junto a mí a que termine de preparar mi café.
—¿Qué tal tu primera semana? ¿Estás listo para otra más? —se ríe, acomodándose los lentes. Yo me encojo un poco, riendo también— Ya te has ganado una reputación. Escuché a unos chicos hablando en la hora del almuerzo sobre el señor Jeon y su horrible fascinación por enviar centenares de trabajos.
—No es para tanto —respondo, mirando a otro lado y dándole un sorbo al café.
Él empieza a prepararse el suyo, y la cafetera hace bip, bip mientras aprieta varios botones. Le pongo atención, porque parece ser una cafetera moderna y sinceramente aún no tengo claro cómo funciona (preparé este café apretando un solo botón, Dokyeom aprieta como cinco). Dokyeom levanta ambas cejas con diversión.
—Un alumno me pidió que cambiara la fecha de entrega de un trabajo porque tenían que escribir un cuento para Literatura —el vapor del café me calienta las mejillas, pero sé que Dokyeom piensa que estoy avergonzado, porque se ríe. Toma su taza y se la acerca a la boca, pero no bebe—. Aunque es de esperarse de alguien como Kim Taehyung.
Me atraganto con el café al escuchar ese nombre y Dokyeom me da varias palmaditas en la espalda hasta que dejo de toser. Tomo aire y dejo la taza sobre la encimera.
—¿Kim Taehyung? —me sorbo la nariz, tomando un puñado de servilletas para limpiar el café que derramé sobre mi camisa. Él asiente—. ¿Cambiaste la fecha?
Dokyeom sonríe, suspirando y agarrándose el puente de la nariz.
—No puedes decirle que no a Kim Taehyung.
No respondo nada a eso, y me limito a tomar mi café a largos sorbos y mirar el botón rojo de la cafetera, solo para no pensar en Kim Taehyung. No hay un maestro en el Saint Clair que no piense así de él. Irónicamente, ese botón rojo, parecido al tono que adquiere su rostro sudado cuando se pone nervioso, solo empuja pensamientos relacionados con él más profundo en mi cabeza. Parpadeo muy rápido, como si eso me ayudara en algo. Dokyeom deja su taza, ya vacía, en la mesa, y respira. Respira de una forma muy exagerada, queriendo que lo escuche, y siento su mirada quemándome el rostro.
—¿Sucede algo? —pregunto, algo incómodo.
—¿Estás bien, Jungkook?
Por Dios, ¿volví a hacer esa cara? La que hice en el Asian Bay, la que preocupó a Minji más de lo necesario. Mi máscara de autocompasión que, aparentemente, ya no sale a la luz cuando siento lástima por mí mismo, sino que lo hace cuando me siento mal por un chico que conocí hace una semana. Le respondo que sí y Dokyeom me da unas palmadas en la espalda, como dándome ánimos para seguir adelante. No necesito ánimos, ¿seguir adelante? ¿Hacia dónde?
Para mi salvación, otra persona aparece en la sala de maestros. Es la secretaria. Tiene el cabello recogido, y no entra a la sala como tal, sino que abre la puerta a medias y se asoma. Parece aliviada al verme, seguramente me estaba buscando.
—¿Maestro Jeon? —asiento con la cabeza y ella abre la puerta con seguridad y entra— La vicerrectora lo estaba buscando, tiene algo que consultar con usted.
Dokyeom suelta un bufido parecido a una risa, así que me volteo para confrontarlo. Él carraspea, aunque la sonrisa no se le borra del rostro, y abanica su mano en el aire, como dándose aire a sí mismo para calmarse.
—Conozco demasiado bien este colegio, y esta situación en especial —me pone una mano sobre el hombro y se acerca, lo suficiente como para que la secretaria no escuche—. Cuando el Saint Clair se queda sin personal y esa mujer entra por la puerta llamando a un maestro —ambos volteamos al mismo tiempo a verla, parada en el umbral de la puerta, completamente inocente— es porque le pedirán que sea un reemplazo provisional hasta encontrar a alguien más. Aquí, aunque enseñes química, en tiempos de guerra te toca improvisar y darle artes plásticas a los más pequeños —me da unas palmaditas reconfortantes, pero no-tan-reconfortantes—. Buena suerte.
Decido no tomar tan en serio sus palabras. Lo dijo porque se preocupa (creo) por mí, y quiere que me prepare para lo peor, pero es mi segunda semana y definitivamente mi currículum vacío no permitirá que me consideren al buscar un reemplazo. No tiene sentido. Apenas lleno el puesto de maestro de Literatura, ¿ahora quieren que haga algo más?
Tomo aire hasta llenar mis pulmones, y entro al despacho de la vicerrectora con mi mejor sonrisa plástica. Me cambio al modo automático, tal y como hice en la entrevista de trabajo, y el cerebro se me apaga parcialmente.
Mala idea no prepararme para lo peor. Mala idea tener expectativas.
El colegio Saint Clair está lleno de sorpresas, de giros inesperados y cambios de planes imprecisos y de último minuto.
Y yo soy un tonto acostumbrado a no salir de su zona de comfort. No me gustan los cambios de planes, los cambios en general. Me gusta que todo esté organizado, hacer todo al pie de la letra.
Mala idea, todo lo relacionado con este colegio es una mala idea.
Incluyendo a Kim Taehyung.
(Tengo que dejar de pensar en Kim Taehyung en momentos en los que no hace falta pensar en él, pero no puedo. Él está en todas partes).
Maldición, ¿qué se yo de arte? ¿Qué cualidad tengo para ser el nuevo reemplazo de la maestra del club de arte? ¿Qué tengo que hacer?
Nunca sé la respuesta a esa pregunta. Y cuando estoy por descubrirla, alguien cambia por completo mi rumbo y tengo que empezar desde cero.
¿Qué tengo que hacer?
¡Nos leemos luego! ♡
[ Noduru, 2024 ]
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