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taehyung.
—¡Sunghoon!
—¡Eunji!
Mis amigos son las únicas personas en el planeta que tienen permitido llamar a mi madre por su nombre. Yo nunca en toda mi vida le he dicho Eunji a mamá. Mamá es mamá. Somos un equipo, ella y yo contra el mundo, pero sigue habiendo una figura de autoridad implícita, un límite que no puedo cruzar, pero que Sunghoon sí que puede. Pongo los ojos en blanco, riéndome y cerrando la puerta cuando Sunghoon entra a la casa. Mamá lo recibe con los brazos abiertos, y Sunghoon corre hacia ella como si se tratara de su propia madre.
—¿Cómo está Sojung? ¿Le fue bien en la prueba de ingreso?
—Ay, Eunji. ¿Usted qué cree que sucedió? —Sunghoon se separa y resopla. Aunque la llame Eunji, sigue teniendo que tratarla de usted. Porque tenemos dieciocho y mamá es una adulta—. Dijo que quiere estudiar en un curso de enfermería antes de dar el examen. Mi hermana es imposible. Ya sabe, para comprobar que la medicina sí es su vocación.
—No me digas eso —mamá suspira y se agarra el puente de la nariz. Estoy segura de que la propia señora Park no está tan afectada por la decisión de su hija como mi mamá. Mamá tiene un pequeño colapso cada que escucha que Sojung (la hermana mayor de Sunghoon) no entró a la universidad (ya es su tercer intento)—. Bueno, ¿qué podemos hacer por ella? Es su vida... Sunghoon, querido, ¿quieres comida del Asian Bay? Sobró un poco de anoche.
—Me encantaría, Eunji.
Sunghoon le sonríe a mi mamá y ambos empiezan a caminar hacia la cocina sin molestarse ni en mirarme. Voy detrás de ellos, aunque parezca un plan solo de los dos eso de platicar mientras comen fideos recalentados. Pero puedo auto-invitarme en ese plan, porque es mi casa y es mi mamá. La invitación está implícita.
Mamá le sirve una gran porción de fideos a Sunghoon en uno de esos platos con patrón floreado que están apartados solo para invitados. A mí me da lo que sobra en el plato de plástico. Mamá nos da un par de palillos a cada uno y empezamos a comer. Ella y Sunghoon hablan animadamente, como amigos de infancia, aunque se lleven como veinte años entre ellos. Yo me rio de vez en cuando y a veces comento, porque esto de que mamá sea más amiga de mis amigos que yo es un poco incómodo.
Al terminar, subimos a mi habitación y cierro la puerta. Sunghoon se sienta frente a mi escritorio y enciendo la laptop, abriendo el archivo de la historia que deberíamos haber escrito ambos, pero que es (hasta ahora) completamente de mi autoría.
—Faltan dos mil palabras. El final de la historia, básicamente —me alejo de la pantalla—. Échale un vistazo y termínala. Lo corregiré en la noche, y habremos terminado.
—Está bien —responde, deslizándose por el documento hasta llegar al prólogo. Me sorbo la nariz y me cruzo de brazos. Después de tantos trabajos en grupo, esa pelea de ¿por qué avanzaste tanto sin mí? o ¡no es justo que hayas hecho todo solo! ya no existe. Soy feliz haciendo todo, así que mis amigos ya no dicen nada. Aún así, no se siente del todo bien—. ¿Qué harás hasta entonces?
—¿Quieres helado? —su rostro empieza a soltar chispas de la emoción. Pongo los ojos en blanco, contagiándome de su sonrisa— Más vale que escribas un final maravilloso entonces, ¿entiendes?
Me hace un saludo militar con expresión decidida.
—¡Claro que sí, capitán Kim!
Empieza a escribir al instante, y no puedo evitar sentir un revoltijo en el estómago al ver que, entre las primeras diez palabras que Sunghoon digita, ya hay tres mal escritas. Editar esto por la noche va a ser un suplicio, pero solo puedo pensar ya qué. Hubiera preferido mil veces hacer el trabajo con Hanbin. Entre mis amigos, Hanbin es el que más se preocupa por sus calificaciones. Sunghoon y Jake se conforman con la calificación mínima, pero Hanbin siempre se asegura de tener un ochenta, por lo menos. Es responsable, y le gusta hacer los trabajos a tiempo para liberarse rápido de ellos. No es muy creativo, pero si le das la idea general, puede escribir cosas bastante buenas. Y lo más importante: su ortografía es impecable.
Pero escogimos las parejas por sorteo y terminó emparejado con Jake, así que estoy atrapado con Sunghoon. Lo quiero, en serio, pero... académicamente, no es la mejor opción.
Aún así, me motivó pensar que esto será un 100 en Literatura para él también mientras escribía la historia. Su calificación final en Literatura se tambalea un poco, así que esto es bueno para él también. No querrá quedarse en clases extra durante las vacaciones de medio término.
Llevo mis audífonos y escucho música suave mientras camino al minimercado. El que está lejos de casa y cerca de un parque. Tardo unos veinticinco minutos yendo a pie. Me gusta caminar por la ciudad completamente solo en días como estos: Está soleado, pero no demasiado. El clima es agradable y la brisa golpea tu rostro con cada paso. Debería decirle a Sunghoon que venga al parque cuando termine. Podríamos recostarnos sobre el pasto para celebrar que terminamos el proyecto y solo hablar y reírnos.
Entro al minimercado y una campanita resuena sobre la puerta. Me quito los audífonos, porque la música que ponen en este lugar es buena, y los guardo en mi bolsillo. Camino hasta los congelados y abro el congelador portátil, metiendo el brazo dentro. Siento escalofríos hasta que alcanzo los helados (uno de limón para Sunghoon y uno de vainilla para mí) y cierro de nuevo el congelador. Cuando me acerco a la caja, me detengo en seco al ver un rostro familiar en el parque de enfrente. Me acerco a la puerta de cristal y entrecierro los ojos.
Sí, es ella. Definitivamente es ella (tiene el cabello teñido, ¿cómo no la voy a reconocer?).
La novia de Jeon Jungkook está en el parque. Está paseando a un Doberman junto a un chico. Por un momento pienso que es Jungkook, pero éste tiene el cabello rubio y mucho más largo. No usa las sudaderas típicas de Jungkook, sino que lleva una camiseta negra con el estampado de una banda de rock y unos jeans rasgados. Ella se ríe de forma nerviosa, y el chico la agarra por la cintura cuando el Doberman se emociona demasiado y está por hacer que ella tropiece. Parecen una pareja enamorada sacada de la televisión.
Ella no se reía así con Jungkook en el restaurante. Con Jungkook lo hacía con confianza; ahora mismo parece estar calculando todos sus movimientos en su cabeza, como si se asegurara de que su risa suena torpe y adorable.
¿Qué hace la novia de Jeon Jungkook con otro chico en el parque? No es que sea de mi incumbencia, pero... No lo sé, es algo que me molesta por alguna razón.
Ahora que la veo un poco más, luce como él. Tiene sus ojos, y su nariz. Parecen sacados del mismo molde. No lo puedo creer, quizás... Entrecierro los ojos, y una ola de vergüenza me arrolla. Quizás no es su novia. Mierda. ¡Mierda! ¿Por qué me arden las mejillas al pensar que no es su novia? Me siento avergonzado por asumir cosas. Me siento tonto.
Me pongo los helados en el rostro como si fueran compresas frías, y vuelvo a mirar a la chica (ahora que me he dado cuenta, realmente parece una versión femenina de Jungkook). El encargado de la tienda me cobra los helados y salgo con una bolsa plástica en la mano. Me siento en la acera y me pongo de vuelta los audífonos.
Saco mi celular y le escribo un mensaje a Sunghoon, diciéndole que venga al parque y que se apresure con sus dos mil palabras o su helado se derretirá. Es mi forma de motivarlo; Sunghoon trabaja mucho mejor a presión. Pongo una canción aleatoria, y sonrío porque es Mr. Brightside y esa canción siempre me hace sentir mejor.
Me termino el helado de vainilla demasiado rápido, y me como el de limón de Sunghoon por el nerviosismo. La hermana (¿hermana? ¿Prima? Se parecen mucho... ¿melliza?) de Jungkook y el rubio se sentaron en un banco del parque. El Doberman también se sentó.
Regreso a la tienda y compro otro helado. No puedo dejar de mirar hacia atrás, hacia la pareja del parque.
El perro es lindo.
¡Nos leemos luego! ♡
[ Noduru, 2024 ]
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