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jungkook.
—Entonces, entiendo que el trabajo no está tan mal —Minji sonríe, con las manos extendidas sobre la mesa.
Está usando su ropa de adulto-responsable-que-aún-sigue-vistiéndose-bien-a-los-veinticinco. Una chaqueta de mezclilla y un gorro negro de lana, combinados con un delineado que ni siquiera las chicas más hábiles del Saint Clair podrían hacerse (Kim Chaehyun y Shen Xiaoting habían llegado tarde a más de una de mis clases, con la excusa torpe de que les dolía el estómago y el rostro completamente maquillado).
Hace que mi atuendo de universitario-cansado-que-en-realidad-no-es-universitario se vea ridículo. Intento esconderme tras los lentes y la capucha de la sudadera, porque ahora tengo un nuevo temor desbloqueado: Encontrarme a algún estudiante en la calle.
Estamos cenando en uno de esos restaurantes del centro de la ciudad que siempre están repletos de estudiantes y tienen decoraciones extravagantes. Este es uno de comida china con graffitis en las paredes y un suelo con patrón de tablero de ajedrez. Tengo la mano cubriéndome la mitad de la cara y los ojos corriendo desorbitados de mesa en mesa, solo por si acaso.
Minji se ríe.
—Está... bien, supongo. Es divertido —digo, me acomodo los lentes y me aclaro la garganta, cruzándome de brazos sobre la mesa—, a veces. Los adolescentes son bastante estúpidos.
—También eras bastante estúpido —toma el vaso de limonada de coco (no sabía que la limonada de coco existía) y le da un largo sorbo—, hace solo un par de meses.
Se ríe con más fuerza cuando aparto la mirada. Empuja su limonada hacia mí y le doy un trago después de suspirar. Minji saca su celular y empieza a revisar mensajes soltando risitas aireadas por lo bajo. Dejo la limonada de coco, que tiene un sabor horrible, a un lado y me dispongo a hacer lo mismo con mi celular.
Después de poner la contraseña, se abren las boletas de calificaciones de los chicos de tercer año. No puedo evitar que mis ojos caigan de inmediato sobre la hilera de 100 de Taehyung. Es como un trofeo tan brillante que resulta imposible no mirarlo entre todas las calificaciones deplorables de ese salón. Dándole una revisión rápida, noto que la puntuación de su evaluación (la de la feria) es su calificación más baja este semestre. Ahora comprendo un poco mejor el incidente de la mañana, todo ese drama por el 97. Le doy otra oportunidad a la limonada de coco. Ahora me siento un poco mal por él.
Hice lo correcto. No sería justo cambiar su calificación.
Además, creo que debería relajarse un poco con el tema de las calificaciones. Quizás nuestra pequeña charla le ayudará un poco a darse cuenta de que una boleta no es lo más importante del mundo, que hay otras cosas ahí afuera que tal vez se arrepienta de no haber intentado antes de tener que atormentarse con la universidad. Si yo reaccioné así con el tema del CSAT (sin salir de mi habitación por meses, sin ni siquiera querer comer), ni siquiera quiero imaginar lo que haría una persona como Kim Taehyung si le sucediera lo mismo.
Lo que haría él...
Minji llama mi atención golpeando la mesa con su puño un par de veces. Alza ambas cejas, dejando su celular a un lado, y sus mirada desciende hasta llegar a mi propio celular.
—¿Estás bien?
—¿Sí? —me encojo un poco sobre la mesa y guardo mi celular. Ella entrecierra los ojos— ¿Por?
—Hiciste una mueca extraña —se señala su propio rostro, e intenta imitarme. El rostro se le descompone en una expresión muy exagerada de desagrado y preocupación fundidos en desesperación. Vuelve su rostro a la normalidad en cuestión de un segundo—. Ya sabes, así.
—Estás exagerando —tomo la pajilla que le dieron a Minji con la limonada (que no utilizó, porque esas cosas matan a las tortugas o algo parecido), solo para tener una excusa y no mirarla—. Yo no hago caras así.
—Sí, lo hiciste. Lo haces, cuando piensas en... cosas. Tenías esa expresión durante toda tu crisis del CSAT y tu confinamiento autoimpuesto. Como si estuvieras tan preocupado por algo que estuvieras a punto de llorar.
La miro como si no supiera de lo que está hablando, como si ella estuviera diciendo la cosa más ridícula del universo. Pero, de cierto modo, sé bien a lo que se refiere cuando habla de mi expresión durante lo del CSAT. Digo, tengo un espejo en mi habitación, así que todos los días que pasé encerrado ahí pude ver mi rostro. Parecía estar ahogándome en preocupación. ¿De verdad acabo de poner la misma cara? ¿Solo por pensar en Kim Taehyung?
Es decir, todos esos meses lleve una máscara de autocompasión, porque sentía lástima por mí mismo. Ahora siento lástima por Taehyung, así que tiene sentido (supongo).
Aunque lo que siento por él no es tanto como lástima...
Solo quisiera que, no lo sé, sonriera más.
Y que no pareciera a punto de tener un ataque de pánico cada vez que me ve.
—Minji.
—¿Sí? —contesta distraídamente, de nuevo inmersa en su celular.
—¿Tiene sentido preocuparse por alguien que acabas de conocer?
Su atención regresa a mí. Los labios de Minji se curvan extrañamente hacia arriba y se inclina hacia adelante sobre la mesa, con los ojos soltando chispas.
—No me digas —arruga la nariz por sonreír tanto. Hago una mueca—, ¿conociste a alguien?
Mi cabeza deja de funcionar por exactamente tres segundos después de que lo pregunta. El rostro se me hunde en una caldera caliente y me enrojezco desde la punta de la nariz hasta la punta de las orejas. Y no precisamente por Kim Taehyung (no está mal. Es decir, es lindo, pero de todas maneras...), sino por lo moralmente incorrecto de la pregunta, entendiendo el contexto. Sigo siendo su maestro. No importa la casi inexistente diferencia de edad, soy su maestro. Además, lo más probable es que ningún alumno sepa mi edad en realidad y crean que tengo (por lo menos) más de veinticinco. Es solo un año (uno, probablemente incluso meses), pero él es menor de edad.
Minji sonríe más en respuesta al sonrojo salvaje, pinchándome ambas mejillas como a un bebé.
—Mi pequeño hermanito conoció a alguien. ¡No puede ser! Dime su nombre, ¿es del trabajo? ¿Es otra maestra del Saint Clair?
Suspiro, haciéndola a un lado, quitándome los lentes y pasándome las manos por el rostro. Me aprieto el puente de la nariz, y ella se ríe. Me da una palmada juguetona en el hombro y se echa para atrás sobre su asiento. Son cosas de hermana mayor, y a Minji le encanta eso de ser la hermana mayor. Minji siempre ha sido demasiado insistente en eso de que yo pruebe cosas y salga de mi zona de comfort. Piensa que es una de sus responsabilidades como hermana asegurarse de que yo tenga novia, por lo menos, una vez en toda mi vida. Creo que está en su lista de cosas que hacer antes de morir.
—Vamos, dime su nombre.
—Es un chico, y se llama Kim Taehyung —respondo, aún con la cara caliente. El rostro le brilla, y yo pongo los ojos en blanco—, pero no estoy interesado en él. No de esa forma.
—¿Por qué? —aprieta los labios, como una niña pequeña— ¿No es lindo?
Sí lo es.
—Porque es uno de mis alumnos.
No puedo describir la rapidez con la que su expresión cambia, como se torna neutral (con un pequeñísimo deje de sorpresa), cuando escucha la palabra alumno, como si fuera una palabra prohibida (creo que, de hecho, lo es). Luce ligeramente avergonzada, dándose cuenta de que fue ella quien desvió la conversación hacia esos lugares, y se sorbe la nariz.
—Es normal preocuparte por tus alumnos. Digo, eso es lo que hace un buen maestro, ¿no? —aprieta los labios en una media sonrisa— Solo ten... cuidado.
—¿Cuidado de qué? —ella no responde, solo alza las cejas con la mirada en el vaso de limonada, y lo entiendo al instante. Le tiro la pajilla y consigo darle en la nariz— ¡Por Dios, Minji! ¡No haré nada! Él es menor, ¿sí? No haré nada —no luce convencida. Resoplo, ¿no está tardando demasiado en llegar la comida? La conversación se está volviendo incómoda—. Es un niñito obsesionado con sus calificaciones. Vino hoy en la mañana a mi despacho a preguntarme por la nota de su prueba de parcial, y, ya sabes, no se veía bien. Es normal preocuparse por tus calificaciones, pero no tanto, ¿entiendes? Creo que necesita ayuda.
Se queda mirándome, con las cejas bien levantadas, expectante.
—¿Tú lo vas a ayudar?
—No lo sé. Podría intentar.
Sonríe, como intentando ser compasiva, y alarga la mano para tomar la mía sobre la mesa. Creo que piensa que lo que digo es ridículo, o que es una broma, pero en el fondo sabe que hablo en serio y no quiere que me sienta mal. Sus ojos me dicen lo absurdo que sueno. Intento no mirarla, pero no aparto mi mano.
—Jungkook.
—Ya lo sé.
—¿No crees que deberías solucionar tus problemas, antes de cargarte los de otra persona encima?
Eso no me lo esperaba.
—¿Mis problemas?
Ladea la cabeza y se ríe sin la más pequeña pizca de gracia, sino más bien llena de tristeza o cansancio. Me aterra cuando Minji se pone en este modo de repente: Tan seria que apenas puedes mirarla a los ojos sin sentir ganas de llorar.
—Sé que estudias para el CSAT cuando no puedes dormir. Es decir, todas las noches que no tienes trabajos que calificar —me aprieta la mano, y siento un picor en los ojos que no se va aunque parpadee lo más rápido que puedo. No quiero que la conversación siga por este camino. Quiero salir de aquí, quiero escapar (de Minji, del examen de ingreso, de todo)—. Vi el libro debajo de tu cama esta mañana.
No respondo.
—Jungkook.
No la miro.
—Jungkook. Sí, tienes que estudiar para esa pruebita ridícula, lo sé. Pero date un tiempo, ¿sí? Aún tienes meses para la prueba de ingreso. Conseguiste el trabajo para distraerte de todas las cosas que tienes en la cabeza. Ahora eres Jeon Jungkook, un maestro en el Saint Clair, así que no pienses en el CSAT —se queda pensando por un rato, mirando nuestras manos, y la mandíbula se le tensa un poco antes de darme otro apretón—. Puedes... Tomar el tema de este chico, Taehyung, como un distractor —cierra los ojos—. Pero, por favor, por favor, no te atormentes con problemas que no son tuyos. Haz lo que puedas, lo que quieras si te ayuda a no pensar, pero prométeme que te mantendrás al límite.
No sé bien si habla de límites haciendo referencia no exagerar con esto de ser el nuevo psicólogo de Kim Taehyung, o a que no me acerque a él al punto que crean que siento algo por un alumno (un rumor que correría por todo el Saint Clair en cuestión de segundos, y que haría que me despidan en un instante). Por lo serio que es su tono de voz, lo tensa que se volvió la situación en cuestión de dos palabras, asumo que se trata de la primera opción.
Tienes demasiados problemas, Jeon Jungkook. ¿Quieres añadir a KimTaehyung a la lista?
¿No es eso lo que hace un buen maestro? ¿Velar por el bienestar de sus alumnos?
No lo hago porque me preocupe personalmente por él, sino que lo hago de una forma profesional. Esto no es un tema de Jeon Jungkook a Kim Taehyung. Esto es entre el maestro Jeon (de verdad, qué horrible suena) y un alumno de tercer año.
Lo haré por su bien. Y por mi bien, por mi trabajo.
No es como que esté firmando un contrato para ser su terapeuta personal, pero supongo que podría decirle un par de cosas entre trabajo y trabajo. Darle otra pequeña charla si vuelve con reclamos por sus calificaciones. Tomarme esto de ser un maestro un poco más en serio, hacer las cosas bien. Abrir los ojos de un chico que piensa que sus calificaciones lo son todo, porque yo también lo pensé en algún punto, y hubiera deseado que alguien me hiciera ver que hay otras cosas ahí afuera mucho más valiosas que el discurso de la graduación o una puntuación en el CSAT (mierda, el CSAT).
Trago saliva.
—Lo prometo.
¡Nos leemos luego! ♡
[ Noduru, 2024 ]
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