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jungkook.
Estoy sentado en el que, aparentemente, era el despacho de la maestra anterior. Los estantes están vacíos a excepción de algunas carpetas con boletas de calificaciones y planificaciones en un archivador. Una esquina del escritorio aún tiene una placa clavada, con un nombre escrito en letras negras y mayúsculas: LIC. BANG.
Paso los dedos por el escritorio una y otra vez. No sé bien qué hacer. Pasó una semana desde la entrevista, y ahora estoy sentado aquí. No entiendo muy bien por qué me dieron el empleo. Mi madre dice que fue suerte, Minji dice que convencí a la vicerrectora con mis encantos naturales.
Yo pienso que solamente estaban desesperados por llenar la vacante, y que me echarán a patadas a penas encuentren a alguien más capacitado para el puesto.
Porque yo no estoy capacitado. Maldición, no estoy capacitado en absoluto.
Lo supe desde el viernes, mi primer día trabajando oficialmente como tal. Me dijeron que debía asistir a una feria estudiantil, que podía echar un vistazo a algunos de los puestos y recorrer las instalaciones del colegio. Pero también me dieron una lista espeluznantemente detallada de ciertos stands en específico que debía visitar obligatoriamente. La lista tenía una sección con imágenes de los estudiantes que estarían en cada puesto y a los que, al parecer, tenía que asignar una calificación. Los temas eran sencillos, eran reglas gramaticales básicas, así que no sería difícil revisar la información de cada stand y calificar a los chicos. Se supone (según el documento) que la nota que les daría era la de su prueba del parcial en el área de Literatura, así que debía ser estricto y riguroso a la hora de calificar.
Aunque no debería haber sido complicado ser objetivo. Porque no conocía a nadie ahí, no me sentiría mal poniéndoles una mala calificación.
Y no estaría demasiado tiempo en este colegio, así que me daba igual ganarme el desprecio de algunos estudiantes.
Entré por las enormes puertas del Saint Clair, respiré profundamente y caminé hacia el frente sin mirar atrás. Igual que en la entrevista, sentí como mi cerebro se quedaba en blanco.
Eres un adulto, Jeon Jungkook. Actúa como tal.
Todo marchaba de maravilla. Me sentía como el protagonista de una película, entrando en cámara lenta, siendo observado por todos (aunque los pasillos estaban desiertos), con We Built This City de Starship sonando en el fondo. Me sentía invencible, como un adulto de verdad. Como si realmente fuera el maestro de literatura de ese colegio, como si lo mereciera.
Pasé de incógnito en un inicio. Compré una pizza de apariencia dudosa en uno de los puestos de comida y solo di vueltas por ahí hasta que la feria empezara. No sabía bien qué hacer, pero empecé a soltarme un poco. El ambiente era agradable y las canciones ochenteras que estaban sonando por todo el patio eran increíbles. Tiré el plato desechable de la pizza a la basura, metiendo las manos en los bolsillos. Ese día no había usado el conjunto de maestro-intelectual que Minji tenía elegido para mí. Robé una de sus sudaderas de la Universidad Hankuk. Casi lucía como un alumno más (o eso esperaba). Estaba por comprar una botella de agua en otro de los puestos cuando mi estómago dio un giro y soltó un sonido extraño.
Maldición.
Aún con las manos en los bolsillos y luciendo lo más casual posible, empecé a merodear por ahí, mirando hacia todos lados por el rabillo del ojo en busca de un baño. Mala idea comer una pizza de un puesto escolar. Debí suponer lo que pasaría desde que vi a las chicas del puesto de comida más concentradas en maquillarse que en atenderme.
¿Por qué el colegio era tan grande? ¿Dónde diablos estaba el maldito baño?
Me adentré en un pasillo y el estómago me dio otro giro. Estaba empezando a entrar en pánico, la desesperación revolviéndome el interior. Necesitaba pedirle ayuda a alguien, indicaciones, no sé. Necesitaba ayuda. El mundo, por suerte, se apiadó de mí y me envió un ángel en la forma de un abrigo negro andante.
Alcancé a divisar a una persona. Me acerqué, casi corriendo hacia él y aguantando las ganas de retorcerme y doblarme hacia adelante por el dolor de estómago. Alcancé a tocarle el hombro sin vomitar. Disimula, Jeon Jungkook, disimula.
Se giró, y noté que era un chico. Parecía estar sudando bajo el abrigo, casi derritiéndose, y tenía el cabello rizado pegándose en la frente debido al sudor. Me miró con los ojos demasiado abiertos y con una sonrisa espantada. Puedo jurar que me analizó de arriba a abajo, sin dejar de sonreír con nerviosismo. Me indicó donde era el baño, y me sentí como un auténtico imbécil, porque no tendría que haberle preguntado si tan solo continuaba caminando por el pasillo.
Saliendo del baño, refrescado y con el estómago limpio, volví a encontrármelo. Se había quitado el abrigo y ahora llevaba puesto un traje de príncipe (literalmente de príncipe, de un azul chillón) y una corona de cartón en la cabeza. Seguía con la cara roja. Solo para no ser descortés (él parecía tan nervioso como yo ese día) intenté establecer una conversación con el chico. Lucía a punto de tener un ataque de pánico, así que hice lo que pude para alentarlo. Todo distante, bastante respetuoso, porque, aunque yo le sacaba fácilmente unos cinco centímetros, seguía luciendo como alguien cercano a mi edad. Y quería ser cortés en mi primer día.
No esperé volver a encontrarlo cuando estaba revisando el tercer stand.
¡Nos leemos luego!
[ Noduru, 2023 ]
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