Los osos me fueron indiferentes durante algún tiempo, ni siquiera los veía más que en libros o figuras.

Pero desde que conocí a Mérida los osos tenían otro sentido. Eran criaturas que yo relacionaba con afecto, con ternura. Y sólo porque me recordaban a ella, su historia y su personalidad.

Y ella, Thor, era magnífica, hermosa, fantástica.

Cada que veía un oso me hacía recordar lo maravillosa que era. Lo valiente y fuerte. Su pasión y su calido corazón.

Cuando me miraba con esos brillantes y claros zafiros sentía como me derritía. Tenía un poder sobre mi como nadie más lo hacía.

Me hacía sentir débil ante su sonrisa. Me tenía en la palma de su mano.

Mi mente era un caos y su rostro nunca ayudaba a calmar mis pensamientos, sin importar que estuviera presente o no.

—Vikingo...

Su voz me atontaba. Era como una melodía que me hechizaba.

— ¿S-sí, Mer?

De repente recargó su cabeza en mi hombro.

—Tengo mucho sueño —me dijo después de dar un pequeño bostezo.

Mi corazón se había acelerado al igual que mi respiración.

Oh, en verdad era una tortura tenerla tan cerca de mi y no poder expresarle todo mi cariño.

Traté de fingir que no me había desconcentrado por sus acciones y mi vista  seguía perdida en el cielo.

Escuché como Chimuelo parecía burlarse de mi. Creo que tenía una capacidad de entendimiento mejor que la que creía.

— ¿Por qué no descansas un poco? —sugerí a la pelirroja ladrona de mis suspiros—. Yo haré guardia esta noche junto con Jack.

Se separó y me miró con esa encantadora sonrisa.

—Muchas gracias dragonboy —besó suavemente una de mis mejillas. Juré que había pasado una eternidad en ese momento—. Eres el mejor.

La vi alejarse moviendo su increíble y salvaje cabellera

—Cuídate de los osos —bromeó girándose hacia mi antes de entrar en su refugio.

—Haré lo que pueda —respondí con una sonrisa mientras me encogía de hombros.

Sostuve su mirada durante algunos segundos, hubiese querido que nuestra cercanía en esa noche durara aún más.

Mis ojos volvieron a mirar el cielo estrellado, contemplando la constelación de la Osa menor.

Cuando estaba lejos de Merida miraba esa constelación con la esperanza de volverla a ver pronto. 

De repente me di cuenta de que había una pequeña caja a lado de mi.

La tomé con cuidado y la abrí. En su interior había una pequeña figura con dos osos hecha de madera.

También había una nota, y reconocí perfectamente la caligrafía.

La talladora me dijo que podría alegrar cualquier habitación triste, así que cuando me extrañes simplemente míra la figura. Créeme que yo siempre estoy pensando en ti.

Con cariño,Mer.

P.D.: Ni siquiera se te ocurra contarle a Jack o Punzie.

Una sonrisa involuntaria surcó mis labios mientras se me escapaba un suspiro. Guardé la nota en un compartimiento de mi armadura para después admirar el detalle que mi princesa me había obsequiado.

Definitivamente me volvía loco esa pelirroja, pero confiaba en que estos osos fuesen una señal de los dioses para no rendirme con ella.