Diplomacia
Me resultaba imposible permanecer tan tranquila. La ansiedad me estaba matando por dentro.
Mamá era muy clara en cuanto a los detalles que el discurso de un gobernante debía tener. Nunca había temido hablar con las demás figuras de autoridad.
Ni siquiera temblé delante de Estoico el Vasto al decirle que mi nación quería formar una alianza con la de él.
¿Entonces por qué no dejaba de temblar ahora? Ni siquiera era yo quien hablaría.
Hipo se aclaró la garganta cuando uno de los sirvientes le dio autorización de pasar.
—Buen día, rey Fergus —habló mi vikingo haciendo una reverencia.
—Oh Elinor, mira quién viene a cenar —dijo mi padre mientras sonreía. Que poco le iba a durar ese gesto—. ¿Qué te trae por acá, muchacho?
—Quería hablar de un asunto muy importante —la voz de Hipo sonó firme, decidida.
Yo tragué saliva. Me preocupaba los giros que podría tomar esta conversación.
—Oh, entiendo. Merida, hija... ¿Crees que podrías dejarnos solos un momento?
Hipo se aclaró la garganta.
—Rey, necesito que Merida esté presente.
Vi como mamá abrió los ojos como platos y su rostro se iluminó con una sonrisa.
Pero al parecer mi padre no entendía nada.
Lentamente Hipo tomó mi mano entrelazando nuestros dedos en el momento.
Mis mejillas comenzaron a arder.
El semblante de mi padre seguía reflejando confusión mientras mi madre no podía ocultar su felicidad.
—Rey Fergus, desde hace años conozco a su hija, y debo confesar que desde entonces yo albergo sentimientos por ella...
Mi padre quedó boquiabierto ante esa declaración, sin embargo mi castaño continuó lleno de seguridad.
—Existe un lazo entre ambos imposible de explicar... Ambos hemos crecido como líderes y personas...
La sagacidad con la que expresaba sus palabras me impresionó más de lo que esperaba, al igual que mi padre.
—Sé que Merida es algo testaruda, imprudente y ruda... —prosiguió el castaño.
—Gracias —murmuré sarcásticamente.
—Pero también puedo decir que es la mujer más leal, valiente, independiente, fuerte...
Con cada frase Hipo sólo lograba ruborizarme aún más.
—Determinada, hermosa...
Al decir esto último su mirada se dirigió hacia mi. Sonrió cálidamente.
—También soy consciente de la diferencia entre nuestros clanes... —regresó su vista hacia mi padre—. Sé que un vikingo como yo no podría aspirar a una princesa tan magnífica como ella.
¿Cómo lo hacía? No titubeaba ni había rastro de duda en su rostro. Seguía tan apacible como siempre.
—Pero aún así tengo el descaro de decirle cuán enamorado estoy de ella y aún peor... —se acercó aún más a mi padre—. Tengo la osadía de pedirle su mano.
Mi madre reprimió un grito de emoción.
Mi padre paseó su vista de uno a otro. Miró hacia abajo y suspiró.
—Diablilla, ¿tienes algo que decir? —papá preguntó con suavidad.
—Yo...Yo amo a Hipo, papá... Nada me haría más feliz que estar a su lado —respondí con seguridad tomando la mano de mi novio oficial.
Papá suspiró largamente y después sonrió. Se acercó con paso lento hacia mi vikingo.
—Mi niña ha hablado, Hipo —exclamó mi padre—. Sé que serás un grandioso jefe, un excelente esposo para mi hija y un buen yerno.
El jinete de dragones sonrió y mi padre lo estrechó entre sus brazos. Acto seguido, mi madre lo abrazó.
—No podríamos pedir algo mejor para nuestra niña, tienes lo necesario para ser el esposo de ella —dijo con alegría mi mamà.
Volví a tomar las manos de Hipo, suspirando de felicidad y besè con anhelo sus labios. Ya no podría pedir màs, era lo que necesitaba para ser feliz.
—Lo hiciste increíble —murmurè orgullosa a mi vikingo.
—Y no tuve ni un rasguño —pronunciò con suficiencia besándome nuevamente con pasión.
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Me atrasè un día, I know. Pero aquí està, a veces la choya no me da para màs :c
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