One Letter for You
Para: Hwang Yeji.
De: El amor de tu vida ;)
Cariño... ¿recuerdas que solía llamarte por tu nombre completo?
"Hwang Yeji~ssi hola", "Hwang Yeji~ssi adios", "Hwang Yeji~ssi aquello, lo otro"
Debiste estar muy cansada, ¿verdad? O tal vez simplemente te dio risa escucharme decir tu nombre completo aunque hayamos estado en el mismo salón casi un año.
Pero... no sabes cuanto me encanta decir en voz alta tu nombre. Mi corazón se agitaba cada vez que te llamaba, se movia tan revoltosamente que me daba miedo que te dieras cuenta.
¿Sabias que me encantas? Desde la primera vez que te vi, supe que el nombre "solteria" no me quedaría bien.
Ojos rasgados, cara pequeña, una sonrisa discreta pero a la misma vez tan radiante e impresionante. Tus pomulos pequeños pero redondos, junto con tu cabello negro largo.
De verdad quede flechado.
Pero, el tiempo pasó, y jamas pude hablarte. Vivías en un mundo muy aparte, tu eras sociable y ya tenias a alguien más a tu lado. Y yo no era más que el chico que se asienta al fondo de la clase, el que permanece callado, el que no desaprueban ni tampoco aprueban.
Me abstuvé a permanecer al margen de lo que vivías. En ser solo un observador y no un personaje en tu vida.
Pero, fue aquel último día de el primer año de clases que nos conocimos, fue ese día en que nuestras miradas cruzaron por primera vez.
Justo antes de que terminaran los parciales tuviste la mala suerte de llegar tarde. Y no sólo eso, aquel dia presenciaste como la persona a la cual habías entregado tu corazón se lo daba a otra más.
Tal vez fue de los peores días para ti, recuerdo que enfermaste y faltaste al último examen. Así también tuviste que ir un día aparte para volver a darlo y -al igual que yo- tu ahí te encontrabas.
Decir que no estaba nervioso porque éramos los únicos en el aula era faltar a la verdad. Y no era solo por eso, era también porque a mi mente -gran mente por cierto- se le había ocurrido escribirte una carta para dártelo.
No una sobre mi gran amor, sino una de apoyo. Quería que supieras que todo lo que estabas sufriendo no iba a ser más que un recuerdo borroso cuando pasasen los años. Que volvieras a ser tu misma, aquella que vi el primer día de clases.
Pero, pensé en entregartelo una vez haya puesto todas mis cosas en orden. Luego, cuando comenzó la prueba, pensé en entregartelo luego de esta.
Y por último, tu ya habías salido de salón.
¿Lo recuerdas? Llovía a cántaros a fuera, pero eso no te importaba, tu querías llegar a casa donde estarías a salvo.
Entonces, cuando de verdad pensé que no había escapatoria, tu volteaste hacia mi dirección.
"Yeojun~ssi, ¿tiene paraguas?" Preguntaste.
Fue como tener mariposas en el estomago cuando mencionaste mi nombre. Siempre lo había imaginado pero esta vez estaba ocurriendo, tu llamaste a mi nombre por primera vez.
Yo, al sentir que había pasado mucho tiempo alucinando, asentí rápidamente. Pero, luego caí en cuenta que en realidad no tenia.
Como tú ya te has dado la vuelta, me apresuré a llamarte una vez más.
"Hwang Yeji~ssi" grite con todas mis fuerzas. "No tengo, ¿Podría ayudarme?"
Tu sonreíste, y te acercaste para decirme que vayaramos juntos hasta la parada de autobuses, y yo accedí mientras te sonreía.
Recuerdo que me preguntaste por el sobre que tenia en mis manos, a lo cual solo reí nervioso al ver que lo habías notado.
Lo puse en tu maletín y te dije que lo abrieras luego. Así seguimos hasta separarnos al subirnos a nuestros autobuses correspondientes.
Luego, pasaron los meses... bueno, en realidad solo fueron dos.
Aquel primer día de primavera, las flores caían lentamente y yo caminaba igual de lento hacia la escuela.
"Hola Yeojun~ssi" expresaste detrás de mi.
Y tu sabes que soy una persona dramática, pero en ese momento de verdad pensé que iba a morir por tú tan simple saludo.
Cuando volteé tu me estabas mirando mientras mantenías esa sonrisa brillante en tu rostro.
"¿Quieres.. que vayamos a la escuela juntos?" Preguntaste. "Vivimos cerca".
Mi pobre corazón acelerado solo pudo asentir y caminar a la par tuya.
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...
Tu mirabas los pétalos del Sakura caer. A veces, extendias tu mano para intentar coger uno.
Siempre -de camino a la escuela- hacías eso.
No sé si sabias que te veía, que prestaba atención a cada detalle que involuntariamente tu cuerpo hiciera. A ti te avergonzaba mucho ver que al reír tu nariz se arrugara, pero a mi me parecía tierno, a mi me encantaba.
Aquellos gloriosos años que llegaron a su fin cuando te fuiste a estudiar de intercambio en la universidad.
Claramente, tu siempre fuiste buena en las matematicas: sumar, restar, potencias... yo que sé.
Pero yo, yo era un caso perdido. Aunque igual me esforzaba por no desaprobar, por lo menos. Por eso es que casi no tenía amigos y mi vida social era nula.
Así, por más de dos años estuvimos sin comunicarnos.
Aunque, siendote sincero, fue culpa mía que no pudiéramos comunicarnos. El último día en que nos despedimos, anote mal mi nuevo número. Así que, seguramente al marcar lo único que te aparecía era que no existía tal número.
Y yo, me quedé esperando como un idiota una llamada que jamas llegó.
Jamás te lo dije, y en realidad no me atrevo a decírtelo cara a cara. Siento que terminaré totalmente sonrojado por la vergüenza y culpa de aquel día.
En ese momento pensé que en realidad no te importaba.
Yo trate de seguir viviendo y fingiendo que no pensaba en ti. Y en realidad en un momento dejé de hacerlo, dejé de pensar cada noche en ti, tu recuerdo paso a ser algo borroso.
Algo viejo pensaba yo.
Pero, cuando vi de lejos a una chica en el campus, una chica de cabello rubio y silueta familiar, mi corazón empezó a bombear exageradamente.
Y en ese momento, supe que eras tú. Mi corazón jamás a latido tan rápido por alguien como lo hace contigo, mi corazón había empezado a olvidar esos ojos y sonrisa tan brillantes que tienes.
Y sin perder tiempo, yo salí corriendo. Seguramente todos los que me veian pensaban que estaba loco, y si, lo estoy.
Porque no me importa que todos me miraran cuando llegaba a estar detrás de ti.
No me importo que me mirarán como un raro cuando grite tu nombre.
Y, cariño, cuando volteaste... supe que yo, en realidad, jamás te olvide.
¿Quien puede olvidar a su primer amor?
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