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016. girlfriend

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CAPÍTULO DIECISÉIS
▬  ❝ novia ❞  ▬







































—ESTO VA A DAR DE QUE HABLAR —chillo Hilary en el asiento de atrás, saludando con una sonrisa a un grupo de niñas de su edad que observaban en esta dirección. Mi hermana bajo todo el vidrio y las saludo con una sonrisa y gesto con la mano—. Ahora me caes mucho mejor que antes, Cullen. Tengo material para burlarme de Darla y su bobo enamoramiento contigo.

Mire a Edward de reojo, que sonreí de forma divertida. Bajo sus lentes negros y miró por el retrovisor a mi hermanita.

—De nada, Ly —le lanzó otro paquete de palomitas el cual mi hermana tomó en el aire y sin más salió del auto, una vez este aparcó—. Parezco agradarle a tu hermana.

Reí—. Es por las palomitas, así que no te emociones mucho, campeón.

Edward no respondió. En su lugar bajo del auto y caminó hasta la puerta de mi lado. Iba a decirle que no era muy necesario ese cliché de abrirme él la puerta, pero luego recordé que nació en otra época y mejor no dije nada.

—¿Puedo ayudarle a bajar, señorita Sage? —sonrió de manera encantadora.

Una forma la cual él bien sabe que es difícil de rechazar.

—Solo esta vez, señor Cullen —acepte su fría mano y me ayudo a salir de este asiento. No me soltó la mano de nuevo.

Eche mi mochila a mi hombro y mire al frente, en donde mi grupo de amigos junto a Bella miraban hacia acá junto a las demás miradas de los curiosos que estaban sobre nosotros.

La incomodidad no tardó en rodearme, no sé porque les sorprendía todavía: se supone que empezamos a llegar juntos la semana pasada, ¿no pueden superar esto ya?

Ambos comenzamos a caminar por el estacionamiento, aún podía notar esa sonrisa en Edward. Quizás era de mera satisfacción o de burla, era difícil llegar a distinguirlas.

—¿Qué hay de raro esta vez? Llegamos juntos desde la semana pasada y hasta ahora siguen mirándonos todos —dije en su dirección.

Vi a Eric pasar frente a nosotros con una cara de asombro y a su lado iba Angela con su pulgar arriba en mi dirección. Estaba confundida, hasta que seguí la mirada del asiático y me percaté de un detalle.

Pronto me di cuenta que no era el hecho de que llegáramos juntos lo que nos hacía el centro de atención de nuevo, si no que, más bien, era el hecho de que llegásemos con las manos unidas.

—Salvo ese tipo —mire al chico del que hablaba—. Es discreto.

Alce una de mis cejas y le di un apretón a nuestras manos unidas. Edward me miró y separó su mano de la mía, en su lugar pasó su brazo por mis hombros y me atrajo más a él.

—Estamos rompiendo todas las reglas —dijo—. Y ya que me voy al infierno...

Solo atiné a reír y seguir su paso en dirección al salón de clases al que él me guiaba. Suponía que se trataba de mi primera hora, creo.

Él parecía saberse más mis horarios que yo misma.

FIX YOU DE COLDPLAY SONABA A TODO VOLUMEN A TRAVÉS DE MIS AURICULARES, mientras cambiaba de página el libro que llevaba en una de mis manos, mientras que en la otra cargaba una manzana verde recién traída del mercado.

Papá y Hilary apenas y habían vuelto del súper tras hacer la compra de toda la semana y quizás un poco más. No me sorprendí al notar que papá llevaba un six de cervezas en la mano, quizás alguien iba a venir a pasar un rato, le doy probabilidades a Charlie aunque también a Billy. O hasta resulten ser los dos.

Me encontraba sentada junto a mi gran camioneta recién lavada –por Ly y por mi– y sobre una de las sillas que recién papá había comprado, alegando que un día de estos nos llevaría de pícnic al bosque. Aquello había emocionado a mi hermanita y de cierto modo a mi: esperaba que nos llevara al sitio donde estuvimos con mamá ese día que me metí de más al bosque y ya saben lo que ocurrió.

Un fuerte ruido frente a mi me hizo salir de mis pensamientos, música y lectura repentinamente. Me quite el auricular y deje de lado mi libro para ponerme de pie y observar con el ceño fruncido a Edward Cullen frente a mi sobre mi camioneta con una sonrisilla.

—¿Podrías actuar como un humano, Einstein? Tengo vecinos —hablé, yendo hacia donde está mi auto.

Al ver que me acercaba dio un salto y cayó de pie a mi lado, aún sonriendo.

—¿Qué te parecería conocer a mi familia?

Tragué saliva, nerviosa.

—¿Ahora tienes miedo?

Parecía esperanzado.

—Sí —admití, pero cómo negarlo si lo podía advertir en mis ojos.

—No te preocupes —esbozó una sonrisa de suficiencia—. Te protegeré.

—No les temo a ellos —me expliqué—, sino a que no les guste. ¿No les va a sorprender que lleves a casa para conocerlos a alguien, bueno, a alguien como yo?

Si, me había sentado con ellos en la cafetería esa vez que él se quedó hablando con Bella, pero seguía con los nervios a todo lo que dan.

—Oh, están al corriente de todo. Ayer cruzaron apuestas, ya sabes —sonrió, pero su voz era severa—, sobre si te traería de vuelta, aunque no consigo imaginar la razón por la que alguien apostaría contra Alice. De todos modos, no tenemos secretos en la familia. No es viable con mi don para leer las mentes, la precognición de Alice y todo eso.

—Y Jasper haciéndote sentir todo el cariño con que te arrancaría las tripas.

—Prestaste atención —comentó con una sonrisa de aprobación, mientras colocaba en su lugar la abolladura que Tyler había provocado en mi auto.

—Sé hacerlo de vez en cuando —hice una mueca—. Por cierto, gracias.

Su reacción fue extraña, quizás no sabía si decir lo que quería decir sería correcto.

—Es mi deber ayudar a mi novia.

Mi corazón latió con fuerza al oírle hablar, sonaba placentero oír aquello salir de su boca.

Le miré con curiosidad al notar que su mirada se perdía en dirección a la calle junto a nosotros.

—¿Qué sucede? —inquirí, recargando mi codo en el cofre del auto.

—Una complicación —besó mi mejilla e intentó sonreír, pero le salió más una mueca de seriedad—. Te paso a buscar mañana.

Camino de regreso a su auto y salió de mi jardín en cuanto esté encendió. Lo seguí con la mirada aún curiosa y me topé con el auto de Billy Black, fue cuando de repente las cosas cobraron sentido.

Salude con la mano a ambos hombres al ver que el más viejo me sonreía. Se estacionaron donde antes permanecía el auto de Edward, junto a mi.

Jake bajo y junto con él bajo la silla de ruedas en la que debía transportar a su padre. Observe en mi sitio como ayuda a su padre a bajar del auto para que se acomodase sobre la silla.

—¿Vienes a visitar a tu camioneta? —bromee, guardándome los auriculares en el bolsillo de atrás de mis jeans.

—Le arreglaste la abolladura —dejando en el regazo de su padre una bolsa café con algo dentro.

—Si —asentí, nerviosa.

Billy me miraba fijamente, tanto como aquella vez de la cena. Resultaba algo incómodo.

—En realidad, vinimos a ver tu pantalla plana —habló el mayor—. El partido inaugural de los Mariners. Y Jacob no dejaba de fastidiar con que quería verte.

Jacob, nervioso, palmeó el hombre de su padre y sonrió de la misma manera—. Genial, papá. Gracias.

—Soy honesto, hijo —alegó Billy, dándole una mirada a su hijo.

Yo no sabía ni que decir, aquello me ponía nerviosa y más incómoda que antes. Lo único que me medio alivio fue el ver llegar a Charlie con otro... ¿paquete de cerveza? ¿Qué tanta cerveza pueden consumir, por dios?

Bueno, la cosa no es precisamente esa. Si no que detrás de él venía mi querida Lex, que se acercaba junto a su papá.

—Vitamina R —habló Charlie, viniendo hacia acá.

Lex le sonrió a ambos Black y caminó hasta mi lado, me lanzó una mirada de "tenemos mucho de que hablar" y sin duda teníamos que hacerlo.

—Bien hecho, jefe —habló papá, saliendo de la casa con una sonrisa.

Se colocó a mi lado y me rodeo con uno de sus brazos por mis hombros. Hilary salió también, colocándose junto a mi.

Billy agarro la bolsa café en su regazo—. Pescado frito al estilo Harry Clearwater.

—Delicioso —dijo Charlie, dándole un paquete de cerveza a mi padre y otro a Billy para ayudarle a este último con la silla de ruedas.

—¿Han tenido alguna novedad con el caso de Waylon? —inquirió Billy, dándonos una ligera mirada a mi y a Alessia.

Jacob palmeó mi hombro y comenzó a caminar delante de nosotras. Lex y yo nos dirigimos una pequeña mirada.

—No creemos que haya sido un animal —alegó papá, apoyando una de sus manos en el hombro de Hilary quien iba junto a él.

—Nunca creí que lo fuera —admitió Billy.

—Deberías advertirle a tu gente —recomendó Charlie—, que se mantenga alejada del bosque.

Charlie le dio la vuelta a la silla de ruedas, así dejando que Billy nos pudiese mirar hacia donde estábamos nosotras.

—No queremos más víctimas, ¿no es así? —sentí un escalofrío al ver que se dirigía a nosotras.

Más intenté no darle importancia, al menos no mucha por ahora.

—¿ENTONCES TAMBIÉN TE INVITO A SU CASA MAÑANA? —inquirí hacia la chica en la esquina de mi cama.

Ella asintió, ansiosa—. He hablado más con ellos esta última semana y la pasada también, aunque aún tengo mis dudas. No sé si solo están aparentando que les caigo bien.

—No lo sé —me encogí de hombros—. Supongo que lo más difícil ya ha pasado, ¿no? Que ambos aceptaran sus sentimientos.

—Una parte de mi todavía no puede creer que son vampiros —me tensé al oírla—. Mucho menos que salgo con un muchacho que aparenta diecinueve años cuando en realidad tiene más de cien años de vida.

—Si... cualquiera estaría incrédulo con todo esto. Supongo que una cosa es suponerlo y otra diferente es que sea real, todas esas viejas leyendas que alguna vez mi madre me contó son reales —suspire cansinamente—. Ellos, ellos son vampiros reales.

Alessia rió—. Suena loco, si.

Me recosté en la cama y ella me siguió echándose a mi lado.

Ambas estábamos entrando a un lugar peligroso –no por los Cullen para ser sincera– si no por lo que, más bien, a matado a toda esa gente en las últimas semanas.

—Lo quiero —hablamos las dos a la vez, haciéndonos soltar una risita.

—Es raro —comenzó Lex, me di media vuelta para mirarla—. A pesar del don de Jasper, siempre a podido darme paz, tranquilidad con solo verlo. Es... todo él me resulta tranquilizante. Si esta él cerca, doy por seguro que todo va a estar bien —se puso las manos sobre el rostro y rió—. Basta, me volvió una boba cursi.

—No es cursi, simplemente... —hice ademanes con mis manos— te, bueno, te has enamorado del chico. Como yo lo hice de Edward y, es normal.

—¿Como supiste que te enamoraste de él?

Me encogí de hombros—. Me hacía sentir diferente, única. Fue quizá su manera de tratarme la que me hizo enamorarme de él, su forma de ser ayudo –aunque de vez en cuando me frustra– pero resulta encantador su lado más amoroso.

—Dios, estamos jodidas.

Un poquito mucho probablemente, Alessia.

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