004. accident
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↯ CAPÍTULO CUATRO
▬ ❝ accidente ❞ ▬
[+30 comentarios y +90 votos en este apartado para el cap 005.]
ESA MISMA NOCHE, CON MUCHO INSOMNIO, había planeado hacerle cara, como quien dice, confrontarlo y preguntarle cuál era su problema sin meterme mucho en el tema de porque luce como un adolescente desde hace trece años, sentía curiosidad, si, pero no quería meterme en problemas. Con que me diga que problema tiene con mi presencia estaría satisfecha.
Pero nunca apareció al día siguiente, y al siguiente de ese tampoco.
Y al pasar los días las cosas se ponían extrañas con los ataques de animales que ocurrían con aún más frecuencia, levantando dudas en los habitantes y logrando que alarmas encendiesen a la gente, preguntándose sobre qué animal estaría detrás de todos esos ataques.
—Debería entregarles a ambas un par de gas pimienta —opinó papá, cruzando sus manos sobre la mesa.
—Eso y que Hilary les gritara en el oído: estoy segura que aquello sería más que suficiente para ahuyentarlos —vacile, recibiendo una mirada de reproche de mi hermana y una nula risa de mi padre.
—¡Oye!
¿Qué si eran curiosos esos ataques de animales? Muchísimo, pero supongo que es su naturaleza a final de cuentas.
Los días en el colegio no eran extraños, más que nada repetía mi discurso todo el día para que no se me olvidara y que mi mente terminara en blanco frente a esa momia.
Algo que tengo que resaltar eran las miradas. Esa familia, y no bromeo, me miraban y mucho durante distintas horas dentro de la escuela. Parecía que les resultaba curiosa, o algo así. Eso era lo que podía distinguir en sus miradas.
La rubia que reconocía como Rosalie taladraba mi cabeza con su mirada tan penetrante. Giraba la cabeza y hacia como si aquello no estuviese pasando.
Después estaba la otra chica de cabello corto y aspecto de una linda hada, Alice, que fue un poco más discreta y decidió que hablarme era una buena forma de acercarse.
—Soy Alice y por lo que veo seremos muy buenas amigas, Sam.
Sonreí ladinamente, un tanto extrañada por la presentación en el baño—. Es un placer, Alice.
No dijimos nada más, pero era de las pocas conversaciones menos incómodas que había tenido en mis primeros días aquí en Forks.
Los tres chicos Cullen no hablaban, y también eran discretos, pero a lenguas se les notaba y más a Emmett que me sonreía y saludaba en medio de los pasillos como si fuéramos viejos amigos.
Supongo que ellos saben mucho más que yo.
—ERIC DICE QUE EL COMITÉ DEL BAILE ES COSA PARA MUJERES...
Les seré muy honesta, no estaba prestándole atención a lo que sea que Mike estaba contándome en lo absoluto mientras caminábamos hacia la clase de artes, una de las clases que compartíamos.
Mi mente estaba lo suficientemente ocupada pensando en si desconecte bien la cafetera, porque no quiero que mi casa termine quemada y por mi culpa.
—Pero tiene que reportarlo. Dijo que necesitan que él ayude con la música y me pidió ayuda a mi, así que dime tus temas favoritos —colgué mi chaqueta en el perchero de la entrada y mire de nuevo a Mike, quien seguía parloteando sin parar—. Por mera curiosidad, ¿ya te invitaron a...?
Uno de sus amigos llegó y lo empujó en broma levemente por lo que una pequeña conversación inició entre ambos, cosa que me ayudo a escapar de aquellas palabras que no deseaba oír y correr hasta mi lugar, en donde probablamente volvería a estar sola, solita, pero tampoco es que...
Deje de hablar conmigo misma al ver que mi sitio no estaba completamente solo, si no que ya estaba sentado cierto chico que con tan solo ver que ya había llegado al salón se tensó y dejó de hacer lo que sea que hacía en el papel.
Fruncí el ceño y comencé a caminar con paso seguro hasta mi sitio bajo su atenta mirada. Sus ojos no parecían tan duros ni hostiles como la última vez que le vi. Simplemente tenían un punto de curiosidad y, de nuevo, cierta insatisfacción.
Me acerque con paso seguro hacia mi lugar y me senté, dejando mi mochila en el suelo aún sin quitar mi mirada de Edward, quien también me observaba por lo bajo. Al final, yo fui la que guió la mirada al frente y comencé a sacar mi libreta de dibujo de mi mochila, lista para dibujar oír hablar a la maestra sobre su séptimo divorcio.
—Hola —estupefacta dirigí con rapidez mi mirada en su dirección, dándome cuenta que efectivamente no era una alucinación mía que me hablase—. Lamento no haber tenido la oportunidad de presentarme antes. Soy Edward Cullen. ¿Tú eres Mara?
Mara.
Si no fuera porque, literalmente, me miró con cara de fuchi el primer día consideraría que era agradable.
Pero no, me miró muy feo y tenía una cara de fuchi, entonces todavía me cae mal. Además está el tema de que es, desde mi punto de vista, una momia sin vendas y con ojos dorados muy bonitos.
Esperen, ¡¿dorados?!
Asentí un par de veces, aún estupefacta porque me hablase y por el cambio en sus ojos—. Si.
—Bien chicos, ¿recuerdan el trabajo que les deje acerca de algún dibujo de su infancia? Pues hoy seguiremos con ello, así que, vamos, vamos, prosigan.
—Maestra... ¿al final quien se quedó con la casa?
La maestra rio y se recargó en su escritorio. Rodee los ojos, ahí vamos de nuevo.
—Pues, verán, es gracioso porque...
Y me desconecte de la conversación, sacando uno de mis lápices para así seguir con mi dibujo sobre el prado con flores que descubrí a mis apenas cinco años.
—Bonito prado —no giré mi cabeza hacia él, pero sí que lo mire de reojo.
Observaba fijamente mi dibujo con una pequeña sonrisa dibujada en sus labios ladinamente. Él también tenía sus materiales afuera y comenzó a calcar indicios de... bueno, no lo sé, no alcanzaba a verlo de reojo.
—Desapareciste —hablé yo esta vez, dibujando algunas hojas en uno de los árboles detrás del prado.
—Si, es que... estuve fuera de la ciudad unos días. Por razones personales.
Alce un poco mi cabeza y lo mire, con una mueca más que una sonrisa—. Bien.
No iba a bombardearlo tampoco, solía ser bastante incómodo que a mi me lo hiciesen, así que preferí no hacerlo sentir como a mi me hacían sentir.
Raro y confuso, pero si.
—¿Te molesta si... veo?
No vi ni que señaló pero asentí, de un momento a otro el muchacho había sacado mi cuaderno de mi sitio y ahora miraba con detalle cada milímetro del dibujo, haciéndome fruncir el ceño.
¿Para que quiere ver mi dibujo?
—¿Estas disfrutando de la lluvia? —cerré los ojos y solté un indicio de risa ante aquella pregunta: era como si solo buscase una excusa para que yo hablase, lo cual es ilógico porque si no mal recuerdo él fue el que no me había respondido la clase anterior, antes de que desapareciera—. ¿Qué?
—¿Me estás hablando sobre el clima? —inquirí divertida.
—Si... —dudó—. Supongo que si.
Me encogí de hombros—. Me gusta la lluvia. Todo lo que sea frío y húmedo me gusta, aunque hay veces que prefiero el sol porque me deprime el clima tan triste. Supongo que depende de mi estado de ánimo.
Edward soltó una pequeña risa.
—¿Qué? —curiosee, con el ceño ligeramente fruncido. Él seguía viendo mi dibujo.
—Nada —siguió riendo un poco antes de mirarme y extenderme una vez más mi cuaderno—. Bonito dibujo.
Alce una ceja—. ¿Te importa si miró?
Él no dijo nada, asintió y dejó en paz su cuaderno para que yo lo tomase y así lo hice. Lo agarre con cuidado de no romperlo y comencé a mirar cada detalle del dibujo.
Tenía un par de pequeñas alas, quizás dibujaba un ave. Un pequeño pico era algo que también podía distinguirse, aún que estaba haciendo uno que otro detalle sobre las plumas, como si fueran... dobleces.
Mire en su dirección como si mi vida dependiera de ello y trague con mis nervios a flor de piel.
Es ahora cuando necesito la ola de calma de la que Lex me a estado hablando.
—Es un origami —balbucee.
—Así es.
Le entregue el cuaderno y me crucé de brazos sobre la mesa, nerviosa.
—Si te deprime el frío y la lluvia, ¿por qué te mudaste al lugar más húmedo del país de nuevo?
Preferí no pensar mucho sus palabras, también preferí no verle más, por lo que mantuve mi vista al frente todo el tiempo. ¿A caso quiere que tengamos una conversación donde pregunte sobre su momificación?
¿Nervios buenos o malos?
—Es complicado —atiné a decir.
—Creo que soy capaz de comprenderlo.
Trague duro antes de hablar, girando mi cabeza en su dirección una vez más, sabiendo que si sigo sintiendo su penetrante mirada sobre mi mejilla mis nervios no desaparecerían—. Volví por el trabajo que el jefe Swan ofreció a mi padre, además de que mi tía está a punto de casarse y preferíamos darle su espacio en Los Ángeles aunque ella dijo que podía quedarme, preferí volver. Quizás que yo viva con ella y su prometido no es lo mejor.
—¿Porqué? ¿No te cae bien el tipo o...?
Negué ligeramente—. No es eso. Helian es muy bueno.
Sonreí una última vez hacia él antes de volver toda mi atención al dibujo.
Y yo que tenía todo un discurso planeado y ahora ya hasta se me olvidó.
PARPADEÉ UN PAR DE VECES AL VER QUE EDWARD IBA JUNTO A MI, aún preguntándome el asunto de mi tía y su próximo esposo. Me parecía extraño que de repente ya no le diese fuchi el acercarse a mi, pero ahora estaba de lo más cómodo aquí, caminando a mi lado, dispuesto a seguirme hasta mi casillero.
—¿Por qué no te mudaste con ellos?
Titubee—. Bueno... Helian es un empresario bastante ocupado y pues... viaja mucho. Mi tía se quedaba con nosotras por el trabajo de papá en vez de ir con él, y se que eso la hacía un tanto... infeliz —me acerque hacia mi casillero, siendo seguida por él, que parecía oír con detenimiento cada una de mis palabras—. Así que papá decidió que aceptar la propuesta de trabajo aquí en Forks era una buena opción para darle su espacio.
—Y ahora eres infeliz.
Junte mis labios en una fina línea, aún mirándolo a él. Era complicado el tema de volver pero no me hacía infeliz.
—No —negué, sin poder evitar guiar mi mirada hasta sus ojos los cuales conectaron con los míos casi de inmediato—. El recuerdo de mi mamá está aquí así que no, no me hace infeliz volver.
—Disculpa —ladee la cabeza un tanto confundida. ¿Por qué se disculpaba?—. Solo trato de entenderte. Me es difícil leer tu mente.
Quizás debí darle relevancia a esa respuesta, pero mi yo del pasado solo podía enfocarse en sus ojos y como estos volvían a tener ese color dorado que le había visto tener
—Tengo... ¿puedo hacerte una pregunta?
Edward dudo, pero termino asintiendo.
—¿Usas lentes de contacto? —inquirí, ajustando el agarre sobre mis libros.
—No —negó él.
—Bueno, es que la última vez que te vi, tus ojos eran negros, pero... aquella vez tenías de vuelta los ojos dorados.
—Si, son las... son las luces fluorescentes —fruncí el ceño, ¿luces fluorescentes?—. Y sobre "aquella" vez de la que hablas, no tengo idea, probablemente me has confundido.
Y sin dejarme decir algo más dio media vuelta y se fue de mi vista tan rápido que solo me vasto un parpadeo para perderlo de vista.
Me giré sobre mis pies y recargue mi frente contra mi casillero, soltando un resoplido. Edward Cullen era extraño y yo una curiosa de primera.
Esto sin duda era una pésima combinación.
—VAMOS LY, SÚBETE YA AL AUTO QUE TENGO QUE VER SI APAGUE LA CAFETERA.
Mi pequeña hermana me hizo una seña de que guardase silencio y yo abrí mi boca indignada ante ello, ¿qué se cree? ¡Yo aquí soy la autoridad!
Solté un resoplido y me recargue en la puerta de mi auto, esperando a ver a qué hora a Hilary se le antoja subir a la camioneta para irnos a casa.
Eleve la mirada de mis botas y el mojado suelo y, como si de una mala broma del destino se tratase, a una hilera de mi se encontraba Edward Cullen, mirándome fijamente. Seguía siendo muy extraño, tenía necesidad de alejarme para así no seguirme preguntando él como sigue tan joven y seguí incrementando mi curiosidad, pero si seguía mirándome iba a ser muy difícil el fingir que no existía.
Mire hacia el otro lado, dándome cuenta que junto a Alice se encontraba Alessia, luciendo muy animada mientras hablaba con la la chica de aspecto de hada.
Le sonreí amablemente, recibiendo el gesto de su parte de vuelta. Guiñe un ojo en su dirección al notar que ese tal Jasper se posaba a su lado, ella no lo entendió, hasta que desvíe mi mirada y deje que se concentrara en su alrededor.
Mire un pequeño segundo a Edward antes de darme la vuelta y comenzar a gritarle de nuevo a mi hermana para ya irnos, antes de lograr abrir mi boca y gritar fue cuando oí un sonido extraño.
Era un chirrido fuerte que se convertía rápidamente en un estruendo.
Sobresaltada, giré ligeramente mi cabeza y mis ojos comenzaron a divagar.
Vi varias cosas a la vez. Nada se movía a cámara lenta, como sucede en las películas, sino que el flujo de adrenalina hizo que mí mente obrara con mayor rapidez, y pudiera asimilar al mismo tiempo varias escenas con todo lujo de detalles.
Pero en aquel momento tenía más importancia una furgoneta azul oscuro que patinaba con las llantas bloqueadas chirriando contra los frenos, y que dio un brutal trompo sobre el hielo húmedo del aparcamiento. Iba a chocar contra la parte lateral de la camioneta, y yo estaba en medio de los dos vehículos. Ni siquiera tendría tiempo para cerrar los ojos.
Algo me tomó con fuerza por mi cintura y hizo que no me golpease, haciendo escuchar el terrible crujido que se produjo cuando la furgoneta golpeó contra la base de mi auto y se plegó como un acordeón. No me golpeé la cabeza contra el asfalto helado de milagro, aún que si sentí que algo frío y compacto me sujetaba contra el suelo.
Rápidamente una silueta conocida apareció en mi borroso campo de visión, con una mano tomándome por mi espalda y la otra completamente extendida, evitando así mi muerte segura.
Estaba probablemente en un estado de shock, no solo por estar en medio de la vida y la muerte, si no por la persona responsable de mi rescate. Los ojos dorados de Edward me analizaban con profundidad el rostro, buscando alguna lesión o golpe que pudo haberme ocasionado lo que sea que hizo.
¿Se lo agradezco? Claro. ¿Me dejó con más dudas que antes? Si, pero ahora me encontraba tan aturdida que darle vueltas al asunto me provocaba dolor de cabeza.
Edward me analizo una última vez antes de asentir para sí mismo e irse de ahí, dando un brinco mi camioneta.
Pronto un tumulto de gente comenzó a crearse a mi alrededor, mientras que yo me sentía aún más desorientada que antes.
—¡¿Mara estas bien?! —escuche, entre todo el griterío un grito proveniente de mi hermana, que se abrió paso hasta llegar a mi y tomarme de mi mano.
—Si, estoy bien —asegure con el hilo de voz que apenas y salía de mi boca antes de visualizar a Alessia aquí—. Lex, llévatela, voy a estar bien.
Angela y Jessica me ayudaron a alzarme del suelo, mientras Lex llamaba de nuevo a una ambulancia –cosa innecesaria– y Hilary llamaba a papá al borde del pánico.
Y yo que solo necesito tranquilidad... ¡y pensar! Pero sobretodo tranquilidad para poderlo hacer.
ESTAR EN LA ZONA DE EMERGENCIA SE ME HACÍA EXAGERADO. Estaba en perfectas condiciones, o eso creía yo y solo yo nada más. Creo que solo era el shock por casi morir y todo eso lo que me había desorientado en ese momento, cosa que algunos enfermeros no comprendían creo yo.
Hilary se encontraba sentada sobre la camilla a mi lado, comiendo gomitas patrocinadas por Alessia, que estaba a su lado, también comiendo gomitas.
Realmente no se que esperaban para darme de alta, estaba ocupando en vano un espacio probablemente muy necesario aquí en esta área.
Tal vez esperaban que mi papá...
—¡Samara! —la voz de mi padre entrando llamó mi atención y la de mis dos acompañantes, haciendo que mis ojos se cerrasen. ¿Entonces Hilary si le aviso?—. Tu y yo vamos a hablar —esta vez se dirigió al pobre de Tyler—. ¿Estas bien?
Me sorprendí al ver que detrás suyo iba Charlie, el jefe de policías Swan, padre de Alessia y Bella.
¿Qué hacía aquí?
—Estoy bien papá, cálmate —dije en tono bajo y suave, intentando hacer que guardara la calma.
—Sam, de veras lo siento, trate de parar —el arrepentimiento de Tyler me conmovía, pero luego recuerdo que casi soy papilla por su culpa y ese sentimiento desaparece un poquito.
—Lo sé, tranquilo. Esta bien —dije de nuevo suavemente, intentando que se le bajase un poco la culpa.
Que quizás tiene, solo digo. ¿Quien maneja tan loco cuando hay hielo y suelo mojado? ¡Nadie! Es lógica.
—No, créeme que no está bien —intervino Charlie, mirando al moreno con el ceño fruncido.
—Papá, Sami esta bien... lo bueno es que esta enterita —oculté una risa ante lo dicho por Alessia—. Además solo te llame para que vinieras por mi.
Charlie resoplo y miró con sus manos sobre su cadera a su hija—. Bájense de ahí las dos, no fueron casi arrolladas —reprochó Charlie a mi hermana y a su hija, quienes bajaron de la camilla de mala gana.
—Pudo haberte matado, ¿lo entiendes? —habló papá de nuevo, con un tono de voz más serio.
—Si, pero no lo hizo. Alex lo dijo, sigo entera —bromee, intentando que volviese a relajarse lo cual parecía imposible.
—Despídete de tu licencia —farfulló papá, mirando a Tyler una vez más fulminantemente.
La puerta se abrió de nuevo y por ella entró uno de los médicos del hospital. Tenía el cabello rubio y un par de orbes dorados que sin duda se estaban volviendo repetitivos en mi cabeza.
—Oí que las hijas del nuevo ayudante de Shérif están aquí —dijo el doctor, sacándome de mis pensamientos.
—Dr. Cullen.
Sentí que mi cabeza de nuevo daba vueltas. ¿Otro Cullen? ¡Claro! Era lo que necesitaba en estos momentos.
—Charlie, Sam —saludó a ambos oficiales con una pequeña sonrisa que era bastante tranquilizadora— yo me encargo, Jackie.
La enfermera que me atendía asintió en su lugar antes de entregarle la carpeta con las anotaciones sobre lo que me hicieron aquí.
—Samara —leyó el nombre que le habían obligado a poner entero al momento de ingresar.
Hice una pequeña mueca—. Solo diminutivos, por favor.
—Bueno Sami, esa caída fue fuerte. ¿Como te sientes?
Me encogí de hombros—. Bien.
El Dr. Cullen me realizó los procedimientos necesarios para ver si tenía una lesión en la cabeza. Al final verifico lo que yo ya sabía: estaba bien.
—Creo que vas a estar bien —le sonreí sin mostrar mi dentadura al Dr. Cullen. Resultó ser más agradable que su hijo... adoptivo.
—¡Sam, de veras perdón...!
Papá le hizo una seña a Charlie quien asintió y cerró la cortina que dividía cada camilla, dejando así a Tyler con la palabra en la boca.
—Pudo haber sido peor si Edward no hubiera estado ahí, él me salvo de mi muerte —relamí mis labios, un tanto inquieta. Si bien no iba a hacer ni una sola pregunta para no incomodar a nadie, quedaba todavía esa duda.
—¿Edward? ¿Tú muchacho? —cuestionó papá hacia el Dr. Cullen, que miraba fijamente la carpeta con mi información.
Hilary se recargó en mi camilla, metiendo otro puñado de gomitas a su boca—. Fue muy impresionante como llego tan rápido si no estaba cerca de ella.
—Creo que tuviste suerte —volvió a mirarme el médico con simpleza—. Sam, Charlie.
Nos dio una última sonrisa antes de irse del lugar, dejándome aún más intrigada que antes. ¡No entiendo! Y no estoy segura de quererlo hacer.
CHARLIE NOS ABRIÓ LA PUERTA DE LA SALIDA DE EMERGENCIAS, sonreí en su dirección en modo de darle las gracias, mientras que Lex intercalaba nuestros brazos.
—Tengo que firmar unos papeles —me indicó papá, mientras hacía una seña hacía Hilary para que me hiciera caso—. Deberías llamar a tu tía.
Mi cara se transformó en una de completa sorpresa—. ¿Se lo has dicho? —papá se encogió de hombros—. Debe estar... histérica.
—Eso suena a mi mamá —murmuró Alessia, quien tomaba el hombro de Hilary—. Dejemos que tu hermana hable con su tía.
—Bien.
Hilary asintió y se fue junto con Alex a un lugar más alejado, Charlie fue junto a papá y a mi me dejaron sola.
Saque mi teléfono y suspire, comencé a caminar para quitarme de la pasada hasta que llegue al final del pasillo en donde regrese a esconderme detrás de la pared al ver una pequeña reunión familiar entre los Cullen.
Y por pequeña me refiero a solo tres de los integrantes de la familia: el padre, Rosalie y Edward.
¿Es tan difícil que se aleje para evitar que mi curiosidad gane sobre mi tan nula moral?
—¿Qué querías que hiciera? No iba a dejar que ella muriera cuando podía evitarlo —fruncí él ceño, ¿acaso esa conversación rondaba en mi?
Una mano sobre mi hombro me hizo sobresaltarme, pero al ver sobre mi hombro a Alessia junto a Hilary pude relajarme al menos un poco. Lex puso un dedo sobre sus labios para que no dijera nada y las tres nos pusimos a espiar.
No me siento orgullosa de ello, pero es que si me mencionan me debe de creo yo incumbir.
—Esto no se trata solo de ti y ella —vociferó Rosalie—. Esto nos concierne a todos, ella a sido muy discreta y no te a preguntado nada, hasta diría que lo hace por no incomodarte, pero no dudó en que pronto eso no será lo mismo.
Alce mis cejas y las tres sacamos un poco la cabeza de nuestro escondite: nada disimuladas.
—Mejor hablamos en mi oficina —las tres abrimos de más los ojos en cuanto la mirada del Dr. Cullen se posó en nosotras y consigo la de los otros dos Cullen.
Mierda. Maldije en mis adentros. Mire a mis dos acompañantes quienes igual que yo parecían avergonzadas por ser cachadas espiando.
—Di algo —murmuró Lex a mi lado, sonriendo un poco falsamente.
Hilary, quien ahora tomaba mi mano en vez de la de Lex, presionó y asintió de acuerdo con la de ojos azules.
—Lo que sea.
—¡Ya te oí! —masculle de regreso entre dientes y sin más, dije lo primero que me llegó a la cabeza. Mire fijamente a Edward—. ¿Puedo hablar contigo?
El Dr. Cullen tomó por los hombros a su hija y se la llevó un poco de ahí, de igual manera mire a Lex y a Hilary. La de ojos azules asintió pero Ly no, así que la mire amenazante y sin más se vio obligada a avanzar hasta los otros dos Cullen, ya que era a donde Alessia iba.
Edward se acercó a mi con paso muy rápido y una mirada seca, sin una sola emoción, aparte del miedo, miedo que misteriosamente se disolvió al verme, dejando solo un par de orbes brillantes pero sin emoción en ellos.
—¿Qué?
—¿Cómo... cómo hiciste para llegar a mi lado tan rápido? —inquirí, con el ceño fruncido.
—Estaba parado junto a ti, Mara —un escalofrío recorrió mi espina dorsal al oírlo llamarme "Mara".
Negué ante su respuesta, obvia—. No, estabas al lado de tu auto, del otro lado del estacionamiento.
—No, no es cierto —entrecerré mis ojos al verlo reír ligeramente ante mi "delirio". Para mi que esa era risa nerviosa.
—Si, si es cierto.
—Mara, estas... te pegaste en la cabeza —volví a negar con mi cabeza— Creo que estás confundida.
—Me atrapaste antes de que me golpeara la cabeza, Einstein —dije, para después apuntarlo con mi dedo—. Sé lo que vi.
—¿Y qué viste? —preguntó de regreso, acercándose más.
—Tu... —apreté mi mandíbula para evitar golpearlo— detuviste el furgón. Lo empujaste con tu mano.
—Nadie va a creerte.
Rodee los ojos—. No soy estúpida como para contárselo a alguien. ¿Sabes? Ya ni quiero saberlo, gracias por evitar mi muerte.
—Pero no vas a olvidarlo, ¿no?
Palmee su hombro, dándole una sonrisa falsa y sin más me di media vuelta en dirección contraria a la suya.
Es malditamente apuesto pero estresante a la vez.
——— AUTHOR'S NOTE. no quiero hacer a sam tan chismosa, solo que les advierto que en algún momento va a tener mucho más curiosidad y aquello la hará explotar –literalmente–.
hasta ahorita, ¿qué piensan de sami?
recuerden, voten, comenten y compartan la historia para que así crezca esta pequeña gran familia💕
eso es todo travesuritas, soooooo
-✨Travesura Realizada✨-
Majo P.
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