Capítulo 7: La alianza mortal.
Largas cadenas de un color rojo oscuro reptan cual serpientes entre la nieve de un poblado. En un comienzo silenciosas cual susurro, lentamente comenzaron a hacerse notar, con sonidos de metal arrastrándose y chocando entre si, pero también con un sonido particular, como si algo viscoso se retorciese violentamente. Esa combinación de sonidos, sumado al nauseabundo olor que desprendían y el rastro de sangre que dejaban a su paso bajo la densa niebla, lograban un ambiente tenso y por mucho espeluznante.
Pero los gigantes de hielo no son una raza fácil de atemorizar. Los mayores guerreros emergieron desde sus hogares, con armas en mano listos para dar muerte.
Uno de los azules seres avanza entre la niebla, sosteniendo su hacha con ambas manos frente a el mientras camina de forma cautelosa. Susurros penosos y lamentos se escuchan vagamente desde todas direcciones, en un principio logran distraerlo, pero al recordar lo que seguramente acecha entre las tinieblas vuelve a enfocarse.
El nauseabundo olor a muerte no es suficiente para advertirle que retroceda, al menos no antes de que pise una de las cadenas. Escasos segundos después, movida por una fuerza sobrenatural, la cadena ha envuelto el cuerpo del gigante, el cual se queja y retuerce en afán de liberarse. Más sus gruñidos de molestia rápidamente son remplazados por alaridos de dolor cuando la cadena comienza a apretar más y más.
Primero su sangre azul emerge desde las heridas provocadas por el metal, luego el oxigeno deja de ingresar a sus pulmones cuando su garganta es sellada, después sus huesos crujen mientras para finalizar con sus ojos escapando de sus cuencas a la par que todos sus huesos son triturados.
Uno de los gigantes, que logro llegar solo para ver el destino de su compañero, intenta cortar la cadena con su espada, pero esta se rompe al golpear el metal, dejándolo indefenso cuando la cadena se lanza hacía el, atravesando su cabeza. En un rápido movimiento de fricción, su cabeza es arrancada y arrojada a los pies de un pequeño grupo no muy lejos de allí.
-No tienen por que terminar así- afirmo una profunda voz, cuando los gigantes miraron en dirección a su procedencia, encontraron a una oscura figura oculta entre la niebla -Solo díganme donde esta Loki, y todo este derramamiento de sangre acabara- pidió, no, exigió el padre de todo.
-¡¡Mátenlo!!- grito el gigante que fungía como líder, señalando con su lanza al dios. De inmediato, todos corrieron al ataque al son de un grito de batalla.
-Idiotas- susurro el dios.
Momentos después grandes columnas de humo emergían desde el poblado, pues el fuego se había apoderado de el y no conforme con eso, Odín seguía su masacre, acabando con cada Jotun en su camino. Pero pese a que su furia seguía intacta, su rabia asesina se había disipado en su mayoría y todo esto comenzaba a parecer demasiado, pero no podían retirar su palabra, debía seguir, por sus hijos.
Ahora había dejado de lado sus manos, usando en su mayoría maleficios y magia de todo tipo para matar a los gigantes. Con un rápido conjuro convirtió la sangre de un gigante en lava, haciendo que este comenzara a correr en una agonía indescriptible mientras su resistencia natural le alargaba la vida. Otro gigante corrió hacía el y le golpeo el rostro con su maso de hielo, destrozando el arma pero moviendo apenas un milímetros al dios, quien lo miro a los ojos con su único ojo. El gigante retrocedió unos pasos antes de caer de rodillas al suelo, con los ojos totalmente negros, venas del mismo color esparciéndose desde su rostro al resto del cuerpo y un oscuro liquido viscoso emergiendo desde su boca. Tres gigantes más corrieron en su dirección para embestirlo, a lo que respondió apuntando hacía ellos con la palma de su mano, disparando un rayo de energía roja que los desintegro. Escucho a otro varios metros detrás el el, planeaba emboscarlo, e hizo que su cadena lo desollara y lo dejara con vida para que se desangrase.
Uno de los últimos Jotun varones de la aldea, y el más grande, le disparo un rayo de hielo desde su mano, tan fuerte que logro sorprender y hacer retroceder al dios. Cuando el ataque acabo, Odín tenía una capa de hielo cubriéndolo, no le fue difícil liberarse, cubriéndose con su lanza del hacha del gigante, el cual fue lo suficientemente rápido como para patearlo en el estomago. El guerrero formo dos dagas en sus manos y lanzo un aliento congelante para ralentizar a Odín mientras el y otros gigantes se acercaban, parecía que por fin tenían una oportunidad.
Un Jotun más pequeño corrió hacía el dios para apuñalarlo, pero Odín pudo girar para romper su arma, por lo que solo se le lanzo encima para sujetarlo desde atrás e inmovilizarlo. Al padre de todo le basto un golpe con su nuca para destrozar la cabeza del gigante. Tomo su lanza y dio un tajo en el aire, partiendo a la mitad al resto de guerreros, excepto a uno.
Logro atrapar la daga que el gigante le había lanzado, apretando el hielo entre sus dedos, haciendo que se tornara rojo. Cuando el gigante se le acerco para apuñalarlo, su daga se volvió agua antes de tocar al dios, quien lo sujeto del cuello y le clavo la roja daga en el pecho.
Odín lo soltó, viendo con indiferencia como se sujetaba el rostro mientras se retorcía, como clavaba los dedos en su piel y se creaba grotescas heridas, como por un momento guardo silencio y como se lanzo para atacar a sus compañeros.
El gigante termino de destrozar lo que aún se mantenía en pie, asesinando no solo a los pocos guerreros que quedaban en el lugar, sino también a las mujeres, los ancianos, los enfermos y a los niños.
Al final solo una familia quedaba. La madre retrocedía con su pequeño hijo en brazos cuando su marido choco fuertemente contra la pared a un lado de ella, producto de un fuerte golpe propinado por el gigante poseído. La ahora bestia los observo un momento, ninguno estaba en condiciones de defenderse, pero eso no le importo, soltando un rugido atroz antes de correr para acabarlo.
-No, y-yo, yo se...-
-No te atrevas mujer- amenazo el varón.
-¡Yo se donde esta Loki!- grito desesperada la gigante, cubriendo al pequeño con su cuerpo en espera de su final.
El gruñido que presagiaba su muerte fue silenciado de golpe. Cuando abrió los ojos, encontró al monstruo a escasos centímetros de su rostro, con la punta de Gungnir emergente desde su boca. Un pequeño grito ahogado se le escapo cuando Odín retiro la lanza, dejando caer el cuerpo sin vida del alguna vez guerrero para arrodillarse de una sola pierna y quedar a la altura de la gigante.
-Habla-
-No lo hag...- el padre de la familia fue callado por la mano de Odín, quien le sujeto la boca con fuerza.
-Ahora-
-L-loki ha estado viajando e-entre reinos, p-pero su guarida esta en una de las cuevas del río Iving, cerca de su desembocadura-
-Espero que sea cierto, por su bien- dijo, mirando de reojo al pequeño en brazos de su madre. Odín soltó al padre y se reincorporo, abandonando el lugar.
En una pequeña playa, ubicada entre la feroz corriente de un rio y la entrada a una profunda cueva, un destello verde se hace presente. A este le siguen más destellos, cada uno más intenso que el anterior, hasta que finalmente un destello se mantiene sin extinguirse, creciendo en tamaña hasta formar un portal por el cual cruza una figura delgada, de apariencia elegante.
-Tengo que acabar con esto pronto, cada vez me es más difícil evitar la vista de Heimdall- se dijo el gigante con el título de dios de las mentiras.
Loki ingreso a la cueva que fungía como su guarida, sacudiendo algunas brasas que se habían impregnado sobre sus ropas. La caminata no fue larga, llegando al fondo en un par de minutos. Allí, tras un muro de roca falso, se encontraba una habitación finamente amueblada y decorada, el gigante era un fugitivo buscado por el más sádico de los dioses, pero no iba a refugiarse en una cueva fría y húmeda, ese no era su estilo.
El gigante de baja estatura camino hasta su cama, pensando en tomar un breve descanso antes de que su plan se pusiera en marcha. Pero en el momento en el que se sentó, lo noto, levantándose de golpe y manifestando su verde magia con ambas manos.
-Ya te habías tardado, "padre"- dijo en tono burlón y con una sonrisa, tratando de ocultar su genuina preocupación.
Desde la sombras se materializo Odín, quien disparo un rayo dorado desde la punta de su lanza. Loki genero un escudo para protegerse y creo dos orbes de energía verde, los cuales lanzo a su supuesto padre.
Odín corto el primero con Gungnir, sin esperar que este explotara, quedando desorientado lo suficiente como para que el segundo orbe le impactara de lleno, haciéndolo atravesar la pared a sus espaldas. Odín se sujeto la cabeza, aún en el suelo, donde vio como Loki le lanzaba más de esos mismos ataques. Lo más rápido que pudo creo un escudo dorado frente a el, que con dificultad lograba resistir las explosiones.
Loki apareció detrás de el para intentar apuñalarlo por la espalda, pero el poderoso dios se percato de sus intenciones, propinándole una veloz y poderosa patada al traicionero ser, girando en un intento de sujetarlo del cuello, acto que fallo cuando el hechicero desapareció frente a sus ojos.
Un lobo, una serpiente y el putrefacto cuerpo de una mujer, todos de apariencia espectral, apareció alrededor de Odín, saltando sobre el para atacarlo. El padre de todo provoco una explosión mágica para alejarlos, pero el lobo se recupero demasiado rápido, saltando sobre el desde atrás para clavarle los colmillos en el hombro izquierdo. Antes de poder reaccionar, la serpiente se enrollo alrededor de su cuerpo, apretando con una fuerza descomunal. Y como si forcejear con ambos animales no fuera suficiente, la mujer se le acerco para rasgarle el rostro con la uñas tratando, aparentemente, de sacarle el otro ojo.
Entonces cadenas verdes emergieron desde el techo, el suelo y las paredes para sujetarlo de brazos y piernas mientras más orbes de energía eran disparados, atacando a Odín sin lastimar a las creaciones de Loki.
-¡¡Ya basta!!- el grito fue de tal magnitud que no solo se escucho en los nueve reinos, sino que sacudió al mismo Yggdrasil. Las apariciones se desintegraron al instante y las cadenas se partieron en pedazos.
Furioso Odín arrojo su lanza, que atraveso la montaña e impacto contra el escudo de Loki, el cual no resistió, pero le permitió moverse para solo recibir un gran corte al costado y no ser atravesado. Lo que no pudo evitar, fue ser derribado.
Ya en el suelo, aquellas cadenas rojizas de Odín lo apresaron y regresaron al interior de la cueva, donde lo anclaron con fuerza a una gran roca. El cuerpo del gigante pronto se vio manchado en sangre.
Entre sus forcejeos para liberarse, Loki noto algo extraño en la sangre que lo cubría.
-Esta, esta no es mi sangre- dijo con esfuerzo.
-Oh claro que lo es, mira más de cerca-
Tras un breve análisis, Loki se horrorizo. Aquello no eran cadenas, eran intestinos, alargados y endurecidos con magia. Su sangre, eso solo podía significar una cosa.
-Tu... no serías capaz- afirmo Loki, en negación.
-Masacre a cientos de los tuyos, pero ¿crees que sería incapaz de hacerle algo a tu hijo?- le dijo, acercándose.
-¡Era tu nieto!-
-Y Baldur era tu hermano- le dijo una vez frente a el, generando un destello en su mano y arrojando lo que apareció a los pies de Loki. El dios de las mentiras no pudo retener las lagrimas al reconocer a quien le pertenecía esa cabeza, su hijo: Vali -Hijo por hijo-
Loki rompió en llanto, agitándose y gritando por la desesperación, mientras solo dos metros frente a él, Loki se mantenía en pie, disfrutando el sufrimiento del asesino de su hijo. Pero algo raro paso, la temperatura empezó a elevarse, el hielo y la nieve comenzaron a derretirse y a directamente evaporarse alrededor de Loki. Odín se le acerco y de forma brusca le levanto el mentón, observando como lagrimas de fuego brotaban de los ojos de su hijo y una llamarada era expulsada de su boca al recitar las palabras:
-¡El Ragnarok ha comenzado!- en lengua gigante, pero no de gigante de hielo, sino de fuego.
Un enorme terremoto libero a Loki, quien desapareció justo antes de que una colosal mano emergiera desde la tierra y atrapara a Odín, arrojándolo contra un glaciar.
El padre de todo no saba crédito a lo que su ojo veía, uno de sus mayores enemigos, de pie frente a el.
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