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Capítulo 5: La ira de un dios.

Antes de que la cabeza de Loki acabase destrozada bajo el puño de su hermanastro, una sacudida tuvo lugar, una que no fue causada por el dios del trueno. 

-¿Qué a sido eso?- pregunto Thor, tambaleando a su izquierda con el siguiente temblor, pudiendo ahora identificar su procedencia, el palacio real. Tras unos segundos de incertidumbre, un grito de furia fue escuchado, seguido de más impactos que sacudían toda la sangrada tierra. 

-Si así reaccionaste tu, al creerme el asesino de Baldur- comenzó Loki, apoyando un codo en el suelo para levantarse un poco y escupiendo algo de sangre a un costado -¿Cuál será la sentencia de Hoor?- ante esas palabras, el rostro de Thor reflejo el más puro de los horrores, girando su martillo para volar en dirección al palacio. Ya había perdido a un hermano, no perdería a otro y menos a manos de su padre. 

Abriendo las grandes puertas con una embestida, Thor aterriza dentro de su hogar, notando a su abuela, su madre, su esposa e hijas al otro lado de la habitación, donde Hipolita sostiene a sus hijas con fuerza, con miedo real frente a lo que acontece, y Hermod no puede hacer otra cosa que mantener la mirada de la reina y la giganta apartadas, evitándoles el horro. Pues allí, en medio del salón, yace el padre de todos, de rodillas sobre su hijo ciego, golpeando sin compasión la cara de este, con sus nudillos rojos por la sangre y los ojos rojos por la ira. Hoor no puede hacer nada, es el más débil físicamente de todos sus hermanos.

-¡¡Alto!!- grita Thor, en un intento por detener aquella atrocidad, corriendo hacía su padre para sujetarlo e intentar alejarlo, pero con suma facilidad, el padre de los dioses se lo quita de encima, arrojandolo contra una pared que termina agrietada por la fuerza utilizada. 

-No te entrometas- amenaza el poderoso dios, mientras sus ojos pasan de un brillante rojo a un negro absoluto, uno negro que ya a conducido a la locura de cientos. 

Más con un objetivo claro y una gran determinación, Thor arroja su fiel martillo, golpeando la nuca de su padre y deteniendo finalmente su ataque. Cuando el arma vuelve a su mano, solo puedo ver como es que su padre se levanta, siendo mucho más alto de lo que normalmente es. 

-¿Defiendes al asesino de tu hermano?- pregunto con esa profunda y aterradora voz, sin darse la vuelta. 

-¡Protejo a mi hermano de tu locura padre! La ira te cegó, te impide ver o pensar con claridad- afirmo el dios, pero antes de poder dar sus razones, Odín se dio media vuelta, disparando desde la palma de su mano una oscura energía. Thor reacciono rápido, cubriéndose con su martillo, pero resultando arrastrado varios metros antes de que la onda oscura parase.

-¿E acaso perdido a tres de mis hijos este día?- los ojos de Wotan parecían arder en un negro fuego, un fuego que quemaría mil almas. 

-Los perderás a todos y a todo tu reino de seguir con esto- habiendo perdido la paciencia, Odín lanzo un grito que pareció más un rugido, llegando de un solo impulso de sus piernas a donde su hijo, quien aunque se cubrió con Mjolnir, fue derribado por el puño de su padre, destruyendo el suelo bajo el. Pronto, la lanza de Odín llego a su mano y el padre de todo apunto al más poderoso de sus hijos con esta.

Su punta brillo con fuerza, pero con habilidad, Thor debió esta para evitar el disparo, pateando la rodilla de su padre para obligarlo a agacharse, tomando capturando asó su cabello para darle un cabezazo y un posterior puñetazo que lo alejo. Teniéndolo a unos metros de distancia, Thor convoco un rayo que atravesó el techo de la edificación, golpeando a Odín, dejando a este de rodillas en el suelo. 

-Padre, Hoor es inocente, el culpable fue...- interrumpiendo aquello que abría calmado toda la situación, Odín capturo a su hijo del cuello, llevando a este hasta el muro del salón, donde ataco su rostro y abdomen con nada más que su fuerza bruta, consiguiendo con pocos golpes que la sangre brotara en grandes cantidad, pero claro, no se detuvo allí. 

Arrinconado y sin posibilidad de liberarse usando su fuerza, Thor provoco que varios rayos lo golpearan a el y a su padre con la esperanza de alejarlo, pero estos ataques no surtieron el más mínimo efecto. Como ultima medida, Thor estiro su brazo para llamar a Mjolnir y que este golpeara la espalda de Odín, pero el padre de todo sintió esto y, sin soltar el cuello de su hijo, giro el torso para detener en el aire el avance del martillo, tomándolo del mango para usarlo contra la quijada de Thor. 

-¡Padre!-

-¡No Torunn, regresa!- grito Hipolita cuando una de sus hijas escapo de sus brazos para socorrer a su progenitor. La rubia, con espada en mano, salto a la espalda de Odín, pero este giro nuevamente y la atrapo de la muñeca, apretando y provocando el suficiente dolor (sin llegar a romper) para que la chica soltara su arma. 

-Me impides la justicia pero ¿Qué sentirías si ahora te arrebatara a tu pequeña? ¡¿No desearías vengarte?!-

-¿Matarás... a tu nieta... para probar un punto?- pregunto con dificultad Thor.

Esa pregunta hizo recapacitar un poco a Odín, quien soltó a su hijo y a su nieta, la cual lanzaba ineficaces patadas a su costado para liberarse. Odinson, antes de que su hija hiciera otra estupidez, la atrapo del brazo y la envolvió en un fuerte abrazo. 

El rey de Asgard finalmente observo lo que había hecho, los estragos que provoco y el terror en el mirar de sus seres queridos.

-Hoor, disparo la flecha, pero fue Loki quien se la dio. Loki puso flechas de muérdago, entre las flechas de mi hermano, tu hijo- recrimino Thor, sin soltar a su hija y sin levantar la vista para mirar a los ojos de su padre, no podía hacerlo. 

Frigg no pudo contener su sorpresa, pero tampoco sus lagrimas. La revelación hizo que Hermod olvidara su rencor, corriendo hasta su hermano para comenzar a atenderlo, más el resto de sirvientes y dioses temían acercarse, ante el temperamento volátil de Odín. El padre de todo, en cambio, solo quedo de pie, sin saber como reaccionar. Había perdido a uno de sus hijos y la furia del momento casi lo lleva a arrebatarle la vida de otro. Pero ahora sabía quien era el responsable, sabía quien era merecedor de sufrir su castigo. 

-Salven a mi hijo- ordeno con firmeza, haciendo que todos aquellos capaces de ayudar corrieran a hacerlo. Mientras el salía del palacio, evitando mirar a cualquiera de los presentes. Al salir, bajo corriendo las escaleras, cabalgando a su fiel corcel que lo esperaba al final de estas, mientras que con un silbido daba una orden a sus fieles cuervos. 

El trote del caballo lo llevo hasta el puente arcoíris, donde Heimdall ya conocía su destino, abriendo un portal hacía Jotunheim. 

El portal se abrió en el reino helado, cerca de una aldea.

Los gigantes eran guerreros, viniera este dios con fines pacíficos o violentos, eso no les importo, todos aquellos en condiciones de luchar tomaron sus armas y salieron de sus hogares dispuestos a dar fin a la vida del dios. La bestia de ocho patas corría sin miedo hacía la estampida de Jotuns armados hasta los dientes, mientras Odín contaba solamente con su lanza. Y aún así, esa lanza atravesó el hielo de un hacha y rebano la cabeza de un gigante a la mitad, cayendo este como primera victima. 

El caballo dio un giro y Odín lanzo una ráfaga de energía dorada de su arma, asesinado a 10 gigantes con facilidad. Tras eso, salto de su montura y corrío a la acción, mientras el animal regresaba a Asgard. Un disparo de energía oscuro derribo a un gigante, permitiendo a Odín correr a su costado para centrarse en el resto. Cuando el gigante quiso levantarse para seguir peleando, noto como la carne de sus manos se pudría y se caía, dejando ver sus blancos huesos. Y el horror fue a peor cuando sus ojos cayeron de sus cuencas, dejando en una oscura agonía al celeste ser, hasta que toda su carne se desprendió y su esqueleto quedo a la intemperie. 

Una gran maso de metal se destrozo al golpear la cabeza de Odín, apenas logrando moverla unos milímetros, solo para que el atacante fuera atravesado en el pecho por el puño del dios, para ser lanzado como basura poco después. Odín clavo a Gugnir en el suelo y la uso para propulsarse, destrozando la cabeza de dos gigantes con poderosas patadas. 

Un corte horizontal partió a tres guerreros a la mitad, dos en diagonal dejaron hecho pedazos a otro, un disparo certero atraveso la cabeza de un gigante de 20 metros, cuyo cuerpo aplasto a tres Jotuns con su caída. Decenas de guerreros se lanzaron a su muerte, hasta que finalmente Gugnir choco con algo que no pudo cortar. Una espada de hielo negro, en apariencia encantada. 

El gigante que la sostenía hizo un movimiento para apartar ambas armas, atinando una patada al abdomen de Odín, que lo hizo retroceder dos pasos antes de cubrirse de un corte vertical y recibir un feroz puñetazo con su antebrazo. Un nuevo disparo oscuro fue lanzado, pero el gigante se cubrió con su escudo, resultando sus pies arrastrados 15 metros, pero permaneciendo en pie. 

Interrumpiendo el combate, una gigante corrío a espaldas de Odín con su lanza apuntando a su espalda, pero la punta se quebró al llegar al dios y de un codazo este destruyo el cuerpo de su agresora. Odín corrio hacía su rival, en un corto intercambio de estocadas que acabo cuando el dios encajo su mano derecha en el pecho del gigante, estrujando su corazón y liberando una magia oscura. 

La piel del guerrero se pudrió, dejando ver su musculo recubierto por la poca piel necrótica que no se desprendió. El gigante sujeto su cabeza, intentando resistir a la influencia de Odín, pero fue en vano, gritando al cielo como una bestia rabiosa y lanzándose sobre sus compañeros, asesinando a estos de formas brutales. 

Una vez no quedaron guerreros, las siguientes víctimas de Odín y el gigante enloquecido fueron los indefensos. Ancianos, enfermos, mujeres y niños, ninguno se tentó el corazón al momento de asesinarlos. Aquello fue una completa masacre. 

El gigante, con los dientes expuestos, los músculos ya cayéndose y gruñendo de forma perturbadora, levanto los escombros de una casa, encontrando a un pequeño niño. Las suplicas del infante fueron ignoradas por la bestia, que se acercaba con la intención de devorarla. Pero antes de lograrlo, Odín metió los dedos en su pútrida carne, tomando su columna y esparciendo más que aquella maldición, desintegrando por completo al gigante. 

El dios entonces miro fijo al niño y le dijo:

-Quiero que le digas a todos, asesinare a 500 de ustedes cada noche, hasta que me entreguen al bastardo de Loki

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