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EREN JAEGER

Este os es un alternative universe.





En una ciudad de casas entramadas de madera pintada con colores vivos tales como el rojo o blanco, en su mayoría de techos inclinados y tejas negras con sus chimeneas altas, Lenna se deslizaba por las calles empedradas observando muy curiosa los detalles florales tallados en puertas y ventanas, las cuales poseían postigos para protegerlas del sol y los climas helados, pese a saberse ya de memoria los mismos.

Cuando pisó la esquina de la calle donde se situaba su hogar, la joven dueña de un cabello rubio dorado oscuro como oro viejo que fluía sobre sus hombros de piel clara intermedia y tersa que se quemaba muy rapidamente, profesó un suspiro lleno de alivio ya que se sentía tan cansada a causa de sus estudios que lo que más deseaba era desplomarse en su cómoda cama de colchas violáceas y dormir por un mes sin interrupciones.

Con un deje de sorpresa ralentizó sus pasos en cuanto divisó una figura alta, de buen complexión física vistiendo lo que se veía como ropa casual de jeans y chaqueta en tonalidades oscuras, que se bajaba perezosamente de su automóvil de ventanas polarizadas y se recargaba contra este al mismo tiempo que extraía un cigarillo y encendedor del bolsillo de su abrigo. Lenna titubeó sobre caminar hacia adelante, pues naturalmente eso llevaría a pasar a su lado en vista que él aparcó en su casa, que era contigua a la suya, sin embargo, descartó la opción al pensar que ello iba a delatar la inmensa incomodidad que sentía en su presencia.

Mientras avanzaba bajo el cielo repleto de estrellas dando pasos que sentía tan pesados como el plomo, evocó aquellos recuerdos de un tiempo atrás en donde ella y Eren solían ser amigos que por el especial cariño que se tenían revelaban sus más íntimos secretos uno al otro en sus dormitorios con humeantes tazas de chocolate. Pero su relación se fracturó a causa del apasionado primer beso entre ambos el último año de secundaria.

Lenna se visualizó a sí misma contra la pared del aula escolar siendo sostenida por las firmes manos de Eren mientras él besaba sus labios con tal suavidad que provocaba que Lenna sintiera sus piernas a punto de flaquear. Ella aún podía sentir la respiración mentolada del chico sobre sus labios, sus cabellos suaves contra las puntas de sus dedos y cómo sus brazos se aferraban entorno a su pequeña cintura regalándole muchas emociones positivas.

Parecía impensable poseer sentimientos de aversión por Eren, mas estaban allí a este punto de su vida. Después de haber puesto distancia, ellos desarrollaron un estado de ánimo negativo en compañía del otro. No soportaban estar juntos sin lanzarse miradas hastiadas y desafiantes comentarios; sobre todo desde que Eren se unió al detestable grupo de Floch que no hacían más que meterse en funestas situaciones delictivas. Mikasa le había comentado que esto influyó a Eren con potencia llevándolo a alejarse de ellos e incluso se atrevió a golpear a quien fue su mejor amigo, Armin. A raíz de todas estas razones y más, Lenna no deseaba relacionarse jamás con el joven Jaeger.

Cuando pasó al lado de Eren hizo un esfuerzo por no voltear, pero su cara compuso una expresión de fastidio al reparar en cómo él botaba el humo sin cuidado hacia ella. De soslayo vio una débil y maliciosa sonrisilla en su boca y tuvo ganas de borrársela de un golpe. Lenna estaba decidida a no darle el gusto de discutir con él, no obstante, el sonido de un objeto metálico chocando contra el suelo la hizo detener su andar presuroso.

—Eso es mío —verbalizó atropelladamente al volverse hacia el ruido y ver uno de sus pines de gatitos que adornaban su mochila en mano de Eren.

Eren observó con cara aburrida aquel objeto y alzó las cejas, probablemente recordó cuando Jean se lo regaló en su cumpleaños número quince. Ahora que los años pasaron Lenna tenía la edad de diecinueve años, misma que sus demás amigos y el propio Eren, pero sus gustos particulares por cosas tiernas como esas todavía hacían brillar sus ojos marrones semejantes a la madera pulida.

—Hoy llegaste más tarde de lo normal —comentó Eren dándole una profunda calada al cigarrillo y extendiendo aquel adorno a su dueña, sin embargo, apenas esta lo sostuvo reafirmó el agarre e hizo que sus magníficos ojos verde azulados se entornaran con misterio —. A qué se debe eso, ¿eh?

—¿Vas a devolvérmelo?

—¿Tú vas a responder mi pregunta?

Lenna frunció el ceño, desconcertada.

—¿Disculpa?

—Disculpada. Ahora, dímelo.

La joven tiró de su adorno y consiguió arrancárselo a Eren, quien solo miró a sus ojos con una intensidad demasiado abrumadora.

—No tengo porqué decirte nada.

—Tu madre llamó a mi celular porque pensó que estabas conmigo. Ha de estar preocupada. ¿Cuándo vas a decirle que ya no somos amigos?

La de cabello rubio buscó indicios de tristeza en los rasgos serios de Jaeger, pero no encontró lo ansiado, solo vio pura determinación. Se distrajo, sin embargo, en la forma en que sostenía entre sus dientes el dañino cigarrillo, también en su mandíbula fuerte y ese mentón definido o en cómo pequeños mechones de su crecido cabello oscuro recogido acariciaban zonas de su frente.

—Sí, se me ha pasado. Se lo diré en cuanto pueda.

Lo cierto es que la mamá de Lenna fue bastante cercana a Carla Jaeger antes de la muerte de esta última, pues vivieron en el mismo vecindario desde niñas, así que su mamá veía a Eren como un chico indefenso falto de amor fraternal al que debía proteger en honor a su amistad de antaño, adicional a ello todavía pensaba que era amigo de su única hija ya que el tema le resultaba desagradable a Lenna y nunca le explicó el distanciamiento al que la vida los llevó.

Dado que la conversación murió Lenna estuvo a punto de irse, sin embargo, sus labios pronunciaron palabras casi como si tuvieran voluntad propia.

—¿Has hablado con Armin o Mikasa?

Eren la miró curioso, quizás no esperó que ella le sacara plática. Lenna pudo jurar que avistó un halo de nostálgia cubriendo la mirada del joven Jaeger segundos antes de recubrirlos con el sentimiento de apatía que mostraba últimamente.

—¿Por qué habría de hacerlo? Ya no tengo nada que ver con ninguno de ellos.

—Ellos guardan esperanzas de que regreses a su lado. Estás siendo tan injusto.

Eren lanzó el cigarrillo al suelo y lo aplastó con su zapato para apagarlo, entonces acortó la distancia entre los dos con rapidez y Lenna se obligó a no demostrar miedo cuando vio cruzar la expresión absoluta de ira por su rostro.

—No me hables de lo que es justo —dijo con reproche —. ¿Tú qué diablos vas a saber de eso? Siempre tuviste lo que se te antojara.

—Basta —espetó Lenna con dificultad debido a los nervios, no le agradaban las confrontaciones con personas que fueran importantes o lo hayan sido en su vida. Con manos tensas trató de dar un empujón a Eren, pero no se movió por obvias razones, como que él era mucho más fuerte que ella —. No te entiendo, Eren. No sé porqué estás actuando tan horrible.

Eren rio entre dientes, una risa baja y sarcástica.

—Tú no sabes un carajo. Es fácil hablar desde tu posición privilegiada, ¿cierto?

Harta de sus tonterías sin sentido, Lenna agarró la camisa de Eren en un puño y lo arrastró más cerca suyo si es que eso era posible. Su acción lo tomó desprevenido y la admiró con genuina sorpresa.

—Eres un jodido idiota —murmuró con la respiración agitada contra los labios de Eren, que tragó saliva y su manzana de Adán se movió con gracia —. Nunca vuelvas a levantarme la voz, ¿me oíste?

Con toda la lentitud del mundo el Jaeger posó su mano áspera sobre su mejilla y dio caricias sutiles y circulares con el pulgar sin emitir una palabra, no hizo amagues de separarse, mas bien parecía disfrutar su cercanía. Lenna casi chilló al momento que Eren arrastró su boca suave por el sendero de su mandíbula y reposó contra su sensible oreja para susurrarle al fin palabras amenazantes en todos los sentidos.

—Tú tampoco lo intentes otra vez.

Esa noche Lenna apenas fue capaz de conciliar el sueño, pues no dejaba de pensar, para su desgracia, en el chico imponente poseedor de unos ojos tan penetrantes que te robaban el aliento.

(...)

El festival de verano se festejaba en la plaza más famosa de la ciudad, en esa fecha se presentaban artistas dejando escuchar su música, habían cientos de mesas dispuestas con comida y bebida deliciosa, también puestos de mercado donde conseguías distintos accesorios, entre otras cosas.

La costumbre de Lenna era permanecer en el festival junto a su madre y padre para atiborrarse de postres, sin hacerle caso a los regaños de su mamá, pero en esta soleada tarde declinó la idea y optó por quedarse en casa alegando que una sensación de cansancio predominaba su cuerpo y, de todas formas, tampoco era una mentira como tal. Mientras estaba metida en sus pensamientos tendida en su sofá el sonido de un mensaje en su celular la devolvió a la realidad.

"Hija, hazme el favor de entregarle las tartas que están en el horno a Eren, se
las preparé la noche anterior. Cuídate."


Bueno, no era descabellado enterarse que Eren el asocial había preferido no asistir al festival. Con desgana Lenna se colocó el par de sandalias más cómodas que tenía y guardó las dos tartas dentro de tuppers con tapa verde y salió de su casa para dirigirse con mala cara hacia la del Jaeger. Golpeó la puerta del hogar de Eren y miró el sol que ya comenzaba a ocultarse.

—Te traje comida casera de mi mamá, acábala porque pasó horas cocinando para ti —dijo Lenna ni bien él asomó la cara por la puerta. Eren abrió más la puerta e hizo un movimiento de cabeza para invitarla a entrar, mirando atento hacia los lados de la calle, como si algo o alguien anduviese por ahí acechando.

Sin otra alternativa, Lenna ingresó con duda y su rostro se calentó al notar que Eren no traía camisa, solo pantalones de color negro e iba descalzo y, además, sus cabellos castaño oscuro yacían sueltos y húmedos, derramando diminutas gotas sobre sus hombros anchos y pectorales bien marcados.

—Déjalos en la cocina —indicó Eren sin preámbulos y tono cortante, secándose el cabello con una toalla blanca de aspecto blando.

—Bien —refunfuñó Lenna trasladando su cuerpo a la cocina con pasos firmes, depositó los tuppers en la encimera con un suspiro cansino. En la misma halló el libro de relatos de fantasía que ella una vez olvidó en casa de Eren, ojeó el libro dándose cuenta que estaba abierto en su relato favorito. Con asombro admiró las frases remarcadas con color rojo de una forma prolija.

—¿Qué haces?

Ella dio un respingo al sentir el cuerpo de Eren presionando ligeramente contra su espalda y la voz del susodicho cerca de su oído. Él observó por encima de su hombro y chistó la lengua, al inclinarse para mirar su cabello rozó el cuello y la mejilla de Lenna, quien inspiró hondo y se instó a calmarse para no hacer algo estúpido.

—Puedes llevarte esa porquería si quieres.

—Para ser una porquería parece que te gustó bastante, juzgando por las frases remarcadas tan detalladamente.

—No te quieras pasar de lista conmigo —mandó Eren con timbre ronco y sus manos viajaron a la encimera para así afirmarse y encerrar a Lenna entre sus brazos. En tanto hacía lo mencionado él bajó la cabeza para enterrar su nariz en el fino cuello de la chica, respirando con pesadez sobre su piel.

—E-eren —musitó Lenna con sus ojos entrecerrados, sus piernas estuvieron a nada de fallar al segundo que Eren alejó su cabello de la delicada zona del cuello y hombro donde se atrevió a repartir un sin fin de pequeños pero tan hambrientos besos que desarmaron las barreras de la joven durante unos segundos.

La mano del Jaeger aventurándose por sobre su cintura hizo reaccionar a Lenna y con brusquedad se apartó de su agarre. La mirada de Eren, empañada de inconmensurable anhelo, volvió a ensombrecerse cuando regresó en sí.

—¿Piensas que puedes tocarme de ese modo luego de haberte alejado de mí sin motivo? —reclamó Lenna con molestia y vergüenza por casi haberle concedido lo propio —. ¡Vete al diablo! Pasé meses echándome la culpa de nuestra distancia hasta que entendí que tú eres el responsable. ¿Sabes qué? ¡Realmente te odio!

—Qué bien —Eren ni se inmutó tras sus palabras, se limitó a meter sus manos en los bolsillos de sus pantalones, desinteresado.

Lenna salió disparada hacia la puerta, pero en cuanto llegó a la misma Eren la frenó a nada de abrirla, sosteniéndola de la cintura y sin esfuerzo la llevó hacia atrás pese a sus quejas constantes.

—Cállate, idiota, no hagas ruido —él sentenció en voz baja, mirándola con una preocupación que hace años ella dejó de ver. Por fin su fachada se deshacía.

Algo en toda esta situación le dio mala espina a Lenna, más aún cuando Eren vigiló por una rendija de la ventana el jardín.

—¿Qué está pasando?

—Mierda, ven conmigo —la tomó de la muñeca y la condujo a su dormitorio y allí se apresuró a ponerse zapatillas y una camisa —. Tendremos que salir rápido por la puerta trasera y saltar el muro que da hacia tu casa para subir a mi auto. No te separes de mí, ¿bueno?

—¿En qué te has metido? —acusó Lenna sin saber qué hacer, mirando sin creerse que fuese real cómo el Jaeger sacaba una pistola de su armario y se la guardaba entre la cinturilla del pantalón —. Eren... ¡¿qué mierda?!

Eren se le aproximó, exasperado pero esforzándose por ser flexible con ella.

—Primero baja la maldita voz, Lenna.

—No me hables así.

Eren se pasó las manos por el cabello y lo amarró con una liga en tanto le decía lo escencial por ahora.

—Mira, no hay tiempo de explicarte todo, pero ahí afuera hay como tres hombres armados de la mafia que posiblemente quieren mi cabeza. No puedo hacerme cargo de ellos teniéndote aquí, así que hazme caso en lo que te diga. Te voy a guiar al auto y te irás de aquí, después yo regresaré acá a terminar el trabajo, ¿sí?

—¿Pero tú estarás bien? —ella no pudo evitar sujetarlo de la mano con miedo a perderlo, perderlo de verdad. Su cuerpo temblaba considerando la situación.

—Todo lo que me importa ahora es que tú estés bien —expresó Eren con mucha sinceridad ante Lenna, esta asintió muy aturdida como para darle más vuelta al asunto.

La puerta principal fue derribada y el sonido se oyó hasta la habitación tan violentamente que la sangre de Lenna se heló. De pronto ella se hallaba presa de una escena digna de película, pues el Jaeger se apuró a llevarla consigo hasta la puerta trasera. Un disparo aterrizó un pelín cerca de ellos, así que el cuerpo de Lenna se encontró detrás de un mueble con Eren protegiéndola de los peligros. Una fea maldición escapó de entre los dientes apretados del chico cuando una bala rozó parte de sus costillas, Lenna ahogó un grito ante eso. En menos de un parpadeo Eren se apartó un poco y con el arma en alto se dedicó a disparar contra sus enemigos.

Sin que Eren dejara de disparar ambos corrieron a la puerta trasera y treparon el muro no tan grande que conectaba a la casa de Lenna, cayendo sin cuidado al patio. Salieron a la calle que, por suerte, estaba desierta, y Lenna entró al auto de Eren antes que este avanzara a su hogar con la pistola en alto. La chica esperó en silencio y escondida entre los asientos a que los disparos cesaran, lo cual sucedió siete minutos después. No obstante, sus ojos captaron la presencia de otro tipo escabulléndose por la entrada de la casa de Eren. Lenna buscó a tientas en el auto, desesperada, y descubrió bajo unos papeles una pistola cargada en la guantera. Lo supo debido al peso de esta.

Salió sigilosamente del auto y marchó con manos temblorosas hacia el hogar del chico, afianzando el agarre en el arma fría. Una vez adentro divisó a ese sujeto apuntando a Eren, así pues no lo pensó dos veces antes de apretar el duro gatillo. El retroceso sacudió sus brazos y la bala impactó en la pierna del hombre, ganando tiempo suficiente para que Eren pudiese acabar con él de un solo y sonoro disparo.

—¡Te ordené que te fueras! —bramó el Jaeger adelantándose pasos largos hasta alcanzarla, arrebatándole el arma sin problemas —. No quería que vieras eso. Carajo.

Lenna respiraba con agite y sus músculos estaban muy tensos.

—Vi que él estaba armado y tuve miedo, pensé que te iba a lastimar —objetó una vez pudo hilar más de dos palabras con sencillez.

Eren soltó un suspiro profundo y dejó las armas sobre una mesita baja antes de enfrentarse a Lenna. Ella admiró al chico analizando su estado, buscando alguna herida, probablemente, mas se hallaba intacta gracias a que la cuidó a costa de su bienestar.

—No estás herida —mencionó Eren en tono aliviado, adoptando una expresión más serena —. Si te hubiera pasado algo juro que no me lo perdonaría —agregó y apoyó su cabeza sobre el espacio entre el cuello y hombro de Lenna, quien se permitió a sí misma abrazarlo muy dulce y cálidamente. Eren pareció ronronear sobre su piel en cuanto ella acarició sus cabellos rebeldes color café oscuro.

—Te llevaré a casa, vamos. Trata de no mirar demasiado.

Pese al pedido de Eren, Lenna observó la casa que constaba de una decoración tradicional y unos muebles robustos de madera maciza, ahora casi todo estaba destrozado por el repentino ataque en dicha residencia. Se lamentó por aquel mantel bellamente bordado en la mesa volcada del comedor.

Instalados en la casa de Lenna, esta se lavó las manos y el rostro para quitar toda sensación de inquietud, pero las imágenes de la brutalidad vivida hace rato ponían su mente patas arriba con facilidad. Regresó con Eren, que yacía sentado al borde de su cama de colchas violáceas. Ni bien pisaron su casa Lenna le echó un vistazo a la herida que había sufrido y descubrió que era superficial, aun así lo obligó a desinfectarla y usar un vendaje que quedó oculto por su camisa.

—¿Vas a explicarme qué acaba de pasar? —se cruzó de brazos e hizo una mueca de impaciencia cuando Eren elevó la vista para mirarla.

—Llamé a mis colegas y me confirmaron que solo eran esos cuatro sujetos los que merodeaban. Mis compañeros vendrán a limpiar la escena, por lo tanto no te preocupes por eso.

—El hombre que herí y tú...

—Está arreglado.

Eren palmeó el espacio libre del colchón a su lado y Lenna se sentó con timidez e incertidumbre. Su pecho se agitó ante la mano de Eren envolviendo la suya como una manta protectora y tranquilizadora.

—Sabes que lo que hiciste fue en defensa propia, ¿verdad? No me salgas después con alguna mierda de sentirte culpable.

—Básicamente te ayudé a matarlo.

Eren bufó.

—Ese tipo era una basura que abusaba de su esposa e hijos, no merecía menos de lo que recibió.

El remordimiento en Lenna se aplacó apenas un poco, sin embargo, seguía ahí.

—¿Y tú qué pintas en ese mundo? ¿También te juntas con gente así?

—En absoluto. Soy parte de una familia de mafiosos, pero solo matamos cuando es necesario y nunca a inocentes. Sé que es duro de entender y casi parece irreal, pero es lo que soy ahora.

La rubia dorado sopesó sus respuestas.

—¿Desde cuándo eres miembro?

—Desde la muerte de mi papá. Resulta que él tenía una deuda que pagar con estas personas y al fallecer se me hizo responsable de pagar en su nombre y eso estoy haciendo. No estoy porque quiera. Es lo que debo hacer, Lenna.

Lenna intentó asimilar lo más rápido que pudo la inesperada confesión de Eren mientras jugaba con sus dedos.

—Por eso te alejaste de nosotros —los engranajes en su cabeza giraban para atar los cabos sueltos —. Tú pretendías distanciarte para que así no saliéramos dañados.

Eren hizo un sonido con su garganta en confirmación a sus vocablos, soltando a continuación una queja producto de un golpe de Lenna dando contra su pierna.

—Había mejores formas de hacerlo, grandísimo idiota. Lastimaste a tus amigos, Armin y Mikasa han estado deprimidos por tu culpa, lo mismo sucede con los demás. Y yo... estoy consternada por culpa de todo eso. Llegué a pensar que tú me odiabas.

—Yo igual creí que me odiabas.

—¡Pues claro! Te alejaste después del beso y empezaste a tratarme horrible.

Lenna se puso de pie y le dio la espalda, tratando de no caer ante los encantos de Eren, no obstante, los brazos del Jaeger abrazándole desde atrás su cintura abolió cualquier resistencia suya.

Ciertamente había estado tapando sus sentimientos por Eren bajo todo aquel falso odio.

—Lo siento mucho, Lenna. Lo siento.

Continuó murmurando disculpas a su oído y la chica suspiró entrecortada y suavemente. Se volvió hacia él entre aquellos brazos fuertes y miró a sus claros ojos, topándose con fervientes emociones de cariño revistiendo ese mirar penetrante. Su semblante frío pasó a endulzarse y se vio vulnerable frente a Lenna, haciéndole acelerar sus latidos y que un evidente rubor pintara su rostro.

—Vas a necesitar mucho más para que te perdone —enunció Lenna con tono bajito —. Ni siquiera puedo garantizar que funcione.

Eren sonrió levemente y movió despacio su cabeza para acariciar su nariz con la contraria, relamiéndose los labios con deseo creciente. Los párpados de Lenna aletearon con ansias en tanto sentía un placentero cosquilleo en su estómago y espina dorsal.

—Haré lo que sea si me lo permites. Te prometo compensarte por mis acciones. Pero ya viste que mi vida se transformó en algo peligroso. Preferiría que tú estés fuera de eso, aún si ello significa perder tu compañía. Tu seguridad es mi mayor prioridad.

—Yo debería ser quien decida, Eren.

—¿Y entonces...?

Sus miradas se encontraron con amor.

—Quiero estar contigo de todas las maneras posibles. No importa qué suceda. Lo enfrentaremos juntos.

—Mierda, eres tan pefecta —gruñó el Jaeger y la empujó suave hacia sí para besarla con total adoración, el sabor de sus bocas fue un maravilloso vicio para ellos. No les importaba otra cosa que no fueran sus cuerpos calientes tocándose.

—¡Espera! ¿Qué hay con tu herida?

Se le complicaba hacerse entender en medio de los besos que Eren plantaba en su boca sin darle tregua y dejándola tomar solamente cortas respiraciones antes de atrapar cariñoso sus labios, ambicionando con poseerlos para siempre.

—¿Humm? Ni siquiera duele.

—¿Seguro?

Él presionó su espalda baja con terneza y mordisqueó muy pulcro y con patente picardía su labio inferior, tanteando el área afectada con su lengua en un toque grato, logrando así que la respiración de Lenna se tornara irregular y suspiros un tanto fuertes e involuntarios salieran de su boca.

—Totalmente.

Lenna no protestó al momento que las manos traviesas de Eren palparon sus curvas por encima de la ropa con una enorme ternura, pero a la vez con un notorio apetito por conocer su cuerpo hasta lo más recóndito de este mismo. Ella correspondió el beso con energía similar y dejó que sus dedos viajaran sobre su cabello hasta sus hombros y pectorales tonificados, decayendo a su estómago sólido y sintiendo la tensión que le sobrevenía bajo su toque anticipando más.

Durante las siguientes horas ambos se centraron en recuperar el tiempo que habían perdido, envueltos en cálidas sábanas y enredados el uno al otro en un conjunto de besos, caricias y bajos suspiros cargados de abundante goce.

















NOTA: la verdad no sé qué quise
hacer con este os, es como medio
fumado con el tema de la mafia (?)
Datos que nadie pidió: para hacer
la descripción de la ciudad y casas
me basé en cierta ciudad al sur de
Alemania, tuve que buscar el sitio
por internet. También pensaba en
narrar la parte del encuentro ínti-
mo entre la oc y Eren, sin embargo,
no sabía si les agradaría. De ser así
podría hacer una versión explícita,
dejen comentarios para ver qué les
parece. Otra cosa, no creo ser muy
capaz de plasmar en su totalidad la
personalidad de Eren, en cambio la
adapté un poco según el desarrollo
de la trama lo necesitaba. Dicho lo
anterior, me despido y gracias por
leerme.

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