1 de marzo de 1976

Jade Taylor

Ya era marzo, lo que significaba que pronto sería el cumpleaños de Remus, al igual que el cumpleaños de James, me hacía una idea de que regalarles, así que con ese tema estaba demasiado tranquila. 

También quedaba relativamente poco para terminar mi cuarto año, la verdad es que no sé en qué momento se me había pasado tan rápido el tiempo. Hace nada estaba entrando al Gran Comedor para saber en qué casa estaría y ahora me encontraba a unos meses de cursar mi quinto año.

No iba a mentir, estaba demasiado aterrada por eso, porque solo significaba una cosa y es que ya quedaba relativamente poco para terminar mis años de Hogwarts, algo que no estaba para nada preparada. Estaba un poco nerviosa porque lo que había fuera era una guerra que cada día arrebataba muchas vidas y todo el mundo vivía con el miedo de no ver a alguien importante de su vida.

Me preocupaba demasiado Regulus, él era como un hermano para mí y sabía de lo que era capaz su familia y estaba segura de que lo obligarían a ponerse la Marca Tenebrosa, algo que no quería que le pasara porque sabía lo doloroso que era eso y no quería que él sufriera.

No podía soportar perderlo, él había sido un pilar fundamental en mi vida y lo seguía siendo después de todo lo que habíamos vivido, y lo que estábamos por vivir.

Habíamos sido muy unidos y muy cercanos en poco tiempo y sabía que podía contarle cualquier cosa porque él estaría ahí para mí a pesar de todo.

Caminé por los pasillos con mis libros para ir a mi Sala Común hasta que vi parado en la puerta a Sirius con un ramo de flores, sonreí y me acerque a él. 

—¿Qué haces aquí? —él se giró con una sonrisa para verme.

—Sí, yo también te quiero, estoy bien y me alegro de verte —solté una pequeña risa mientras negaba divertida.

—Yo también te quiero Canuto —él sonrió aún más.

—Sonó tan lindo amor —sonreí acercándome más a él y dándole un beso en la mejilla—. Venía a ver si tenías planes y si te gustaría ir a una cita conmigo cariño.

—Pues estás en tu día de suerte, estoy muy libre para ir a una cita contigo señor Black, sería todo un placer —él soltó una pequeña risa al igual que yo.

—Entonces toma señorita Taylor —me entregó las flores, yo las tomé con cuidado.

—Iré a dejarlas, también dejaré mis cosas y vuelvo para ir a esa cita —él asintió.

—Yo te espero aquí cielo —asentí mientras decía la contraseña, accedí por el corto pasillo y fui hacia mi habitación. Dejé las flores en un jarrón que logré encontrar y dejé mis cosas en la mesita que tenía al lado de mi cama. 

Me miré un momento en el espejo y me peiné con las manos un poco el pelo desordenado que tenía, cuando creí que ya estaba lista salí de mi habitación para ir a encontrarme con Sirius.

Una vez que ya estuve me tomó de la mano y los dos caminamos por los pasillos prácticamente vacíos, porque al ser sábado o iban a Hogsmeade o se quedaban en sus Salas Comunes o en la Biblioteca para adelantar trabajos.

Salimos fuera con dirección al lago y pude ver a lo lejos una manta en el suelo con algunas cosas para comer, entre ellas había galletas de chocolate, algunas frutas... También había algunos libros y alguna que otra bebida.

Le miré con una gran sonrisa emocionada.

—¿Tú lo organizaste? —él asintió con una pequeña sonrisa.

—Sin ayuda de nadie, así que de alguna forma está un poco todo a ojo, porque no sabía si te gustarían estas cosas, pero me puedo quedar más tranquilo viendo tu hermoso rostro lleno de felicidad —me sonrojé apartando la mirada, logrando que él soltará una pequeña risa que me hizo sonreír— ¿Ya te dije lo hermosa que te ves sonrojada? 

—Cállate —susurré todavía más sonrojada.

—Cállame cariño —sujeté delicadamente sus mejillas con mis manos y junté nuestros labios. Sirius dejó sus manos en mi cintura con cuidado.

Poco después tuvimos que separarnos por falta de aire, pero no nos separamos del todo porque juntamos nuestras frentes con una sonrisa en nuestros rostros.

—Te quiero tanto —susurró él.

—Yo te quiero mucho más —murmuré mientras él me acariciaba la mejilla lentamente. 

—Eres hermosa, ¿lo sabías? 

—No, pero si me lo dijeras más a menudo no me quejaría —él soltó una pequeña risa.

—Eres muy hermosa, deberías saberlo.

—La gente me lo suele decir bastante, supongo que mis padres me hicieron con mucha dedicación —nunca hablaba de mis padres biológicos, ellos habían muerto cuando apenas era un bebé y los Potter al ser muy buenos amigos de ellos me adoptaron y me quisieron como su propia hija, por lo cual siempre estaría agradecida.

—Tus padres estarían muy orgullosos, al igual que lo están Euphemia y Fleamont —asentí con una pequeña sonrisa.

Euphemia y Fleamont siempre me habían contado maravillas de mis padres y era bueno saber tantas cosas de ellos. Era como si una parte de ellos estuviera conmigo.

Tenía muchísima suerte de tener la vida que tengo ahora, es verdad que hay algunas cosas que me seguían doliendo por así decirlo.

Una de ellas, era la relación que tenía con James, tal vez no lo odiara después de todo, porque había muy buenos momentos que había salvado y a veces debía reconocer que me gustaría volver a eso, pero las cosas surgieron de esa forma y no había manera de retroceder para cambiar todo.

Esperaba que pudiera llevarme bien con James con el tiempo, no sabía qué me estaba pasando, pero sí tenía algo demasiado claro y es que no quería tener odio en mí, quería perdonar y dejar atrás todo para poder avanzar.

—Jane —miré a Sirius que me miraba preocupado mientras me acariciaba la mejilla.

—¿Qué pasa?

—Eso me gustaría preguntarte yo, ¿por qué estás llorando? ¿Qué pasa? ¿Dije algo? —negué rápidamente mientras me quitaba las lágrimas del rostro.

—Simplemente, pensé en mis padres y en lo mucho que los extraño, aunque apenas los he conocido —él me estrechó delicadamente en sus brazos mientras dejaba pequeñas caricias en mi espalda.

—Los que nos aman jamás nos dejan y siempre estarán en nuestros corazones Jade, ellos te amaban demasiado y una parte de ellos siempre vivirá en ti. Es bueno llorar por ellos, pero debes saber que ellos siempre estarán a tu lado en todo momento —susurró mientras yo lo abrazaba más fuerte.

—Gracias por todo Sirius.

—No es nada amor —me regaló una pequeña sonrisa—. Ahora deja que este idiota te anime con sus tonterías y disfrutemos de este día.

Asentí y los dos nos sentamos en la manta.

Era tan increíble pasar tiempo con Sirius, siempre sabía como hacerme reír y esta vez no fue la excepción. Porque hizo que este día, a pesar de mi pequeño momento triste, hizo que fuera maravilloso y me lo había pasado demasiado bien con él. 

Me encantaba pasar tiempo con él y debía reconocer que había sido una cita maravillosa. Habíamos comido, leído, incluso habíamos estado pintando y dibujando, aunque el pobre Sirius se frustraba porque según él era un pésimo dibujante.

Sin duda alguna había logrado que este día fueran uno de mis favoritos y estaba demasiado agradecida por ello.

NOTA DE AUTORA

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