Abrió los ojos con pesadez. El cielo azul despejado, junto al brillante sol, le hicieron sentir que se dañaba la vista, por lo que los volvió a cerrar. El viento movió un poco sus cabellos e hizo que el césped le provocara dulces cosquillas. Sus pecosas mejillas se tiñieron de un leve tono carmín, al sentir un tacto muy familiar que le sostenía.

   Una mano, del mismo tamaño de la suya, con unas casi imperceptibles heridas y cicatrices. Otra mano, más pequeña y suave. Con una piel que no se sentía del todo como piel, sino como algo más. Ambas tenían un agarre firme pero amable, haciéndole saber que era querido, que era necesitado, que había un lugar en el mundo para él.

   Sonrió. Las dos tranquilas respiraciones a sus lados, le indicaban que las personas que más le importaban, dormían tranquilamente, lejos de todo daño que les pudiera ser causado, por el simple hecho de estar junto a él.

   Sintió una mano delicada, femenina, acariciándole la cabeza y se dejó hacer. Tenía un aroma agradable y su calidez le traía recuerdos borrosos, recuerdos de una sonrisa que valdría millones de berries, de cabellos dorados, una brisa marina a la distancia y canciones de cuna.

Qué bonitos recuerdos. Qué bonitas canciones de cuna, también. Estaba algo cansado de repente, así que dormiría la siesta junto a ellos. Su familia.

   Y que el mundo viniera a molestar más tarde.

.
.
.

Ni siquiera sé cómo se me ocurrió esta historia corta. Es algo que simplemente pasó.

Intente dejar un final medio abierto(?), para que, lo que haya pasado con los hermanos, quede a decisión de cada uno :)

¡Gracias por leer!