Mientras tanto, en la habitación 202.
Hiraeth se llevó las manos a la cara y se incorporó lentamente. Aún estaba muerta de sueño, la noche anterior apenas había dormido.

Hera la miró.

—¿Cansada, Buckley? —preguntó dirigiéndose a ella por su apellido.

La aludida esbozó una sonrisa.

—La verdad es que sí —contestó mientras recogía su ropa del suelo. Hera la miró, divertida.

—Pásame mi camiseta, anda —le dijo mientras se tapaba los pechos con la sábana de la cama.

—¿Te vas a tapar después de que te haya visto todo ya?

—Cállate y pásame la camiseta —repitió. Hiraeth rió.

—Ya... —respondió mientras le entregaba la prenda en cuestión.

—¿Vais a salir yaaaaa? —preguntó Leila desde fuera, alzando la voz.

Los primeros en salir fueron los hermanastros, ya preparados con sus mochilas para volver a partir hacia Ottawa.

Pocos minutos después, Hera y Hiraeth salieron de la habitación 202, también con sus respectivas mochilas.

—Ya era hora —dijo Leila—, que encima de que no me dejáis dormir, salís tarde.

Los cuatro la miraron extrañada.

—¿En serio? —preguntó entornando los ojos—. Con tanta cama sonando no había quien durmiese aquí, por dios —dijo con los brazos en alto, mientras marchaba hacia las escaleras que conducían al hall del motel.

Hades y Hiraeth no pudieron evitar reírse. Hera y Jennifer, por su parte, enrojecieron de la vergüenza.

Pocos segundos después, un grito ensordecedor invadió las escaleras, era Leila. Todos fueron corriendo hasta la planta baja para ver qué había ocurrido; su amiga acababa de reventar a puros hachazos a un par infectados.

—Hijos de la gran puta —dijo echándole un escupitajo a los cuerpos que yacían en el suelo.

—Jo-der. —Hiraeth estaba completamente asombrada.

—No sé de dónde coño ha salido este par de imbéciles pero vinieron literalmente corriendo hacia mí —dijo Leila—. No son como el resto de zombies que nos hemos encontrado por ahí.

Hiraeth se agachó para observar de cerca a los infectados; tenían los ojos llenos de sangre y la cara completamente descompuesta. Desprendían un olor horroroso. Entonces, se dispuso a coger su walkie-talkie.

—Grupo Alpha llamando a grupo Beta, ¿estáis ahí? —preguntó.

—Os escuchamos grupo Alpha —contestó Magus al otro lado de la línea.

—Que se ponga Chloe. Tengo que hablar con ella.

El resto del grupo Alpha miró a Hiraeth, extrañados.

—Hellooooo, soy Chloe, ¿qué pasa? —contestó la rubia.

Hiraeth suspiró y miró detenidamente los cuerpos.

—¿Te acuerdas del mutante que os encontrasteis tú y... Aria, cuando volvíais del Walmart?

—Sí, ¿por qué? ¿Habéis visto alguno?

—No estoy segura, ¿cómo era el que visteis vosotras? —interrogó Hiraeth.

Chloe trató de hacer memoria.

—Era más feo que un cojón. Tenía la cara desfigurada e iba como un puto animal a cuatro patas. Era muy rápido y súper fuerte.

—Vale. —Hiraeth dudó unos instantes y continuó—. Tengo una teoría.

Tanto el grupo Alpha como el grupo Beta prestaban especial atención a Hiraeth.

—Creo que hay varios tipos de zombies; bueno, eso ya es obvio, pero quiero decir, creo que cada una de las cepas de las que mencionaban en el documento de Mr.Joy ha creado un tipo distinto de infectado. Los básicos, imbéciles y lentos; estos que hemos encontrado aquí, algo más espabilados y rápidos; el que visteis vosotras que parecía hulk; y... falta una cepa. Eran cuatro.

—¿Eso quiere decir que hay otro tipo de infectado AÚN más peligroso ahí fuera? Me cago en la puta... —dijo Kourtney desde el fondo del otro lado del walkie.

—Eso parece —afirmó Hiraeth algo preocupada—. Espero que no nos encontremos con ninguna sorpresa más.
»Bueno, os dejo, que vamos a salir ya hacia Ottawa otra vez. Hemos hecho noche en un motel de carretera.

—Sí, pero algunos no hemos podido dormir —la interrumpió Leila de lejos.

—¿Qué...?

—Adióóóós —interfirió Hiraeth colgando el walkie-talkie, sin dejar que Chloe acabara de formular su pregunta.

Posteriormente, salieron todos del edificio y se dirigieron hacia sus respectivos vehículos. Subieron a los coches y pusieron nuevamente rumbo hacia su destino final, Ottawa.