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Capítulo 3 - "El principio del fin" (Parte 1)

—¿¡Qué cojones has hecho!? —exclamó Aria con dificultad para respirar.

—Lo que debía de hacer. Estaban infectados y a punto de convertirse. —Se defendió Magus— ¿Qué querías? ¿Dejarlos entrar y que al rato nos comiesen vivos? Porque eso es justo lo que iba a pasar si no actuábamos antes.

Magus había sido instruido desde pequeño en el campo de las armas de fuego, y no iba a dudar en usarlas si lo creía conveniente. Era un arma de doble filo.

Nadie respondió.

—¿Qué coño ha pasado aquí? —preguntó Chloe, que acababa de llegar—. ¿Quiénes son estos? He escuchado disparos, ¿estáis bien?

Aria no podía más. Con cada palabra que decían le entraban más náuseas, sentía cómo la ansiedad se iba apoderando de todo su cuerpo. Entró corriendo por la puerta principal y desapareció de la vista de todos.

—Magus los ha matado —intervino Kourtney, aún en estado de shock—. Pero tiene razón, probablemente estaban infectados, y no podíamos poner en riesgo a todo el grupo. Ha hecho bien —declaró mientras se dirigía nuevamente al hall de la Universidad, siguiendo a Aria.

El aludido asintió sutilmente con la cabeza.

—En momentos difíciles hay que tomar decisiones difíciles. Estamos en medio de un apocalipsis zombie, no podemos fiarnos de nadie que no conozcamos —añadió Hiraeth—. Pero eso no significa que tengamos la potestad de tomar decisiones, que nos afecten a todos, de forma individual. Somos un grupo, y las decisiones hay que tomarlas entre todos. No deberíamos ir pegando tiros por ahí a diestro y siniestro. Para empezar porque el simple sonido del disparo podría atraer a más infectados, que es lo más seguro.

Magus agachó la cabeza.

—Tienes razón —hizo una breve pausa—. Pido perdón por ello. No debería de haber actuado de esa forma sin antes consultarlo con los demás, ha sido un error mío —admitió—. Pero sigo manteniendo que mi actuación fue la correcta ante una situación así.

Hiraeth estaba sorprendida, a la vez que desconcertada; Magus no solía ser un chico muy expresiva, pero acababa de pedir perdón por el error que había cometido. Le miró con aprobación y asintió. No creía que se volviera a repetir.

Aunque tal vez no todos estaban de acuerdo con la resolución del problema.

—Me voy dentro, con las otras —dijo Chloe, refiriéndose a Aria y Kourtney. No se sentía cómoda estando allí más tiempo. En el fondo comprendía por qué su amigo había decidido arrebatarles la vida a aquellas personas, pero no veía la necesidad de hacerlo de aquella forma.

Hiraeth y Magus siguieron sus pasos.

Aria ya estaba algo más tranquila, Kourtney había conseguido rebajar su ansiedad. No era la primera vez que esto ocurría y ya tenía cierta práctica con los ataques que su amiga sufría.

Una vez todos dentro, y ya más calmados, se dispusieron sentados en forma de círculo en el suelo del hall de la Universidad. No era muy grande, pero les parecía agradable estar allí. Las paredes eran de un tono rojo pastel, y aunque puede sonar algo ostentoso, quedaba muy bien junto con los cuadros de los deportistas más prestigiosos de la Universidad. ¿Qué sería de ellos ahora? Junto a los cuadros también habían colgados algunos títulos, como por ejemplo el premio que les fue otorgado en 2020 acreditando a la escuela como la mejor Universidad de Toronto. Empotradas a las paredes, y junto a un pequeño sofá rojo que le daba cierto toque acogedor al hall, había algunas vitrinas que contenían decenas de trofeos dedicados a los mejores alumnos que habían pasado por la institución. Hiraeth aparecía en uno de ellos.

—El premio al mejor alumno de 2021, ¿por qué te lo dieron a ti? —preguntó Chloe, curiosa.

—Sinceramente ya no me acuerdo, aunque creo que realmente nunca me llegaron a explicar el porqué del premio concretamente, supongo que sería por las notas, o por la asistencia durante todo el curso. De todas formas, ya no vale para nada, el mundo se ha ido a la mierda.

Hiraeth suspiró.

—Bueno, quién sabe. Quiero decir, a lo mejor hay alguna cura, o alguna parte en el mundo donde el virus no pueda llegar —sugirió Kourtney, tratando de ver alguna parte positiva dentro de todo lo que estaba sucediendo.

Quizás su amiga tenía razón, tal vez aún quedaba alguna esperanza, pero, aunque así fuese, ¿cuáles eran las probabilidades de sobrevivir? O, ¿realmente existiría alguna cura? Demasiadas preguntas para tan pocas respuestas.

Se estaba haciendo tarde y el cansancio comenzaba a consumirlos, era hora de descansar. Había sido un día muy ajetreado y todos estaban abatidos.

—Oye, ¿dónde vamos a dormir? Aquí no hay camas, ni almohadas, sólo hay un sofá y somos seis personas; ni siquiera tenemos algo para taparnos. Estoy muerto de sueño y hace mucho frío —dijo Magus mientras removía su rizado pelo negro.

—No habrá más remedio que dormir en el suelo y echar a suertes quién debería dormir en el sofá —lamentó Kourtney—. ¿No tenéis nada de abrigo? ¿Nadie se ha traído aunque sea una mantita?

Hiraeth rebuscó en su mochila, pero no había nada. Tocaría pasar algo de frío.

—Ya os podríais haber traído algo, que habéis venido todos con las manos vacías —reprochó.

—Yo sólo me he traído mi bolso, siempre lo llevo encima. Pero oye, perdón, tendría que haberme parado a coger una manta en medio del puto apocalipsis mientras me preocupo de que no me coman el culo unos zombies —dijo Aria al tiempo que dejaba escapar una leve sonrisa.

—Anoche os dije que preparaseis cosas, en ese momento nadie os quería morder el culo, que yo sepa —Hiraeth alzó las cejas.

Chloe y Magus se echaron a reír.

Pasaron las horas y todos se quedaron dormidos, no podían aguantar más. El resto de la noche habían hablado sobre todo lo que había pasado durante el día, desde el punto de vista de cada uno. Lo único que tenían en común todas las historias eran las anécdotas donde detallaban sus combates contra infectados por intentar sobrevivir. Aún era todo un misterio y les quedaba mucho por descubrir, pero para eso ya habría otro momento, era la hora de descansar.


A la mañana siguiente. Universidad de Whitebridge Creek, Toronto.
‹‹Necesitamos medicinas, más comida, materiales… ¿De dónde se supone que vamos a sacar todo eso?››, ladeó la cabeza y subió a lo más alto de la Universidad. Aún eran las siete de la mañana, pero Hiraeth no era capaz de seguir durmiendo. Maldito insomnio.

Desde la azotea podía ver gran parte de los alrededores. Todo vacío. ‹‹Allí cerca tenemos un supermercado, podríamos ir en busca de algo de comida. Un poco más lejos hay unas cuantas farmacias, de allí sacaremos el material médico, si es que queda››. Le gustaba la idea. Desde allí también podía ver su casa, o al menos lo que era hasta hace dos días su hogar. Suspiró. Les vendría bien quedarse unos días en la Universidad, hasta que supiesen de seguro lo que iban a hacer más adelante. Todo era una gran incógnita.

Bajó las escaleras de nuevo y regresó con sus amigos, aún seguían dormidos. Como sabía que no iba a poder conciliar el sueño de nuevo, decidió salir a dar una vuelta por los alrededores de la Universidad, con martillo en mano. Además, se llevó consigo uno de los walkie-talkies, por si necesitaba comunicarse con ellos más tarde.

Salió al exterior y se dirigió hacia la puerta principal.

«Debería quitar esto de aquí», pensó al ver los cuerpos que yacían en el suelo desde ayer. Desprendían un olor horroroso, pero se contuvo las ganas de vomitar.

—¡Boo!

Hiraeth dio un respingo.

—Me cago en… —Se giró para ver a su amiga—. Joder, Kourtney.

Esta se rió.

—¿Qué haces despierta a estas horas? Es muy pronto, deberías descansar algo más.

—No puedo dormir, es el insomnio. No me deja vivir en paz —dijo mientras arrastraba el cuerpo del hombre muerto hacia la carretera—. Ayúdame, yo sola no puedo.

Kourtney asintió. Agarró por los pies el cuerpo que quedaba y lo acomodó junto al que Hiraeth acababa de dejar en la carretera. Ambas se quedaron viendo la escena por unos segundos. Por una parte, les provocaba repulsión ver los cuerpos medio descompuestos de dos personas; pero por otra, les daba pena ver que ese era el probable final que tendría la mayoría de la población por culpa de ese maldito virus.

No dijeron nada, simplemente intercambiaron una mirada y continuaron andando por el exterior de la Universidad.

—Oye, ¿damos una vuelta por ahí? —propuso Hiraeth señalando al coche de su padre, que seguía justo donde lo había aparcado el día anterior.

Así podría aprovechar y buscarla a «ella». No se rendirá hasta encontrarla. Estaba segura de que daría con ella, en algún lugar.

Entonces, un recuerdo fugaz pasó por su mente. Era un recuerdo con «ella». Recordó su último abrazo, aún era capaz de sentir el calor de sus brazos. Hiraeth cerró los ojos y trató de profundizar en el recuerdo, sus ojos se humedecieron.

—Está bien —asintió Kourtney, interrumpiendo sus pensamientos—, pero deberíamos avisar a los demás, a ver si se van a preocupar.

Hiraeth volvió en sí. Los recuerdos debían quedarse en el pasado, no podía comerse más la cabeza con ello.

Agarró su walkie-talkie y presionó el botón lateral. Ya podía hablar.

—¿Me escucháis? Hola, hola, hola, hola. Hiraeth llamando a universitarios. ¿¿Estáis ahí?? —preguntó alzando la voz.

—Me vas a dejar sordo, joder, ¿qué pasa? —contestó Magus con voz de dormido. Se notaba que lo acababan de despertar.

—Kourtney y yo nos vamos a dar una vuelta por ahí con el coche, es para que no os preocupéis si no nos veis al levantaros.

Se hizo silencio.

—Sí, sí, vale —Magus apagó el walkie-talkie y se volvió a dormir.

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