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La luz de la mañana atravesaba la cortina con intensidad lo que hizo que diera un pequeño salto en su sitio. Miró hacia su reloj digital y casi se le sale el corazón, ya eran a las 8 de la mañana, demasiado tarde para ir al trabajo.

Miró por todas partes y comenzó a buscar a su gato.

Se sentía muy extraña, no sabía si lo de la noche anterior había ocurrido en verdad o sólo fue un mal sueño.

Bajó a la cocina y pudo percibir un olor a huevos quemados desde antes.

—Mierda... —susurró al instante.

Al entrar pudo comprobar dos cosas.
No fue un sueño y de verdad se estaban  quemando los huevos.

—¿Qué haces? —se acercó rápido para retirar el sartén de la lumbre y apartarla del lugar. Aquello se veía espantoso, estaba completamente quemado.

—Intentaba cocinar algo para ti, en televisión se veía fácil. 

Se notaba un poco de culpa en su mirada y algo de temor ante la actitud poco amistosa que la rubia estaba tomando últimamente.

Al percatarse de eso, Peridot intentó tranquilizarse y optó por una postura más relajada.

Hizo gala de toda su paciencia y trató de ordenar su cabeza.

—Primero que nada, ¿por qué permitiste que durmiera hasta tarde? Debía ir a trabajar...

—Tu aparato estuvo sonando y como no te despertaste lo apagué, además aún parecía que estabas enferma.

—Ok, tengo que avisar que no llegaré, de todos modos necesito hablar contigo y si voy al trabajo no podré concentrarme. Tomaré el día libre y...

—Ya lo hice.

—¿Hiciste qué?

—Avisé en tu trabajo.

—¿Cómo hiciste eso? O mejor dicho, ¿Qué fue lo que dijiste y a quien? —nuevamente se estaba alterando.

—Llamé a tu oficina y les dije que seguías enferma; y que no se preocuparan porque te estaba cuidando.

—No hagas eso por favor, no tomes esas iniciativas, puedes meterme en problemas —Lapis le subía los nervios con mucha facilidad

La chica asintió y se quedaron en silencio unos segundos.

Fue entonces que se tomó el tiempo para mirarla con atención, sobre todo ahora que traía ropa puesta.

Su piel era clara, sus ojos eran azules, era más alta que ella y parecía mayor de edad pero en comportamiento parecía una adolescente.

Tenían poco más de un año juntas... ¿Cuánto se suponía que era en eso en edad gatuna?

—Por cierto... ¿Cuántos años se supone que tienes?

La chica inclinó la cabeza hacia un lado y se puso pensativa.

—En nuestros primeros meses tenemos un desarrollo y crecimiento rápido pero al pasar el primer año éste se reduce un poco. Probablemente tendría 18 o 20 años humanos. ¿Por qué?

—Solo tenía curiosidad... Pensaba que serías mayor que yo. Yo tengo 23...

Lapis sonrió.

—Y en unos meses cumples 24 y yo me haré más vieja todavía...

—¿Lucirás como una señora o algo así? —preguntó un poco preocupada.

—En teoría... No, nosotros podemos elegir cómo vernos en nuestra apariencia humana.

—¿Nosotros? Espera... Cierto... ¿Eres un gato que se transforma en humano o un humano que se transforma en gato? ¿Eres una bruja o algo así?

La chica comenzó a reír a carcajadas ante sus preguntas urgentes.

—No, no, nosotros de hecho creamos a las brujas, fuimos nosotros quienes les dimos las herramientas para controlar una pequeña parte del mundo, lástima que las quemaron a todas... Bueno, debe haber alguna nieta por ahí pero ya no buscan lo que sus abuelas querían.

Peridot sintió un pequeño escalofrío cruzando por su columna vertebral.

Tragó saliva e insistió.

—Entonces... ¿qué es lo que eres?

—Un alien.

...