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Después de cenar lavaron juntas los platos y mientras Lapis subió a ver televisión, Peridot se quedó en la cocina revisando algunas cosas del trabajo en su laptop.

Casi a media noche subió, ya muy cansada y únicamente con ganas de dormir.

Entró al cuarto y Lapis ya estaba durmiendo. Se metió a la cama y se quedó mirando hacia el techo. La cama era muy pequeña para las dos y por alguna razón sospechaba que a Lapis se le haría costumbre dormir con ella.

Mientras pensaba en su situación económica soltó un largo suspiro y después volteó para dar la espalda a Lapis y segundos después sintió el brazo de ésta pasando sobre ella para abrazarla y dormir pegado a ella.

Prefirió no inmutarse y dormirse de una vez.

...

Al amanecer se despidió de Lapis y fue al trabajo.

Pasada la mañana notó que su jefa no había llegado, preguntó a su secretaria y ésta le confirmó que no estaba.

—Ha ido a ver a unos inversionistas.

—Ya veo...

—¿Por qué? —preguntó mientras escribía cosas en una computadora.

—Por nada en especial, sólo tenía curiosidad —comenzó a alejarse pero de pronto regresó los pasos hacia la secretaria—. Oye, Perla...

—¿Qué sucede?

—La jefa...

—¿Sí?

—No... Olvídalo, disculpa por quitarte el tiempo —sonrió nerviosa y se dirigió al comedor.

Mientras comía y revisaba un documento, desvió su atención hacia ciertos artículos de una tienda en línea.

—¿Vas a remodelar tu casa? —preguntó Amatista mientras le daba un pequeño golpe en hombro.

Peridot estaba tan distraída que aquello le causó un sobresalto.

—Me asustaste, no hagas eso.

—Es que casi te metes a la pantalla —dijo burlona y sentándose al lado de ella. —¿Harás compras en línea? —tratando de volver al tema.

—No... Sólo estaba checando algunos precios, pensaba ir después pero no por ahora.

—Cerca de mi casa hay una tienda nueva, tienen muy buenos precios, quizás te interese —sonrió con entusiasmo—, te enviaré la ubicación y ya tú verás si te das una vuelta por ahí.

—¿En serio? Muchas gracias —revisó su teléfono para mirar la ubicación que amatista le había enviado.

—No agradezcas, además tienen envios así que no tendrás qué preocuparte por el traslado.

—Entonces es perfecto. Espero ir en uno de éstos días.

...

Llegó a casa con entusiasmo de encontrarse con Lapis y decirle que al día siguiente irían de compras pero Lapis no estaba por ningún lado.

—Qué extraño...

Sintió un sabor amargo al no saber de ella.

Había una sensación en su pecho que era casi dolorosa. Se sentía sola y preocupada. Además, no podía evitar pensar que quizás no volvería.

Bajó a la cocina y preparó su cena. Nuevamente el alrededor era tan silencioso y desconsolador, como cuando su madre falleció y su padre no estuvo con ella para compartir el dolor.

Se sentó con su plato frente a ella pero el apetito se le había ido, sin Lapis cerca, volver a casa era triste.
Odiaba estar en silencio, sola y sintiéndose tan miserable. Había adoptado a Lapis para no sentirse así y en efecto, aquello le había ayudado mucho a salir de aquel hoyo oscuro en el que estaba sumergida. Teniendo qué preocuparse por alguien que no fuera ella misma mantenía su mente ocupada y alejada de malos pensamientos.

Escuchó que llamaron a la puerta y se levantó en seguida.
Era ella, traía una gorra puesta y  llevaba puesta una chamarra junto con unos jeans de mezclilla y unos tenis
(todo era de Peridot). Llevaba unas bolsas en las manos como si hubiera ido de compras pero a la rubia no le importó, sólo decidió abrazarla fuerte y esconderse en su pecho.

—Oye, ¿qué pasa? —Lapis también quería abrazarla pero no podía pues tenía las manos ocupadas.

—Pensé que te habías ido para siempre...

Los ojos de Lapis se abrieron con sorpresa y se agachó un poco para dejar las bolsas en el suelo y poder rodearla con sus brazos.

—Tonta... ¿A dónde crees que iría? Aquí tengo una casa, tengo todo lo que necesito... te tengo a ti...

🐈❤