3. First heat.
Hi there~ Creo que este es uno de los capítulos más deprimentes de esta cosa, juro que se pone alegre por la mitad, denles hasta mañana, promesa de garrita, si tenemos pocos promps para arreglarlo despúes de todo. Pero hoy no. Así que con la mente abierta no más.
Mil gracias por tanto.
—¿Cuánto más pretendes esconderte en mi casa Soo-Ling? —La inescrutable voz del omega provoca que absolutamente todos contengan su respiración en la mansión, todos menos él, por supuesto, se ha vuelto una cuestión rutinaria tolerar sus arranques de ira, no por nada es su mano derecha y vaya que es consciente de susodicho poder y tal vez, demasiado.
—No me estoy escondiendo. —Yut-Lung ignora la confrontación abanicándose la cara, resulta muy gracioso el cambio de roles, usualmente es él quién tiene el ceño tenso enfrente de un Yue borracho.
—Tienes una bonita casa en Long Island según recuerdo. —Vete, es decir.
—La tengo. —Exhala, no se ha movido de aquel elegante diván de terciopelo desde hace semanas y no pretende volver con Eiji todavía, algo se rompió luego de esa discusión o al menos, algo se quebró dentro del corazón de Sing—. Es verdad.
—¿Entonces...? —La expresión de Yut-Lung se hace un poco más severa—. Largo.
—No quiero irme tan lejos, no a Long Island.
—¿Por qué?
—No quiero estar lejos de Eiji en caso de... —Sus palmas se tensan sobre sus piernas—. Por cualquier cosa.
—Esto es por Okumura otra vez. —No es una pregunta—. Aunque dije que no me metería en tu vida privada mientras fueras capaz de hacer tu trabajo últimamente eres un desastre y ¿cómo te confiaré Nueva York en estas condiciones?
—Lo siento. —Sing se abraza patéticamente sobre sí mismo e intenta mantenerse presente en aquel gigantesco salón colmado de extravagancias y lujos tan ostentosos que le hacen justicia al clan, hasta la manera en que Yue se viste se ha vuelto más llamativa para dejar un mensaje en claro: poder, Ash le habló alguna vez de eso, Shorter también—. No dejaré que se repita, me tomo en serio mi trabajo.
—No te digo eso para reprocharte. —El aroma del omega se suaviza junto a su mirada, por más que le muestre una indiferencia ensayada con meticulosidad siempre deja una grieta por la cual entrever con cautela—. ¿Acaso discutieron?
—Algo así. —Ni siquiera sabe—. Le grité luego de que por fin se abriera un poco más conmigo...estoy tratando con tanta desesperación que pase a través del duelo, lo he visto sufrir en silencio, no quiero que olvide a Ash, solo quiero que deje de doler.
—Es difícil ganarle a un muerto.
—Tal vez, pero por fin había conseguido que me sonriera.
—Sing.
—Pasé demasiados años buscando su sonrisa y la conseguí, fue honesta, no de esas que pone puesto que quiere tranquilizar a Max o a los chicos, esta fue real, fue una que hizo que sus ojos fueran todas unas estrellas despampanantes, quedé maravillado, solo pude quedarme ahí totalmente cautivo del rostro de bebé de Eiji que finalmente aparentó la edad que tiene y es que... ¿alguna vez has conocido a alguien tan deslumbrante que sabes que tarde o temprano te quemarás si te quedas? No es lógico, cada parte de ti te lo dice y aun así, es como si estuvieras hipnotizado por semejante brillo, esa clase de sonrisa él me dio. Hermosa. Eiji es hermoso.
—Sing.
—Las cosas iban bien, por primera vez en serio iban bien, Eiji había salido de la casa y lucía motivado para intentarlo y me estaba mirando a mí, por fin a mí, no a... —Su corazón se estruja—. Y lo arruiné.
—Ay, Sing. —Su nombre es lastimero.
—Lo arruiné porque olvidé guardar una puta fotografía de él y todo se hizo trizas de nuevo, fue igual que esa vez que tuve que decirle que él se había muerto ¿tienes idea de la cara qué...? Él estaba aún en Japón, en silla de ruedas, acababa de irse con la ilusión de que él estaría a salvo, vi el segundo en que sus ojos se apagaron por siempre y acá otra vez se apagaron, no pude hacer nada para impedirlo de nuevo, nunca puedo hacer nada para evitarlo, me siento inútil.
Y Sing nunca olvidará lo que sintió al presenciarlo.
Tristeza.
Pero no cualquier tristeza, sino que una tristeza realmente abrumadora que parecía abarcar toda la vitalidad de Eiji y las cosas por las que luchó. Lánguida. Cansada. Vieja.
Una tristeza dedicada especialmente para Ash, vaya sorpresa.
No es que Sing odie a Ash, si bien ha pasado años intentando odiarlo para poder lidiar consigo mismo entiende con suma claridad que odia lo que se generó alrededor de Ash en un efecto mariposa, odia en las personas que sus amigos se convirtieron, en el cadáver que Eiji dejó y sobre todo, se odia a sí mismo, siente que debe reemplazar a Ash, el mundo no deja de recordárselo con comentarios acerca de su carrera o el cambio de su personalidad o cómo se vio forzado a crecer de golpe a los 14, puede que eso sea cierto que es lo peor, puede que Sing se haya olvidado a sí mismo por intentar caber en la sombra de Ash, ¿por qué lo hace?, ¿por culpa?, ¿por resentimiento?, ¿por temor?, ¿por algo más?
—En serio te pareces a Ash. —No sabe si Yut-Lung dice eso para apuñalarlo aún más o con intención curativa, más la confesión es una cuchillada, vaya ironía—. Ambos son igual de decepcionantes, Sing.
—¿Decepcionantes?
—Sí.
—¿Por qué?
—Porque ambos fueron lo suficientemente tontos para enamorarse de Okumura, no sigas esa senda si sabes cómo terminará, es un omega marcado y nunca te dejará reemplazarlo.
—No pretendo reemplazar a nadie.
—Renuncia a ese enamoramiento con Okumura, te matará.
—Yo no estoy enamorado de Eiji. —Se defiende y la defensa sale más resquebrajada de lo que ansía.
—Puedes engañarte a ti mismo, puedes engañarlo a él y al resto del mundo, ¿pero a mí? —El omega alza una ceja con indignación—. No olvides quién fue el villano de la historia.
—No estoy enamorado de Eiji. —Se repite—. No podría... solo estoy con él porque es mi amigo y de cierta manera siento que se lo debo tanto a Shorter como a él, ambos querían que Eiji viviera a salvo.
—Y aun así... —Yut-Lung se levanta del sillón—. ¿Te parece vivo ese hombre?
—Yue.
—Es todo lo que te diré, no persigas fantasmas o te acabarás convirtiendo en uno. —Ninguno de los dos cede en el contacto visual, es una riña silenciosa de poder. Pasa un latido. Dos. Tres—. Ve a casa.
¿Acaso tiene algún lugar al que pueda llamar así?
Lo tiene.
Lo metaboliza en el camino, puede que ese lugar no sea para él y que esté aprovechándose del vacío emocional que come a un Eiji desesperado por ser sostenido aunque demasiado ahogado en la culpa como para poderse permitir ser feliz, Sing quiere verlo feliz, eso es todo, no le importaría reemplazar el lugar de Ash o intentarlo, entiende con una crueldad casual que Eiji jamás lo mirará como miró al lince, sin embargo, con una mirada se conforma, con un toque, con una risa, con un poco de cercanía y del tipo que sea, de un poco de Eiji. Mierda. Es autodestructivo y masoquista, lo vislumbra pero al parecer Eiji no es el único pegado con un fantasma. Y Sing. Sing se siente una aberración por pensarlo siquiera, más, está feliz de poder compartir con el omega a pesar de todo.
Sing sabe que Eiji lo necesita porque fue el único que se quedó a su lado. Incondicional. Firme. Terco.
¿Pero realmente quién necesita a quién? Puesto que es Sing quien se aferra a Eiji temiendo que esta sea la última vez, que finalmente Ash venga a reclamarlo. Es Sing quien mira totalmente embelesado cada pequeña cosa que el omega hace. Es Sing quien pasa horas memorizando su cara. Es Sing quien se siente reconfortado por sus feromonas. Es Sing cuyo corazón late desquiciado ante la más mínima muestra de amabilidad. Es Sing quien siempre lo ha hecho. Meses. Años. Vidas.
Sing considera a Eiji su hogar.
Y odia que el hogar de Eiji sea Ash.
—Buddy. —Prefiere no pensar en eso hasta que llega a casa—. ¡Buddy!
Le toma un segundo notar que hay algo mal.
Dulce. Irresistible. Instintivo.
Es un celo.
Eiji debe haber iniciado su celo mientras estaba fuera.
A juzgar por cómo debe detenerse a sí mismo para no saltarle como una bestia hambrienta entiende que debe salir de acá o las cosas serán irreparables.
—¿S-Sing? —Sin embargo, Eiji lo está llamando con una voz increíblemente dolorosa que encoge su pecho—. ¿Eres tú?
—¡Sí! ¿Necesitas algo para pasar tu...?
—Ven, por favor.
—¿Qué?
Eiji no responde otra cosa además de un lloriqueo adolorido.
Si bien ha escuchado que para los omegas es prácticamente un castigo pasar el celo sin un alfa y por eso justifica hasta cierto grado su decisión de automedicarse con supresores, nada lo preparó para...
—S-Sing... duele mucho, haz que pare, por favor, haz que pare.
—Eiji.
La imagen le rompe el corazón en miles de pedazos.
Aquí está Eiji en medio de lo que impresiona ser un nido escueto con las únicas dos camisas que Ash dejó atrás hecho un ovillo contra sí mismo, hay rastros de lágrimas secas en sus mejillas aun si resulta haber cesado la pena, está temblando y temblando, su piel enrojece y suda in crescendo en conjunto a lo que parecen ser espasmos de dolor. Roto. Sí. Eiji se ve absolutamente roto. Su mandíbula trepida mientras intenta acurrucarse a sí mismo haciéndose tan pequeño que teme que desaparezca debajo de las ropas de un fantasma, sus pupilas lo escanean lentamente como si le tomara tiempo entender lo que está ocurriendo, las lágrimas no demoran en atiborrarse alrededor de su iris. Ido. Vacío. Roto.
—No funcionaron. —Su mano apunta a duras penas al velador, a una caja de supresores—. No hizo...
No hizo efecto.
Por eso está así.
—Está bien. —Tiene que usar toda su fuerza de voluntad para contener el aliento puesto que nunca antes ha olfateado verdaderamente a su amigo y el aroma está comenzando a hacer estragos dentro de su mente por lo que debe taparse la nariz con más ganas. Soporta. Soporta. Soporta—. ¿Llamo a un doctor?
—Llamé. —Vuelve a apuntar el velador, a su celular.
—¿Qué te dijo?
—Ugh...
Eiji vuelve a apuntar el velador, dándole permiso para que revise su teléfono.
Sing se incorpora al cuarto sintiendo hasta la última fibra de su ser erizarse por la tentación, presiona el celular, lee tanto el historial como las indicaciones qué el médico mandó, la ira hierve en sus tripas ya que básicamente le dijo que se lo aguantara o buscara un alfa. Mierda. Mierda. ¿Cómo es humano dejarlo en estas condiciones? Parece estarse quemando a carne viva por la fiebre.
—Lo extraño mucho. —Pero entonces...—. Lo necesito.
—Él no volverá, Eiji.
—A-Ash...
Eiji se aferra con la poca fuerza que le queda a una camisa de Ash y hunde su nariz desesperado bajo el anhelo de conseguir alguna feromona o un resqueme del alfa que haya atrapado en un botón y a juzgar por su llanto desgarrado ha fallado. Está muerto. Está muerto. Te dejó. No te amó lo suficiente.
—A-Ash...
No digas su nombre.
—Ash, vuelve, por favor.
Cállate, cállate, cállate.
Sing siente cómo todo lo que ha acumulado lo rebalsa gota a gota ante los sollozos de Eiji, hay mucha frustración burbujeando en su corazón como si fuera magma ebullendo, derritiéndolo capa por capa desde adentro, chamuscando su carne hasta que lo único que queda de Sing es una plasta de dolores latientes, ha aguantado demasiado. La muerte de Lao. La carta. La tristeza silenciosa de Eiji. El utilizar el lugar que Ash dejó. Eiji no lo ama a él. Eiji ama a Ash. Pero si Sing pudiera ser un reemplazo. Si por lo menos Eiji pudiera cerrar los ojos y pretender que es Ash ¿estaría mal? Se conformaría con tenerlo de esa manera, ja, Yut-Lung se reiría a raíz de su hipocresía.
¿Por qué quiere hacer todo esto? Eiji es patético, ¿por qué está perdiendo su tiempo cuidando tanto a un hombre muerto?, ¿por qué se esmera tanto en mantener vivo a quien obviamente tiró la toalla?
Solo le ha dado problemas. Sin Eiji podría tener una novia, podría haber marcado a un omega, podría estar en su lujoso departamento en Long Island, podría ser libre.
Pero no puede.
—Eiji. —Entonces debe aceptarlo de la peor manera—. Eiji.
Está enamorado.
De alguien que nunca tendrá.
De alguien que nunca lo amará.
Está bien.
—Lo extraño mucho, Sing. —El llanto de Eiji se rompe, se hace trizas, las trizas se hacen cenizas y las cenizas se pierden en la memoria—. ¡Estoy tan enojado con él! Él me pidió que nunca dejara su lado y al final, él dejó el mío, él actuó como un maldito leopardo y ahora estoy sufriendo mucho, necesito sus feromonas, lo necesito ¡estúpido Ash! Vuelve, vuelve, por favor... prometo no ser más una carga.
—Puedes fingir que soy él. —Sus ojos cafés se abren repletos de sorpresa, incluso a través de la capa del celo Sing es capaz de vislumbrarlo.
—¿Qué?
—Qué estaría bien si fingieras que soy él.
Sing se quita su propia camiseta para ponerse una de las que usó Ash, le queda pequeña puesto que le perteneció a un chico de 18 y Sing ha crecido injustamente, no obstante, si así puede ayudar a Eiji cree que está bien. Mentira. Lo está haciendo por sí mismo. No por Eiji. Porque desea a este omega. Porque lleva conteniéndose demasiados años. Porque Ash está malditamente muerto y nunca jamás va a volver pero él está aquí ¡él está aquí! ¿por qué no es suficiente?
—S-Sing...
Da igual que no sea suficiente.
Lo tendrá así.
—Shh. —El alfa se inclina encima del omega—. No tienes que decir mi nombre.
—Pero...
—Es doloroso pasar el celo solo ¿verdad? —Eiji se encoge de vuelta como respuesta—. Puedes tener esto, puedes usarme cuánto quieras para traerlo a él, puedes llamarme por su nombre.
—P-Para, estás actuando fuera de ti mismo.
—¿No te gustaría saber cómo se sentiría él? ¿Cómo se vería de adulto? Anda, llámame así, solo dilo.
—Ash.
Sing lo besa y Eiji corresponde desesperado, esto no debería pasar así, él quería ayudarlo a pasar un duelo en vez de tomar ventaja de este sin embargo las feromonas de Eiji están clamando por un alfa y ya está al límite, así que se condena fundiendo sus labios con los del omega, arrancándole la polera de un solo tirón, paseando sus manos por su piel sensible y mierda, es el infierno, ha estado con una gran cantidad de personas tanto hombres como mujeres para aletargar su tristeza, nadie se asemeja a Eiji. No puede. Siente al cuerpo de Eiji debilitarse y solo sucumbir ante sus caricias y corresponderle con torpeza el beso. Los labios de Eiji, Dios. ¿Cuánto tiempo soñó con esto? No se contiene y muerde y besa y lame memorizando cada fibra de su compañero. No habrá otra noche así. Lo sabe.
Te vas a arrepentir, dice su cabeza.
—Alfa. —Pero Eiji está jadeando totalmente necesitado y al carajo—. Te necesito.
No es benevolente con sus toques a pesar de que siempre deseó serlo con Eiji, al contrario, es brusco e incluso bruto, no sabe si es a raíz de sus propios celos o para manchar la memoria de Ash y esperar que en algún lugar Eiji se decepcione y lo olvide, más, es posesivo, lame la piel perlada por una tenue capa de sudor, hunde su nariz en sus glándulas de feromonas, muerde, besa, succiona, deja su marca y transmite un mensaje: es mi omega, es mío. No lo es. No le importa.
Eiji es una droga de la que se ha hecho adicto y procura dejárselo en claro estimulándolo, una sonrisa satisfecha hierve apenas escucha sus gemidos amortiguados por su lengua, puede sentir sus durezas restregándose en busca de más contacto, el aire quema, las feromonas lo tienen embriagado, el alfa amasa, tira y aprieta la silueta tan frágil que teme que se parta como un palillo mientras que Eiji es...
Es gentil.
Las manos de Eiji son gentiles a pesar de la urgencia, está repasando sus dedos en su cabello con un cariño tan visceral que no puede evitar preguntarse si está pensando en Ash o en él, bota la pregunta al ya saber la respuesta y en su lugar, besa con egoísmo, con hambre, con desesperación, con miedo, por favor perdóname, por favor no me odies luego de esto, lo siento porque las cosas sean así, perdón por no poder ser él, perdón por tampoco hacer que te quedes, pero te amo, estoy tan enamorado de ti que se siente como un infierno esto.
Es su primer celo juntos.
El único.
—Más suave. —Ruega derritiéndose debajo de la boca de Sing—. Me duele si lo haces así. —Ash no lo haría así.
—Perdón.
Así que Sing cambia de actitud y lo hace cómo piensa que Ash lo haría, Ash, Ash, Ash, Ash, Ash, Ash...
¿Ya estás feliz?
Es tuyo para siempre, pero esta noche no, esta noche, él me pertenece.
Eiji apenas lo toca para no romper la ilusión, tampoco se atreve a abrir los ojos y a veces lo vislumbra arrugar la nariz porque sus feromonas craquelan el recuerdo, más está sediento de un roce amoroso y sin duda se lo provee, Sing le quita la ropa con devoción y presiona la boca en cada centímetro del omega, siente a su corazón sangrar hacia sus labios, sus jadeos conteniendo un nombre diferente al suyo, a sus manos apretando sus dedos, de repente, ambos están llorando, ninguno dice nada, nadie quiebra el intercambio entre dos hombres tan rotos que tratando de arreglarse mutuamente al final se terminaron lastimando más. Son irreparables. Son trizas. Son la mitad de lo que fueron.
—Te amo, Eiji. —Lo dice sin dejar de presionarle besos en el pecho, el nombrado no lo mira y apenas respira debajo suyo en la cama, impresiona embriagado por el calor—. Te amo, te amo, te amo.
—Yo también te amo. —Yo también te amo, Ash.
Ash, Ash, Ash, Ash, Ash, Ash, Ash, Ash, Ash, Ash, Ash, Ash, Ash, Ash, Ash, Ash, Ash, Ash, Ash, Ash ¡Ya!
Sing muere en ese instante sabiendo que esas palabras no son para él.
Si fuera Ash lo sería, pero...
—¡A-Ah!
Sing lo muerde en el hombro en un intento patético y desesperado por reafirmar su poder, no posee ningún derecho, pero duele tanto no ser correspondido, esto los está torturando a ambos, ¿por qué diablos están haciéndolo? Pero aún así...
—Voy a entrar.
Eiji abre sus ojitos y sostienen una mirada en silencio, hay llanto escurriendo hacia sus mejillas y aun si tiene muchas ganas de besar esas lágrimas y sanar cada cicatriz, se contiene, Sing traga duro, tiene una mano enlazada a la de Eiji, más, lo está matando no saber a quién Eiji está mirando con ese tipo de expresión ¿a él? ¿a Ash? ¿a ambos? Entra en el omega sin quererlo saber.
—Te amo, Eiji. —No llora—. Te amo tanto.
—Sing.
En estos momentos en lugar de erupcionar, se quiebra y su corazón se enfría de golpe sabiendo que en cualquier instante romperá en llanto porque le duele mucho, duele mucho que Eiji pronuncie así su nombre con tanto amor sino lo ama, duele que enrede sus piernas y lo atraiga más cerca si todavía está usando la camisa de Ash, duele estar matando su amistad dado que no fue capaz de controlarse y ser un buen amigo. Shorter estaría decepcionado. Ash. ¿Qué diría Ash? Lo siento. Sus ojos se ponen aún más húmedos cuando la vaporosa hinchazón de la mordida capta su atención para avivar todas esas heridas que aún no cierran.
No es tuyo, no es tuyo, no es tuyo, siempre le pertenecerá a Ash.
—Te amo, Eiji. —Repite hecho mierda—. Lo siento.
Pasan el resto del celo juntos.
Cuando finalmente se acaba se quedan acurrucados sin intercambiar palabra, Sing teme en demasía que eso no sea real, que no sea más que otra de sus dolorosas fantasías, amarlo lo está matando, lo sabe mejor que nunca cuando rodea la cintura desnuda de Eiji y presiona la marca ante sus labios y por un segundo, solo uno, cierra los ojos y se imagina que es suya, su corazón se desgarra en millones de pedazos y esa es la peor parte, porque sabe que incluso si pasa buscando una eternidad los trozos que alguna vez lo compusieron nunca volverá a encontrarlos todos. Siempre habrá uno faltante. Ese que es el más importante. Su mundo. Su alma. Su corazón. Indispensable. Ese que le dio a Eiji aunque no lo quería. Es el mismo caso para Eiji, sin importar cuánto se busquen o traten siempre faltará una pieza en ambos, ¿es tan terrible quererse completar incluso sino se pertenecen?, ¿es tan terrible el estarlo amando?
Sing no duerme esa noche.
Eiji llora en sus brazos.
Perdón por arruinarlo todo.
Perdón.
Te amo.
Massi una vez escribió en the soldier's home que la mejor ship para Sing era Sing x amor propio y no puedo estar más de acuerdo, esto no trae consecuencias tan negativas, de hecho nos abre una conversación necesaria y ya alguien zarandea un poco a Sing para que reaccione en serio así que tenganle fe, ya paso lo peor, subimos no más, imaginense el angst que habría dado con 30 promps, eso habría sido bakan.
Mañana nos vemos con algo más bonito~
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