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1. Injuries and aftercare.

Notas del autor: Hi~ El 99% de las personas que me siguen es por el AshEiji y yo sé, de hecho, eso siempre fue una espinita porque al final me sentía un poco culpable de querer escribir otras parejas, creo que llevo pateando este SingEiji un año ya, así que lo primero que quiero aclarar acá es que nadie está obligado a leer, aprecio mucho el cariño y el apoyo que siempre se me da por estos lares, sin embargo, nadie me debe nada, así que si la ship no es del agrado en mi perfil hay como 30 AshEijis para leer. Este es un fic corto, es una dínamica de una semana no más participante en el "omegaverse anti ai event" realizado en tumblr (@knotinmyname), ¿por qué siempre encuentro dinamicas medias randoms en donde meterme? No lo sé, solo aparecen y si bien, no entendí del todo esta hasta hoy en día los promps están bonitos.

Género: Post canon/ Omegaverse/ Canon diverge/ Slown Burn.

Ship: SingEiji.

Advertencias: En el fic se trabaja un duelo patologico, mecanismos de defensas poco sanos, pensamientos intrusivos, sintomatología depresiva y lo que en una primera instancia se piensa como un intento de suicidio junto a todo lo que es inherente al canon y a GOL. Si no estás de acuerdo con alguno de estos temas, favor abstenerse a la lectura. 

Este fic está relatado desde el pov de Sing porque quería jugar con eso por primera vez, si bien, en una primera instancia se trabaja alrededor del duelo de Eiji poco a poco se va viendo que Eiji no es el que se quedo pegado (por así decirlo) sino que es Sing quien es incapaz de dejar ir a Ash o más bien, el lugar de Ash.

—Eiji, estaba pensando que tal vez podríamos...estaba pensando que tal vez sería una buena idea si tú y yo fuéramos a la biblioteca pública.

Sing suspira.

Desliza sus dedos sobre su flequillo hasta que su cara queda escondida contra sus palmas y su cuerpo se hace un ovillo sobre el pórtico de la casa de piedra rojiza, sus ojos se clavan en un punto en blanco pese a la vasta cantidad de estímulos que rodean Downtown, sus fosas nasales se dilatan y contraen, se arrugan con desagrado al percibir el resqueme de las feromonas, si bien Sing es un alfa no tienden a atraerle los aromas hostigosos y tan característicos de esa casta, el único omega cuyo aroma le es atractivo es el de...

Pronto será 12 de agosto.

El cumpleaños de Ash.

El cumpleaños 26 de un Ash que se quedó para siempre en los 18.

Eiji cambió tras la muerte de Ash totalmente y apenas lo puede reconocer, esa sonrisa deslumbrante que alguna vez le mostró refiriéndose dulcemente a Ash y a Shorter se ha esfumado, su carácter tan firme aunque suave no ha dejado más que un fantasma sumergido en el letargo de un duelo eterno, esa terquedad que lo guio a enfrentar a Yut-Lung e incluso al mismo Golzine...no queda nada del Eiji que conoció, sin embargo, el cambio más drástico sin duda está en sus ojos.

A Sing siempre le gustaron los ojos de Eiji por lo expresivos que eran, si bien, al principio le dio miedo que pudieran ser una debilidad puesto que era riesgosa la franqueza y la transparencia en su mundo, poco a poco se fue soltando en la idea, permitiéndose entrever el alma de Eiji a través de sus pupilas.

Hermosa. Inquebrantable. Susceptible.

Ahora es diferente.

Ahora tiene la impresión de que los ojos de Eiji siempre están esperando a alguien.

Ash.

Lo nota por cómo sus ojos se cristalizan al ver a un chico rubio, por cómo se tensa apenas mencionan la biblioteca pública, su sonrisa amarga al ver libros de Hemingway, el cómo han desaparecido todas sus fotografías, más, siguen ahí sus ensayos, por cómo ni siquiera consigue pronunciar su nombre o no habla de la mordida en su nuca. No es solo eso. Es peor. Es contradictorio. Por una parte, instauró una vida en Nueva York en vez de evitar los lugares que lo hieren, casi como si estuviera flagelándose por la muerte de Ash. Pero por otra parte, cortó contacto y se aisló, se volvió impermeable y la gente poco a poco se apartó dejándolo sumido en dicha soledad.

—Mierda.

Así que acá está Sing.

Tiene su propia casa en Long Island, es el presidente de una empresa comercial, es dueño de muchos edificios en Chinatown y más encima es estudiante de la universidad de Nueva York y aun así... le es imposible apartarse de Eiji, ¿por qué?, ¿qué es eso que lo mantiene unido?

Lo sabes, se dice a sí mismo.

Lo sabes perfectamente.

Niega censurando el pensamiento, sabe que son buenos amigos y de hecho, debe ser el mejor amigo de Eiji a estas alturas considerando que incluso tiene un cuarto en su casa, Sing cuida de Eiji e intenta no ser invasivo en el proceso, procura que el refrigerador del omega esté abastecido, que vaya a sus chequeos médicos por más que los odie, que tome sus supresores y no abuse de ellos, lo anima para que salga del encierro y tal vez le muestre una de esas sonrisas. Y al mismo tiempo, Eiji cuida de Sing teniéndole siempre una comida caliente en la mesa, manteniendo aseado su cuarto, planchando las camisas que debe usar para sus juntas y dándole eso que nunca tuvo.

Un hogar.

¿A quién engaña? Sing es sumamente feliz con esa dinámica tan doméstica, se las han arreglado casi para parecer una pareja casada respetando sus mañas y coordinando sus rutinas como si fueran dos engranajes contiguos en la misma máquina, es cómodo y bonito, no obstante Eiji es el hogar de Ash.

—Suficiente de esto. —Se dice a sí mismo.

Sing se levanta, toma aire y entra a la casa.

—¿Eiji?

El aire huele extraño cuando entra.

Denso. Pesado. Desagradable.

Sing estuvo fuera una semana para darle espacio a Eiji durante su celo, no sabe si prefiere intentarlos suprimir, si los pasa solos o mete a algún alfa azaroso a la casa, sin embargo, prefiere no saber, todas las veces que acaban sus ciclos queda una niebla de dulzor por más imperceptible que sea, pero esta vez hay algo raro en el ambiente.

Sube hacia el segundo piso para comprobarlo, entra en la habitación de Eiji.

—Ay, Eiji.

Y le rompe el corazón lo que ve.

—Ni siquiera deben quedarles olor.

Es una especie de nido con las pocas prendas que dejó Ash, es pequeño, escueto y le da un poco de lástima, es solo una camiseta de franela verde con negro junto a una chaqueta de mezclilla, el cuarto aún huele a Eiji y de repente, una ola de rabia azota sus entrañas.

Rabia y culpa son dos emociones con las que está muy familiarizado, a veces son contra todo el resto del mundo: contra Lao por ser imprudente, contra Shorter por abandonarlo, contra Eiji por no pelear más fuerte por sí mismo, sobre la pandilla por desligarse, Max, Charlie, los policías, Blanca, Yut-Lung, Nadia y todo el puto mundo si hace falta, a veces solo las siente contra sí mismo y es autodestructivo.

La mayoría del tiempo las siente contra Ash.

Ash murió.

Es una mierda, una parte de sí mismo siente una tirria inconmensurable ante semejante decisión ya no solo porque atenta contra las creencias del propio Ash acerca de alcanzar la libertad ni buscar de manera activa la muerte sino porque fue un bastardo egoísta. Ni siquiera pensó en las consecuencias que su muerte tendría para todo el mundo. Y Eiji. Dios. Eiji se culpabiliza tanto. Eiji murió con Ash. Y Sing lo entendió a través de la carta. Mi alma siempre estará contigo. Ash se llevó el alma de Eiji. No es justo. Ash amó a Eiji y Eiji amó a Ash, no hay duda de eso, habría que estar ciego para no verlo en la forma en que se adoraban, sin embargo, si tanto amaba a Eiji ¿por qué no se quedó?

Simple, Ash no lo amó lo suficiente.

Sabe que esto es injusto con Ash, que debió estar cansado y un montón de mierda más, ¿pero y Eiji?

Eiji merece a alguien que lo ame lo suficiente para quedarse.

—Y yo estoy acá. —Sing gimotea presionando la camisa contra su frente—. Yo estoy aquí ¿no puedo ser lo suficiente?

Patético ¿no? Está luchando contra un fantasma y ¿cómo le dijo Yut-Lung?

No pelees con tus memorias porque nunca ganarás.

Ja.

—¿Eiji? —Retoma su búsqueda porque si sigue pensando en Ash, en el nido, en la carta, en todo eso que perdió, no será capaz de recomponerse y necesita estar compuesto—. ¿Eiji?

Un ladrido lo alerta.

—¿Buddy? —El cachorro no tarda en responder.

Está rasguñando la puerta del baño, no es inusual que un omega se asee luego del celo, pero hay un presentimiento inundando el corazón de Sing que lo incita a golpear frenéticamente la puerta. Llama una. Dos. Tres. Cuatro. Diez veces.

—¿Eiji? ¿Estás ahí? —Buddy sigue rasguñando y Sing no aguanta más.

Derriba la puerta tras una serie de golpes.

—¡Eiji!

Sing ha pasado por cosas muy jodidas a lo largo de su vida. Tuvo que ver cómo quemaban el cadáver de Shorter luego de que intentaron sacarle el cerebro. Tuvo que volverse líder de pandilla a los 14 a pesar de no haberlo pedido. Tuvo que matar siendo crío. Perdió a su hermanastro. Tuvo que forzarse a odiar a Lao para así poder vivir consigo mismo. Le entregó a Ash la carta. Esa puta carta. Tenía solo 14 pero tuvo que ir a la morgue a reconocer el cadáver de Ash. Estaba sonriendo. Sí. Sing ha cargado en silencio con muchas cosas, pero absolutamente ninguna de ellas se asemeja a la imagen que está presenciando ahora: Eiji inconsciente sumergido en la bañera.

No se mueve, no se mueve, no se mueve, no se mueve, no se mueve, no se mueve, no se mueve, no se mueve, no se mueve, no se mueve, no se mueve, no se mueve, no se mueve, no se mueve, ¡sácalo!

—¡Eiji!

Sing lo saca de tirón, Eiji yace morado, ido, frío, se ve igual que... que el cadáver de Ash en la morgue.

—Mierda, no, me prometiste que no harías esto, me prometiste...

Empieza a presionarle el pecho.

A aplicar todo lo que se le ocurre, no quiere perderlo, se ha dicho que está listo para perderlo porque Eiji siempre parece listo para irse, pero no es cierto, las lágrimas corren por su rostro mientras ejerce presión sobre el tórax de Eiji una y otra y otra vez, no sabe cuánto tiempo lo hace, más, Eiji reacciona y vomita el agua.

—¿S-Sing? —El alfa está llamando frenético a una ambulancia, Eiji sigue demasiado helado y aunque es mayor luce tan pequeño acurrucado en el piso con las pupilas dilatadas y desorientadas—. S-Sing.

—Acá estoy. —Aprieta su mano y se fuerza a mantener la calma, la vida de Eiji depende de que logre mantenerla así que tira para atrás sus emociones—. Pronto llegarán los paramédicos.

—Sing. —No obstante, Eiji le sonríe con cansancio—. Déjame ir.

—No.

—Por favor... ya no quiero... quiero ir con Ash.

Es todo.

Sing se rompe. Se hace trizas. Se desmorona. Se derrumba. Muere con esa petición.

—Ash no querría eso. —Balbucea con severidad—. Ash hizo hasta lo imposible por mantenerte vivo.

—Y aun así... —Eiji ríe vacío, no es una persona, es un cascarón—. Aun así, me dejó.

—Eiji por favor. —Sing se promete mantenerse firme, más, está llorando igual que un bebé mientras acuna el cuerpo que progresivamente se hace hielo entre sus brazos—. Sé que no soy Ash, pero para mí eres importante, yo también te necesito, eres mi mejor amigo, me prometiste...y yo también te...

Yo también te... te... te...

¿Te...?

Cobarde.

—Ash no habría querido esto. —Es todo lo que dice, Eiji impresiona a punto de desmayarse, no toma su mano de regreso, ni siquiera lo está viendo a los ojos, se ve dopado—. ¿Qué tomaste?

—Nada.

—¡¿Qué diablos tomaste?!

La ambulancia llega y el resto del trayecto es borroso.

Hay un pitido retumbando contra sus tímpanos, nada de lo que pasa se siente real, ni el ruido de las sirenas ni las luces de la ambulancia, el cómo arrastran a un Eiji hecho muñeca rota sobre una camilla de papel, cómo aúllan para reanimarlo, las preguntas que le hacen, los gritos, las ruedas, la urgencia ni la luz roja en el pabellón. Nada se siente real. No puede estar pasando. No debe estar pasando. Y debe ser otra pesadilla. Sí. Sing sueña mucho con la muerte de Eiji. De Shorter. De Lao. De Ash. Tensa sus puños encima de los jeans en la sala de espera mientras lágrimas furiosas caen sin cesar. Lo odia.

Pero qué fácil ¿eh?

Qué fácil decir que amó a Eiji más que nada cuando el bastardo solo lo ha destrozado con su muerte, no puede perdonarlo ¿acaso no le enseñó sobre resiliencia y toda esa mierda? Hipócrita.

Si planeaba morir pudo haberse despedido, pudo haberlo dejado ir antes o pudo haber amortiguado el golpe, si se planeaba ir no debió haberse llevado el alma de Eiji consigo.

Si se iba a ir ¿por qué lo marcó?

Ató para siempre a Eiji como algo suyo.

¿Cómo Sing podría competir con eso? No puede.

—Señor Soo-Ling. —Ni siquiera sabe cuándo entró a la oficina del doctor—. Como le comentaba, Eiji ha estado abusando de los supresores y por eso ya no hacen efecto.

—Pero siempre le han funcionado.

—Tal vez años antes, pero como cualquier otra droga, impresiona haber desarrollado tolerancia que lo ha llevado a consumir dosis cada vez mayores para lograr el mínimo efecto, fue afortunado, usted lo encontró a tiempo, más si sigue usando los supresores de forma tan irresponsable probablemente no corra con la misma suerte dos veces.

—¿Entonces no debe reprimir su celo?

—Es un omega mordido ¿no es así? —Tantea con cuidado—. Su cuerpo demanda feromonas de alfa.

—Ya veo. —Feromonas de Ash.

—Es importante velar por la salud de su pareja, si tiene problemas para inyectárselas hoy en día hay numerosos tratamientos, sino es de su agrado consumir fármacos la terapia también ayuda o incluso hay grupos de apoyo para estos casos, no tiene nada de qué avergonzarse.

—¿Ah? —Sing parpadea confundido.

—No quiero inmiscuirme en su relación de pareja y sin embargo, a juzgar la gravedad de la situación me veo en la obligación profesional de incitarlo a que pasen el celo juntos.

—Eiji no es mi pareja.

—Oh. —El médico frunce el ceño—. Mis disculpas, como usted es su tutor pensé que lo eran, fue mi error por inferir.

—No se preocupe.

—¿Dónde está el alfa que lo mordió en ese caso? Lo necesitamos.

—Muerto.

—¿Eh?

—Está muerto.

Joder.

Independiente de su relación el doctor le explica la naturaleza patológica del duelo, a raíz del reporte que Sing le confiere hipotetizan que aun está en negación, etapa que, si bien, ayuda a amortiguar la pérdida de un ser querido y a aplacar el dolor se vuelve ineficiente sino se supera, Eiji vive negándolo y Sing lo sabe, está herido, está realmente herido y teme que llegue el momento de sanarse y ambos se vean superados por el dolor, aun así, quiere ayudarlo a avanzar.

Sing y Eiji bailan alrededor del fantasma de Ash.

Nunca hablan de cómo pasan sus ciclos. Nunca mencionan ese nombre en voz alta. Sing no confronta los frascos de supresores vacíos. Eiji no pregunta cuándo llega con olor a otro omega. Sing pretende no escuchar el llanto de Eiji en las noches. Eiji finge no oír sus pesadillas. Sing no le dice nada por las veces que ha detenido a chicos rubios esperando casi que Ash regrese por un milagro. Y Eiji no coloca en voz alta el por qué a pesar de todo Sing regresa. No mencionan lo que realmente son. No aprecian si se quedarán a vivir juntos por siempre o si están resignados a una dolorosa separación. No refieren la tensión entre sus especies. Son alfa y omega. Son compatibles.

Pero más allá de eso, Sing está cansado de ayudar pasivamente al omega como si fuera pleno campo minado y tuviera que ir tanteando para no pisar una bomba por error ¡basta!, va a ayudarlo en serio.

—Te prometo que no estaba intentando nada. —Eiji se mira lúcido y horrorizado en la cama—. Sentí que me estaba muriendo por el celo, tenía calor, los supresores no funcionaban por más que tomaba así que pensé que un baño me calmaría, nunca imaginé que esto acabaría así.

—Eiji. —Sing está sentado a su lado en la camilla—. El médico dijo que no puedes pasar tus celos en soledad.

—No. —Es terco—. No los pasaré con un alfa.

—Esto no es cuestión de que quieras o no. —Intenta suavizar su mirada—. Es cuestión de tu salud.

—No vale la pena.

—¿Tu vida no vale la pena?

—Yo no... —Eiji baja la mirada—. No planeaba morir, Sing. —Repite—. En serio.

—Eiji.

—No podría haber desperdiciado así el sacrificio de Ash. —La ira erupciona en su interior y lo sofoca.

—¿Esa es la única razón por la que...? No. —Se para—. Lo importante es tratar tus heridas y asegurar que recibas el aftercare que necesitas.

—No pase mi celo con nadie, no necesito aftercare.

—Todos los omegas necesitan cuidados después del celo independiente de cómo o con quién hayan estado.

Tch. —Frunce los brazos sobre el pecho—. No me gusta esa idea.

—Porque sabes que eso significará que me tendrás cuidándote y no te dejaré sobreesforzarte, debes cuidarte o tus heridas nunca sanarán. —Sus palmas se deslizan por la camilla queriendo sostener las de Eiji ¿cómo se sentirá darle la mano y que no sea en una crisis?—. ¿Me dejarás?

—¿Tengo opción?

—No. —Al menos, eso lo hace sonreír—. No la tienes.

—Está bien.

Eiji clava su mirada opaca en un rincón de la habitación casi como si estuviera buscando a alguien o más bien, como si estuviera pidiéndole permiso, sus dedos van inconscientemente a su nuca, es ahí, viendo la poca vida que a Eiji le queda que Sing se promete una cosa.

Pasarán por ese duelo juntos.

Lo va a recuperar.

Debo confesar que yo quería escribir algo dulce de esta pareja, pero a medida que escribía le fui tomando el peso a la carga que lleva Sing en relación a Ash, por supuesto, acá está magnificada para que calce con el tema del omegaverse y todo eso, hay momentos en que hasta a mí me saca un poco de quicio este cabro y quiero agarrarlo de los hombros para que reaccione y deje de compararse tanto, pero, el elefante en la habitación se resuelve pronto y de ahí las cosas van mucho mejor y bonitas para lo que da un fic de siete días por supuesto.

Si alguien leyó, muchas gracias, llevaba ya años con esta idea en la cabeza y es bonito poderla escribir dentro de todo el estres, nos vemos mañanita~

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