|1| xx Primer paso al abismo xx
Si encuentras este símbolo (>>) en los diálogos, significa que sigue hablando el mismo personaje. Se utiliza en libros por si alguno/a de ustedes no lo ha visto. :)
Un viaje,
un comienzo
una oportunidad
de dejar atrás
todos tus conocimientos
VeraCruz
Estado de México
05: 07 am
Capítulo Uno
Primer paso al abismo
Martes...
17 de abril del 2018
Jelly
¿Acaso has leído una historia donde él, la o los protagonistas les fascine y aprueben la descabellada idea de mudarse a una ciudad inexplorada, un vecindario ajeno y un instituto desconocido?
Se supone que lo normal es que todos se nieguen a dejar su lugar seguro
A menos que ese lugar seguro sea haya roto. Y ahora en vez de representar seguridad, fuese sinónimo de peligro.
A ella le parecía gracioso que en los libros se refiriesen a ese sentimiento en sus páginas cuando alguno de sus protagonistas llegaba sin ser esperado y cambiaba toda la trama.
Nunca se le pasó por la cabeza que algún día ese escenario de "mudanza" le tocase vivirlo en carne propia.
Es decir, nunca nadie se espera vivir un capítulo de un libro porque básicamente la vida no se lee la vida se hace.
La molestosa alarma resonó en las paredes, haciendo eco dentro de sus oídos.
Pero ella no estaba acostada en su cama como cualquiera lo estaría.
Al contrario...
Había despertado hace mucho tiempo. La alarma era una excusa creíble para que nadie sospechara su insomnio.
Con agilidad sacaba ropa de su armario para lanzarla sin ningún cuidado sobre su cama.
El día había llegado.
Por fin saldría del infierno que ella misma conoció meses atrás.
Para ella estar madrugando era algo típico en su rutina, siempre se había caracterizado por ser una de las mejores estudiantes en su instituto.
Incluso cuando se reveló que no era lo que muchos conocían.
Hizo una mueca y aventó los zapatos sobre el colchón.
El día de hoy era distinto.
Ella no se alistaba para ir a sus clases como solía estar acostumbrada, en lugar de guardar libros en su mochila, guardaba zapatos y maquillaje en varias maletas esparcidas por doquier en su habitación.
Ella era distinta a las demás jóvenes de su edad, sencillamente se preocupaba por su apariencia y comportamiento que descuidar sus labores le parecía un desperdicio de tiempo.
Y por descuidar labores se refería a empacar aquellos que no había hecho durante el fin de semana.
Pero en su defensa ella con sus cicatrices y métodos para parecer perfecta y no enloquecer si veía una grieta en su burbuja de cristal seguía siendo una adolescente cualquiera que se deja llevar por las emociones con derecho a sobrepasarse de vez en cuando
Ella no era una roca
Era de cristal uno muy frágil
Aunque eso no le restaba el mal humor en plena madrugada por no haber pegado el ojo en toda la noche.
Con un silencio inundando su habitación se sintió confusa, era raro que no se escucharan ruidos en la vivienda teniendo dos morsas ruidosas instaladas en esta.
Si se proponía prestar más atención a su entorno que a su interior, se daría cuenta que el único ruido —-que podía llamarse así—-era el frío viento que pasaba libremente por la ventana abierta.
Se estremeció y buscó una sudadera para cubrirse. La mañana había amanecido helada.
Observó de reojo su ropa desordenada y la que ya se hallaba dentro de las maletas.
Bufó...
Admitía que amaba la ropa, pero empacar cada prenda con un orden específico de espacio y color agotaban su capacidad de aburrimiento y la excusa para dejar de lado por un momentos las maletas era averiguar qué sucedía con los sonidos que se llevaban a cabo en su hogar y que justo ahora no escuchaba.
Entre pasos y pasos terminó por entrar en la cocina donde aquella dulce mujer de cabellera castaña se encontraba tarareando mientras movía rítmicamente el sartén en la estufa.
Apoyó su cadera en el mesón y carraspeó ligeramente su garganta para llamar la atención.
La mujer giró sobresaltada en dirección a la chica pero al verla esbozó una sonrisa que provocó la de ella.
—-¡Buenos días mamá!—- saludó meneando su cabeza de un lado a otro.
El contacto físico seguía siendo un problema para ella desde aquella vez.
No podía molestarse con aquella mujer siendo ella la causante de la idea del viaje repentino.
Porque sin que su madre lo supiera la estaba ayudando a huir.
Si bien habían pasado varios meses desde que ocurrió aquello pero aún así y haber resuelto el problema siempre seguiría algo atormentándola.
La mujer le ofreció una sonrisa cálida, caminó hasta ella y envolvió a su pequeña hija entre sus brazos.
Siempre había sido su consentida.
Y ajena a los problemas de su hija la apretujó contra sí.
—-¡Mi niña preciosa!-—plantó un beso en su cabellera, al mírala a los ojos cafés, mismos que ella misma le había heredado frunció el ceño confusa. —No dormiste anoche ¿no es así? —la chica asintió soltando la cintura de su madre para tomar varios pasos hacia atrás.
Recordó el motivo de sus pasos y su desliz de haber dejado más de una maleta sin ninguna prenda guardada y un desastre de ropa y zapatos esparcidos por su habitación.
Su madre la presionó con la mirada, buscando la respuesta que explicará las bolsas debajo de los ojos de su hija.
Se cruzó de brazos.
La chica suspiró...
—-Mamá—
—-Hija—-
—-No es tan grave. Dejémoslo pasar por esta vez ¿te parece? —-la mujer frunció el ceño y se lo pensó.
Miró intensamente a la chica pero no logró quebrantarla. Así que suspiró y rindiéndose acepto no reprocharle por su pérdida de sueño.
Aunque eso no le quito el hecho de que el tema se había cerrado. Ella bien sabía como todas las noches alrededor de tres meses la palabra sueño no encajaba en su vocabulario. Ni siquiera contando ovejas logró algún proceso.
Solo que no lo hacía notar por el maquillaje que se esmeraba en usar todas las mañanas.
Hoy desgraciadamente se le olvidó ocultar sus imperfecciones.
—-Llevas unas enormes bolsas debajo de los ojos, y se que no son de solo producto de una noche.—-reprochó sutil—-No es bueno para tu salud que pierdas el sueño. —
La chica se contuvo de rodar sus ojos pero el tema la tenía agotada emocional y físicamente.
Ella entendía. No por nada busco en Google "Consecuencias de padecer insomnio"
Pero se le era imposible no permanecer con las paraparas abiertas con tantas ideas revueltas y planificaciones de vida que ni siquiera con certeza sabía si se darían.
Pensar demasiado le generaba una punzada en la cabeza molestosa.
Debería parar de querer organizar su vida sino quería sufrir de migraña a corto plazo.
—-Pero comprendo tus razones—-la voz de su madre la sacó de sus pensamientos. Pestañeó repetidas veces—-Yo pase por lo mismo cuando tú abuela nos informó que nos mudábamos de Cuba a Veracruz. —-
Ah, era eso lo que su madre comprendía. Asumía que su hija estaba en ese estado por la idea de mudarse.
Supiera su madre que la mudanza era un respiro para ella y no la causa de su insomnio.
La mujer frente a ella seguía moviendo la boca pero ninguna de esas palabras le llegaron a ella a los oídos.
No porque quisiese ignorar a su progenitora. Al contrario su falta de atención a las palabras se debía a que ella prestaba atención a otra cosa que ocurría a espaldas de su madre.
—-Si yo me acostumbre y termine encariñándome con Veracruz. Tú que eres una niña inteligente lo harás más rápido de lo que canta un gallo —-la mujer rió por aquella extraña y divertida comparación. Ella solo asintió sacudiendo su cabeza—-
>>Tus hermanos también se acostumbraran—-y sin más que acotar regresó a su labor de madre cocinera.
La chica chasqueó la lengua y volvió asentir. Esta vez más lento. La mujer se giró de nuevo hacia la estufa dándole la espalda a ella.
Miró hacia la ventana de la sala y los vió.
Parecía haber descubierto América con el pensamiento que le cruzó de repente la mente.
Creyó que podía padecer de pérdida de memoria por pasar de alto el pequeño detalle.
Aunque más que preocupación le generó gracia.
Ahora comprendía el silencio abundante en los pasillos y paredes de su casa o lo que quedaría de ella después de marcharse.
—-Ciertamente —-habló causando que su madre girará otra vez sobre sus talones para observarla, arqueando la ceja, a veces no llegaba a entender que sucedía en el cerebro de su hija.
Eran asuntos mentales que ni siquiera el lazo maternal descifraba.
Algo que la chica le agradaba en sobre manera. Ni pensar que ocurría con su madre si la muñeca de porcelana que creía tener se le caía la máscara.
El par de cabezas huecas sin sustancia en el cerebro no se han despertado. —-su madre negó repetidas veces divertida. —-Será mejor que ayude al despertador con su labor para no atrasarnos el viaje—-se encogió de hombros.
No dejó un intervalo de tiempo para que su progenitora pronunciara palabra alguna.
Dió media vuelta y caminó lejos, sintiendo la mirada curiosa de la mujer que dejaba atrás.
Subió los escalones con suma tranquilidad. Acentuando aún más el silencio que acompañaba su estadía en aquella casa.
Al llegar al pasillo de las habitaciones de nuevo observó de reojo su habitación aún sin arreglar y se prometió a sí misma culminar sus deberes atrasados.
Entre más rápido se hiciera todo
Más rápido huiría del infierno.
Paso por las dos primeras habitaciones —-la que le pertenecía y la de sus padres—-
Pero faltaba una más.
La puerta estaba entre abierta con las luces apagadas.
Y como el silencio se prestaba para la ocasión cualquiera pensaría que el dueño o los dueños de aquella habitación estaban profundamente dormidos.
Lástima que no todos pueden saber la verdad detrás de la oscuridad.
Se acercó un poco más a la puerta que le pertenecía al par de gorilas que solían llamarse sus hermanos por compartir la sangre y la genética.
Además del apellido y los mismos progenitores.
Si algo sabía hacer perfectamente era pasar desapercibida por cualquier rincón de su casa. Desde muy pequeña aprendió a escabullirse para obtener las galletas de chocolate de su madre, o los videojuegos de sus hermanos.
Para la edad que poseía se creía toda una espía interno.
Quizás por esa razón el caos que se armó por su imprudencia supo pasar desapercibido.
Sin ningún cuidado abrió la puerta dejándose ver a ella. Los chicos giraron sus cuerpos con rapidez.
—-Pensé que como eran familia de las perezas estarían roncando como animales —-comentó levantó una ceja mientras inspeccionaba el espacio.
El pelinegro bufó y continuó lo que estaba haciendo antes de que ella llegará.
Quien le presto atención fue el castaño.
—-No hemos terminado de empacar—-respondió a su defensa Emiliano, el mayor de los tres hermanos.
De los tres hermanos era el menos parecido entre ellos.
¿Razón?
Vaya a saber porque el vientre de su madre no le otorgaría el parecido de los demás.
Ella asintió —-No sabía que se empacaba la ropa el patio de la casa. Y tampoco que se necesitará estar encapuchados en frente de la avenida.
Nathan, el siguiente en la lista de los hermanos tensó la mandíbula y detuvo lo que hacía.
Sorbió su nariz y girando hacia ella sonrió —-No sabía que en tu cubo de perfección encajara la palabra chisme hermanita —-
La chica al igual que su hermano sonrió —- ¿Qué hacían? Porque empacar obviamente no era lo que estaban haciendo—-los presiono con la mirada.
—-Se le llama sacar la basura hermana. —-comentó serio Emiliano sosteniendo una bolsa negra entre sus manos —-Deberías hacerlo más seguido así evitas ensuciarte con mierda. —-murmuró y sonrió.
Y ahí se ven tres hermanos sonriendo como si lo que se contaran fuese un mero chiste y no malas contestaciones.
Jelly volvió a mirar la habitación como alguien buscando eso escondido que otros no pueden hallar.
Los dos hermanos le siguieron la mirada, aún sabiendo que lo que ocultaban ya lo habían desechado.
O mejor dicho, lo habían guardado en otra parte con un comodín para sacarlo a la luz más tarde.
—-Les aconsejo apresurarse si desean evitar el regaño de papá por su impuntualidad —-ensanchó su sonrisa.
Ambos hermanos sabían la capacidad que poseía la chica para buscar que los problemas cayeran directo hacia ellos, librándose siempre del castigo.
—-Lo que sea que hayan estado haciendo a espaldas de los demás espero lo hayan hecho bien. Recuerden "Nada queda oculto en esta vida" —-recitó dirigiéndose hacia la puerta para irse, sin embargo la voz de su hermano la detuvo
—-Al menos que la persona se lleve lo que oculto a la tumba. Ya sabes con una lápida pegada al culo nadie se entera de lo que hizo o deshizo en esta vida —-
La chica miró por sobre su hombre como Emiliano la observaba sin borrar la sonrisa arrogante de su rostro.
—-Ese no es su caso—-se defendió ella.
—-Ni el tuyo tampoco —-contraatacó Nathan tallándose los ojos.
Negaron con la cabeza, estando en acuerdo con ello.
Ninguno podía ocultar nada bien porque los tres aún seguían respirando oxígeno.
Esos tres hermanos eran una causa perdida.
Ya se habían desviado del camino correcto
Y solo Dios y ellos sabían que había tras aquellas sonrisas y máscaras adheridas.
[...]
El tiempo se esmeró en pasarse más rápido de lo habitual—-creía la castaña—-al parecer quería evitar más momentos en aquella estructura llamada hogar. El sol comenzaba a dar su muestra de luz contra la civilización que despertaba a las 6 de la mañana para emprender su rutina habitual hacia sus trabajos o institutos.
Todos ejercían una labor mañanera, la de la joven castaña y sus hermanos era terminarse el desayuno para no morir del hambre durante las horas que la carretera les esperaba.
Su padre se levantó de la mesa excusándose con el pretexto de llevar las maletas de todos al automóvil. Era un hombre sencillo y de buenos tratos pero no por eso le impedía sentir la tensión en el desayuno.
Los hermanos se miraron entre sí, no eran brutos para no entender que esa había sido la señal para irse de una vez por todas de ese lugar.
Ella fue por última vez a lo que se convertiría en su antigua casa.
Caminó por los pasillos que fueron víctimas de sus pasos al corretear por evitar ser atrapada en sus travesuras.
Y esos que fueron testigos de los susurros y murmullos escondidos.
Entró por última vez a cada habitación, esas que fueron sus aliadas en las noches de películas y cuando las tareas se acumulaban y solo el techo la iluminaba.
Esa que fue su escondite para no asumir que la tormenta la arrastraba sin piedad.
Recorrió cada rincón, aquellos que fueron cómplices en sus más grandes escondites para despejarse del mundo o esquivar las bobadas de sus hermanos.
Escondiste que protegieron su secreto.
Sin pensárselo dió con la conclusión de que cada espacio y cada pared de esa casa llevaban un recuerdo consigo, siendo en su mayoría felices.
Pocos convertidos en un martirio.
Las lágrimas descendieron por sus mejillas, era difícil soltarse a la cuerda en donde estaba aferrada tu seguridad y alegría solo por encontrar otra menos desgastada.
Pero aún lo era más si esa cuerda tenía hilos sueltos que podían desenmascarar una falsa realidad.
Aquí se terminaba su pesadilla.
Y de eso estaba segura.
Un golpe en el hombro la hizo girar secándose rápidamente las pequeñas gotitas traviesas.
—-Bien, nadie nos dijo que esta jodida mierda iba a hacer fácil—-dijo Nathan, con sus ojos teñidos levemente de color carmesí.
Jelly escaneó su mirada confusa.
En la oscuridad de la habitación no había detallado lo rojizo que se veían los ojos del pelinegro a su lado.
Y no estaba muy convencida de que ese color de ojos fuera causa de lágrimas y mocos.
Emiliano notó que su hermana prestaba más atención de la debida a la mirada de su hermano. Así que para proteger a Nathan y protegerse a él mismo decidió interrumpir lo que sea que Jelly estuviese buscando.
Él conocía a su hermano y sabía la razón de sus ojos rojizos a tan temprana hora del día.
—-¡Hermano!—-golpeó su hombro Emiliano. Nathan lo miró irritado frotándose otra vez los ojos—-Prometimos no llorar —-habló como si fuese obvio ese asunto.
La chica rodó los ojos.
>> ¡Y mírate! —-Lo señaló —-¡Pareces Magdalena en mar de lágrimas! No estas cortando cebolla. ¡Deja de lloriquear!. —-comentó el castaño golpeando con su codo el costado de su hermano. —-
Nathan captó lo que quería decir y sorbió su nariz.
—-Muy bien lloron—-se burló Jelly, creyéndose aquel invento—-Nueva ciudad. Nueva vida ¿no?—-se encogió de hombros simple.
—-Un nuevo abismo también si mencionábamos lo que podría ser nuevo allá —-agregó Emiliano pasando su brazo por encima del hombro de la chica.
—-No volveremos a cometer la misma mierda que hicimos aquí ¿o si? —-preguntó ella alzando la mirada para ver a sus hermanos.
Ellos negaron
—-Nunca podrá haber la misma mierda en lugares distintos hermana.—-respondió Nathan
—-Porque sería mierda distinta en lugares distintos —-la chica rodó los ojos al escuchar a Emiliano.
—-Jodánse González —-carcajeó por lo bajo divertida —-
—¡Oh! Miren la niña perfecta acaba de decir una mala palabra. —-se burló Nathan—- ¿Le decimos a mamá para que la castigue o la llevamos a la iglesia para que lea la biblia? —-
Jelly empujó a Nathan haciendo que este le desordenara el cabello
Una mala maña de despeinarla cada vez que le veía alistada.
Los tres sonrieron.
Del trío de hermanos. La castaña era a la que más debían proteger.
No solo por ser la menor sino porque tanto como ellos dos, esa chica cargaba con algo oculto que debían mantener bajo llave.
¿Acaso no es de niños imaginar ser súper héroes?
Pues a esos dos chicos les valía cinco si era de niños o no.
Pero serían ellos quienes fueran los súper héroes que la rescatarían de cualquier inconveniente.
Así no tuvieran poderes
Ambos hermanos tenían influencias en un mundo alejado del que todos acostumbraban estar.
—-¡Ey! —-gritó Nathan captando la atención de sus hermanos —-Somos los Gonzalez Bank. Ni siquiera un Basilisco podrá destruirnos. —-dejó en claro formando un abrazo grupal.
De esos abrazos que solían darse cuando alguno de los tres lograba cumplir alguna meta.
O cuando alguno de los tres lograba salir ileso de la tormenta.
Ese abrazo reflejaba el afecto que se tenían sin siquiera tener que expresarlo en palabras.
—-Okey, ya entendimos. No hace falta que nos des uno de tus sermones con esa saga de brujitas que ves. —-Nathan curvó la boca hacia abajo haciendo una mueca por el comentario de su hermano.
La castaña negó varias veces divertida.
Sonó el claxon del automóvil con la intención de apresurarlos.
Los tres dirigieron una última mirada a lo que se convertiría en su antigua casa para emprender su camino hacia el auto de su padre.
Las canciones de los 70 no eran malas. Pero a ninguno de los tres hermanos le parecía la mejor opción musical para viajar.
Y como ninguno podía protestar para cambiar la emisora. Cada uno se colocó sus audífonos con la playlist que más les gustaba.
Jelly recostó su cabeza de la ventana, evitando que la canción reproducida por The Doobie Bothers, llegase a sus oídos.
Observó detenidamente como pasaban a los árboles y casas que se había aprendido de memoria a lo largo de los años.
Suspiró...
Aunque estuviese aliviada por salir de aquella pesadilla
En el fondo admitió que parte de esa pesadilla no había sido tan cruel. Sino que al contrario, sus miedos empezaron como dulces sueños.
Incluso en el momento en que apareció el monstruo.
Sin darse cuenta, sus párpados tomaron control de su visión. Las noches sin dormir pasaban factura. Ya no resistía una noche más. Y quizás porque estaba acompañada y aún el sol no se iba, fue que se permitió a ella misma ceder al cansancio que cerró sus ojos entrando en el estado inconsciente en donde los recuerdos y la oscuridad se hicieron presentes.
[...]
Las horas de viaje se hacían cada vez más cortas o al menos eso creía Emiliano, el mayor de los tres hermanos. Según el chico con cada carretera que las ruedas del auto dejaban atrás en su paso, sentía que también se iban quedando atrás las horas y la comida.
El apetito se le abría cada vez que un auto pasaba por su costado.
Por lo menos estaba más tranquilo sabiendo que los pendientes que dejaron en Verazcruz iban a ser saldados en su nueva estadía.
Nathan y Jelly estaban roncando atrapados en los brazos de Morfeo.
Emiliano observó a Nathan dormir plácidamente sobre el hombro de su hermana.
Negó repetidas veces y soltó un bufido levemente irritado.
Por más que quisiese echarse la culpa por el estado que presentaba Nathan.
En el fondo sabía que era en vano culparse por algo en lo que él no tenía nada que ver.
El único culpable de lo que le sucediese era su propio hermano. Ya estaba cansado y frustrado.
No había otro responsable.
Aunque...
De nuevo lo pensó...
Si era cierto que no era su culpa. Tampoco podía ignorar que no había hecho nada para ayudar a Nathan.
Teniendo en cuenta que en vez de sacar a su hermano de donde estaba, lo único que hizo fue hundirlo aún más en el pozo donde se encontraba.
No lava ni presta la batea diría su madre si supiera.
Sacudió su cabeza, sintiéndose un tanto cohibido dentro del vehículo.
Silencio era lo que a él irritaba. Desde pequeño no lo soportaba, porque eso significaba oír sus pensamientos atormentantes.
Dentro de aquel auto no tenía a quien molestar con sus bromas o con cualquier comentario fuera de onda ya que todos estaban inmersos en sus propias mentes o la carretera era su único e importante campo de visión.
Se le acabaron las frituras y no le bastaba con distraerse con la serie de moda.
Bufó de nuevo, cruzándose de brazos.
No le quedó de otra que ignorar sus pensamientos y lo más fácil para hacerlo fue dejarse caer en el sueño.
El viaje se dió por acabado cuando las ruedas del automóvil se detuvieron en la avenida. Un frenazo involuntario provocó que la castaña abriera los ojos adormilada y confundida.
Por primera vez deseo no haber despertado porque por primera vez no hubieron pesadillas.
Bostezó y acomodó su despojado cabello, mientras curioseaba con la mirada lo que sería su nuevo vecindario. Observó por la ventana como alrededor habían casas similares a la suya. Árboles y arbustos. Con faroles iluminando la calle y las aceras.
No había nadie por aquellos lados.
O era lo que ella y sus acompañantes pensaban entre tanta oscuridad.
De todas esas casas que los rodeaban, al frente se ubicaba una en particular. Colores grises adornaban la fachada mientras un camino de piedras se extendía hasta terminar en la puerta de entrada color negro.
Jelly ladeó su cabeza y volvió a repasar el espacio. No cabía duda de que se encontraban en un lugar lo bastante costoso de aquella ciudad.
Y se preguntó ¿Por qué en Veracruz el aspecto era diferente?
Su antigua casa no era para nada parecida a la actual.
De nuevo miró alrededor de su posición, la casa de dos pisos era rodeada por árboles y parecía que cada casa estuviese adentro de un muro de árboles como si quien hubiese construido aquel vecindario necesitara la privacidad a tal límite de esconder cada casa de la otra.
Quizás por eso en ese lugar existiría la posibilidad de armar de nuevo una cápsula de perfección.
Aquí no habrían grietas por donde se filtrara su fallo.
Todos se ocuparon de retirar las maletas del baúl del auto, bajo la luz de la luna llena que se extendía sobre un cielo totalmente despejado.
Los tres hermanos se miraron disimuladamente y luego observaron el cielo.
Cada uno de ellos tenía un secreto que compartían con la luna.
Porque era ella quien había descubierto lo que le ocultaban a los demás.
Al entrar en la vivienda su interior estaba ocupado con sofás en diferentes tonalidades de grises, una alfombra azulada, paredes con texturas ruborosas de color beige. Un comedor con isla y cocina adornado con gabinetes blancos. Una escalera que ascendía hacia la planta de arriba donde apostaban se encontrarían sus habitaciones.
Suficiente espacio para obtener la privacidad que tanto anhelaba la castaña.
Suficiente espacio para que las paredes no hicieran ruido cuando escondieran sus secretos.
Ella sintió la presión de las miradas que sus hermanos le daban, y en el fondo Jelly intuía que empezaría la guerra al momento en que decidiesen soltar las maletas.
Los tres tenían el mismo objetivo a completar en mente.
La habitación más grande
Sin perder tiempo o rezagarse la carrera comenzó. Quien los conociera habría apostado por los dos hermanos mayores, siendo ellos los más grandes en tamaño y edad conseguirían lo buscado.
Pero, lo que muchos no sabían era que aunque ambos fueran dotados de una estatura bastante favorable. El cerebro no les funcionaba como debía.
Y como prueba de ello estaban sus errores y metidas de patas.
Sin olvidar lo que escondían bajo aquella máscara.
En los intentos por apresurar el paso Nathan se olvidó colocar los ojos en el camino, tropezando con un escalón de madera, ocasionándose una fuerte caída contra el piso.
Y como a Emiliano le importaba más la salud psicológica y emocional de su hermano. En vez de ayudarlo a levantarse. No hizo más que frenar su carrera para burlase a gusto de la inevitable torpeza de Nathan, quien ya se hacía de rodillas contra el piso, soltando algunas quejas por el dolor.
Este pequeño acto de burla y dolor, Jelly lo supo usar a su favor. Dándole el tiempo necesario de recorrer cada habitación, inspeccionando su tamaño y espacio, en la primera ya se hacían las maletas de sus padres en la cama por lo cual esa estaba ocupada y no disponible.
La segunda tenía un color rosa chillón. De ese que usan las niñas de cinco años para colorear cualquier dibujo con rosa.
Hizo una mueca.
Menos mal que en su cápsula de "chica perfecta" el color rosa no estaba incluido.
La siguiente no tenía mucho espacio. Era una habitación normal, pero ella no quería algo normal.
Terminó a parar en la última puerta al final del pasillo con entrada a la habitación más grande de la casa después de la de sus progenitores.
La proclamó como suya de inmediato plantándose en frente de la entrada. Pero antes de hacerlo oficial y a oídos de todos el gruñido de Nathan retumbó las paredes del pasillo.
—-¡No es justo Emiliano!—-se quejó frustrado—-Esa que ves ahí se supone debería ser mi habitación. —el castaño sonrió con superioridad al escuchar el reclamo, la chica rodó los ojos divertida
>>Siempre te quedas con la habitación más grande. ¡En esta ni siquiera entrará mi piano!—-exageró con la intención de convencer a su hermano en cambiar de habitación.
Propósito que no consiguió.
Emiliano estaba recio a cambiar su elección, no desperdiciaría la oportunidad de seguir burlándose de su hermano por poseer más habilidades que el pianista.
—-¡Acéptalo ya Neifan eres una tortuga!. ¿Sabes cómo son las tortugas? —-preguntó burlón sin tiempo a que su hermano diera una contestación—-Lentas y perdedoras como tú—-se estremeció de las carcajadas moviendo su trasero de un lado para otro con la lengua afuera hacia Nathan quien refunfuñaba de la ira e impotencia de no pisar bien por donde caminaba.
La castaña rió abiertamente, le divertía observar las actitudes infantiles de sus hermanos mayores.
Cuando no le ocultaban lo que hacían a espaldas de los demás
Comportamientos que les cegaban la capacidad de razonamiento lógico.
Ninguno de los dos comprendió la risa fuera de lugar de su hermana, así que ella decidió hablar para encender las neuronas que la carrera les había apagado.
—-Par de tarados ¿Qué no se dan cuenta? Ninguno de ustedes es ganador—-los chicos fruncieron el ceño mirándose entre sí. —-Está linda castaña que tienen al frente es la dueña y ama de la recámara más grande de toda la casa—-sonrió victoriosa—-
>>Así que para de lloriquear como una bebe Nathan—-modeló presumida—-Además agradece que tu habitación no es color rosa como la de Emiliano—-ahora quienes se burlaban con ganas de la pésima visión de su hermano eran ella en compañía de Nathan.
El castaño se quejó irritado por no fijarse bien en las paredes.
Las risas de la castaña se fueron al igual que ella a su nueva habitación. Escuchando los reproches y disgustos de sus hermanos por la elección del color y el tamaño.
Un hermano con problemas visuales y el otro con problemas para coordinar sus pasos.
Pero ambos con secretos queriendo ser enterrados para no ser revelados
Ella rodó sus ojos cerrando la puerta. Y de nuevo observó lo que se convertiría en su nueva habitación a partir de ahora.
Paredes color blanco, un armario lo suficientemente grande como para guardar toda su ropa. Una cama en el centro de la habitación con dos mesitas de noche al lado color blanco. A la izquierda de la habitación se ubicaba una ventana la cual estaba abierta dejando libre acceso al frío viento de la noche.
Era una habitación sencilla.
Que pronto se encargaría en remodelar para adaptarla a ella misma.
Si moldeaba lo que quería, de seguro no habría grietas y fallos.
Dejó caer su cuerpo sobre el suave colchón de aquella cama, observando boca arriba un techo ajeno al que ella conocía.
Los pensamientos de cómo empezar el día de mañana se acumularon en su cabeza, revoloteando las maneras de no fracasar si se lo proponía.
Pensar tanto hizo que la punzada en la parte baja de la cabeza llegará para instalarse al igual que ella lo hacía en aquel espacio nuevo y desconocido.
Cubrió su cara con la almohada buscando de esta manera cortar el simple pensar, ganándose de consuelo la soledad y oscuridad que le ofrecían en ese momento las cuatros paredes y la suave cobija.
Ojalá esa noche no atacaran las pesadillas.
Buenas, buenas, buenaaas
*inserta el comienzo del TikTok de CHIKYBOMBOMREAL*
¿Cómo les pareció el primer capítulo?
*menea su cadera al ritmo de la música de fondo*
Primer viernes secretoso.
Por que así declaró los viernes a partir de este momento
Los viernes son de secretos mis dulces caramelos.
Follow en Instagram como @Itz_Livineza
Besos tronados, bienaventurados y sencillos
Livineza🖤
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro