CAPÍTULO 8
Don't you let it kill you, even when it hurst like hell - Louis Tomlinson
14 de diciembre, 2021
¿Recuerdan las consecuencias de las cuales les hablé con respecto a los titulares? Vale, tienen una foto mía en un bar, coqueteando con un chico, lo que no debería importarle a nadie, pero lo hace. A veces de verdad desearía que Catalina se olvide de mi existencia, pero su jodida reputación le importa tanto que llama a arruinarme el día. Quizá también es culpa mía por seguir soportando, pero como ya dije, no puedo solo eliminarla porque esa pequeña parte de mí aún quiere creer que podría contactarme porque necesita algo más que herirme.
—¿Estás escuchándome? —reclama.
Desearía no estar haciéndolo.
—Sí, mamá.
—Más te vale estar haciéndolo, Alexandra —mi piel se eriza—. Ya te lo he dicho, si tanto quieres seguir ridiculizándote, pues cámbiate el maldito apellido, no quiero que mis amistades sigan preguntándome por ti.
No es cierto, no le hagas caso.
»Me he deshecho de todas tus fotos, pero cometí el error de presentarte en sociedad, pensando que serías alguien decente. Ahora te la pasas de hombre en hombre, toda una zorra que pueden reconocer.
Detenla.
No puedo.
Está lastimándote.
Lo sé.
No le digo nada, me mantengo callada, solo escuchando cada insulto degradante que suelta contra mí. Siento el vacío del teléfono en mi mano y alzo la mirada a Alex que responde mientras las lágrimas ruedan por mis mejillas en silencio. Él se acuclilla frente a mí y toma mis manos entre las suyas.
—Lex...
—No, Alex, no me siento lista.
Me ha vuelto a mencionar el psicólogo, razón no le falta, pero no quiero. Sé lo que van a decirme y no me apetece escucharlo. Puedo manejarlo.
—Va a ayudarte.
—Solo quiero ir a casa, necesito enfocarme en algo que no sean esos cuchicheos insoportables.
—Es prueba de vestuario, puedo conversar para que la adelanten, así podrás viajar antes y distraerte.
—Por favor, no está siendo un buen mes.
Deja un beso sobre el dorso de mis manos.
—Un mal día...
—No hace que una vida sea mala, lo sé —completo—. Pero no me siento yo, Alex.
—Haré lo posible, promesa.
Asiento y me levanto cuando se retira, puedo apostar a que mamá ha sido bloqueada, veamos cuanto duro en desbloquearla por temor a que me necesite. Deseo tanto soltarla y dejarla ir, de verdad que sí; pero es difícil, no creo poder hacerlo.
Hace unos días fue la primera mesa italiana, hoy tuvimos la segunda y todo parece fluir de maravilla; soy buena pretendiendo que todo va excelente. Mi sonrisa hipócrita se dibuja frente a quienes he visto hablar de mí y ellos me responden de la misma manera. Lo que queda del mes se irá en pruebas de vestuario y escenografía; no me necesitan, no aquí. El cumpleaños de Adara es en menos de una semana, quiero distraerme organizando algo en Nueva York, pasar estas últimas semanas con ella y su familia va a recomponerme, lo sé. Este diciembre me está pegando más fuerte, pero tengo claro que apenas sea enero me sentiré mejor.
Tengo un par de revistas a mi lado y vuelvo a sentarme para ojearlas, estoy ahí, qué sorpresa. Hay tantas actrices logrando cosas fantásticas y las páginas ni siquiera las nombran, todo se reduce a mi vida sexual que, creo yo, debería ser privada. No lastimo a nadie, son mis decisiones y ya estoy grandecita para saber qué es lo mejor.
El tiempo transcurre lento mientras espero en el pequeño cuarto que me dieron, Alex aún no regresa. Me acomodo en el sofá que nos dieron y no despierto hasta que él me sacude el hombro. Su sonrisa es contagiosa porque sé lo que significa: han aceptado.
—Saldremos mañana al mediodía —me informa—. Tu prueba será temprano, así que te toca madrugar.
—Con gusto.
Me levanto y lo abrazo fuerte. Le agradezco por esto y le prometo que me recompondré rápido, que volveré a ser yo muy pronto. Tomo mis cosas para salir junto a él que sostiene mi mano para darme la valentía de enfrentar otra vez a quienes no les agrado. Me despido de mis jefes y me monto en el vehículo que me devolverá a la comodidad del hotel.
15 de diciembre, 2021
Le hago adiós a Alex que baja en su nuevo departamento y yo sigo mi camino hacia mi, también nuevo, hogar. La mañana fue muy movida, en el vuelo conseguí dormir un poco, pero mi cuerpo sigue sintiéndose cansado, creo que le pediré prestada la cama a Adara, no tengo fuerzas para armar la mía hoy, quizá la idea de contratar a alguien no estaba tan mal.
El auto se introduce en el edificio y observo curiosa el interior del estacionamiento. Estoy por abrir mi puerta cuando Robin se detiene, pero la abren por mí; alzo la mirada y es Finn quien me recibe. Mi sonrisa es automática, me apresuro a bajar y me pongo de puntillas para alcanzar su mejilla.
Me repara de manera discreta hasta detenerse en mis ojos, sonríe también.
—Estaba teniendo un pésimo día, pero ahora que has llegado ¿no quieres darme un abrazo?
Le rodeo el torso con los brazos y apoyo mi mejilla en su pecho, lo apretujo contra mí queriendo ablandar aquello que ha estado molestándolo hoy; puede que de alguna manera aproveche para aliviar mi pesar también. Pretender todo el tiempo es cansado y siento que con él puedo soltar, aunque sea un poquito más.
—¿Mejor? —indago cuando decido separarme.
—Mucho mejor, das excelentes abrazos, Lex —sonríe.
—¿Qué ha sucedido? —inquiero—. ¿Cómo puedo ayudar?
Me sostiene por los hombros y acaricia con suavidad la zona.
—Solo extraño a mi familia, quizá debí disfrutar más a Cristina cuando estuvo aquí —confiesa—. Y no hace falta que hagas más, bastó con ese abrazo, de verdad lo necesitaba y Taylor no es la persona más cariñosa.
Vuelvo a acercarme y lo apretujo contra mí, no sé lo que es extrañar a tu familia, pero imagino que es lo que siento cuando tengo a Ada lejos; el vínculo que he formado con ella ha sido más fuerte que el que formé con algún familiar directo.
—Vamos, te ayudo con las maletas —me dice y lo suelto.
Saluda a Robin —esta vez como Robin— y me guía al ascensor, aún no me familiarizo con este edificio por lo que sí o sí iba a necesitar que alguien me dirija. En el camino me pregunta que tal ha estado Canadá, cómo me llevo con mis compañeros y si estoy emocionada. No le miento, intento ser lo más sincera posible, pero oculto algunos datos que puedan eclipsar su manera de sentirse.
—Diego se oye genial —sonríe deteniéndose frente a una puerta—, y quizá no sirva de mucho, pero creo que eres maravillosa, Lexie. No lo digo porque sea tu amigo —se sonroja—, no sé si tú lo consideras así...
Le golpeo el hombro.
—Claro que eres mi amigo, tonto. Sigue con ese discurso cursi.
Sonríe.
—No lo digo porque sea tu amigo, es porque lo veo y en este tiempo, aunque haya sido corto, he logrado verte. Ellos no te conocen, su opinión no cuenta; la mía tampoco lo hace mucho, pero te la digo de igual modo, quizá te sirva para ver las cosas desde una perspectiva distinta.
Se me encienden las mejillas y esta vez soy yo quien sonríe enternecida. ¿Así es como me percibe? Me gustaría poder verme desde sus ojos, poder vislumbrar lo que él parece ver en mí. Acerca su mano a la mía y le da un ligero apretón. Vuelvo a abrazarlo, esta vez no por él, sino porque yo lo necesito. No tarda en envolverme contra sí mismo, acaricia mi espalda y me deja refugiarme por un par de minutos.
—Creo que ya debería entrar —murmuro—. Gracias por esto. Espero que tu día mejore, Finn.
—Sí que lo hará.
Me abre la puerta y toda mi aflicción se convierte en ira al ver a quien mueve las cosas de un lado a otro dentro del departamento. ¿Qué carajos hace aquí? Finn me retiene desde la muñeca, debe notar mis intenciones de echarla sin pena.
—Tienes cinco malditos segundos para desaparecer —advierto llamando su atención.
Su cabello pelirrojo está atado en un moño improvisado, gira el rostro hacia mí y adopta una mueca de disgusto. Oh, no, a mí no va a mirarme así.
—¿Quién te crees que eres? —masculla.
—Soy Lexie, una buena amiga, no como tú, pedazo de mierda —escucho la voz de Finn, pero decido ignorarlo porque quiero desfogar mi mal rato con ella.
Su mirada se enciende y da dos pasos hacia mí también, no me acobardo.
»Lárgate si valoras un poco tu cara bonita —vuelvo a advertir.
—No me iré a ningún lado —se planta, cruzando los brazos.
—Fíjate que no te estoy preguntando —respondo.
Empieza a chillar que soy una aparecida y mierda similar, intenta hacerme sentir insegura, pero con Ada eso no funciona; ella lo reafirma cuando llega y la echa, usando a Nick para asustarla. Se acerca a mí en cuanto Kary desaparece y me sonríe antes de abrazarme. Creo que nota mis ojeras, a pesar de que me he esforzado en cubrirlas con la base del maquillaje, pero no dice más, solo me apretuja y me asegura que puedo contar con ella para lo que necesite. Ada fue hoy con la psicóloga, me cuenta que tal le ha ido mientras me ayuda a desempacar; ha estado ordenando algunas de mis cosas para que encuentre el lugar lo más decente posible.
Me recuesto sobre la cama y admiro el atardecer que se ve a la perfección desde donde estoy.
—Tienes una preciosa vista desde aquí —señalo.
Viene a recostarse junto a mí y aprovecho a preguntarle por Lois, Finn me pone al día de cada movimiento, pero es mucho mejor escucharlo de ella que se emociona con cada palabra; además, tiene un bonito brillo en los ojos cuando habla de él. Le ofrezco pedir comida para cenar, porque no me apetece cocinar y ella no quiere que llamemos a su cuñado que quizá podría prepararlos algo; sin embargo, cuando estamos a punto de hacer el pedido, la llama la mamá de Lois para invitarnos a comer.
En eso se resume mi noche, no duermo tan deprisa como me gustaría porque sí que quiero ir a esa cena familiar. Me divierto con ellos y disfruto viendo a mi amiga con ese chico que la mira tan lindo. Conecto muy bien con el hermano de Lois, Elián, e incluso intercambiamos números para comunicarnos luego. Volvemos a casa junto al novio de Ada —sí, en algún momento de la noche se volvió oficial— y no tardo en conciliar el sueño, mi cuerpo entero exigía un descanso.
17 de diciembre, 2021
Sabía que estar aquí iba a hacerme bien, no tengo siquiera tiempo de pensar en algo que no sea el cumpleaños de mi amiga, o los libros sucios que su hermana está recomendándome. Sonrío y escucho atenta a cada detalle que me da, se ofreció a enviarme la lista por mensaje, yo acepté encantada. Estamos en su habitación, distintas tonalidades de turquesa nos rodean, tiene un pequeño librero al costado de la cama donde estamos recostadas con la laptop frente a nosotras. Kiara Harmony es lo más cercano que ahora tengo a una hermana menor, en un par de días hemos formado un vínculo que se resume a una palabra: letras. Ambas leemos libros contemporáneos, Ada prefiere los clásicos y a nosotras nos aburren.
—Y también está "Hades" —se abanica con las manos, he notado que hace eso cuando habla de alguna historia picante—. Diez de diez, salseo de primera y el protagonista es un dios; la protagonista es superior, la amo.
—Vale, agrégalo a la lista —le indico, ella obedece buscando el título y agregándolo al carrito de compras—. ¿Qué tal si me ayudas a pedir los demás libros? Quizá hay uno para ti también.
—Oh, no te preocupes. Ada ya me ha dado libros el mes pasado, no hay que abusar de mamá, va a darse cuenta del ingreso masivo de ejemplares.
—Pero serán tu regalo de navidad —insisto, sé que quiere aceptar—, puedo hablarlo con ella.
—Ay, te quiero mucho —me abraza y me sobresalto por un segundo antes de rodearla también—. Amo a Adara, siempre me escucha y está atenta, pero no es lo mismo que conversar con alguien que lo entiende a la perfección.
Acaricio su cabello y me reconforto con la luz que emana su ser, Kia sigue hablando sin parar y no puedo evitar ver lo similares que somos en ese sentido. Si me pagaran por hablar de libros quizá ganaría más que siendo actriz. Me ayuda a organizar los preparativos para el cumpleaños de su hermana, luego elegimos los vestidos que usaremos y pedimos todo para que nos llegue a más tardar mañana por la tarde.
Levantamos la mirada cuando alguien toca a la puerta y es Adara quien nos observa enternecida.
—Venía a ver si alguna de ustedes quería ir por el árbol conmigo —sonríe—. Santa Claus va a castigarme porque falta una semana para navidad y no hay rastro de espíritu navideño aquí.
La pequeña rubia se deja caer y argumenta diciendo que está cansada por el viaje, sugiere que vayamos las dos, que ella puede ayudar cuando ya estemos aquí.
—Yo sí me apunto —me levanto y cierro el portátil para ir a vestirme.
Ada está esperándome en el sofá cuando termino, se engancha a mi brazo y salimos juntas. Sus guardaespaldas vienen con nosotras, es un lugar retirado, no encontramos mucha gente y eso resulta genial porque no me apetece tenerlos sobre mí ahora. Soy muy quisquillosa al momento de elegir, mi amiga concuerda en los detalles que le señalo y no nos detenemos hasta que encontramos un árbol que ambas aprobamos. Me pide que le tome una foto y la sonrisa que se le dibuja en el rostro me hace saber para quien irá esa fotografía.
—Me gusta mucho, Lex —me observa mientras esperamos a que nos embalen el pino que pedimos.
—Lo he notado desde la primera vez que los vi interactuar, Ada —le sonrío.
—No quiero acobardarme porque me encanta lo que ocasiona —suspira.
—¿En cuál de los órganos palpitantes? —bromeo.
—¡Lexie! —me regaña, sus mejillas se encienden.
Rio y ella se cruza de brazos, pero sonríe también. Me alegra verla así de contenta, es maravilloso tenerla risueña tarareando por el departamento; la admiro muchísimo porque sabe cómo tomar cada mal momento para convertirlo en algo que pueda darle felicidad. Los medios la hicieron mierda, su amiga la traicionó y varias películas desistieron de tenerla en sus elencos; sin embargo, ella sigue brillando. Adara Harmony es una mujer digna de admiración y orgullo. Soy afortunada de tenerla a mi lado y poder decir que es mi mejor amiga.
Sus guardaespaldas —Finn no trabajó hoy— se llevan el árbol y ella los dirige; mi teléfono suena y me quedo en el estacionamiento cuando veo quien es, le aseguro a Ada que subiré pronto.
—Hola, guapo —saludo.
Me hago una idea de por qué es que Lois está llamándome y lo confirmo cuando me explica la situación. Le explico que ya tengo algo planeado y coordinamos la reunión general, él la llevará temprano a una obra de ballet —aburrido para mí, emocionante para mi amiga—, luego la traerá a esa discoteca que le gusta y ahí estaremos todos reunidos para celebrar que cumple un año más de vida.
Mi agenda mental se completa con esa llamada. Adara tendrá el mejor cumpleaños, he hecho de esa mi misión personal.
19 de diciembre, 2021
—¿Qué haces? —le quito el vaso a Finn—. Aún no vamos a embriagarnos.
Enarca una ceja y vuelve a tomar el vaso para acabar su contenido como si fuera agua.
—Debemos esperar a Ada —lo regaño—. Lois me dijo que ya venían.
—Sí, es por eso que tomé agua, Lex —replica—. De igual modo, no planeo beber esta noche.
—Sopla —exijo.
Rueda los ojos, pero se inclina para soplarme en la cara. Su aliento fresco y libre de alcohol me golpea el rostro, sonrío orgullosa.
—¿Eso quiere decir que yo sí puedo embriagarme?
—Mientras no me vomites... —le golpeo el brazo—. Auch, eso dolió.
—Y pued... —me interrumpo a mí misma cuando veo el mensaje de Lois alertándome que están abajo—. ¡Vale, todos aquí, ya llegaron!
Alquilé un box vip y es donde nos encontramos los allegados de Adara, dejé a su mamá con los papás de Lois, pequeña estrategia para que deje venir a Kiara.
Doy las indicaciones respectivas y corro hacia mi amiga cuando su novio le quita la venda. La sonrisa de felicidad que se dibuja en su rostro es suficiente para hacer que mi esfuerzo aquí valga la pena. La abrazo fuerte y dejo que su hermana haga lo mismo, ella se detiene a saludar a cada uno de los presentes mientras yo me acerco y le guiño el ojo a mi cómplice, hacemos un buen equipo.
—Bien hecho, campeón —choco palmas con él—. Está feliz.
—Y se ve preciosa así.
Sonrío de acuerdo. La rubia se pasea y arma conversación con todos hasta que Kiara la toma de la mano para llevarla a la pista de baile, todos las seguimos cuando empiezan a mezclarse con la gente. Bailo un par de canciones con Lois antes de dejárselo a Ada que encantada toma su mano para dar vueltas con él.
Los invitados parecen estar divirtiéndose, me enorgullece haber sido capaz de planificar todo esto a pesar de no estar del todo bien ahora mismo. Un tirón me hace girar y es cuando veo a Finn ofreciéndome las palmas de sus manos.
—¿Bailas?
Me gano un resoplo de su parte cuando aparento pensármelo y sonrío rodeando sus hombros.
—Solo no me pises.
Quita mis manos de donde están para envolverlas con las suyas, me gira y rio con las vueltas que me hace dar en medio de la pista de baile. Es una canción latina que él domina a la perfección, no entiendo una mierda de la letra, pero el ritmo es buenísimo. Estoy agitada cuando termina y sus mejillas sonrojadas me indican que él se encuentra igual. Inclina la cabeza y sonrío imitándolo.
—Iré a mojarme la cara —indico.
Él asiente. No tardo mucho, no había mucha cola para ingresar, pero en los pocos minutos de ausencia parece haber sucedido un altercado con algún idiota que intentó tocar a Adara sin su consentimiento. Veo a mi amiga sacarle el dedo del medio y me relajo cuando veo que Lois la aparta de los demás. Finn con otro de los guardaespaldas están encargándose del imbécil, camino hacia ellos para asegurarme de que no vuelva a ingresar y los dueños del local se disculpan por no haber evitado que esto sucediera. Una vez solucionado el problema vuelvo con los chicos y les agradezco por haber intervenido a pesar de no estar de turno.
—De turno o no, no íbamos a permitir que la hirieran —declara Finn.
Daven asiente de acuerdo y no me resisto a pellizcarle las mejillas a ambos, se sacuden y rio.
—Son unas masitas —les envío besitos y Daven se sonroja mientras que Finn solo niega.
Me giro para volver a la pista de baile, la noche recién empieza y no pienso irme de aquí antes de que los pies empiecen a dolerme. Tomo a Eli, el hermano de Lois, de la mano y lo invito a bailar, él no se niega y viene conmigo. Resulta ser buen bailarín, es muy divertido, mucho más que cuando está estresado por fotos. Tiene temas de conversación interesantes y no me cuesta pasar tiempo con él, solo lo dejo ir cuando Kiara viene a llevárselo con ella.
Me acerco a la barra y pido un trago, es el primero de la noche. Agradezco cuando me lo entregan y me apresuro a dar el primer sorbo que me quema la garganta y me descoloca por un par de segundos, sí está fuerte. Los que siguen pasan como agua, solo percibo el sabor y ya no la quemazón. Es como un analgésico que apaga el dolor; dolor que está escondido, pero que aún tiene las garras clavadas en mi corazón y lo destroza de manera lenta, torturándolo... lacerando sus paredes.
Llevo el vaso a mis labios otra vez, pero el líquido no toca mi paladar. Una mano se coloca sobre la mía y me obliga a poner mi calmante personal en la mesa.
—Creo que ya es suficiente, Lex —giro el rostro al origen de la voz y es Finn que se ha acercado para que pueda oírlo.
—No puedo dejarlo a medias —me excuso.
—Nadie va a enfadarse si ese trago se queda a medias —refuta y hace que mi silla se voltee, dejando el vaso detrás de mí—. Vamos, ¿sí?
Sus manos se ubican a los costados de mi rostro y sus pulgares acarician mis pómulos, la humedad se extiende; estoy llorando, no lo había notado.
—¿Vamos? —insiste, esta vez asiento.
Su brazo rodea mi cintura y me aferro a una de sus manos, estoy mareada.
—¿A dónde vamos? —pregunto.
—A casa, Lex —responde sin dejar de avanzar.
—No —me detengo—. Es su cumpleaños, Finn, no quiero ser una carga, me pongo idiota cuando estoy ebria y ahora lo estoy.
—Vale, entonces iremos a mi casa, ¿te parece?
Lo pienso y sí, está bien. Se lo hago saber, de ahí en adelante no vuelvo a hablar, lo veo conversar con Daven y luego me abrocha el cinturón en un auto que no es suyo, espero que no esté robándolo, porque si es así yo sería cómplice. A Catalina le daría un infarto, suficiente tiene con que sea una mujerzuela.
No eres una mujerzuela.
Quizá no, quizá sí.
Cuando menos lo espero, el vehículo se detiene y tengo a Finn frente a mí otra vez. Intento no preocuparme demasiado, solo me dejo llevar por él que me alza en brazos al ver que no estoy siendo de mucha ayuda.
—No te duermas, Lex —pide.
—¿Por qué no? Tengo sueño —me quejo.
—Solo regálame cinco minutos, anda.
—Voy a pensarlo —cierro los ojos.
—Piénsalo con los ojos abiertos.
—Eres muy exigente —vuelvo a quejarme.
Su pecho se sacude, seguro está riéndose de mí el muy idiota. Me advierte que debo pararme para que pueda abrir la puerta, a regañadientes obedezco. Una vez abierta, vuelve a alzarme y no me detengo a detallar el lugar, solo percibo el calor que emana su hogar.
—Lexie, no te duermas —vuelve a pedir.
—Estoy despierta.
—Muy bien.
Recuesta mi cuerpo sobre un colchón y abro los ojos, esta vez de verdad. Su habitación está ordenada; si no fuera por el alcohol, me avergonzaría el hecho de que haya visto todo el desastre en mi departamento. Intento chismear cada rincón mientras él busca algo de ropa para prestarme, pero me mareo así que me enfoco solo en él. Somos opuestos totales, creo que lo único que tenemos en común es el chisme. Bueno, gemelos no tenemos que ser para que la amistad funcione.
Cuando lo sigo con la mirada, noto el librero donde mis sentidos captan un lomo familiar. Entrecierro los ojos y sí, es el libro que creo que es. Quiero tomarlo y decidida intento ponerme de pie pero mi falta de equilibro me envía al suelo. Lo escucho maldecir antes de que me rodee el cuerpo para devolverme a la cama.
—Te dije que estuvieras despierta, no que te pusieras de pie —me regaña.
—Compraste el libro —señalo.
—¿Qué?
—"Love Maze" El libro de Larissa —insisto, esta vez señalando el libro.
—Ah, eso —voltea al lugar donde señalé y toma el ejemplar para alcanzármelo—. Pudiste pedirlo y nos ahorrábamos el golpe.
—Lo compraste —vuelvo a decir.
Resopla y revisa mis piernas en busca de alguna magulladura.
—Sí, Lex ¿acaso no podía hacerlo? —niego y él asiente—. ¿Te hiciste daño?
Vuelvo a negar, pero esta vez toma mis brazos para hacer otra inspección. Recorre cada centímetro de piel y al final encuentra el daño en mis palmas.
—No duele —explico, pero me ignora y trae una pomada que esparce sobre mis manos, otro poco sobre mis rodillas que también se golpearon.
—Eso ayudará a que mañana tampoco lo haga —me entrega el pijama que va a prestarme—. Vístete sobre la cama, Lexie; no hagas intento de levantarte, por favor.
—Vale.
Me despojo del vestido para cubrir mi cuerpo con la suave tela de algodón, mi sentido de orientación mejoró un poco con la caída, pero de igual modo evito lo más posible ponerme de pie. Llamo a Finn cuando termino y él no tarda en aparecer, ya se puso el pijama también. Levanta las sábanas para que pueda abrigarme y me ayuda a entrar bajo ellas.
—¿Qué tal te está pareciendo?
—¿Qué cosa?
—El libro, Finn.
—Ah.
Se sienta a mi lado y empieza a decirme su opinión con respecto a lo poco que ha avanzado, quiero poder fangirlear con él, pero el cansancio me gana haciéndome bostezar; Finn se concentra en mis ojos antes de volver a hablar, esta vez de algo diferente.
—¿Te parece si mañana hablamos sobre esto?
Asiento.
—Vale, buenas noches, Lex.
Hace ademán de levantarse y tomo su muñeca. ¿A dónde carajos cree que va?
—Voy a apagar la luz, es todo. —Ah. Lo suelto.
La oscuridad se adueña de la habitación, lo que me ayuda a conciliar más rápido el sueño. No tardo en quedarme dormida, sin pensar en nada, sin sentir nada, solo respirando y existiendo en la cama de una de las mejores amistades que pudo haberme dado este año de mierda.
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Vuelvo y repito: Catalina, me caes mal.
Amo a Finn, amo a Lexie, amo a Ada que también sale aquí <3 amor para mis niños
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