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CAPÍTULO 34

Thought I found a way out, but you never go away, so I guess I gotta stay now. Oh, I hope some day I'll make it out of here, even if it takes all night, or a hundred years - Billie Eilish, Khalid. 

18 de octubre, 2022

Abrazo fuerte a Ada cuando me dice que volverá a la casa de Hazel. Acaba de terminar la ceremonia de los Oscar y mi hermosa mejor amiga lleva una estatuilla en la mano, ya pasó por la alfombra para las fotografías, ya nos tomamos unas cuantas las dos y quiere ir a festejar con su novio, no pienso oponerme.

—Tengo muchas ganas de comerlo a besos —me sonríe.

—Me lo imagino —le sonrío también—. Ve, corre, yo me quedo con Andrew para el after.

Se sube al auto que la trajo, me apena un poco no ver a Finn ahí, me gustaría mucho darle un beso, pero no le tocó venir, viajará para los Globos de Oro, no podía estar en ambos. Le hago adiós con la mano antes de volver, traje de pareja a Andrew Yates, es un actor y cantante que grabó con Adara la película por la cual fue nominada, fueron; Andrew también ha ganado su estatuilla. Lo conocí hace unos días, personalmente, ya habíamos hablado porque tiene una canción que me ha llegado directo al corazón; me agradó muchísimo, lo suficiente como para pedirle que me acompañara en la alfombra, de ese modo no ingresaría sola y me ahorraría el tener que acaparar sola a los paparazzi. Lo espero, están tomándole las fotos, quiero avisarle que iré avanzando para ir a cambiarme, por más que me encante este vestido, no puedo llegar igual a la celebración de Vanity Fair.

—¿Vamos ya? —pregunta Alex a mi lado, acaba de llegar—. Te están esperando en el hotel con todo listo. Recuerda que tienen que maquillarte y peinarte, Lex.

Asiento.

—¿Le avisas a Andrew que pasamos recogiéndolo?

—Vale, espérame.

Alex se hace espacio entre la gente para alcanzar al manager de Andrew que asiente a lo que él le dice, luego vuelve por mí y nos montamos en el vehículo que maneja Batman.

Ya en el hotel me desvisten entre varias manos, me llevan de un lado a otro, me desmaquillan, me despeinan, vuelven a maquillarme y a peinarme también. Uf. Decido llamar a Finn, para hablar con él aunque sea un ratito mientras siguen laceándome el cabello. Contesta al tercer tono, su rostro sonriente me recibe.

—Qué guapa estás —halaga.

—Y eso que aún no estoy lista —sonrío y enfoco a Clara, quien me peina—. Ella es la que se encarga de dejarme más guapa.

Clara le hace hola, Finn responde.

—¿Andrew está listo, ya? —pregunta.

—No tengo idea, le mandé decir que lo iríamos recogiendo cuando acabaran conmigo; él también debe alistarse.

—¿Usarás ese vestido que me mostraste?

—Ajá, el azul.

Aparto un poco la tela de la bata para que vea un poco del vestido que llevo puesto.

—Más abajo —sonríe coqueto.

—¡Finn!

Se ríe.

—Estoy bromeando —asegura—. Aunque podría ser verdad también.

Ruedo los ojos, pero sonrío.

—Volveremos mañana por la tarde —le informo—. Lois tiene cosas que hacer en Nueva York y no puede quedarse más, a mí no me apetece quedarme más tiempo por aquí, la verdad.

—Te espero mañana entonces, te veré ahí; me toca reemplazar a Daven, Taylor reemplazará a Ivar; Nick va a descansar.

—Ay, salúdame a Taylor —sonrío.

—Se lo diré —me dice—. ¿Viste cómo se le fue todo el drama cuando llegaste?

Me rio, me regañan por eso y pido disculpas.

Literalmente, cuando llegué a ayudar con la pintura, no pidió siquiera que lo presentaran de manera formal. Me alcanzó una brocha, su favorita, y me enseñó cómo era que debía pintar para que me quedara "tan fenomenal" como a él. Es increíble cómo, tras la cara ruda que ponen cuando están resguardando a mi amiga, esconden ese lado de lo más tierno. No he tratado mucho con Ivar y Daven, los otros dos guardaespaldas, pero imagino que sucede igual, he visto a Ada riendo a lágrima con ellos.

Le pido a Finn que me cuente sobre sus días por allá, lo que ha estado haciendo mientras descansa; yo ya no puedo hablar, han empezado a pintarme los labios, no quiero dificultarles más la tarea. Finn empieza a relatarme con detalles lo que ha estado haciendo, hasta me menciona lo que cenó hace unos minutos mientras me veía aparecer por ratos en pantalla.

—Taylor salió a una fiesta —agrega—. No me apetecía salir, entrené tarde y tengo el cuerpo cansado; creo que veré una película antes de irme a dormir.

Me avisan que ya puedo hablar, así que respondo.

—Luego me alcanzas el título para verla y comentarla —pido—. Te enviaré fotos cuando esté lista, las ves luego.

—Vale, ¿falta mucho?

Le pregunto lo mismo a Clara y me dice que quizá una media hora más.

—Ahí tienes tu respuesta —le sonrío, nos quedamos callados, viéndonos nada más y acabo diciéndolo—: Te echo de menos.

Me sonríe.

—Sabes que me encantaría ver esa película contigo aquí, acurrucada entre mis brazos.

—Robándote palomitas —rio.

—Incluso con el robo de palomitas.

Es nueva, esta sensación de extrañar a alguien así. Con John no nos separábamos nunca, si él viajaba y yo tenía compromisos, los cancelaba con tal de seguirlo. Ahora que lo pienso, fue totalmente idiota de mi parte haber hecho eso. Con Finn es diferente, cada uno tiene su espacio y me gusta, pero hay que admitir que, una vez que te acostumbras a ver a alguien seguido, no verlo cuesta. Estos fueron tres días, me pesó un poquito más cuando lo abrazaba cada tres semanas. Tengo que ir haciéndome a la idea de que ese panorama va a repetirse cuando me vaya a Ámsterdam.

—¿En qué piensas, Lex?

Niego.

—Tonterías.

—¿Un cerdito con gafas de sol surfeando en las Bahamas?

Me carcajeo. Él sonríe.

» Sabes que puedes decirme esa "tontería".

—Es que lloraré —argumento.

—El maquillaje es a prueba de agua —interviene Clara.

—Gracias, Clara —señala Finn—. Puedes decírmelo entonces.

—Vale —miro hacia arriba, queriendo guardarme las lágrimas—. Que voy a echarte de menos cuando esté en Ámsterdam y tú en Londres; y sé que cada uno tiene su vida y que tenemos que vivirla al máximo por separado, ya sabes, para disfrutarla cuando estemos juntos, pero no quita que vaya a extrañarte.

—¿Te consuela de algún modo saber que tendré la misma sensación?

—Supongo que sí.

—Me gusta tenerte junto a mí, Lex; pero, joder, amo que cumplas tus sueños y te he visto tan emocionada por esa adaptación, contándome cada detalle, leyéndome el libro... eso me sirve de consuelo para tolerar el tener que extrañarte.

—¡Finn, que lloro! —me quejo—. Sabes que no soy así de llorona.

La verdad es que no lo era, ahora lo soy y mucho. No sé si termina de agradarme o no, pero el nudo en la garganta no es algo cómodo, no lo es el tener que tragar saliva y fingir una sonrisa cuando tienes ganas de mandar todo al demonio y echarte a llorar. Así que, en términos de comodidad, prefiero ser llorona.

—Sé que, llorona o no, me sigues importando mucho.

Clara se encarga de secarme las lágrimas para que yo no arruine su trabajo. Le sonrío en agradecimiento y ella me avisa que ya ha acabado. Me pongo de pie y enfoco la cámara de modo que Finn pueda ver el vestido y el resto del look de esta noche. Es largo, cerrado adelante y con un escote amplio en la espalda. Relativamente sencillo, pero me encanta; fue amor a primera vista.

Acabo finalizando la llamada porque Alex me apresura, Andrew le avisó que está listo.

—Disfruta tu película —le envío un beso.

—Diviértete en la fiesta —me sonríe.

***

Andrew me hace girar entre sus brazos, yo río. La música está muy buena y la estoy pasando muy bien a pesar de no haber bebido; cuando la canción acaba, decidimos ir a sentarnos.

—Tengo la cabeza dándome vueltas —se queja el rubio.

—Te has bebido media barra, ¿Qué esperabas? —me río—. Creo que va siendo hora de que volvamos, estos tacones empiezan a hacerme doler los pies.

—¿Quieres cambiar? —se señala los pies.

—Te irás de nariz y no me conviene cargar contigo así —palmeo su hombro—. Me echarán mierda por no haber evitado que el soltero más codiciado de Londres se dañe el rostro.

Resopla, de forma exagerada.

—Estúpidos.

Le envío un mensaje a Batman para que avise a los guardaespaldas de Andrew que ya nos iremos. Nos despedimos del pequeño grupo con el que estábamos bailando antes de salir por la puerta. Está bastante ebrio, pero puede caminar sin problemas.

—Vayamos saliendo —habla dando un paso más hacia adelante.

Estamos en la puerta de salida, pero aún no quiero ir fuera, al menos no hasta que nuestros guardaespaldas nos rodeen.

—Espera —me aferro a su brazo—. Hay paparazzi ahí, van a arrinconarnos y no me apetece soportarlos ahora, ha sido un buen día.

—Vale —asiente, como niño obediente—. Igual soy bueno evadiéndolos, ¿viste como acabé desviándolos de ti allá?

Sonrío en agradecimiento. Me preguntaron por John y Andrew los despistó halagando a la reportera, luego empezó a dar un monologo sobre su experiencia con la música, que contaba con el apoyo de amigos que lo habían respaldado incluso cuando tenía miedo de aventurarse en esa nueva industria. Yo solo sonreía, de verdad lo hacía, porque me causaba gracia cómo el acento y el encanto de Andrew habían bastado para protegerme de sus preguntas sin sentido.

» Llámame para contratos —me guiña un ojo—. Pero en serio, Lex, no te mereces que te pregunten por tu ex, ¡maldición! has grabado semejante película y que no te permitan hablar sobre ello es realmente insultante. Me caen mal.

Me encojo de hombros.

—Ya sabes cómo son.

—Degradan tu trabajo y tu talento a un imbécil —frunce el ceño—. Imbécil con talento, porque no puedo negarlo, pero imbécil a fin de cuentas.

—Es lo que vende —vuelvo a encogerme de hombros.

—No debería ser así.

—Lo sé, And, pero es la manera en la que ellos ven las cosas —simplifico—. Lo mejor que puedo hacer ahora es evitarlos, no quiero ganarme líos por decir algo de más o de menos. Buscan hasta el mínimo error para echárnoslo en cara. Y me conozco, sé que acabaré respondiendo mal como sigan jodiendo.

—Yo te respaldo, tranquila —me sonríe—. Esto es mierda.

Me río. Llegan nuestros guardaespaldas y camino junto a Andrew que hace lo suyo cubriéndome de los micrófonos. Preguntan, el mayor enfoque es para él y su Oscar, pero algunas van para mí también y yo solo respondo con sonrisas para poder salir del apuro.

Una vez en el auto, puedo respirar. Mi amigo sonríe a mi lado y alcanza mi mano para darle un ligero apretoncito antes de liberarla. Antes de bajar en su hotel voltea a mirarme.

—¿Recuerdas la letra de mi canción?

—La he escuchado tanto que se me ha grabado —respondo.

—Vale, pues échale un ojo a esta línea «El concepto que más importa es el que tenemos de nosotros mismos». Ellos son mierda, Lex, pero tú no lo eres —me sonríe—. Nos vemos en los Globos de Oro, salúdame a Finn.

Le sonrío y le hago adiós con la mano.

Cierro los ojos, tengo que trabajar en ese autoconcepto, sé que debo hacerlo. Tengo que descubrir quién soy, pero no solo resaltar las partes malas, cómo hago siempre, sino excavar hasta hallar las cosas bonitas que son más difíciles de reconocer.

26 de octubre, 2022

Hoy despertamos con ganas de salir, lo que es raro porque casi nunca coincidimos, pero esta mañana, cuando fui a ver a Adara a su habitación, me dijo que quería ir de compras. Ahora estamos en una tienda de ropa, tenemos estilos diferentes, pero aquí parece haber lo suficiente como para que ambas escojamos. Ya hemos planificado nuestro recorrido de hoy.

Hay varios paparazzi pegados al vidrio de la tienda, puedo captar los flashes desde donde estoy y no es agradable, pero al menos no ingresan a molestar. Batman está a mi lado, sosteniendo las prendas que le alcanzo, le pido opiniones y él asiente o niega según le parezca, yo sonrío.

—¿Qué dices de este? ¿Está lindo, no? —pregunto señalando el suéter rojo que acabo de tomar.

—Bonito —responde—. A ver pregúntale a Finn.

Entrecierro los ojos hacia él.

—Con que gracioso me saliste —me sonríe divertido.

Yo volteo a buscar al susodicho que se encuentra al otro extremo con mi amiga. Lo atrapo mirándome, le sonrío, él hace lo mismo y asiente cuando le señalo la prenda. Sumo el suéter al resto de ropa que sostiene Batman. Adara me llama cuando Finn no es suficiente para su elección de prendas y doy el visto bueno a lo que va tomando.

—Pero creo que este color no me favorece —forma un puchero—. Me veo roja.

Señala su reflejo. Tomo la misma prenda de un color distinto y es cierto, el cambio de color le transforma por completo la iluminación del rostro. Me sonríe y besa mi mejilla.

»Te amo —le alcanza la prenda a Finn que la acomoda sobre su hombro—. Gracias, Finn.

—No es nada —se encoge de hombros.

Terminamos y nos acercamos a la caja para pagar. Nos entregan las bolsas y quizá, solo quizá, nos fuimos un poquito de manos. Le sonrío a la cajera antes de salir otra vez de la tienda. Los chicos nos ayudan con los paquetes, esperamos dentro para que no haya inconveniente con los imprudentes que sigue fotografiándonos desde fuera.

—¿Alexandra? —giro por instinto cuando escucho mi nombre completo siendo pronunciado—. ¡Tía, es Alexandra!

Fuerzo la vista para dar con quien me ha llamado y el frio se instala en mi cuerpo cuando reconozco a la mujer que acompaña a la adolescente dueña de la voz. Es Catalina, que jalonea a la que creo que es mi prima, la última vez que la vi, tenía ocho años, ahora debe tener quince o dieciséis. Logra zafarse de mamá para venir corriendo hasta donde estoy e impactar con mi cuerpo que acaba rodeándola, sin embargo, no dejo de ver el punto en el cual se encuentra la mujer que me dio la vida.

Se cruza de brazos y vuelve a llamar a mi prima. Ella no la escucha, está hablándome y yo tampoco puedo oírla porque mis sentidos están enfocados en Catalina que ahora camina hacia nosotras. Toma con fuerza mi muñeca y la aparta de la pequeña Alice.

—Quítate —espeta.

—Señora, evítese líos y respete —se interpone Adara, que debe haber notado mi falta de capacidad para reaccionar.

—Cállate, asesina —responde mi madre—. Alice, muévete, niña.

—Pero tía, es Alexandra.

—No conocemos a ninguna Alexandra, recuérdalo —le replica con cólera, tirando de su cuerpo para alejarla de mí.

Mi cuerpo no es capaz de responder, siento demasiadas cosas, las suficientes para hacer que colapse. Mis recuerdos se entremezclan, esa mueca de desagrado me transporta a cuando era pequeña y no obedecía, es el mismo gesto de desaprobación, los mismos ojos con los cuales me miró cuando le dije lo que quería para mi futuro. El mismo tono de voz que usó para herirme, que aún utiliza para degradarme y acabar conmigo.

—Lex —una voz, más grave, toma mi mano para llevarme hacia atrás—. Vámonos.

—Sí, ándate con este, sigue arruinando tu vida.

—Haga el favor de cerrar la boca —le espeta Finn, rodeándome para alejarme de Catalina—. Tráguese su propio veneno, ella no lo necesita. Mírese en un maldito espejo y júzguese, que la que más defectos tiene aquí no es Lexie, es usted.

No escucho lo que responde, dejo de escuchar oraciones completas. No me encuentro bien, son palabras sueltas, todas abrumándome, las luces llegan por todos lados, los micrófonos intentan llegar a mí, pero de algún modo no lo consiguen. Siento que retrocedo, que caigo nuevamente, que me hundo... no es fácil verla otra vez, escucharla y ser maltratada por sus palabras como lo hacía cuando era pequeña.

Catalina es mi talón de Aquiles, no tengo escudos que me protejan de ella, no hay forma de huir porque está en todos lados. No puedo curar lo que ella daña porque simplemente está ahí... siempre. 

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Aquí es donde marcamos distancia de Inefable Amor, algunas conocían algunos sucesos de esta historia por la de Ada, pero ahora todo será nuevo, para todas. 

Odio eterno a Catalina y a la estúpida manía de hacer sentir chiquita a mi Lexie. 

3/3

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