CAPÍTULO 32
Others who broke my heart, they were like nothern stars pointing on my way into your loving arms - Rascal Flatts
16 de septiembre, 2022
Mis dedos se aferran a la mochila que cuelga de mis hombros y muevo los pies en dirección a la salida; tengo un objetivo claro: huir. La voz de mamá se oye como si me gritara al oído todo lo que no quiero escuchar, intento ignorarla, pero no se detiene. Yo sigo avanzando... pero no me muevo, estoy anclada al suelo, perdida sin saber qué hacer. Catalina grita, sus palabras me nublan el juicio y caigo de rodillas. No tengo el control de nada, todo lo que le ordeno a mi cerebro que haga, se da de forma contraria. Me duele el pecho, la cabeza, el alma.
Siento las cadenas a mi alrededor, se forman a lo largo de mis brazos, suben por mi cuello y aprietan. No puedo respirar. Estoy sobre la superficie fría de mi antigua casa, arrastrándome, queriendo ir en busca de mi libertad, pero los obstáculos son demasiados, no puedo con todo. Las lágrimas mojan mis mejillas, el aire deja de circular, estoy agonizando. Abro la boca para gritar, pero nada sale... el volumen de su voz se incrementa, me ensordece...
Me levanto de un salto. Reconozco el ambiente en el que estoy, las estrellas brillan en el techo de mi habitación. Fue solo un sueño. Pero tiene secuelas.
No consigo obtener aire, mi pecho sube y baja sin control. Me voy a ahogar.
«Respira»
Intento dirigir mis pensamientos a los ejercicios de respiración que conozco, los he puesto en práctica, pero nunca estando sola. Estoy sola y no hay quien me ayude. La dulce voz de Lila se reproduce en mi mente, recordándome que puedo con esto, que puedo ser mi propia heroína.
«Inhala, exhala»
«Lento»
«Concéntrate en tu respiración, en el camino que recorre en aire dentro de tu cuerpo»
Cierro los ojos y hago lo que mi memoria me indica. Inhalo durante tres segundos, retengo el aire y luego lo suelto lentamente, percibiendo como sale de mi anatomía. Me vuelvo consciente del temblor de mis brazos, que me rodean, instinto de protección, supongo.
No dejo de respirar, de seguir adelante con cada porción de aire que tomo prestada para poder vivir. Me recuerdo a mí misma que fue solo un sueño, que me libré de esas cadenas años atrás, que aprendo a avanzar sin seguir cargando con el peso invisible que quedó sobre mí.
Cuando consigo recuperar el ritmo normal de mi respiración, vuelvo a acurrucarme, pero la voz de Catalina se repite una y otra vez en mi mente; la culpa de no poder controlarlo me invade e intento darle pelea. No quiero soñar con ella otra vez. Me pongo de pie y voy por un libro, necesito distraer mi mente; darle otro objetivo para pensar. Mis ojos viajan de renglón en renglón, la historia me envuelve, las palabras silencian las que me acechaban con anterioridad y me permito volar a vidas que no son la mía, a realidades con problemas muy ajenos a los míos, a personajes que me alientan a seguir soñando.
20 de septiembre, 2022
Le sonrío a la cámara cuando la joven que se me acercó nos enfoca, fue tan dulce que hasta me animé a conversar un poco con ella. Me cuenta que está acabando la secundaria y me abarca la emoción con las palabras que pronuncia sobre mí.
—Eres maravillosa —me sonríe—. Algunos dicen que es tonto esto de admirar a estrellas, porque no los conocemos y, en parte, supongo que es cierto; pero te admiro muchísimo. Me he visto todas tus películas, amé la serie que grabaste con Adara Harmony, sueño con irme en un viaje así, a ciegas, con mi mejor amiga.
—Seguro que algún día lo consigues, cariño —la animo.
—Se ve tan lejano —suspira.
—Mientras sigas avanzando, esa lejanía va disminuyendo —le doy un apretoncito a su hombro.
Asiente. Me pregunta si puede abrazarme y ¡joder! valoro muchísimo que se tome la molestia de cuestionar si no me incomoda. No lo hace, por lo que la rodeo con fuerza cuando se acurruca en mi pecho. Es pequeñita y se siente sincero todo lo que dice. Se aparta tras unos segundos para mirarme, me sonríe otra vez y agradece antes de retirarse.
Robin vuelve a mi lado, camino lo que resta para llegar al estudio donde tengo una sesión hoy. Alex me avisó que llegaría dentro de un rato. Soy solo yo el día de hoy. Hay un par de paparazzi, los miro de reojo y capto los flashes, me limito a seguir adelante hasta perderlos tras la puerta del lugar que me acoge.
Esta revista me pidió una entrevista sobre mi trabajo en Wondrous, Alex me consultó y acepté, sé que si me lo hubiese dicho hace unos meses mi respuesta habría sido diferente, pero ahora siento un poco más de confianza sobre ese proyecto. La entrevista fue hace unos días, todo cómodo, evadí, como siempre, los temas que no me agradaban y continué con lo que sí tenía importancia; le dieron espacio a la nominación que me dieron por mi papel en Lost in your shadow. Ahora deben hacerme las fotos para la portada, además de las páginas que cubrirán con mi nombre.
—¡Hola! —saludo a quienes me reciben.
La encargada me lleva con ella al salón donde me producen. Limpian mi rostro, que trae solo un poco de corrector para ojeras y empiezan con el maquillaje. Pintan mis uñas según la ropa que eligieron para mí. Converso un poco con quienes me maquillan, temas triviales, son prudentes y no preguntan nada que pueda incomodarme.
—Tienes unas pestañas preciosas —resalta una de ellas.
—Pero vaya que son rebeldes —le sonrío—. Son largas pero rectas, tengo que rizarlas.
—Bien dicen que no se puede tener todo —ríe la morena que está pintando mi meñique con un pulso increíble.
—Puedo confirmarlo.
Cuando terminan me señalan a donde es que debo ir para las fotos. Alex ya se encuentra ahí, me saluda de lejos, no puedo acercarme y arriesgarme a arrugar la ropa que me pusieron. Poso según me indica el fotógrafo, le sonrío a la cámara, me río para que algunas tomas salgan naturales. Me muevo frente a la cámara, juego con mis manos, las paseo por mi cuerpo. Cierro los ojos, inhalo y vuelvo a sonreír. Algunas fotos me las sacan de cerca, me relajo y sigo las instrucciones que me dan.
Suspiro en cuanto terminan y me hacen saber que puedo volver a cambiarme. Agradezco a quien me tomó las fotografías antes de volver al cuartito donde me entregan la ropa que traje puesta para ponérmela otra vez. Me visto y elijo conservar el maquillaje, ahora tengo que ir con Lila, tengo sesión dentro de una hora. Me despido de las chicas que me acompañaron y vuelvo con Alex que me abraza esta vez. Besa mi frente y enreda su brazo con el mío; lo acompaño a que ultime algunos detalles sobre las fotos antes de que salgamos. Me alcanza unos lentes de sol porque los flashes ya no son tres, ahora hay más. Robin acercó el auto para que no tuviera que recorrer ese camino con ellos detrás.
Estamos al otro extremo de donde se encuentra el consultorio de mi psicóloga, pero, si mis cálculos no fallan, de igual modo llegaremos a tiempo. Cabeceo un poco durante el trayecto, no dormí muy bien por quedarme viendo una película, la que tenía pendiente para discutir con Finn; aunque no discutimos porque acabé coincidiendo con él con respecto al guion, conozco a un par de los actores que participaron y sé que podrían haberlos explotado más, tenían potencial. Alex me despierta cuando llegamos, consulto mi reloj apenas abro los ojos y me consuela saber que aún tenemos tres minutos de ventaja.
Lila me recibe sonriente, como siempre y me rodea en un abrazo antes de invitarme a pasar con ella. Ya estoy familiarizada con el ambiente, se ha convertido, de algún modo, en uno de mis lugares seguros. Me ofrece té, lo acepto y nos sentamos, una junto a la otra en el sofá que más me gusta.
Me pregunta cómo me ha ido, imagino que Alex le dijo que tenía una sesión antes de venir con ella. Le comento un poco sobre ello y Lila me escucha, acota en momentos precisos y acaba cuestionándome si disfruté de las fotos.
—La verdad es que sí —le sonrío—. Creo que hoy es de los días buenos.
—¿Has tenido muchos días malos últimamente? —se interesa.
Me encojo de hombros.
—Lo normal, supongo —bebo un poco de té—. Hace unas noches soñé con Catalina, pero conseguí regular mi respiración.
Me sonríe.
»Sigo trabajando en comprender que no debo pretender sentirme bien durante todo el día, todos los días; me dijiste que sería paulatino y que tener días malos era normal.
—Lo es —concreta.
—Poco a poco irá mejorando —agrego.
—Exacto, Lex. No hay que sentir culpas por despertar y no sentirnos con energía para hacer de todo.
Asiento.
Cuesta un poco, estoy acostumbrada a culparme, pero a paso tortuga intento que mi mente comprenda que es parte del proceso.
Le hablo sobre las audiciones que haré, tanto para el drama como para el thriller, Alex las confirmó cuando se lo dije, ahora me toca grabar los videos y eso me tiene un poco ansiosa. Tengo miedo, esa es la verdad. Le narro todo lo que mi cuerpo experimenta cuando pienso en ello. Me da un par de consejos y me hace decir en voz alta todo lo que he conseguido sola, sin ayudas invisibles. Por tonto que suene, ayuda. Me vuelve consciente de que esas películas no se han grabado solas, de que el dinero que tengo no cayó del cielo, de que mi carrera no ha ido en alce por arte de magia.
—Tu esfuerzo lo pusiste ahí, Lexie, tu talento; puedes verlo en cada filme que grabaste —me recuerda—. La suerte no aplica siempre, lo que conseguimos está en base al trabajo duro que pusimos en ello. ¿Qué es lo que te detiene de intentar?
—Catalina y ¡joder! —resoplo—. Sé que está mal seguir pensando en lo que ella pueda decirme, pero no puedo evitarlo, me odio por eso, Lila.
Toma mi mano, acaricia el dorso. Mis ojos se enlagunan.
—Ustedes dos han pasado por mucho juntas, Catalina es la causante de muchos de tus traumas, Lex. No vas a deshacerte de ella tan fácil, ya te dije...
—Es paulatino, sí —completo—. Pero molesta que mi mente viaje a ella cuando quiero intentar algo que muy en el fondo sí quiero hacer.
Asiente y toma aire.
—Puede que esto suene brusco, Lex, pero evitarlo no va a eliminarlo. Estás evitando y eso funciona a corto plazo, con el tiempo te limita, dejas de vivir; tienes que enfrentarlo, te daré las herramientas para manejar tu miedo, lo hará más llevadero mientras cruzas esa línea.
Mis lágrimas caen, dejo la taza sobre la mesita para poder secarlas con el dorso de mi mano. Respiro. Fingir que no me aterra sería una vil mentira y no puedo seguir engañándome de ese modo. Me da muchísimo miedo, pero no quiero estancarme, no quiero dejar de vivir por Catalina. Así que escucho cada palabra que Lila me dice, cada consejo para lidiar con el pánico a la reacción de mi madre si es que fallo; me grabo con tinta permanente que es mi vida y soy la única que debe tener la potestad de elegir lo que haré con ella.
25 de septiembre, 2022
Sostengo la mano de Gryffin mientras su mamá es consentida por las estilistas que llamé cuando Lena aceptó el cambio de imagen. No quiso teñírselo, pero me dijo que sí al corte de cabello. El pequeño me cuenta sobre lo que está aprendiendo en la escuela, me recita las vocales y los números que ya conoce. Noto que sus deditos están manchados con pintura y le pregunto sobre ello, me sonríe travieso.
—Pinté —se encoge de hombros.
—¿Pintaste?
Asiente con la cabecita. Sus rizos se mueven con gracia.
»¿Me enseñarías?
Asiente otra vez y abraza tres de mis dedos para llevarme con él a otro salón, tengo entendido que aquí es donde ellos hacen sus tareas, donde se divierte con otros pequeños y conviven. Como todo un hombrecito va a un casillero y saca de ahí un par de hojas que me entrega.
Le pido que me explique cada dibujo, me llena de dulzura cuando señala cada elemento difuso y me da a conocer su nombre. Noto que ha pasado tiempo con Adara cuando me señala algo que llama "Hogarts". Me recuerdo que debo conseguirle algún caballete y pinturas para que pula ese talento que al parecer está floreciendo en él. Le pregunto por los colores, me responde el nombre de algunos y con otros simplemente abre los ojos para que yo le indique la respuesta correcta.
Cuando volvemos a la habitación, Lena está casi lista, nos sonríe desde donde se encuentra y le envía un beso a su pequeño. Le terminan de cepillar el cabello, ahora corto, y ella le agradece a las chicas antes de hacer lo mismo conmigo.
—Oh, no es nada, te queda precioso —le sonrío.
La dejo con su hijo y me aparto para pagar por el servicio. Acompaño a las estilistas hasta la puerta y agradezco antes de volver dentro. Prometí quedarme a cenar, así que lo hago, ayudo también con la comida en las cocinas. Las encargadas me reciben gustosas con tener una mano adicional. Hay otras chicas, algunas mayores, otras más jóvenes, que lucen bastante tímidas, por lo que no entablo conversaciones para no incomodarlas. Disfruto de la cena junto a Lena y Gryffin antes de despedirme y volver a mi departamento.
Una vez en el ascensor, tomo mi teléfono para llamar a Finn.
—Buenas noches, señorita —sonrío.
—Buenas noches, señor formal —saludo.
Lo escucho reír.
—¿Estás en casa?
—Llegando, sí —miro la pantallita que me indica el piso en el que estoy—. Me quedan seis pisos.
—Vale, ¿te apetece algo en especial para cenar?
—Cené con Lena y Gryffin, pero puedo hacerle espacio a algo de tailandesa, si te apetece.
—Siempre me apetece tailandesa.
—Entonces tailandesa será.
—Voy saliendo, ya llego con tu cena extra.
—Vale, un beso.
—Ese me lo das cuando llegue —corrige.
—Vale, vale.
Me rio antes de colgarle. Ya en el departamento me desvisto y me pongo algo más cómodo, me quito también en maquillaje, mi piel necesita respirar un poco. Si lo uso cuando salgo es porque no se me antoja que inicien los rumores sobre mis ojeras. Pongo una tetera con té y me siento en el sofá con el libro que ya estoy releyendo para interpretar mejor el guion que llegó hace unos días. Aún me cuesta un poco escribir en mis libros, así que pongo notitas adhesivas donde necesito resaltar algo. Me levanto a apagar la estufa cuando el olor del té inunda el salón y abro de paso, el timbre suena mientras estoy en la cocina.
La sonrisa de Finn me recibe y le acuno el rostro con las manos para darle el beso que prometí. Él me rodea la cintura haciéndome retroceder para ingresar, cierra la puerta. Le delineo los labios, lo disfruto lento, sin apuros, me permito suspirar y sonrío también cuando me aparto para mirarlo mejor. Acaricio sus mejillas, el lunar de su parpado inferior, los pómulos marcados, sus cejas.
—Te eché de menos —me dice bajito.
Lo rodeo, obligándolo a inclinarse para que yo no tenga que hacer mucho esfuerzo. No soy capaz de decirlo, pero imagino que esta es una manera no verbal de demostrárselo. Me besa el hombro y acaricia mi cintura, me deja gozar de la cercanía.
—¿Tienes la maleta lista? —pregunto cuando decido apartarme.
—Casi —responde—. Aún tengo dos días.
—Vale.
Viajaremos a México dentro de dos días para el concierto, yo tengo la maleta lista, pero solo en mi mente, falta ejecutar todo lo que corresponde a empacar, eso se hará luego.
Tomo a Finn de la mano para llevarlo conmigo a la cocina, servimos entre los dos la comida que trajo y nos sentamos a comer, le dejo la mayor parte, sigo llena por lo que cené. Me cuenta sobre su día, Taylor lo retuvo para que pintaran la sala de su departamento; volvieron hace unos días, pero mi agenda estaba llena, no pude verlo más que por videollamada. Fueron sesiones de fotos, algunas entrevistas y la grabación de las audiciones que, no resultaron tan aterradoras como había creído; considero que en parte me ayudó la presencia constante de Alex repitiéndome lo que debía tener claro.
—¿Terminaron con la pintura? —indago
—Falta una pared —responde—. Le dije que acabaríamos mañana.
—¿Puedo ayudar? —indago. Me gustan ese tipo de actividades.
—Claro, vamos mañana entonces —acuerda—. A ver si Taylor deja de joder con que debe ser presentado como se debe.
Me rio.
—¿En qué sentido?
Rueda los ojos.
—Que es mi mejor amigo y no ha tenido la presentación adecuada —habla intentando imitar a su amigo—. Que he empezado a ignorarlo, lo que es una vil mentira. Taylor es más drama que persona, pero es genial, no te preocupes.
Sonrío antes de meterme otro bocado de comida en la boca, creo que será el último, mi estómago agotó su capacidad.
—Veamos qué me dice mañana —le doy palmaditas a mi abdomen—. ¿Quieres esto? Ya no me entra.
—Dame —extiende la mano y le alcanzo el plato.
Le veo engullir el resto de comida, se ve que lo disfruta, confirmamos que la tailandesa sí que es su comida favorita. Se levanta al terminar y recoge los platos, yo lo abrazo por detrás, recostando la mejilla en su espalda. Lava y se gira para verme de frente.
—¿Dejamos eso para mañana?
Asiento. Me apetece ir a la cama.
» Vale, vamos ya.
Me alza haciendo que rodee su cintura con mis piernas, le pido que se dé una vuelta por la sala para tomar mi libro y las notitas. Se inclina y me rio por lo incómoda de la posición.
—Ya llego —estiro la mano para agarrar el libro y suelto un gritito cuando afloja apenas su agarre—. ¡Que me caigo, imbécil!
—Esa boca —me regaña.
Lo ignoro, tomo el libro y vuelvo a hacer esfuerzo para coger las notitas; él hace amago de soltarme.
—¡Finn! —grito, él ríe—. ¡Que me bajo!
—Ya, ya, gruñona —me alcanza lo que queda—. Volveré por tu té.
Me lleva a la habitación y me deja sobre la cama antes de desaparecer tras la puerta. Yo me levanto para asearme y ponerme el pijama.
—Su té, señorita —hace una reverencia, le saco la lengua.
Bebo un poco de la taza que me entrega, está más frío que caliente, pero el sabor es igual de rico. Le pido que se acueste conmigo, me pregunta qué estoy leyendo mientras se deshace de la ropa con la que vino.
—Es Little Sunflower —respondo mostrándole la portada, distrayendo mi mente de la desnudez de su cuerpo—. ¿Quieres leer un poquito?
—No me molestaría que leyeras un poco para mí —responde, esta vez quitándose el polo.
—Vale, ven —palmeo a mi lado, pero él elige recostarse con la cabeza sobre mi regazo.
—Aquí se está más cómodo —argumenta, paseo los dedos por su cabello.
Me pide que empiece, lo hago desde el inicio, le leo en voz baja, para los dos. Avanzo página tras página, Finn no se duerme, escucha atento cada palabra que sale de mi boca. A veces suspira, cuando algo lindo sucede, o se escandaliza cuando no le gusta lo que escucha. Cuando ya he avanzado unos seis capítulos, bostezo; el día me está pasando factura.
—Si quieres continúo yo —se ofrece, girando el rostro para verme.
—Tengo sueño —me lamento—. ¿Continuamos luego?
Asiente y se acomoda a mi lado, guardo el libro separando la página en la que nos quedamos antes de apagar la luz. Me acoge entre sus brazos y acaricia mi cabello, adormeciéndome.
—¿Lex? —pregunta tras un rato.
—¿Qué sucede?
—Se irá, ¿verdad?
Me levanto para mirarlo.
—¿Quién?
—Ally, la del libro —señala.
Sonrío.
—Eso es spoiler.
—Pero dámelo, no podré dormir, si no.
Me río.
—Cierra los ojos y cuenta ovejitas —aconsejo.
—Venga, Lex.
Suspiro, acaricio el brazo que me rodea.
—Sí y no —respondo.
—¿Qué se supone que significa eso?
—Que se irá... o no —rio.
—Vale —refunfuña apretujándome contra sí.
—No te enfades —pido bajito.
—No estoy enfadado —replica.
—Pues parece.
Me acuna la mejilla con su mano, acaricia mi nariz con la suya antes de besarme despacio, me escurro entre sus brazos.
—¿Sigue pareciendo?
Sonrío atontada.
—Creo que sí, quizá podrías besarme otro poquito para que pase.
Escucho su risa.
Pasea los labios por todo mi rostro, dejando un camino de besos. Baja a mis labios y los besa con dulzura.
—No estoy enfadado —repite.
—Te creo —respondo y lo abrazo.
Me acurruco contra él, cierro los ojos dejándome ir. Vacío mi mente de preocupaciones, de miedos, dejo que la habite el calor que me envuelve, el calor de alguien a quien le importo, de alguien que me importa.
—Descansa, Estrellita —escucho a lo lejos.
Descanso, lo hago de verdad.
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Les chismeo algo, cuando escribí este capítulo, en la parte donde Lexie promete darle un beso a Finn cuando llegue a casa, se me cruzó por un instante matarlo en un accidente de moto je, fue un lapsus brutus, pero no hice nada porque lo vi innecesario (no me lo habría perdonado, la verdad).
En fin, ¿soy la única que ama los "Estrellita" de Finn?
¡Se viene el concierto de Morat! Amo mucho <3
Haremos una pequeña maratón de unos 3 capítulos en agradecimiento al 1K, ¿va? (Les daría más, pero es lo que tengo corregido hasta ahora, lloremos)
Muchas gracias, por cierto, los amo mucho, mucho, mucho <3
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