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CAPÍTULO 15

Tengo un corazón que está perdiendo la cabeza, porque se dio cuenta que ha caído ante tus pies - Morat

17 de marzo, 2022

Hace dos días que volví de Miami y ya recaí con Catalina. Mi excusa es que me lastima cuando llama, pero tenerla bloqueada me causa ansiedad y no la necesito ocupando de más mis pensamientos.

Ya empezaré a grabar, están terminando con mi maquillaje. Una buena noticia que me dieron cuando llegué es que Melanie se había ido puesto que sus escenas terminaron la semana pasada. Sus amigas no amenazan si no tienen a la abeja reina que las encabece, así que es una preocupación menos.

Miro mi reflejo cuando me indican que ya acabaron y debo admitir que mucha diferencia no significa, me acentuaron las ojeras y marcaron un poco más mis pómulos para que luciera más delgada. Pero no difiere demasiado de la imagen que estuve viendo en mi espejo durante las últimas semanas. De igual modo, agradezco y sonrío antes de ponerme de pie para ir al estudio de grabación.

Esta vez es la habitación de Hannah, ya se ha enterado de que es sospechosa del crimen que involucra a la principal causa de sus pesadillas. Ella sabe que no lo ha hecho, está noventa y nueve por ciento segura, pero le resta un uno por ciento que no le permite descansar en paz. Así que eso es lo que hago. El guion me indica que camine de un lado a otro, que jalonee mi cabello, yo le agrego los susurros de convencimiento y al parecer les gusta a los directores porque no me cortan y me permiten continuar hasta que la secuencia finaliza.

—¡Excelente! Me gusta, me gusta. Ahora siéntate en la cama, Diego, ahí ingresas tú.

El aludido asiente y seguimos grabando. En eso se resume mi día, hay escenas que debo repetir, otras que salen a la primera y algunas otras que me dan dolor de cabeza por lo difíciles que resultan. Termino exhausta, pero el que Melanie no esté más, me resta inseguridades, porque los cuchicheos podían haber sido porque pensaba que yo era una candidata a nueva novia de su ex, pero mi cerebro los procesaba como críticas a mi trabajo.

Ya en el auto, Alex me informa que ha enviado a mi correo las opciones que tengo con respecto a la terapia. Así que, una vez en mi habitación, abro la laptop e inspecciono los perfiles, pero no logro concentrarme. ¿Qué tal si realmente no necesito terapia? ¿Cómo sé que necesito terapia? Me dejo caer contra el colchón.

—No estoy loca —murmuro para mí misma, pero me retracto—. Ada tampoco lo está, ni Lois, ni Finn e igual van a terapia.

Así es como termino googleando la misma pregunta que me rondaba y conforme voy leyendo las señales de que se requiere ayuda psicológica estas se marcan en mi mente, porque le acierto a la mayoría, así que según esta página de salud mental, sí que necesito de un terapeuta.

No me explico por qué me rehúso tanto a ir, al principio era porque no quería que me dijeran que tengo un problema, porque yo sé que lo tengo, ahora esa no es mi excusa, ya me aseguraron que los psicólogos no te dicen el diagnostico de manera acusatoria y te dejan a la deriva, ellos van contigo paso a paso, así que no comprendo mi miedo, pero está ahí de igual modo. Es contradictorio.

—Estoy cansada —miro la pantalla de la laptop y siento algo de culpa por postergar la elección, pero me convenzo de que mi cansancio puede más y apago el equipo dejando para luego la revisión de perfiles.

Quizá mañana lo haga, tal vez en unos días, o unas semanas. No sé cuándo, pero sí sé que en algún momento lo haré, solo hace falta algo, ¿qué algo? No lo tengo claro, supongo que con el tiempo llegará.

23 de marzo, 2022

La capa de sudor que me cubre entera es suficiente evidencia de que dos rondas de sexo me ha dejado más que satisfecha, podría entrarle a una tercera si mi acompañante no hubiese caído rendido del cansancio tras terminar. Qué se va a hacer. Me incorporo y lo observo.

Nada. Ya no siento nada.

Genial.

Me aseo en el baño de la habitación y me visto. No dejo notas, él sabía lo que sucedería cuando ambos acabáramos, lo dejamos claro. Así que solo salgo cubriéndome bien el rostro aun cuando no es un barrio concurrido, esta es la parte mala de los acostones casuales: los paparazzi y sus titulares. Parte mala que no me afecta del todo, pero que deriva en una peor: Catalina.

Batman enciende las luces del auto para avisarme donde se encuentra y corro hacia allí.

—¿No viste a nadie? —pregunto, él niega—. Vale, gracias.

—¿Qué tal?

—¿El sexo? —inquiero.

Se pone rojo, tanto que temo que se incinere vivo. Rio.

—Eres infantil —me regaña.

—Tú preguntaste —me encojo de hombros—. ¿Alex está molesto?

—Un poco, pero ya se le pasará —me responde—. Creo que preferiría que pases tu día libre haciendo algo diferente.

Resoplo.

—¿Le dijiste a dónde íbamos?

—No hizo falta, te conoce, Lexie.

Resoplo, claro que lo hace. Guardo silencio en lo que queda del viaje, por supuesto Alex nos espera en el estacionamiento. Me olfatea de una manera no muy discreta y luce aliviado al darse cuenta de que al menos no he bebido. Un analgésico a la vez.

—Ve a dormir —señala el ascensor, no me agrada la manera en cómo está mirándome—. Mañana tienes rodaje temprano.

Lo rodeo con los brazos y siento como la tensión se le afloja.

—Lamento decepcionarte a veces, Alex —beso su mejilla.

Toma mi muñeca cuando ve mis intenciones de irme.

—Tú no me decepcionas, cariño, nunca lo has hecho —aclara tomando mi rostro entre sus manos—. Te lo he dicho, Lexie, estoy orgulloso de ti. Es solo que no estoy de acuerdo con todas las decisiones tomas, pero intento respetarlas. Igual tengo que comportarme como tu manager de vez en cuando, hay responsabilidades que cumplir.

Me sonríe y seca las lágrimas de mis mejillas.

»Ve a descansar, Lex. Te amo.

—Yo te amo a ti.

Me acompaña hasta el ascensor y recorro sola el resto del camino. Mientras avanzo no dejo de pensar en lo que dijo: Las decisiones que tomo. ¿A qué se refería? Sé que no está juzgando lo del sexo casual, él lo hacía antes de estar con Benjamin, así que dudo que se refiera a eso. Pero quizá no está de acuerdo con las razones por las cuales acudo a este tipo de relaciones sin compromisos, acudía, ahora ya ni sé por qué lo hago, solo sé que logra satisfacerme por un momento. Al inicio era porque quería probarme a mí misma que era capaz de sentir con alguien que no fuera John, lo conseguí, con el tiempo dejé de cuestionarme tanto el porqué y aquí estamos... en un limbo desconocido que resulta excitante, pero que continua con el mismo vacío de siempre.

Finn

29 de marzo, 2022

Me empino el vaso de tequila, hace mucho que no bebía y hoy realmente necesitaba este trago. Siento que estoy fallándole, porque prometí que nada cambiaría, pero, por más absurdo que suene, ese pequeño roce ha puesto todo de cabeza. Me ha hecho notar cosas que antes mantenía en segundo plano. Sacudo la cabeza, echando todo al fondo de mi mente.

La música retumba en las paredes del club nocturno en el que estoy, vine en taxi porque sabía que ingeriría alcohol. Ahora tengo a personas bailando alrededor, una mujer pelirroja se me pega al torso y bajo la mirada a ella. Es muy linda. No he tenido sexo desde mi viaje a Italia y mis hormonas alborotadas por el alcohol reaccionan cuando la chica reluce el escote de su vestido.

Mis manos se dirigen a su cintura y ella acepta la invitación rodeándome los hombros con coquetería. Se contonea hasta ubicarse de modo que mi pierna derecha queda entre las suyas, entonces se roza contra mí y sería un vil mentiroso si digo que no me afecta ver la pequeña "o" de sus carnosos labios. Estrujo su trasero atrayéndola más a mí, pero no es suficiente, de pronto soy muy consciente de todos los atributos que se carga encima.

—¿Te parece si continuamos esto...?

—En otro lado, sí —completa agitada.

Sonrío y acomodo la erección que se ha formado y empieza a incomodar cuando ella avanza jalándome y su trasero me saluda meneándose de un lado a otro.

Hay un hostal a un par de cuadras y es a donde ingresamos para no seguir dilatando el encuentro. Pago en recepción y subimos casi corriendo hasta dar con la habitación que nos recibe. Apenas cierra la puerta la pego contra la misma besándola con fuerza, se derrite contra mis manos y la alzo lanzando las manos a sus nalgas. Jadea contra mi boca. Magreo sin pena y ella se frota contra mí. Beso su cuello, mordisqueo su piel y me deleito con cada gemido que sale de su boca.

Me aparto apenas para abrir el vestido y sacar los senos que me invitan a darles atención también. La dejo contra la pared y me ocupo de los pezones que se alzan cuando mi lengua tiene contacto con ellos, chupo, succiono y muerdo mientras ella pide más y más.

Huele delicioso. Ella desliza sus manos por el centro de su abdomen para terminar de quitarse el vestido y queda en unas bragas diminutas que dejan nada a la imaginación. Veo venir sus intenciones y la detengo reemplazando mis dedos por los suyos. La humedad me hace gruñir contra su boca, está demasiado mojada.

—Entra —repite.

—Espera, aún no.

Froto su clítoris consiguiendo más gemidos, más gritos ahogados, más suplicas. Pruebo introduciendo dos dedos, ella muerde mi oreja, con tres dedos y el pulgar rozando el botón de nervios obtiene su primer orgasmo, pero no me detengo. Sigo estimulándola y ella me ofrece los pechos otra vez, gustoso los devoro y saboreo hasta que mis dedos son apretados por sus paredes y mis oídos se complacen con sus jadeos.

—¿Límites? —pregunto.

—Joder, hazme lo que quieras, pero ya.

—Si quieres que me detenga, solo dilo, ¿vale?

—¡Hombre, apúrate!

La dejo caer contra la cama, ella sonríe y se acomoda apoyándose sobre sus codos.

Me desvisto ante sus ojos que me escanean, veo cómo se muerde los labios mientras me pongo el condón y aprieto la erección que muere por perderse en medio de las piernas de la mujer que tengo en frente.

Tiro de ella y me deshago de las bragas, la giro, poniéndola boca abajo, ella alza el culo dándome una vista grandiosa del centro que gotea. No lo pienso dos veces, solo me hundo en su interior y joder, el gemido largo que emite me obliga a volver a embestir. Cuando me aseguro de que está disfrutándolo doy rienda suelta al salvajismo que al parecer también le gusta porque no deja de exigir que continúe. Me aferro a sus caderas y la envío de adelante hacia atrás, a veces lento, pero luego rápido, intensificando el sonido de sus nalgas chocando contra mi abdomen. Ondeo la pelvis y percibo como sus músculos me aprietan y se sincroniza con el grito que emite su boca, poco después la tensión de mi espalda se afloja y me estremezco con la liberación que llena el preservativo.

Salgo de la pelirroja que se deja caer rendida contra el colchón. Me aseguro de que no haya fugas y me deshago del condón. Entonces vuelvo a la cama y la giro. Trae las mejillas sonrojadas.

—Eres hermosa.

—Y tú un maldito semental —rie—. Mira cómo me has dejado las piernas, joder.

Sonrío. Aún tiemblan.

—¿Quieres algo para beber o comer? Puedo pedir servicio a la habitación.

—A ver, nene, que por más que esta haya sido la follada de mi vida no se me olvida que no debo comer ni beber nada que no haya visto como preparan, espero entiendas y no lo tomes a mal.

Niego.

—Me alegra que tengas eso en cuenta, pero espero que alguien sepa que estás aquí, yo no te haré daño, pero no puedo decir lo mismo de cualquier otro idiota con el que puedas cruzarte.

—Mi mejor amiga tiene la ubicación —me dice.

—Me alegra.

Sonríe y se recuesta, lo hago junto a ella porque no quiero que piense que la veo como un objeto follable, aunque haya sido una sola vez, ninguna mujer merece sentirse de ese modo. Espero hasta que me dice que debe irse, entonces me encargo de llevarla con su amiga, para asegurarme de que no caiga en manos peligrosas.

Miro la puerta del club, no me provoca volver. Hago parar un taxi que me lleve de regreso al departamento. He follado, he desfogado, pero no siento nada y por primera vez me angustia el vacío que se siente al tener sexo con alguien que no conoces, porque pude admirar la belleza de esa chica, pero no pude ver más allá.

Por un breve instante el rostro de Lexie se me cruza por la mente otra vez, lo cerca que la tuve, la suavidad de sus labios contra los míos, la luz titilante que brilló con intensidad por un par de segundos; pero, sobre todo, la diferencia a comparación del sexo que acabo de tener, lo de Lex fue un roce, sí, pero sentí algo más que vacío, no hizo falta que se prolongara para percibirla a ella.

Soy un maldito idiota que no es capaz de controlar sus emociones, que está fallando en la promesa porque no sé si podré decirle que algo cambió, quizá no para ella, pero sí para mí. Porque la veo, joder, yo veo a Lexie, la veo completa, con cada cicatriz, con cada altibajo, con cada destello que emite y no puedo no verla ahora que ella ha dirigido mi mirada a su ser. Tendría que volverme ciego, pero no sacrificaría mi vista cuando puedo seguir contemplando la manera en cómo pelea para ganarle a sus demonios, porque es admirable y no quiero cegarme, no me apetece quitarme ese privilegio.

El que, al inicio, era un breve instante se convierte en uno prolongado, porque bajo del taxi y no puedo soltarla, no puedo solo dejar de verla. Está en todos lados. Las dudas me asaltan, los "y si" se hacen presentes, mi corazón palpita fuerte conforme subo a mi departamento porque todo se aclara. Cada mensaje, cada palabra, cada mirada, todo se distorsiona y voltea a mí para decirme que sí, que sí estoy jodido porque el algo que ha cambiado es que ya no puedo solo verla como una amiga; me gusta Lexie Jones. 

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