• Capítulo veintidós •
• Mirar el atardecer •
Sus manos estaban inquietas al haber terminado su examen, el golpe de la pluma contra el papel de sus compañeros lo ponía nervioso y sin duda alguna volvía a releer su nombre.
« Matsuno Chifuyu »
Una oleada de sentimientos encontrados lo recorrió por completo, en su último semestre ya no sería así; la ansiada boda estaba programada para finalizar el año y ciertamente sentía que el tiempo estaba volando.
Era su último examen del penúltimo semestre de su carrera, y la última vez que alguien de su escuela — por parte de sus profesores— lo llamaría por su apellido.
Faltaban exactamente sesenta y cuatro días para que diera el si acepto en Shirakawa, dos meses y unos cuantos días para convertirse oficialmente en el esposo de Keisuke.
No iba a mentir y mucho menos negarlo, toda su vida dió un cambio desde que el anillo de compromiso fue puesto en su anular; Shindou se había alejado y la mayoría de sus amistades ya empezaban a preguntar que sintió al comprometerse tan joven, los maestros con los que se llevaba bien lo felicitaban y empezaban a cuestionarlo por como quería ser llamado.
En el aeropuerto sus compañeros de trabajo estaban emocionados, muchas de las mujeres casadas de ahí le daban extraños consejos que no seguiría pero que por educación agradecía.
Toda su vida había cambiado completamente al igual que la de Baji, apenas empezarán las vacaciones sus días serían bastante ocupados por los últimos preparativos.
Empezando por ese fin de semana, dónde, empezarían la mudanza al nuevo piso donde vivirían.
El centro de Shibuya siempre fue un lugar agradable y cuando el azabache encontró la renta accesible de un local junto a un departamento en la parte superior empezaron a ahorrar sin medida.
Lo que no esperaban, era que todos sus amigos y familiares contribuyeran en ello; por lo cual obtuvieron el dinero suficiente para el arrendamiento y para la boda.
“– ¡Pasen sus exámenes de atrás hacia adelanté por favor! — Los pequeños reclamos y el sonido de las hojas inundaron el aula al escuchar a su profesor— Sus calificaciones serán subidas a la plataforma la siguiente semana, no hay dudas ni reclamos."
Los bufidos de molestia lo hicieron reír para empezar a guardar sus cosas en la mochila, no quería darse prisa pero debía porque ese jueves necesitaba pasar a recoger las invitaciones de su boda.
Con pasos tranquilos salió del aula para ver a Seishu esperándolo, estaba extrañamente alegre ese día y escucharlo hablar por teléfono le daba la deducción del porque.
"– Inupi. — Llamó antes de darle una pequeña palmada en el hombro para que avanzará— ¿Vendrá Koko por ti?
– Espera un momento Kazutora, porque al parecer Yuyu anda totalmente perdido de nuestros planes. — Con duda dirigió una mirada curiosa al chico de ojos verdosos mientras se acomodaba el cuello del abrigó— Hoy vamos por las invitaciones Chifuyu, Takemichi y Kazutora ya están en el estacionamiento."
Buscando en sus cientos de pendientes mentales, trato de recordar en que momento había hecho esos planes.
La respuesta era nunca.
Aún sin poder decir nada, recorrió los pasillos de la universidad escuchando a Inui hablar de lo molesto que eran algunos de sus compañeros al no saber quedarse callados al reprobar.
El camino se le hizo demasiado corto al escuchar a Seishu hablar y por ello cuando se encontraba frente a Hanemiya y Hanagaki se sorprendió.
"– Hey, Baji dos. — Volteó los ojos al escuchar el comentario de Kazutora al abrazar sus hombros— Oh vamos Yuyu, a él le digo Baji ¿Cómo los voy a diferenciar?
– Puedes seguir llamándome Yuyu, Tora. — Suspiró antes de escapar del agarre del mencionado y extenderle los brazos a Takemichi— No nos hemos visto últimamente y solo me ignoras Takemicchi."
El abrazo con su mejor amigo fue realmente acogedor, si hablaban diario por mensajes pero verse de frente mientras reían era otra sensación inigualable.
"– Si muy bonito el reencuentro y todo, pero debemos ir por las invitaciones. — Habló la única persona con razón de su grupo— Chifuyu vienes conmigo.
– ¡No es justo Inui! Tú lo tienes todo el tiempo en la universidad y nosotros no lo hemos visto. — Protestó Kazutora bufando con molestia— Irá con nosotros.
– A menos que decidan irse los tres en tu motocicleta Kazutora, no entiendo cómo quieren ir hasta el centro de la ciudad."
La mirada ámbar de Hanemiya chocó con la azulina de Takemichi, haciendo que su cuerpo temblará al saber que aquellos dos ya tenían la idea de lo que podrían hacer.
Y claramente eso no iba a ser bueno para su salud.
"– Si me pasa algo, Kei va a matarlos. — Sentenció acercándose a Seishu y subiendo a la motocicleta— Así que muevan el trasero o se quedarán sin invitación."
Los reproches y pataletas de aquel par lo hizo reír, no podía ser aún más feliz.
¿Qué tan mala podía ser la idea de subir tres personas a una motocicleta?
La respuesta era mucha, era una incoherencia y sin duda a la policía no le iba a hacer gracia.
Podía sentir la mirada molesta de Kokonoi en ellos al estar hablando sobre la multa y fianza que debían pagar para poder salir de aquel problema.
Y podía jurar por su vida que Baji estaba aguantando burlarse de él, solo, por no querer cancelar la boda que esperaba.
Todo había sido tan rápido, las invitaciones estaban en su mochila y de repente solo pudo escuchar un "Ahora Takemicchi" para después ser cargado por su amigo llorón.
Lo siguiente que podía percibir era como iba aplastado entre Hanemiya que iba al volante y Hanagaki que se encontraba en la parte de atrás; el motor del vehículo de Kazutora era acompañado por las carcajadas de sus amigos.
Los gritos de Seishu por su imprudencia y el motor tomando más velocidad, todo fue una locura.
Y esa locura acabo cuando las sirenas de las patrullas sonaron unos kilómetros atrás.
"– Bien, salgan de aquí. — Un pequeño gruñido por la risa que escucho de su pareja fue lo único que pudo dar como contestación— Y no vuelvan a hacer esas cosas."
Jodida mierda, él ni siquiera lo hubiera hecho; ¡Maldito Kazutora! ¡Estúpido Takemichi! No los mataba porque eran sus padrinos pero lo haría después de la boda.
Cuando pudo divisar a Keisuke quiso golpearlo, en definitiva lo golpearía.
¿Quién se creía?
Mostrando esos dos colmillos tan bonitos que le gustaban tanto en una sonrisa llena de burla, y presentarse con esa maldita chamarra de cuero que se le veía tan bien.
No sabía cuánto tiempo habían pasado ahí, pero suponía que ya pasaba de las cinco de la tarde porque el gruñido de su estómago apareció.
"– Hola Chifuyu. — Bien, no golpearía a Baji porque lo amaba pero eso no significaba que no lo vería mal— Wow, ¿Estás molesto?
– No, ¿Debería? ¿O también te burlaras de eso? — Interrogó con el ceño fruncido para después pasar sus brazos por la cintura ajena— ¿Koko está muy molesto?
– Nada que no se arregle con unas disculpas y que lo invitamos a cenar. — Sentir como los brazos de Keisuke lo envolvían lo hizo recuperar un poco de paz— ¿Todo bien? ¿No te paso nada?
– Fue una locura, pero supongo ya pasó."
Acomodándose mejor en aquel abrazo, su cuerpo se relajó completamente mientras el azabache depositaba pequeños besos en su coronilla.
Podía sentirse tranquilo, por supuesto, pero todavía escuchaba los gritos de Hajime a sus espaldas regañando a sus amigos.
Perdiendose en su lugar favorito del mundo, decidió ignorar por un momento a sus amigos — y a su estómago— para poder disfrutar del calor que emanaba el de ojos achocolatados.
"– Vamos a casa Fuyu.
– Vamos, Kei."
Un ligero puchero inconscientemente se plasmó en sus labios al separarse de Baji, volteando a ver sus amigos y abrir la mochila que portaba.
¿Había algo mejor que dar las invitaciones en la estación de policías?
Claro que no, en realidad esperaba que sus amigos se sintieran halagados de recibirla en un lugar tan original.
Entre risas, comentarios divertidos y despedidas ya se encontraban fuera del lugar tomándose de la mano y en un cómodo silencio que rompió su estómago.
"– ¿Hambre? — Dios, podría ver esa sonrisa burlona de Baji toda su vida— ¿Quieres pasar a comer?
– Quiero unos fideos ¿Podemos?
– Claro, vamos."
Podía disfrutar las leves caricias que Keisuke estaba depositando en su dorso, al igual que observaba como la ciudad empezaba a moverse más rápido por las horas de salida de los trabajos.
Llegando a la tienda de souvenirs más cercanos, solo su pareja entro haciendo que el esperara; pasando su peso de un pie a otro y haciendo una lista mental de lo que debía hacer.
Unos minutos después, Keisuke de nuevo se encontraba con él; con una bolsa de la tienda y un termo de agua — seguramente caliente— en la otra.
De nuevo empezaron a caminar sin rumbo hasta llegar a un tranquilo parque, descansando, en una de las bancas que se encontraba ahí.
Vertiendo el agua caliente en el Peyoung Yakisoba, decidieron guardar silencio divisando como el sol empezaba a bajar y el cielo obtenía tonalidades naranjas.
"– ¿Estás listo para lo que viene? — Preguntó inconscientemente al jugar con el anillo de su anular— Yo, yo no puedo creer que vamos a casarnos.
– Bueno era cuestión de tiempo ¿Sabes? Tuve el anillo guardado desde un año antes. — Confesó con tranquilidad el azabache, dejando que su rostro recibiera los últimos rayos de sol— Realmente quería verlo en tu dedo.
– Kei....
– Tú puedes tomar todo lo que quieras de mi, Chifuyu. — Comentó dándole una ligera oleada de nervios cuando tomo su mano izquierda y beso el anillo que le había dado— Y puedes darme todo lo que quieras, porque yo estaré gustoso de tenerlo.
– Quiero darte todo. — Murmuró al observar la sonrisa de Baji— Empezando por mi vida."
Pudo observar con detenimiento la reacción del azabache al escucharlo, sus ojos brillaban y su sonrisa se ensanchó mientras acomodaba su mano en la mejilla ajena para repartir una efímera caricia como la que les daba el poquito sol que quedaba antes de darle paso a la luna.
"– Te adoro Fuyu. — Las palabras que salieron de los labios ajenos lo hicieron temblar por la devoción que retumbaba entre cada letra— Lo hago."
Permitiendose sucumbir a todas las emociones, bajo su mano hasta el cuello de la chamarra de cuero y atrajó a Keisuke.
En el momento que sus labios rozaron, pudo desbordar todo lo que sentía por aquella acción.
Amaba enteramente a ese hombre, lo adoraba en cualquier momento de su vida y lo quería para siempre con él.
El hambre de los fideos podía esperar, porque en esos momentos se estaba satisfaciendo con el sabor de los labios de su prometido; disfrutando quedarse sin aire mientras el sol bajaba atrás de ellos.
El día finalizaba y los pendientes de aquellos meses no iban a esperar, pero, solo rogaba quedarse así unos momentos más...
Hola, hola personitas ❤️.
¿Cómo se encuentran el día de hoy?
Nada más para recordarles que todos estamos invitados a la boda de estos dos en el capítulo veinticinco :) así que esperenlo.
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