• Capitulo uno •
• Contacto visual •
Cansancio.
Era la única palabra que podía rondar sin pena alguna sobre su mente, el cuerpo le pesaba al igual que el uniforme mojado de la pandilla que portaba con orgullo.
La lluvia torrencial había ayudado a limpiar la sangre seca de sus manos y rostro junto a la tierra que se acentuaba en algunas partes de las prendas oscuras que cargaba; no podía — ni tampoco quería— quejarse, ser el capitán de la primera división de la Tokyo Manji lo hacía sentir completo.
"– ¡Baji! — Llamó, la única persona que estaba a punto de sacarlo de sus casillas en todo el día— Baji, Baji, Baji.
– Kazutora, deja de molestar. — Bufó con cansancio al tener a un lado a la persona que catalogaba como mejor amigo desde la infancia— ¿Qué castigo estoy pagando para que sigas jodiendo después de tantos años?
– Pero sin mi, tu vida estaría vacía Bajiiii. — Afirmó con diversión su contrario al extender la i en su apellido— Aparte, tengo buenas noticias.
– Tú nunca traes buenas noticias Kazutora, eres el presagio de las desgracias."
La clara expresión de ofensa que le estaba regalando el chico de ojos amarillos, lo hizo soltar una gran carcajada, mostrando, los prominentes colmillos que sobresalían sobre la blanca dentadura; si, en definitiva estar en la ToMan lo hacía sentir bien.
"– Chifuyu Matsuno, diecisiete años. — Escuchó, prestando atención por un momento a Hanemiya mientras detenía su andar— Sus padres lo mandaron a vivir solo debido a que la escuela le quedaba demasiado lejos, su mejor amigo es el chico con el que Mikey se la pasa después de ir a ver a Izana.
– Alto, alto ¿Cómo es qué...
– Mikey me lo dijo. — Cortó rápidamente Kazutora antes de dejarlo reclamar alguna cosa— Su amigo habla demasiado cuando está nervioso.
– No me interesa, ahora ve a molestar a Pah o a Mitsuya.
– Oh, pero Pah fue con su novia y Mitsuya se quedó con Draken.
– No me importa Kazutora, ve, huye y se feliz y sobre todo déjame descansar de ti.
– ¡Bien! Si así agradeces mi ayuda por conseguir el nombre del chico bonito que te den. — Murmuró entre pequeñas risas el capitán de la sexta división dando la vuelta— Pero, solo debo decirte que "madre" se enterará de esto."
Un pequeño tic se presentó en su ojo izquierdo al escuchar la palabra madre ser recalcada por Kazutora, no recordaba el momento dónde el chico del tigre tatuado se había vuelto tan cercano a su progenitora pero estaba seguro que eso solo significa una cosa; Peligro.
Con cierta molestia volvió a emprender su camino, escuchando como Kazutora se iba alejando rápidamente bajo la lluvia; realmente el hecho de ser blanco de las burlas en su hogar no iba a ser nada grato y por ello se aseguraría — de buena o mala manera— que Hanemiya no pusiera un pie en su departamento hasta que se olvidará del chico bonito.
Oh, en realidad, Chifuyu Matsuno ahora que por fin sabía su nombre.
No podía negar que estaba eclipsado por el bonito rubio de un grado menor, desde el momento que volvió a pisar la preparatoria al termino de su extenso castigo fue lo primero que vio entre los pasillos.
Pero ¿Quién podría no fijarse en él?
Sus ojos eran grandes y brillantes, sinceros, que demostraban las emociones antes de que Matsuno las dijera; o sus labios, apiñonados, con un rosa natural que lo invitaban — inconscientemente— a probarlos cada vez que decidían mostrarse con una sonrisa.
Sin mencionar su actitud tan tranquila que demostraba cuando los demás se acercaban a saludarlo o a invitarlo a alguna actividad — lo cual le sorprendía—; pero en definitiva la cosa que logró acaparar toda su atención fue su manera de ser ante los problemas.
Todavía podía recordar ver al más bajo pelear con decisión y ahínco para defender a unas chicas de unos acosadores; tal vez era la admiración que tuvo en esos momentos pero ver al rubio pelar fue un deleite para él y sin duda su curiosidad creció más al observar como pudo con cuatro chicos y terminar con una gran sonrisa — si aquellas que le gustaban tanto—.
"– Así que, Chifuyu. — Dijo a si mismo, degustando cada sílaba del nombre ajeno que deseaba saber desde hace tiempo—"
Una sonrisa divertida se poso en sus labios, mientras pasaba con lentitud su lengua en la punta afilada de su colmillo izquierdo; le gustaba, sin pena ni preocupaciones, le gustaba como se escuchaba el nombre del menor.
Un pequeño maullido llamó su atención, sacándolo de sus pensamientos.
Con lentitud se acercó al remitente de aquel sonido, encontrando un bonito gato negro, mojado — por la lluvia claramente— y temblando debido al frío que hacía; sin procesar realmente lo que hacía tomo rápidamente al pequeño minino escondiendolo rápidamente entre sus vestimentas para llegar al complejo de departamentos donde vivía.
Su caminata en la lluvia podía esperaré porque actualmente prefería llegar lo más pronto posible para secar al bonito gato que había encontrado y solo tal vez convencer a su madre para por fin adoptar una mascota.
Se encontraba desesperado, sintiendo como las pequeñas gotas saladas se agrupaban en sus ojos mientras le rogaba a cualquier entidad divina que lo ayudará.
Estaba conciente de no ser un buen padre pero, ¡Por dios! Siempre alimentaba a Peke J a sus horas, lo llevaba a bañar cada vez que se debía, su vacunación estaba completa y cada fin de semana lo consentía con premios — caros para su gustó—.
¿Qué le hacía falta al pequeño minino? ¿Era su venganza por llevarlo al veterinario ese día?
En definitiva era la venganza de ese pequeño ser, no podía creerlo, era muy joven para morir de un paro cardíaco debido a la preocupación.
¡Solo se había metido a bañar! Fueron menos de cinco minutos y aquel aliado del infierno había escapado sin importarle la preocupación con la que lo dejaría.
"– Micchi. — Balbuceó entre sollozos al llamar a su mejor amigo y que le contestara al instante— Micchi soy el peor del mundo.
– ¿Chifuyu? Espera, alto ¿Qué pasa? — Escuchó los cuestionamientos en tono angustiado que retumbaban del otro lado de la línea— ¿Te hicieron algo? ¿Te dijo algo el veterinario? ¿Peke J está bien?"
Un largo gimoteo fue la única respuesta que podía dar, debido, a la intensificación de su llanto al escuchar el nombre del gato negro que tenía; sabía que su madre no había criado a un hombre que lloraba fácilmente, pero era inevitable no derramar lágrimas en su situación.
Peke J llegó a su vida en el momento que sus padres alquilaron su departamento, podía recordar el momento justo donde vio esos pequeños ojos esmeraldas en una caja abandonada que gritaban «Llévame contigo.» y claramente él no iba a negar que sintió una extraña conexión con el minino.
"– Fuyu, contesta por favor ¿Quieres que vaya? — Un pequeño quejido de su mejor amigo acompañado de unos regaños desconocidos lo hizo prestar atención tratando de detener sus sollozos— Vamos para allá, te ayudaremos en cualquier cosa."
El ligero sonido de que la llamada había sido finalizada lo desconcertó completamente ¿Hina también vendría con Takemichi? ¿O será Naoto como la última vez? Sin perder tiempo mando un breve mensaje al rubio para que — si de casualidad — veía a Peke J lo detuviera.
Con la nariz roja debido al llanto, los ojos ligeramente irritados y una bonita mueca de decisión tomo la primera sudadera que tenía a la mano; olvidando por un momento el frío torrencial que hacía y la lluvia que estaba sacudiendo completamente la ciudad.
La batalla interna que se estaba sucitando en su interior empezaba a causarle estragos de enojo, Claramente, no regañaria a Peke J pero si le daría un día menos de premios en el momento que lo encontrará o tal vez simplemente lloraría en su pelaje y agradecería con todo su corazón encontrarlo.
Al momento de calzarse los tenis que tenía en la entrada — aquellos que si su madre veía los quemaría inmediatamente— salió rápidamente asegurándose de llevar las llaves; no era la mejor idea pero bajar tres pisos corriendo, en definitiva sería su actividad menos favorita de la vida.
"– Juro solemnemente que cuando lo encuentre lo bañaré, no importa cuánto maulle y se queje este clima está terrible. — Murmuraba entre dientes al pisar cada escalón— En definitiva, ese, ese mal hijo..."
Como si sus sentidos se hubieran desarrollado rápidamente, escuchó, los pequeños maullidos de su preocupación en las escaleras que aún le faltaban; logrando que las plegarias internas se intensificarán al igual que sus pasos.
Justamente pudo sentir como el aire escapaba de sus pulmones al pisar el último escalón, divisando, a un chico de espaldas más alto que él con el uniforme — tan conocido por toda la ciudad— de la ToMan; parado mientras intentaba recuperar el aire.
"– Vaya, ni cuando incendiaba los autos con Kazutora corría así. — Escuchó una voz grave entre agitadas respiraciones y pequeñas risas— Ven amiguito, lleguemos a casa."
En el momento que el extraño volteó, pudo sentir alivió al ver al pequeño inquilino que llevaba en brazos mientras sentía como las lágrimas bajaban rápidamente; Peke J estaba seguro, en los brazos del azabache que se le hacía conocido.
Alto.
Peke J, estaba seguro, con alguien de la ToMan.
"– He... Hey tú el ladrón de gatos. — Soltó desconectando todos sus pensamientos coherentes al acercarse al chico de cabello largo— Devuélveme a Peke J."
Tal vez la falta de aire lo había hecho alucinar por un segundo, pero podría jurar — por su hijo que en esos momentos estaba en los brazos ajenos— que vio claramente como el extraño se había puesto nervioso y lo había escaneado rápidamente de pies a cabeza.
Un pequeño jadeó involuntario salió de sus labios, al sentir, la mirada de iris oscuros sobre él.
Era intensa, pesada, como si advirtiera que el dueño de ella era peligroso; tal vez en esos momentos tenía una pizca de diversión pero en definitiva le arrancaba el aire sentirla completamente puesta en él.
La ligera tensión se agrupó en sus hombros, sintiéndolos pesados, mientras intentaba hacer una pequeña lucha de miradas con el desconocido.
"– No soy ningún ladrón de gatos, solo lo salve de la lluvia. — Mascullo con un deje de diversión en la voz el azabache — ¿Cómo puedes decir eso de alguien que lo ayudo?"
Un pequeño puchero se fue posando en sus labios al sentir como su garganta se secaba sin poder discutir aquella contestación, no iba a negarlo, pero la simple presencia del integrante de la ToMan lo hacía temblar peor que una gelatina; «Basta» se decía internamente al no poder dejar de ver al atractivo chico que tenía frente a él regalandole una bonita imágen.
La sonrisa socarrona con colmillos prominentes era la primera cosa en la que se fijó — claro porque lo hizo enfurecer al sentir que se burlaba de él—, las facciones definidas pero sin quitarle rastro de masculinidad al igual que las bonitas cejas que le daban un toque especial pero en definitiva se había perdido en algo más...
Sus ojos, podía observar que eran cafés con un toque de ámbar bailando en el centro, lo cual le parecía extrañamente llamativo; eran un poco más pequeños que los suyos pero eso no le quitaba lo bonito que se veían, sin mencionar la bruma extraña de satisfacción que se dejaba ver reflejada en ellos.
"– Lo siento, se escapó de casa cuando me metí a bañar. — Aclaró inmediatamente cuando pudo recuperar el habla— Es algo necio pero nunca había escapado de casa.
– Sin problemas, de todos modos es muy tranquilo. — Respondió con una sonrisa el azabache al extender rápidamente a su hijo gatuno— Bien, nos vemos.
– Espera, yo, ¿Quieres comer mañana conmigo? En modo de agradecimiento. — Comentó al observar como su contrario alzaba una ceja, disfrutando su nerviosismo— Oh, soy Matsuno Chifuyu vivo en el tercer piso en el departamento siete."
Claramente pudo sentir como un pequeño e imaginario él se golpeaba la frente al ver su actuar, claramente le estaba dando su dirección a un desconocido así que su sentido de supervivencia estaba completamente oxidado.
"– Bien, Chifuyu. — Una ligera corriente recorrió su columna al observar como su nombre era pronunciado con tanta tranquilidad al mismo tiempo que el chico de largo cabello relamia sus labios al terminar de decirlo— Yo vivo en el quinto piso departamento tres.
– Oh bueno, eh ¿Cuál es tu nombre?
– ¡BAJI KEISUKE! ¡DEJA AL NIÑO! — Escuchó una desconocida voz, logrando, que inmediatamente sus ojos fueran a parar al remitente— ¡DEGENERADO!"
Con sorpresa ignoro todo el alboroto su al rededor y fijo sus grandes iris en el de hebras negras; sintiendo como sus piernas flaqueaban al repetir internamente su nombre.
En definitiva, empezaba a entender a las chicas que suspiraban tras él en la preparatoria.
Y en definitiva había descubierto la primera manera de caer ante Baji Keisuke.
La cual eran sus ojos.
Hola, hola personitas ❤️.
¿Cómo se encuentran el día de hoy?
Yo muy emocionada porque por fin empezamos el Flufftober, así que espero les guste.
Comentarios, sugerencias ———>
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