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¿Ser o no ser? 💀

Vivo o muerto, esta es la cuestión
Apuntaste el arma a mi cabeza, me destruiste y me dejaste atrás. Al fin y al cabo, hay dos víctimas del amor
Al final, lloro lágrimas de sangre, muerto, bajo a lo profundo
Mi cuerpo frío no puede volver a soñar, me muero

To Be Or Not To Be
ONEUS

— ¿Esa es tu solución?, ¿morirnos de hambre?

— Es mejor que matar a otros para saciarnos. No pienso hacerlo.

— Aceptalo, SeoHo, no somos humanos, no tenemos por qué sentir pena. Estuvimos escondidos en la oscuridad por tanto tiempo, no juguemos a ser algo que no somos —, el rubio se veía tranquilo recostado sobre el diván de terciopelo rojo. Una pequeña copa de plata se balanceaba en su mano.

— Que vos hayas perdido todo rastro de humanidad no quiere decir que todos seamos como vos, GeonHak. Nunca debiste salir de tu jaula. Animal.

Sin que la copa llegara a tocar sus labios, fue alejada con un fuerte golpe de la mano de SeoHo, cayendo al suelo y manchando de un fuerte color rojo la superficie gris. GeonHak no tuvo tiempo de reaccionar, y de todas formas no le interesaba hacerlo. El pelinaranja subió una de sus piernas al asiento donde estaba el otro, mostraba sus garras afiladas y sus dientes presionados, casi lastimando su propia mandíbula.

El rubio no hizo nada, no necesitaba hacerlo. Ya había hecho lo suficiente para ser libre y solo era el inicio. El resto ocurriría tarde o temprano y las pruebas estaban frente a sus ojos. Esa actitud desinteresada sacaba totalmente de quicio a SeoHo, no podía resistirlo, necesitaba lastimarlo, necesitaba encerrarlo de nuevo.

Soltó un grito de pura frustración y arremetió contra el cuerpo del otro, arrancando retazos enteros de la camisa de seda blanca que llevaba puesta. Aunque deseaba arrancarle la piel entera y reducirlo a la nada misma, no podía más que desquitarse con la pobre prenda.

— ¡Paren! No ayudan en nada con sus pleitos eternos —, la voz de un tercero apareciendo entre la neblina los sacudió de pronto.

Las manos de SeoHo enroscadas en tela raída se apartaron rápidamente y, mirando las consecuencias de su temperamento, se avergonzó, una vez más. No había forma de parar eso. Todo lo que quería era mantener la buena imagen que solían tener, ser los monarcas íntegros que había conocido el mundo alguna vez, pero él mismo estaba perdiendo los estribos con cada década que pasaba en aquella prisión helada, oscura y apartada de todo. Ese sueño eterno que jamás terminaría si no encontraban la salida.

— ¿Quién es el animal ahora? —se mofó GeonHak, que no había perdido su postura despreocupada, incluso durante el ataque. El cuerpo de SeoHo se tensó sobre él, sabía que había logrado humillarlo una vez más. Nunca se cansaba de hacerlo.

Dirigió su mirada a YoungJo que miraba la escena con desaprobación, cruzando sus brazos sobre su pecho luego de la intervención.

— Incluso si te desgarrara hasta matarte y me tragara hasta la última gota de tu sangre asquerosa, no estaría comiendo de un inocente porque no hay nada de eso en vos. Matarte sería un acto de heroísmo —sentenció SeoHo, mientras bajaba sus pies nuevamente al suelo y pasaba por el costado del recién llegado agregando—: cuando te des cuenta de la forma en que te tiene cegado vas a dejar de ser tan miserable.

YoungJo estaba seguro de que decía esas cosas por enojo, porque no soportaba que todos escucharan a GeonHak antes que a él, como había sido desde el principio, pero no podía evitar sentir un ardor en su estómago cada vez que repetía esas palabras tan crueles; cada vez que aseguraba que GeonHak jugaba con él. Él simplemente no podía creer en algo así. Nadie volvería a engañarlo, se lo había jurado a sí mismo luego de llorar por años la traición de Helios que había sido capaz de desterrarlos de su propio Palacio por celos.

Mientras tragaba seco intentando digerir las declaraciones de su compañero, unos brazos fuertes se pasaron por su cintura y lo sujetaron tan fuerte, pero con la delicadeza perfecta. El otro se había ido, otra vez estaban solos, como casi todo el tiempo.

— No vas a hacerle caso, ¿cierto? Él nos envidia, sólo quiere hacerte dudar —. La voz baja y calmada sobre su hombro lo hacía olvidar cualquier pensamiento oscuro. Estaba seguro de que esa voz podía calmar hasta la tormenta más fuerte, o provocarla con un sólo movimiento de su lengua.

— Es tan hipócrita. Dice que te odia, pero no pierde oportunidad para saltarte encima y arrancarte la ropa.

— Jaja, es como te digo, nos envidia. Sabe que cuando venzamos a Helios y conquistemos El Mundo vos vas a ser Rey... y mi único rey —. Los labios del rubio se arrastraban por su cuello como si quisiera probar cada delicioso pedazo de piel. YoungJo era débil ante sus caricias y no había manera de contenerse cuando ese aliento cálido chocaba con su cuerpo— ¿Vas a estar conmigo hasta ese momento?

YoungJo aflojó el agarre en su cintura y se volteó con impaciencia, empujando el cuerpo del menor hasta hacerlo caer contra el diván nuevamente. Sus rodillas contenían el cuerpo debajo y su rostro se acercaba al contrario en una mezcla de deseo y ansiedad que provocarían a cualquiera.

— No sólo voy a estar con vos, GeonHak, haría cualquier cosa por tener todo ese poder, lo sabés. Si fuera necesario, mancharía mis manos con la sangre de cualquiera, incluso... —"la suya", pensó, en referencia a SeoHo. Pero no lo dijo. GeonHak lo entendía como nadie y temía que alguien más lo escuchara. No había necesidad de pronunciarlo.

Su boca se fundió contra la del menor como todo acto de comunicación que mereciera la pena en ese momento. No podían encontrar la salida a ese sueño eterno en que vivían, pero no era motivo para dejar de disfrutar de la compañía que tenían incluso en esa nebulosa prisión mental.

Sus manos terminaron el trabajo que el pelinaranja había empezado y, pronto, el torso de su amante estuvo completamente despejado. Su propia camisa de seda se dejaba caer por sus hombros con el ardor de su piel, rogando por ser presa de los labios ajenos que, sin perder tiempo, se dedicaron a marcar cada precioso espacio de lienzo pálido. Los dientes del rubio quemaban por morder; por atravesar esa capa de carne y beber cada gota de sangre que saciara su hambre, pero no era el momento. Debía aguantar sólo un poco más, ¿o no?

Las palmas abiertas de YoungJo trazaban cada centímetro de distancia entre los brazos de GeonHak y sus muslos firmes, deslizando en el camino la tela de su prenda inferior hasta separarla de sus pies por completo. ¿Cómo podía dudar de él si se entregaba sin guardarse nada siempre que él deseaba tenerlo de esa manera? Los demás podían hacer lo que quisieran, ellos no necesitaban de su aprobación, sólo se necesitaban mutuamente.

El cuerpo desnudo bajo su control se volteó apoyando el pecho en el respaldo del diván. Entonces, le dejó un húmedo camino de besos desde la espalda baja hasta su nuca, mientras sus dedos se abrían camino en el interior del rubio que jadeaba contra el cuero.

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— ¿Cómo está? —preguntó SeoHo, entrando en el sitio donde HwanWoong cuidaba al más vulnerable de todos.

— Igual. La temperatura no le baja y no creo que haya cura ya —contestó él, desesperanzado, acariciando la frente del dulce KeonHee que seguía tendido en el altar de piedra.

— HwanWoong, no me mientas. GeonHak puede engañarnos a todos, pero vos no. No podés ocultarlo si sabés lo que va a pasar. Vi tus ojos dorados mientras lo mirabas esta mañana. Sé que estabas viendo el futuro, sé que sabés lo que va a pasar con él. No me des falsas esperanzas —, sonaba devastado.

Cada vez que peleaba con su compañero se sentía agobiado de formas que no podía explicar. Odiaba a GeonHak y se arrepentía a cada segundo por haber sido blando con YoungJo el día que lo había liberado de su prisión. Pero aún así no podía evitar acercarse a él como si un imán lo atrajera. Sentía que la fuerza del Yin y el Yang los necesitaba juntos, y HwanWoong le había advertido sobre eso muchas veces. Aún así él no podía contener su ira cada vez que sus caminos se cruzaban y sus palabras chocaban como armas filosas.

Ahora, luego de encontrarse una vez más con sus instintos más bajos, sólo quería tener una mínima fé en que la parte más pura de entre los 6 seguía aferrándose a la vida. Si no, la respuesta sólo quedaría en manos de la maldad y él no era capaz de siquiera imaginarlo.

HwanWoong bajó la mirada y dejó de peinar el flequillo del menor. No quedaba otra, sabía perfectamente lo que tenían que hacer. Había buscado en todos y cada uno de los desenlaces posibles y la única forma de sobrevivir estaba cubierta de sangre.

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El suave cuerpo de GeonHak lo recibía tan bien como siempre. La costumbre los había hecho expertos en entregarse mutuamente, hasta el último suspiro, y perderse en su interior era como resolver un conocido acertijo que siempre llevaba a la misma respuesta: el más hermoso y perfecto placer.

YoungJo podía jurar que se amaban tanto que serían capaces de sobrepasar cualquier dificultad. Incluso si todo era una fantasía y seguían durmiendo dentro de esa prisión; Incluso si morían de sed a cada instante y sus almas eran devoradas por la oscuridad incesante. Ya no le importaba nada de eso.

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— Te merecés la verdad, SeoHo, también KeonHee. No va a sobrevivir y ninguno de nosotros, en realidad. No quiero forzar las cosas aunque sé lo que está a punto de pasar. DongJu no va a aguantar mucho más teniéndonos acá, su energía se agota cada hora que nos tiene despiertos. Esto va a desgastarlo y va a ser muy tarde si no tomamos una decisión. Sé que no querés hacerlo, pero...

— ¿Él está dormido? —preguntó de pronto SeoHo.

— Sí, sigue dormido. No va a despertar a menos que lo forcemos.

— ¿Va a sufrir?

— Quizás menos que nosotros.

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Sus manos rodeaban la fina cintura de GeonHak conteniendo el impacto de sus embestidas cada vez más profundas. Poco a poco sus garras se iban clavando en la piel y el menor no hacía más que dejarse llevar mientras sus muslos se manchaban poco a poco. El dolor le gustaba, le recordaba que estaba vivo y que mientras algo en él fuera capaz de sentir la avalancha de estímulos que sentía en ese momento, entonces no estaba tan perdido.

El pecho de YoungJo se pegó a su espalda, dejándolo sentir cada latido vibrando contra su piel. GeonHak sintió que perdía la cabeza por completo con sólo ser consciente del flujo sanguíneo de su amante. No podía soportarlo, no sería capaz de contenerse ni un segundo más, y como si YoungJo pudiera interpretar sus pensamientos, una de sus manos se deslizó por su cuello, presionándolo con fuerza y arrastrándose hasta su boca. La muñeca de su brazo derecho, posándose sobre su boca, invitándolo al festín que deseaba con todo su espíritu y ya no intentaría guardar sus colmillos afilados.

Sólo hundirlos en esos ríos de deliciosa sangre caliente y espesa, al mismo tiempo en que los de YoungJo se clavaban en su omóplato olvidando por completo el ritmo que sus caderas debían continuar marcando en su interior.

Se detuvo todo por completo en el momento en que su sed era saciada, por fin.

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El piso tembló y la neblina que los acompañaba, cada vez más, se hizo difusa. SeoHo miró desesperado a HwanWoong que parecía haber quedado de piedra ante el temblor, no lo registraba. Automáticamente se acercó a KeonHee intentando protegerlo hasta las últimas consecuencias, el último vestigio de pureza. Pero una mano delgada y teñida de negro lo detuvo tomándolo por el cuello.

— No. Él va a despertarse. Dejalo, así es mejor —pronunció una nueva figura ingresado en el espacio.

— ¿D-dongJu? N-no es necesario. No lo arrastremos a esto. Dejemos que duerma y no vea lo que está pasando.

— SeoHo, basta. No importa lo que hagas, esto es lo que somos ahora —insistió el que apenas había tomado cuerpo en aquél lugar.

— DongJu, no tenías que venir. No es seguro para vos. Estás débil —dijo el otro, volviendo en sí—. Esto va a consumirte... Nos mantuviste acá dentro por muchos años.

— Era mi papel en esto, HwanWoong, todos juegan el suyo, yo también.

— Cierto, cierto. Gracias...

— Llevátelo —ordenó el menor. Aún si el poder de HwanWoong no tenía comparación entre los monarcas, el rol de DongJu lo ponía en superioridad de condiciones, después de todo, él era el soporte de todos en ese momento; encerrados en su propia conciencia.

HwanWoong obedeció y se llevó consigo a SeoHo, que lloraba con su cuerpo temblando de dolor. No era capaz de procesar lo que estaba pasando aún si sabía la importancia que tenía. Él también debía sacrificarse por todos y por esa luz que habían plantado en algún lugar del universo, esperando para brillar sobre ellos. Pero primero tenían que escapar de la oscuridad.

DongJu se sentó a un lado del cuerpo de KeonHee que temblaba sobre el altar de piedra, mordió su propia mano hasta sangrar y derramó gotas de su sangre sobre la boca del chico, dándole el alimento que se le había negado por tanto tiempo.

Él despertó, pero los ojos de DongJu fueron cegados. Su energía vital se consumía a pasos agigantados por el esfuerzo que estaba haciendo.

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La sangre corría dentro y fuera de sus bocas. No eran capaces de contener todo lo que se derramaba por sus cuerpos manchando el sillón y hasta el suelo que se agrietaba cada vez más con temblores demasiado fuertes.

YoungJo se dejó caer a un lado, sintiendo que su cuerpo estaba lleno, saciado, pero a la vez vacío. GeonHak le dió espacio bajando del diván, sin importarle estar desnudo. Se inclinó sobre él para dejar un beso en sus labios chorreados de sangre tanto como los propios y sonrió.

— Fuiste tan bueno, como siempre.

YoungJo se sintió tan nublado que no fue capaz de responder y su pulso se detuvo antes de ver la siniestra figura de DongJu entrando en el cuarto cuyas paredes no existían realmente, más que la bruma que cada vez se disipaba más.

— Bien, lo lograste ¿Qué vas a hacer con él ahora? —preguntó, aunque no podía ver, podía sentir cada movimiento de los demás sin ningún problema. Todo estaba dentro suyo después de todo.

— No lo sé. Quizás me lo quede.

— ¿No te aburriste ya? —agregó mientras frotaba sus dos manos entre sí, esparciendo las cenizas negras que las cubrían, sobre sus palmas.

— Dije que no lo sé. Quizás lo encierre en donde no pueda molestar. ¿Vamos a tener esta conversación ahora mismo?

— Está bien, voy a darte lo que me pediste, pero quiero un beso al menos —, su puchero era infantil, y el contraste con la situación tan obscena era inmenso. Sin embargo, pareció ser muy agradable para el rubio, que miró hacia atrás asegurándose de que su amante estuviera... Es decir, que ya no pudiera verlo, y luego juntó sus labios con los del menor, dejándolos rojos y brillantes.

No fue más que un toque sutil, rápido y corto. El pelinegro tomó los enormes brazos del rubio y lo hizo girar para quedar frente a su espalda. Apoyó sus dos palmas contra los omóplatos bañados de sangre y las arrastró dejando dos enormes manchas negras.

Antes de que pudiera terminar de alejarse, dos alas de fuego crecieron de las manchas de ceniza, haciendo que su cara ardiera por la cercanía. DongJu cayó al suelo incapaz de soportar el calor, pero antes de apagarse por completo, una sonrisa se dibujó en su rostro.

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No quedaba mucho tiempo, podía notar cómo el suelo desaparecía debajo de sus pies. HwanWoong ató el cuerpo pesado del pelinaranja contra una columna que estaba a punto de caer a pedazos. Envolviéndolo con mantas para que no cayera, lo mantuvo lo suficiente como para impedir que se moviera. SeoHo no se resistió en realidad, sabía que era momento de la entrega. No quedaba más. Dejó que el más sabio entre los 6 hiciera su trabajo. Él no volvería a ser el mismo de antes.

— Te prometo que va a valer el dolor —pronunció con voz firme el chico de hebras coloridas y hundió una estaca de plata en el pecho de su compañero antes de caer de rodillas, empapado por la sangre. Sus manos dolían por la fuerza que había hecho, pero aún tenía una cosa más que hacer.

Arrancó una de las ramas espinosas que comenzaban a surgir por los huecos de las grietas del suelo y formó una corona que hundió en su cabeza sin darse lugar a percibir el dolor. Era el final, y ya todo sería mejor después de eso. Él lo sabía. Lo había visto. Las gotas de sangre cayeron sobre sus párpados y, antes de que la oscuridad lo abrazara por completo, vió el resplandor de las alas de fuego a los lejos.

Había terminado por fin.

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Seis figuras se proyectaron como sombras en la pared gris. Sus cuerpos desnudos eran cubiertos por túnicas largas hasta los pies.

La más alta de ellas avanzó hasta el pedestal central y extendió sus manos alcanzando la corona de hierro.

Sus largas extremidades la guiaron hasta su cabeza donde reposó como si hubiera sido forjada para estar ahí, y solamente ahí.

Una cabeza anaranjada emergió del manto que la cubría y la sonrisa en el rostro cargada de paz fue inmediata al ver la imagen de quien supo ser puro como nadie coronarse.

YoungJo apretó sus dientes y sus puños mirando al rubio a su lado que ni siquiera le devolvió la mirada. Su sed de sangre estaba por fin y eternamente saciada, pero, ¿por qué la corona que le habían prometido no estaba sobre su cabeza?

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Bett's space✨

Sí, probablemente ya lo leyeron.
No es una historia nueva, la había publicado en el "Fictober" de hace 3 años...

I know you know y el STAGE DE OTRO PLANETA que hicieron los chicos me recordaron este one shot y tuve ganas de repostearlo con su propia identidad.

Esto está 100% inspirado en mi interpretación personal de la storyline de la discografía de OneUs ✝️
Si les interesa saber más, puede verla en mi carrd en Twitter (es @taebehi)

Puede que en algún momento tenga otra parte, dando continuidad a la storyline... Quién sabe!

Espero que les haya gustado, aunque deja mucha intriga, lo sé jajajja las respuestas están en los MVs de los chicos!

Hasta luego! (Tal vez)

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