
05
Voten y comenten mucho xfa
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Lunes.
Aramis suspiró profundamente mirando cómo Milo caminaba hacia la biblioteca desde la distancia.
El viernes después de la escuela le había mandado un mensaje de texto que el pelinegro no respondió. Aramis lo entendía, estaba molesto pues después de aceptar hacer un trabajo con él, comenzó a evadirlo todo lo que pudo.
Resignado comenzó a caminar rápidamente hacia el chico, sintiendo sus manos comenzar a sudar frío y su labio inferior temblar de puros nervios.
De tan inquieto que estaba, se tropezó con su propio pie al entrar en la biblioteca, cayendo sobre su mano y su muñeca con un quejido de dolor.
Se escucharon unas cuantas risas provenientes de las mesas de estudio.
No tardó más de cinco segundos cuando ya se encontraba nuevamente de pie, caminando rápidamente hacia los estantes llenos de libros, intentando ocultar su rostro avergonzado del resto de adolescentes.
Al estar oculto detrás de un estante soltó un gemido de dolor, agarrando su muñeca torcida.
Que idiota podía ser a veces.
Dejó de apretar su sonrojada muñeca al notar la presencia del pelinegro revisando detenidamente los libros.
Suspiró, armándose de valor para caminar hacia él.
—Hola.—susurró, llamando la atención de Milo, quien solo lo miró serio para regresar la mirada a los libros y tomar uno, comenzando a leer la sinopsis.—No respondiste el mensaje que te envié.
—¿Ahora hablamos?—preguntó después de un corto e incómodo silencio.
Aramis tragó dificultosamente.
—Lo siento.—susurró apenado.—No quería ser grosero contigo.
—¿Sabes?—preguntó molesto.—Si no querías trabajar conmigo solo pudiste decírmelo.—dijo, colocando bruscamente el libro en su lugar.—No tenías que comportarte como un imbécil.
—Lo se.—respondió en voz baja.—Y no es...yo si quiero trabajar contigo.—susurró mirándo hacia sus botas militares apenado.—Es solo que...
Simplemente no pudo seguir hablando, ¿que iba a decir?
"Me pone nervioso estar cerca tuyo porque creo que me gustas" Claro que no iba a decírselo.
Milo bufó.
—Escucha, no tienes porque actuar así, si es por lo de la fiesta simplemente podemos olvidarlo, estábamos ebrios y no estábamos en nuestros cinco sentidos.—dijo serio.
Aramis levantó rápidamente la mirada.
—¿Estás seguro?—preguntó nervioso, el ojiazul asintió.
—Obviamente, yo no soy gay.—respondió el pálido golpeando nerviosamente la madera del estante.
Aramis asintió.
—Yo tampoco lo soy.—avisó, mientras movía su pie en círculos.
Ambos eran un par de mentirosos.
—Entonces...¿querrías venir a mi casa hoy y comenzar con el trabajo?—preguntó Aramis, sobando su muñeca que aún dolía.
Milo asintió con una sonrisa.
—Claro, envíame un mensaje con la dirección, podría ir a las 5:00–murmuró regresando su mirada a los libros.
—¿Que libro buscas? Tal vez pueda ayudarte a buscarlo.—ofreció el menor, el pelinegro negó.
—No busco uno en específico.—susurró, tomando uno.—Solo busco uno que me llame la atención, para poder pasar los siguientes dos días leyéndolo.
Aramis lo miró con una pequeña sonrisa.
—¿Dos días? Estos libros son gruesos, ¿Que no duermes?—preguntó divertido
Milo sonrió, mordiendo su labio mientras negaba.
Aramis desvío rápidamente su mirada a los rojizos labios del pelinegro.
Ese chico quería matarlo.
—No cuando la historia es muy buena.—respondió, tomando un nuevo libro.—Es como ver series, ya sabes, te dices "un capítulo más y ya" una y otra vez hasta que ya no hay más capítulos o escuchas tu alarma.
Aramis asintió con una sonrisa, mientras acariciaba los lomos de los libros con su mano sana.
—Una vez me quedé mirando La casa de papel hasta la mañana, cuando comencé a subir para dormir, mi mamá bajaba para irse a trabajar, se volvió loca.
Milo soltó una risa que fue silenciada por el »shhhhh« de la bibliotecaria.
—Deberíamos comenzar a susurrar.—dijo el pelinegro bajando gradualmente su voz. Aramis sintió su estómago revolverse ante el tono ronco de la misma.
—Supongo que si.—respondió de la misma forma, sintiendo cómo Milo se acercaba hacia él lentamente.—La bibliotecaria parece escuchar a kilómetros.—susurró, caminando discretamente hacia el pelinegro.
—Irónico porque cuando le preguntó algo, me repite una y otra vez "¿qué?"—mencionó Milo, mientras estiraba su brazo para posarlo sobre un libro que casualmente estaba pegado a la cadera del castaño.
—¿Qué?—susurró Aramis, divertido.
El pelinegro sonrió.
—Gracioso.—murmuró, acercándose un poco más al ojigris, que lo miraba atentamente, con los labios entreabiertos.
El menor asintió mientras lamía lentamente sus labios, que se encontraban resecos de un momento a otro.
—¿Que opinas de llevar este?—preguntó sin elevar el volumen, acariciando de arriba a abajo el lomo del libro, rozando el muslo de Aramis con el dorso de su mano.
—¿Has leído la sinopsis ya?—preguntó, sintiendo su cara sonrojarse en respuesta a la mano del pelinegro, quien solo lo miró directamente a los ojos.
—Me gusta la portada, tal vez mientras lo leo me guste más.
Aramis tuvo que tragar la excesiva cantidad de saliva que se encontraba en su boca.
—Suena arriesgado.
Milo se encogió de hombros, sonriente.
—Hay que tomar riesgos en la vida, ¿no lo crees?—preguntó, colocando su dedo pulgar sobre el muslo del castaño.
Cuando Aramis estuvo por abrir la boca para responder, una tercera voz los interrumpió, ocasionando que nuevamente se alejaran de forma brusca uno del otro.
—¿Eres el novio de Séraphine cierto?—preguntó una chica pequeña de tez morena y cabello largo.
Aramis asintió, mientras metía sus manos en los bolsillos de sus jeans, empujándolas hacia adelante.
—Si.—respondió con una voz mucho más grave de lo normal.
Se aclaró la garganta.
La menor lo miró sonriente.
—Que bien, oye ¿podrías bajarme un libro? Eres muy alto y seguro lo alcanzas.
—Claro, ¿que libro?—preguntó incómodo, sintiendo la mirada seria de Milo sobre él.
—Está en el pasillo de aquí junto.—dijo sonriente, comenzando a caminar con Aramis detrás suyo.
El rubio solo le dió una mirada a Milo.
—¿Sigue en pie lo de esta tarde?—Milo negó, tomando bruscamente el libro del estante.
—Creo que mejor lo dejamos para mañana, he recordado que tengo un compromiso.—Aramis asintió.
—Te mandaré la dirección.—murmuró en voz baja.
—Claro.—fue todo lo que dijo antes de ir camino al escritorio de la bibliotecaria.
Suspiró profundamente, dirigiéndose hacia la chica.
—Es ese de ahí.—dijo la morena cuando el chico llegó a su lado, Aramis solo asintió, estirándose lo suficiente como para tomar el libro de color rojo.—Muchas gracias.
—No ha sido nada.—susurró, moviendo su muñeca discretamente.
—Soy Charlotte.—dijo, sonriéndole de una forma seductora que Aramis no pasó por alto.
—Soy Aramis.—murmuró incómodo, tendiéndole el libro a la morena.—El novio de Séraphine.—recordó.
La chica acarició los dedos de Aramis al tocar el libro.
—Solo porque la conociste primero.—respondió enredando un mechón de cabello en su dedo.
¿De verdad pensaba que su técnica funcionaba?
¿O solo no funcionaba con él porque no le gustaban las chicas?
—Okay...adiós.—dijo serio, comenzando a alejarse antes de que todo se pusiera raro de una forma incómoda.
¿Había un raro cómodo?
Si, lo qué pasó con Milo. Pensó.
Movió la cabeza de un lado a otro bruscamente.
No, no pienses en él. Se exigió.
5.- hablar lo menos posible con Milo.
6.- evitar cualquier situación excitante con él.
✨✨✨
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