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La estructura más alta del pueblo estaba envuelta en una penumbra melancólica, con Knuckles el Echidna parado en el borde del mirador. La brisa nocturna agitaba su pelaje mientras él observaba el paisaje devastado a través de unos binoculares, sus ojos cargados de culpa y agotamiento.

Knuckles: Ella tiene razón. Murmuró, su voz rasposa apenas audible. No soy Sonic. Ninguno de ellos lo es.

Miró a través de los binoculares, su mirada fija en los cuerpos de los mobians recién fallecidos, alineados en una plaza improvisada.

Knuckles: Esta mal... Y todo lo saben. ¿Pero tu lo haces, realmente? Continuó, hablando al viento, pero con un tono que implicaba que se dirigía a alguien ausente. Conoces la presión.

Knuckles apretó los binoculares con tanta fuerza que los crujidos del plástico y el metal resonaron en el aire.

Knuckles: Sabes lo que es llevar el alma de cada idiota que ese monstruo mata como una maldita soga alrededor de tu cuello. Murmuró, mirando a lo lejos.

Cambiando de perspectiva, los binoculares enfocaron a Amy Rose, quien estaba de pie frente a una tumba en el cementerio. El nombre grabado en la lápida era Tekno the Canary.

Knuckles tragó saliva, sintiendo una punzada en el pecho mientras la veía permanecer inmóvil, perdida en su duelo.

Knuckles: En tu corazón... Dijo mientras tocaba el área de su pecho donde la carne terminaba y el metal comenzaba. En tu cabeza... Añadió, tocando su frente. ¿Cómo lo hiciste, Sonic?

Con un gruñido, arrojó los binoculares contra el suelo, haciéndolos añicos.

Knuckles: Tú lo tenías más fácil, ¿verdad? Sr. Perfecto. Se acercó a una mesa improvisada llena de botellas de alcohol vacías y un vaso solitario. Nunca tenías demasiadas voces, solo liderabas.

Tomó el vaso, pero al ver que estaba vacío, lo lanzó con fuerza contra la pared.

Knuckles: Tails dice que ese monstruo se está haciendo más fuerte, pero yo sé la verdad. Susurró, con un tono más bajo. Soy débil.

Knuckles apoyó las manos en la mesa, inclinándose hacia adelante mientras un torrente de emociones lo inundaba.

Knuckles: Me estoy muriendo, y los estoy tratando como basura para que no vean lo asustado que estoy... tengo miedo de decepcionarlos. Admitió, con los ojos cerrados mientras los ecos de su voz resonaban en la estructura vacía.

De repente, levantó la mirada hacia la estatua de Sonic the Hedgehog.

Knuckles: Tú lo hiciste parecer fácil. Susurró, casi sonriendo mientras sus ojos se llenaban de nostalgia. Nunca te desquitaste con nosotros. Solo... lideraste.

Knuckles levantó ambas manos, mirando la diferencia entre su brazo natural y su prótesis metálica, un recordatorio constante de sus sacrificios y fracasos.

Knuckles: Siempre estuve tan celoso de ti, hombre. Confesó, la voz quebrándose ligeramente. Cansado de ser solo el músculo. Pensé que podría dirigir el espectáculo... pero no vi lo bien que lo tenía hasta que desapareciste.

La voz en su cabeza resonó una vez más, esta vez con un tono final y cruel:

Knuckles: (Hasta que murió).

El sonido de pasos suaves detrás de él lo hizo girar bruscamente. Ahí estaba Tails, con una mirada mezcla de preocupación y resolución.

Tails: ¿Han vuelto los dolores de cabeza? Preguntó ella, cruzando los brazos mientras lo estudiaba detenidamente.

Knuckles intentó esbozar una sonrisa irónica.

Knuckles: ¿Cómo pueden regresar si nunca se van? ¿Tienes alguna...?

Tails: Le pasa una cantimplora

Knuckles: Me salvaste la vida amigo.

Tails: ¿Para que están los amigos? Y ya que tocamos el tema, podrías tratar mejor a tus amigos como jefe, todos están haciendo lo mejor que pueden.

Knuckles: Lo sé, lo sé, pero tenemos que volvernos más fuerte, Tails, esa cosa se está haciendo más fuerte, así que tenemos que alcanzarlo, de alguna manera Mirando la estatua del erizo Incluso sin Sonic tenemos que ser mejores que nunca o está ciudad y todos sus habitantes podrían despedirse de todo.

Tails: Es cierto, pero tienes que entrenarles Knucks, no puedes solo enojarte con ellos y solo esperar obtener resultados.

Knuckles: Entonces ¿Qué se supone que haga? ¿Mimarlos? ¿Qué les tome de la mano mientras andan dando vueltas y se congelan de miedo? (No puedes salvarlos, no eres lo bastante fuerte) De todas formas no importa ¿Verdad? No soy Sonic ¡Todos pueden darse cuenta! Solo soy el tipo que golpea cosas. Quizás les des fuerte, pero eso no es suficiente. Con el tiempo, la ciudad caerá y no puedo hacer nada al respecto.

Tails: Quisiera decirte que eventualmente todo estará bien, que eventualmente te adaptaras a todo pero... Puede que tengas razón.

Knuckles: Jajajaja... oh vaya forma de darle animo a un amigo. Espero que nunca debas convencer a alguien de no tirarse de un puente.

Tails: Solo estoy comparando todos los datos de esa cosa antes y después de ahora... y maldita sea si se está haciendo fuerte. No puedo negar la realidad e incluso si tuviéramos a Sonic, es posible que no podamos aguantar mucho más.

Knuckles: ¿Y qué, nos rendimos? ¿Corremos? ¿Toda la ciudad? Olvídalo, esa cosa nos seguiría hasta el fin del mundo Tomando de la cantimplora

Tails: Espera que Knukles terminé la botella antes de hablar. Entonces quizas debamos matarlo. Sabemos dónde duerme, vayamos allá y terminamos con esta pesadilla de una vez por todas.

Knuckles: Es una buena idea, Tails, pero la última persona que lo intento era azul, puntiaguda y tenía pies que harían perder el almuerzo a un podologo. También resulta que esta muerto... deberias saberlo. Tu lo seguiste y trajiste el traje...

El sonido de las campanas resonó en toda la ciudad, un eco lúgubre que siempre anunciaba lo mismo: El regreso del Titan.

Knuckles dejó caer la cantimplora vacía, su mirada ahora fija en el horizonte.

Knuckles: Andando. Dijo, chocando sus puños con determinación.

Tails lo agarró del brazo antes de que pudiera moverse.

Tails: ¡Espera! Knuckles, ¿Confías en mí?

Knuckles frunció el ceño.

Knuckles: Claro que confío en ti, pero este no es el momento.

Con un rápido movimiento, Tails le pasó un par de binoculares.

Tails: ¡Mira! ¡Mira al Kaiju!

Knuckles gruñó, tomando los binoculares con impaciencia.

Knuckles: ¿Qué no es un Titán?

Tails: ¡Qué lo mires! Insistió Tails, señalando la enorme figura que avanzaba lentamente hacia la ciudad.

Knuckles alzó los binoculares y enfocó al enemigo.

Knuckles: Estoy mirando. Dijo con sarcasmo. Feo bastardo igual que siempre. ¡Ahora ve por tu vehículo taladro!

Tails: No, míralo de verdad. Replicó Tails, su voz cargada de urgencia.

Knuckles bufó, pero volvió a enfocar. Sus ojos recorrieron el monstruo, tratando de entender lo que Tails quería que viera.

Knuckles: ¿Qué quieres que vea, zorro loco?

Tails: ¿No hay algo familiar en él? Preguntó Tails, casi en un susurro. Los mechones blancos alrededor de sus muñecas...

Tails: El brillo azul en sus escamas...

Tails: ¡Mira sus pies! Sus horribles, horribles pies.

Knuckles se quedó inmóvil. Los binoculares temblaron ligeramente en sus manos mientras su mente procesaba lo que veía. Lentamente, bajó los binoculares, sus ojos abiertos de par en par por la conmoción.

Knuckles: No... no puede ser. Murmuró, su voz quebrándose. ...Dijiste que-

Tails: Qué se había ido. Interrumpió Tails con firmeza. No esta muerto, pero se ha ido dentro de esa cosa. Una parte de ello.

Knuckles respiró profundamente, tratando de calmarse, pero las palabras de Tails resonaban en su cabeza.

Knuckles: Dime que no es cierto. Pidió con un hilo de voz.

Tails negó con la cabeza.

Tails: Es verdad. Y tenemos que matarlo.

Mientras a lo lejos, en la cabeza del Titán. Los dos cristales rojos que servían como ojos brillaron intensamente, y en ese momento, una silueta se hizo visible entre los cristales que guiaban al titan...

Ahí estaba la silueta Sonic the Hedgehog...

La voz en la cabeza de Knuckles volvió a hablar, fría y directa:

Knuckles: (Matar a Sonic).
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"Aquí yace Tekno, una amiga leal y una inventora brillante. Siempre en nuestros corazones." Un ramo de flores marchitas descansaba al pie de la lápida, y Amy no podía evitar sentir que la culpa era suya por no haber podido hacer más.

Amy: No sé si estoy haciendo lo suficiente, Tekno. Murmuró, su voz apenas audible. Pero... intento no fallar otra vez.

Detrás de Amy, una figura se acercó lentamente, el sonido de los pasos apenas perceptible sobre el césped húmedo. Amy no necesitó mirar para saber quién era.

???: Siempre vengo a esta hora, pero nunca pensé encontrarte aquí. Dijo la eriza, su voz suave pero con un dejo de cansancio.

Amy se dio la vuelta, su expresión melancólica al ver a Succie the Hedgehog.

Amy: Hola, Succie. Respondió en voz baja. Supongo que este es el único lugar donde ambas podemos hablar con ella.

Succie asintió mientras se acercaba más a la lápida, colocando una flor amarilla fresca junto a las marchitas.

Succie: ¿Todavía piensas en lo que pasó ese día? Preguntó, su mirada perdida en la tumba.

Amy asintió lentamente, sus dedos apretando la empuñadura de su martillo que descansaba junto a ella.

Amy: Cada maldito día. Admitió Amy. Si hubiera llegado antes... Si hubiéramos sido más rápidos... Tal vez Tekno seguiría aquí.

Succie se mordió el labio, mirando a Amy con una mezcla de empatía y dolor.

Succie: No fue tu culpa, Amy. Tampoco fue la de Knuckles. Dijo ella, aunque su voz tembló al mencionar el nombre del echidna. Pero todos llevamos las cicatrices de ese día.

Amy cerró los ojos por un momento, recordando el caos del ataque del Titán, el grito desgarrador de Tekno y el desesperado intento de Knuckles por salvarla.

Amy: Knuckles perdió más que su brazo ese día. Dijo Amy finalmente, con un tono de amargura. Perdió su confianza. Su fe en sí mismo. Y nosotras... perdimos a Tekno.

Succie inclinó la cabeza, su rostro sombrío.

Succie: Él hizo todo lo que pudo, pero... esa cosa... Succie apretó los puños, su voz quebrándose. Nunca olvidaré cómo lo vi cargar contra el Titán, tratando de apartarlo de Tekno y los demás civiles. Y cuando el brazo de Knuckles quedó atrapado en esas malditas mandíbulas...

Amy asintió, su mirada endureciéndose mientras recordaba las últimas palabras de Tekno, pidiéndoles que siguieran luchando.

Amy: Por eso lo odio tanto, Succie. Confesó Amy, mirando fijamente la lápida. Porque no importa lo que hagamos, esa cosa siempre parece estar un paso adelante.

El sonido abrupto de campanas resonó en el aire, interrumpiendo la conversación. Amy se tensó inmediatamente, sus instintos tomando el control.

Amy: Otra vez... Dijo en voz baja, girándose hacia Succie. Tengo que irme.

Succie la miró, sus ojos brillando con una mezcla de miedo y frustración.

Succie: Amy... no puedo soportar esto. Verlos salir a pelear mientras yo solo puedo esconderme con los demás.

Amy colocó una mano en el hombro de Succie, su mirada seria pero llena de determinación.

Amy: Succie, haces lo que tienes que hacer para mantenerte a salvo. Todos tenemos un papel que desempeñar. Yo lucharé por quienes no pueden, incluyendo a ti. Y si alguna vez decides enfrentarte a tus miedos... estaré a tu lado.

Succie apretó los labios, queriendo decir algo más, pero las palabras no salieron. Finalmente, asintió, retrocediendo mientras Amy corría hacia su mecha.

Desde la distancia, Succie observó cómo su amiga desaparecía en el horizonte, el eco de las campanas mezclándose con el rugido del Titán que ahora se acercaba nuevamente a la ciudad.

Succie, impotente, apretó los puños y cerró los ojos, deseando con todo su ser poder hacer algo más que observar caminó en silencio por el sendero del cementerio, su mente atrapada en un torbellino de emociones. A cada paso, sentía una presencia que no era completamente ajena. Aquella voz interna, siempre insistente, comenzó a susurrar.

???: ¿Cuánto más vas a quedarte al margen? Sabes lo que eres. Sabes lo que puedes hacer. Puedes detener esta pesadilla, Succie. No tendrías que perder a nadie más.

Succie se llevó ambas manos a la cabeza, apretando con fuerza como si pudiera ahogar ese susurro.

Succie: ¡Cállate! Murmuró entre dientes, mirando a su alrededor para asegurarse de que nadie la oyera.

???: ¿Vas a ignorarme? ¿Otra vez? Cada vez que sales corriendo, cada vez que los dejas luchar, ellos arriesgan sus vidas. Pero tú... ¿Qué haces? ¿Quieres que eso vuelva a pasar? ¿Quieres evitar ser encontrada. Evitar ser reconocida.?

Succie se detuvo, temblando de frustración. Su respiración se volvió más rápida mientras luchaba contra las palabras de la voz.

Succie: No voy a arriesgarlos... no puedo... Susurró con un tono que mezclaba miedo y determinación. Si ellos descubren que estoy aquí, todo esto será peor.

Con un movimiento brusco, se golpeó la cabeza con las manos, como si buscara expulsar la voz. La sensación de presión cedió un poco, pero el eco persistía en lo profundo de su mente. Succie apretó los puños y se apresuró hacia el refugio, dejando atrás el cementerio y las palabras de Amy resonando en su corazón.

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Mientras tanto, en otro rincón de la ciudad, Raven se desplazaba rápidamente entre las calles, su mirada fija y decidida mientras buscaba a Spike. Las campanas seguían resonando, pero su mente estaba concentrada en una sola cosa: encontrar a su hermano.

Entró a su pequeña casa por tercera vez, revisando cada rincón, incluso los lugares donde sabía que Spike no cabría. Su frustración crecía con cada minuto que pasaba.

Raven: Spike... Murmuró con un nudo en la garganta. ¿Dónde estás?

Entonces, algo llamó su atención. En el suelo había pequeñas huellas en el polvo, llevando hacia una entrada al sótano. Raven las siguió con rapidez, su corazón latiendo con fuerza.

Descendió por la escalera hasta llegar a un túnel que conectaba con las viejas minas subterráneas del pueblo. Las huellas continuaban hacia la oscuridad, y Raven no dudó en seguirlas. Finalmente, después de lo que parecieron interminables minutos, encontró a Spike sentado junto a una pared rocosa, sosteniendo un pequeño objeto brillante que parecía haber encontrado entre las piedras.

Raven: ¡Spike! Exclamó Raven, corriendo hacia él y abrazándolo con fuerza. ¡Estaba tan preocupada!

Spike la miró con una mezcla de sorpresa y culpabilidad.

Spike: Lo siento, Raven. Escuché un ruido raro aquí abajo y quería investigar.

Raven suspiró, aliviada pero también molesta.

Raven: No puedes irte así, ¿Me oyes? No en tiempos como estos. Prometí protegerte, pero no puedo hacerlo si te escondes.

De repente, las campanas resonaron más fuerte, haciendo eco incluso en las minas. Raven miró hacia la entrada, su instinto poniéndola en alerta máxima.

Raven: Quédate aquí, Spike. No salgas, pase lo que pase, ¿Entendido ? Le ordenó, su tono firme pero protector.

Spike asintió, aferrándose al objeto brillante.

Raven se giró hacia la entrada de la mina, mirando hacia las sombras que se extendían más allá. Algo dentro de ella le decía que este ataque sería diferente, que algo estaba terriblemente mal. Decidió quedarse en las profundidades de la mina, escondida junto con su hermano, mientras las vibraciones del suelo anunciaban la llegada de algo grande.

Los temblores aumentaron en intensidad, sacudiendo las paredes de la mina con fuerza implacable. El polvo caía como una fina lluvia desde el techo, y las rocas comenzaban a crujir bajo la presión. Raven sintió un escalofrío recorrer su espalda cuando entendió lo que estaba pasando.

Raven: No... Murmuró, mirando hacia el túnel. ¡Spike, ven conmigo!

Agarró la mano de su hermano, pero antes de que pudieran moverse, el rugido de la tierra los envolvió. Un fuerte estruendo marcó el colapso del techo, y todo se oscureció en un instante. Raven reaccionó por instinto, tirando de Spike hacia ella y envolviéndolo en un abrazo protector mientras las rocas caían sobre ellos.

El impacto fue rápido, el aire se llenó de polvo y la oscuridad los envolvió. Raven esperó el dolor, el peso abrumador que los aplastaría, pero... nada de eso llegó.

Pasaron varios minutos en silencio, y lentamente, Raven abrió los ojos. Una tenue luz azulada iluminaba su entorno. Miró alrededor, desconcertada, y notó que estaban rodeados por un escudo de energía brillante que mantenía las rocas suspendidas sobre ellos, impidiéndoles ser aplastados.

Raven: ¿Qué... qué es esto? Susurró, con la voz temblorosa.

Su mirada se dirigió a Spike, quien aún sostenía el extraño objeto brillante que había encontrado. El escudo emanaba de él, pero algo cambió. Antes de que pudiera reaccionar, el objeto emitió un destello cegador. Raven apartó la mirada, y cuando la luz se desvaneció, vio que el objeto ahora se había transformado en un brazalete ajustado a la muñeca de Spike.

Raven: Spike... ¿Qué es eso? Preguntó, tocando el brazalete con cautela.

El niño la miró con ojos llenos de asombro y confusión.5

Spike: No lo sé... simplemente pasó...

Raven sacudió la cabeza, enfocándose. No había tiempo para preguntas. Necesitaban salir de allí antes de que el escudo desapareciera.

Raven: Está bien. Vamos. Tenemos que salir de aquí.

Raven examinó su entorno, buscando una forma de moverse entre las rocas. Con cuidado, comenzó a empujar las piedras más pequeñas, usando su fuerza para abrirse paso. El escudo de energía parecía expandirse y protegerlos mientras trabajaba, como si el brazalete entendiera su intención.

Finalmente, logró abrir un camino lo suficientemente grande para que ambos pasaran. Raven cargó a Spike en su espalda, sintiendo el peso ligero de su hermano mientras avanzaba con dificultad por el túnel colapsado.

Raven: No te preocupes, Spike. Saldré de aquí contigo, lo prometo. Dijo, con firmeza en su voz, aunque su corazón latía desbocado por la incertidumbre.

El túnel parecía interminable, pero después de varios minutos, una tenue luz apareció a lo lejos.

Raven: ¡Ahí está! Exclamó Raven, apretando el paso.

Con renovada determinación, continuó avanzando hacia la salida, sin notar que el brazalete en la muñeca de Spike brillaba de forma intermitente, como si respondiera a algo más que su situación inmediata.

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