❛ 07 ❜
oo. POLICÍA
Estaba hecha un manojo de lágrimas cuando pisamos la comisaría. De alguna forma todos los sentimientos brotaron cuando uno de los policías nos interrogó sobre lo sucedido y tuve que relatar como el objeto cortopunzante estuvo en mi cuello y fácilmente pudo haber sucedido algo peor y no estaría aquí para contarlo.
Ser incapaz de contenerme está poniéndome de mal humor, pero según Charlie, experta en temas emocionales, la respuesta de mi cuerpo es normal ante el trauma que acabamos de vivir. Gracias a ello se ofreció a traerme un vaso de agua con el fin de calmarme, por lo que ahora Félix se encontraba a mi lado, contándome unos muy malos chistes con el propósito de hacerme reír.
—D-deberías enseñarme cómo golpear a alguien y no morir en el intento —sugiero, secando los últimos rastros de lágrimas de mi rostro. Mi comentario lo hace soltar una pequeña risita, pero termina asintiendo, a modo de afirmación.
—Puedes inscribirte en el taller de boxeo de la escuela —indica divertido, aquello me hace rodar los ojos.
—¡Ya estoy aquí! —exclama Charlie, trotando en nuestra dirección. —He traído una botella de agua, un chocolate para el azúcar y unas frituritas por si quieres comer algo salado.
Me extiende todo, contenta de obtener su cometido y debido a lo irracionalmente sensible que me encuentro, le agradezco entre absurdas lágrimas.
—Oh Elaine... tranquila, lo peor ya pasó. —me abraza por los hombros por un par de segundos y luego se sienta a mi otro costado, dejándome en medio de los dos. —Estás algo helada y pálida, deberías comer lo que te traje.
—Oh, ten mi campera, yo no tengo frío. —Félix cubre mis hombros con su gran campera como ha mencionado y el olor a su fragancia invade mis fosas nasales. Que bien huelen los perfumes masculinos.
De pronto escuchamos unas llantas rechinar y la puerta de un auto cerrarse de un portazo, puedo apostar a que conozco quien es y el miedo a que me vea de esta forma me invade. Es cierto que la situación pudo haber tenido peores consecuencias, ¡Pero yo luzco como si alguien hubiese muerto! y sé que eso lo asustará más de lo que debería.
—¡Dios, ese es Dean! —vocifero alarmada. — ¿Cómo luzco? —me dirijo a ambos, quienes me escudriñan en una mueca.
—¿Linda? —inquiere Charlie, confusa.
—No me refiero a eso, ¿Qué tan destrozada luzco? ¡Dios! ¿por qué se me ocurrió llorar tanto? ¡Soy una exagerada! Ahora Dean creerá que me sucedió algo por mi rostro y no quiero qu- ¡Ah!
Mis palabras quedan atrapadas en mi garganta cuando alguien me levanta inesperadamente del piso, abrazando mi cintura y dando una pequeña vuelta. Cuando mis pies vuelven a la tierra, el semblante de preocupación de mi compañero de vivienda aparece por mis ojos y más aún cuando ve lo enrojecido de mi rostro por mi reciente llanto.
—¿Qué mierda pasó, Leny? —cuestiona rápidamente tomando mis mejillas. —¿Por qué carajo no me llamaste antes? ¡Pudiste haber muerto!
Bueno, Dean me supera en lo de exageración, ya no me siento tan mal.
—Estoy bien... —formulo a penas, pues sus manos no sueltan mis mejillas y se me hace un tanto difícil poder hablar si hace presión en ellas. Me abraza tan fuerte luego de soltar mi frase, diciendo un montón de tonterías como "No volverás a salir sola" "Ni creas que voy a dejarte" "Me diste un susto de puta madre, no sabes cuanto te odio", y al parecer, olvidó por completo que no estaba sola y en este momento estaba avergonzándome con sus tontos comentarios. —Dean, estás dejándome en vergüenza frente a mis amigos...
La risita de Charlie ocasiona que Dean me suelte y voltee a verlos con asombro, siendo que siempre estuvieron allí.
—Oh... hola, no los había visto.
—Lo notamos —afirma Charlie, con gracia.
—Félix salvó mi teléfono de ser llevado por el ladrón —le comento, dedicándole una sincera sonrisa al recién nombrado. —Le debo la vida.
—Oh, no es para tanto —señala este, agachando la mirada.
—Sí es para tanto —le debato. —Además me defendió de ese imbécil.
—Gracias, hermano —al instante, Dean le extiende la mano al decir aquella frase. —Esta señorita de aquí a veces es tan despistada que necesita una mano de ayuda.
—Oh, no es nada, en serio —le corresponde el pelinegro, con una corta reverencia de cabeza.
—¿Qué les parece si para olvidarnos de todo este lío nos tomamos unas cervezas en casa?
Alzo una ceja al escuchar la repentina invitación de Dean, pero ambos chicos frente a mí no parecen poner objeción alguna, de hecho, Charlie parece estar completamente de acuerdo y entusiasmada, así que los tres nos dirigimos al auto para retomar rumbo a nuestro hogar.
—Wow, que pedazo de auto tienes —menciona Charlie con entusiasmo, viendo el vehículo estacionado. Dean por supuesto, aclara su garganta y con una sonrisa de suficiencia y orgullo le contesta.
—Gracias, esta belleza de aquí es mi primer amor.
Antes de ir a casa pasamos por una tienda de conveniencia en busca de las famosas cervezas y bocadillos para comer. Por algún motivo mi estómago rugía por comida, sólo deseaba llegar a casa para devorar los snacks que compramos.
—¿De dónde son ustedes?
La pregunta de Dean provoca que me dé un auto golpe en la frente. A penas llegamos a casa suelta aquella pregunta sin rodeos, a veces es tan despistado que me enfurece. Entrecierro los ojos en su dirección esperando que mi señal le de algún indicio de la posible respuesta, pero sigue manteniendo su cerveza en mano y bebiendo como si nada, frunciendo el entrecejo al ver mi rostro.
—De la escuela, Dean —le contesto entre dientes.
—Oh, es verdad—afirma, viendo mejor a Charlie, quien suelta una risa. —Lo siento.
—Félix es el nuevo profesor de boxeo.
El recién nombrado, quien está sentado en la barra justo al lado de Dean, sonríe cuando nuestras miradas se dirigen hasta él. Mi roomie lo analiza de forma descarada, sin ningún disimulo, lo cual incrementa la risa de Charlie, quien al parecer el alcohol ya decidió apoderarse de su cuerpo.
—¿Qué hiciste para tener un cuerpo tan gigante? —cuestiona Dean hacia Félix, bebiendo un sorbo de cerveza luego de lanzar su indiscreta pregunta. — Estoy haciendo volumen ahora, quiero aumentar mi masa corporal...
—Dean... —advierto.
—¿Qué? Quiero saber.
¡Dios! Definitivamente vivo con un niño pequeño.
(...)
—¿Recuerdas lo que hablamos sobre Dean?
Charlie y yo seguimos sentadas cómodamente en el piso, mientras los chicos permanecen en la barra hablando sobre temas que desconocemos. Hace poco llegó la pizza, sí, decidimos pedir algo más contundente para comer a las once de la noche, así que cada uno se entretuvo formando conversaciones sin sentido.
—Si...
—¿Que otra prueba quieres para convencerte de que realmente le gustas?
—¿De qué hablas? —ambas lo miramos de reojo, y como si se tratara de una película, cuando fijamos nuestra vista en él justo coincide que suelta una carcajada y todo se ve en cámara lenta. Su sonrisa perlada y sus oscuros ojitos achinados son la vista más hermosa del lugar.
—Eres su centro de atención a cada momento, se preocupa por ti en todo sentido posible y lo sabes perfectamente.
Vuelvo mi vista hacia Charlie cuando sus palabras abandonan su garganta. Pues en algo tiene razón, Dean constantemente se preocupa por mí y es algo que no puedo negar en lo absoluto.
—¿Viste los nudillos de Félix?
—¿Qué? Elaine no intentes cambiarme de tema.
Giro la cabeza de Charlie hasta que consigue ver al moreno, en donde ambas visibilizamos lo rojo y el rastro de sangre que comienza a ser notorio.
—Eres una experta en evadir temas —se burla Charlie, rodando los ojos.
—Lo sé, y justamente ahora lo evadiré de la mejor manera posible.
Voy en busca de los elementos necesarios para curar una herida de esa magnitud, me encantaría decir que tengo un botiquín de primeros auxilios, pero no lo tengo, creo que será un gasto que deberé invertir en un futuro cercano.
Dean me observa curioso cuando me detengo a su lado, dejando los implementos en la barra y tomando las manos de Félix para comenzar a curarlo.
—No es necesario, lo haría en casa...
—Es lo menos que puedo hacer —le indico, sonriendo levemente.
Después que los chicos abandonan el departamento, me dirijo directamente hasta mi habitación ya que el cansancio inunda mi cuerpo. Dean llega después de un par de segundos, parándose en el umbral de la puerta.
—Oh, Leny... ya sabes que la semana del baile en Mainfield está por comenzar —se mantiene en la puerta, con los brazos cruzados.
—Oh, claro.
—Así que me iré un par de días
—¿Qué? —me toma desprevenida, muy desprevenida. Me siento en la cama de un tirón. —¿C-como...? ¿Te irás a ...?
—Sip, oficialmente es una semana, pero esta vez sólo me inscribí en tres competencias así que serán tres días, cuatro, en realidad.
Vaya, no recordaba que Dean en el año viaja a diferentes ciudades por sus competencias. Mainfield de hecho, es llamada la "ciudad del baile", porque una vez al año organizan toda una semana llena de competencias en donde asisten bailarines de todas partes del mundo. Es uno de los eventos mas esperados por él, deberían ver como brillan sus ojos cuando habla sobre ello.
—¿Y... cuando te vas?
—Mañana —Vaya, ni siquiera tendré tiempo de asimilarlo, estoy demasiado perdida con las fechas últimamente. —No me extrañarás mucho, ¿verdad?
Estoy seriamente pensando en ello y en lo vacío que se sentirá el departamento sin su presencia. No le confesaría aquello, por supuesto, pero la sola idea de quedarme sin él produce que mi garganta y ojos piquen. Después de esa corta conversación se despide con un "buenas noches", mientras yo pensaba cuando me ponía el pijama en que no quería dormir sola si sería la última vez que lo vería por cuatro días.
Me detuve a pensar al menos por diez minutos cómo decirle que quería dormir a su lado, hasta que finalmente me levanto de la cama y camino hasta tocar su puerta.
—¿Qué sucede, Leny? —cuestiona, cuando mi cabeza se asoma por la puerta. — ¿No puedes dormir?
—Uhm, t-tengo frío.
Absurdo, considerando que mi pijama se basa en una camiseta gigantesca y que mi temperatura corporal en este instante era más adecuada que lo que acostumbro.
—Mucho frío —Recalco.
El parece comprender que es lo que quiero, por lo que se destapa, dejándome ver su linda figura vistiendo sólo un bóxer y camina junto a mi hasta mi habitación. Vuelvo a meterme en la cama, contenta por el recibimiento de mi petición, pero en cuanto lo veo dejar sobre mi cama una frazada, mi semblante cambia.
—¿Qué? ¿No dijiste que tenías frío? —señala, divertido al ver mi expresión curiosa. Cruza sus brazos estando frente a mí, subiendo sus cejas.
—Si, es cierto. Pero... seguiré teniendo frío con eso encima —A ver, creí que entendería el doble sentido de mis palabras, o sólo está jugando conmigo.
—¿Qué quieres realmente, Leny? ¿Otra frazada? Porque te recuerdo que hay muchas, puedo traerlas to-
—Te quiero a ti, justo aquí. —apunto a mi lado derecho de la cama, pestañeando.
—Pues hubieses comenzado por ahí.
Contento con mi respuesta, se desliza rápidamente a mi lado, metiéndose dentro de la cama y acercando mi cuerpo al suyo con sus brazos. Nuestras narices chocan cuando apoya su cabeza en mi almohada, quedando tan cerca que siento su respiración.
—¿Cuándo admitirás que amas dormir conmigo?
—Oh, cállate.
Volteo mi cuerpo, dándole la espalda y dejando un par de centímetros de espacio entre nuestros cuerpos, sin embargo, Dean vuelve a pegar su torso hacia mí, rodea sus brazos en mi estómago para acercarnos aún más.
—¿Sabes que es bueno para entrar en calor? —Pregunta en mi oído.
—No...
—El calor humano. Sólo se produce si ambos estamos desnudos, el estar piel con piel —ruedo los ojos antes su absurdo intento, pero el sigue pegándose a mí, como si fuera posible.
—No voy a desnudarme.
—Yo solo decía —confiesa, restándole importancia. —Tú eras la que estaba muerta de frío, yo estoy contribuyendo ya que solo estoy en bóxer, en cambio tú, tú tienes puesta esa camiseta que estorba.
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