❛ 06 ❜
oo. VALENTÍA
Charlie y yo después del término de nuestra jornada en la escuela decidimos ir hasta un lugar por un par de tragos. A nuestra improvisada salida de suma Félix, el nuevo y joven profesor de la escuela, con el cual nos llevamos bastante bien. Además, aquella espontánea salida sirve para celebrar su reciente cumpleaños.
Nos encontramos en una mesa con distintas cosas para comer, yo sostengo en mis manos una copa con piña colada mientras Charlie un White Russian. Félix se ha levantado al baño hace un par de segundos, por lo que ambas nos encontramos solas, con el ruido ambiente acompañándonos.
—¿Cómo has estado?
Su pregunta en un comienzo me confunde, pero creo entender a lo que se refiere cuando una diminuta sonrisa apenada se extiende por sus labios. Vaya, no he pensado en eso. Estas últimas semanas he estado sumida en el trabajo, tanto que... he olvidado lo que sucedió.
Mi mirada baja a mi estómago, tomando una bocanada de aire.
—En realidad, no he pensado en eso.
—¿Hablaste con Dean?
—Pues él en su momento sugirió ir a otro doctor —suspiro. Los recuerdos llegan como ráfaga, ocasionando que mi estómago se revuelva. — Pero muchas cosas han sucedido, no quiero retomar el tema y hacer las cosas incómodas.
—¿Por qué incómodo?
—Porque él de alguna manera parecía entusiasmado. No me detuve a pensar en lo que sintió cuando nos dieron la noticia, simplemente... seguí mi vida, como podía.
—¿Sigue viviendo en el departamento?
—Así es.
—¿Están juntos?
—Estás haciendo demasiadas preguntas —declaro, riendo levemente. —No estamos juntos como novio y novia.
—¿Entonces...?
—No lo sé, seguimos siendo mejores amigos. Mejores amigos que viven juntos y se acuestan... regularmente.
—Mmm...
—De hecho... —recuerdo el día en donde nos sumimos en una intensa conversación en el supermercado, cuando ambos confesamos nuestros sentimientos. —Él dijo que yo le gustaba hace unas semanas atrás, antes de saber la verdad.
—¿Y tú qué le contestaste?
Esa es una buena pregunta, realmente no recuerdo que le contesté, solo sé que me costó y aún me cuesta creer que yo pueda gustarle.
—¿No le crees? —prosigue Charlie, dado mi silencio.
—Es decir... quizá le guste, pero no lo sé.
—¿Por qué te cuesta tanto creer que le gustes, Elaine?
—Charlie, a Dean le gustan todas. Lo conozco muy bien, su hobbie favorito es conocer chicas y llevarlas a la cama.
—Pues si fuera como lo describes, no te hubiera dicho que quería formar una familia contigo, ¿No crees?
—Según él, lleva meses sin acostarse con alguien más...
—¿Entonces, Elaine? ¿Tú crees que él desearía ser padre con cualquiera? —muerdo el interior de mi mejilla, dándole una vuelta a sus palabras. —Uno no desea formar una familia con cualquier persona.
—¿Quién formará una familia?
Félix llega con su típica sonrisa, vuelve a sentarse a un lado de nosotras, intrigado en nuestra conversación.
—¿Sabes, Elaine? Félix es como un golden retriever —comenta Charlie, examinando al recién nombrado y cambiando rotundamente de tema. Ambos la observamos con un signo de interrogación en nuestros rostros.
—¿Qué quieres decir?
—Esos perros son grandes, pero no miden su tamaño realmente. Además, son muy cariñosos, amables y simpáticos, todo el mundo los ama —Suelto una risita, porque ahora que lo explica, tiene mucho sentido.
—No creo ser tan grande —se defiende, escondiendo una sonrisa. —Y tampoco creo que todos me amen.
—Oh, no te hagas el humilde ahora —señala Charlie, palmeando su hombro juguetonamente.
Salimos los tres del lugar para volver a nuestros hogares, la noche había llegado y con ello la oscuridad nos acompañaba. Caminamos por las calles del centro con varios autos y personas paseando de un lado a otro, los restaurantes de la zona se encuentran atestados de gente, así como también los bares los cuales desde nuestra posición podemos escuchar la música a todo volumen.
Félix y Charlie caminan delante de mí mientras yo busco en mi bolsito el teléfono para escribirle a Dean, pero detengo mis pasos cuando siento un objeto puntiagudo tocar mi espalda y cómo mi brazo es tomado agresivamente, tanto que me hace soltar un grito.
Los chicos giran a verme sorprendidos, sus rostros se espantan al ver como el objeto que previamente sentía en mi espalda ahora está en mi cuello.
—¡Elaine! —grita Charlie, viéndome con horror.
—¡Dame tu teléfono y no te haré daño! —vocifera impaciente en mi oído la persona que sostiene el objeto ahora contra mi cuello.
Trago saliva duramente, buscando el teléfono en mi bolsito y entregándoselo sin ni siquiera voltear. Cuando siento mi cuello libre vuelvo a tomar aire, pero al instante alguien tira de mi para abrazarme. Siento a Charlie gritar, pero no logro descifrar qué es lo que dice hasta que fijo la vista a mis espaldas.
De algún modo que desconozco, Félix estaba golpeando justo en el rostro a la persona que robó mi teléfono. Éste último le mostraba la navaja que estuvo en mi cuello, pero el moreno de manera olímpica lo esquiva para seguir golpeándolo hasta que el ladrón cae al suelo y con ello mi celular rueda hasta los pies del chico.
Los brazos de Charlie me rodean, pero me suelta cuando Félix camina hasta nosotras con mi teléfono en mano. Estamos tan asombradas que no podemos emitir alguna palabra, ni siquiera un sonido. Él me entrega mi celular, con una tierna sonrisa ladina cuando está frente a mí. No demoro ni un segundo en abalanzarme a sus brazos cuando lo tengo cerca, a lo que responde rodeando mi cuerpo con sus fuertes brazos, calmando su acelerada respiración.
—¡Dios, Félix! —exclamo con la voz quebrada. —¡Pudiste haber muerto!
Allí colgada de su cuello, recién asimilo lo que acaba de suceder y como se metió en una pelea que no le corresponde sólo por mi estúpido teléfono. ¡Peleó con alguien que tenía un arma! ¡Pudo haber muerto!
—Oh Leny, estoy bien... no podía dejar que ese tonto se llevase tu teléfono —contesta sereno, dando caricias a mi espalda levemente.
—Elaine tiene razón, Félix —apoya Charlie. Aún no puedo verla ya que sigo abrazando el gran cuerpo del moreno por el tremendo susto que me ha dado. —No vuelvas a hacer esa tontería, ¡Pudo haberte pasado algo!
—¡Estoy bien! Y-yo debía hacer algo...
Salgo de sus brazos para secar las lágrimas que han resbalado por mis mejillas, subo la mirada para observar sus ojos, su pecho sube y baja aun intentando regular su respiración, pero no muestra ni un pelo de arrepentimiento en sus facciones.
—¿Estás bien? —me pregunta, mi rostro debe haberlo aterrado.
—Yo debería preguntarte eso a ti —inquiero, sorbiendo por la nariz. Pestañeo repetidas veces pero las lágrimas se niegan en detenerse, es como si una cascada estuviese escurriendo de mi rostro. —Eso fue muy peligroso...
—Elaine estoy bien, en serio —vuelve a asegurar, mirándonos a ambas. —Tranquilas, en serio. Ni siquiera me tocó.
—Llamaré a la policía —anuncia Charlie, caminando hacia un costado.
—Félix —le llamo cuando nos encontramos solos. —Gracias por eso, no debiste arriesgarte por mi estúpido teléfono...
—No es nada, en serio.
—Sí lo es —intervengo al instante. Vuelvo a posicionarme frente a él, alzando la mirada hasta que nuestros ojos estén en el otro. Él sonríe levemente, haciendo una pequeña reverencia con la cabeza.
—L-lo haría de nuevo si fuese necesario.
Tomo el valor para enredar mis brazos en su cuerpo a modo de agradecimiento, siendo consciente de que quizá no es partidario del contacto físico o la cercanía, separándome luego de unos segundos. Su aroma invade mis fosas nasales y no sé si es por la reciente situación, pero quiero volver a sus brazos para sentir la protección de hace unos segundos.
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