Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

OO5 | RECAER

Jungkook se despertó demasiado desorientado, abriendo y cerrando los ojos mientras gruñía, hasta que gracias a la poca claridad por el atardecer, pudo divisar el techo mientras seguía escuchando la música. Al sentir la calidez del cuerpo a su lado, la cabeza que estaba apoyada en su pecho y el brazo rodeando su cintura, bajó la cabeza encontrándose con Neveah.
No sabía en qué momento se había dormido, pero era algo realmente esperado por la calma que la rubia le brindaba, más luego de lo que había pasado entre ambos, la forma en la que le demostró que todo de ella lo tenía encantado.

Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios mientras acariciaba su brazo, y al no poder contener el impulso, bajó la cabeza para dejar un beso en su cabeza, sintiendo ganas de poder abrazarla con más fuerza, pero la veía tan tranquila, que decidió no hacerlo. Además, la veía y sentía tan frágil que hasta temía romperla. Jungkook había vuelto a apoyar la cabeza en la almohada, pensando si debía volver a dormirse o intentar salir de la cama para salir a comprar algo para comer para ambos, pues ya comenzaba a tener hambre, aunque no sabía cuánto dinero le quedaba. Pero en eso, escuchó unos toques en la puerta que le hicieron abrir los ojos a la par y medio sentarse, provocando que Neveah soltase un quejido.

Los golpes tan sólo aumentaban, lo que le hizo tensar demasiado al pensar que se trataba de su madre.

—¿J-Jungkook...? —al escuchar aquella voz todavía algo adormilada de Neveah, la miró—. ¿Quién es? ¿Por qué no abres? Debería vestirme para irme...

—No...—habló deteniéndola rápidamente, tomándola del brazo.

—P-Pero...

—Me encargaré.

Este se levantó rápidamente, buscando los bóxers para poder colocárselos rápidamente.

—¡Jungkook, abre la puerta!

Ambos al escuchar aquel grito de una mujer, se miraron, Neveah abriendo los ojos a la par mientras se levantaba rápidamente, pero volvió a caer sentada en la cama, lo que pudo preocupar a Jungkook, pero este volvió su mirada a la puerta. Su respiración comenzaba a volverse pesada, y en vez de salir de la habitación, decidió subir más el volumen de la música.

—¡Jungkook! ¡¿Qué haces?! —preguntó histérica, Neveah.

Este decidió ignorarla para salir de la habitación, escuchando los gritos de su madre que parecía enfadarse cada vez más, desatando más la rabia de su hijo que se acercó a la puerta.

—¡Abre la maldita puerta ahora mismo, Jungkook! —gritó golpeando la puerta con más violencia, lo que provocó que este se alejase sobresaltado—. ¡Sé que estás ahí! ¡Déjame entrar!

—¡No te abriré, así que no pierdas tu maldito tiempo! ¡Vete de aquí!

—¡¿Qué rayos pasa contigo?! ¡Yo soy quien paga la renta!

Jungkook, cada tarde, contemplaba el cielo sintiendo cómo su alma lloraba por la soledad, por el vacío que se había instalado ahí desde que su madre lo abandonó de pequeño. Pero cuando ella llegaba muchas veces con la comida, queriendo compartir con él como si jamás lo hubiese dañado, como si no le importase cuántas veces la rechazaba diciéndole las palabras más hirientes que se le ocurrían en ese momento, Jungkook tenía que lidiar con la tormenta que desataba dentro de él.

Ahora que había pasado un momento inolvidable con Neveah, que ella le daba la tranquilidad que tanto había anhelado, no iba a permitir que su madre arruinase eso, que lo llenase de impulsos que pudiese acabar con todo lo bueno que ahora tenía.

—¡Vete de una puta vez! —ordenó golpeando la puerta—. ¡No te abriré hoy! ¡Vete, carajo! ¡Vete!

Jungkook sentía cómo su pecho subía y bajaba con gran violencia, cómo su visión se había vuelto nublada y un nudo se había formado en su garganta, porque en ese momento tan sólo podía recordar todo lo malo junto a su madre. Estaba lleno de rencor, de dolor, sentía que ella lo estaba arruinando todo, que no le permitía estar bien, por lo que deseaba poder ser capaz de explotar en ese momento. Pero el sentir una intensa mirada, hizo que a pesar de los golpes y gritos, mirase hacia el pequeño pasillo, encontrándose con Neveah.

Ella estaba allí en ropa interior y abrazándose a sí misma, mirándolo atónita. Jungkook tomó una bocanada de aire mientras se acercaba peligrosamente a ella que quiso retroceder asustada, pero la tomó bruscamente del mentón para unir sus labios en un beso intenso mientras la obligaba a dirigirse hacia su habitación.

El pelinegro respiraba de manera profunda y prolongada, buscando nuevamente sus labios para besarla, robándole así el aliento. Neveah estaba demasiado sorprendida, pensando en que lo mejor era apartarlo porque ese no parecía ser el mismo Jungkook que la había hecho sentirse cómoda, amada, que había sido tan suave de ella haciéndole sentir cuidada como nunca antes. Este parecía ser un Jungkook que estaba demasiado jodido y quería poder buscar una forma de descargarse.

De todas maneras, eso pareció no importarle porque al sentir cómo besaba su cuerpo, cómo parecía realmente necesitarla, sus caricias haciendo arder su piel, Neveah no pudo seguir resistiéndose. Las caricias mientras se deshacía de su ropa interior, quedando ambos desnudos, su erección presionándole el muslo izquierdo mientras besaba su cuello, había logrado que sintiese cómo su vagina se lubricaba. Y es que ella recorría su espalda, tan fuerte, ancha y suave, bajando las manos por su abdomen hasta bajar a su pubis, inesperadamente, teniendo la confianza para tomar su miembro erecto y venoso. Eso provocó que este gruñera, pero llevase su mano con algo de fuerza a la muñeca de ella, provocando que lo mirase entre sorprendida y atemorizada de haber hecho algo mal.

—Esta vez no quiero hacerlo así —aclaró con voz profunda.

—¿Qué? ¿A qué te refieres? —preguntó confundida.

Jungkook se alejó de ella para voltear, lo que hizo que Neveah tragase con dificultad y mirase el suelo donde estaba su ropa interior, buscando las demás prendas. Comenzaba a sentir ganas de tomar su ropa, vestirse y marcharse porque no sabía para nada qué esperar ahora del pelinegro, lo que estaba poniéndola demasiado histérica.
Aquella idea estaba logrando que estuviese a un segundo de hacerlo, hasta que escuchó el sonido de un cajón cerrarse.

—Me refiero a esto —habló llamando su atención, por lo que ella volteó a mirarlo, arrugando el rostro al ver una soga de nylon en su mano derecha.

—¿Q-Qué...?

—Quiero que me ates en la cama y me montes, Neveah —declaró alzando una ceja, Jungkook.

Aquello le hizo abrir los ojos a la par, sin saber qué decir al respecto, más que negar repetidamente con la cabeza, pero él se acercó tomando con su mano libre el mentón de la fémina.

—J-Jungkook, yo jamás...

—Lo sé, pero eso no importa. Quiero que lo hagas por primera vez conmigo —murmuró rozando sus narices—. Por favor...

Neveah seguía mirándolo atónita, pero Jungkook volvió a juntar sus labios, pasando la lengua por los gruesos suyos, obligándola que corresponderle para pasar el brazo por su cintura para apegarla más a él. La cabeza de la fémina volvía a ser un caos entre lo que quería y lo que sentía, pero la manera de actuar de Jungkook estaba haciéndole perder la cordura.

Acabó pasando los brazos por sus anchos hombros mientras él la tomaba con facilidad de los muslos, haciéndole enrollar las piernas en sus caderas, para así caminar hacia la cama. Este tomó asiento, colocándola a horcajadas sobre él mientras ella provocaba fricción entre sus sexos y que ambos jadearan ante eso.

—Átame, Neveah —ordenó sobre sus labios.

—Jungkook, pero si no te gusta...

—Claro que va a gustarme  —aseguró depositando la soga en su mano—. Hazlo, por favor.

Neveah miró la soga en su mano, ya no sintiéndose tan preocupada por el hecho de que hubiese alguien afuera y fuese la madre de Jungkook, pues los golpes se habían detenido. Volvió su mirada a Jungkook que se inclinó hacia atrás, llevando sus brazos al cabecero de la cama. Ella tragó con dificultad, pensando en porqué jamás podía negarse, mucho menos al tratarse del tatuado y ver la necesidad en sus orbes, así que decidió obedecer.
Se inclinó hacia adelante pasando la soga por detrás de sus muñecas y una de las maderas del cabecero de la cama, con dos lazos para apretar alrededor de sus muñecas, lo que provocó que él jadeara y ella lo mirase insegura. Este al comprobar que estaba bien hecho, sonrió.

—Ven, bésame.

Neveah volvió a obedecer, sintiendo cómo su lengua invadía su cavidad bucal, por lo que comenzó a dejarse llevar, sabiendo que era lo que este quería. Mientras lo hacía, pasaba las manos por sus pectorales y abdominales, sintiendo cómo Jungkook succionaba su esponjoso labio inferior, haciéndola jadear y que la lujuria creciera, por lo comenzó a frotarse sobre sexo, haciéndole sentir humedad.
Ella sentía que no estaba bien, que no era correcto encontrarse de esa forma con él, pero de un momento a otro, al estar cegada por la excitación, había tomado su duro y húmedo sexo para dirigirlo a su entrada. En ese momento ambos gimieron, Neveah sentía que le había robado el aliento e intentaba acostumbrarse a la sensación de tenerlo dentro, grande y grueso en su estrecha vagina, mientras sus dedos se enterraban en la cintura de este que mordía su labio inferior con fuerza a la vez que inclinaba su cabeza hacia atrás.

Jungkook hacía movimientos circulares con su cadera, buscando así poder introducirse más, estaba desesperándose, hasta que ella se dejó caer por completo y soltó un chillido.

—N-Neveah...

No pudo evitar estremecerse ante la manera en la que había salido su voz, como si le rogase que se moviese de una vez al estar completamente dentro de ella, continuando con sus movimientos circulares que estaban volviéndose más desesperados mientras la rubia intentaba recuperar el aliento al estar acostumbrándose. Sin soportarlo más, comenzó a mover las caderas sintiendo cómo su miembro entraba y salía, y así, pronto, se tornó en un vaivén intenso que llegaba a sorprender al pelinegro que no podía contener los gemidos.

La joven a pesar de estar envuelta en el placer, no podía evitar molestarse por estar complaciéndolo cuando, en realidad, no era lo que realmente quería porque así no era la manera en la que pensaba ayudarlo a enfrentar sus problemas para que pudiese avanzar. Pero ahí estaba, inmersa entre un estado de enfado y excitación, en una locura donde disfrutaba tenerlo en su merced.

—Muévete así. No te detengas, Neveah —pidió jadeante, mirándola fascinado aunque por momentos inclinaba la cabeza hacia atrás.

Neveah se sentía cada vez más agotada, su rostro enrojecido y sudado, sintiendo cómo su corazón parecía estar a punto de salirse de su pecho, pero aun así, necesitaba terminar de satisfacerse. No podía detenerse, por lo que apoyo el empeine de los pies en los gruesos muslos de Jungkook, llevando las manos al trasero para así ayudarse. Podía escucharse la humedad de sus sexos, él sintiendo cómo esta llegaba hasta sus testículos, y sólo podía gemir pidiéndole que no se detuviera, envuelto en el placer intentando soltarse, aunque era en vano y aquella desesperación sólo lo excitaba más.

Ella continuaba con sus movimientos, buscando también la fricción de su clítoris en la pubis de Jungkook, el placer llegando a ser demasiado como para ser contenido. El cosquilleo en su vagina estaba intensificándose hasta explotar en una oleada de fuertes contracciones, pero Jungkook pareció ganarle al arquear su cadera, enterrándose más en ella mientras soltaba un gemido liberador a la misma vez que la llenaba.

Neveah llevó las manos a sus gruesos muslos, enterrando los dedos, sintiendo cómo sus pezones y clítoris parecían estar tan duros que llegaban a doler mientras chillaba al haber llegado al éxtasis y, Jungkook sentía sus contracciones, robándole un gruñido. Cayó exhausta sobre su pecho sudado, intentando recuperar el aliento, sintiendo los latidos acelerados de Jungkook que estaban igual que los de ella.

—¿P-Puedes desatarme? —preguntó entrecortado a causa de su respiración pesada.

Ella tan sólo quería cerrar los ojos y descansar, pues su pecho dolía por la forma en que su corazón latía, pero aun así, tomó la fuerza necesaria apoyándose en el pecho de él para poder desatar con algo de dificultad el nudo. Jungkook miró sus muñecas liberadas sintiendo un picor que le generaba cierto placer, y luego sonrió mirando a la fémina que parecía ser capaz de desvanecerse en cualquier momento, pero este acunó su rostro, obligándola a acercarse a él.

—No te preocupes que te compraré la píldora —murmuró antes de juntar sus labios en un beso suave—. Me encantas en todos los sentidos, Neveah.

Neveah tan sólo dejó caer la cabeza en su pecho, intentando recuperar el aliento a la vez que cerraba los ojos con fuerza, sintiendo su pecho oprimirse al pensar en que quizás no era necesario porque, ese mes, parecía ya haber conseguido la pérdida del periodo.













(...)













Parecía ser que no importaba que tuviese a una persona que intentase demostrarle cada día lo especial que era y cuánto la necesitaba, porque Neveah seguía sintiendo un vacío que era imposible de llenar. Estaba comenzando a creer que siempre sería un ser triste sin importar lo que hiciera o sienta, seguiría existiendo aquel desastre dentro de ella, siendo tan inestable, sintiéndose tan insuficiente y rota.
Ya no sabía qué más hacer, cuánto podría contener aquellos pensamientos de insuficiencia, porque no estaba pudiendo contra el incesante sentimiento de insuficiencia. Estaba perdiéndose cada día un poco más.

Neveah sentía una presión en su pecho al estar perdida en sus pensamientos  hasta que dirigió la mirada hacia su costado derecho, observando un grupo de chicas que reían, pero lo que a ella le llamaba la atención era sus cuerpos esbeltos. Tragando con dificultad, volvió su mirada a sus mejores amigos, notando cómo al terminar de bajar la escaleras para dirigirse hacia la salida, ya que querían tomar aire, Jihyun parecía estar reprochándole por lo bajo a Namjoon.

—Ya, cállate. No es momento —escuchó murmurar a Namjoon mientras ella apresuraba el paso para acercarse más a ellos.

—¿Qué sucede? —preguntó llamando la atención de ambos.

—Estoy muy cansado, ¿ustedes no? —Namjoon suspiró mientras salía de la universidad—. Aún me quedan dos clases.

—También lo estoy. Anoche no pude dormir bien —hizo una mueca, Jihyun.

—¿Por qué será? —sonrió con picardía, llevándose un golpe en el brazo por su parte—. ¿Tú no estás cansada, Neveah?

—Un poco —se encogió de hombros.

—¿Y... cómo vas con Jeon? —examinó cuando tomó asiento en el banco de madera, mirándola fijamente, por lo que ella se tensó a la vez que volvía a encogerse de hombros y desviaba la mirada.

—Normal. No lo sé.

—¿Qué es normal con él? —indagó cruzándose de brazos, Jihyun.

—Ya, ¿podemos hablar de otra cosa?

Neveah estaba comenzando a sentirse demasiado incómoda, pues a su cabeza llegaba los recuerdos de Jungkook derrumbado, enfadado, impulsivo, y la tarde del fin de semana. Sabía perfectamente que no podía hablar nada de eso, ya que haría que sus amigos tan sólo se preocupasen más, pero ella intentaba más que nada entender a quién podía llegar a considerar su novio.
No quería para nada que lo juzgaran, porque eso la haría sentirse peor consigo misma al estar segura de que su cabeza estaba peor de contaminada

—¿Por qué nunca te gusta hablar de él? ¿No es tu novio?

—Porque no necesito que me sobreprotejan —respondió frustrada, sorprendiéndolos—. Es demasiado molesto, y me hace sentir peor.

—Neveah...—se levantó para acercarse arrepentido, Namjoon—, tú eres muy importante para mí, es por eso...

—Hasta que te encuentro —habló una voz masculina, llamando la atención de los tres y que Neveah abriese los ojos a la par al encontrarse con Jungkook. Este acercó lo suficiente para pasar el brazo por su cintura, inclinándose hacia su lado para juntar sus labios en un pequeño beso, para luego mirar hacia el frente donde estaban los amigos de ella con el semblante serio—. Por cierto, hola y adiós. Vamos, Neveah.

Este tomó su mano para entrelazar los dedos y voltear para comenzar a caminar, aunque la rubia parecía intentar procesar la situación, sintiéndose realmente incómoda por el comportamiento del pelinegro, ya que había notado cómo sus mejores amigos lo miraron incrédulos.

Mientras caminaban hacia la entrada de la universidad para dirigirse al comedor, podía escuchar a Jungkook hablar sin parar, pero no era capaz de entender lo que le decía al estar perdida en sus pensamientos. Intentaba ignorar las miradas que hacían que bajase la cabeza, queriendo poder desaparecer, más que nada al ver a una chica rubia pasar con una gran sonrisa, viéndose increíblemente bonita, con aquel cuerpo con curvas que llamaban la atención de cualquiera.

¿Por qué no podía tener el cuerpo así de pequeño, delgado y con curvas? ¿Por qué no podía verse así de resplandeciente y bonita cuando sonreía? ¿Por qué no podía tener su piel tan perfecta sin manchas? ¿Por qué no podía tener su cabello rubio así de brilloso y sedoso? Así continuaban las preguntas en su cabeza, sintiendo cómo con cada segundo parecía asquearse más de sí misma.

—Ahora podríamos comer juntos antes de retomar las clases —comentó rodando los ojos, Jungkook—. ¿Sabes? Estaba pensando sobre la terapia grupal, la sesión de mañana. La verdad es que no entiendo para qué tenemos que seguir yendo cuando no sirve un carajo. Es decir, Seungyeon se la pasa llorando por su depresión...

—No comeré contigo, Jungkook —dijo de manera casi inaudible, deteniéndose, lo que hizo que él voltease a verla confundido.

—¿Qué? ¿Qué sucede? —preguntó dando un paso hacia adelante para acercarse a ella que tenía la cabeza gacha—. ¿Estás bien, Neveah?

—Olvidé... Olvidé que tengo que hablar con un profesor —respondió conectando sus miradas, notando cómo Jungkook parecía estar analizándola, lo cual sólo la puso más nerviosa—. Lo siento. Te veo luego.

—Hey, espera...—ordenó mirando cómo ella volteaba para comenzar a caminar rápidamente—. ¡Neveah!

Jungkook soltó un suspiro mientras la veía alejarse con rapidez, intentando reprimir el impulso de seguirla porque temía que eso pudiese hacerla molestar, aunque él no estaba pudiendo evitar comenzar a sobrepensar el porqué de su manera de actuar.














(...)













Neveah pudo escuchar la puerta de la entrada cerrarse, lo que significaba que su madrastra y hermana pequeña se habían marchado, por lo que se deslizó por la pared del baño mientras se cubría la boca, sintiendo cómo sus lágrimas empezaban a brotar. Nuevamente estaba sintiéndose sin ganas de absolutamente nada, odiando demasiado su apariencia, su rostro que le producía asco, sus expresiones, su piel, su cabello rubio y corto que llevaba siempre atado porque lo veía horrible. Y es que estaba cansándose de vivir así, comiendo un día, para el siguiente no hacerlo y al otro día hacerlo muy poco, deseando más que nada poder ser delgada como ella anhelaba. Poder ser bonita, como el grupo de chicas que veía en la universidad que no debían siquiera esforzarse.

Tan sólo quería dejar de pensar tanto, dejar de sobrepensar, dejar de sentirse tan insuficiente, fea y gorda. Dejar atrás la jodida ansiedad y poder sentirse en paz un miserable día, pero parecía ser que su propia cabeza jamás lo permitiría, porque estaría ahí, recordándole que nadie jamás podría quererla ni verla bonita de verdad.

Sollozó por lo bajo mientras inclinaba la cabeza hacia atrás, detestándose de gran manera, hasta que el sonido del timbre provocó que se sobresaltara. Rápidamente se levantó, sosteniéndose de la pared para no caerse, y al mirarse al espejo pudiendo notar con gran facilidad sus ojos enrojecidos, su nariz y mejillas sonrosadas por el llanto, como empapadas de lágrimas, decidió lavarse rápidamente el rostro mientras volvía a escuchar el timbre.

Al secarse el rostro, salió del baño para dirigirse a la puerta, tomando una bocanada de aire para intentar relajarse antes de abrir la puerta, pero en cuanto lo hizo, sus ojos se abrieron a la par al ver a aquel pelinegro frente a ella.

Jeon Jungkook estaba allí, pues luego de que no almorzase con él, la buscó, pero al no encontrarla, decidió ir a la clase que compartían con la ilusión de verla ahí sentada junto a los demás. Al entrar, frunció el ceño, pero tomó asiento queriendo creer que tan sólo estaba llegando tarde, ya que sabía que ella jamás faltaba. Pero los minutos pasaron, y Jungkook tan sólo decidió marcharse, decidido a buscarla en su casa por más que ella jamás lo había invitado y apenas aceptaba que la acompañase algunas veces.

—¿Q-Qué haces aquí? —preguntó confundida.

«¿Estuviste llorando?» esa era la pregunta que quería escapar de los labios de Jungkook porque no podía dejar de mirar su rostro, principalmente, sus ojos enrojecidos. Eso le hacía sentir cómo la inquietud volvía a él de una manera intensa, pero algo le decía que si en ese momento intentaba indagar, tan sólo lo arruinaría.

—Traje para almorzar juntos —sonrió levantando la bolsa, lo que hizo que Neveah sintiese cómo si un balde de agua fría cayese sobre ella.

—P-Pero tú ya almorzaste...

—Y tú no, ¿o me equivoco? —cuestionó alzando una ceja.

—Sí.

—Creo que mientes, pero si no lo haces, no importa —se encogió de hombros pasando por su lado para entrar a la casa—. Quiero almorzar contigo.

—Jungkook, no es necesario —suspiró cerrando la puerta tras su espalda, notando cómo este miraba a su alrededor del comedor—. No tengo hambre.

—Vaya, tu casa sí que es grande —murmuró asombrado.

—No tengo hambre —repitió aunque fuese mentira.

—Entonces, come aunque sea un poco —habló dejando la bolsa en la mesa, para así sacar las hamburguesas, junto a la cajas de papas y las latas de gaseosa—. Come conmigo, Neveah.

Jungkook tenía una pequeña sonrisa en su rostro mientras abría el papel parafinado de ambas hamburguesas, para luego voltear a ver a la rubia, acercándose a ella para tomarla de la mano mientras con la suya libre corría la silla.

—Siéntate —dijo antes de tomar asiento, acercando la hamburguesa que era para él junto a unas servilletas—. ¿Estás sola?

Neveah ni siquiera podía escucharlo, tan sólo observaba las hamburguesas, las papas y la gaseosa, pensando en todas las calorías, escuchando aquella voz en su cabeza que estaba torturándola al punto que sentía que se le estaba dificultando respirar.

—¡Neveah! —exclamó tomando su mano haciéndola reaccionar, Jungkook.

—¿Qué...?

—¿Estás sola? —repitió algo preocupado por cómo ella actuaba.

—Sí —respondió de manera casi inaudible.

—No me has hablado de tu padre. ¿Vives sola con él? —indagó curioso antes de darle un mordisco a la hamburguesa.

—No. Él está hace unos años con una mujer...

—Oh, tienes madrastra —murmuró alzando ambas cejas.

—Y una media hermana —comentó por lo bajo, sorprendiéndolo.

—Vaya, ¿y cuántos años tiene?

—Cuatro.

—¿Y la quieres? —preguntó curioso, llevándose una mirada de desconcierto de su parte—. Si te lo pregunto es porque... si lo pienso, si esa mujer que me dio la vida, tuviera otro hijo...—tragó mientras se limpiaba los labios con la servilleta y parecía pensar—, seguramente lo odiaría —admitió provocando que ella se sorprendiese—. Estoy seguro que con ese hijo ella sería la madre que yo necesité. Es por esa razón.

Jungkook parecía no incomodarse para nada al confesar algo así, al contrario, le restó importancia mientras abría la lata de Coca Cola para darle un gran sorbo, sin notar cómo Neveah parecía perderse más en sus pensamientos y un nudo formarse en su garganta. ¿Podía ser capaz de odiar a una niña de cuatro años por tener la atención de su padre? No se sentía para nada capaz, tan sólo se odiaba ella por no poder obtener su atención ni su preocupación, pero suponía que era normal porque él estaba realmente agotado de todo lo que le había hecho pasar antes de quedar internada en el hospital psiquiátrico.

Y ahora... estaba recayendo en lo mismo, aunque creía tenerlo mucho más controlado y, al menos, ya no se provocaba vómitos.

—Come. Está deliciosa —aseguró llamando su atención.

Aun con un nudo en la garganta y sintiendo sus ojos arder por las lágrimas que comenzaban a asomarse, tomó con sus manos temblorosas la hamburguesa sintiendo cómo sus dedos se manchaban con la grasa y aderezos. Sentía latidos se aceleraban, su respiración se volvía más pesada, pero intentando ignorar aquella voz en su cabeza, le dio un mordisco.

«¡¿En serio estás comiéndote esa basura?!»

«¡¿Quieres estar más gorda de lo que ya estás?!»

—Tengo razón, ¿cierto? —preguntó antes de llevarse una papa frita a su boca.

Neveah sentía que su garganta parecía cerrarse, quizás por el nudo, o por cómo estaba siendo torturada por haberse atrevido a darle un mordisco. Pero aun así, asintió queriendo fingir una sonrisa, tratando de ser capaz de retener las lágrimas mientras Jungkook parecía más relajado y contento de verla masticar.

Así, Jungkook siguió conversando sobre la clase y cuánto detestaba la terapia grupal, mientras Neveah parecía poder comer mejor. Mucho mejor.
Sus mordiscos eran más grandes y hasta llevaba algunas papas fritas a su boca, disfrutando de poder saborear la comida ya sin sentir culpa alguna porque esa voz parecía al fin haberse callado.

—La verdad es que sí comí bien en la universidad, así que ya no puedo más —comentó riendo mientras alejaba la mitad de la hamburguesa y papas, llevando una mano al abdomen—. Puedes comerlo si quieres.

Este tomó la lata de su gaseosa para darle otro sorbo y acabarla, para luego volver su mirada a Neveah, medio sonriendo al verla comer aunque no le contestase absolutamente nada. Pero a medida que los segundos pasaban, aquella sonrisa iba borrándose al notar cómo su boca estaba llena, manchada por los aderezos y restos de la comida. Parecía que se le dificultaba tragar su hamburguesa qua ya se había acabado, pero sin importar tener mucha comida, tomó algunas papas fritas que él le había ofrecido, para también llevarlas a su boca.

Neveah parecía desesperada por comer, como si no lo hubiese hecho por días, lo que despertó nuevamente la inquietud de Jungkook que la miraba atónito cómo tomaba su hamburguesa.

—Neveah, estás comiendo demasiado rápido...—habló llevando la mano a su brazo.

En ese momento, fue cómo si algo hubiese hecho "Click" en la cabeza de Neveah, que rápidamente dejó de masticar, girando a verlo.

—¿Estás bien?

Ella ni siquiera podía escucharlo, aunque lo había visto mover sus labios, tan sólo podía escuchar cómo aquella voz volvía a gritarle, haciéndole saber lo gorda que se veía y cómo su esfuerzo estaba siendo en vano, por lo que tomó rápidamente una servilleta donde comenzó a devolver la comida masticado de su boca.

—¡¿Qué carajos, Neveah?! ¡¿Qué haces?!
—preguntó histérico mientras se levantaba, arrugando el rostro por el disgusto y el desconcierto.

—Vete —musitó, sintiéndose temblar, intentando no explotar en ese mismo instante.

—¡¿Acaso piensas que soy tan estúpido que no he notado que algo está mal contigo?! ¡Dime qué carajos está pasando contigo! —exigió con su pecho subiendo y bajando por su respiración violenta—. ¡Háblame, Neveah!

—¡No te quiero aquí! ¡Vete! —ordenó levantándose bruscamente, provocando que este abriera los ojos a la par porque no se había esperado para nada su reacción. Jamás la había visto así de alterada—. ¡Vete!

—¡Ya te he dicho que no voy a irme! ¡No importa que me eches, que me grites, porque voy a quedarme aquí, esperando que me digas qué te sucede así puedo ayudarte, carajo! —declaró tomándola de los brazos, aunque ella intentaba zafarse—. ¡Háblame, por favor!

—¡No puedo! ¡No puedo! —gritó mientras las lágrimas empezaban a brotar, empujándolo, provocando que la soltase y mirándola dolido diese un paso hacia atrás—. ¡No importa cuánto me esfuerce, jamás seré perfecta como ellas!

—¿D-De qué hablas? —preguntó preocupado, volviendo a acercarse mientras se inclinaba hacia adelante.

—¡Vete, carajo! ¡Vete! —ordenó volviendo a empujarlo—. ¡No quiero verte! ¡Vete, Jungkook!

Este tuvo que reprimir un quejido de dolor por la forma en que ella lo empujaba, golpeando su pecho, odiando el hecho de verla tan histérica y llorando, el no entender qué estaba pasando por su cabeza que la tenía de esa manera. Pues, Jungkook era completamente consciente de cómo cada día mientras él se sentía mejor al tenerla a su lado, ella parecía más perdida, lo cual había estado despertando una inquietud en su pecho, pero es que no sabía cómo hacer para que pudiese hablarle.

En ese momento, pensaba en que si se quedaba allí exigiéndole hablar tan sólo empeoraría más la situación, tan sólo haría que pudiese darle un final a todo, si es que esa situación no significaba eso mismo. Eso llegaba a asustarlo, pero, de todas maneras, tomó una bocanada de aire mientras empuñaba las manos en un intento de mantener la calma y poder marcharse.

Neveah sollozó histérica al escuchar el portazo por parte de Jungkook al irse, y dirigió su mirada a la mesa, viendo las migajas de su hamburguesa y las sobras que había dejado el pelinegro que ella había estado dispuesta a comer.

«¡No puedes hacer nada bien!»

«¡Jungkook ya se ha dado cuenta que comes como una maldita cerda! ¡¿Acaso quieres quedarte sola el resto de tu vida?!»

Neveah corrió hacia el baño, donde al entrar se acercó el espejo mientras sollozaba, observando su rostro enrojecido por el llanto desconsolado y empapado de lágrimas.

«Mira tu cara redonda. Pareces una cerda. Sólo das asco»

Comenzaba a sentir tantas ganas de hacerse daño, tantas ganas de no volver a comer nunca más, tantas ganas de vomitar.

Neveah, tiempo atrás, al haber acabado internada, había comenzado un viaje hacia la curación, llevando sus pasos hacia la puerta de su terapeuta, Min Yoongi. Siempre se mostró demasiado desinteresada, fría, pero poco a poco, quizás, este logró desenrollar un poco los hilos que se convirtieron en una maraña de tristeza y autodestrucción para ella. Había comprendido que aquel proceso terapéutico no era un camino recto, sino que tenía obstáculos, pero había comenzado a sentir que su terapeuta podía ser esa ancla en la tormenta. Y ahora, Neveah podría seguir el camino de la esperanza, pero la oscuridad la había estado envolviendo con fuerza en las últimas semanas.

Ahora aquellas garras de las cuales temía tanto, la habían tomado.

La habían tomado al punto de estar frente al retrete, recordando cada momento que lo había hecho, agachándose sin flexionar las rodillas para que esa flexión pudiese hacer presión en su estómago. Y sin más, llevó el dedo índice y el mayor a su boca hasta llegar a su garganta donde se encuentra la campanilla, para masajear suavemente sintiendo cómo el reflejo de vomitar aparecía.

Luego de tanto, lo había hecho otra vez.

Estaba vomitando lo que había comido.

Las lágrimas brotaban mientras sentía su garganta arder al haber acabado, por lo que se limpió los labios con la manga del suéter, levantándose con algo de dificultad. Volvió a observarse en el espejo sintiéndose completamente vacía mientras las lágrimas seguían brotando, diciéndose que sería la última vez.

Pero, ¿Neveah se refería que sería la última vez en comer o vomitar?

















(...)














Jungkook movía su pierna de arriba abajo sintiendo invadido por la ansiedad, y es que su preocupación sólo aumentaba porque Neveah no le había respondido los mensajes. Había tenido la ilusión de que el día anterior, al pasar las horas de lo sucedido, ella pudiese contestar uno de sus mensajes, que le dijese que estaba bien, que estaban bien, pero eso no pasó. Y ahora, Jungkook sentía que hasta respirar le costaba porque no podía aguantar otra hora más sin ella.

Había decidido ir a la terapia grupal porque creyó que podría verla, que podría aprovechar la oportunidad de hablar al no encontrarla en la universidad, pero se había equivocado. Neveah no estaba allí mientras escuchaba a Yoongi hablar sin parar, haciendo preguntas a los demás, pero es que sentía hasta ganas de llorar como un niño.

Así estaba siendo hasta que escuchó la puerta abrirse, lo que hizo que todos dirigieran su mirada hacia la rubia que entraba con la cabeza gacha, sin notar cómo la mirada de Jungkook brillaba. Pero este no era el único que la miraba de una manera especial, porque, su terapeuta, Min Yoongi, también lo hacía, aunque quizás por la esperanza de que realmente estuviese intentando avanzar luego de que faltase a la que tenían solos dos días atrás.

—Lo siento —murmuró dirigiéndose a la silla que se encontraba a un lado de su terapeuta que seguía mirándola.

Jungkook sintió su corazón encogerse al no recibir ninguna mirada y que se sentase frente a él y no al lado, aunque eso era esperado porque habían dos jóvenes sentados entre medio de ellos.

—Bien, ¿hay algo que quieras contarnos que te haya pasado estos días? ¿Algo que quizás te preocupe e intentes manejar, Jungkook? —preguntó llamando su atención, Yoongi.

—Usted sabe que nunca sé manejar las situaciones que provocan fuertes emociones en mí —recalcó amargo, aún moviendo su pierna mientras estaba inclinado hacia atrás.

—Háblanos de lo que te sucede, así quizás los demás pueden aconsejarte.

—¿Qué importa? —cuestionó encogiéndose de hombros—. Soy experto en joderlo todo. No importa cuánto intente hacer las cosas bien, cuánto me pueda importar alguien, siempre lo jodo todo.

Yoongi no dejaba de mirarlo, como si pensase en qué decir en ese momento, pero Jungkook dirigió su mirada a la rubia que tenía la cabeza gacha y jugaba con los bordes de su suéter, esforzándose por ignorarlo aunque sintiese un nudo formarse en su garganta. El hombre pudo notar a quién miraba, por lo que quiso dirigir su mirada también a ella, pero uno de los jóvenes alzó la mano.

—¿Sí, Yeonjong?

—Saldré en dos semanas —comentó nervioso, jugando con sus manos—. He esperado que llegue ese día por un tiempo, pero ahora que está tan cerca... tengo miedo. No sé con qué voy a encontrarme afuera, mucho menos si mi madre también va a poder manejarlo.

—Bien, ¿hay alguien quién quiera darle algún consejo? Quizás... ¿Neveah? —preguntó girando a verla con una pequeña sonrisa, notando cómo ella parecía sorprendida, pero acabó negando con la cabeza, lo que hizo que este juntase sus labios en una fina línea.

La rubia tragó con dificultad, completamente negada a darle algún consejo porque sabía que nada bueno saldría de su boca. Yoongi parecía estar analizándola, lo cual la estaba poniendo aun más histérica, pero este vio por el rabillo del ojo cómo una mano se levantaba, lo que hizo que dirigiera su mirada hacia el frente, encontrándose con Jungkook, lo que fue una gran sorpresa para él.

—¿Quieres darle un consejo? —el asintió—. Hazlo. Te escuchamos.

—¿Quieres saber qué te espera, Yeonjong? —preguntó mientras él asentía con una pequeña sonrisa nerviosa—. Arrepentirte por completo de haber deseado volver al mundo real...

—Jungkook, basta —ordenó el terapeuta con el semblante serio.

—¿Y sabes por qué? Porque el mundo afuera de este hospital va a golpearte fuerte —continuó ignorando cómo Yoongi seguía ordenándole que no continuase, mientras Yeonjong lo miraba asustado—. Vas a volver a encontrarte con las personas de mierda que van a hacerte dar cuenta que no tienes un buen futuro por estar jodido, que van a juzgarte...

—¡Dije que te calles, carajo! —Min Yoongi alzó la voz sorprendiéndolos a todos, provocando que Jungkook lo mirase atónito—. ¡¿Por qué pareces empeñado en hasta joder los avances de los demás?!

En ese momento, todos parecían estar completamente atónitos, Yeonjong con su visión nublada por las lágrimas, Neveah boquiabierta mirando a Yoongi, cómo su pecho subía y bajaba por su respiración pesada al haber explotado. Pero, Jungkook, pasó la lengua por su mejilla y soltó una risa cínica, para luego levantarse bruscamente, saliendo de aquella sala para dar un portazo.


¡Hola!

¿Qué les pareció el capítulo? ¿Creen que Yoongi se pasó? ¿Les interesaría saber más de él? ¿Será que Neveah ya no va a poder salir adelante? ¿Lo de ella y Jungkook se habrá terminado?

Ahora tengo una pregunta para hacerles, el siguiente capítulo muy probablemente sea el final, pero seguro sería muy extenso y capaz se les haga bastante pesado porque pasarían muchas cosas. Así que, ¿prefieren que el siguiente sea el final o que lo divida?

Espero que les haya gustado este nuevo capítulo, si es así no se olviden de votar y comentar

¡Nos leemos pronto!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro