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OO4 | DOS PERSONAS ROTAS


Aquella mañana que Jungkook abrió los ojos, sintiendo cómo su cuerpo parecía pesar más que de costumbre, cómo sus pensamientos también parecían ser más oscuros, cómo se le dificultaba respirar por la presión en su pecho y el nudo en su garganta, supo que ese día sería demasiado difícil de sobrellevar. Al llegar a la universidad, siquiera pudo concentrarse en algunas de sus clases, estaba perdido en sus pensamientos, deseando poder llegar a su casa para dormir, olvidar un poco toda la mierda que estaba sintiendo que parecía ahogarlo cada vez más. Y quizás, el pensar que esa tarde tendría una sesión con Min Yoongi, luego de haber faltado la semana anterior a la grupal, podría ayudar aunque sea un poco, pero no era así. Parecía que nunca lo ayudaría.

Ahora llevaba varios minutos sentado frente a su terapeuta, el cual tenía la libreta en su regazo y el bolígrafo entre sus dedos, quizás esperando que el joven pudiese expresarse mejor, pero este en los primeros minutos se notó demasiado desinteresado, hasta parecía interesarle más el ver por la ventana, cómo las hojas de los árboles se sacudían por la brisa. Luego sus respuestas eran cada vez menos secas a medida que Yoongi intentaba profundizar, hasta que comenzó a molestarse al haber dado en el punto exacto de su molestia al sentir que jamás podría avanzar.

—El rencor muchas veces no permite avanzar, Jungkook —mencionó Yoongi.

—¡¿Y qué carajos se supone que haga?! —alzó la voz, levantándose bruscamente—. ¡¿Cómo puedo arrancarme todo este jodido rencor y hacer como si nada?! Sólo era un niño —recalcó con un hilo de voz, apoyando las manos en el respaldo de la silla—. A ella jamás le importé, ¡ni siquiera cuando estaba a su lado!

—¿Cómo puedes estar tan seguro de eso? ¿Qué es lo que a ti te hizo sentir seguro de que jamás le importaste? —frunció el ceño, mirándolo atento.

Jungkook soltó una risa amarga mientras bajaba la cabeza, intentando retener las lágrimas, pese a que sus ojos ardían.

—No se preocupaba por mandarme al colegio, por si había comida en el refrigerador cuando me dejaba solo, a veces días completos...—sorbió su nariz—. ¡Sólo le importaba tener a un hombre que la folle! —aseguró mientras se cubría los ojos con una de las manos, bajando nuevamente la cabeza, intentando respirar con normalidad para poder continuar—. Aunque pasen los años, no puedo quitarme de la cabeza aquellas veces que parecía olvidarse de mí por días completos, la manera que llegaba a casa —Yoongi lo miraba atento mientras Jungkook seguía con la cabeza gacha—. Las marcas de golpes en su rostro, en su cuerpo... Pero, ¿sabe qué es lo nunca voy a olvidar?

—¿Qué es, Jungkook? 

—¡Cuando me dejó como si nada, prometiéndome que volvería! —respondió enfurecido—. La esperé por años cada día y tarde con esperanza, a un lado de la ventana, y cada noche lloraba rogando que volviera por mí porque sólo era un niño que necesitaba a su madre —expresó con la voz rota—. Dígame, Min, ¿cómo se supone que pueda borrar todo lo que viví por diez años por su jodida culpa? ¡¿Cuándo va a dejar de dolerme?! ¡¿Cuándo voy a poder estar bien?! Porque siento que jamás dejaré de sentirme así. 

—Escucha, con el tiempo y...

—¡¿Tiempo?! —preguntó cínico, conectando sus miradas, permitiéndole ver sus ojos cristalinos—. ¡Estoy cansado de esa palabra que no deja de repetir como un estúpido robot! ¡Tiempo, tiempo, tiempo! Pues, ¡¿sabe qué?! ¡Ya han pasado demasiados años desde esa mierda y casi un maldito año desde que vengo a estas estúpidas sesiones, pero nada cambia! ¡Nunca va a cambiar! —gritó frustrado—. Esto no sirve, y fui un idiota al haber tenido esperanza de que sí lo haga.

—¿Cómo puede cambiar si tú no pones de tu parte para permitirme ayudarte, Jungkook? —cuestionó intentando sonar relajado. Jungkook sorbió su nariz y limpió sus lágrimas bruscamente con su puño mientras pasaba la lengua por el interior de su mejilla.

—Siempre soy yo el problema, ¿verdad? —soltó una risa cínica.

—No me refiero a eso. Quizás yo no soy el terapeuta que necesitas, por eso no he logrado en todo este tiempo llegar a ti para que seamos un buen equipo y puedas comenzar a avanzar —explicó rápidamente.

—Dejé al anterior terapeuta, creyendo que era un inútil, y lo busqué a usted...—apuntó entre dientes—. Usted me hizo creer que sí había esperanza, ¡pero no la hay! ¡Sólo dijo la misma mierda que todos! ¡Voy a seguir sintiéndome así por siempre! 

—¿Así cómo, Jungkook? ¿Cómo pretendes que pueda ayudarte si nunca me dices cómo te sientes? —preguntó comenzando a frustrarse.

—¡¿Cómo se supone que pueda hacerlo cuando jamás tuve a alguien que me escuche?! 

—¡Inténtalo, Jungkook! Si realmente quieres que esto cambie, inténtalo.

El joven sentía tanta rabia con aquel hombre en frente de él porque sabía que en parte tenía demasiada razón, y eso lo hacía odiarse más que nada a sí mismo, ya que cada vez que alguien parecía haberse interesado por saber lo que pensaba, lo que sentía, como si se preocupasen, las palabras no salían y siquiera podía entenderse.

—Siento que... cada día es una lucha, como una batalla interna que jamás tiene fin —expresó con voz temblorosa, conectando sus miradas por un momento, permitiendo que viese cómo sus lágrimas brotaban sin parar—. Mi mente... Mi mente está muy jodida —aseguró con un hilo de voz—. Trató de luchar contra los pensamiento negativos, pero no puedo. Ahí dentro es como si hubiera una tormenta implacable que sigue arrastrándome hacia abajo. Dígame... ¿Cómo puedo encontrar la paz en medio de una tormenta? Eso jamás va a suceder, ¿verdad?

—Hasta en el proceso de sanación puede haber días donde ni siquiera puedas levantarte de la cama...

Jungkook lo miró con el ceño fruncido, como si no le hubiese agradado para nada escuchar eso de su parte, pero ambos escucharon el sonido proveniente de la grabadora, que indicaba que la sesión había acabado, por lo que este soltó una risilla amarga mientras que Yoongi suspiró frustrado inclinándose para tomarla hasta que escuchó cómo tomaba su mochila.

—Espera, escúchame...

—A la mierda con esto —masculló volteando a verlo—. Jamás va a servir. Ya no le veo sentido a esta mierda.











(...)












Neveah sentía cómo la ansiedad comenzaba a invadirla, pues el día anterior había compartido clase con Jungkook, y cómo no había pasado anteriormente cuando quería más que nada su atención, pudo sentir su mirada por momentos. Ella había intentado más que nada mantener su atención en la clase, pasar por completo de él porque estaba molesta y recordaba perfectamente sus palabras, pero en un momento no pudo evitarlo más. Cuando sus miradas se conectaron, sintió cómo su corazón se encogía al notar algo de desesperación en sus orbes oscuros, pero rápidamente la desvió para volver a tomar apuntes. Necesitaba ser fuerte.

Cuando las horas pasaron, creyó que lo vería en la terapia grupal, que quizás si estaba realmente arrepentido por sus palabras, porque, aunque no lo quisiera, una parte de ella se había ilusionado por la manera en la que la había mirado en la clase, entonces, Jungkook se atrevería a acercarse a hablarle allí. Pero, para su sorpresa, él jamás apareció.
Por más que había notado cómo Yoongi la miraba, cómo parecía querer hacerla hablar un poco, tan sólo tenía cabeza para pensar en Jungkook. La preocupación se había vuelto parte de ella, por lo que cuando la sesión acabó, dejó de lado aquel orgullo y lo llamó, pero ninguna de sus tres llamadas fueron contestadas. Eso tan sólo había hecho que comenzara a sobrepensar, pues a pesar que no sabía mucho de los problemas con lo que cargaba, y no sabía para nada qué era lo que pasaba por su cabeza, temía por él. Porque si de algo estaba segura, era de que Jungkook era alguien bastante inestable.

Sin soportarlo más, había decidido tomarse un taxi para así ir a la casa de Jungkook. Miraba por la ventanilla mientras mordía una de sus uñas en un intento de calmar la ansiedad, pero es que no podía dejar de sobrepensar, sin entender en absoluto porqué el miedo la había invadido, y la presión en su pecho tan sólo parecía aumentar.

En cuanto llegó, ella le entregó con su mano temblorosa los billetes al taxista, el cual quería decirle que le había dado de más, pero Neveah estaba tan histérica que pasó por completo de él para correr hacia la entrada de la casa de Jungkook. Tocaba la puerta una y otra vez, esperando que abriera, sin importar que pudiese tratarse de su madre, porque tan sólo quería saber de aquel joven. Pero los segundos pasaban, ella volvía a tocar y no había respuesta alguna, lo que hizo que se atreviese a abrir la puerta sin esperanza alguna, llevándose la sorpresa de que abrió.

Neveah dudó por un momento, pero tragando con dificultad, decidió entrar, cerrando la puerta tras su espalda. Y en el momento en que miró a su alrededor, notando que parecía más ordenado que la primera vez que entró, un llanto llamó su atención. Era uno desconsolado, lo que hizo que sintiese cómo un escalofrío recorría su espina dorsal, por lo que en cuanto fue capaz de reaccionar, no dudó en dirigirse a la habitación de Jungkook.

La puerta se encontraba entreabierta, así que llevó la mano a esta para abrirla un poco más, asomando su cabeza. Jungkook se encontraba en el suelo, tan sólo llevando unos bóxers negros, y lo que hizo que ella se estremeciese, fue el notar cómo la sangre parecía brotar de su muslo izquierdo. Este sollozaba cerrando sus ojos con fuerza, inclinándose hacia adelante y cubriéndose el rostro con su mano libre mientras que en la otra que tenía apoyada en el suelo, llevaba una hoja de cuchilla manchada por su sangre.

La joven no sabía qué hacer ante aquella situación, pero el hecho de abrir más la puerta, tan sólo logró que Jungkook apartase la mano de su rostro y conectase su mirada con la de ella. Neveah estaba boquiabierta y sus ojos verdes se veían brillosos porque las lágrimas habían comenzado a asomarse.

—¡No quiero morir! ¡No quiero! ¡Por favor, ayúdame! —suplicó volviendo a sollozar mientras su rostro volvía a contraerse de dolor.

En ese momento, Neveah se sentía incapaz de hablar por el nudo que se había formado en su garganta, pero eso no le impidió para nada acercarse rápidamente a Jungkook, y se colocó en cuclillas para así arrebatarle la cuchilla y tirarla a un lado.

—N-Neveah...

—Necesito curarte esto —murmuró de manera casi inaudible, observando la sangre brotar de su muslo mientras él seguía sollozando—. Ya vuelvo.

—¡No! ¡No te vayas! —exigió tomándola del brazo cuando ella se levantó—. ¡No me dejes, por favor!

—S-Sólo... buscaré lo necesario para desinfectar la herida —explicó llevando la mano a la suya.

Este asintió sintiendo cómo ella aplicaba un poco de fuerza en un intento de apartar su mano, por lo que Jungkook suspirando tembloroso, decidió confiar en sus palabras. Pero cuando vio cómo ella salía de la habitación, su llanto volvió a aumentar, abrazándose a sí mismo. Estaba sumido en un torrente de lágrimas que no parecían tener fin, cada sollozo era una liberación de años de dolor, de decepciones y rencores acumulados, de momentos oscuros que lo habían llevado hasta aquel punto.
Y es que, cuando Neveah había vuelto para acercarse a él, que parecía mirarla algo aliviado de volver a verla, a pesar de que no dejaba de llorar, ella pudo ver su brazo.

—¡Jungkook! —chilló tomándolo asustada al ver una mancha de sangre.

—N-No me atreví —aclaró rápidamente mientras ella suspiraba aliviada al pasar el pulgar y darse cuenta que aquella mancha de sangre era de su muslo por haber apoyado la cuchilla.

Y es que, aquella tarde de soledad, luego de no haber podido seguir reprimiendo más los impulsos, de haber vuelto luego de semanas a recaer nuevamente, necesitaba más que nada sentir otra vez el filo de su cuchilla abriendo la piel de sus muslos. Necesitaba sentir la sangre brotar, pero lo que más necesitaba era sentir cómo por un momento, todo parecía detenerse, cómo, por un pequeño instante, estaba en paz consigo mismo. Sin esperárselo, luego del primer corte, las venas de su brazo comenzaron a llamarlo, diciéndole que de una vez se atreviese a hacerlo, que de una vez acabase con su vida para ya no sentir más dolor. Las ideas del suicidio, por primera vez, habían comenzado a llenar su cabeza, y las voces a incitarlo a hacerlo mientras las lágrimas que brotaban parecían quemar su rostro.

Por un momento deseaba acabar con su vida, porque ya no soportaba más seguir siendo tan miserable, pensando en que si lo hiciera, nadie se daría cuenta de que ya no estaba. Nadie lo necesitaría.

Pero no se atrevió.

Jungkook no fue capaz de hacerlo porque la cobardía lo invadió, haciéndole reaccionar a que, en realidad, no quería hacer algo como eso.

Neveah había logrado relajarse un poco al saber que sus brazos estaban limpios, pero cuando comenzó a desinfectar la herida no tan profunda de su muslo, pudo notar cómo había antiguas, y no sólo en el izquierdo. En ambos.
Ni siquiera era capaz de contar cuántas había, pero aquello le hizo cerrar los ojos por un momento y tragar con dificultad, comenzando a comprender porqué Jungkook no había querido desnudarse, sintiéndose estúpida.

Podía escuchar pequeños quejidos por parte de Jungkook, el cual seguía llorando, aunque mucho menos que antes. Y cuando pudo acabar, pegando una venda, llevó los algodones y vendas manchados de sangre, para botarlos, pudiendo notar cómo nuevamente el pelinegro pareció querer impedir que se fuese de su lado, lo cual la sorprendía de gran manera, pero tampoco podía decir algo al respecto.

Al regresar a la habitación, lo ayudó a que se levantase del suelo y a caminar hacia la cama, lo cual este hizo con dificultad, pero acostumbrado a aquel dolor.

—Necesitas descansar, Jungkook —murmuró ayudándolo a recostarse, pero este no se lo permitió al tomarla con algo de fuerza del brazo.

—¿Te irás? —preguntó con temor.

—No —respondió con suavidad—. Me quedaré a tu lado, ¿está bien?

—Por favor...

Ella al sentir cómo la soltaba con inseguridad, pero por completo, rodeó la cama para recostarse a su lado, sintiendo cómo este con dificultad se acercaba más a ella, pareciendo necesitar de su calor y de sus brazos en aquel momento. Jungkook no parecía atreverse a decirlo, pero la fémina, algo insegura, se atrevió a envolverlo en sus brazos sintiendo cómo este se aferraba a ella rápidamente, aunque acabó levantando la cabeza para poder verla.

—¿Qué sucede?

—Lo que dijo Soowon es verdad, Neveah.

—No tienes que hablar de eso si no...

—Lo fue cuando yo era un niño, pero claro que no lo sabía y creía que podía ser normal que me dejara siempre solo para subir cada día a un coche distinto
—explicó con un ligero temblor en la voz—. Algunas veces llegaba golpeada y sin poder casi caminar, lo que me asustaba demasiado, pero aún así la ayudaba a curar sus heridas —continuó con un hilo de voz, pero acabó sollozando y apoyando la cabeza en el pecho de ella que cerró los ojos por un momento mientras acariciaba su cabello, sintiendo cómo su corazón se encogía—. Yo sólo rogaba cada noche que volviera sana, que me diera aunque sea un poco del calor de madre que necesitaba. Pero eso nunca pasó —sollozó—. Consiguió a un hombre con dinero y se deshizo de mí, Neveah.

Jungkook se aferraba con más fuerza al cuerpo delgado de la rubia, escondiendo su rostro en su pecho, sin importarle humedecer su suéter por su llanto. Pues, en ese momento podía recordar cómo a sus seis años le lloraba a su madre, rogándole que no lo dejase solo en aquel lugar completamente desconocido para él, donde lo esperaba una mujer mayor. Y su madre que estaba en cuclillas frente a él, con sus ojos cristalinos, pareciendo histérica a la vez que intentaba que la soltase, le prometió que lo visitaría, que lo haría hasta poder llevárselo nuevamente con ella.

A sus seis años, Jungkook debía ser alguien completamente inocente, creer todo lo que le dijeran, aunque fuese que las nubes son de algodón, pero al escucharla, eso no lograba calmarlo para nada. Una parte de él no le creía en absoluto, y eso lo ponía más histérico, incrementando su llanto mientras le seguía rogando que no lo dejase allí.
Soojung, que llevaba su cabello teñido de rojo y estaba maquillada, por lo que limpiaba rápidamente sus lágrimas con cuidado de no arruinárselo, miró a la mujer mayor, haciéndole saber que quería que se encargaba de su hijo.

Jungkook al ser tomado de los hombros, lloraba y gritaba sin poder escuchar cómo su madre se despedía de él, prometiéndole regresar.

—Y-Yo la esperé, a pesar de las burlas, me aferré a su promesa de que volvería por mí, pero por más que me quedaba sentado cada día al lado de la ventana, esperando verla caminar para sacarme de ese maldito orfanato... los años pasaron —su voz se quebró—. Soporté las burlas y los golpes, hasta que cumplí quince años. Ese día en que los cumplí, mi madre regresó por mí. Llegó como si nunca me hubiera abandonado, queriendo abrazarme, pero yo... yo sólo podía sentir un odio profundo, y más al saber que no estaba sola, sino con un maldito infeliz.

Jungkook la odiaba por jamás haberlo visitado como prometió, por mentirle haciendo que lo repitiera, luchando por mantener vivas sus pocas ilusiones, provocando que eso causara las burlas y golpes de un grupo de niños. Pero más la odiaba por cuántos años tardó en buscarlo, por estar con un hombre adinerado que sólo aceptó que viviera con ellos para descargarse en él, y más al saber que si lo había dejado fue para irse muy lejos con él y disfrutar de la vida como si no tuviese un hijo pequeño que estaba saliendo gravemente afectado.

Jungkook quiso seguir abriéndose por primera vez, así como no lo había logrado en terapia, pero el llanto desconsolado no se lo permitía. Neveah era consciente de cómo sus lágrimas también brotaban, de que estaba llorando silenciosamente porque podía sentir todo el dolor que había reprimido el pelinegro, comprendiendo perfectamente el porqué odiaba a su madre. Podía sentir su suéter humedecerse, cómo este también lo empuñaba al aferrarse a ella, pero no le importaba. Tan sólo lo abrazaba con más fuerza, acariciando su cabello, queriendo que sintiese que estaba allí para él, que deseaba poder quitarle todo el dolor que estaba sintiendo.

Así fueron pasando unos pocos minutos, hasta que pudo sentir cómo el dejaba de temblar por su llanto y, en un momento, volvió a levantar la cabeza para mirarla. Ella, algo insegura, subió una de sus manos para limpiar sus lágrimas con él pulgar mientras él sorbía su nariz.

—¿Q-Qué es con lo que cargas y no te deja en paz, Neveah? —preguntó de manera casi inaudible, mientras ella observaba su rostro empapado de lágrimas y algo enrojecido por el intenso llanto.

La fémina sintió la inquietud instalarse en su pecho al pensar en la respuesta, pues sabía que no podía escapar, que si él se había atrevido a hablar, entonces, no podía callarse.

—Desde pequeña cuando escuchaba a mis padres gritarse, comencé a comer... más de lo que debía —respondió de manera casi inaudible mientras Jungkook la miraba algo desconcertado—. Luego ellos se divorciaron, mi madre se fue de la casa, y cada momento que... resultara ser demasiado para mí, yo encontré un cierto alivio en comer —explicó desviando la mirada por vergüenza al sentir su intensa mirada—. Hasta ese momento no le daba importancia, ni siquiera por los reproches de mi padre, pero al entrar en la adolescencia y notar cómo quienes eran mis amigas comenzaban a alejarse, ver cómo se relacionaban más con los chicos, la manera en la que me miraban, comprendí....

—¿Qué...?

—Ellas estaban desarrollándose, pero tenían un cuerpo tan hermoso y llamaban la atención de los chicos, mientras que yo... no dejaba de comer. Verme era desagradable —aseguró con un ligero temblor en su voz—. Estar ahí con ellos sólo hacía que fuera la burla, pero eso en vez de hacer que me detuviera a comer cuando llegaba a casa, sólo hacía que aumentara —desvió la mirada mientras las lágrimas comenzaban a brotar, y Jungkook la miraba consternado—. Aumentó tanto que... comencé a vomitar.

En ese momento, Jungkook comprendió a dónde quería llegar, por lo que se aferró a ella con fuerza a la vez que hundía su rostro nuevamente en su pecho, sin importarle que siguiese húmedo por su llanto. Y es que no podía evitar que llegase a su cabeza el recuerdo de la primera vez que estuvieron juntos en su habitación, cómo se había negado a verla desnuda, cómo ella estaba llorando, lo que no había comprendido para nada hasta ahora.

—Te lastimé —musitó rompiendo en llanto—. Yo te lastimé también a ti, Neveah.

La rubia comprendió rápidamente a lo que se refería, por lo que lo envolvió con más fuerza entre sus brazos, queriendo poder borrar de su cabeza eso, a pesar de que era cierto. Tampoco podía culparlo porque jamás le había dicho su problema con su cuerpo, pese a que era algo notable por su manera de vestir y actuar, pero es que Jungkook no podía saber cuánto le afectaba.

—Tú no lo sabías, así que olvida eso.

—¿Vas a dejarme? —preguntó volviendo a levantar la cabeza, permitiendo que ella viese cierta desesperación y temor en sus orbes brillantes por las lágrimas—. Tú también vas a dejarme, ¿verdad?

—No. Yo voy a quedarme contigo, Jungkook —murmuró con suavidad.

Este negó repetidamente con la cabeza, volviendo a enterrar su rostro mientras sollozaba aferrándose con más fuerza a ella.

—No soy bueno para nadie, ni siquiera para ti —aseguró sollozando—. Si te quedas sólo haré que te hundas conmigo, Neveah.

—No va a ser así. Sigo aquí a pesar de todo, así que dame la oportunidad de no soltarte y enseñarte a nadar, Jungkook —pidió acariciando su cabello, rogando en su interior que aceptase.

Neveah estaba completamente segura de que no había manera de que Jungkook pudiese hundirla más, porque sentía que ya lo estaba llegando hasta el fondo en todo lo que la consumía, haciéndole perder el sentido a seguir luchando. Pero al menos quería ser capaz de ganarse su confianza, aunque sea como una amiga, para así poder ayudarlo a él.














(...)














Jungkook observaba con una sonrisa la pantalla de la cámara de video, la forma en la que Jimin y Taehyung se estaban encargando de pintar la pared blanca con sus grafitis. Él estaría con ellos si no hubiese sido el primero en empezar y se hubiese concentrado en lo que hacía ellos, hasta estaba disfrutando de filmar a sus amigos que habían comenzado a pelearse, empujándose, claro que sin ser en serio. Era algo típico de ellos.

—¡No arruines mi dibujo, carajo! —exclamó histérico, Taehyung, empujando a Jimin.

—¡Si vuelves a empujarme, te pintaré la cara! —advirtió apuntándolo.

El pelinegro soltó una ligera risa antes de volver a llevar el chupetín a su boca, decidiendo dejar de filmar al ver cómo Taehyung, frustrado soltaba un suspiro y tomaba su mochila que estaba a un lado de él.

—Ya debo irme...

—¿A dónde vas, TaeTae? —preguntó con una pizca de picardía, haciendo que este volviese a voltear a la vez que rodaba los ojos.

—Quedé con alguien más.

—Oh, ¿y quién es ese alguien? ¿Una chica?

—¿Qué te importa? —chasqueó la lengua, guardando el aerosol en su mochila para colocársela.

—¿Por qué no la presentas? Quizás esta noche podríamos divertirnos un poco.

—¿Acaso quieres quitármela, traidor?

—Oh, no te preocupes. Yo no la buscaría, ella me buscaría a mí —aseguró egocéntrico, haciendo que el peliazul golpease su brazo mientras que Jungkook soltaba una risotada—. Ya, sabes que es broma, imbécil.

—Cómo sea. Nos vemos mañana o cuando sea —dijo antes de voltear para comenzar a caminar, sacando el celular de uno de los bolsillos delanteros de su pantalón.

Jimin lo observó por un momento a la vez que soltaba una risilla, y al encontrarse con la mirada divertida del pelinegro, tomó su mochila para colocársela y comenzar a caminar hacia él, pasando por su lado.

—¿A dónde quieres ir ahora, JK?

—Solamente a casa —respondió caminando a su par.

—¿Y eso? —frunció el ceño, girando la cabeza para verlo, pero este no respondió—. Ya, ¿por qué te ves tan feliz?

—No estoy feliz —recalcó arrugando el rostro.

—Cómo sea. Pero te ves... bien —explicó encogiéndose de hombros, y este negó repetidamente con la cabeza—. Sabes que sí. Nunca vi tanto tu sonrisa, ni escuché tanto tu risa.

Jungkook comenzó a masajear su nuca por lo tenso que comenzaba a sentirse, y es que sabía que tenía toda la razón en decir eso, pero es que no sabía cómo hablarle porque pensaba que se escucharía como un idiota.

—Jungkook...

—Jimin...—habló algo nervioso, quitándose el chupetín para poder hablar mejor, ganándose todo el interés de su mejor amigo—, ¿cómo sabes cuando sientes, ya sabes... amor?

—¿Qué? ¿Por qué me preguntas eso a mí? —cuestionó arrugando el rostro.

—Porque tú has amado antes.

—¿Y Seokjin qué? Él tiene novia ahora.

—Pero ellos dos parecen odiarse y hacerse sufrir. Lily hace llorar constantemente a Seokjin, y él a ella —explicó incómodo—. Por eso quiero que me expliques tú. Yo no lo entiendo.

—Yo tampoco entiendo esa mierda, JK
—respondió haciendo una mueca—. Si lo entendiera, quizás ella seguiría a mi lado.

—Pero lo de ustedes se veía demasiado distinto a lo que tienen Seokjin y Lily...

—Tú sabes que me equivoqué —recalcó volteando a verlo con sus facciones endurecidas, y Jungkook al notar cómo su mirada miel parecía oscurecerse, desvió la mirada.

—Estabas drogado —murmuró de manera casi inaudible—. No quisiste convertirte en... eso.

—Y me arrepentiré toda mi vida por haber caído en esa mierda, por perderme por un tiempo, por perderla —musitó las últimas palabras, pareciendo perderse en los recuerdos y el dolor instalarse otra vez en su pecho—. Es una mierda.

—¿Podrías...? ¿Podrías igualmente decirme qué se siente?

Jimin se detuvo rápidamente volteando a verlo con el semblante serio, por lo que Jungkook también lo hizo, sintiéndose demasiado nervioso. Y es que sabía que el pelinaranja jamás hablaba de ella, ya llevaba dos años sin hacerlo, pero al querer saber sobre el amor, no había podido evitar recordársela, nombrársela.
Se sentía pésimo al tener que hacerlo, pero es que en los últimos días no podía dejar de pensar en eso, así que necesitaba de alguien con experiencia y en quién confiara, por lo que todo lo llevaba a Jimin.

El más bajo sentía enfado, pero no con Jungkook, era más algo suyo al recordar uno de sus peores errores. De todas maneras, al ver el interés y los nervios de su amigo, decidió dejar todo eso de lado.

—¿Has visto películas románticas? —preguntó rascando su nuca al sentirse incómodo, mientras que Jungkook arrugó el rostro.

—Claro que no —respondió obvio, por lo que el más bajo, suspiró—. ¿Acaso tú sí?

—Idiota —gruñó—. No lo sé, es cómo el aroma de tu comida favorita, pero hecha por tu abuela.

Hum... no conocí a ninguna. Mi abuela materna ni siquiera estuvo de acuerdo con que continuara con su embarazo, así que supongo que me odiaba —se encogió hombros.

Agh, carajo, lo complicas demasiado para mí, Jungkook —murmuró molesto, golpeando la acera con su pie como si fuese un niño haciendo una rabieta.

—Lo siento. Pero en verdad quiero saber, Jimin.

El pelinaranja suspiró masajeando su frente, pensando cómo darle una definición que él pudiese comprender, aunque siquiera sabía porqué tenía tanto interés en ese tema, cuando antes siempre lo ignoraba por completo.

—Se siente cálido y dulce, pero a la misma vez desenfrenado e intenso —expresó haciendo una mueca—. Supongo que... el amor por esa persona debería sentirse cómo una cálida gota de lluvia en momentos de terribles sequías.

Hum... eso sonó algo cursi, pero creo que comprendo, así no sigo haciéndote enfadar —asintió algo divertido, retomando el camino, sin notar cómo el pelinaranja rodeaba los ojos.

Jungkook volvió a llevar el chupetín en su boca para tomar su celular que estaba en uno de los bolsillos delanteros de sus jeans, fijándose en la hora, para luego volver a guardarlo y apresurar su paso.

—¿Y por qué tanto interés en saber sobre el amor? —indagó curioso, pero el pelinegro sólo se encogió de hombros—. ¿Qué? ¿No confías en mí?

—Claro que sí.

—Idiota, estás demasiado cambiado, así que no me tragaré tu mentira sobre que sólo es curiosidad —aclaró golpeando su brazo, lo que hizo que este lo mirase indignado mientras continuaban el camino—. ¡Ya dime! ¿Es por esa rubia de la otra noche?

—¿Cuál? —fingió no saber.

—¡Ya sabes, idiota! Cuando escapamos de la policía hace unas semanas, la que te llamó.

—Oh, ella...

—Es por ella, ¿verdad?

—Quizás.

—¡¿Te has enamorado?! —preguntó sorprendido, colocándose frente a él, lo que hizo que Jungkook sintiese su rostro hervir y bajase la cabeza—. ¡Claro que sí!

—No lo sé —suspiró mirándolo por un momento—. Sólo sé que me siento bien estando con ella, y que... no quiero hacer nada para lastimarla... nunca.

—Vaya, ¿lo ves? —soltó una ligera risa, dándole otro golpe en el brazo, lo que hizo que Jungkook jadeara—. Estás empezando a sentir amor.

—Cállate —ordenó por lo bajo, sintiendo su rostro arder.

—Oh, háblame de ella. Vamos —dijo comenzando a caminar a su lado, mientras pasaba el brazo por los hombros de Jungkook.

No sabía porqué, pero el pelinegro no se negó en absoluto como había hecho cuando sus amigos preguntaban por Soowon, al contrario, comenzó a hablar sobre ella mientras sonreía. Quizás, después de todo, su corazón no era tan frío como pensaba, mucho menos cuando estaba junto a la fémina.











(...)














Jungkook suspiró frustrado caminando de un lado hacia el otro mientras veía su celular, esperando que la rubia le contestase el mensaje. Llevaba más de media hora esperándola, razón por la que le había dicho a Jimin que tan sólo quería regresar a su casa, y es que estaba ansioso por verla. En ese momento era como un cachorro emocionado que esperaba el regreso de su dueña, lo cual siquiera podía detestar porque ya siquiera recordaba cuándo fue la última vez que se sintió de esa manera por ver a alguien. Quizás cuando era pequeño y esperaba el regreso de su madre porque tenía hambre y, además, anhelaba compartir un momento con ella.

Desde aquella tarde donde ella lo vio derrumbado, se mantuvo a su lado, compartieron el dolor con el que cargaban, y se durmió en sus brazos, habían comenzado a pasar la mayoría de sus días juntos. Jungkook sentía la necesidad que fuese así, hasta iba a la universidad con más ganas porque sabía que ahí podría verla y compartir unos minutos juntos.

Salió de su habitación rápidamente caminando hacia la puerta de la entrada, para así abrirla y apoyarse en el umbral. Tenía la ilusión de verla llegar, pero al no pasar, se sentía más frustrado, por lo que sacó de uno de los bolsillos de su jeans la cajetilla de cigarrillos para tomar uno y colocarlo entre sus delgados labios.
Pensaba que fumar lo ayudaría a sentirse menos ansioso, pero cuando tomó el encendedor con la intención de acercarlo al cigarrillo, levantó la mirada encontrándose con aquella rubia que tanto quería ver.

En ese momento se olvidó por completo de sus ganas de fumar, guardando rápidamente todo, teniendo el impulso de correr hacia ella, pero al contrario, decidió caminar intentando ignorar cómo su corazón brincaba emocionado.

—Llegas tarde —mencionó con una sonrisa que no era capaz de esconder, por más que lo intentaba.

—Decidí caminar —respondió jugando una de las mangas de su suéter rosado.

—No deberías hacerlo. Es mejor opción el taxi, además que llegas a la hora acordada.

—Ya, me gusta caminar.

—Sobre todo porque terminas agotada, ¿verdad? —bromeó mientras notaba cómo ella parecía esforzarse fingir estar normal, aunque su pecho subía y bajaba por su respiración pesada.

—Estoy bien —aseguró asintiendo repetidamente—. ¿Me puedes dar un vaso de agua?

—Vamos adentro.

Este volteó para caminar hacia su casa, para que al entrar cerrara la puerta con llave, Neveah sorprendiéndose al escuchar la música que sonaba como a rock, algo que ella no escuchaba para nada, pero tampoco le desagradaba, ya estaba acostumbrándose gracias a él.

La fémina al verlo caminar hacia la cocina, miró a su alrededor, sintiéndose algo incómoda. La verdad era que no le agradaba demasiado estar allí, pues siempre parecía que el frío que sentía de por sí, aumentaba, además que temía que la madre de él pudiese llegar en cualquier momento.

—¿Tienes frío? —preguntó algo asombrado mientras se acercaba con el vaso de agua, por lo que ella fue consciente de que estaba frotándose los brazos en un intento de darse calor.

—Sólo un poco —respondió tomando el vaso para comenzar a beber, sintiendo cómo refrescaba su garganta.

—Qué extraño. Hoy estuvo bastante lindo el día, hasta mírame a mi —extendió sus brazos, por lo que ella se tensó al notar que llevaba una camiseta—. Vaya, sí que tenías sed. ¿Lo ves? Ya no debes caminar hasta aquí.

Neveah decidió ignorarlo, y él tomó el vaso para dejarlo en la mesa, sin poder apartar la mirada de ella.

—Vamos a mi habitación.

Neveah pasó por su lado para dirigirse a su habitación mientras Jungkook intentaba olvidar la situación reciente, además pensaba que era algo estúpido y sin importancia, aunque no comprendía porqué algunas cosas de ella despertaban cierta inquietes en su interior.

—Debes seguir cansada, así que puedes recostarte —habló al entrar.

—Sí, bueno, no es como si hiciéramos otra cosa cuando estamos juntos —recalcó divertida, recostándose en la orilla de la cama.

—Disculpa por no ser nada divertido —rodó los ojos, pero acabo soltando una ligera risa.

Este tomó asiento, apoyando su espalda en el respaldo mientras observaba a la rubia que apoyaba la cabeza en uno de sus brazos, pareciendo relajarse. Las veces que se veían en su casa era siempre así, recostados en su cama mientras conversaban u otras veces tan sólo se quedaban en silencio, Jungkook observándola a pesar de que ella jamás podía mantenerle la mirada por más de unos segundos, y cuando este notaba cómo parecía estar cohibida, buscaba el contacto con ella. Quería que volviera a relajarse, y al tenerla en sus brazos mientras la seguridad volvía también a él, seguía sus impulsos de besarla.

En esos momentos de inseguridad, se detestaba demasiado, pues jamás fue así, siquiera era él quien sufría por querer contacto físico o besar a alguien y no atreverse a dar ese paso por miedo a como fuese actuar la otra persona. Sólo había estado con dos personas, la primera siquiera podía acordarse bien porque fue durante el tiempo en que se había perdido junto a Jimin, y sólo habían estado dos veces. Luego había sido Soowon, y aunque con ella fue completamente distinto porque estuvieron meses, jamás sintió aquellos nervios, ni ganas de estar cerca suyo, pues la que sufría por eso y temía por su reacción, fue ella. 

Quizás se debía a que lo que sentía por Neveah era algo más sentimental, no lo sabía.

Jungkook decidió tomar su cámara de video para así intentar calmar sus impulsos, pues sentía que si los seguía, probablemente, se vería como alguien desesperado y podría ahuyentarla al ser ella demasiado tranquila. Y es que no entendía cómo podía ser así. No entendía lo que sentía, lo que pensaba, no la entendía en absoluto, pero temía cada vez más que Neveah no estuviese sintiendo lo mismo que él, porque por su manera de actuar como si no necesitase nada de él, se lo hacía pensar.

La última filmación había comenzado a reproducirse y una sonrisa apareció en su rostro al ver a sus mejores amigos, lo cual hizo que la rubia sintiese curiosidad.

—¿Qué ves? 

—Esto —respondió al dar vuelta la pantalla.

Neveah se inclinó hacia adelante para poder ver mejor, y soltó una ligera risa al ver al pelinaranja y peliazul empujándose para molestarse, lo que hizo que Jungkook quedase embelesado, aunque ella ni siquiera lo notó al volver a recostarse.

—Jimin no se ve como nada el chico que conocí hace unas semanas.

—Oh, es que la situación fue una mierda, además que no te conoce —explicó haciendo una mueca—. Quizás si te presento, él se daría cuenta que eres maravillosa y se mostraría como realmente es, aunque sigue siendo también un hablamierda, pero es divertido —Neveah se esforzó por intentar sonreír, lo que Jungkook notó rápidamente—. Sólo si tú quieres, claro

—¿Jimin y Taehyung siempre se llevan así? —decidió desviar un poco la conversación, y este asintió repetidamente con una pequeña sonrisa.

—Son demasiados unidos, creo que por esa razón a veces no se soportan y llegan a pelear —explicó provocando que ella soltase una ligera risa, pues el imaginarlos constantemente se le hacía divertido.

Jungkook estaba encantado de verla y escucharla, pues hasta sentía que aquella tensión que se había formado antes, se esfumaba, y ella se sentía nuevamente cómoda con él. Bajó la mirada a la cámara de video mientras una idea atravesaba su cabeza.

—¿Y tú? ¿Cómo eres con ellos? —indagó curiosa sin borrar la sonrisa.

—Cómo tú me conoces.

—No lo creo.

—Bueno, en realidad mi relación con Seokjin es un poco cómo la de ellos, pero es que el que sea mayor, no lo le quita lo molesto —aseguró volviendo a hacerla reír.

—Quizás tú también lo eres para él.

—¿Tú crees? —preguntó mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro al verla por la pantalla como ella asentía repetidamente con una sonrisa, sin darse cuenta en absoluto que estaba siendo filmada por él, ya que no lo miraba por estar concentrada en la manga de su suéter con el que seguía jugando—. ¿Y tú te llevas así con tus amigos?

—No —respondió borrando lentamente la sonrisa, lo que hizo que la de Jungkook igual.

—¿Por qué?

—Es más como una relación de amigos en la que se preocupan demasiado por mí, más que nada Namjoon que hasta es demasiado sobreprotector —explicó haciendo una mueca, pero al levantar la mirada y notar cómo Jungkook parecía apuntar hacia ella, abrió los ojos a la par a la vez que apoyaba el peso en sus brazos para levantarse un poco—. ¿Qué haces?

—N-Nada...—respondió rápidamente, cortando la filmación para dejar la cámara de video en la mesa de noche, sintiendo su rostro arder por la vergüenza de haber sido descubierto.

—¿Seguro?

—¿Y ellos saben sobre lo que...?

—Sí —decidió interrumpirlo—. Saben que estuve en el hospital y toda esa mierda, por eso son así conmigo.

—Comprendo. Supongo que está bien...

—A veces me gustaría que no fueran así, que no me vieran como alguien que es capaz de romperse en cualquier momento —confesó por lo bajo, conectando sus miradas.

Jungkook tragó con dificultad, decidiendo dejar un poco sus inseguridades de lado, para así inclinarse hacia adelante para acercarse a ella, notando cómo abría los ojos a la par por un momento y se tensaba.

—¿Y cómo te gustaría que te vieran, Neveah? —preguntó con suavidad, llevando la mano a su barbilla para conectar sus miradas.

—N-No lo sé —musitó nerviosa—. Tan sólo que no me recuerden todo el jodido tiempo que... mi mente está enferma.

—¿Yo te hago recordar eso?

—Ambos estamos jodidos, así que claro que lo recuerdo, pero... me siento cómoda contigo —respondió provocando que este se relajase.

—Ayer quería verte.

—Nos vimos el viernes, Jungkook —recalcó soltando una ligera risa.

—Pero sólo nos saludamos de lejos, y cuando te busqué, ya no estabas.

—Pero nos vimos.

—Quiero verte todos los días, y no sólo para para saludarte de lejos —rodó los ojos.

—¿P-Por qué?

—Porque no sé qué diablos me has hecho, pero cuando no estás conmigo, siento que... te necesito con locura —confesó intentando dejar sus nervios de lado mientras su respiración iba volviéndose pesada, pero aún así, acariciaba su barbilla con el pulgar—. ¿Acaso a ti no te sucede lo mismo?

—N-No lo sé —musitó con sus mejillas sonrosadas y desviando la mirada.

Jungkook no quería creer que era verdad lo que decía, prefería creer que estaba sonrojándose porque a ella le pasaba exactamente lo mismo, pero estaba demasiado nerviosa como para admitirlo mirándolo a los ojos.

—¿Neveah...? —ella conectó sus miradas, intentando respirar moderadamente, aunque los nervios la invadían al punto de querer huir—. Creo que a esto se refería Min cuando me dijo que necesitaba una conexión verdadera con alguien.

—¿Por qué lo dices?

—Porque quiero estar contigo —respondió sorprendiéndola—. ¿Acaso las personas rotas no pueden amar y ser amadas?

—Yoongi dice que juntas no hacen una buena combinación y nada bueno puede salir de eso —comentó bajando la cabeza, recordando su última conversación del viernes con él.

—Yo no quiero lastimarte nunca más —murmuró obligándola a mirarlo para que notase la sinceridad en su oscura mirada.

—Yo tampoco quiero lastimarte, al contrario, quiero ayudarte.

—Pues, si es así, entonces, yo creo que nosotros sí podemos hacernos bien —aseguró con una tímida sonrisa.

Neveah parecía no ser capaz de decir algo, pero él dejó un beso en la punta de su nariz, para luego depositar otro en sus esponjosos labios, notando cómo ella sonreía tímida. En ese momento notaba que no le había incomodado para nada y, al contrario, estaba aceptando que estuvieran juntos, por lo comenzó a dejar besos por una de sus mejillas deslizándolos hasta sus labios.
Podía sentir cómo la fémina se estremecía ante eso, aferrándose a sus fuertes brazos, pero al no decir nada, y dejarse llevar por las exquisitas sensaciones, comenzó a posicionarse sobre ella.

Ambos sentían cómo la temperatura aumentaba en la pequeña habitación, despertando la lujuria, por lo que las caricias dulces por parte del pelinegro comenzaron a volverse algo obscenas sobre la ropa, recorriendo su cuerpo, escuchándola jadear mientras seguía besando su cuello, pasando su lengua y succionando, hasta volver a subir a sus labios. Los atacaba como si hubiese contenido ese impulso por mucho tiempo, lo que en cierta manera era cierto, porque había pasado días sin probarlos.

Este subió una de sus manos, buscando sus pequeños senos, mientras sus lenguas luchaban por el dominio aumentando así la lujuria, por lo que volvió a bajar la mano tomando el borde del suéter, pero ella la llevó a su muñeca haciéndole detener y que rompiese el beso.

—Esta vez ya no tengo miedo de que me veas sin ropa y con las cicatrices que llevo —expresó entrecortado a causa de su respiración pesada—. Pero si tú... si no quieres que te vea, está bien. Podemos detenernos —asintió con una pequeña sonrisa tranquilizadora.

Neveah desvió la mirada, su cabeza estaba volviéndose un caos al pensar que Jungkook podría sentir asco si la veía desnuda. Sus latidos se estaban acelerando y su visión se volvía nublada, estaba demasiado histérica y no podía pensar con claridad, pero este fue capaz de notar eso con gran facilidad, por lo que la tomó de la barbilla.

—Hey, tranquila...—murmuró juntando sus frentes—, no tiene que pasar si no quieres. No me importa si no follamos, lo que quiero es estar contigo.

Este dejó un beso en su frente, nariz y labios, limpiando con los pulgares las lágrimas que brotaban. Luego de eso, quiso ubicarse a su lado para así poder abrazarla, quería más que nada que volviese a relajarse, pero ella enterró los dedos en sus fuertes bíceps, deteniéndolo.

—¿E-En verdad no pasaría nada malo si me ves... sin ropa? —preguntó por lo bajo, con su voz mas aguda de lo normal.

—¿Me permites demostrártelo?

Ella levantó la mirada encontrándose con sus grandes orbes oscuros que contenían un brillo de ilusión, mientras que él al ver los suyos verdes llenos de inseguridades, pensaba en que nunca antes había visto unos ojos más lindos, y quería poder quitarle todas esas inseguridades.

Jungkook parecía haberse perdido en Neveah por más que vio cómo sus labios se movían diciéndole una respuesta, pero ella al notar que seguía sin reaccionar, acortó la distancia, atreviéndose a juntar sus labios. Aquel primer beso fue lento, lleno de dulzura, tomándose el tiempo necesario para saborearse.
Este comenzó a bajar su mano para tomar el borde de su suéter, quitándoselo junto a su camiseta para tirarlos en algún lado de la habitación, observando el sostén de encaje rosado que llevaba que a pesar de que sus senos no sobresalían, podía notar sus pezones erectos.

Jungkook se quitó la camiseta tirándola juntó a las demás prendas, para volver a juntar sus labios con los de ella, mientras sus manos tibias se dirigían a la espalda sintiendo cómo se estremecía ante su toque, hasta que pudo desprender el sostén y hacerlo a un lado. Neveah comenzaba a sentir el impulso de cubrirse, pero Jungkook volvió a bajar los besos sobre su cuello, deslizándolos sobre sus hombros, su pecho, hasta llegar entre medio de sus senos llevando las manos a estos, pellizcando delicadamente sus pezones mientras la escuchaba jadear. Sus labios se dirigieron a uno de esos, pasando la lengua, succionándolo, mientras con su otra mano se encargaba de jugar con su otro seno. La fémina arqueaba su espalda mientras gemía, pasando una de las manos por el cabello del joven, empuñándolo, lo cual le hizo gruñir satisfecho.
Estaba realmente encantado de tenerla de esa manera debajo de él, besando cada centímetro de su cuerpo, pese que al bajar los besos por su abdomen y pasar una de las manos por sus costillas pudo sentir cómo se marcaban más de lo esperado, pero decidió concentrarse en lo que ambos estaban sintiendo. Quería que notase que no importaba lo pálida que fuese su piel, las pecas que lo bañaban sus hombros, cómo podía sentir con sus caricias lo delgada que estaba, porque él estaba embobado por ella.

Así fueron deshaciéndose de la ropa que estorbaba, hasta ella quedar completamente desnuda y Jungkook en bóxers. Él la miraba pensando en lo hermosa y delicada que se veía ante sus ojos, de sus labios queriendo escapar algo sobre eso, pero temía arruinarlo por cómo ella actuaba ante sus inseguridades. Y tras deleitar su mirar, volvió a colocarse sobre ella para besarla, provocando un ligero roce entre sus sexos que les hizo estremecer. Neveah gimió por lo bajo, arqueándose, por lo que eso despertó aún más la excitación del pelinegro.

—Quiero estar dentro de ti, Neveah —murmuró rozando sus húmedos labios en la oreja de ella.

—¿Tienes condón? —preguntó acariciando su corto cabello, volviendo a causar una fricción que le hizo cerrar los ojos y gemir.

—Sí...

—Búscalo.

Este no dudó ni un segundo en obedecer, acercándose a la mesa de noche para abrir el cajón y sacar un paquete mientras que Neveah se sentaba abrazando sus rodillas para cubrir su cuerpo desnudo. Jungkook se había quitado los bóxers negros, para así comenzar a desenrollar el condón sobre la base de su miembro erecto, pero su mirada fue a la fémina, notando cómo sus mejillas estaban sonrosadas, abrazándose las rodillas mientras los huesos en su espalda se marcaban, lo que le hizo desviar nuevamente la mirada al darse cuenta que ya había terminado de colocarse el condón, intentando ignorar la presión en su pecho.

Nuevamente se acercó a ella que seguía abrazándose, la tomó delicadamente de la barbilla y juntó sus labios en un pequeño beso. Al notar cómo sonreía tímida, le devolvió la sonrisa por un momento para luego volver a juntar sus labios en un beso suave, pasando la lengua por su labio inferior para pedirle acceso, el cual le dio rápidamente. Así, poco a poco, Neveah fue dejándose llevar nuevamente mientras él se colocaba sobre ella que abría sus piernas.

Jungkook tomó su miembro comenzando a frotarlo sobre el sexo de ella, que cerraba los ojos con fuerza, diciéndose que debía relajarse y disfrutar, aunque la excitación que había logrado sentir en un momento, parecía haber desaparecido. Este siguió haciéndolo, a pesar de que era una tortura para él que ardía de deseo por estar dentro de ella, pero podía sentir lo tensa que estaba, hasta que la escuchó jadear sobre sus labios.

Ansioso, no pudo seguir soportándolo más, dirigió su miembro a la entrada de su sexo, y fue empujando lentamente, porque a pesar de su necesidad de hacer suya a la mujer que estaba causando sentimientos inesperados, quería disfrutar plenamente del momento y que supiera que la cuidaría hasta de él mismo y de sus impulsos.

Ambos estaban con sus ojos cerrados, completamente inmóviles, acostumbrándose a la sensación de sus cuerpos entrelazados, mientras Neveah mordía su labio inferior a la vez que tenía enterradas las uñas en la espalda de Jungkook que disfrutaba de aquella sensación de ardor mezclada con placer.
La rubia se sentía completamente llena, intentando ignorar el dolor, mientras él sentía lo estrecha que se encontraba, pero su miembro aprisionado y la calidez, lo enloquecían de placer.

El dolor y la incomodidad duraron unos pocos minutos para Neveah, para convertirse en un delicioso cosquilleo del que comenzaba a querer más. Jungkook besaba su cuello, pasando la lengua por este mientras ella le daba más accesibilidad al girar la cabeza para el lado contrario, por lo que este al sentir también como se arqueaba, comenzó a aumentar las embestidas.

—M-Más...—murmuró sorprendiéndolo, por lo que este levantó la cabeza para mirarla—. Quiero más, Jungkook.

Podía ver su rostro sonrojado por la timidez, pero este no dudó en obedecer, dándose cuenta que entre más rápido y fuerte la embestía, parecía que más placer sentía.

—¿Se siente bien? ¿Te gusta así, Neveah? —preguntó con voz profunda en su oído.

La fémina lo tomó de la nuca, juntando sus labios en un beso apasionado que fue la respuesta que necesitaba Jungkook, para así saber que ambos estaban perdiéndose en el gran placer que se generaban. Ella estaba correspondiendo a sus besos, a sus caricias, a las embestidas que cada vez que se alejaba para tomar impulso, Neveah alzaba las caderas contra su pelvis para mantenerlo dentro de ella.

Gemían y jadeaban entre besos, Neveah sintiendo que se volvería loca por Jungkook, tanto así, que estaba segura que ya no podría soportar tanto placer. Pues, Jungkook había bajado una de las manos a su hinchado clítoris, haciendo movimientos circulares sobre este, ya que esta vez se aseguraría que ella tuviese también su orgasmo porque no quería ser el único en satisfacerse.

La rubia sintió cómo unas deliciosas sensaciones recorrían su cuerpo sin piedad, mientras se arqueaba echando la cabeza hacia atrás. Se aferró a él entregándose por completo al placer, chillando por el éxtasis mientras enterraba las uñas en la espalda de Jungkook, que gruñó en su oído. Este dio unas fuertes y desesperadas estocadas, hasta que golpeó potente dentro de ella, haciéndole sentir cómo se corría en el condón mientras gemía sonoramente en su cuello, enterrando el rostro en este.

Así se mantuvieron por unos segundos, sintiendo sus cuerpos calientes y sudados, como también la forma en que sus latidos eran acelerados, Jungkook sintiendo la necesidad de quedarse así por la eternidad, pero no podía ser. Se salió de su interior aún intentando recuperar el aliento, para quitarse el condón, pero dirigió la mirada a ella notándose enrojecida, llevando la mano a su pecho mientras intentaba recuperar el aliento.

—¿Estás bien? —preguntó con una pequeña sonrisa.

—Sí —asintió sentándose para cubrirse nuevamente con las piernas.

—Ya vuelvo para que descansemos —informó caminando hacia la puerta.

Jungkook se dirigía al baño para deshacerse del condón en el bote, mirándose en el espejo cómo estaba sudado, su rostro enrojecido, sin poder borrar la sonrisa, deseando volver al lado de Neveah.

En cuanto pudo recostarse, cubriéndose con la sábana como hacía ella, la envolvió con sus brazos para obligarla a apoyar la cabeza en su pecho. El tenerla entre sus brazos mientras acariciaba su cintura, subiendo hasta sus costillas que se sentía sobresalientes, tragó con dificultad mientras intentando ignorar la inquietes que se volvía a instalar en su pecho.

—Vamos a estar bien, Neveah —murmuró antes de dejar un beso en la coronilla de su cabeza, y cerrar los ojos para intentar descansar junto a ella.

¡Hola!

¿Qué les pareció el capítulo de hoy? ¿Les gusta el cambio que dio Jungkook? ¿Creen que puedan ayudarse a avanzar? ¿Será que es buena idea que estén juntos o Yoongi tiene razón con lo que dice?

Tenía planeado en un momento que Jungkook fuese bien red flag, hasta con la protagonista, pero decidí que con ella no lo fuera porque es algo que ya tengo en bastantes historias, además que estoy empezando a adorar hacer personajes de JK bien bonitos jajsjsj perdón si alguien quería sí fuera red flag con Neveah

Tuve que dividir el capítulo, creo que faltaron como unas 4 escenas, pero pasa que cuando quise ver, ya me acercaba a las 9K y si continuaba iba a ser como de 15k como la mayoría de mis OS, así que dije, mejor lo divido.

Espero que les haya gustado, si es así, no se olviden de votar y comentar

¡Nos leemos pronto!

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