OO1 | PRIMERA SESIÓN GRUPAL
Neveah Moore caminaba por el pasillo de la Universidad mientras empuñaba los bordes de su suéter rosado, deseando poder ignorar las intensas miradas de quienes pasaban por sus lados. Siempre era lo mismo. Una completa tortura para ella porque eso provocaba que sus malos pensamientos volvieran, y tuviera que luchar consigo misma para no creerse que todo estaba mal con ella, así que tenía que intentar relajarse y distraerse con algo más.
Eso le hacía odiar el estar sola en ese momento, porque todo era más fácil cuando tenía a Jihyun y a Namjoon a su lado. Sus mejores amigos que aún le dificultaba poder creerse que la aceptaran, pese a haber estado internada en un hospital psiquiátrico, que estuviera llena de problemas y defectos, y que muchos hablaran sobre todo eso. Pues, sus mejores amigos parecían quererla como si a pesar de todo eso pudieran ver algo bueno en ella, lo cual le desesperaba no poder encontrar porque así sería más fácil poder avanzar.
Al sentir su celular vibrar en el bolsillo de sus jeans holgados, lo sacó observando que se trataba de un recordatorio que provocaba su gran frustración y que recordase la última sesión con su terapeuta.
«Me parece que sería una buena idea que empieces terapia grupal. Hay muchos jóvenes que también están pasando por un proceso difícil, donde podrás sentirte aunque sea un poco identificada con algunos» mencionó el terapeuta Min Yoongi, mientras le daba toques con el bolígrafo a la libreta que tenía sobre sus piernas cruzadas.
«Olvídelo. No quiero para nada encontrarme con otras personas por más que también estén mal» respondió desinteresada, desviando la mirada hacia la ventana.
«Pues, opino que es bueno que puedas escuchar sus historias, que puedas relacionarte con más personas. Necesitas hacerlo, Neveah»
«Por si lo olvida, ya no lo necesito. Ya tengo a dos amigos» recalcó volviendo su mirada a él, sonriendo falsamente sin enseñar los dientes.
«Sabes a lo que me refiero. Necesitas aprender a relacionarte más, y esto podría ser de gran ayuda...»
«Dije que no. Y si va a continuar con eso, entonces, me voy ahora» se levantó tomando su mochila para comenzar a caminar hacia la puerta.
«No digas que no. Dime que al menos lo pensarás, ¿sí?» pidió haciendo que ella volteara a verlo frustrada.
«No...»
«Sólo piénsalo bien, Neveah»
Y ahora tenía la primera sesión grupal, la cual todavía no se creía haber sido capaz de aceptar. Pues, odiaba pensar en la sola idea de que estaría con más personas, que podrían mirarla y juzgarla como todos hacían siempre, o al menos eso sentía, creyendo que era fácil de notar que no estaba bien de la cabeza, que todo estaba mal con ella. Principalmente, su cuerpo.
Un cuerpo que Neveah odiaba, al punto de no soportar verse en el espejo porque le daba asco, y le hacía desear tantas cosas que no estaban bien. Recaer era una.
Sin más, salió de la Universidad mientras sacaba los auriculares del bolsillo pequeño de su mochila, para así colocar música y comenzar a caminar tranquilamente hacia la parada del autobús.
Durante el viaje miraba por la ventanilla con una expresión de aburrimiento en su rostro, olvidándose completamente de dónde tenía que ir, pues todo lo que podía pensar era en que seguía siendo una agonía vivir. Sabía que ese pensamiento no estaba bien, que no era una buena señal de que estaba avanzando, pero ¿cómo podía quitárselo cuando llevaba años instalado en su cabeza?
No importaba que llevara más de un año de terapia con Min Yoongi, porque sentía que pesaba mucho más los años que llevaba con aquel pensamiento. Quizás si fuese más bonita, si fuese más delgada, si fuese "normal" su visión ante la vida sería una completamente diferente. Pero seguía siendo la misma mierda.
Al estar en el hospital psiquiátrico, el cual visitaba constantemente por las sesiones con su terapeuta, suspiró frustrada guardando los auriculares nuevamente en el bolsillo pequeño de su mochila. En cuanto estuvo frente a la puerta, tomó una bocanada de aire diciéndose que podía hacerlo, que quizás no sería tan malo como creía, tomando así el valor suficiente para abrir la puerta.
La cerró nerviosa tras su espalda, observando cómo su terapeuta, Min Yoongi, se encontraba sentado en medio y otras personas a su alrededor, quienes tenían su mirada fija en ella. Eso le provocaba demasiada inseguridad, que aquellos malos pensamientos volvieran a ella al estar segura que debían estar juzgándola, quizás porque por su vestimenta holgada era notable que intentaba ocultar algo, por su cabello rubio que llevaba atado en una coleta y algunos mechones cortos escapaban de esta, por su mal aspecto.
En ese momento se decía que quizás debía empezar a maquillarse, pero estaba segura que eso no cubriría sus ojeras, que no sería capaz de ayudarla a verse, aunque sea, un poco bonita.
Volvió a dirigir su mirada a su terapeuta, el cual llevaba su cabello azabache algo largo, ondulado y dividido, una polera gris, chaqueta, pantalones y zapatos negros.
Su mirada felina estaba puesta en ella, provocando que se pusiera más nerviosa, por lo que deseaba que la apartara para que así los de a su alrededor también lo hicieran.
—Neveah, estábamos esperándote —mencionó con una pequeña sonrisa de alivio, Yoongi—. Pasa. Toma asiento, por favor.
Ella caminó con gran inseguridad, notando que había dos sillas vacías, por lo que escogió la que estaba al lado de un joven que medio sonrió y movió la mano en forma de saludo. Se trataba de Yeonjong, el cual seguía todavía internado.
No podía decirse que tenían una amistad, ya que habían hablado pocas veces cuando estuvo internada y decidían jugar al ajedrez porque no había nada mas entretenido que hacer. La fémina notó incontables veces las cicatrices en sus brazos, las cuales parecían haber sido profundas y resaltaban de gran manera pese a que eran antiguas.
Ahora el tan sólo recordar eso, hizo que tragase con dificultad al recordar también porqué acabó allí. Pero decidió medio sonreírle de regreso, fijando su vista en Yoongi que miraba la silla vacía al lado de él, como si pareciera frustrado.
Eso llamó la atención de la rabia, ¿acaso faltaba alguien más?
—Bien, quizás deberíamos comenzar...—habló mirando el reloj de su muñeca, pero fue interrumpido por un portazo que hizo que se sobresaltaran.
Los siete voltearon a ver cómo un joven de cabello corto, despeinado y azabache, se acercaba despreocupadamente, llevando una camiseta negra sin mangas que enseñaba su brazo derecho lleno de tatuajes, algunos coloridos, lo que lograba que fueran más llamativos para los demás. Tenía unos jeans desgastados y holgados, zapatillas negras y una mochila del mismo color, tomándola por una de las correas.
—Buenos días.
—Buenos días. Estaba comenzando a pensar que no vendrías, Jungkook.
—Lo había olvidado, pero aquí estoy —respondió encogiéndose de hombros, dejando la mochila a un lado de la silla, para tomar asiento despreocupadamente.
Este fijó su mirada en Neveah, que también la tenía sobre él, pero en ese momento sintió cómo se estremecía porque este sonrió falsamente mientras movía una de las manos en forma de saludo. Eso le hizo saber rápidamente que la conocía, lo cual era todo una sorpresa para ella que creía que imposible que supiera que compartían clases.
La fémina volvió a tragar con dificultad, pues lo que era más llamativo de Jungkook, además de sus tatuajes, era el hecho de que llevaba dos piercings en el costado derecho de su labio inferior y cómo parecía ser que siempre le gustaba llevar un ahumado negro en sus ojos oscuros y profundos, haciendo que resaltasen mucho más.
Rápidamente ella desvió la mirada, cruzándose de brazos porque apenas llevaba dos minutos allí y se daba cuenta que había acertado en que sería una tortura. Quería marcharse de una vez.
—Bien, ahora que ya están todos, podemos comenzar —mencionó Yoongi, llamando la atención de los presentes—. ¿Por qué no comienzas tú, Jungkook? ¿Cómo sientes el nuevo comienzo de la Universidad?
Jungkook ladeó la cabeza mientras se echaba hacia atrás en la silla, humedeciendo sus labios como si estuviera pensando en una respuesta. Neveah no podía dejar de ver cómo se mostraba tan despreocupado, teniendo sus piernas abiertas y sus brazos cruzados. En ese momento deseaba poder mostrarse, aunque sea, un poco como él que parecía pasar de todas las intensas miradas.
—Una mierda —respondió conectando su mirada con Yoongi que asintió repetidamente como si no hubiese esperado otra cosa.
—¿Por qué?
—La misma Universidad de mierda, los mismos compañeros de mierda, profesores distintos, pero de mierda, más información de mierda que no va a servirme para nada, ¡porque no voy a tener jamás un buen futuro! —aseguró encogiéndose de hombros, sin sentir en absoluto la mirada de tres jóvenes, entre ellos Yeonjong que parecía preocupado—. Pero sigue gustándome la comida que sirven.
Yoongi soltó un suspiro mientras cerraba los ojos por un momento, lo que hizo que Neveah recordara que dos veces había actuado de la misma manera con ella. Eso significaba que estaba intentando mantener la calma.
Así los minutos comenzaron a pasar mientras Neveah parecía más entretenida en jugar con los bordes de su suéter a escuchar lo que cada uno tenía para decir, y es que siquiera quería estar allí. Se daba cuenta que había cometido un gran error en haberse dado algo de esperanza, cometió un gran error en seguir el consejo de su terapeuta.
Jungkook había sido el primero en marcharse, luego los demás por detrás, pero Neveah se quedó allí sentada completamente sola. Pues, estaba perdida en sus pensamientos y no tenía ánimo alguno para salir, para tomar el autobús de regreso a su casa.
Mientras tanto, Yoongi regresó con la libreta y el bolígrafo en su mano, sorprendiéndose de ver a la fémina todavía sentada.
—Hey, ¿qué haces todavía aquí, Neveah? —preguntó provocando que se tensara—. Esperaba que fueras de las primeras en marcharse.
Ella tomó la mochila que dejó al lado de la silla y se la colocó mientras suspiraba, detestando de cierta manera que la haya visto todavía allí, que le estuviese hablando.
—Pues, ya me voy.
—Has hecho bien en aceptar venir —comentó cuando ella volteó para comenzar a caminar hacia la puerta, lo que hizo que se detuviera y girase a verlo frustrada—. Ésto puede ayudarte más. Créeme.
—Ajá...
—¿Qué sucede?
—Nada —respondió cruzándose de brazos.
—¿Quieres contarme en la sesión que tendremos en unos días?
—No. Dije que no me sucede nada —recalcó comenzando a caminar nuevamente.
—¡Neveah! —alzó la voz, haciendo que se detuviera nuevamente y girase a verlo agotada—. Cada vez que te abres un poco conmigo, vuelves a cerrarte de esta forma. Para que esto funcione como quieres, tienes que seguir abriéndote...
La fémina soltó una risa amarga, provocando que este decidiera callarse por el desconcierto.
—¿Por qué siempre debo ser yo la que hable? ¿Qué hay de usted? —cuestionó frunciendo el ceño.
—¿De mí?
—Llevo más de un año con las jodidas sesiones y no sé absolutamente nada de usted más que su nombre —espetó alzando una ceja mientras él parecía algo sorprendido.
—Porque esto se trata de ti, no de mí. Tú eres la paciente, Neveah —apuntó acercándose—. ¿Por qué debería hablar de mí?
—Pues, no confío en usted...
—Escucha...
—Debo irme a casa.
—¡Espera! —antes de cruzar por la puerta, volvió a voltear a verlo, desconcertándose cuando lo vio sacar del bolsillo de su chaqueta una tarjeta blanca—. Este es mi número.
—¿Por qué me da esto? —cuestionó riendo amarga mientras veía la tarjeta.
—Llámame si me necesitas.
—Mire...
—No lo pienses y hazlo —la interrumpió sorprendiéndola—. Mientras tanto, nos vemos el sábado.
Ella asintió sin saber qué decir en absoluto, para luego volver a retomar el camino mientras guardaba la tarjeta en el bolsillo trasero de sus pantalones.
No podía creerse para nada que su terapeuta haya decidido darle su número, pero eso, de alguna manera, le daba algo de calma.
(...)
Min Yoongi abrió los ojos, pero al sentir cómo la claridad lo cegaba volvió a cerrarlos mientras gruñía. Medio giró estirando su brazo, palmeando el colchón al buscar a su esposa que debería estar durmiendo a su lado, pero no estaba ahí, como la mayoría de veces en el último tiempo.
Abría y cerraba los ojos intentando acostumbrarse a la claridad, pudiendo divisar el lado vacío junto a él, lo que provocó que sintiese una presión instalarse en su pecho. Se preguntaba dónde estaba ya que el reloj en la mesa de noche marcaba las 08:10 AM.
La curiosidad lo invadía cada vez más, aunque debía estar acostumbrándose a que no estuviera la mayoría de días, pero eso era cuando siquiera llegaba a dormir, y la noche anterior sí había ido a la cama junto a él. Hasta luego de tanto le permitió que la abrazara para dormir, aunque no lo había dejado avanzar como él quería al estar sintiendo nuevamente la necesidad.
Pues, solían ser un matrimonio bastante sexual, pero Yoongi no podía recordar en qué momento esa llama se apagó. No era que había dejado de atraerle de esa manera, porque Miseon siempre lo volvió loco de todas las maneras posibles. Simplemente, no sabía en qué momento había dejado de hablar con ella.
Al escuchar ruidos provenientes de la sala, decidió levantarse por más que siguiera algo somnoliento. Necesitaba que su esposa volviera junto a él a la cama, aunque tuviese que levantarse en unos pocos minutos, pero en ese momento era más importante asegurarse de que estaban bien. Algo que hacía bastante no sucedía, pero él quizás no era muy consciente de eso.
Pasó los dedos por las hebras de su cabello echándolo hacia atrás, aunque rápidamente volvieron a caer hacia sus costados, rozando sus pómulos. Yoongi entró a la sala, frunciendo el ceño al ver a su esposa tomando la chaqueta que dejó sobre el sofá, pero lo que más le desconcertó fue ver la maleta a un costado.
—Cariño, ¿qué estás haciendo? —preguntó con voz profunda, provocando que ella se paralizara por un momento—. ¿Qué haces con esa maleta? ¿Por qué no vuelves a la cama?
La castaña giró a verlo mientras tragaba con dificultad, Yoongi buscaba alguna respuesta en sus orbes cafés, pero tan sólo podía notar sus nervios y cómo luchaba consigo misma. En ese momento, deseaba poder ayudarla a que hablase con él.
—Me voy, Yoongi —respondió tomando la maleta.
—¿A dónde? ¿A Daegu? —indagó acercándose, desconcertándose cuando escuchó una risa amarga de su parte—. ¿Por qué no me dijiste nada?
—No. No me voy a Daegu —aclaró intentando seguir manteniéndole la mirada y no debilitarse—. Me marcho.
—¿Qué? ¿D-De qué hablas? ¿Por qué?
La mujer volteó para comenzar a caminar, decidiendo ignorarlo al ya no poder seguir allí y mucho menos viéndolo, por algo había aprovechado el momento en que él descansaba, pero Yoongi no iba a quedarse así. Este comenzó a seguirla, apresurando el paso cuando ella llegó la puerta para abrirla, la tomó del brazo para detenerla, pero Miseon se soltó bruscamente.
—¡Hey! ¡¿Qué te sucede?!
—¡Déjame ir! —ordenó volteando nuevamente para salir.
A pesar de eso, Yoongi no dudó ni un momento en salir, observando el cielo nublado y sintiendo cómo su piel se erizaba ante la brisa fresca.
—¡Miseon, no te vayas así! ¡Hablemos, por favor! —pidió observando cómo ella abría la puerta trasera del coche para subir la maleta con algo de dificultad—. ¡Cariño...!
—¡Ya basta, carajo! ¡No hay nada que hablar!
—¡¿Cómo puedes decir algo así?! ¡Llevamos trece años de matrimonio! —recalcó molesto—. ¡Dime algo, por Dios! ¡¿Cómo puedes dejarme así?!
—¡Porque ya no puedo seguir a tu lado! ¡Sólo me haces infeliz!
—¿Qué? —su voz salió casi inaudible, mientras intentaba procesar sus palabras—. E-Escucha, ésto tiene solución, ¿sí? —aseguró acercándose a paso cauteloso, observando cómo ella negaba con la cabeza, pero aún así tomó sus manos—. La tiene. No podemos echar a la basura todos los años que llevamos juntos, que llevamos amándonos. Tan sólo... busquemos la solución para que funcione. Quizás la terapia...
—¡Y sigues metiendo tu trabajo! ¡Siempre es tu maldito trabajo! ¡Siempre todos están mal y crees que yo también lo estoy, que necesitas arreglarme, pero no es así! —gritó con sus ojos cristalinos y empujándolo, provocando que este retrocediera—. ¡Yo no soy otra más de tus pacientes, idiota, soy tu esposa! ¡Todo este jodido tiempo he estado esperando que me dieras tan sólo un poco de tu atención! ¡Sólo necesitaba a mi esposo! —expresó dolida y con un hilo de voz—. Y seguiste jodiéndolo.
—Lo siento...—musitó intentando procesar sus palabras que seguían resonando en su cabeza, mientras que ella soltaba una ligera risa amarga.
—Ya es muy tarde, Yoongi.
—¡No! Yo... Yo cambiaré, ¿sí? —aseguró volviendo a acercarse, pero tan sólo acabó ganándose uno y otro empujón que le hizo perder el equilibrio—. ¡No hagas esto, por favor! ¡Entra a casa y hablemos!
—¡Déjame en paz o gritaré más! —exigió cuando este quiso volver a acercarse, por lo que se detuvo con mirándola rogante y con su respiración pesada.
—Voy a darte de mi tiempo otra vez, ¿sí?
—¡Ya no te amo, carajo! ¡Hace tiempo que dejé de hacerlo porque entendí que no vas a cambiar! —confesó provocando que él sintiese su corazón estrujarse y la mirase boquiabierto—. Ahora déjame ir de una vez. Esto ya no tiene arreglo.
La visión de Yoongi se había nublado mientras observaba cómo ella se subía a su coche, para así encender el motor y comenzar a marcharse. Este llevó las manos a su cabeza mientras intentaba respirar, pero la presión de su pecho hacía que eso se le dificultase.
Siquiera era capaz de sentir la intensas miradas, pero es que no podía dejar de pensar en qué momento se jodió todo entre ellos. Y es que Yoongi no sabía cuánto parecía haberse obsesionado con su trabajo, con intentar ayudar a sus pacientes, olvidando por completo las necesidades de su esposa.
Min Yoongi había enfriado la pasión, le había hasta quitado el sueño, provocando que los sentimientos de su esposa comenzaran a esfumarse por más que ella intentó aferrarse a los buenos recuerdos y a su amor. En el último tiempo cuando le decía lo que tanto había querido y esperado, no sentía nada, y cuando la tocaba tampoco le producía nada.
Por un momento, Miseon no lograba entender qué le sucedía, pero poco a poco todo se volvía claro, y era que junto a Yoongi era completamente infeliz.
Mientras tanto las lágrimas del terapeuta estaban comenzando a brotar, estando tan centrado en todo lo que estaba sintiendo que no lograba comprender. Era un caos.
(...)
Desde el momento en que Jungkook abrió los ojos aquella mañana sabiendo que debía ir a la Universidad, se sintió como una mierda. Y es que estaba agotado física como también mentalmente, deseando poder volver a cerrar los ojos y dejar de sentirse así alguna vez.
Por más que intentaba buscar algo bueno, no lo encontraba, su cabeza era un caos y se sentía completamente solo, sin nadie que pudiera alguna vez tenerle cariño. Pero estaba seguro de que eso era más que válido, pues siquiera él se quería.
—Te veo luego, bebé —dijo la joven que le tomaba de la mano.
Este asintió dispuesto a seguir su camino, pero ella depositó un beso sobre sus labios, para luego voltear y comenzar a caminar hacia un pequeño grupo de dos chicas y tres chicos.
—¡Espérenme, idiotas! —exigió alzando la voz, lo que hizo que este rodara los ojos.
¿Por qué se sentía tan sólo si tenía una novia? Era algo simple.
Jungkook se había fijado en ella el anterior año, durante las últimas semanas cuando uno de sus amigos le estaba haciendo comentarios desagradables por una fiesta en la que decidió asistir, y el caos se desató allí cuando los distintos grupos se agarraron a los golpes. Soowan -su novia-, lo había defendido de su amigo, lo cual sorprendió al pelinegro porque nunca nadie lo hacía. Pero rápidamente le hizo saber que no lo necesitaba, aunque a ella pareció no importarle en absoluto.
Luego de eso, este se encontraba sentado en unos de los bancos de madera de afuera de la Universidad, y ella se sentó a su lado ofreciéndole de su cigarrillo. Jungkook no dejaba de sorprenderse por su actitud, pero así comenzaron poco a poco a hablar, aunque ninguno parecía ser de muchas palabras.
De todas maneras, no iba a negarlo, aquella joven de cabello largo, rizado y azabache, ojos grandes y mieles, piel bronceada, de estatura alta y con un cuerpo que se notaba que se ejercitaba demasiado, se le hacía atractiva. Pero más que nada el hecho de tener demasiado carácter, por lo que no se le callaba a nadie y hasta no le importaba meterse en peleas.
Sentía que era alguien como él, aunque la diferencia era que ella no estaba jodida, así que a las dos semanas cuando le preguntó si quería ser su novio, aceptó sin importarle demasiado. Y ahora que el tiempo había pasado, creía que estaba bien con la relación que tenían, pues tampoco era como si estuviese involucrado sentimentalmente, estando seguro que ella tampoco.
No confiaba en Soowon, no se abría, siquiera ella sabía que asistía a terapia y no quería tampoco que lo supiera alguna vez. No quería que supiera nada de su vida, porque ya tenía suficiente con que una vez haya escuchado una discusión con su madre, y pese que ella fingió no escuchar nada, Jungkook notó rápidamente que le estaba mintiendo.
Lo de ellos era solamente pasar el rato.
Jungkook sintió una mirada, por lo que mientras caminaba hacia la entrada buscaba con la suya de dónde provenía, pero al no encontrarse con ninguna, ni ver a nadie que pudiera reconocer, siguió despreocupadamente su camino.
No le importaba en absoluto sus clases, es más, se la pasaba haciendo garabatos en su libreta, si es que no terminaba luchando por no dormirse. Siquiera sabía cómo muchas veces obtenía buenas calificaciones, pero eso en vez de satisfacerlo, no le provocaba nada, porque no sentía que eso fuese suficiente al estar seguro que, de todas maneras, era un completo desastre.
Al esperar el horario de que sus dos primeras aburridas clases acabaran, se dirigió al comedor de la Universidad para comprar su almuerzo. Lo único que le gustaba porque sentía que allí podía comer en paz.
Jungkook llevaba su bandeja y caminaba entre las mesas, observando los grupos que estaban formándose, hasta que no pudo evitar sorprenderse al encontrarse con una fémina de cabello rubio. Esta estaba sentada sola y miraba a su alrededor mientras mordía una de sus uñas, lo que hizo que el pelinegro sonriera.
Sin dudar se acercó, dejando caer la bandeja en la mesa, lo que hizo que por el estruendo lograra llamar la atención de algunas personas y que la joven se sobresaltara. Se sentó despreocupadamente en la silla, dejando la mochila a su lado, pudiendo sentir la mirada de confusión de ella.
—Buenos días, compañera de Producción audiovisual y Producción digital y, además, de terapia grupal —sonrió mientras abría la botella de agua para darle un gran sorbo.
Ella siquiera le respondió, tan sólo lo miraba con los ojos abiertos a la par, lo que hizo que Jungkook al dejar la botella en la mesa, la mirase por un momento. Llevaba su cabello corto atado en la típica coleta de siempre con algunos mechones que se escapaban, observó sus grandes ojos verdes con largas pestañas, su nariz pequeña y redonda, sus esponjosos labios rosados y algo resecos. Pero lo que le llamó la atención era la forma en que en su pálida piel llevaba esparcidas pecas por todo su rostro.
—¿Cómo has llevado la mañana? —preguntó antes de tomar un poco de arroz y llevarlo a su boca.
—B-Bien...—respondió de manera casi inaudible.
—También como la mierda, ¿verdad? —observó cómo ella desvió la mirada, como si buscara a alguien mientras se abrazaba a sí misma.
Neveah estaba realmente nerviosa, no se sentía cómoda con él cerca porque lo había visto por la mañana llegar junto a su novia, y ella sabía perfectamente lo que se rumoreaba sobre Soowon. Estaba negada a ser otra de sus víctimas, así que necesitaba que Jungkook mantuviera su distancia.
—¿Ya estás emocionada por la sesión de la semana que viene? —preguntó con cinismo, volviendo a concentrarse en su comida.
—No.
—Yo tampoco. Es un desastre —ladeó la cabeza. Volvió su mirada a ella, dándose cuenta que no tenía ninguna bandeja de comida, por lo que frunció el ceño—. ¿Quieres un poco?
Ella tragó con dificultad intentando no fijar su mirada en la comida, para conectarla nuevamente con él y negar repetidamente con la cabeza.
—Está bien —se encogió de hombros restándole importancia, para así volver a comer mientras ella intentaba ignorarlo a él, a sus sonidos, y principalmente a la voz de su cabeza. En ese momento se arrepentía de haber decidido esperar a sus dos mejores amigos.
—Ya están por llegar mis amigos —informó llamando su atención.
—¿Estás echándome? —preguntó algo sorprendido, lo que hizo que se pusiera más nerviosa.
—No. Es sólo que no te conocen.
—Pueden hacerlo ahora, ¿o a ellos no les agrado como a la mayoría? —cuestionó alzando una ceja.
—No es eso.
—Entonces, está todo bien.
—¿Por qué te has acercado? —preguntó al ya no poder seguir soportando la curiosidad—. No lo entiendo.
—Porque tú y yo parece que estamos igual de jodidos, así que vamos a poder entendernos, por lo que a partir de ahora somos amigos —respondió con una falsa sonrisa sin enseñar los dientes, dejándola atónita
¡Hola!
¿Qué les pareció el primer capítulo? Sé que puede no ser muy interesante, pero prometo que los siguientes lo serán y también cada vez más largos, aunque muy seguro que la historia cuente con tan sólo 5 o 6 capítulos.
Espero que de todas maneras les haya gustado, si es así no se olviden de votar y comentar
¡Nos leemos pronto!
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