O6 | FINAL
ADVERTENCIA: CAPÍTULO MÁS EXTENSO DE LO NORMAL Y CONTENIDO DELICADO
Jungkook salió rápidamente dando un portazo mientras sentía cómo su cabello se despeinaba por la brisa fresca. Había tanta rabia acumulada en su corazón de manera injusta, lo que a veces le provocaba un intenso dolor, y hoy era un día de esos donde terminaba descargándolo en personas inocentes. Pero ahora había provocado que su terapeuta que siempre parecía paciente a pesar de su manera de ser, lo que muchas veces aprovechaba, acabara explotando, lo que había sido una gran sorpresa para él que nunca lo vio de esa forma y ni se lo esperaba, sintiéndose humillado frente a todos.
Su sangre parecía hervir, por lo que quería marcharse de una vez del hospital para ir con sus amigos y así buscar otra manera de hacer que todas esas emociones que lo estaban ahogando, desaparecieran. No le importaba lo que tuviera hacer mientras pudiera calmarlas y callar las voces de su cabeza.
Jeon Jungkook podía ser autodestructivo consigo mismo cuando se trataba de rabia, y ahora era el momento en que podría demostrarlo. Podría generarle tristeza el hacerse daño, pero la verdad era que no le importaba porque sabía que de otra manera no podía detenerse.
—¡Jungkook, espera!
Este al escuchar aquel grito femenino, volteó a verla enfurecido, sin detenerse, porque por primera vez verla no lo relajaba y era por la razón de cómo mató sus ilusiones al llegar e ignorarlo.
—¡¿Qué rayos quieres, Neveah?!
—¿P-Por qué actuaste así? —preguntó desconcertada y este se acercó peligrosamente a ella, que al sentir temor, hizo que diera un paso hacia atrás.
—¡¿Actuar así?! ¡¿Tú también estás en mi contra?! —cuestionó indignado.
—N-No tenías porqué hablarle de esa manera...
—¡Sólo le dije la maldita verdad que estoy seguro que cuando saliste de este puto hospital, deseaste haber sabido! —escupió señalando el hospital—. ¡¿Ahora vas a mentirme y decirme que los demás no te miran como un bicho raro y no hablan de ti a tus espaldas, que te sientes bien con ellos y con tu vida después de salir de aquí?!
—Basta —ordenó molesta—. No tenías porqué decirle algo así, ¿acaso sabes cómo se siente ahora? ¡Lo llenaste de miedo! ¡¿Su avance ahora dónde queda?!
Jungkook no podía ver su error en lo que había hecho, porque sentía que era demasiado necesario que supiera la verdad de lo que sería cuando saliera del hospital. Él no sabía reconocer sus errores, nunca los veía, porque estaba demasiado acostumbrado a ser de esa manera. Una que los demás podían decir que era bastante grosero y muchas veces agresivo, pero para él era algo normal, y lo suponía más que nada porque sus amigos nunca se lo tomaban a mal, hasta eran como él.
Y ahora se sentía explotar en ese momento al ser atacado por Neveah, porque casi no podía soportar al haberlo sido por el terapeuta frente a todos, pero que ahora fuese la joven que le importaba la que estuviera culpándolo, era algo que no sabía cómo soportar.
—¡¿Por qué carajos intentas culparme de algo así cuando le dije la verdad?! —cuestionó inclinándose hacia adelante para acercar sus rostros, observando cómo sus ojos verdes parecían haberse oscurecido y su rostro estaba enrojecido por la rabia, así como el suyo—. ¡Él merecía saber que cuando saliera nadie va a tratarlo mejor y mucho menos cuando vean sus cicatrices y sepan dónde estuvo! ¡A nadie en este maldito mundo va a importarle su dolor, porque las personas son egoístas y sólo les gusta hablar mierda! ¡Todo va a costarle el doble! ¡Acéptalo!
—Cállate...—masculló con sus ojos cristalinos.
—¡Todo el proceso por el que pasas estando internada, las sesiones dónde el terapeuta se mete en tu cabeza y no deja de repetir esas putas frases motivaciones después de indagar en tus mayores problemas, no sirven de nada cuando sales por esa puerta! —aseguró enfurecido mientras una vena se marcaba en su frente—. ¡Todo sigue mal! ¡Todo está mal y va a seguir así, Neveah!
La fémina bajó la mirada mientras las lágrimas brotaban al escuchar las palabras de Jungkook rondar por su cabeza, ya que la mayor parte de ella sabía que no estaba más que diciendo una dolorosa verdad. Su proceso había sido para nada, porque volvió a recaer en eso que tanto le costó salir.
—Sabes que estoy diciendo la verdad, ¿no es así? —soltó una risa nasal. Ella no respondió, por lo que con delicadeza llevó la mano a su barbilla para hacer que levantara la barbilla y conectara sus miradas—. Estás demasiado jodida, Neveah.
Jungkook la observaba detalladamente, su rostro pálido y bañado de pecas, sus ojeras que parecían empeorar, sus labios que parecían de un rosa más pálido y resecos.
Al ver sus lágrimas comenzar a brotar, limpió una de estas con el pulgar, sabiendo perfectamente que estaba llorando porque él tenía toda la razón.
—Yoongi sólo repite la misma mierda de siempre, pero no te ha ayudado.
—Lo había hecho...
—Y cuando saliste todo se puso mal otra vez —aseguró limpiando sus lágrimas—. Tú y yo estamos igual de jodidos. ¿y sabes qué? Nos merecemos —Neveah negaba repetidamente con la cabeza mientras intentaba ahogar un sollozo—. No necesitamos de un estúpido terapeuta. Nosotros nos hacemos bien así jodidos como estamos. Nos merecemos, Neveah.
Jungkook la envolvió rápidamente entre sus brazos mientras ella quebraba en llanto sin ser capaz de corresponder a su abrazo, porque las palabras que salían de su boca sólo la estaban rompiendo más. No quería pensar que todo era desesperanzador, que él tan sólo se hundiría más junto a ella.
—Al carajo con este hospital y con Min Yoongi —murmuró dejando un beso la coronilla de su cabeza—. Sólo me necesitas a mí y yo te necesito a ti.
(...)
Neveah bajaba lentamente los escalones, cansada de estar en su habitación, recostada en la cama e intentando ignorar sus pensamientos. Y es que ese día que Jungkook había salido de la sesión de la terapia grupal por cómo se atrevió a gritarle el terapeuta, cómo le había gritado a ella, pareció no haber sido suficiente cuando al día siguiente recibió una llamada de Namjoon para que se vieran.
Por un momento había creído que podría hacerle bien el verlo, que Namjoon podría hacerle olvidar por un rato de lo que estaba perturbándola, pero todo se puso peor para ella cuando él le confesó que había recibido una beca y se tendría que marchar. En ese momento, fue como si el sentimiento de desesperanza que estaba incrustado en su pecho aumentara.
Había intentado no mostrarse demasiado afectada, aunque no pudo evitar llorar mientras él la abrazaba. Neveah sabía perfectamente que era una oportunidad que no podía desaprovechar, así que debía dejarlo marchar. Pero cuando se despidieron al llegar a su casa, parecía que el miedo la había invadido porque sentía que nada cambiaría, que nada mejoraría para ella, que nada sería suficiente, pero si lo pensaba con claridad, ¿realmente estaba viviendo o estaba sobreviviendo de la manera que podía?
Al llegar a la sala, se detuvo abruptamente al escuchar una dulce voz, pero al ver a un lado del sofá, pudo divisar a su hermana pequeña sentada en la alfombra. Su cabello era castaño y lo tenía largo hasta sus hombros, su piel era pálida, pero resaltaban sus mejillas regordetas sonrosadas y sus labios esponjosos.
Neveah la observaba jugar con una muñeca que tenía en sus piernas, escuchándole hablarle con dulzura, lo que hizo que no pudiera evitar sonreír por la ternura que le causaba, pero al pensar que podía estar la madre de Isabella, se tensó y volteó a ver a sus lados. La casa estaba sumamente en silencio, a excepción de la pequeña que le hablaba a su muñeca, por lo que dio pasos inseguros hacia adelante con la intención de acercarse, lo que llamó su atención.
Al ver sus grandes orbes mieles con largas pestañas y cómo sonreía tímida, decidió acercarse con más seguridad, colocándose de rodillas frente a ella.
—¿Qué haces, Isa? —preguntó curiosa, por lo que la niña le enseñó la muñeca—. ¿Cómo se llama ella?
—Jane —respondió entregándosela.
—Oh, es preciosa...
—Tiene el pelo como tú —comentó inclinándose hacia adelante, acariciando un mechón de su cabello rubio.
Neveah sonrió con ternura ante sus palabras, bajando la mirada a la muñeca para acariciar su cabello, y entregarle la muñeca, intentando ignorar el hecho de cómo deseaba que su cabello se viera así de bonito.
—¿Juegas conmigo?
—¿Te gustaría?
—¡Sí! —exclamó asintiendo repetidamente con la cabeza.
La fémina no podía negarse ante la emoción de la pequeña al nunca antes haber podido acercarse a ella como estaba haciendo ahora, sin importar cuánto lo deseara. Tan sólo podía mirar a su media hermana de lejos e imaginar cómo podrían tener una buena relación si no fuese por sus padres, por lo que no dudaría en aprovechar aquel pequeño momento que tenían.
Sentía la calidez invadir su corazón al escuchar a Isabella que no dejaba de hablar, cambiándole la ropa a su muñeca por la que ella la ayudaba a elegir, para luego comenzar a cepillar su cabellera rubia. En ese momento en que la observaba y escuchaba hablar emocionada, un nudo se había formado en su garganta al recordarse a su edad.
Pues, ella también fue una pequeña sólo que de cabello rubio que la mayoría de veces lo llevaba trenzado de manera perfecta, gracias a su madre, su rostro bañado de pecas, con orbes verdes y saltones.
Era una niña inocente, llena de vida, que tenía mucho de qué hablar, risueña, que no podía mantenerse quieta, llena de amigos porque no conocía la timidez siquiera cuando la llevaban al parque, y adoraba compartir tiempo sus padres. Pero sin esperárselo con los años toda inocencia, lo risueña que era, lo extrovertida, lo llena de vida que se veía, se esfumó por completo.
Pues, su cabeza comenzó a enfermarse.
Había comenzado a sentirse enferma, con miedo como si estuviera cayendo, encontrándose en una guerra con su propia mente.
—¿Puedo cepillar tu cabello?
Aquella pregunta hizo que la rubia saliera de sus pensamientos.
—¿Qué...?
—¿Puedo cepillar tu cabello?
Neveah tragó con dificultad, queriendo poder negarse.
—Mi cabello no es tan hermoso...
—¡Por favor! —exclamó ilusionada.
No era capaz de negarse al ver sus orbes mieles brillar por la ilusión y su pequeña sonrisa.
—Está bien —musitó sentándose, dándole la espalda.
Neveah desató su corto cabello, intentando acomodarlo, por lo que Isabella se levantó con el cepillo en una de sus pequeñas manos, emocionada por poder cepillar el cabello de su hermana mayor.
La rubia intentaba no pensar en lo horrible que se veía su cabello que no dejaba de quebrarse, ya que quería creer que la pequeña no lo veía así y no diría nada al respecto. Pero mientras sentía cómo comenzaba a cepillarlo, intentando ser delicada, la escuchó jadear.
Rápidamente volteó a verla, notando cómo en su mano libre tenía cabello de ella, lo que hizo que abriera los ojos a la par y su corazón se encogiera.
—¡Yo no hice nada! —exclamó temerosa la niña.
—N-No...
Neveah quiso contestar, pero la puerta había sido abierta bruscamente, lo que llamó la atención de ambas, y la rubia no pudo evitar tensarse al ver a la mujer.
—¡¿Qué rayos haces con mi hija, Neveah?! —preguntó molesta, dejando las bolsas en el suelo.
—S-Sólo estábamos jugando —respondió levantándose con algo de dificultad.
—¡¿Cuántas veces debo decirte que no te quiero cerca de ella?!
La mujer se acercó peligrosamente, por lo que ella dio pasos hacia atrás por el temor, observando cómo tomaba del brazo a su hija para alejarla.
—Mami...—al escuchar su dulce voz, Neveah bajó la mirada a ella, notando cómo parecía asustada por la situación.
—¡No te quiero cerca de ella!
—N-No estaba haciendo nada malo...
—¡¿Me crees estúpida?! ¡Mírate! —apuntó mirándola disgustada de pies a cabeza—. ¡Estás enferma, Neveah! —gritó enfurecida—. ¡Yo no pienso permitir que enfermes también a mi hija, así que aléjate de ella si no quieres saber de lo que soy capaz!
Neveah observó a Isabella que tenía sus ojos cristalinos y se escondía detrás de su madre, volviendo su mirada a la mujer que la miraba amenazante, con su pecho que subía y bajaba por su respiración pesada. Sus palabras rondaban en su cabeza, hiriéndola de gran manera, haciéndole pensar que... Jungkook tenía toda la razón.
Nadie la quería cerca, ni siquiera su propia familia porque estaba demasiado jodida.
La única persona que tenía era a él. A Jeon Jungkook.
(...)
Neveah se preguntaba qué se sentiría tener unos padres que la quisieran y vieran por su seguridad, qué se sentiría volver a tener atención y cariño maternal o paternal donde se sintiera protegida. Y es que al contrario de eso, sólo tenía padres que no le daban un poco de su atención y parecían cansados de ella. Su madre la llamaba una vez cada meses, cuando parecía acordarse de que tenía una hija que no estaba bien, y su padre sólo sabía lastimarla con sus acciones y palabras.
Estaba realmente cansada de sentirse una molestia para ellos, de sentirse juzgada ante las miradas, de sentir que ya no podía contra su cabeza y con ella misma. Y es ahí cuando aparecía el recuerdo de aquel pelinegro que parecía ser la única persona que la entendía, la única persona que parecía quererla y hasta necesitarla. Por eso mismo, ahora caminaba hasta su casa sin importarle lo lejos que quedaba, ya que tan sólo quería llegar ahí y fundirse en un abrazo que pudiera calmar aquellas voces que querían seguir llevándola a la autodestrucción.
Al llegar sintiéndose agotada, tocó la puerta, deseando que él pudiera apresurarse en abrir, pero cuando la puerta fue abierta y se encontró con una mirada oscura de confusión de una mujer pelirroja, los nervios se volvieron parte de ella.
—B-Buenas tardes —habló nerviosa al seguir teniendo su intensa mirada sobre ella—. ¿Se encuentra Jungkook?
—¿Quién lo busca? Eres su novia, ¿verdad?
Neveah tragó con dificultad sin saber qué decir, pues no sabía si podía seguir considerando que estaban juntos, ya que luego de esa vez fuera en el hospital, ella tan sólo se marchó dejándolo confundido y apenas contestaba sus mensajes. Además, ahora al sentir la intensa mirada de su madre que la llenaba de inseguridades, no quería que llegara a herirla con sus palabras porque no se consideraba suficiente para él.
Aun así, asintió.
—Cuando llegué ya no estaba.
—Está bien. Lo siento...—musitó teniendo la intención de voltear para marcharse.
—Espera, ¿no quieres pasar? —preguntó sorprendiéndola—. No te ves nada bien, y no quiero que vayas a desmayarte por ahí siendo la novia de mi hijo. Entra, puede que Jungkook vuelva en un rato.
Neveah no sabía qué decir, estaba realmente sorprendida por la amabilidad de la mujer, ya que se esperaba algo completamente diferente y más por la manera en la que Jungkook hablaba de ella. Pero aun así, decidió obedecer y entrar.
—¿Quieres algo de beber?
—Agua estaría bien —respondió de manera casi inaudible, juntando las manos para comenzar a jugar con estas.
La mujer asintió dirigiéndose a la cocina para tomar un vaso de uno de los estantes.
—Toma asiento...
—Neveah.
—Oh, qué lindo nombre —comentó acercándose con el vaso con agua mientras la rubia tomaba asiento en el sofá que ahora estaba ordenado—. Yo me llamo Soojung. Ten.
—Muchas gracias.
La fémina comenzó a beber el agua todavía sintiendo la intensa mirada de la mujer, hasta que ella limpió las manos en su camisa de a cuadros roja. Llevaba su corto cabello teñido de rojizo atado en un rodete desordenado, dejando caer algunos mechones, su piel era pálida, y Neveah podía notar que Jungkook había sacado sus grandes ojos oscuros de ella, como también aquel lunar en el puente de la nariz.
—Lamento que te encuentres todo este desorden en casa —habló en un suspiro—, pero me la paso trabajando todos los días y Jungkook parece no ser capaz de limpiar un poco, así que los domingos que son mis días libres, me dedico a hacerlo yo.
La rubia observó cómo la mujer levantaba las botellas de cerveza de la mesa, dirigiéndose a la parte de la cocina donde había una bolsa negra grande y las dejó allí.
—¿Quiere que la ayude?
—No, no, no. Olvídalo —negó repetidamente con la cabeza—. Creo que ya tendré suficientes problemas con él si sabe que estoy hablando contigo, así que no me quiero imaginar si te ve ayudándome limpiar sus desórdenes.
—Por favor...—pidió levantándose con el vaso ahora vacío—, quiero ayudarla.
La mujer pareció dudar, pero acabó asintiendo, lo que hizo medio sonreír satisfecha a Neveah. Pues, podía notar que la mujer parecía agotada, aunque no sabía si era por el estar ordenando o de su vida en sí por el comportamiento de Jungkook, el cual no era del agrado de la fémina que cada vez que iba se sentía incómoda ante el desorden. Pero suponía que era algo que él hacía porque así era también su vida o podía ser porque sabía cuánto molestaba a su madre que llegaba agotada de su trabajo, siendo una manera de expresar el rencor que seguía teniéndole al no bastarle con su manera de ser con ella.
Neveah se dispuso a lavar los utensilios, secarlos y guardarlos donde Soojung le indicaba, la cual había comenzado a barrer. Y cuando la rubia decidió también ordenar el caos que era la habitación del pelinegro, vio cómo la mujer se encargaba de limpiar el baño, para luego trapear el suelo.
—Bien, acabamos —comentó satisfecha, Soojung.
—¿Jungkook vendrá pronto?
—Oh, ¿por qué no lo llamas?
—N-No traje el celular —respondió tímida.
—Si quieres puedo prestarte el mío —dijo sacando el celular del bolsillo trasero de sus pantalones—. Pero te recomiendo enviarle un mensaje porque las llamadas estoy segura que no va a contestarla, aunque no te aseguro tampoco que lea el mensaje.
Neveah la miró sorprendida mientras la mujer bajaba la mirada por la vergüenza, soltando una risa amarga.
—Supongo que sabes que no he sido la mejor madre...
En eso la tensión comenzó a aparecer, por lo que la joven no sabía qué decir al respecto, pero la puerta se abrió llamando la atención de ambas. Soojung rápidamente volvió a guardar el celular en el bolsillo de su pantalón, fingiendo concentrarse en el trapeador para volver a meterlo en el balde de agua, y Neveah fijó su mirada en el pelinegro de ojos enrojecidos que endureció sus facciones.
—¿Qué rayos haces aquí y con ella, Neveah? —preguntó molesto.
—J-Jungkook, sólo...
—Ven aquí —ordenó caminando hacia ella.
Neveah al sentir cómo envolvía su muñeca con una de las manos, llevándola casi a rastras hacia afuera, soltó un quejido de dolor. Este dio un portazo al salir mientras la joven se zafaba bruscamente de su agarre, acariciando la zona que ahora estaba enrojecida.
—¿Qué rayos pasa contigo, Jungkook?
—¡¿Tú qué carajos hacías con esa mujer?!
—¡Sólo vine a buscarte a ti, pero no estabas, así que te esperé!
—¡Con ella!
—¡¿Y eso qué?!
—¡Que no te quiero cerca de esa mujer, Neveah! —respondió tomándola nuevamente del brazo.
Al estar tan cerca podía sentir aquel olor agrio que se le hacía tan desagradable que no pudo evitar hacer una mueca de disgusto, comprendiendo el porqué de sus ojos enrojecidos.
—Si no hubieras estado tan ocupado fumando, no hubiera tenido que estar cerca de ella —replicó zafándose bruscamente de su agarre—. No vuelvas a tocarme, Jungkook.
—Espera, ¿ahora vas a cambiar la situación, enojándote tú conmigo por esa estupidez? —cuestionó riendo amargo.
—Sí, porque estando de esa forma no puedo hablar bien contigo...
—Es culpa de ella, ¿verdad? ¿Te ha hablado mierda de mí?
—¿Qué...?
—¡Claro que sí! ¡Te ha hablado de mí y por eso actúas así conmigo!
—¡¿De donde diablos sacas eso, Jungkook?! —preguntó confundida—. ¡Tu madre no me ha dicho nada de ti!
—No me mientas...
—Relájate —ordenó por lo bajo, acariciando su brazo—. Ella no es como tú piensas...
—¡¿Qué carajos dices?! —apartó bruscamente su mano—. ¿Luego de lo que te conté vas a defenderla, Neveah?
Jungkook la miraba indignado, sintiendo como su rabia crecía porque no podía esperarse que algo así de parte de Neveah, mientras que ella parecía algo asustada por su reacción.
—N-No es defenderla —aclaró rápidamente—. Es sólo que... creo que podrías hablar con ella...
—¡No te atrevas a decir lo que pienso que dirás, Neveah!
—Sólo creo que podrían arreglar la relación...
—¡¿Cómo puedes decirme eso luego de lo que te conté?!
—¡Sé que fue horrible lo que te hizo, pero al menos ahora parece preocuparse por ti! —explicó molesta—. Yo no tengo a nadie que lo haga, así que tú deberías aprovecharlo.
—¡No puedes comparar!
—¡Quiero ayudarte, Jungkook!
—¡No necesito tu maldita ayuda! ¡No necesito la ayuda de nadie! —escupió acercándose más a ella que enfrentaba su mirada, ambos con sus rostros enrojecidos y sus pechos que subían y bajaban por sus respiraciones pesadas—. No te metas en mi vida, Neveah.
—¡¿Tú puedes intentar ayudarme, meterte en mi vida, pero yo no puedo hacer nada cuando se trata de ti?!
—¡Porque tú estás muy mal!
—Vete al carajo, Jungkook —masculló con sus ojos cristalinos—. Esto se acabó.
Jungkook podía sentir su sangre hervir, por lo que empuñaba sus manos en un intento de mantener la calma, ya que el hecho de que Neveah pareciera no recordar cuando se rompió frente a ella, contándole su historia, el dolor que había pasado por culpa de su madre, como para ahora parecer ponerse del lado de Soojung, no sabía cómo soportarlo.
Era tanta la rabia que sentía acumulándose en su corazón que no sabía qué hacer, cómo mantener el control, hasta que la vio voltear, comenzando a caminar. En ese momento, sus palabras resonaban en su cabeza mientras la veía alejándose de él, recordando cómo habían sido sus días sin ella luego de la discusión en su casa, por lo que comenzó a sentir cómo hasta respirar se le dificultaba y sus latidos se aceleraban.
No lo dudó un segundo y comenzó a correr hacia ella, abrazándola por detrás, aferrándose con fuerza a su delgado cuerpo mientras apoyaba la cabeza en la suya.
—Lo siento, lo siento, lo siento...—murmuró cerrando los ojos—. No te vayas. No me dejes así. Lo siento...
—Por favor, suéltame y déjame ir...
Este la soltó intentando mantener la calma aunque estuviera doliéndole su manera de actuar, y la tomó de la mano para que volteara a verlo, notando cómo intentaba reprimir el llanto.
—¿En verdad quieres dejarme?
—No nos hacemos bien.
—No, no digas eso. Está bien, ¿sí? —habló intentando sonar tranquilo—. Yo... Yo dejaré que me ayudes, así que déjame ayudarte, Neveah —la fémina negó repetidamente con la cabeza gacha, reprimiendo un sollozo—. ¡Déjame ayudarte, carajo!
—No. No puedes...
—¡No puedes hablar por mí así! ¡Yo sé que puedo ayudarte, y lo haré!
—Déjame ir, Jungkook —dijo con la voz ahogada, con la intención de voltear para retomar el camino, pero Jungkook tiró del agarre.
—¡¿Cómo puedes dejarme así?! —cuestionó desesperado—. ¡Tú antes eras la que me buscaba hasta con la mirada, la que quería saber de mí, y parecía quererme! ¡¿Por qué últimamente me dejas todo el tiempo?! ¡¿Por qué parezco necesitarte más de lo que tú me necesitas a mí, Neveah?!
—No lo entiendes...
—Entonces, ¡explícame! ¡Ayúdame a entenderte!
—Ya no sé qué siento...—confesó enfrentando sus miradas, permitiendo que viera sus lágrimas brotar.
—No puedes decirme eso —masculló dolido—. Estábamos bien.
—Lo siento.
Neveah volteó para comenzar a caminar y esta vez Jungkook no fue capaz de decir nada o de hacer algo para detenerla, ni siquiera era capaz de sentir cómo las lágrimas brotaban porque las palabras de ella resonaban en su cabeza.
Sintiendo cómo su respiración se volvía pesada, caminó rápidamente hacia su casa, entrando y dando un portazo que hizo sobresaltar a su madre.
—¡¿Qué demonios hiciste?! —se acercó enfurecido, logrando que ella por temor retrocediera.
—¿D-De qué hablas?
—¡¿Qué demonios hiciste para que Neveah se pusiera de tu lado y me deje?! ¡¿Con qué mierdas llenaste su cabeza?!
—¡No hice nada, hijo!
—¡¿Hijo?! ¡¿Ahora recuerdas que soy tu hijo?! —preguntó cínico, tomándola con fuerza de los brazos—. ¡¿Cómo pudiste hacer que la única persona que quiero me deje?! ¡Sólo sabes arruinar mi vida! ¡Deberías haberte ido con uno de tus malditos amantes y dejarme en paz como la prostituta que eres!
Jungkook la había sacudido mientras gritaba, pero de un momento a otro su madre logró zafarse de su agarre, para luego darle una bofetada tan fuerte que le hizo perder el equilibrio por un momento.
Además de sus mejillas húmedas por las lágrimas, sentía cómo una de estas quemaba por la bofetada que le había dado su madre, lo que hizo que llevara su mano a esa mejilla enrojecida mientras se reincorporaba y conectaba su mirada con la de Soojung que ahora retrocedía asustada hasta chocar contra la pared.
—J-Jungkook, lo siento —titubeó con temor—. Es que...
—¡¿Cómo te atreves a golpearme?! —preguntó enfurecido, acercándose peligrosamente a ella, lo que hizo que lo mirara asustada llevando las manos a su rostro, pero Jungkook impactó su puño en la pared al lado de su cabeza, por lo que ella chilló.
La mujer apartó las manos de su rostro, observando a su hijo, cómo su pecho subía y bajaba por su respiración violenta, cómo su rostro estaba enrojecido y sus facciones endurecidas mientras la miraba con odio. Temía cuál pudiera ser su siguiente acción, pero fue sorprendida cuando este acabó cayendo de rodillas mientras rompía en llanto.
Jeon Jungkook estaba realmente agotado, pensando en que todos eran lo peor, ¿o quizás él estaba mal y por eso no lograba encajar, entonces, todos lo terminaban abandonando? Y ahora estar tan lleno de preguntas, con el corazón desbordado de dolor lo hacía sollozar desconsoladamente mientras su madre se colocaba en cuclillas, indecisa sobre si seguir su impulso o no, hasta que no pudo soportarlo más al ver cómo sus lágrimas brotaban sin parar hasta algunas caer al suelo.
Lo envolvió entre sus brazos, haciéndolo caer sobre ella mientras lo sentía intentar zafarse de su agarre, porque aunque estaba derrumbándose, pensaba en que ni siquiera pudo tener a su padre que viera por él cuando ella lo abandonó. Y es que, muy pocas veces se había preguntado por él, cómo era su nombre, si acaso sabía que existía, si algo hubiera cambiado el que lo supiera. Le rompía el pensar que ninguno de sus padres pudo preocuparse por su estado mental, que siempre se haya tratado de ellos, porque ahora, quizás, ya era muy tarde para volver a estar bien.
—¡Déjame! ¡No me toques!
—¡Jungkook..!
—¡No me toques! —gritó logrando zafarse bruscamente de su agarre.
Jungkook giró su cabeza a verla, permitiendo ver su rostro enrojecido y empapado de lágrimas, con una vena marcándose en su frente, mientras solllozaba desconsoladamente apoyando las manos en el suelo. Aquella imagen rompía el corazón de su madre que sentía cómo la culpa la asfixiaba, por lo que quería más que nada poder consolarlo.
—Por favor, déjame...
—Sólo déjame —sollozó apartando su brazo al notar que tenía la intención de tomarlo.
Este al no tener fuerza alguna gateó hasta su habitación, dando un portazo al entrar para colocar rápidamente llave, apoyándose en la puerta.
—¡Por favor, ábreme! —exigió golpeando la puerta.
—¡Que me dejes en paz!
—¡Déjame hablar contigo, por favor!
—¡No quiero escucharte, no quiero verte, no quiero saber nada de ti! —escupió golpeando la puerta, lo que hizo que la mujer sobresaltada se alejara—. ¡¿No entiendes que te odio?! ¡Eso nunca va a cambiar! ¡Nunca!
Eso había sido suficiente para que Soojung ya no intentase suplicarle que abriera, al contrario, apoyó la frente en la puerta mientras rompía en llanto, algo que podría hacer que su hijo sintiera satisfacción. Pues, le guardaba un gran rencor, razón por la que siempre intentaba lastimarla, aunque sea con sus palabras, pero ahora el escucharla de esa manera no provocaba ninguna satisfacción en él, solamente sentía cómo más dolor se acumulaba en su corazón.
Sollozaba con más fuerza debido a los rabia y el dolor, preguntándose cómo podía estar causándole más sufrimiento el saber que a su madre también estaba doliéndole la situación. ¿acaso algún día el tendría suficiente? Estaba tan cansado de sufrir que sus malos pensamientos volvían con más intensidad.
—¡¿Por qué todos me abandonan como tú lo hiciste?!
—Oh, Dios, lo siento tanto...—murmuró con un hilo de voz.
—¿Cómo pudiste ser tan perra? —preguntó sollozando mientras llevaba las manos a su pecho—. ¿Cómo pudiste hacerme sufrir así?
Jungkook sollozaba desconsoladamente mientras caía por completo al suelo, llegando hasta patalear y gritar para intentar así liberar todo lo que estaba sintiendo, pero nada parecía ser suficiente porque quizás creía que su vida ya se rompió desde pequeño y no tenía corazón para perdonar y avanzar. No había manera de que el dolor se esfumara.
(...)
Neveah caminaba desganada, intentando con todo su ser que aquel lugar no la consumiera, intentaba con todas sus fuerzas el poder sobrevivir, pero ¿cómo hacerlo cuando sentía que no pertenecía a ese lugar? ¿Cómo hacerlo si parecía no tener energía para hacer las cosas, si parecía no tener motivación?
Después de la situación con Jungkook, estaba aturdida, sin poder desahogarse al hablar de cómo se sentía porque ni siquiera lo entendía, tan sólo estaba esforzándose por continuar de pie, aunque su cuerpo pareciera pesado. Cada vez parecía dificultársele más el respirar, pero continuó hasta estar frente de aquella puerta, inhalando y exhalando, intentando desaparecer la intensa presión en su pecho para sacar las fuerzas necesarias y tocar la puerta.
Los segundos pasaban y al no abrirse la puerta, volvió a tocar, rogando en su interior poder ver a esa persona, pero el tiempo seguía pasando y ella seguía siendo capaz de insistir sintiendo su garganta arder por el nudo que se había formado. Pero cuando tuvo la intención de volver a tocar, la puerta se abrió.
La esperanza comenzó a invadirla hasta que se encontró con la mirada felina apagada, su piel luciendo más pálida de lo normal, como también sus labios delgados de un rosado más pálido, y su cabello azabache algo largo desordenado. Llevaba tan sólo una camiseta blanca que se apegaba a su torso y pantalones de algodón negro.
Neveah bajó la mirada a sus pies descalzos, volviendo a subirla a su rostro, observando las ojeras bajo sus ojos enrojecidos, sorprendida de verlo de esa manera.
—¿Q-Qué haces aquí, Neveah? —preguntó con voz profunda, arrastrando un poco las palabras.
No podía soportar verlo de esa manera, pero aún así se atrevió a entrar, logrando sorprenderlo un poco y sorprenderse más ella al ver la botella de whisky casi vacía tirada en el piso, junto a los trozos de vidrios de un vaso.
—No deberías aquí...
La fémina volteó notando que había cerrado la puerta tras su espalda, y ahora pasaba los dedos por las hebras de su cabello, echándolo hacia atrás, pero este volvía a caer hacia sus costados y frente a la vez que él caminaba hacia el sofá para echarse en este.
—¿Está ebrio?
—Dormí, pero creo que sigo ebrio, así que no está bien que una paciente vea a su terapeuta de esta manera, aunque...—soltó una ligera risa amarga mientras negaba con la cabeza a la vez que la bajaba, llevando la mano a su rostro para cubrirlo—, tú ya no eres mi paciente porque decidiste abandonar al darte cuenta que no soy bueno en mi trabajo, ¿verdad?
—¿Qué sucede? ¿Por qué está así? ¿Por qué dice esas cosas? —preguntó acercándose preocupada.
Min Yoongi volvió a llevar los dedos a su cabello, tirando de este, mientras le permitía ver sus ojos cristalizarse y su expresión de dolor con su labio inferior que comenzaba a temblar.
—Yo... se supone que debo ser de ayuda para ustedes, pero... volví a fracasar, Neveah —respondió con un hilo de voz.
—¿D-De qué habla?
—¡Yo no supe verlo! ¡Soy un imbécil que no puede dejar de pensar en lo que está sucediendo en mi cabeza, y esa tarde me marché sin ser capaz de notar lo que iba a pasar! —escupió enfurecido, golpeándose la frente con la mano—. ¡Volví a fracasar como tanto miedo tenía! ¡Volví a perder a un paciente!
—¿Qué...?
—¡Yeonjong se suicidó! —explicó rompiendo en llanto—. Él lo hizo y ni siquiera tuve las pelotas para mirar el rostro de su madre. ¿Qué podía decirle? ¿Que soy un maldito fracasado que no supe ver que iba a recaer cuando estaba a días de volver junto a ella? —masculló—. Sólo solté unas estúpidas palabras porque no podía soportar verla tan destrozada, escucharla culparme a mí y a todo el hospital. ¿Y sabes qué es lo peor? Que tiene toda la razón —aseguró encogiéndose de hombros—. Ya no soy bueno en mi trabajo. Y si ya no soy bueno en eso, entonces, ya no sé quién carajos soy.
Yoongi la primera vez que sucedió algo así no había sido capaz de hablar con nadie al respecto, ya que lo invadía la vergüenza y más que nada la culpa, así como ahora, porque sentía que pudo ser capaz de hacer mucho más por ellos. Pero claro que no podía expresar eso frente a los familiares al poder causarle problemas, llevándolo a un litigio.
Ahora odiaba el mirar el celular, hasta rogaba que no sonara al pensar en que podría ser nuevamente una llamada donde le informaran sobre otro paciente. De tan sólo pensarlo, lo invadía la adrenalina y temblaba.
Quería creer que volvería a tomarle tiempo relajarse si su celular sonaba, pero ahora parecía ser aun más intenso la manera en que lo golpeó la noticia. Y es que, además de la vergüenza y culpa, sentía terror, una gran desesperanza, porque la ambición de haber podido hacer más llegaba también.
Algo así, debería ser normal. Claro que una parte terrible de su vida como profesional, y pensaba que ya debería haber aprendido a cómo manejarlo, pero Yoongi ni siquiera sabía cómo enfrentar el duelo por su matrimonio roto. Y si no sabía cómo llevarlo, ¿cómo podría también cargar con una pérdida profesional traumática?
—¡No debería estar así! ¡Tú no deberías verme así, Neveah! —exclamó histérico.
La fémina se acercó a paso lento al no estar muy convencida de lo que iba a hacer, pero terminó colocándose en cuclillas frente a él que se cubría el rostro con la mano para que no lo viera llorar.
—Oiga...—murmuró llevando la mano a su muñeca—, yo creo que... está bien que se permita sentir.
—Pude haber hecho más —aseguró apartando su mano, permitiendo que viera sus ojos inyectados de sangre y cómo las lágrimas no dejaban de brotar.
—Sé que puede pensar en eso por mucho tiempo, pero yo sigo pensando que es muy bueno en lo que hace —confesó mientras él sorbía su nariz, mirándola incrédulo.
—No me mientas en este momento. No soy bueno para esto —negó repetidamente con la cabeza—. No sé cómo podría recuperarme de esto, por Dios.
Yoongi sollozó mientras bajaba la cabeza cubriéndose el rostro con ambas manos y, Neveah lo miraba consternada, preguntándose qué podría decir que pudiera ayudarlo aunque sea un poco, porque él no era el único que era invadido por la desesperanza.
—N-No lo sé. Supongo que de algo así uno no puede recuperarse, pero como usted me ha dicho, quizás podría buscar apoyo en esas personas que quiere —mencionó nerviosa, por lo que él apartó las manos para observarla.
—Neveah...
—Ya, no acepto más verlo así —suspiró levantándose, tomándolo de los brazos para obligarlo a levantarse.
—¿Q-Qué haces...?
—Ya basta de llorar y decirse cosas tan feas cuando yo no pienso así de usted. Ahora vaya a darse una ducha que lo haga reflexionar un poco, y yo mientras... le haré un té.
—No...
—Vaya, porque no debería sentir vergüenza de que lo vea así, sino de que lo obligue a darse una ducha.
Yoongi abrió los ojos a la par al no esperarse para nada aquello, hasta le hacía sentir vergüenza de sí mismo, por lo que volvió a bajar la mirada.
—Y debería ponerse zapatos porque si camina descalzo podría llegar a lastimarse por los vidrios.
—Y-Yo... iré a darme una ducha —informó antes de sorber su nariz y comenzar a caminar hacia el pasillo.
Neveah suspiró aliviada de que haya decidido obedecerle, por lo que al verlo desaparecer, decidió tomar el vaso para llevarlo al lavabo. Se había tomado el tiempo de barrer y juntar aquellos trozos de vidrio mientras se perdía en sus pensamientos, ya que aún le costaba asimilar la situación.
Así el tiempo fue pasando y le preparó un té a su terapeuta, deseando que pudiera volver más tranquilo. Y al sentir una presencia, giró su cabeza observando a Yoongi que ahora llevaba su cabello húmedo, una camiseta manga larga marrón, pantalones con cinturón negro y zapatos.
Neveah quería mirarlo al rostro, pero este parecía estar demasiado avergonzado al estar cabizbajo.
—No tenías que limpiar...
—Ya, le hice un té.
—Gracias, pero ¿no te hiciste uno para ti también?
—Estoy bien. Tome asiento... claro, es su casa —soltó una ligera risa nerviosa.
Yoongi presionó los labios y asintió repetidamente, para así comenzar a caminar hacia el taburete, observando la taza con el té que le había preparado la rubia.
Ambos sentían cómo la tensión tan sólo parecía aumentar, llegando a ser algo asfixiante, pero no hacían más que dedicarse alguna que otra mirada que Yoongi se encargaba de romper el contacto visual al seguir demasiado avergonzado y pensar cómo debían de estar sus ojos por tanto llorar.
Una vez que los minutos pasaron, Yoongi habló levantándose.
«Ya es muy tarde, así que te llevaré a tu casa» Fue lo que dijo para empezar a buscar las llaves de su coche.
Neveah estuvo de acuerdo al saber que no podría buscar su ayuda cuando él estaba tan perdido por tener que enfrentar el duelo de un paciente. Y cuando ambos se subieron al coche, la fémina comenzó a jugar con los dedos porque no soportaba que la tensión siguiera ahí, por más que ahora al menos ella le indicaba el camino a su casa.
—¿Se siente mejor? —se atrevió a preguntar, llamando su atención.
—Es una mierda. No sé lo que haré.
—Pues, lo que dije de apoyarse en las personas que...
—Sólo tengo un amigo y ni siquiera está aquí —respondió riendo amargo.
—¿En verdad? —frunció el ceño—. Yo pensé que usted debía tener cientos de amigos.
Yoongi chasqueó la lengua y negó repetidamente con la cabeza
—Estar pasando por esto me hizo pensar demasiado —presionó los labios por un momento—. O mejor dicho, reaccionar a lo que he hecho con mi vida.
—¿A qué se refiere? —indagó curiosa.
—Quizás pensabas que como terapeuta, siempre me he sentido muy bien y que tenía una vida buena, estable, no lo sé —Neveah asintió—. Pues, no sé hace cuánto dejó de ser así —confesó mirándola con una sonrisa cínica—. Descuidé mis amistades, mi bienestar, yo... descuidé mi matrimonio, ¿y sabes por qué?
—¿Por su trabajo?
—Exacto. Quizás me obsesioné cuando algo así me pasó por primera vez —suspiró—. Me obligué a ser más atento, a hacer lo posible para que jamás volviera a repetirse, y... pasó otra vez.
Neveah bajó la cabeza, jugando con los dedos al punto de que le dolieran al no saber qué decir al respecto, pero al volver a ver por la ventanilla, habló.
—Es aquí.
Yoongi aparcó el coche, decidiendo bajarse, lo cual sorprendió a Neveah que también se bajó sintiendo los nervios invadirla.
—Lamento cómo tuviste que verme hoy.
—No diga eso.
—Es que...
—Tampoco diga que no es bueno con su trabajo —lo interrumpió quedando en frente de él—. Esto es una mierda, pero puede suceder. Además, por algo me atreví a buscarlo, ¿no? —Yoongi arrugó levemente la frente al no comprender—. Me refiero a que siento que con usted es con la única persona con la que puedo hablar y en la que de alguna manera confío, porque... me hace sentir bien —confesó sorprendiéndolo.
De repente, un jadeo sorpresa escapó de los labios de la fémina al sentir cómo su terapeuta la envolvía entre sus brazos. Sentía que sus latidos se aceleraban y cómo el aroma a su colonia invadían sus fosas nasales, pero aún así, decidió corresponder a su abrazo.
—Por favor, tú no hagas algo así —pidió de manera casi inaudible, provocando que ella sintiera su corazón encogerse.
Tan sólo se quedó en silencio, sin saber en absoluto qué decir, intentando estar cómoda en los brazos de su terapeuta, sintiendo calor corporal y cómo la abrazaba con fuerza como si realmente estuviera rogándole que no hiciera algo así.
Yoongi comenzó a soltarla lentamente al pensar en que ya era suficiente, por lo que Neveah levantó la cabeza sintiendo su rostro arder al darse cuenta de la cercanía.
—Neveah...—murmuró con voz profunda.
Yoongi miraba cada centímetro del rostro de la fémina, notando sus mejillas sonrosadas, como la desesperación se reflejaba en sus orbes. Sus latidos se aceleraban ante los nervios al ser consciente de los impulsos que estaban llegando, pero no podía pensar con claridad en esa noche, por lo que llevó su mano a la mejilla de Neveah para así estampar sus labios con los de ella.
Neveah abrió los ojos a la par por la sorpresa de sentir los delgados labios de su terapeuta sobre los de ella, y tan sólo empuñó las manos mientras su corazón golpeaba con fuerza contra su pecho.
Yoongi, al romper el beso, abrió los ojos encontrándose con el rostro de ella que expresaba entre la sorpresa y la desesperación, por lo que rápidamente reaccionó a lo que se atrevió a hacer.
—N-No, no, no...—murmuró alejándose, cubriéndose el rostro con una de las manos por un momento—. Carajo, no. Lo siento. Por favor, perdóname —suplicó mirándola arrepentido—. No tenías porqué verme así, ni tuve que desahogarme contigo, contarte mi vida, tampoco abrazarte, mucho menos besarte, ¡Dios! —exclamó llevándose las manos a la cabeza—. En primer lugar, siquiera te debí haber permitido buscarme en mi casa. Hay límites y yo... jamás los respeté contigo porque te consideraba una paciente especial para mí. No debí...—suspiró, y al volver a mirarla, dándose cuenta cómo parecía seguir atónita, bajó la cabeza—. Está claro que ya no puedo ser tu terapeuta, y... lo siento por arruinarlo, Neveah.
Yoongi rápidamente dio la media vuelta para comenzar a caminar hacia su coche, mientras Neveah sentía cómo se le dificultaba respirar y su visión se volvía nublada por las lágrimas que se le acumulaban.
(...)
Jungkook sentía que estaba volviéndose loco con el pasar de los días, intentando comunicarse una y otra vez con Neveah sin recibir respuesta alguna, más que el buzón de voz. Eso lo hacía desesperarse y enfadarse más, al punto de estampar su celular contra la pared sin importarle cómo pudiera quedar este.
Los malos pensamientos estaban consumiéndolo, pero estaba negado a que su cuerpo volviera a pagar el precio, ya que no podía evitar recordar aquella vez que fue visto por la joven que no abandonaba sus pensamientos. Aquella vez donde era tanto su estado de vulnerabilidad que permitió abrirse a ella, que se permitió confiar, pero ahora pensaba: ¿De qué valió confiar si tan sólo se convirtió en otra persona más que lo abandonó?
Detestaba el hecho de pensar en cómo sentía que ella lo mejoraba, que le hacía ver la vida con más color, distraerlo de todo lo malo que sentía, pero ahora lo hacía sentirse enloquecer al punto de golpear una y otra la pared en un intento de soltar aquellas emociones tan intensas, ahogarse en llanto por la desesperación de ser ignorado.
Ahora se encontraba dando toques desesperados en la puerta frente a él, hasta que vio al pelinaranja abrir la puerta con un semblante somnoliento.
—¿Qué carajos...?
—¡Dame tu celular! —exigió haciéndole sobresaltar.
—¿Q-Qué...? ¿Estás drogado o qué...?
—¡Que me des tu maldito celular! —repitió, pero esta vez empuñando su camiseta lo que hizo que este abriera los ojos a la par por el temor.
—D-Debe estar en mi habitación. Acabo de despertar, Jungkook.
Este se dirigió rápidamente a la habitación de Jimin que estaba en la puerta del costado, la cual era pequeña, una cama individual desordenada, la mesa de noche y un mueble. El pelinegro se acercó a la mesa de noche para tomar el celular del pelinaranja, marcando con sus dedos temblorosos aquel número que se aprendió de memoria.
Podía sentir su corazón golpear contra su pecho, rogando poder volver a escuchar su voz, ignorando por completo como Jimin se sentaba en su cama mirándolo con preocupación.
Al volver a escuchar aquel buzón de voz, apretó con fuerza la mandíbula, volviendo a presionar "llamar", pero al ser nuevamente ignorado, soltó un grito de rabia que hizo sobresaltar a su amigo.
—¡Hey! ¡¿Puedes decirme qué te sucede?! —preguntó mientras el tatuado llevaba los dedos a su cabello desordenado, tirando de este con fuerza mientras intentaba no seguir sus impulsos—. ¡Jungkook! Carajo, habla conmigo. Dime qué te sucede.
—No responde —murmuró apoyándose en la pared—. No deja de ignorarme, y eso está volviéndome loco.
—¿De qué hablas? ¿Es sobre esa chica que no sabías si estabas enamorándote?
Jungkook acabó llevando las manos a sus ojos mientras rompía en llanto, sintiéndose avergonzado de que su amigo lo viera de esa manera, pero es que no podía evitarlo. La situación lo sobrepasaba y Jimin lo miraba con preocupación, decidiendo levantarse rápidamente para acercarse, colocándose en cuclillas frente a él.
No sabía qué hacer al nunca haberlo visto de esa manera, porque si bien siempre supo lo jodido que estuvo Jungkook, nada más lo veía mostrándose indiferente, sin querer hablar sobre lo que podría afectarle.
—Hey, háblame —pidió con suavidad, llevando la mano a su hombro—. Me preocupas. Dime qué sucede.
—¡¿Por qué es tan difícil que alguien me quiera y se quede a mi lado?! —preguntó histérico—. ¡¿Por qué nada bueno se mantiene conmigo?!
Al escucharlo sintió el impulso de abrazarlo, pero no sabía cómo podía tomárselo y menos encontrándose así de histérico, por lo que tan sólo apoyó la mano en su hombro, acariciándolo mientras este sollozaba mirando hacia un lado, cubriéndose los ojos con las manos.
—Neveah destruyó todo lo bueno que teníamos y ahora esto está haciéndome mierda, pero no parece importarle ni siquiera un poco —habló con un hilo de voz, lo que hizo que el pelinaranja no pudiera seguir resistiendo su impulso de abrazarlo, sorprendiéndose de que este apoyara se lo permitiera—. Toda esta situación me desespera y siento que me cuesta hasta respirar. ¡No sé qué hacer, Jimin!
Al escucharlo sollozar mientras empuñaba su camiseta holgada blanca, cerró los ojos con fuerza, buscando palabras que pudieran ayudarlo y calmarlo, pero sentía que nada de lo que cruzaba en su cabeza era bueno, lo que le hacía frustrar.
—Dime algo, por favor. ¿Qué puedo hacer?
—No lo sé, Jungkook —admitió separándose para poder verlo, notando sus ojos enrojecidos e hinchados por llorar, sus mejillas y nariz sonrosadas, la cual sorbió—. Si soy sincero, tampoco creía que fuera algo realmente bueno.
—¿P-Por qué dices eso?
—Hace un tiempo que te la pasas molesto y solamente detrás de ella —explicó haciendo una mueca—. Hasta nos ignorabas.
—¡¿Y eso qué?!
—Que ambos están jodidos, así que eventualmente las cosas iban a terminar mal. Tal sólo estaban jodiéndose más.
—¡No sabes lo que dices! —apuntó levantándose, por lo que Jimin también lo hizo—. ¡Tan sólo les molestó que ya no quisiera pasármela haciendo mierdas con ustedes!
—¡¿Acaso no te ves?! ¡Hace unos días no dejabas de quejarte que sentías que estaba apartándote y ahora estás en mi habitación llorando porque lo hizo!
—¡Ella no está bien!
—¡Y si sigues detrás, sólo va a arrastrarte más a su mierda, Jungkook! —aseguró molesto.
—¡Vete a la mierda, Jimin!
Jungkook salió enfurecido de su habitación, escuchando cómo este lo llamaba como si se hubiera arrepentido por completo de su forma de hablarle, pero este salió dando un portazo.
No quería creer que las palabras de Jimin pudieran ser ciertas, aunque era completamente consciente de que ya no sentía para nada que ella lo mejoraba, porque su cabeza no dejaba de pensar en que temía por la manera en la que ella estaba dañándose y se desesperaba por cómo parecía querer sacarlo de su vida. Realmente no podía aceptar que algo así pasara porque la ansiedad lo invadía al punto que le costaba respirar y saber cómo seguir.
Podría buscar a cualquiera de sus otros dos amigos, pero las palabras de Jimin seguían resonando, haciéndole saber que tan sólo escucharía lo mismo de su parte y volver a su casa no era una opción al pensar en seguir solo. Sabía perfectamente que su amigo tenía razón, él mismo no dejaba de pensar cada día que pasaba que ella estaba perdiéndose otra vez, por lo que quería saber cómo ayudarla. Y aunque ahora pareciera querer apartarlo de su vida, la preocupación y desesperación no le permitían dar un paso hacia el costado, por lo que comenzó a caminar hacia el mercado más cercano.
Iría a la casa de la rubia, sin importarle en absoluto lo que tuviera que hacer para que ella aceptara verlo. Estaba decidido a ayudarla.
(...)
Neveah pensaba que la vida parecía arreglárselas para darle la peor recaída cuando finalmente había podido comenzar a avanzar. Pero quizás debía resignarse a que las cosas jamás cambian.
Quería llorar por ese motivo, quería gritar o hacer cualquier cosa que demostrara cuánto le estaba doliendo, así quienes la rodeaban podrían escucharla, pero no podía al estar tan apagada e intentando asimilar todo lo sucedido.
Sentía ganas de quemarse por dentro, no soportaba el dolor de estómago por castigarse llevando días sin comer, más que tomar café, pero aún así seguía odiándose intensamente y más al mirarse al espejo. Presionaba sus rodillas en su abdomen en un intento de alivianar aquel dolor, pero eso ni siquiera parecía servir, lo que le quería hacer romper en llanto, hasta que unos toques desesperados en la puerta llamaron su atención.
Rápidamente se sentó observando hacia la puerta y preguntándose si acaso se trataba de su padre, aunque eso se le hacía muy extraño.
—¿Neveah?
Al escuchar esa voz suave sintió cómo un escalofrío recorría su espina dorsal, preguntándose qué hacía Jungkook en su casa.
—Sé que estás ahí. Ábreme, ¿sí?
Sintiendo sus piernas temblar, se levantó no muy convencida, escuchando nuevamente los toques en la puerta. Al llevar la mano al picaporte, cerró los ojos por un momento mientras intentaba convencerse de que estaba bien y debía mantener la calma, por lo que inhaló y exhaló decidiendo abrir la puerta.
Una vez que lo tuvo en frente, abrió los ojos a la par al verlo llevando la capucha de su suéter, su piel luciendo más pálida de lo normal dejando de notar sus ojos enrojecidos e hinchados, y como en sus manos llevaba una bandeja, la cual tenía un plato con sopa, vaso de agua y un vaso de plástico con gelatina.
—¿Q-Qué haces aquí? ¿Cómo te dejaron pasar? —preguntó mientras él entraba a la habitación, mirando a su alrededor al jamás haberla visto antes.
Este escuchó su pregunta y soltó un suspiro al no atreverse para nada a decirle cómo era que lo había logrado. Sabía perfectamente que a Neveah no le gustaría para nada saber que enfrentó a su padre, que se dejó llevar por la ira y lo estampó contra la pared.
«No me haga tener que pasar a ver a Neveah por las malas, porque créame que no me temblara el pulso al tener que hacerlo»
«¿Acaso quiere asustar a aquella hija que sí le da atención? Déjeme entrar a ver a Neveah»
Todavía podía recordar aquellos ojos cafés que expresaban temor, cómo a pesar de tener la mano en su cuello, este acabó asintiendo, lo que hizo que él se relajara. Al entrar había visto a la mujer y la niña que lo miraron con confusión, pero sólo un "Buenas tardes" salió de sus labios, para luego pedirle al padre de Neveah que le dijera dónde podía calentar la comida que había comprado, por lo que este decidió obedecer, aunque de mala manera. Pero una vez que lo hizo, le pidió a su mujer salir junto a su hija, lo que Jungkook agradeció sabiendo que solamente lo hacía porque su presencia no le gustaba, y parecía temer que pudiera actuar impulsivamente de nuevo y frente a su mujer e hija.
Lo único que esperaba Jungkook, es que haber hecho eso, no le trajera problemas a Neveah. Pero es que necesitaba volver a verla, y ahora que la tenía en frente notando cómo tan sólo parecía empeorar, sólo hacía que su corazón se encogiera.
—Eso no importa.
—Jungkook, nosotros...
—Siéntate en la cama —ordenó observando la cama grande con un acolchado rosado.
La fémina sin saber porqué, decidió obedecer, observando con temor cómo Jungkook se acercaba con la bandeja de comida para colocarla frente a ella, sentándose también.
—Vas a comer.
—No tengo hambre. Me duele la garganta —mintió desviando la mirada.
—No me mientas.
—¡Es en serio! Además, almorcé y no me cayó muy bien...
—Cállate —ordenó sorprendiéndola—. ¿Crees que en verdad puedes seguir mintiéndome? Te lo he traído de este modo para que no veas las calorías porque sé que eso te jode la cabeza, Neveah. Toma.
Jungkook le entregó la cuchara mientras ella lo veía angustiada jugando con las mangas de su suéter, queriendo ser capaz de negarse. Y es que, aunque él buscara una manera para que ella no lo viera las calorías que consumiría, Neveah ya se sabía la caloría de muchas de las comidas.
—No puedo —musitó bajando la cabeza.
—Por favor, come —Neveah negó con la cabeza—. Necesito que lo hagas. Hazlo por mí, ¿sí?
Ella volvió a levantar la cabeza, notando lo rogante que la miraba, lo que hacía que su corazón diera un vuelco, porque a pesar de eso podía ver un pequeño brillo de ilusión de que pudiera ser capaz de hacerlo por él.
«Si comes, todo tu maldito esfuerzo por no comer estos días se echará a perder»
«No puedes caer tan fácil. No seas estúpida, Neveah»
—¿Neveah...?
—En verdad no puedo.
—Si no lo haces, entonces, yo tampoco comeré —advirtió alzando una ceja.
—No me hagas esto, Jungkook.
—Tú no me hagas esto a mí —replicó molesto—. ¿Crees que es lindo para mí tener que verte de esta manera y obligarte a que comas?
—Entonces, ¿qué haces aquí? —cuestionó indignada.
—¡Estoy aquí porque estoy enamorado de ti y no quiero perderte, mucho menos por una mierda así! —explicó histérico, pero tomó una bocanada de aire intentando relajarse—. No importa cuánto intentes apartarme, yo no me iré de tu lado.
—P-Por favor...
—No. No me moveré de aquí hasta que vea comer, Neveah —manifestó llevando la cuchara a la sopa—. Necesito que comas.
Neveah negaba repetidamente con la cabeza, sintiendo cómo un nudo se formaba en su garganta y su visión se volvía nublada.
—Hazlo, por favor...
—Sólo con una condición.
—¿Cuál?
La observó atento mientras ella tragaba con dificultad.
—Si quieres que coma, tendrás que aceptar —advirtió, por lo que él asintió.
—Está bien. Dime cuál es la condición.
—Que hables con tu madre —respondió sorprendiéndolo—. Ya no puedes negarte si lo que quieres es que coma.
Jungkook desvió la mirada mientras apretaba la mandíbula, y es que el rencor y el enfado volvía a él, pero se recordaba cuál era su objetivo. Y es que al observar a Neveah, al saber que podría ayudarla, era capaz de dejar de intentar hacer ese rencor a un lado si eso significaba el bienestar de la persona de la que estaba enamorado.
Simplemente, asintió.
—Abre la boca —ordenó tomando una cucharada de la sopa, acercándola a los labios de Neveah, la cual parecía estar luchando contra ella misma—. Neveah, por favor...
La rubia acabó obedeciendo, lo que hizo que las lágrimas comenzaran a brotar al sentir aquel sabor, y luchaba contra sí misma por poder tragar y hacer los malos pensamientos a un lado.
«¡Eres una inútil!»
«¡Tanto esfuerzo para que ahora ganes todas las calorías que no consumiste en estos cuatro días!»
Jungkook la miraba afligido, pero aún así seguía dándole de comer, detestando verla como intentaba reprimir los sollozos mientras tomaba la sopa, dificultándole el tragar. Más que estar ayudándola, sentía que estaba torturándola, por lo que tenía que recordarse una y otra vez que era necesario que ella comiera, porque cada día parecía ser más consumida por su trastorno, y el notarlo estaba matándolo también a él.
¿Iba a poder ser capaz de ayudarla? Necesitaba ser demasiado fuerte, y por lo que sentía por ella, tenía la esperanza de poder serlo.
(...)
Los días pasaban, y Jungkook sentía que demasiadas cosas estaban pasando en su vida, por momentos deseando volver al pasado cuando lo único que le jodía era la situación con su madre. Todo le estaba resultando demasiado pesado, lo que le hacía buscar alguna solución, pero rápida. De todas maneras, por más desgastante que estuviera siendo, tenía una pequeña esperanza de que iba solucionarse poco a poco.
Al ser las vacaciones de invierno, Jungkook iba casi todos los días a visitar a Neveah, llevando consigo una bolsa con comida, sintiendo alivio cuando ella le decía que sí había comido lo anterior que le había llevado. Y al escuchar que ella cumplía, él también intentaba cumplir con su palabra.
Ahora salía abrigado de su habitación, queriendo llegar de una vez para contarle la buena noticia que el día anterior había conseguido un trabajo de medio tiempo de cajero en una tienda. Estaba demasiado contento con eso porque ahora tenía su propio dinero, además que las horas eran pocas, lo que le daba tiempo para poder visitar a Neveah. Hasta al acabar ese día con su horario de trabajo, no se olvidó de comprarle comida, por lo que en su mano llevaba la bolsa. Su vista se dirigió hacia el frente, donde se encontraba la puerta por la que entraba su madre que dirigió su mirada a él.
—¿Vas a salir? —preguntó algo nerviosa por no saber si se tomaría bien que le hablara.
—Iré a ver a Neveah —respondió por lo bajo, desviando la mirada.
—Deberías abrigarte mejor. Hace mucho frío.
—Estoy bien así —aseguró mirando su suéter negro, colocándose la capucha.
—¿No quieres que te lleve? En verdad está frío como para que camines.
—Supongo que... estaría bien... si tú quieres.
Aquello sorprendió a la mujer, más por la timidez con la que parecía hablarle, por lo que tuvo que buscar la manera de no demostrar la emoción que sentía en ese momento.
—Está bien. Vamos.
Jungkook tan sólo asintió, por lo que ella volteó para abrir la puerta y salir, siendo seguida por su hijo.
Una vez que subieron al coche, ambos iban en completo silencio, él observando por la ventanilla, intentando ignorar la gran tensión que se había formado. Sabía que quizás debería decir algo al respecto, intentar buscar la manera de que hablaran más, pero tampoco era fácil cuando seguía sintiendo rencor y dolor porque los recuerdos no podía borrarlos, pero lo intentaba para poder cumplir su palabra con Neveah.
—¿Cómo está Neveah? —preguntó luego de unos minutos, Soojung.
—Bien.
—¿Y... ustedes están bien?
—Mhm...—asintió con la cabeza mientras su madre presionaba los labios, pensando en que eso era todo lo que obtendría de su parte, al menos por ese día—. Aquí es.
—Vaya, linda casa —comentó mientras él volvía a asentir, abriendo la puerta dispuesto a bajarse, pero luego giró a verla mientras se inclinaba, llamando su atención—. Gracias.
Ella abrió los ojos a la par por la sorpresa, pero este cerró rápidamente la puerta, sintiendo su rostro arder y sus latidos acelerarse por los nervios que le daba tener que actuar de esa manera con su madre. Pues, temía que ella quisiera indagar en el porqué de su repentino cambio de comportamiento, porque no sabía si estaba realmente listo para enfrentar la situación y tocar aquel tema que tanto seguía doliéndole, ya que todo podría empeorar otra vez y le fallaría por completo a Neveah.
Apresuró su paso mientras escuchaba partir el coche de su madre, pero decidió ignorarlo y tocar la puerta, sabiendo que se encontraría seguramente con el rostro de aquel hombre que le haría saber que seguía sin ser bienvenido en esa casa. Pero, no fue el primer rostro que vio, porque el primero fue el de una mujer que rápidamente reconoció al ser la madrastra de Neveah.
—Vengo a ver a Neveah —dijo sin más, dándole con pequeño empujón con el hombro para poder pasar, escuchando cómo soltaba un pequeño jadeo.
—Siempre tan educado —masculló—. Ven, vamos al parque, mi niña.
—¡¿Me comprarás un helado?! —preguntó ilusionada.
—¡Claro! Vamos —ordenó estirando su mano—. Es mejor que no estemos aquí ahora.
Jungkook la observó alzando una ceja, pero luego dirigió su mirada a la pequeña que tomaba la muñeca mientras se levantaba, también mirándolo con curiosidad.
Al verlas salir, recibiendo una última mirada de la mujer, rodó los ojos, decidiendo retomar su camino a la habitación de Neveah. Mientras subía las escaleras, pensaba en que ahora también podría contarle el progreso que estaba teniendo la relación con su madre, además de su nuevo trabajo, por lo que esperaba que eso pudiera hacer que volviera a verla sonreír luego de tanto tiempo. Ya ni siquiera recordaba cómo era que se veía, por lo que rogaba poder volver a ver su sonrisa.
Tocó la puerta esperando impacientemente escucharla acercarse o ver la puerta abrirse, pero al no pasar, volvió a tocar.
—¿Neveah? Soy yo, Jungkook —habló volviendo a tocar.
«¿Se habrá ido? Si fuera así esa mujer me lo habría dicho, ¿verdad?» pensaba mordiendo ligeramente su labio inferior.
—¡Voy a abrir! —informó llevando la mano al picaporte para abrir—. ¿Neveah?
Al asomar su cabeza y no verla, arrugó levemente la frente por el desconcierto, pero aún así entró. Dejó la bolsa con comida en el mueble a su lado, dirigiendo su mirada hacia la puerta del baño, lo que despertó su curiosidad.
—¿Estás en el baño? —volvió a hablar mientras se dirigía a este—. ¡Hey, estoy aquí!
Tocó la puerta del baño que estaba entreabierta, lo que hizo que se abriera un poco más, por lo que tomó el picaporte.
—Voy a entrar, ¿sí?
Este temía invadir más su privacidad, pero temprano habían quedado en verse y que no pareciera estar era realmente desconcertante para él, por lo que tomó la decisión de abrir la puerta. Y claro que eso no fue nada bueno para él al verla tirada en el suelo a un lado del retrete.
—¡Neveah! —exclamó preocupado, corriendo hacia ella para colocarse en cuclillas y tomarla entre sus brazos.
Sus ojos se abrieron a la par al ver su suéter blanco manchado y como un hilillo de saliva colgaba de su labio inferior. Su preocupación hacía que ignorara por completo el olor a vómito, mientras que una pequeña parte de él se aliviaba al ver sus ojos entreabiertos.
—¡Neveah, reacciona! —alzó la voz, tomándola de las mejillas—. ¡Hey, reacciona, por favor!
—¿J-Jungkook...? —su voz salió débil.
Este observaba cómo le costaba mantener los ojos abiertos, sus grandes ojeras, su piel pálida y sus labios entreabiertos partidos.
—¡Sí, soy yo! Estoy aquí —asintió tomando su mano fría, dándole un pequeño apretón, pero cuando su vista se dirigió ahí, pudo notar cómo sus nudillos parecían lastimados.
Rápidamente supo porqué lo estaban, lo que hizo que su corazón se encogiera al darse cuenta que no estaba cumpliendo su promesa para nada y que sólo los cubría con la manga de su suéter, lo que le hacía sentirse un idiota por no haberse dado cuenta antes.
—¡¿Por qué rayos sigues haciéndote esto?! —preguntó indignado—. Me lo prometiste.
—J-Jungkook...
Ella intentó hablar, pero su voz salía de manera casi inaudible y no sólo por el estado en que se encontraba, sino que hasta su garganta ardía, lo que hizo que acabara rompiendo en un llanto débil.
Jungkook quería más que nada explotar, decirle lo dolido que se encontraba por cómo le había fallado, pero la ayudó a sentarse en el banco que había a un lado y apoyar la espalda en la pared mientras él se levantaba para tirar la cadena del retrete donde había también vómito. Intentaba con fuerza mantener la calma, acercándose a la bañera para así comenzar a llenarla con agua caliente, ya que sabía que usar la ducha no era una opción por cómo estaba ella.
Neveah tan sólo podía llorar mientras pocos minutos después, Jungkook volvió a acercarse a ella para tomarla de la cintura y ayudarla a levantarse aunque sus piernas temblaban al estar tan débil. La ayudó de manera cuidadosa a quitarle la ropa manchada de vomito, desviando su mirada al no poder soportar observarla y darse cuenta de cómo su cuerpo pagaba el precio de una mente tan perturbada. Y es que podía ver cómo sus huesos sobresalían, las manchas en su piel reseca...
Al sentir la mirada de Neveah que no dejaba de llorar, quizás ahora por el temor de lo que podría estar pensando él, ya que su forma de mirarla era muy evidente, pero sabía que lo que podía cruzar por la cabeza de ella no era lo que justamente él pensaba, intentó reaccionar.
—Vamos, te ayudaré a entrar.
Jungkook la ayudó cuidadosamente a caminar, pero ella al perder el equilibrio, la sostuvo con fuerza, asustándose por un momento al sentirla tan frágil que se sentía capaz de romperla, por lo que jadeó sorprendido aplicando menos fuerza, lo que hizo que Neveah casi volviera a caer y tuviera que sostenerla con fuerza.
—Lo siento. Vamos, entra —habló con suavidad, ayudándola a entrar a la bañera—. ¿Está bien el agua?
Tan sólo asintió, sollozando por lo bajo mientras abrazaba sus piernas, y Jungkook tomaba el banco para colocarlo a un lado de la bañera, tomando asiento. Se encargaba de comenzar a enjuagar su cabello, ya que un mechón de este también estaba manchado con su vómito. Lo hacía de manera cuidadosa, tomando el shampoo para enjuagarlo mejor, intentando ignorar la manera en la que en sus manos quedaba cabello de ella. Pero al seguir, su mirada se dirigió a su espalda, notando cómo sus huesos se marcaban, como también tenía marcas moradas y más vello de lo normal, lo que hizo que su corazón diera un vuelco y un nudo comenzara a formarse en su garganta.
Por más que intentaba mostrarse fuerte, al estar viviendo aquella situación, Jungkook se daba cuenta que no lo era para nada y ni siquiera sabía si era capaz de continuar.
—Oh, Dios, ¿qué estás haciéndote, Neveah? —preguntó con un hilo de voz, apoyando la frente en el hombro húmedo de fémina mientras rompía a llorar por lo bajo—. No puedo verte así. No puedo.
Ella sorbía su nariz, girando un poco su cabeza, pudiendo observar su cabello oscuro y desordenado, la forma en la que su espalda temblaba por sus pequeños sollozos.
—¿Por qué te haces esto? ¿Qué está tan mal contigo? —levantó la cabeza para poder mirarla, permitiéndole ver su ahora rostro enrojecido y empapado de lágrimas, cómo su labio inferior temblaba y limpiaba sus lágrimas con la manga de su suéter—. ¡Dime, Neveah! ¡¿Qué rayos pasa por tu cabeza?!
—S-Sólo quiero ser bonita y delgada —respondió con la voz más aguda de lo normal a causa del llanto.
—¡¿Delgada?! ¡¿Es que acaso no te ves?! —cuestionó histérico—. ¡Mírate! ¡Mira cómo tus huesos se marcan! ¡No puedo verte de esta manera y mucho menos tocarte porque temo romperte, Neveah!
Neveah al escucharlo tan sólo sollozaba, bajando la cabeza mientras se abrazaba con más fuerza, enterrando sus dedos en su piel sin temor a dejarse marcas. Y es que desde pequeña, desde que notó cómo se veían sus compañeras a diferencia de ella, los comentarios que se ganaba, comenzó a odiar su apariencia y la forma en la que era.
Había estado contenta de llevar días sin comer hasta que Jungkook la volvió a buscar, trayendo consigo la peor pesadilla de Neveah que era la comida, y es que frente a él intentaba comer lo menos posible, aunque se muriera de ganas de seguir su impulso, pero su cabeza no se lo permitía. Cuando este estaba por marcharse, prometía comerse lo demás, pero la realidad era que corría al baño para deshacerse de toda la comida, sin dudar también en causarse el vómito, satisfecha de volver a sentir su estómago vacío.
Últimamente se estaba causando el vómito demasiado seguido a causa de las visitas de Jungkook. Sentía que su esófago dolía demasiado, como si llegase a quemarle, pero le llegó a causar tanta repulsión el tener que comer, que empezó a adorar el sentir el ardor en su garganta, ya que sabía que al terminar de vomitar se sentiría más delgada.
Pero la verdad era que ese día, había entrado en una crisis al darse cuenta que el haberse castigado por tantos días, que él provocarse los vómitos hasta escupir sangre no estaba logrando que dejara de odiarse.
—¡Por Dios, dime cómo ayudarte, por favor! —pidió desesperado, tomando su brazo—. ¡Dime si hay alguna manera de quitar esa idea de tu cabeza! ¡Dime qué puedo hacer por ti! ¡Dime cómo puedo ayudarte a sanar tu dolor, por favor! ¡Sólo dime qué hacer, carajo! —sollozó bajando la cabeza, apoyándola en el brazo de ella—. Dime porque ya no puedo verte más así.
—Ya no puedes ayudarme, Jungkook —musitó provocando que él sollozara con más fuerza—. Ya no tiene sentido para mí.
—No digas eso, carajo —conectó nuevamente sus miradas—. No digas eso cuando yo estaba acostumbrado a vivir con mi soledad hasta que nos encontramos en el hospital, hasta que noté cómo tus ojos me buscaban con ilusión en la universidad, hasta que mi mente no supo escapar de ti, hasta que fui el culpable de hacerte sonreír, y hasta que sin saber cómo ni cuándo, mi corazón comenzó a latir por ti —expresó entre lágrimas—. Ni siquiera me importa el hecho de que tú no sepas qué rayos sientes por mí, porque yo sé que no puedo vivir sin ti. Tú eres la culpable de que ahora me sienta así —apuntó intentando reprimir un sollozo—. Así que deja de hacerte esta mierda, porque no sólo te estás matando a ti, también me estás matando a mí, Neveah —sollozó volviendo a apoyar la cabeza en su brazo—. Por favor, detente y quédate a mi lado. No puedo perderte. No puedo...
Neveah sollozó a escucharlo desesperado y abriendo su corazón, porque sentía que estaba cayendo en la locura al no poder controlar sus pensamientos y con lo que cargaba en su espalda al no poder frenar el dolor. Estaba perdiendo la pelea ante la vida, sintiendo cómo el frío la envolvía y ya no tenía ganas de buscar la manera de salvarse.
(...)
Jungkook al salir del trabajo caminó hasta el hospital mientras empuñaba las manos, intentando poder mantener al calma al volver a ese lugar y seguir pensando en lo que le perturbaba que era el motivo por el que estaba ahí. Al ver a la secretaria médica, comenzó a acercarse tomando una bocanada de aire.
—Buenas tardes —habló la mujer—. ¿En qué puedo ayudarle?
—Buenas tardes. Necesito hablar con el Doctor Min.
—¿El Doctor Min? Oh...
Jungkook la miraba desconcertado al notar que parecía tensa y no le estaba dando una respuesta rápida, a pesar de que notaba que él estaba algo histérico, pero unos pasos llamaron la atención de ambos. El pelinegro giró a ver hacia su lado, sorprendiéndose al ver a Yoongi, el cual llevaba su cabello algo desordenado y dividido, una camisa celeste, pantalones negros y zapatos, pero lo que fue una sorpresa para Jungkook fue el hecho que en sus brazos llevaba una caja.
—¿Jeon Jungkook...? —preguntó sorprendido—. ¿Qué haces aquí?
—Vengo a buscarlo —respondió rápidamente, acercándose—. ¿Por qué tiene esa caja? —Yoongi tan sólo desvió para mirada, como si no fuera capaz de contestar, lo que tan sólo lo desconcertaba más—. Necesito hablar con usted.
—Adiós, Kim —se despidió, estirando su mano hacia la dirección de la secretaria, la cual sonreía algo angustiada.
—Fue un placer trabajar con usted, Doctor Min —estrechó su mano, y Yoongi sonrió a medias mientras Jungkook miraba la situación confundido.
—¿De qué rayos habla? ¿Cómo que fue un placer? ¿Acaso va a irse?
—Ven conmigo, Jungkook —ordenó comenzando a caminar hacia la salida.
Este quiso decir algo al respecto, pero rápidamente lo siguió mientras por su mente pasaban miles de preguntas y observaba cómo Yoongi abría la puerta trasera de su coche para así meter la caja.
—¿Puede decirme qué rayos está pasando? —preguntó histérico mientras Yoongi cerraba la puerta—. ¿Qué significa todo esto?
—¿Por qué has venido a buscarme, Jungkook? —volteó a verlo algo tenso.
—¡Ya le dije que necesito hablar con usted! ¡Ahora responda mi pregunta!
—Dejé el hospital —respondió sorprendiéndolo.
—P-Pero... ¿Va a trabajar en otro o...?
—Por el momento no. Necesito un tiempo...
—¡¿Un tiempo?! ¡No puede hacer algo como eso!
—Jungkook...
—¡No! ¡No lo entiende! —gritó tomándolo de la camisa—. ¡Usted no puede tomarse un tiempo...!
Yoongi apartó bruscamente sus manos, dando un paso hacia atrás mientras lo miraba molesto y acomodaba su camisa.
—No vuelvas a tocarme.
Jungkook soltó un suspiro, pasando los dedos por su cabello mientras tiraba de este, repitiéndose que debía calmarse e intentar convencerlo de ayudarlo.
—Lo siento, ¿sí? —habló más tranquilo—. Es sólo que... en verdad necesito su ayuda.
—¿Necesitas mi ayuda?
—No se trata de mí —aclaró acercándose mientras Yoongi lo miraba confundido—. Neveah lo necesita.
—Escucha...
—¡Tiene que ayudarla! Sé que... ella parecía confiar en usted, que hasta creía que podía mejorar antes que todo se fuera al carajo —explicó angustiado—. Yo no actué bien, ¿sí? Soy consciente de eso, como también de que al contrario de ayudarla a sentirse mejor, pude ser capaz de empeorarlo todo para ella. Pero... no quiero perderla —musitó sintiendo cómo su garganta ardía a causa del nudo que se había formado—. Ayúdeme.
—Jungkook, hace días tomé esta decisión, y ya crucé muchos límites que jamás debí, así que ya no puedo intervenir...
—¡¿Acaso no me escuchó?! ¡Tiene que hacer algo! —enfurecido quiso acercarse, pero al ver la mirada de advertencia de Yoongi, se detuvo—. ¡Podría hacer que se interne otra vez! Esa puede ser una maldita solución.
—No se puede obligar a algo así. Se necesita su consentimiento o al menos el de su padre —explicó frustrado—. Yo no puedo intervenir...
—¡¿Por qué no me ayuda, carajo?! —gritó histérico.
—Habla con ella, y yo te pasaré el número de un terapeuta que es alguien confiable —volteó para abrir la puerta de su coche con la intención de subir.
—¡No, carajo! ¡Lo necesito a usted! —recalcó tomándolo del brazo, por lo que este se zafó bruscamente del agarre.
—Créeme que me gustaría poder hacer algo, pero lamentablemente no lograría ser de ayuda como esperas —aseguró amargo—. De todas formas, te pasaré el número del terapeuta que puede ayudar. Adiós, Jungkook.
Yoongi se subió a su coche mientras Jungkook llevaba las manos a su cabeza, tirando de su cabello, sintiéndose completamente histérico, desesperado de no haber obtenido la ayuda que esperaba.
(...)
Jungkook luego de haberse dado una ducha y vestirse, colocándose la capucha del suéter, se sentó en el sofá cubriéndose con una manta por el frío, recordando aquella conversación que tuvo con el hombre que había sido su terapeuta, llevándolo a pensar aún más en Neveah. Lo que quería más que nada era quitarle toda la tristeza, sus inseguridades que la llevaban a estar dañándose de esa manera sin importarle nada en absoluto, pero la realidad era que esto lo estaba desmoronando más por dentro. Y es que eso lo llevaba al principio cuando al encontrársela también en la terapia grupal ya no pudo soportar más la curiosidad, decidiendo acercarse a ella, ¿acaso si no lo hubiera hecho, Neveah seguiría buscando su bienestar? ¿Si no se hubiera acercado no se habrían causado más dolor?
Con el pasar de los días tan sólo lograba atormentarse más con sus pensamientos que le hacían más daño, y lo peor es que tan sólo sobrepensaba más que costumbre sintiendo la paz cada vez más lejana.
—¿Jungkook? —habló su madre, logrando llamar su atención—. Tu celular está sonando.
Observó a la mujer que se aferraba a su chaqueta, buscando así darse más calor, ya que el calefactor eléctrico no les ayudaba demasiado en el invierno, pero terminó desviando la mirada hacia su celular que vibraba en la mesa.
—Te lo paso...
—No —musitó desconcertándola.
—¿Seguro? ¿Y si es tu novia...?
—No.
—¿Pasó algo? —indagó acercándose no muy convencida—. ¿Te gustaría hablar?
—No —repitió de manera casi inaudible y con la mirada perdida.
Soojung asintió decidiendo no seguir intentando indagar, sintiéndose ingenua por haber creído que podría acercarse más a su hijo y saber qué estaba pasando en su vida que lo tenía tan angustiado al punto de ni siquiera querer salir, ni buscar descargarse en ella como siempre.
Estaba demasiado preocupada, pero no quería sentir más su distanciamiento, ni volver a esos momentos donde la mayoría del tiempo la ignoraba, por lo que volteó para comenzar a caminar nuevamente hacia su habitación para dejarlo solo.
—¿Soojung...? —la mujer se detuvo rápidamente, girando a verlo, notando que estaba cabizbaja y mordiendo su labio inferior como si estuviese debatiéndose sobre lo que diría—. ¿Puedes cumplir con tu papel de madre aunque sea por unos minutos? —preguntó con un hilo de voz—. Necesito a la madre que cuando era un niño con un abrazo me hacía olvidar de todo lo malo.
Soojung lo miró boquiabierta, intentando asimilar las palabras que habían salido de los labios de su hijo, sintiendo cómo su corazón daba un vuelco. Pero no pasó muchos segundos cuando ella se acercó para sentarse a su lado y envolverlo rápidamente con sus delgados brazos, sintiendo cómo Jungkook apoyaba la frente en uno de estos, aferrándose a ella a la vez que rompía en un llanto desconsolado.
—N-No puedo más —habló entre sollozos.
—Tranquilo —murmuró con suavidad, estrechándolo con más fuerza entre sus brazos, dejando un beso en la coronilla de su cabeza—. Estoy aquí a tu lado, hijo.
—Mamá, estoy sufriendo —expresó enterrando los dedos en su brazo—. Este miedo está acabando conmigo. Siento... Siento que no puedo respirar.
Jungkook sollozaba de manera desconsolada, dejándose caer por completo en los brazos de su madre luego de tanto tiempo, permitiendo que la desesperanza, la desesperación y el miedo lo consumieran, al menos por un momento, al punto que no podía siquiera expresarse y tan sólo lloraba. Hoy era uno de esos días donde no soportaba las situaciones difíciles que le hacía pasar la vida, sentía que no podía soportar más, por lo que el acto de levantarse y buscar otra forma de ayudar era una carga imposible de llevar, ya que todo se caía a pedazos para él.
Quería sentirse completamente derrotado, aunque sea por un rato, porque a pesar de que le dolía cargar con tanto a la vez se sentía casi anestesiado.
Y así, en los brazos de su madre que acariciaba su cabello, dejando algunos besos en su cabeza, murmurándole con suavidad, poco a poco fue calmando aquel llanto desconsolador hasta poder hablar con Soojung.
—Realmente ya no sé qué hacer para ayudarla porque... ella me hace sentir que no estoy dando lo suficiente —explicó con un hilo de voz, llevando las manos a su rostro empapado de lágrimas, soltando un pequeño sollozo—. Estoy volviéndome loco.
—¿Y el Doctor Min te pasó el número?
—Neveah jamás aceptaría empezar de nuevo, así que sería muy tarde hasta que pueda confiar —aseguró frustrado—. Y su padre es un maldito idiota que parece no importarle nada. ¡No sé qué hacer!
—Creo que lo que estás haciendo está bien —asintió apoyando la mano en su hombro—. Es más, invítala más seguido aquí. Podrías invitarla hasta para Navidad para que la pase con nosotros, ¿qué dices? —preguntó con una pequeña sonrisa mientras el arrugaba levemente la frente—. Yo creo que podría ser algo bueno.
Jungkook parecía pensar en sus palabras, recordando cómo cada fiesta siempre se desaparecía por días de su casa al marcharse con sus amigos, ya que lo menos que quería era pasar esas fechas junto a su madre. Y ahora, en un abrir y cerrar los ojos, nuevamente esas fiestas estaban cerca. Tan sólo faltaban tres días.
El pensar en la idea que le dio su madre, provocaba que se diera cuenta del acercamiento que estaba teniendo con ella, aunque tan sólo en un comienzo fuera por la promesa que le había hecho a Neveah.
¿En verdad era capaz de compartir esa noche con aquella mujer tan sólo para hacerle pasar un momento cálido a Neveah? El pensarlo provocaba que su corazón se encogiera, ya que siquiera había sido capaz de hablar con Soojung sobre el pasado porque seguía sin saber si era capaz.
—Quizás...—murmuró tenso, pero la vibración de su celular llamó nuevamente la atención de ambos.
—Tu celular —informó observando la mesa donde se encontraba—. ¿Lo quieres?
Jungkook suspiró frustrado, pero acabó asintiendo, por lo que su madre se levantó para tomar el celular y se volvió a acercar para entregárselo. Al ver el nombre "Neveah" y su fotografía, tomó una bocanada de aire, intentando calmarse para poder hablar con ella.
—¿Neveah...?
(...)
Y el miedo de Jungkook parecía estar haciéndose real mientras corría histérico por el pasillo del hospital, siendo acompañado por su madre. Allí se había encontrado con el padre, madrastra y la pequeña hermana de Neveah, rogando que le dijeran que el Doctor ya habló con ellos y que Neveah estaba bien, pero para su mala suerte seguían esperando que saliera a hablar.
Podía notar la preocupación de aquel hombre, el cual caminaba de un lado a otro mientras se tomaba la cabeza, y la mujer estaba sentada cargando a su hija, pero Jungkook los miraba con resentimiento mientras una de sus piernas subía y bajaba, sintiendo las caricias de su madre. Las lágrimas brotaban y el miedo se expandía por completo por todo su cuerpo.
Ahora su cabeza lo torturaba, recordándole cómo siempre en vez de empatía había recibido juicios disfrazados de consejos, ya que siempre criticaron su actitud, la forma en la que buscaba lidiar con la vida sin saber la lucha interna que tenía contra sus demonios, llevándolo cada día más hacia el abismo. Y es que, aunque en las clases que compartía con la rubia, solía mirarla alguna que otra vez, jamás esperó el impacto que tendría en su vida cuando tomó la decisión de acercarse.
Pues, hacía mucho tiempo había dejado de desear que alguien comprendiera el dolor y rencor con el que cargaba, y lo sorprendió que al desmoronarse frente a ella, al permitirle entrar a su vida, fuese la primera persona en no juzgarlo y mostrarle compasión, como también hacerle saber que no estaba solo en su lucha. Y aunque, Neveah estaba ahogándose con los problemas que habitaban en su cabeza, había sido capaz de enseñarle que en la profundidad de la oscuridad de Jungkook, aún ardía una chispa de esperanza.
Neveah le había extendido la mano que tanto necesitaba y no lo sabía, por lo que estaba completamente negado a la idea de que esa noche podría perderla.
—¡Doctor! —exclamó el hombre, llamando la atención de todos mientras se acercaba rápidamente—. ¿Cómo está mi hija?
Jungkook se levantó rápidamente al igual que su madre que lo tomaba de los hombros. Estaba atento a cada palabra que salía que salía de sus labios, sintiendo su corazón golpear con fuerza contra su pecho, pero era como si su visión comenzara a nublarse y su audición se distorsionara, observando cómo el castaño retrocedía cubriéndose el rostro con la mano.
«Lo intentamos, pero su corazón ya no resistió más. Lo lamento...»
Neveah siempre había sido consciente de que por más terapia que hiciera, su relación con la comida jamás volvería a ser sana, ya que siempre estaría aquella voz en su cabeza que le dijera "Si comes eso, vas a engordar" y sería una agonía para ella el no poder dejar de sentirse culpable por comer. Ese sentimiento de culpa, probablemente, siempre viviría en ella, igual que aquellos malos recuerdos que provocaron sus atracones y que terminara vomitando, buscando así sentir su estómago vacío.
Comer es algo indispensable para las personas, pero para Neveah era un tormento, le causaba repulsión hacerlo, tanto así que el vomitar se volvía lo menos repulsivo para ella.
Odiaba preguntarse porqué tuvo que comenzar a creer que el tener kilos de más era algo horroroso, mientras que el ser delgada era hermoso, pero de todas maneras no iba a detenerse hasta obtener el cuerpo que tanto deseaba. Sólo quería ser delgada sin importar el precio que tuviera que pagar, siquiera si era la muerte, porque moriría feliz si la recordaban por ser delgada. Y si quedaba algo, que fueran solamente sus huesos.
La verdad era que el pensamiento de ser delgada comenzó a acabar con su vida hacía tiempo atrás, llegando al punto que sintió que ni siquiera eso estaba bastando para conseguir sentirse satisfecha porque ya no podía detenerse. Y pobre niña que había comenzado con el pensamiento de ser perfecta, de gustarse a sí misma algún día, teniendo tan sólo trece años, sin pensar que se aprendería de memoria todo el proceso al punto de no dificultársele el vomitar por volverse alguien experta con los meses.
Los años pasaron, terminando siempre temblorosa, débil y con frío, esperando que algún día llegara el momento en que pudiera mirarse al espejo, que su mente callara esas voces y sentirse satisfecha con su cuerpo. Pero ¿cómo iba a poder gustarse a sí misma si se hacía tanto daño?
Aquella noche se hundió profundo, deseando poder desaparecer de una jodida vez porque no podía soportar otro día más de agonía al no lograr callar su cabeza. Sus malos pensamientos la habían consumido lo suficiente para poder tener la valentía suficiente de tomar las pastillas.
Pero sus nudillos se volvieron a lastimar por el roce de sus dientes, su rostro hinchado, sus ojos enrojecidos mientras las lágrimas brotaban por el esfuerzo que hacía, el estómago haciendo más esfuerzo de lo que acostumbraba en un día luego de un atracón, su esófago doliendo tanto que parecía quemar, y su corazón palpitando mucho más rápido de lo normal. Sintió que se ahogaba y, era así, no podía respirar porque estaba ahogándose con su propio vomito.
Jungkook negaba con la cabeza repetidamente sin creer en absoluto lo que había escuchado por más que veía las reacciones de los demás que se lo confirmaban. Retrocedió sintiendo cómo sus piernas se debilitaban al punto de caer al suelo mientras quebraba en un llanto desconsolador, olvidándose de todo a su alrededor al ser invadido por un dolor que no le dejaba pensar, sentir, ni aguantar.
—¡No! ¡Neveah no! —gritó sintiendo cómo unos brazos lo envolvían por detrás, pero se zafó bruscamente, escuchando cómo aquel cuerpo caía al suelo y soltaba un jadeo de dolor—. ¡Ella no! ¡Tráela de regreso! ¡Mi Neveah no! —sollozó mientras su rostro se contrajo de dolor, golpeando el suelo con sus manos empuñadas sin sentir dolor alguno, sólo cómo buscaban volver a envolverlo, pero se apartaba bruscamente sin ser capaz de ver a causa del llanto desconsolado—. ¡La necesito! ¡Neveah!
Jungkook gritaba haciendo arder su garganta, golpeando su pecho con la mano aún empuñada al sentir cómo este parecía cerrarse y dificultársele respirar. Y es que aquel dolor lo sentía imposible de comparar, quizás por el hecho de que le dolía absolutamente todo y no sabía cómo detenerlo.
Sorpresivamente sintió cómo su cuerpo caía al suelo en seco, haciendo que su rostro se apoyara en el frío de la baldosa blanca, escuchando gritos femeninos que eran de su madre, y él buscaba zafarse, pero el agarre era tan fuerte que no podía hacer nada. Un jadeo de dolor acabó saliendo de su boca mientras cerraba los ojos con fuerza al sentir un ardor en su hombro, pero acabó gritando y logrando apartarse bruscamente al sentir cómo debilitaban el agarre, alejándose de él.
—¡Jungkook!
Su madre se acercó consternada, volviendo a envolverlo por detrás con sus brazos mientras este quería liberarse, pero no luchaba con la misma fuerza.
—Cálmate, cariño...
—¡Tráela de regreso, por favor! ¡Tráela...! —gritó sintiendo cómo parecía debilitarse en los brazos de su madre, la cual lo envolvió con más fuerza.
El pecho de Jungkook subía y bajaba e intentaba seguir llorando con la misma fuerza, pero hasta sus sollozos parecían volverse débiles mientras se apoyaba cada vez más en el cuerpo de Soojung, llegando su cabeza apoyarse en su brazo.
—¡La necesito...! —sollozó cerrando los ojos con fuerza, sintiendo cómo su madre acariciaba su cabello, detestando la forma en que estaba debilitándose pareciendo cada vez más adormilado—. ¿M-Mamá...?
—Shh... estoy aquí —murmuró con suavidad mientras él la observaba y sus lágrimas seguían brotando—. Tranquilo, va a pasar. Estoy aquí para ti, hijo.
Un oscuro y profundo vacío había consumido a Neveah al punto de que ya no quisiera salvarse a sí misma, sino acabar con sí misma. Estaba cansada de luchar, de sentir frío y cómo moría lentamente porque se había jodido la vida, aún sabiendo que ya era delgada, pero quería más y más. Nunca iba a ser suficiente para estar satisfecha y en paz con su mente perturbada.
El dolor exigía sentirse para Jungkook que era como si le estuvieran arrancando el corazón, con las manos llenas de agujas y sin anestesia, convirtiéndolo en un dolor fuerte e inaguantable. Pues, este no hacía excepciones, le estaba haciendo sentir el infierno sin piedad alguna, aunque estuviera agotado de las situaciones en que lo ponía la vida.
Sollozó débilmente girando la cabeza nuevamente, observando al hombre que lloraba desconsoladamente y la mujer frente a él lo envolvía en sus brazos, pero su mirada terminó dirigiéndose a la pequeña que estaba ahí, también mirándolo a él. Parecía completamente confundida por la situación, pero también angustiada como si quisiera marcharse de una vez.
—Y-Ya no quiero sufrir más, mamá —balbuceó de manera casi inaudible.
—Voy a ayudarte, hijo. Dejarás de hacerlo, lo prometo...
Un pequeño sollozó escapó de la garganta de Jungkook mientras su visión se nublaba cada vez más, sintiendo sus párpados pesados y cómo la voz de su madre iba distorsionándose. Finalmente, se dejó llevar por las caricias, aliviado de finalmente dejar de sentir y, después de tanto, la calma iba envolviendo.
Jungkook siempre quiso escapar a cualquier parte del mundo, cambiar de vida, pero al acercarse a Neveah gracias a la terapia, todo cambió. Tan sólo comenzó a desear ir a donde fuese que estuviera, ya que todos sus caminos lo guiaban a ella. Y era por esa misma razón que ahora sentía que el no tenerla era el infierno en la tierra, por lo que antes de dormirse, comenzó a imaginar que en alguna parte del mundo se encontraba recostado en el pecho de Neveah, escuchando los latidos tranquilos de su corazón y observando la vida pasar. Porque sólo allí, en ese mundo, pudieron permitirse ser para siempre.
¡Hola!
¿Qué les pareció el final? ¿Se esperaban que acabara de esta forma? ¿Les gustó la historia?
Lamento haberme tardado tanto en traerles el final, la verdad no veía hora de finalizarla para poder concentrarme en las últimas historias que se vienen. Llevaba más de un mes tratando de escribirlo, pero escribía un poco y quedaba como agotada emocionalmente.
Ahora siento importante aclarar que JAMÁS BUSQUÉ ROMANTIZAR LA DEPRESIÓN, AUTOLESIONES, NI MUCHO MENOS LOS TRASTORNOS ALIMENTICIOS. Lo aclaro porque si hay personas estúpidas que se quejan de los nombres que elijo para las protagonistas (aclaro acá que no lo digo por las lectoras que hacen bromas, porque eso me da risa, sino por esas que EN SERIO SE QUEJAN y me comentan que son una mierda o pocos atractivos), como si eso hiciera una historia buena, entonces, no va a faltar esa persona que en algún momento venga a decir que busqué romantizar ésto.
De hecho hasta siento que dejé de lado el romance para concentrarme más en estos temas delicados, llegando a profundizar bastante, aunque me preocupaba demasiado hasta qué punto podía hacerlo sin llegar a incomodar o que alguien que no está bien pudiera tomar como tips ciertas cosas, por lo que eso también era una razón por la que quería finalizar esta historia ya que sí llegué a arrepentirme de tocar estos temas.
También siento importante decir que a pesar de lo que suelo escribir, no significa que pienso de esa manera. A lo que voy es que, sí, di un final donde Neveah creía que no había salida alguna y llegó a ese punto. Pero quiero decir que si se sienten mal, si pasan por algo similar, BUSQUEN AYUDA. Sé perfectamente que no es algo fácil y puede tomar bastante tiempo, pero se necesita ayuda y muy importante permitirse dejarse ayudar, poner de uno para eso. Sea cual sea en la situación que se encuentran, siempre, pero siempre hay una salida ♡
Espero que a pesar de todo, te haya gustado, mi amor sanbabie y si ya no queres pedirme más historias, te juro que te voy a entender JAJSJSJAKDJS
En fin, muchísimas gracias por el apoyo que le dieron a esta historia ♡
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro