(Capitulo 1):"Soledad. "
Se sentía profundamente solo, una soledad que lo rodeaba como un manto pesado. No solo era la ausencia de compañía, sino la sensación de estar atrapado en su propia naturaleza, una naturaleza que lo separaba irremediablemente de los demás. Los planetas rocosos, aquellos que compartían su misma esencia y composición, no se acercaban a él. Su superficie inestable, llena de erupciones volcánicas y cambios extremos, era un terreno temido por todos. A pesar de la armadura que siempre portaba, una capa protectora que había forjado con el tiempo, sabía que, con o sin ella, su presencia era vista como una amenaza.
Las miradas que podía recibir de sus compañeros eran siempre rápidas, fugaces, llenas de desconfianza y miedo. Si acaso alguno se atrevía a mirarlo, lo hacía con cautela, como si su proximidad pudiera resultar en un daño irreversible. El temor de sufrir quemaduras por acercarse demasiado lo mantenía apartado, casi invisible a sus ojos. Aunque él trataba de ofrecer una apariencia más segura con su armadura, se daba cuenta de que eso no cambiaba la actitud de los demás planetas.
Proto sabía que la distancia no solo era física, sino también emocional. Sin importar cuánto intentara acercarse o mostrar una faceta más amable de sí mismo, nadie se arriesgaría a hacerle compañía. Los planetas rocosos, a pesar de ser los más cercanos a él en términos de composición, lo miraban como si fuera un ser peligroso, impredecible.
A veces, en sus momentos más solitarios, pensaba que tal vez su existencia misma estaba marcada por la condena a la soledad. Un destino que había sido impuesto desde el principio, una herencia de su inestabilidad.
El hecho de que, incluso con la protección de su armadura, nadie se atreviera a hablarle o acercarse a él, lo llenaba de una tristeza profunda. Era como si su ser ardiente y volátil se reflejara en cada aspecto de su existencia, alejando a los demás. Era una pena silenciosa, una que no podía compartir con nadie, ya que los demás planetas rocosos jamás se atreverían a escuchar sus palabras. El temor de quedar quemados por su cercanía, el miedo a lo desconocido, era más grande que cualquier intento de amistad o interacción. Y así, día tras día, Proto se encontraba atrapado en la vasta soledad del espacio, deseando que algún día alguien, al menos uno de sus compañeros, tuviera el valor de acercarse a él, aunque solo fuera por un instante.
Y con la llegada de ella, sintió como su irá y resentimiento se iba calmando poco a poco.
Ya no estaba solo.
Nunca más lo estuvo desde ese instante.
•○●Miedo●○•
[If you don't understand it, you fear it. If you fear him then you lost.]
Se podría decir que era intimidante entre los planetas rocosos, con su armadura color obsidiana que lo cubría por completo y el aire caliente y abrasador que emitía constantemente, incluso cuando estaba contenido en su mayoría por la armadura. Durante siglos, se murmuró sobre él: cómo siempre parecía enojado, cómo su comportamiento silencioso alimentaba los rumores. Se decía, por bocas que nunca lo conocieron de verdad, que estaba constantemente malhumorado.
Él sabía y estaba completamente consciente de esos chismes, y cómo no, si nunca se esforzaron por disimular, como si supieran y creyeran, muy en el fondo, que Proto no se defendería.
Cuando no estaba mirando a las estrellas, rogando en silencio por que alguien, al menos uno, le hablara, le ofreciera consuelo y le aliviara el peso aplastante en su pecho, un dolor profundo y una tristeza que parecían no tener fin. Su existencia desolada se deslizaba a través del vasto e interminable cosmos, atrapada en una danza solitaria que nunca parecía detenerse. En esos momentos de quietud, en los que solo el eco de sus pensamientos lo acompañaba, deseaba con todo su ser que alguien pudiera ver más allá de su apariencia, alguien que pudiera comprender la magnitud de su sufrimiento, tan grande como el espacio mismo. Pero las estrellas, lejanas e inalcanzables, no ofrecían respuestas.
Había comenzado a aceptar su miserable destino, resignándose a la idea de que la soledad sería su única compañera, su única constante.
El dolor de la ausencia de conexión había dejado de ser un grito interno para convertirse en una sombra silenciosa que lo seguía a todas partes. Pero entonces, en un giro inesperado, sucedió algo que ni siquiera él había imaginado.
Por primera vez en mucho tiempo, mientras su mente estaba sumida en la oscuridad de sus pensamientos, escuchó algo. Una voz, suave pero clara, resonó en el aire vacío, dirigida a él. Fue como un destello de luz en medio de la oscuridad, algo que había creído imposible. Su corazón dio un salto, no sabiendo si estaba soñando o si, finalmente, la soledad que lo había consumido durante tanto tiempo estaba a punto de terminar.
La voz, cálida y llena de algo que no había escuchado en siglos, cortó el silencio como un cuchillo afilado. Por un momento, se quedó quieto, inmóvil, temeroso de que pudiera ser solo una ilusión, un eco de sus propios deseos. Pero no. La voz era real, y estaba dirigida a él. Fue como si el universo, en toda su inmensidad, hubiera decidido finalmente romper su silencio y ofrecerle una pizca de consuelo.
"Hola, soy Theia. Estoy tan feliz de poder conocerte en persona."
Ella sonrió cálidamente, su rostro reflejaba tranquilidad, pero por dentro estaba en un caos absoluto. El miedo la envolvía, y no podía evitar sentir una profunda intimidación ante el planeta rocoso más grande. Sin embargo, se negaba a admitir siquiera por un segundo que sentía miedo. No era como sus compañeros rocosos, aquellos que se dejaban vencer por sus temores. Theia se aferraba a la idea de que no era como Marte, Venus o Mercurio, que ella era más fuerte, más valiente. No sería una cobarde, no como los demás. Para ella, esa era la única opción: demostrar que era mejor, que no se dejaría arrastrar por sus emociones como los demás planetas rocosos.
Miró a dónde se suponía que estaban los ojos de proto y el universo contuvo la respiración.
°•○●°•○●Notas●○•°●○•°
•.Referencia de como se veía la armadura de proto-tierra;
•.Con la armadura claramente solo se le ven los ojos, no se puede ver nada más. Proto estuvo tanto tiempo con la armadura que ya se olvidó como se veía sin la armadura.
•. Los rocosos no odian a proto solo le tienen miedo al pensar que es peligroso, lo juzgan mucho solo por su apariencia. Proto habló con ellos muy poco por lo que no se conocen nada bien.
•. El sol no hizo nada para detener la exclusión de proto entré los rocosos por estar dormido, el se estaba acostumbrando a tener planetas orbitandolo y era necesario qué descanra o todos en el sistema saldrían volando en pero ante el minimo descuido.
•. Los gigantes gaseosos estaban muy en las suyas, no se acercaron casi nunca a el área interior para hablar con los rocosos. En su mayor parte la razón es por que tenían miedo de que algo saliera mal si se movían de su orbita.
•. Los gigantes de hielo estaban muy muy lejos para poder hacer algo.
[Palabras:1202]
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