Shadow.
Capítulo VII: Vorágine.
Girl I dreamed of you right here in my mind • I've needed you all of my life • And I will wait until you are mine
Aquel día había despertado de un increíble buen humor y bien no sabía el porqué. Prefirió restarle importancia a ese pequeño detalle.
Se vio guardando cada útil escolar dentro de su bolso y asegurándose de que su uniforme escolar estuviera correctamente ordenado. Él no era una persona desordenada, en ningún sentido de la palabra, por lo que su apariencia nunca se vería descuidada, por mucho que sus ánimos, muchas veces, ayudara del todo.
Tomó una bebida energética del refrigerador y se decidió en ir caminando a la escuela. Después de todo no quedaba a mucho más de 1 kilómetro de distancia, desde su casa. Sonrió sin más, al corroborar que el estúpido Sasaki se había marchado ya. La dicha en aquel día no podía ser más ¿O sí?
Pajaritos volando bajo, brisa suave y cálida rozando sus mejillas pálidas. Sus zapatos resplandecientes reflejaban la luz de los rayos del sol.
Se detuvo frente al semáforo, había que ser prudente si aún quería conservar la vida. Aprovechó ese preciso momento para cambiar de canción, la que se estaba reproduciendo en su iPod no condecía con su estado de ánimo.
Las luces del semáforo cambiaron y con ello, la señal de paso era un hecho. ¿Por qué la dicha? Se habría preguntado unas mil y una veces, pronto pudo ver la circulación de estudiantes portando su mismo uniforme.
No había ganado la lotería. Lo había constatado con los resultados arrojados en el periódico matutino.
No había siquiera tenido un buen desayuno o una buena cena. Sasaki se la pasaba metido en el trabajo, por lo que la comida había vuelto a ser desabrida y sin embargo, aquello no era justificativo suficiente para mantener una sonrisa en su rostro.
Cuanto más se acercaba a su destino, más se replicaba la razón de sus sentimientos encontrados.
Flores de cerezo suavemente levitaban en el ambiente. Un aroma rozagante traía consigo la primavera. Una cabellera verde llenó sus orbes y su corazón se precipitó en un suave eclipse.
Apretó sus labios apaciblemente, sentía aquella vulnerabilidad en sus rodillas, descriptas en algunos dramas de las 3pm por televisión.
(Voltéate)
Su espalda estaba levemente curvada hacia adelante. Un aura fría se percibió a su alrededor.
(¿Mutsuki?)
Ella permanecía estática. No parecía querer moverse de aquel lugar. Su postura no era la habitual. Algo andaba mal, sólo debía constatarlo.
Y su corazón dio un respingo.
De a poco cada fragmento de felicidad y buen ánimo se diluyó en una neblina de ultratumba.
Él odiaba a la primavera, ya que sus brisas fantasmales tomaban de rehén a sus fosas nasales, provocándole una alergia segura. Y luego estaban esas malditas flores de cerezo, que manchaban con sus pétalos, su chaqueta azul oscuro, haciéndolo ver mal.
Odiaba los días en que no podía tomar un buen desayuno, porque le recordaba lo solo que se encontraba en el mundo.
Detestaba sentir todo aquel alboroto en su pecho, porque le producía una sensación de debilidad. ¿Sus rodillas trémulas? Eso era un cuento del que no quería ser participe.
Ahora todo tenía sentido.
(Mutsuki.)
Ella era un peligroso tormento. Su sonrisa era lo más temible que había visto alguna vez en su vida. Era una peligrosa diosa, tomando su mente y manipulándola a su antojo.
Piezas de arte terminadas con precisión. Charlas en solitario antes de dormir. Felicidad por las mañanas.
Perfume acaramelado, dientes de porcelana. Mirada cálida y cejas graciosamente arqueadas. Susurros durante las clases de matemáticas. Bálsamo de cereza impreso en el borde del vaso de cristal.
(Tú)
El frágil cuerpo de niña se estremeció de pronto. Sus pies habían parado su andar, el frío ártico lo recorría por completo. Alzó su mano queriendo alcanzarla de alguna manera, no obstante, se detuvo en plena acción. Aquello no sería lo más indicado.
Mutsuki había presentido que él estaba tras ella. Lentamente llevó el dorso de su mano libre para limpiar su rostro.
Urie no quería ver aquello. No sabría cómo actuar a la perfección y eso lo abatía aún más.
Ella volteó un poco para enfrentarlo. No había ni un poco de felicidad en aquel rostro, sólo una expresión forzada. Una máscara torcida de felicidad camuflada. No Urie, el día de hoy no podrás mentir como te lo habías prometido.
— Ah...Urie-kun, buenos días.
Tras una fugaz reverencia, caminó a paso ligero hacia los adentros del edificio escolar. Ella no podría escapar por mucho que se lo propusiera. Después de todo, Urie se sentaba junto a ella durante las clases.
Una vaga sensación se formó en su garganta. Intuía levemente de que trataba todo el asunto.
(Sasaki.)
Más al pisar el suelo de la escuela, el clima parecía estar más agitado que de costumbre. El ambiente apestaba a tensión y unos cuantos susurros escurridizos se auscultaban, como el eco del viento durante la temporada invernal.
A su paso, cosechó decenas de miradas fisgonas. Cada estudiante se lo quedaba viendo indiscretamente para volverse y murmurar secretos hacia otros testigos. Todo se hacía cada vez más sospechoso y Urie, por el momento sólo tenía en mente como acercarse un poco más a Mutsuki y quizá tratar de reanimar esa sonrisa tan suya.
De entre los alumnos, una autoridad se hizo presente creando aún más siseos y semblantes curiosos. El reloj marcaba 10 para las 8.
— Urie Kuki, por favor sígueme a la administración.
Urie arqueó una ceja atónito, aquello sí que era extraño. No creía tener nada que ver con algún asunto demasiado grave, como para ser enfrentado en alguna intervención por parte de las autoridades de la escuela.
Aun así prosiguió a seguir los pasos de Mado Akira, la cual no podía dejar aquella expresión de enfado en su rostro. A lo largo del camino sólo podía apreciarse el eco del sonido de los zapatos negros que la mujer de rubia cabellera llevaba en ambos pies.
Pronto se detuvieron al llegar a la oficina del director. Mado abrió la puerta de la misma e indicó que esperara dentro. Urie hizo caso omiso y espero a que Matsuri Washu, el director a cargo, se hiciera presente en aquel lugar. Su asiento no era muy cómodo, por lo que pretendió que el mismísimo hombre, se apresurara en aparecer.
Se escuchó el sonido de la puerta de roble abrir y cerrarse con cautela. Los ojos del mayor se habían plantado en su nuca.
— Urie...— Habló el hombre de entrada edad y traje negro impecable, dando pasos hacia su escritorio. —Tengo algunas preguntas que hacerte, es acerca de Sasaki Haise.
— ¿Sasaki? (... ¡¡!!) – Alzó ambas cejas, si aquel día era extraño, aquello lo estaba haciendo aún más.
— Sí, como sabrás, esta mañana huyó junto a la señorita Kirishima. Esta mañana se ha encontrado esta carta, explicando los motivos románticos por los que huyeron —Comunicó de pronto notando la sorpresa en el menor.
Extendió el papel doblado color amarillo, que constataba la letra de Sasaki y para finalizar aquel comunicado, su firma y la de Kirishima.
— ¿Acaso no estabas enterado?
— No.
Su mirada descendió al suelo, sus pupilas recorrían la superficie del mismo tratando de encontrar una razón viable a tal asunto. ¿En que se supone que estaba pensando Sasaki?
— Ya veo. Siento ser yo el que te lo comunique. – Concluyó el hombre de cabello negro, por consiguiente tomó asiento sobre una de las aristas del escritorio de madera. —Entonces...quisiera saber si tú ya sabias de la relación que mantenía con Kirishima-san. Tengo entendido que ustedes son hermanos adoptivos, también que tienen una diferencia de 3 años ¿verdad?
Urie asintió, la situación no pintaba bien. Él lo sabía, y no por boca del propio Sasaki, sino por mera casualidad. Aún recordaba aquel momento y como a él parecía no importarle mucho si alguien lo estuviera viendo.
Pero Urie estaba tan preocupado por Mutsuki, que olvidó todo lo relacionado al riesgo social que corría tanto Sasaki como la profesora Kirishima, al estar tan expuestos. Seguramente ellos llevaban saliendo algún tiempo. Quizá la relación que mantenía con Mutsuki había sido solo una posible coartada. Una mentira más creada por aquel ser tan perfecto, Sasaki Haise.
— No sé nada de eso. —Habló de momento a otro obteniendo toda la atención del mayor. — ¿Mis padres ya lo saben? (¿Desde cuándo él es tan imprudente?)
— No tenemos esa información, por eso quería hablar de esto contigo.
Se reincorporó para acercarse a la ventana más próxima y mirar hacia el patio de la escuela.
—Las relaciones de ese tipo están prohibidas ¿Sabes? No solo es su diferencia de edad, tampoco es porque Kirishima-san sea una profesora de esta escuela. Aunque aquello no sea aprobado por ninguna institución, ese no es el verdadero problema. —Pausó sus palabras por un momento—Sucede que Sasaki aún es menor de edad y este problema puede ser llevado a las acciones judiciales y toda esa controversia dañaría la reputación de esta institución.
Se volteó hacia Urie y colocó ambas palmas sobre el escritorio: — Es por ello, que nos compete interferir en tal vínculo.
— Entonces... Pretende que encuentre su paradero, para no dañar el prestigio de esta escuela. ¿Verdad?—Urie ladeó un poco su rostro al encararlo.
El mayor soltó una leve risita para luego acomodarse las gafas.
— Estoy impresionado con tu rápida predisposición. —comentó altivo y agraciado—La institución te lo agradecerá. —Sonrió ladino— Veras...Sé que hilos tocar en los altos mandos—No le quitaba la mirada de sus ojos— ...podría conseguirte una beca en alguna universidad que prefieras.... —Vio el rostro incrédulo del estudiante—Aspiras a una buena universidad especializada en arte ¿Me equivoco?
Todo olía a extorsión. A nadie le importaba el paradero de Sasaki realmente, sólo importaba mantener el prestigio de la escuela. Urie se levantó de su asiento y se dispuso a marchar, todo aquello era muy exagerado para su gusto.
— Urie Kuki, cuento contigo ¿verdad? – La voz del director atravesó sus tímpanos persuasivamente.
Prefirió no contestar y guardar silencio, tras escuchar lo último que tenía para decir. Sin más, tomo el pomo de la puerta y se alejó de aquel lugar que pronto comenzaba a sofocarlo. Aquel hombre siempre lograba que una extraña sensación lo embargara.
Camino al salón de clases se percató de que aún no estaba preparado para enfrentar a Mutsuki. Ella probablemente ya sabía de la huida de Sasaki con Kirishima y por ello lloraba esa mañana. Él la había visto en ese estado y no había podido hacer nada para solventarlo.
Muy ensimismado en sus pensamientos, olvidó que ya había ingresado al salón de clases. Ignoró cada mirada mortificante y clavó sus pies frente al banco de Mutsuki.
(Vacío.)
— Ah...Urie—La voz de Shirazu lo sacó de sus vacilaciones—Ella, Mutsuki-chan fue a la enfermería, no parecía estar bien.
Urie no precisó escuchar nada más, solamente dejó guiar a ese cuerpo suyo por las pulsiones internas que lo arrastraban irremediablemente hacia ella.
— Uri... No te presiones demasiado.
Era Saiko ahora quien lo había detenido con sus palabras. Ambos, Saiko junto a Shirazu miraban al chico de lunares con un semblante preocupado. Al parecer ya se habían dado cuenta de la situación por la que estaban pasando Urie y Mutsuki.
— Creo que Mucchy necesita su espacio. Ella después de todo amaba a Maman.
Un apodo no tan común, desde una chica para nada común. Un apodo otorgado a una persona rodeada de gente, respetada en toda la escuela. Amada por más de una persona.
Una persona que aparentaba ser perfecta e inalcanzable.
Esa persona que no había pensado en nadie a la hora de satisfacer sus deseos caprichosos.
(¿Él no pudo pensar en ella, siquiera?)
El puño de Urie se había reforzado. Su espalda se había tensado al escuchar aquello. Sus amigos sabían que esa no era una buena señal, pero si Urie se proponía ser un poco más paciente y esperar a que Mutsuki procesara toda aquella información, quizá todo se tornaría mejor.
La verdad es que nadie lo sabía a ciencia cierta.
•••
Hola mis queridos lectores♥
Aquí estamos en una nueva entrega, dígame ¿Usted qué piensa de este capítulo? Pronto estaremos en condiciones de ver el final de esta pequeña historia♥
¡Espero que lo haya disfrutado tanto como yo al escribirlo!
Recomendación musical: The New Electric Sound • Dream Interlude.
Gracias por leer. Nos reencontraremos en la próxima entrega♥
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